viernes, junio 02, 2006

Charlas de viernes de Café: De Razas y Mierdas


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¿Sabes lo que mas me agrada de tomar un buen café? La música que puede acompañar esa bebida y mas que todo la compañía. Es difícil sentarse a tomarse un café a solas, en general me gusta hacerlo acompañada. Pero no se si yo soy muy parlanchina o mis acompañantes demasiado silentes. Últimamente solo hablo yo, aunque a decir verdad preferiría ser yo quien guarde silencio.


Creo que lo que mas disfrutaba de tomar café con Mr. Moss era su charla variada e interesante, me podía quedar horas escuchándolo o viendo esas caricaturas que ponía sobre la mesa. El problema es que tomar café con un inglés a media tarde es como ponerse el cartel de “quiero irme del país con el primer turista que se aparezca”.
De pronto íbamos por la calle y la gente se nos quedaba mirando raro y murmurando, supongo que imaginaban que yo también era una de esas “caza turistas” que buscan la visa para un sueño.
No te sorprendas, que yo no los culpo, porque yo también he pensado eso cuando veo a tipos de cabello dorado, ojiazules y de 1.90 de altura, al lado de alguna compatriota de 1.50 y cara de ruina incaica. Y es que un país como éste, todos andamos con la viga en el ojo, clasificando a la gente por su color, su cara y su raza. Paradigmas obsoletos en una tierra en donde si no tenemos de inga tenemos lo de mandinga(no, no pienses mal,es solo una frase no tiene ninguna alusión sexual a tenerla como mandinga).

Mírame a mi, pues, morena y de 1 .62 ( 1.65 para los fans) sin mucha belleza de por medio. Como para no llamar la atención cuando voy peinada, con mi casaquita roja y los zapatos chatos color azul. Pero cuando he caminado con algún desteñido al costado, ahí si cambia la cosa. Primero mucha miradita socarrona, luego a la menor distracción alguna mujer lanzándose encima de mi acompañante sin el menor respeto a mi morocha investidura. Creo que es cierto eso de que las peruanas somos lanzadas, porque siempre me ha pasado que una mujer está con la mirada lista y luego, zaz! Que le pone las garras encima a mi pareja, coqueteándole con descaro, como si yo fuera la mujer invisible y acepto que me creyeran invisible cuando andaba flaca, media escuálida; pero ahora que los adipositos me redondearon las partes nobles, pues no me la creo, porque seré ingenua, hasta ingeniosa, pero de allí a ignorada! No, pues, a eso si que hay mucho trecho señoras!

La única vez que se chingaron fue cuando salí con un francés muy fashion, que no solo era interesante de charla sino bonito de rostro, al que le parecieron mas guapos los tíos que las tías de la discoteca. No te rías, que así pasa. Los mas bonitos, son los que son
“a doble tiro”. Así que ese día yo las dejé con el francés sorpresa y me fui a bailar con alguien mas normalillo y orgulloso de demostrar las virtudes de su cromosoma “Y”.

Aunque tiene su gracia salir con un gay (ojo gay, no loca) y si es bailarín la pasas fenomenal, porque te hace dar todas esas vueltas , giros y pasos raros que un amigo ordinario no hace. Y bueno tampoco pones remilgos en que te toque aquí y allí porque sabes que tu mercancía no le interesa mas que para apreciar la textura del vestido o aconsejarte sobre como llevar un escote. El problema es cuando al lado hay un chico que le gusta y ahí si que “tu amigo” no te toca ni el cabello. Baila a dos metros de ti y pone el cuerpo en ritmo trans para irse bailando al lado del otro. Cuando abres los ojos, están bailando sola y ahí no mas tienes que volverte derechita al asiento para que no se note que ya te quedaste sin pareja de baile y que hace media hora estás moviendo el cuerpo como bailarina de Night club en jodas.

Pero volviendo a lo de la raza, es un asunto bien gracioso ese; porque claro, tengo amigas de porte ario que dicen que a ellas no les gusta la discriminación y que mal que por ser morena a mi me hayan pasado tantas vainas en el colegio ése; pero al momento se acerca alguna chica de pelito negro lacio y de ojos oblicuos y ahí no mas se les sale lo nazi “pero y esta chola de mierda ¿Por qué se sentó en nuestra mesa?”A mi me da risa, porque se nota que a estas amigas mías, el tinte les quemó el seso y creo que a mi me alucinan la hija de Bill Cosby y por eso se guardan la lengua creyendo que un poquito de plata me aclara el color y me hace algo mas parecido a ellas ( como si eso fuera una virtud). Pero que idea mas errada, si yo pido café americano para no andar de nuevo con las confusiones del café de nombres raros, mezclado con licores estrambóticos, que me abre las úlceras. Ya decía mi sesudo hermano “cosa fina en cuerpo chusco, es muerte natural”, así que yo tranquila con lo que tengo que no es mucho pero es.
El asunto es que en un país como el nuestro, la gente tiene identidad regional muy marcada y ahí se vienen adjetivos, como indio, serrano, cholo, chuncho, negro, todos seguidos de su respectiva extensión excremental con varios signos de admiración. Porque bien decía mi padre, que según el lugar de residencia , se puede ser peruano de Brasil, peruano de Francia o simplemente un peruano de mierda.Como ves, acá el dinero viene a equilibrar lo que la raza de las siete leches no puede y si no la tienes a veces vale la cultura, pero mira tu, que la cultura también la da en buena cuenta el dinero. Porque cualquier hijito de mami con coeficiente que raya en la oligofrenia, se jacta de ser bilingüe y de saber de cultura griega porque ya estuvo en Grecia tres veces, mientras que hay muchos por aquí que a las justas si nos manejamos con el Español de España (… ejem…no vaya a ser que le den otra terminación) e ir de turismo solo al paradero mas cercano.

No te rías que he salido con varios tipos así y aun menores que yo, que me decían de sus viajes y me hablaban en trilingüe, para que al final les entendiera solo la jerga local que decía “ta ke lo máximo que seas matasanos uona” y ahí no mas aterrizaba mi ilusión de salir con alguien culto, porque las apariencias engañan y que alguien te diga que estudió aquí y allá y que conoce a zutano o mengano no te asegura nada. Dirás que yo también peco de eso de mirar solo la cáscara, pero ¿qué quieres? Si para conocer a alguien siempre empiezas por la cáscara…¿O acaso no mostramos todos la cáscara solamente?¿ alguien usa la ropa con las costuras para afuera? No pues, todos mostramos lo mejorcito…o aquello que creemos nos puede ocultar lo suficiente como para que luego el conocimiento del verdadero yo, sea algo sorpresivo y ojala hasta “agradable” para nuestro novísimo interlocutor de turno.

Como te decía, lo que me agrada más de tomar un café es la música y poder escuchar a quien me habla, pero después de 26 años de solo escuchar historias ajenas, se me ocurrió que a lo mejor era el momento adecuado para empezar a hablar y ya ves! Ahora nadie me detiene. Nos pedimos otro?


*Hoy no hubo óleo, pero la música suple un poco la falta de belleza.

jueves, junio 01, 2006

Para hablar de los blogs

Hoy abrí el blog y me di cuenta que estaba a punto de publicar el post numero 240, increíble, que haya escrito tanta bobada en 5 meses. Llamo a mi blog mi terapia de introspección pública, porque en general solo hablo de mi y mis recuerdos, pero aun así la gente lee lo que tengo que decir. ¿Será solo morbo, al leer un diario ajeno?
Creo que fue un 29 de Diciembre en que finalmente anclé en la plataforma de blogger. Antes solo leía de vez en cuando y no podía comentar ni como anónimo. No se porque esa noche resultó, porque entré a esa página donde indicaban como hacer un blog en tres pasos y elegí ese nombre que aun no me agradaba: LAURA y le puse ese apellido Hammer porque pensé que era requisito y cliiiiiiiiiin, que funcionó y ya tenía un blog, un lugar en donde podría escribir y es que hacer un blog ya era casi una necesidad, para alguien como yo que se la pasaba escribiendo en papelitos y cuadernos, que se quemaron en la infancia; para alguien como yo que perdió dos cuentos larguísimos por guardar los archivos en el la pc de sus padres o que perdió sus cartas y otros textos en diskettes que se malograron o que perdí en alguna mudanza de casa. La mejor forma de salvar el legado de un despistado es ponerlo a la vista de todos, así no se sentirá la perdida, si es que algo de mí ya quedó en otros ojos y así será preservado también de mi propio olvido.

Hace dos años que en boca de mi ex, había escuchado sobre lo que eran los espacios para bloggear y claro, me fascinó la idea de gente común y corriente escribiendo de lo cotidiano con una destreza que ya quisiera yo.
El día que al fin pude tener un blog propio, publiqué algo tonto, cerré la página y me fui a acostar. Al día siguiente emocionadísima por mi nuevo juguete, bajé las escaleras corriendo para ponerme en línea y ¡horror! Me di cuenta que no tenía una puta idea de cómo volver a la página, no sabía como acceder a la página de blogger y cuando al fin lo logre hacer, no sabía cual era mi nombre de usuario ni mi contraseña. Apenas si recordaba que me había puesto un nombre tonto como Ingenua Ingeniosa en alusión a mi nick porno del Chat- si pues nick porno. Algo así como decir “soy primeriza pero no dudes de mi creatividad”, frase que se podía aplicar a todos los ámbitos donde me desarrollara. Fueron tres días en que no sabía a quien pedirle ayuda y que creé otro blog, solo porque no sabía como acceder al mío, fue entonces me di cuenta de que era mas despistada de lo que yo creía y abandoné la idea de ser cirujano.

Parece que el destino se encargó que no supiera como hacer un blog durante mi exilio trabajó lico al interior del país, porque entonces todo el mundo se hubiera enterado lo duro que es ser mujer, joven y médico en este país de todas las sangres. Y que tampoco me hubiera enterado de cómo hacerlo, al año siguiente en que caí en lo que ahora llamo técnicamente depresión, post ruptura con mi por entonces “marinovio”; pues entonces hubiera sido una bitácora aun mas patética que la actual, quejándome de la falta de amor.
Mi único lector, me mandó al diablo, a mi y mi americanísimo apellido tres días después por un post llamado “Cienfuegos” y fue entonces que cambié mi ridículo apellido por un Laura Martillo, que no me venía nada mal, en vista de la destrucción que podían ocasionar mis palabras en la gente que quería. No se como fue, pero la gente empezó a curiosear por mi blog, al inicio yo contenta por eso, luego deprimida cuando alguien me dijo que yo escribía solo de erotismo. ¿¿¿Qué??? La primera en enterarme fui yo, me quedé reflexiva como una semana, ¿o sea que si mencionaba piernas, pubis o tobillos, algún despistado se iba a andar calentando? Luego comprobé que el tema del sexo es tan tabú por estos lares y que en el ranking de los blogs mas leídos la mayoría tratan de temas sexuales abordados de la manera mas grotesca. Deprimente pertenecer al círculo ese.
Un blog de corte personal termina rondando siempre alrededor del sexo. ¿Es morbo? No lo creo, a veces cuando recreas una charla real es inevitable ponerle sus ajos y cebollas. Creo que pasa igual con el sexo, no puedes ir por el mundo con un blog personal sin tocar el tema alguna vez. Erotismo, piernas, pechos, orgasmos…es solo parte de ser mujer, nadie te puede quitar el hablar de eso. Pero claro, entonces comenzaron a llegar los comentarios malintencionados, las cartas al correo, buscando más que una charla imparcial, de aquellos que jamás me leían, solo veían una que otra fotografía y de pronto un post que clasificaban de erótico o sexual. Incluso algún lunático que se moría de la curiosidad por saber si le había aceptado la taza de té a no se quien…Joder, esto ya era acoso.
Yo no hablo de penes ni vaginas en el blog, pero creo que el acercarme a esos temas de una u otra forma, en los inicios de este blog, hizo que mucha gente leyera sin comprender nada o que tuviera de mi, esa imagen sesgada de Marquesita de Sade, como me dijo algún bromista repre.
Creo en la libertad de expresión, pero como lo mío no es periódico, muchas veces he enviado al diablo con todas sus letras o he eliminado los comentarios de algún tipo que entra a hacerse auto bombo en mi blog o a mandar saluditos estúpidos, o poner esas ridículas interjecciones que no me dicen nada, excepto llamar la atención para visitar sus blogs. Otros me han insultado, se han dado por aludidos en posts acerca de mi infancia, han entrado como anónimos y me han dicho lo que han querido; a esos aun no les hago vudú porque no hallo todavía un muñeco suficiente pequeño para ponerles alfileres en los genitales. Por suerte, esa gente también se aburrió y ya no entran mas.

Leo en promedio 5 blogs por día, ya que muchos de los bloggers a los que leo no renuevan en días o semanas. A veces entro a sus páginas una y otra vez como en el caso de Ce Pequeño, Qymera o Mi tiempo Libro. Son blogs en los que me siento acogida por ese estilo y belleza en sus letras, particular y único para cada quien. También tengo a aquellos que por su agudeza mental y su gusto cítrico por decir las cosas me tienen encantada, encabezan la lista El Clandestino y continua con el Stonazo Reds, ellos por lo menos actualizan cada dos días. Mis demás blogs son aquellos que cuentan historias por capítulos , tipo Dragón del 96; o gente que cuenta sobre lo cotidiano con un lenguaje claro y sin muchos giros; no siempre puedo leerlos, pero disfruto pasando por sus casas a media madrugada, para enterarme que pasó en
Lima, la caótica centralista de ilusiones.
Pero cuando tengo que irme de paseo, porque nadie actualiza, mis mejores puertos de llegada son los blogs de humor, o aquellos escritos por gente mediterránea con ese estilo tan suyo de ver la vida. Por eso cada vez agrego más a mi lista que se va volviendo larga y de la cual tengo que retirar los que ya no me interesan.
Cuando inicié este blog lo último que se me pasó por la mente fue poderme comunicar con la demás gente; yo solo quería que no se perdieran en el olvido algunas de las historias que tenía para contar. Es mas, no quería responderle a nadie, no quería mayor contacto con el mundo blogger, para no tener esa falsa cortesía de palmaditas en el hombro a blogs que no me agradaban. Lo único que me interesaba era DAR un poco de mí en algunos de mis textos.
Al pasar del tiempo y contra todo pronóstico he hecho incluso blogo- amigos, tipo Alves, Chinasky o Peregrino y he llegado a admirar y a querer platónicamente a mas de algún buen escritor, sin siquiera proponérmelo. El sentido gregario de las personas termino venciendo mi carácter de solitaria arisca, y de martillazo al mundo.
Es que el universo blogger es así, es una calle transitada por una multitud de gente disímil, que camina a paso lento o trotando sin descanso. Es inútil pasar desapercibido o ignorar a todos, tarde o temprano abres los ojos y te terminas abriendo a la gente que pasa por tu costado y milagrosamente esa gente también te empieza a ver.

miércoles, mayo 31, 2006

De mi cabello y otros enredos

No sé cuando comenzaron a gustarme los sombreros, cuando comencé a pedirle a mis padres que me compraran uno por cada viaje, cuando comenzaron a llenarse mis fotografías de un rostro oculto por un sombrero de paja o una visera calada hasta los ojos. Creo que la culpa de todo la tuvo mi cabello y su indómito crecer leonesco, que me daba ese aspecto y esa cara de loca que traté de evitar a toda costa.

Pero no siempre fue así. No siempre mi cabello fue voluminoso y rizado, mas bien todo lo contrario, era corto, lacio y pequeño, tanto que a veces al salir a la calle todos pensaban que era un niño. Así, que ahí andaba yo, diciendo que era niña y nadie me creía, porque andaba siempre con mis pantalones, mis zapatillas y mi gorra cuando salía en bicicleta. “¿Pero por qué no le pones vestido o aretitos a tu hija?”- decían las migas de mi madre. Pero a mi, los vestidos solo me los hacían entrar para las fiestas, el resto del tiempo andaba jugando en el piso con los carritos de mi hermano.

Para colmo no me hacía ningún arete, porque tenía alergia a todo lo que no fuera oro de 18 K y mis orejitas, eran tan celosas que se me infectaban con otro material, poniéndose como albondigas. Así que llegaba el oro de 18 K regalado por la abuelita, herencia de no se quien, pero como yo era una cría inconsciente, perdía los benditos aretes regalados, en cualquier parte de la casa o me quitaba las pimientas doradas e intentaba saber si eran macizas y de puro oro como decía la abuelita con orgullo familiar y les metía un martillazo encima . Y ahí se me acababa la gracia, porque venía mi madre a ponérmelas de nuevo y “que las use así, que era mejor usar unos aretes chancados a que siguieran diciendo que su hija menor era niño”.
¡Pero si no era por mi cara, ni por mi ropa, mamá! Era por esos ridículos cortes militares que nos hacía mi padre y que a los abuelos sacaba de las casillas.
No se por qué, mi madre no evitó nunca que mi viejo nos corte el cabello a todas las hijas, alegando que el cabello largo era antihigiénico, o que teníamos la cara demasiado pequeña, para andar con la melena encima. Creo que se oponía, pero mi padre terminaba convenciéndola, de que “en esas escuelas superpobladas, las niñas mínimo regresarían con piojos”. Para mí y mis otras hermanas, los piojos eran un mito que servía para desfigurarlas de por vida con esos cortes de cabello a lo régimen militar.

Hay una fotografía en que todas las hijas parecemos salidas de un campo de concentración en una mañana invernal. Pero al menos mis hermanas eran simpáticas, con esos ojos que hablaban por si mismos; yo en cambio con mi cara de ratón y mi buzo de la escuela primaria, parecía el varoncito de la familia, sonriendo en esa foto de hace mil años, donde el cabello recién cortado vuela como brisa por todos lados.

Luego me creció el cabello, pero comenzó a enrularse y con eso vino la burla de todos los niños de la escuela pensando que me había hecho ondular, y que era una niña “mona”, pero no. Yo solo estaba mutando y mi cabello se empezaba a esponjar y a adoptar el aspecto ondulado igual al resto de la familia. Había llegado la pubertad.

Mi padre de nuevo persiguiendo con las tijeras podadoras; la abuela poniendo el grito al cielo, por esas manías comunistas de mi padre de rapar a las niñas; y mi madre por detrás, con cintas y moños recién comprados, anidando la ilusión de que su hija tuviera el mismo cabello de ella a sus 12 años. Yo por mi parte lidiando con una cabeza que estaba a punto de parecer la de los Jackson Five, pero con la firme determinación de que no me volverían a cortar el cabello ni a confundir de sexo, ahora a mitad de la pubertad.

El cabello crecía y ya estaba por los hombros, pero de inmediato se enrulaba y se volvía corto, no había como atarlo en una cola, porque crecía desigual y los pelos de adelante ensortijados no alcanzaban nunca a los de atrás. De nuevo a usar cintas , pañoletas y gorras y a escuchar alguna burlilla, de que “Ella usa gorro porque teme que se le escape la inteligencia”…No, retardada, que si así fuera a ti te hubieran puesto casco de hierro desde que naciste para que no te quedes tan tarada!

Y llegó la adolescencia y el cabello ya estaba por los hombros como un alga gigante y si se veía bonito cuando estaba recien salida de bañarme, apenas se secaba el agua, comenzaba a esponjarse y a cobrar vida propia, ocultando también mi cara.

“Pero ponte ganchos hijita” “ ponte estas hebillas rojitas que te compré el otro día”…pero que bah! ¿que me iba a poner hebillas? si yo tenia 15 años y no quería parecer una mutante, con ganchitos ni moños rosas
“Cómprame otra gorra, mamá, que así detengo el cabello hasta que pueda hacerme una cola decente” y mi madre me compraba las gorras y alistaba los ruleros, para que se me laceara el pelo y no se me esponjara tanto. Pero igual, mi cabello era espeso y rizado y no había hebilla, rulero o peine que lo amansara, apenas se secaba parecía invadirlo todo. Rompía las hebillas y los ganchos salían volando. Los peines entraban y no salían nunca, se quebraban los dientes de los cepillos para peinar. ¡Era todo un desastre! Salía a las fiestas con el cabello mojado y lindo y regresaba hecha un león africano!

Fue por esa época que la peluqueras comenzaron a recomendarle a mi madre aceites y lacas, que ella me compraba confiada, pero nada. El cabello se me maltrataba y se llenaba de puntas y tonos rojizos, que me hacían ver igual al payaso Crosti…Así que tenían que recortármelo de nuevo, pero ya no al coco, no señor!…Si ya llevaba 8 años en el martirio, de hacer crecer mi cabellera contra viento y marea y sabía que algún día el cabello se me vería bien y seria la versión afro de Rapunzel. ¡Toda una mujercita de cabello bonito!...pero el tiempo seguía pasando y nada de ná!

Lo bueno, es que mi cabellera de aspecto rebelde, hacía que las personas no me vieran tan nerd, como podía pensarse de mis notas de colegio o de mis conversaciones aburridas. Sin saberlo, había hallado un estilo. Ahora parecía la hermanita menor de Lenny Kravitz y si me hacia trenzas, mínimo la de Bob Marley. Fue por entonces que comencé a frecuentar el reggae y mis amigos me empezaron apodar “la Rasta”.

Para la universidad entendí, que ese estilo de fumona sin pucho, no me llevaría a ninguna parte, así que volví al moñito y al gel para el cabello, para parecer “ordenada y limpia”- como decía mi padre. Así que con ese estilo de celadora de cárcel, me pase los primeros 4 años de facultad; solo de vez en cuando para alguna fiesta me soltaba el cabello y mis rizos volvían a invadirlo todo, cegando los ojos de quien bailaba conmigo, asfixiando al de al lado, imitando una escafandra de pelos marrones que se movía agitada en mis saltos al ritmo de Molotov o Control Manchete.

No pues, si la gente quería verme de nuevo con el cabello suelto, porque así era menos seria y correspondía mas a mi charla usual de rebeldía contra la sociedad y el buen orden. Solo de vez en cuando yo aceptaba y me quitaba la pañoleta o el moño y mostraba mi cabello así, como un pulpo marrón que me cubría mas allá de los hombros.
Pasados unos años, mi cabello dejó de crecer, pero la cantidad de pelos por centímetro cuadrado era asfixiante, fue entonces cuando acudí resignada donde mi padre y sus manías de Fígaro, para que me rape la mitad de la cabeza por el lado de la nuca y el cabello caiga al menos un poco y no se vea tan voluminoso. Mi viejo feliz, entró con peine y podadora incluida a quitarme la mitad del pelo, pero nada…

Cada verano era lo mismo, una figura delgada y una cabeza de neurona caminando por la playa. “ Ese cabello es la causa de tus migrañas, ahí hace circuito el mundo”- reclamaba mi padre cuando me veía así de melenuda. Yo no le hacia caso, nadie me obligaría a cortarme el cabello al coco de nuevo. Ya había descubierto que con medio litro de gel, o mojándomelo cada media hora podía salir a una fiesta y regresar sin parecer Tina Turner, pero tanto mojar el cabello para que no se esponje, terminó por darme bronquitis, rinitis y demás “itis” y tuve que dejar el gel y el agua, para volver a la contención mecánica de mi rebelde cabello.

Lo peor fue esa vez que a mi novio se le ocurrió la fantasía con los chocolates en la cama, pero con tanto frote, el chocolate se derritió y se me pegó en la cabeza, haciéndome tanas de maní y dulce que no deshicieron en 5 días de lavados continuos con agua, shampoo y medio litro de reacondicionador.
-Mamita, es que tenéis que cortarte el pelo, po!- fue la frase de mi novio, después de dos horas de lavarme el cabello bajo la ducha caliente, como si fuera una especie de mascota lanuda.

Creo que entonces, redescubrí las boinas y los sombreros y me compré de todos los colores, calándomelos hasta los ojos. Porque aunque mi cabello y yo ya éramos compañeros de desgracia, hay cosas en mi que tengo que seguir guardando bajo sombra, para que la gente no ponga el grito en el cielo.

martes, mayo 30, 2006

Gente




Entre tanta gente pasando a diario por mi calle, fisgones por la ventana, los que intentan forzar mi puerta, los que vigilan día y noche, los que mandan cartas anónimas por debajo de la puerta, los que dejan regalos en el árbol del jardín. Entre toda esa gente desconocida, yo sigo sola. Mirando por las ventanas luminosas de gente que yo tampoco conozco y que no me atrevo a saludar por la calle. Gente que camina sonriente y otra con trajes sicodélicos. Gente con lenguaje raro y de puntos suspensivos, con un idioma secreto que a mi me hace nudos el cerebro poder comprender. Gente, en fin, a la que ignoro totalmente y de la que veo solo lo que desee mostrarme, sin forzar la llave de su cerradura, solo esperando afuera, que un día a mi también me permitan entrar.

Gente, multitud de gente, pasando por mi lado, que no vuelvo a ver. Gente que ya ha pasado y quienes a veces extraño y coloco sus retratos sin ojos en mi pared desnuda. Gente con sus hogares de cortinas abiertas, para que yo observe su diario vivir y me detenga a verlos alguna vez.

Y paseo por el vecindario blogger a plena madrugada y veo esas reuniones animadas, círculos de amigos, fiestas de gente hablando a voz en cuello. Discusiones de política, discusiones sobre poesía. Gente que muestra sus fotos, sus pinturas, su arte de lápiz y papel. Aquellos que intentan despertarme con su música estridente, con sus películas extrañas. Y yo paseo de madrugada y nadie logra convencerme para quedarme mas que solo un momento al pie de su ventana. Porque no me interesa forzar mas puertas, si yo tampoco abro la mía.

Y contemplo a mis amigos, silentes como yo, deambulando como fantasmas en esas madrugadas de insomne, con canciones envolviendo sus pasos. Con su universo luminoso oculto en ese corazón del que creo ser huésped algunas veces. Pienso en los pocos que son , pero son, por un breve instante siguen siendo. Aquel que dijo que escribiría un post para mí si yo moría antes que él; ese otro que me incluyó en su lista de invitados al velorio; esos que me han tendido la mano sin pedirme nada a cambio. Esos de los que guardo la seguridad de su presencia dentro mío. Porque no me abrieron la puerta, solo salieron a la vereda y siguieron caminando conmigo, para que ya no tenga miedo en esas madrugadas de desolación. Para que ya no tema ser solo yo, sin personajes de por medio, sin una casa a donde quieren entrar todos, solo yo y mi pantalla luminosa en medio del corazón.

Y la madrugada se enciende de luces de colores y yo me siento en la vereda, donde ha dejado de pasar gente y brindo con mi taza de café en la mano por aquellos que aun no se han ido y a los que no deseo dejar ir.
***Oleo: Gente del desierto

lunes, mayo 29, 2006

Cuento Sucio ( Parte FINAL)

Cuando se abrió la puerta del edificio esa madrugada lluviosa, un hombre de figura triste y andar claudicante, se abrió paso entre la espesa neblina limeña y subió con dificultad entre las sombras intentando no hacer ruido en la silenciosa quietud del Edificio de las Nazarenas.

Eduardo Glez, abrió la puerta y entró con sigilo al departamento vacío. Vio las paredes blancas y desnudas, y sintió el hedor de humedad guardada a mediados de Octubre. Al encender el reflector de la pecera vio menos peces que los que él recordaba, pero su mansa quietud lo hizo sentir en casa y a salvo en su soledad. Subió las escaleras hacia el dormitorio y sus pasos resonaron sobre la madera hasta volverse parte de un tic tac amplificado, en esa habitación sin tiempo. La cama estaba revuelta, el closet sin ropa, los papeles en el piso y el cuadro de Andrea, sonriendo con sorna, desde el piso polvoriento.

“Ellos” habían entrado allí y se lo habían llevado todo, excepto a Andrea. La única culpable de toda su desgracia, esa mujer que ya no era la del cuadro, ni la de los videos con escenas congeladas a mitad del amor, ni la Andrea del sombrero azul y la risa fácil de hacía 4 años, que Oliver pintó desnuda en ese cuadro. Esa Andrea se había diluido en la imagen de la última madrugada juntos, en esa cara de dolor y de lágrimas secas, de súplicas incoherentes y promesas huecas, en esa piel arañada, en esa carne que por unos instantes fue suya antes de perderse para siempre en el olvido. En esos ojos que ya no eran mas sus ojos, sino la mirada azul de una completa desconocida, de una mujer que no lo amó nunca y a quien él se consagró de por vida. De una traidora, que no tenía perdón, solo eso.

Toda la habitación estaba revuelta, no habían hallado nada. Una sonrisa burlona se asomó a su cara, pero fue seguida de un gesto de dolor, mientras se cogía el costado izquierdo aun sangrante. Se miró en el espejo polvoriento y lo limpió con su mano. Él también había cambiado, los pómulos hundidos, las ojeras oscuras, la barba crecida y el cabello largo. Mucho mas delgado de lo que se fue, pero eso ya no importaba. Lo único que importaba ahora, era recuperar un poco de aquello a lo que se había negado sin darse cuenta. Un poco de la ternura que Andrea no había podido darle ni en el inicio de su relación, cuando él aun pensaba que lo suyo era algo mutuo y para siempre.

Una ternura que tenía mas valor que la misma pasión y que había llegado a conocer solo una noche en la piel de una desconocida y ebria Pilar. Solo con ella había entendido por fin ese susurro que pedía “sálvame” y que parecía traducir todo lo que él sentía ahora, toda esa desolación que ahora podía ser arrancada de tajo de su vida.

Entre las piernas de Andrea había reconocido esas ganas de ser salvado, de no seguir corriendo nunca más, de quedarse a salvo en un lugar. Pero ese lugar ya no era nunca más el vientre de fuego de Andrea. Ella y su recuerdo, solo eran un vacío sin comienzo ni fin. Ahora entendía a Pilar, toda esa soledad, toda aquella súplica de salvamento a mitad de aquella noche de amor sin amor. El también quería ser salvado, pero ya no por Andrea , nunca más por Andrea.

Todos esos meses contemplando ese pez esquivo de su recuerdo, viendo el acuario con sombras a color en el agua transparente, viendo a Andrea nadar en cada pez del acuario... ¡Maldición! El acuario! El hombre de barba crecida, bajó cojeando las escaleras lo mas rápido que pudo, se detuvo ante el acuario iluminado y confirmó su terrible sospecha: El agua era transparente y pura, los peces seguían vivos…alguien había estado allí, alguien había vaciado el acuario y con el, probablemente lo único que le podía asegurar la supervivencia los siguientes meses de fuga.

Se remangó la camisa y metió el brazo a la enorme pecera, buscando con avidez uno de los castillos en miniatura. Al sacarlo lo agitó con violencia, como si esperara que saliera mas que agua de la casita de juguete. Después de algunas sacudidas más, un objeto reluciente cayó a su mano. El hombre esbozó otra enorme sonrisa de dientes blanquísimos “A esos pendejos no se les ocurrió buscar aquí”.

Se quedó viendo el medallón dorado y todo lo vivido se le vino a la mente. No podía creer que luego de 20 años amasando dinero a costa del dolor ajeno, la única ganancia que tuviera, fuera ese medallón arrancado a su primera víctima en serio. No había dinero en el banco ni en ninguna otra parte, Andrea se había encargado de llevárselo todo con ella, para sus causas políticas y sus placeres de neo rica. Ahora Andrea ya no estaba, solo su recuerdo navegaba dentro de esos peces naranjas de los últimos años sin ella. Peces que morían y eran renovados por otros, para ver ese acuario siempre lleno y no tan vacío y triste como lo había dejado ella.

Eduardo permaneció dubitativo por unos instantes, casi 40 días y la pecera seguía tan pulcra como siempre. ¿Era Guillermo el artífice de eso?¿ Alguien más había estado en esa casa mientras estuvo ausente? La duda pronto se tornó en certeza, fue entonces que al darse vuelta vio que en esa habitación en penumbra, no estaba solo. Alguien lo observaba con ojos felinos desde la oscuridad de la puerta.

-¿ Qué haces tu aquí? –dijo el hombre con cara de sorpresa.
-¿ y tu me lo preguntas?- respondió una voz fina desde la oscuridad-Ya lo sé todo “Julio” Tus amigos estuvieron aquí. ¿A que volviste?
La sombra salía de su escondite empuñando temblorosa un arma demasiado grande para su mano pequeña.
Eduardo enmudeció al verla salir de la oscuridad como un fantasma que no quiere irse del todo. Sus ojos habían cambiado y su voz sonaba diferente, ahora era ella quien tenía el control de la situación y el suficiente odio de mujer herida como para cometer una locura.
-Contesta! Eduardo ¿A qué volviste? ¿a matarme? A eso volviste?
Y apuntó el arma hacia Eduardo que ahora era una sombra larga e indefensa al lado del acuario iluminado. Él no perdió la mirada taciturna, dio un paso para acortar la distancia entre ambos, que ahora parecían kilómetros.
-Baja ésa arma, Pilar…
-¿Crees que no sabré como usarla?
– Ella sentía el odio fluyendo por su pecho y eso le borraba cualquier otro dolor e inseguridad. Afirmó el arma con sus dos manos y apuntó a lo alto de su cabeza, luego descendió unos centímetros más.Yo no te tengo miedo- dijo luego y no vaciló al tirar del gatillo. La bala salió precisa y el impacto fue certero.
El enorme acuario se partió en dos y el agua clara de peces colorados cubrió en una sola marea la alfombra azul. Los vidrios volaron por todos lados y el silencio volvió a apoderarse de todo. Eduardo se limpió la poca sangre del rostro, producto de las esquirlas y se quedó estático a la otra orilla de ese océano artificial de peces ahogados que ahora se interponía entre ambos. Miró a los peces en el piso clamando en silencio por ser salvados y su mirada se tornó asesina. Entonces, con la ropa mojada y el rostro salpicado de sangre y vidrios, comenzó a avanzar hacia ella.

Los peces se debatían en esa muerte de saltos boqueantes y desesperados, mientras el hombre avanzaba entre ellos, pisando los vidrios y las aletas opalescentes, sin un rastro de compasión por aquellos compañeros de soledad de los últimos meses. Al llegar frente a Pilar se detuvo y la abofeteó con fuerza.
Pilar se tomó el rostro caliente y dos gruesas lágrimas comenzaron a fluir en sus mejillas. Un hilo de sangre descendía por el labio reventado a causa de la enorme mano de su atacante. Se sentía débil y asustada, pero aún así cobró valor

-Por que viniste Eduardo?- preguntó de nuevo con voz quebrada, mientras el le quitaba el arma de las manos. Eduardo se quedó callado y tomó el rostro herido de Pilar con su mano de asesino.
- Vine a que me salves tu, Pilar.

Y entonces Eduardo mojó su boca seca en la ensagrentada de ella. Restregó su rostro mojado en los cabellos oscuros de Pilar y la besó por primera vez sin prisa. Sin temor a que sea la última vez. Porque con Pilar todo parecía comenzar siempre desde el inicio, aunque el mundo se estuviera acabando.

Pilar fue besada y llevada al lecho duro de Eduardo, fue desnudada por él e hicieron el amor sin prisas, con la piel cortada y los cabellos revueltos. Coagulándose cada herida de soledad con sus caricias torpes. Pilar fue tocada, besada y amada. Y vio a un Eduardo Glez herido de bala en el costado, mas flaco y ojeroso que lo que recordaba, con la espalda magullada y una soledad aun peor que la suya. Con el cuello y el pecho lleno de cardenales y dientes de mujer, de otra mujer. Pilar lo amó esa noche, que sabía sería la última y no se detuvo a pedir explicaciones, solo lo amó como había querido desde la primera vez.
Lo sintió dormir entre sus dos pechos, como un niño cansado, moviendo los párpados rápidamente como peces perseguidos. Tal vez Eduardo seguía soñando con Andrea, la mujer del cuadro.
Que irónica era su vida, pensó Pilar. Jamás imaginó que volvería a ver a esa golfa en su vida y menos, que le arrebatará nuevamente el amor.

Recordó ese Marzo sofocante, callando lo que todo Lima ya sabía: Enrick Fadden, su novio inglés, se había largado con Andrea la de los ojos azules, llevándose el patrimonio de la familia Rondón en las maletas. Revivió los meses siguientes, sonriendo mecánicamente, fingiendo una dureza que no tenía, para que el mundo no sepa de su dolor y se regocijara con eso. Para que nadie sepa, que Pilar Rondón se moría por dentro, por culpa de esa golfa, de esa Andrea que ahora le arrebataba también a Eduardo. Los ojos de Pilar volvieron a mojarse al contemplar su destino de pieza secundaria en una historia que ya no era la suya. Acarició el cabello de Eduardo y se levantó de la cama, llena la memoria de un dolor mil veces saboreado.
Tomó su ropa del suelo y bajó desnuda las escalerasde madera. Ya no volvería a pasar nunca más por eso.

Cuando Eduardo se levantó ese domingo, se halló solo en la cama vacía. Buscó en todas partes, pero Pilar se había ido. Sintió de pronto un recuerdo común a toda su niñez: Sintió Miedo. Corrió al pasadizo y tumbó de un golpe la puerta de Pilar, pero ella ya no estaba. Una vez dentro, el dolor en su costado izquierdo se hizo aun mas intenso; sintió que sangraba de nuevo y se apoyó en la pared. El departamento de Pilar estaba vacío, solo sábanas blancas cubrían algunos de los muebles. Ya no estaban las lámparas naranjas, ni las plantas artificiales que él recordaba. Tampoco estaba ella.

Caminó hacia la habitación, ahora vacía con la esperanza de encontrarla allí, pero no había nada, solo un portaretrato gastado.
Era la fotografía de una mujer de cabello recogido junto a un hombre rubio mucho más alto que ella y de mejillas sonrosadas, en una pradera verde. Casi irreconocibles, eran ellos Enrick Fadden, su penúltima víctima, abrazando a una bella Pilar sonriente y genuinamente feliz.
Tomó el aro junto a la fotografía y se dio cuenta de todo.
“La novia peruana murmuró” sombrío, recordadno las últimas frases del gringo Fadden.

Cuando Andrea desapareció hacía 4 años llevándose todo el dinero de la operación y dejándolo endeudado con Montes de por vida, lo único en claro para Eduardo fue que su mujer acababa de huir bajo sus narices con el inglés Fadden, uno de los contactos de la operación en el exterior. Todo entonces se hizo trizas. Si de inicio pensó que Andrea había sido utilizada por el gringo, pasado el tiempo se dio cuenta que era Andrea la que no quería volver a él.
Le tomó cuatro años a Eduardo seguirles el rastro y hacerlos pagar por la deslealtad, por el dolor causado. Cuatro años tras ellos y cuando al fin lograba vengarse, también perdía a Pilar.Ahora ella lo sabía todo y se había ido para siempre, la casa vacía lo evidenciaba. ¿Cuánto tiempo había esperado oculta en su departamento? ¿Cuándo supo quien era él?
¿ por que no llamó a la policía?
- Por qué Pilar! - clamó, sin darse cuenta. Ella le dolía ahora, mas que todas las demás heridas juntas.
Salió a la terraza y aspiró el olor a iniciensos y flores húmedas de esa mañana de Octubre sin milagros y encendió un cigarrillo que no pudo terminar de fumar.
-Pilar- volvió a murmurar para si y sonrió al pensar de que forma esa mujer frágil había acabado con su pasado de un solo tiro a esa pecera llena de recuerdos infames. Ya no había mas un Eduardo Glez, su identidad también había desaparecido. El acababa de desaparecer igual que Pilar en alguna vereda de su propio laberinto de amor sin amor.

Volvió a tomarse del costado que aun le sangraba un poco, ya no había tiempo que perder, pronto los hombres de Montes intentarían vengar la reciente muerte de Andrea.

Lima se extendía ante él caótica e indolente y él estaba preparado para hacerle frente, igual que siempre, porque en el destino de los hombres solos como el, no hay espacio para amedrentarse por la falta de amor, solo queda seguir adelante.

domingo, mayo 28, 2006

A puerta Cerrada (3)

Ya tenia 19 años el día que mi padre se me acercó y me dijo: “si algún te violan, defiéndete hasta sacarles los ojos, pero si aun así lo hacen, no te dejes morir porque el mundo no esperará por ti” yo no sabia que decir, no entendía porque me decía eso. Pero él continuo: “eres mujer y por tanto vas a sufrir un poco mas que el resto, no creas en esas cojudeces que las mujeres y los hombres son iguales, a ustedes siempre les irá peor y te lo dice tu padre, que ya ha vivido medio siglo y que no es un santo. Ustedes son débiles porque quieren y si algún día te pasa algo que no puedas evitar, el mundo sigue, el mundo no se detendrá por ti; podrás llorar, gritar, decir que quieres morirte, que cobrarás venganza pero el mundo no parara por ti; tu eres la única que se tendrá que levantar, así que si te caes o te empujan, siempre tienes que estar presta a levantarte y no mirar atrás. Porque o ganas tu o gana el mundo, entiendes? Dime si comprendes” Yo asentí sin entender realmente y mi padre me abrazó y se fue al patio.

- ¿mamá porque mi papá siempre me tiene que hablar de esas cosas?- yo sentía mi rostro caliente de hablar con mi padre de eso, ya tenia suficiente con que a menudo me hablara de todas las mujeres que había amado y que sentía amar aun. Que me dijera que le gustaba la dentista joven que le ponía la cabeza junto a sus tetas y dejaba caer su cabello perfumado sobre su cara de viejo. No se porque me hablaba a mi de eso, porque yo tenía que escucharlo. Y es que tal vez al ser yo la menor de todos, era la única lo bastante sumisa como para escucharle sus reflexiones sobre el amor y el sexo, algo machistas pero demasiado reales.
- ¿de que te ha hablado ahora?
- De que me tengo que cuidar de las violaciones y esas cosas… ¡no sé porque tiene que hablar conmigo de esas cosas!
- Es que eres mujer y la última del clan, tu padre teme por ti. Mira, hijita, hoy recibió una llamada de tu tía, parece que abusaron de tu prima Mari mientras trabajaba en la sierra como obstetriz y ahora ella cayo en depresión, creo que hasta se quiso matar…por eso te lo dice, para que estés preparada. Este mundo no perdona.
-
Era cierto, este mundo no perdonaba nada. Y te cobraba las deudas de los padres, aunque fueras inocente. Yo había salido idéntica a mi padre en eso de amar y vivir amando imposibles, a pesar que odiara sus historias de amores reales y platónicos, me sentía identificada con él en ese aspecto de su vida. Yo me pasaba la vida enamorándome y escribiendo poemas, con la intensidad de aquellos que venimos a este mundo a vivir por amor y a morir en su nombre. Yo comprendía a mi padre, cada anécdota suya, la podía comprender, aunque no me gustara. Porque yo me reconocía igual de emoradiza que él, pero con temor a aventurarme mas allá de los paradigmas de mi sexo y mi edad. El problema es que si para un hombre ser enamoradizo puede sonar a una virtud atractiva, para una mujer el serlo, solo le ocasionará desgracias y apelativos deshonrosos.

Para diciembre del 2003 yo cumplía 24 años y acababa la carrera. Había cortado con mi novio, pensando que nos hacia falta ese tiempo a solas para estar mas seguros de lo que queríamos. La excusa fue un amor platónico vía Internet, pero eso apenas si duró algunas semanas, al cabo de las cuales yo no volví a insistirle para volver ni él para que yo regresara, ambos demasiado orgullosos para ceder, esperábamos a que el otro de el siguiente paso. Y eso jamás pasó, así que continuamos célibes con grandes ventajas para mí y muy pocas para él. Yo ya estaba libre y con ello la posibilidad de amar y ser amada de nuevo. Era increíble, que me hubiera pasado casi 4 años siendo la novia de alguien que apenas si compartía mis mismos gustos y por el que había tenido que sacrificar aficiones muy mías como escribir o salir a bailar, además de no mirar a hombre alguno, porque eso en mi cabecita dogmática significaba ser infiel y desleal; y ahora, me llovían las ofertas para salir, para acompañarme a casa, o solo para hablar. Yo que esos 4 años me había sentido una oruga a la que nadie quiere, me daba cuenta que solo había vivido oculta en mi capullo y ahora era el tiempo de volar. Aunque no supiera ni como hacerlo, ni para donde ir. Pero, la costumbre de la fidelidad siempre te mantiene atada al pasado y yo no me atrevía a salir con nadie, ni a aceptarle nada a nadie… hasta que conocí a Claudio -el INNombrable- y la vida me dio un vuelco.

Apenas si nos conocimos un par de meses y ya nos sentíamos enamorados y dispuestos a cualquier cosa. El sentimiento era fuerte y reciproco, él mucho mayor que yo y con 2 hijos en su haber y yo enamorada hasta el tuétano y sin ninguna responsabilidad con nadie. El amor llegó como una tormenta que arrasó con todos mis paradigmas y me reinventé ya no como niña asustada, sino como mujer decidida a todo y fue que así un día me fui de casa.

Jamás durante mis 24 años de vida, había hecho algo de lo cual debiera reprochárseme. Había sido siempre estudiosa y sin vicios, me acababa de graduar como médico y me sentía con ganas de darle una buena mordida a ese mundo jugoso que se me ponía ante los ojos. Y que yo sentía merecer. Irme de casa con el INN era algo que difícilmente mis padres aceptarían, pero ya era adulta y ganaba mi propio dinero, si quería portarme mal, ese era el mejor momento para hacerlo. Me fui de casa y me perdí mi ceremonia de colegiatura, nadie supo de mí en 5 días maravillosos. Al volver a casa mis padres estaban enojados y tristes, probablemente decepcionados, pero nadie me dijo nada. Estaba viva y ya sospechaban que algo así sucedería desde que comencé a frecuentar a ese hombre mayor que yo. Y al que mi madre odiaba por haberse interpuesto y arruinar , según ella, un futuro feliz junto al único hombre que valía la pena: Mi primer novio.

La felicidad es un plato delicioso que siempre se come a bocados pequeños y después de largos periodos de hambruna. Yo había dado el primer mordisco a la felicidad al lado del INN, pero luego vendría la separación forzosa, irme a trabajar a la que yo apodé “La tierra del olvido” y que a el lo cambiaran Washington D.C, para su próximo proyecto. Más lejos no podíamos estar. Era imposible que esa relación sobreviviera, dentro de mi racionalidad sabía que era mejor tener un buen recuerdo de algo fugaz que sufrir manteniendo una relación a distancia, así que corte con él de forma irreversible. Pero los hombres de 36 para adelante son mas tercos que los jovencitos, a ellos la vida se les acaba día a día a medida que sienten acercarse los 40, ese límite que divide los hombres maduros, de los viejos; ellos- como me dijo el INN- ya no están para juegos.
A los 30 días de haberme instalado en el pequeño valle en donde me había tocado trabajar y donde hasta el servicio de agua potable era un lujo, el INN se apareció con sus maletas y dispuesto a todo “aun no te vas a librar de mí”-me dijo y yo pensé que de verdad vivía en un cuento de hadas.

Durante esos primeros 30 días, la comunicación había sido atroz, no había un teléfono donde el me pudiera llamar, el servicio de Internet se habilitaba recién a partir de las 7 de la noche y había que pugnar con todos los adolescentes de la zona por una máquina libre. Si ponía la Web cam, 10 mocosos detrás mío saludaban al Inn, porque en esos sitios el servicio de Internet con Web cam era un acontecimiento del que todos eran partícipes. Así que no podíamos ni hacernos cariñitos que todo el pueblo se enteraba de que tipo de arrumacos nos hacíamos. Ni poder pelear porque no nos duraba el tiempo para la amistada de ley. La situación era insoportable, así un día corté con el. “No te quiero- le dije- Mejor apártate de mi camino pronto, porque vamos a sufrir mas”. Fueron días difíciles de llantos incontenibles en la soledad de mi habitación perfumada con olor a viñedos del jardín. No había otra solución, era imposible… Para cuando volvimos a hablar el tenía tomada la decisión de venir al último páramo del tercer mundo a demostrarme que cuando hay amor, las distancias no importan.

Así que llegó con su maletota llena de artefactos raros, lo único que faltaba era una antena parabólica, para tener cable en casa. Todo el mundo se enteró que la doctorita nueva había venido con marido, así que eso sirvió para que todos los tipos de la zona me respetaran y no se anduvieran con sus ofertas de encame, como a las demás mujeres- enfermeras o maestras- que llegaban como foráneas a aquel pueblo del diablo. El tipo marcó su territorio, salió de la mano conmigo, me acompañó a comprar las ollas y todo lo que hiciera falta para instalar una cocina temporal en el mini departamento y se encargó de ir todos los días al Centro de salud a recogerme del trabajo. Yo me reía diciéndole que lo único que le faltaba era orinar en las cuatro esquinas del pueblo, pero creo que ya lo había hecho.

Ese año fue lleno de semanas así, robándole al mundo un poquito de tiempo para estar juntos en cualquier parte, ya sea mi casa pequeña donde nos la pasábamos a pan y agua o en algún hotel de lujo, para que, según él “me olvidara de mi trabajo postergado al fin del mundo”. Todo era posible y el tiempo que no estábamos juntos, me la pasaba soñando despierta con la próxima vez que volviera o que yo fuera hacia él.

La vida se consumió así en 10 largos meses, al cabo de los cuales me comencé a dar cuenta que nuestra historia de amor, no era tan perfecta como en las películas. Había un secreto de por medio con ese hombre. Un secreto que yo tendría que descubrir por mi misma y entonces si, tendría que usar toda esa fuerza de la que me hablo mi padre a los 19 años, porque como me dijo él “Eres mujer y en éste mundo ustedes, siempre se llevan la peor parte”.

sábado, mayo 27, 2006

De Alguien y Algunos

* Páez...Te vi
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Parece que en el mundo real, todos deseáramos solo CREER. Creer, no en algo supremo, que para eso ya somos suficientemente racionales, inteligentes, actuales. Ya tenemos televisión e Internet y nos creemos capaces de obviar esas explicaciones del mundo construido a partir de lo incomprensible. De un ser ubicuo y perfecto, famoso por proteger el misterio de su origen, cualquiera sea el nombre con el que lo conozcamos.

Necesitamos creer en ALGUIEN, una persona que de pronto cambie los colores usuales del universo y nos haga perder nuestra visión perruna de lo cotidiano, una visión siempre a blanco y negro y a medio metro de altura o tal vez menos. Necesitamos creer en ese ALGUIEN que tenga el valor suficiente para decir las cosas que queremos decir, de hacer las cosas que queremos hacer, de impulsarnos a volar aunque no tengamos alas. Alguien simplemente en quien CREER y que con eso sea suficiente.

¿Dónde está ese alguien? Ese héroe de ficción para algunos, que dirá siempre la frase adecuada y vivirá la historia perfecta que no podemos tener. O ¿dónde vive ese ser? Que pudiera complementarnos y hacer cada día menos ordinario, cambiarle el sabor al agua o darle una esencia nueva a cada día de hoy en adelante.

¿quién es? ¿Dónde está? ¿Dónde deberia buscarlo(a)? Preguntas cotidianas, que son respondidas en cada mirada nueva, en cada nuevo contacto con alguien que sea susceptible de ser querido, admirado, alguien con el poder sublime de hacernos simplemente CREER.

Y sin embargo, no es necesario que esa persona esté. Que sea visible, que conozcamos el timbre de su voz. Solo es necesario CREER, porque mientras podamos creer que existe, todo estará bien; y es allí donde reside el éxito de toda comunicación actual, en el hecho de poder creer, que la persona que escribe al otro lado de la pantalla es tan real como quisiéramos que fuera, que tiene todas esas cualidades y defectos en las dosis perfectas como para hacernos confiar que el mundo continua su órbita pero ahora con un ritmo de fondo diferente. Con una estela de color exclusiva para nuestros ojos y en matices que solo podamos comprender nosotros. Dándonos un nuevo aspecto del día a día.

Por eso existen los cantantes de conciertos multitudinarios; los artistas de exposiciones asombrosas; las mujeres bellísimas de sensualidad increíble; por eso los oradores; por eso incluso los políticos…porque solo necesitamos creer y con eso basta para seguir vivos. Y no importa si somos el millonésimo creyente, el millonésimo fan enamorado. CREER, el solo hecho de creer ya nos es suficiente.

En cuanta gente creo yo ciegamente , sin importar que yo sea una más del montón. En cuanta gente imperfecta, que dice no merecer. En cuantos seres reales en que yo baso mi ficción diaria, de vivir creyendo. Porque a veces, solo a veces, necesitamos creer, en que existe ésa persona adecuada, que ya llegó y que puede estar muy cerca incluso dentro nuestro, aunque no tengamos el valor de aceptarlo como cierto. Porque necesitamos Creer, que todo estará bien, que ese alguien es único mientras dure y como dure.

Yo soy ALGUIEN para algunos. Así como CREO en muchos otros que son ALGUIEN para mi. Somos el millonésimo ser que cree y mientras esa ficción se siga dando, todo, absolutamente todo, estará bien.
El resto, es vida real y no hay porque reflexionar al respecto.

jueves, mayo 25, 2006

Charlas de sexo y café


Ya me acostumbré a las migrañas y a los sueños pitonisos, a lo que no me acostumbraré nunca es a la angustia de los días de ovulación y ese periodo en celo que la acompaña, todo ese pico hormonal que me trastorna tanto y que me hace querer poner llave a la puerta! Ves que ya te estás riendo otra vez? Caray! Parece que cada vez que hablara de sexo en éste país, hay alguien que abriera bien los ojos y sonriera queriendo saber mas, mientras se pone erecto en la silla. Pero ya te dije, lo mío no solo es el sexo, es todo el complejo neuro bio psicológico que antecede a la etapa en celo de mitad de ciclo; que con mi organismo venido a menos, me dura a veces 40 días, igual que las mulas! Y es que todo es parte de un círculo vicioso y para viciosos. Mis neuronas que están hechas mierda y que por cualquier estímulo externo me causan esas migrañas que la gente remilgosa llama graciosamente “jaquecas” y mis colegas llaman “cefaleas”.

Lo que más me provoca las dichosas crisis migrañosas son esos días a mitad de ciclo, o mejor dicho durante lo que yo llamo “mi periodo de estro” y con ésta palabrita ya me estoy comparando a las hembras de las que habla mi hermana la veterinaria. Pero es que lo mío ¡ya es casi animal! Si vieras en el estado de ansiedad que me pongo! Sin embargo, eso recién lo noté después de que ya no tenía pareja estable. Creo que debe ser la soledad y tener las manos desocupadas,( que a las finales y terminan bien ocupadas) porque ya sabes, con el SIDA y esas vainas, pues ya no confío en nadie, mas que en mí y mis técnicas de dígito presión…

Ves que te ríes de nuevo? No confío en los preservativos pues! Si ya dos veces que se me rompen y paso las de Caín calmando al otro y luego calmándome a mí, que para estos brincos ya no me da la vida. Un día voy a denunciar a esas fábricas de preservativos, porque el látex está cada vez peor. Habráse visto! Ya ni el sexo “per se” relaja, si estás pensando en los micro filamentos y en a qué hora se les rompe la porquería de condón barato.

Por eso que ahora estoy postergada aquí en la casa de mis padres, bien lejos de cualquier contacto humano o por lo menos masculino. Y es que ya te lo dije, la soledad te logra ilusiones ópticas y entonces tomas por amor al puro impulso de preservar la especie. Que no te sonrojes! que voy a dar la razón a mi querido Lugarteniente cuando dice que todos mis problemas de frustración vienen por vivir en un país como el nuestro, en donde los hombres copulan sin restricciones y las mujeres tienen que callar esos impulsos, para no parecer la aceituna en el pastel de fresas. Y es que por estos lares si una mujer dice que se acostó solo por impulso orgánico, la llaman fácil y ahí se le acaba el respeto.

No pues, pero si a eso no va la cosa. Que en esas vainas entre los sexos y las percepciones de lo socialmente aceptable, no me quiero meter. Lo que te cuento es sobre esas temporadas mías con picos hormonales, con migrañas de madrugada, con insomnio y ansiedad por nada y las noches llenas de sueños pitonisos. Yo los llamo así, porque hasta vergüenza me da el confesar que muchos de mis sueños sintonizan con hechos futuros estilo Pitonisa. ¿Ves que a mi me ruboriza más, el hablar de que tengo sueños que predicen el futuro que de mis noches “de encame”? Y es que creo que la carrera te hace un poco cruda al hablar de ciertos temas, que para los demás aún deben seguir con el velito del misterio encima, no vaya a ser que piensen que estás hablando en doble sentido y te estés insinuando sin darte cuenta. Y sin embargo si alguien como yo, criada entre los parámetros de la ciencia y en que todo hecho debe ser comprobado para ser aceptado, habla que un día a los 8 años se soñó viendo un secuestro alienígena a dos tíos desconocidos, que luego fue denunciado hasta por la radio, mínimo me amarran y me meten al manicomio más barato y de por vida!

Volviendo a lo del sexo, hace algunos días quería averiguar sobre bibliografía y diferencias entre el orgasmo vaginal y el clitorídeo, para hacer un artículo que no suene a cachondeo, sino a algo más científico, para desasnar gente retro, pero ¿Crees que pude? Apenas comenzaba a hablar de eso, mi interlocutor se movía en la silla, abría las piernas, carraspeaba y se llevaba la mano a la nariz, estilo García cuando va a decir alguna de sus mentiras doradas. A las finales abandoné la idea de explicar que el orgasmo clitorídeo es mucho más intenso que el vaginal producto de la penetración y que el primero, te puede llevar al calambre muscular y a la pérdida momentánea de conciencia, si lo haces o te lo hacen bien. Lo que me recuerda a un artículo de Marco Aurelio Denegri hablando sobre el sexo con bufeos (delfines de río) que tenían los hombres en la temporada del caucho y que los llevaban a tremendos desvanecimientos y pérdida de conciencia, porque ese orgasmo supera de lejos al experimentado con una mujer.

En fin, que se me quitaron las ganas del famoso articulito, no vaya a ser que me tachen también de bloggera erótica, que con sobrenombres como Laura Tornillo o Dueña del Código Martillinchi, ya tengo suficiente por ahora. Te repito, cada vez que hablo de sexo alguien se tapa los ojos con los dedos bien abiertos y me dice que ya no siga “atrayendo onanistas”(…ejem…por llamar de alguna forma a los que arriman el heno) a mi página. Es cierto, ya no debería hacerlo, pero aquí entre nos y acércate un poquito más para que te lo cuente todo y no hagas falsas conclusiones, ésta página no pretende ser de poesía ni de literatura, ni un blog para depresiva en celo, como puede pensarse. Esta página es solo el diario de una mujer cualquiera, intentado no parecer del todo “una cualquiera”, así que si me piden que me modere no lo haré.
Y si ya sé, luego no me debo quejar, si alguno de los tíos esos me pide cámara por el MSN o venga con el viejo truco de que “le muestre mi collar” (que está ausente) para que “pueda ver lo alto de mis pechos”…No, ya he dejado de enojarme por eso, porque ahora tampoco contesto esos correos. Que mujer pública no soy, aunque se malentienda la frasecita.

Como te digo ya me acostumbré a las migrañas que antes me hacían pensar que podía morir en cualquier momento y que son la causa de que adoptara esa visión de la vida, de querer vivirla al tranco y todo de golpe y sin melindres: Amor, dolor y el resto.
Incluso me he acostumbrado a mis días de melancolía que rayan en la depresión, porque de vez en cuando escribo un cuento que está bueno o un poemilla con alguna frase que valga la pena, bajo ese clima de nostalgia.
De los sueños pitonisos, pues que te digo! Eso merece una charla aparte contando anécdotas, como que una vez tuvimos que cancelar nuestro fin de semana en Paine porque mi cuñado creyó ciegamente en ciertas pesadillas que yo tuve mi primera noche allí y tomó el auto para volvernos rapidito a Santiago. Entonces me curé la afición de contar mis sueños, porque te juro que esa casa con piscina rodeada de árboles de manzano y con campanario incluido, era mejor que cualquier sueño mío. Y es lo que mas recuerdo de aquel Chile lindo de las vacaciones con mi hermana.

Yo y las sempiternas migrañas, ahora también el estro y los sueños pitonisos, no te culpo si no quieres otra charla de café conmigo, a veces, hasta yo me tengo miedo.


miércoles, mayo 24, 2006

Mar Encrespado


Se ha nublado el cielo y el mar se ha encrespado, una mujer a la deriva contempla la venida de una balsa que pueda llevarla lejos. La playa está vacía, la arena ya fría, la mujer espera como si fuera a volverse real su inútil fantasia. A la orilla de la playa la mujer y su vestido delgado constriñen su pupila intentando captar la inmensidad de esa lejania y volverla suya, apresarla entre sus manos, hacerse esclava y señora del mismo ser que se avecina.

La mujer espera y la lluvia, va cubriendo su cuerpo delgado, pega el vestido claro a su figura oscura y hace que debajo de el refloten dos pezones un vientre y un monte púbico. A lo lejos la gente se aleja de la playa, viene un huracan gritan, " nadie sobrevivira"...ella no escucha, en el centro de la tierra segura, no hay nadie para que pueda hacerla suya, a nadie desea ella más que a la imagen del que viene en su balsa pequeña, aquel que la ha llamado en sueños, el que le ha dicho que seria suya.

La lluvia sigue cayendo y la costa va quedando vacia, las palmeras se azotan junto al mar, las olas se levantan majestuosas, Neptuno está colérico, el cielo ahora está oscurecido. En el caos del inicio y el fin ella sigue esperando con las palmas abiertas, esperando a que él le tatue en la piel su destino.

En la tierra segura ya no queda nadie a quien ella desee. La mujer anhela el mar y volver a su cardumen de sirenas coloridas; la mujer busca la libertad aunque ésta la lastime. La mujer se desnuda, ya no hay mucha piel que mostrar...la costa está vacia, ya no se oyen los gritos de nadie. A lo lejos un hombre se acerca con su pequeña balsa en la cresta de una ola y ella lo ve venir, mientras una el mar inmenso la engulle y la vuelve nada.

(Febrero 2006)


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martes, mayo 23, 2006

Mi edad en maletas


La edad de una mujer se mide en diversos aspectos, en cómo se viste, en como habla, en los amigos y lugares que frecuenta y en mi caso, en el tamaño de mi equipaje.
De pequeña, entre 5 y 8 años cada vez que salíamos de paseo llevaba mi loncherita naranja del Chavo del Ocho repleta de cosas para comer. Panes con manjar, refrescos y fruta eran mis aliados contra el aburrimiento de esos viajes de mis padres por cerros y pampas en busca de lo extinguido en el tiempo. Yo solo iba en el auto mirando el paisaje costero y cómo de pronto los postes de luz iban desapareciendo, dando paso a dunas amarillas y cielos color vainilla. Lo que recuerdo de esas épocas es que siempre se acababa la gasolina o mis viejos se perdían. Que a fuerza de pasar hambre hasta que llegáramos al destino de viaje, tenía que ingeniármelas con el pan y la chicha morada, que debía ocultar de mis hermanos mayores.
A los 11 años, ya tenía mi propia mochila en la que metía ropa para cambiarme, unas chanclas y una toalla, porque aprendí que a lugar a donde fuéramos, inevitablemente hacía tanto calor que nos terminábamos bañando y ya tenía ese pudor tonto de no querer bañarme solo con truzita o bvd en el río en donde parara el auto. Mis hermanos estaban en la universidad y mis padres hacían los viajes solo conmigo, fue por entonces que caí en la cuenta que casi era hija única en esa casa abandonada.
Para los 15 años viajaba poco, mi círculo social se había reducido a un par de inadaptadas igual que yo, asi que no compartíamos viajes grupales como las otras chicas del colegio para ir a ver a los cantantes de moda en concierto. Yo, si tenía que hacerlo, viajaba sola o de vez en cuando con mis padres. Mi mochila empezó a cargar cambios de sostén, jeanes apretados,un labial color rosa pálido y el libro que estuviera leyendo esa semana. Viajaba con la cabeza dentro del libro, sin ver el paisaje, con algo de temor a que me hablaran durante el tiempo que demoraba el bus en llegar a otra ciudad. De ésa época no recuerdo nada mas que las Minas del Rey Salomón o entrar a Macondo de la mano de GGM.
Cuando estuve en la universidad, mis viajes se redujeron solo a las vacaciones. Recuerdo la emoción de mi primer viaje en avión sola, llegar a otro país y que pensaran que era una señorita independiente, hablar con el pasajero de al lado y decirle que estudiaba medicina, como si fuera la gran cosa. Cargar un bolso de viaje con cosméticos y mis primeras pastillas antimigraña. Mi super mochila viajera en la bodega del avión con todo tipo de ropa que pensara estaba de moda, con zapatos para baile y otros para camino. Ya no cargaba libros famosos, ahora llevaba alguna revista que me ayudara a soportar los viajes largos.
Cuando terminé la universidad fue mi primer viaje como profesional y por tanto me importaba un pito lo que los demás dijeran. Ya viajábamos en grupo mis compañeros y yo, ya dormíamos en algún hotel barato y decente, ya bebíamos cerveza en el cuarto y ya a alguna chica hot se le ocurría poner el canal porno, a ver si le ligaba algo con alguno delos chicos. Yo iba de novia y bien acompanhada, así que a mi no me tocaba nadie; pero mi equipaje había variado, pijamas mas ligeros, ropa interior pequeña, mas maquillaje, algun gel para el cabello, sandalias de tacón, por si las dudas, un preservativo.
Graduada y convertida en médico, fue mi primer viaje de escape. Cuatro noches en un 5 estrellas, ni vi que había en la ciudad, entre la tina, el desayuno y la cama se me pasó la vida. Pero fue la primera vez que alguien me hizo notar lo terrible que se veía mi mochila en un lugar como esos. Yo había metido toda mi ropa de verano, apiñada y como pude. Apenas si puse un pijama que no llegué a usar. Y claro, el maquillaje y el gel para el cabello. La colonia y las pastillas antimigraña, un par de antiácidos, algún relajante muscular para esas maniobras fuera de contexto y dinero doblado en cuatro dentro del pantalón, por si acaso me pasaba algo no planeado.
Ya trabajando, los viajes interprovinciales con todos mis pacientes al lado hicieron que mi mochila cambiara a un sobrio maletín negro que me desarticulaba el hombro cada vez que lo cargaba. Allí solo llevaba mi ropa sucia de la semana y un par de vinos, frutas y dulces que las señoras del valle me hubieran obsequiado durante la semana. Aún mi sobrino, sigue pensando que yo trabajaba solo para que me pagaran con lúcumas. Las migrañas se hicieron más frecuentes y a veces tenía que llevar un inyectable por si acaso mis padres descubrieran que cada vez estaba peor con mi cabeza y se diluyera la felicidad por su hija "la doctorita".
Los viajes de reencuentro con mi nuevo novio durante ese año, eran un abrazo desesperado. Mi maletín negro comenzó a cargar negligeés y medias nylon. Más zapatos, menos ropa. Mas cosméticos, menos libros. Más pastillas y menos dulces. El bolso de mano comenzó a cargar hilo dental, pastillas de menta, pañuelos para el llanto de la despedida, joyitas y bisutería. Gorro de baño para no estroperame mas el cabello, burbujas para la tina. Un día me di cuenta que hasta lubricante vaginal había empezado a cargar. Algo estaba cambiando.
Los últimos viajes los hago con una maleta azul de rueditas, ahí va mi agenda llena de números telefónicos de personas que me ofrecen el oro y el moro. Ropa para el día y para la noche, un abrigo por sí tengo que salir con vestido y de madrugada. Pijama de dos piezas y pantuflas. Toalla para salir de la ducha.Tapones para los oídos y antifaz para la luz, por si tengo que quedarme tirada en algun terminal. Un botiquín de pastillas antimigraña, antigastritis y algun antidepresivo. Ampollas analgésicas para dolor intenso. Maquillaje, bloqueador solar, un par de lentes de repuesto. Chucherías varias según el tono de la ropa. Cosas inútiles que regresan a veces intactas.
Mi vida ha cambiado, ansío volver a mi mochila negra y a cargar solo una muda de repuesto, un bikiny y un poco de humectante. A dejar de cargar mauillaje como si tuviera que impresionar a alguien, a dejar de llevar zapatos para el dia y la noche, dejar de pensar en un pijama y volver a dormir sin ropa. Dejar las pepas y el botiquín de mano. Solo quiero tener un vestido y un libro para el viaje. Y que a donde llegue siempre sea un sitio de gente extraña, donde yo parezca una mujer nueva y pasee mi felicidad de turista por una calle que ya no será mi calle, sino un camino a algo diferente que siempre será mejor.

lunes, mayo 22, 2006

La noche era de otoño




La noche era de otoño, veredas de mantequilla, noches de estrellas confitadas, la vida transcurría blanda y con olor a felicidad. Ella se sentía a salvo, caminaba sorteando flores secas, fotografías a blanco y negro y de color, saltando sus propias nostalgias, su tendencia a la insatisfacción y a la tristeza guardada.
Ella quería estar a salvo y daba pequeños saltos alrededor de él, dejaba que el cabello le acariciara los hombros, para luego poder mostrárselos, así media desnuda, así también, media cubierta. Se ocultaba a su espalda y le tapaba los ojos, respiraba en su cuello, abrazaba su abdomen y le decía no me dejes, aún no me dejes. Porque ella sentía miedo a que un día el la abandonara, por eso caminaba entre mariposas y se pintaba en las escápulas los colores de de las flores y los símbolos de los sueños.
Usaba tinta china y en retazos de poemas colocaba, aquello que solo él pudiera leer, frase sueltas, poesía, poesía de frases truncas; luego un origami de hojuelas de piel desnuda y de huellas invisibles de su mano acariciándola se elevaba como nube de color en la noche blanca y le formaba alas para seguir volando, para seguir también, creyendo.
Un día el la dejó esperando fuera de su taller. Ella agitó sus alitas contra el cristal de la ventana y rondó la casa a oscuras, esperando con su sonrisa enorme que el saliera a su encuentro y la quisiera de nuevo. Danzó bajo la luz blanca fluorescente y vio algo que ya intuía pero que por primera vez le dolió en el alma, pues sabía era la visión de su propio futuro. Vio al coleccionista de mariposas acariciando las alas de miles de otras “ellas” desojadas como pétalos sobre la mesa de trabajo. Vio mariposas amarillas, rojas, moteadas y de todos los colores, azules de ribetes negros, mariposas de la fortuna y de la desgracia. Cada frágil mariposa atravesada por un alfiler de cabeza roja. Cada una de ellas sobre un viejo pergamino.
Entonces su rostro entristeció sin proponérselo, y un dolor grande e indefinible se apoderó de su garganta; no le dolía por las que estuvieron antes que ella, sino por todas las que vendrían. Se supo ordinaria y común, de esas mujeres mariposa a la que se las deja espreando de la ventana para afuera. Y se las deja entrar un día, pero solo para ponerles un alfiler en el cuerpo y volverlas un recuerdo sobre la página amarilla. La duda la recorrió entera, gruesas lágrimas mojaron su tez, sintió que se iba muriendo.
Cuando el estuvo de vuelta , ella ya no era la misma, algo en su voz había cambiado, ella ya no era feliz, sus alas cambiaron de color y se hicieron pálidas y fúnebres, pero él no podía saberlo, él sonreía por su nueva mariposa, por saber que la tenía. Cuando apenas hace un rato ella ya había muerto. Ella no pudo entender como él no veía que se estaba despidiendo, que debía volar de nuevo, para que no la dejen antes, que ya no había ninguna sonrisa en su cara, que él hablaba ahora solo con un fantasma. El fantasma al que él creía querer.
Ella se despojó de su traje de mariposa, de su epidermis tatuada, de lo que había esperado para darle. Salió corriendo de allí, con los pies y el alma desnuda, esperando que él fuera detrás suyo, que la detuviera a tiempo. Pero él no sabía que ya estaba lejos, la joven en el umbral de su puerta no era ya ella, el acariciaba ahora los pétalos de un recuerdo. Entonces ella, la mujer real, se alejó sollozando, sin poder llorar para desahogarse, solo sollozando con ese dolor en la garganta como de grito de becerro herido, sintiendo el latido en la garganta. Recordó que es por la aorta, por donde los indios dicen que el animal grita cuando muere y ella supo que era cierto.

Que ese grito venía de su propia aorta, de lo profundo de su corazón herido, un grito mezclado en latidos fuertes como de doblar de campanas a mitad de la noche silente.

La calle quedó vacía y sin ruidos, el acariciando en su puerta, el fantasma de la mujer mariposa iluminada por la luz blanca de sus dedos tiernos. Y ella, la mujer real, doblando la esquina, en su carrera por salvarse de ser sólo un recuerdo marchito, en el gran libro abierto del Coleccionista de Mariposas.

Vainas Virtuales


La ventaja de la comunicación virtual es que facilita un clima de tolerancia cero. Suena chocante, pero déjenme continuar. Cuando hablo de tolerancia cero, es que en la comunicación virtual, puedes librarte de la diplomacia al momento de despedirte, así que puedes irte o simplemente “cortar”. Eso, claro está, depende de cada uno, pero es mucho más fácil el desaparecer del panorama virtual de la persona con la que no llegaste a un punto de acuerdo y nunca viste, que desaparecer de la vida de una persona con la que tuviste un altercado o un affaire “real”.
El Chat ofrece ventajas ilimitadas a aquellos que nos consideramos tímidos o reticentes a hablar abiertamente de lo que nos pasa. Yo soy así, o mas bien era. No me gustaba llegar a una reunión social o a un grupo de amigos y tener que saludar y hablar yo primero o comentar algo. Cada cosa que se me ocurriera decir, podía ser tomada a mal, a la gente le gusta la charla ligera y para alguien que está callada mucho tiempo como yo, de pronto le puede jugar malas pasadas el hecho de que la dejen hablar libremente en público.
Podría decir esas estupideces que decía en secundaria sobre los pasajes que había leído en las novelas de ficción y volver a sentir esas miradas extrañadas y esos codeos ocultos de quien descubre a alguien extraño, diferente o mas bien raro. De pronto y podría comentar que de niña, yo perseguía el rastro de las hormigas y que siempre me sentí odiada por los niños, porque mientras ellos jugaban en la calle yo veía detrás de la reja de mi casa y no me atrevía a salir nunca de mi paraíso casero de niña mimada.
La comunicación virtual permite abrir esas partes de nosotros que permanecen negadas, permite mostrar todos nuestros rostros, los que ocultamos a diario y aquellos que quisiéramos tener. De cierta manera nos mentimos un poquito, destacando solo las partes que queremos que sean conocidas, igual que en el mundo real, pero a gran escala; porque a medida que la otra persona se va formando una imagen de nosotros, inconscientemente tratamos de limar cada detalle del relato de nuestras vidas, que nos haga encajar en ese molde que la otra persona va creando de nosotros. Así vamos mutando sin darnos cuenta hacia alguien irreal que luego no reconocemos como de nuestra autoría. Culpamos al otro por habernos “inventado”, cuando a cada minuto dábamos mas ingredientes para que nos reinventen a su antojo.
A mi el Chat me ayudó en mi interacción con las personas; si en medicina había tenido que hablar con decenas de personas, para entrevistarlos por sus dolencias y antecedentes personales patológicos, esa comunicación era aquella de la que puedes prescindir. Yo los oía y trataba de saberlo todo, pero ellos no a mi, así que no era una comunicación bi direccional. Yo solo había callado mi yo y había estado como instrumento pasivo durante el relato de sus vidas y males.
Con la comunicación virtual, me topé con todo tipo de personas, que me llenaron de experiencias gratas e ingratas, pero la mayor ventaja que obtuve, fue perder el miedo al rechazo.
Con el Chat te das cuenta que la posibilidad de que dejes o seas dejado es factible desde que inicias la charla, algo que no es tan palpable o se da como un hecho inesperado e incluso frustrante en una comunicación real.
Uno sabe que la tolerancia es cero, que no habrá fingimientos al decir: no me agradas, me estoy aburriendo, tengo otra gente en línea. O un corto Chau, sin explicaciones. Por supuesto, eso me ha generado otras tantas desventajas en la comunicación real, puesto que abandono a las personas con la facilidad que me da el sentirme hastiada o molesta por algún comentario fuera de lugar. Pero, volvamos a lo de las ventajas. La gente necesita hablar, ser escuchada, desahogarse. Inútilmente la gente se queja de que no hay nadie con quien hablar, ya que solo buscan en el lugar equivocado. Una persona no puede desahogarse a gusto con alguien que sea juez y parte, alguien de su entorno personal. Por eso pagan terapeutas y gente que sea objetiva.
Yo hablo con desconocidos, me agrada hacerlo. La cara de un desconocido es como un nick que lo hace perfecto para hablar abiertamente de cualquier tema, incluso de política ( un tema que yo detesto ). Yo he hablado en buses y plazas, en pasajes y calles solitarias, he hablado tanto que ya he perdido el miedo. He hablado yo primero y no he temido ser dejada, ni me ha dolido que ese contacto fuera sólo momentáneo. Porque eso me enseñó la comunicación virtual, que la vida son momentos que deben ser aprovechados, sin temor al fracaso, que mientras dure seré genial y que a veces simplemente hay que dar el primer paso.

Me corté el cabello

sábado, mayo 20, 2006

Lucha de Gig@ntes


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¿Sabes que haré la próxima vez que me enamore? Iré lento y sin prisas. Amare con paciencia y con calma. No te rías, que yo !hasta en el amor soy ansiosa! A veces la pasión se apodera de mi y hace de mi cariño un abrazo desesperado, un beso que ahoga, un amor que asusta. La soledad es mala consejera, nos da esa cara de insatisfacción, esos ojos tristes, esa facilidad de ilusionarnos por cualquier cosa. Nos hace vulnerables. Por eso que estoy aquí en mi proceso de cura, porque ya no quiero acercarme a nadie.
En el mar de la soledad, los que andamos a la deriva nos aferramos a cualquiera que se acerque a ayudarnos y lo terminamos ahogando.
En ese afán de salir a flote prontamente de la soledad que nos abruma, de ese clima melancólico en que nos dejó la mas reciente de nuestras heridas, damos manotazos de ahogado, nos desesperamos, terminamos alejando de nosotros a las personas que amamos. Por esa prisa que hace daño al momento de amor, ese apasionamiento que consume rápidamente cualquier posibilidad futuro. Por eso, la próxima vez, yo amaré con paciencia o eso he de intentar.

Y ocultaré que escribo,
que alguna vez confesé mi vida en una bitácora de uso público, que pasé por un momento depresivo tal, que a veces me sorprendí a mi misma con lagrimas corriendo por mis mejillas a plena calle. Ocultaré que la soledad me jugó trampas de ilusión óptica y creí ver amores en donde solo había hombres buscando sexo casual, que mientras duró ésta ilusión fui feliz, aunque luego me derrumbara semanas enteras y que eso me ha hecho la persona que ahora soy, mas cuidadosa con mis afectos, mas paciente con el amor.

No acapararé la conversación hablando de mis ex novios, o de mis anécdotas de colegio. Tampoco diré que escucho esa música no comercial, algo dark que solo sirve de fondo a las películas que prefiero. Dejaré que eso se devele poco a poco y haré de mi un misterio.
Porque la honestidad en la boca de una mujer es una bofetada que hace correr a cualquier hombre,
que te vuelve amiga y no novia, que quita la ilusión de los que desean ir por el camino ciegos. Porque una mujer debe ir maquillada a la primera cita, sin explicar en que reside la magia de verse bien, sin contarle al hombre como se rizó las pestañas o delineó los labios, como puso tonos mates a su cutis y puso sombras oscuras en las cejas. Eso quita el hechizo. Ya lo descubrirá él por si mismo y un día se apoyará en el espejo para ver ese proceso de convertirse de bruja al natural a bruja bella y me tomará del talle y me susurrará “you look wonderful tonight” como alguna vez me lo dijeron. Y yo sonreiré feliz, porque sabré que es cierto. Porque entonces la magia del amor, consistirá ya no en parecer bonita, sino en mostrarle el proceso que me lleva a ello y el hombre que me amé aceptará también ese hecho y querrá ser parte de mi crecimiento.

Así, que solo diré lo preciso. Lo que se debe oír en una primera cita: Que soy médico, que me fascinan las tortas de chocolate, que canto en la ducha y que soy una buena chica porque intento no hacerle daño a nadie. Diré, si me lo preguntan, que dejé la virginidad a los 21 y que luego lloré dos días, porque una parte de mí creía que llegaría inmaculada a la noche del matrimonio. No, mejor no diré eso.
Obviaré la parte de los llantos, porque a ningún hombre le agrada una mujer llorona, eso se aprenda a tolerar sobre la marcha.
Diré solo que me gusta escribir, pero que ya lo he dejado. Para que nadie sepa ésta parte de mí que es fácil de ver a través de una pantalla, pero difícil de aceptar para sí. Ocultaré mi carne trémula, mis textos torcidos, mi ojo a punto de llorar y sonreiré como siempre: Hola mi nombre es Laura y ya no busco enamorarme, ya aprendí a caminar sin prisa.

viernes, mayo 19, 2006

Cuento Sucio ( parte 19- Penúltimo)

Si para Pilar, antes la soledad era un lugar tranquilo donde reposar la cordura y entregarse a esos pequeños vicios como fumar, cocinar algún plato raro o darse largos baños de tina, terminado el capítulo con Eduardo Glez, nada de eso era suficiente. Claro, al inicio había intentado odiarlo y planear alguna venganza, pero ese hombre le dolía en las entrañas, le dolía tanto, que su rechazo la dejaba ahora insomne preguntándose el por qué alguien como él es incapaz de amarla.
Todo era soportable, incluso que la ignorara y que ya no lo viera tan seguido como antes. Que toda esperanza de algún encuentro posterior se hubiera esfumado después que se acostara con él. Era un error que no podía perdonarse y no le podía endilgar ésa culpa al alcohol, al vino tinto, a la depresión, a las hormonas, ni siquiera a él , ¡Carajo! Ella había querido ser suya desde la primera vez que llegó al edificio…pero jamás se imaginó que sería así.
Pilar, pensaba tontamente, que tal vez si ella hubiera aportado algo de ternura, algo de lo que quería darle, durante la noche de amor, él no se hubiera levantado de la cama e ido para siempre.
Una mañana Pilar despertó y se dio cuenta que el auto de Eduardo ya no estaba desde hace 5 días, que luego fueron 10 y luego se convirtieron en todo el mes…que Eduardo se había ido para siempre y ella ya no hallaba hilo en la madeja para tejerse algún vestido que la protegiera de ése vacío que le quedaba dentro del pecho. Los días habían vuelto a ser tan tristes como antes de que él llegara al edificio, no había ningún motivo para mantenerse despierta, ni el ejercicio, ni la televisión, ni la cocina…ya ni la música le hacía bien, porque cada canción en portugués le recordaba ésa noche de empezar a poseerse en medio de luces naranjas y vino derramado.
Sueño en las mañanas, insomnio por la noche. La vida se le había vuelto una buena mierda. Y pasar por la puerta cerrada de Eduardo era un dolor que no calmaba con nada. A veces se imaginaba que él seguía oculto allí levitando entre lámparas orientales como se lo había imaginado desde la primera vez. Se imaginaba entrando y rompiendo ese hechizo mudo que envolvía el silencio de Eduardo y apoderarse de él para siempre…o viceversa…
Fue una de esa madrugadas con los ojos duros y el alma revuelta, en que Pilar decidió buscar a Eduardo…así tuviera que forzar la puerta del mismo infierno.
Se colocó el jean, la polera de ejercicio, se ató el pelo en una cola y salió a la terraza. Vio el muro de separación y se dio cuenta que no era tan fácil de sortear ¿Cómo lo había logrado Eduardo con un solo salto? Colocó la mesa junto al muro y trepó al otro lado, segura de encontrar en el departamento vacío, una señal que le dijera a dónde se había ido Eduardo o el porqué de su desaparición repentina.
Corrió la puerta de vidrio y entró a la casa donde lo único vivo parecían ser unos peces naranjas dentro del acuario. Lo demás eran paredes blancas, muebles negros, una cocina pulcra, en donde parecía no haber entrado nadie hace mucho. Pilar recorrió la pieza vacía, pensando en quien era realmente su vecino el Sr. Glez o cual podía ser su oficio en éste mundo. Subió las escaleras y halló la cama enorme de sábanas azules revuelta, se sentó en ella, era demasiado dura, casi como dormir en el piso – pensó Pilar.

Abrió el closet de madera y vio los trajes de Eduardo, un par de zapatos, dos suéteres y algo de ropa interior. Acarició las camisas con los dedos, tratando de percibir su perfume, pero solo el olor a nicotina inundaba todo. Entró al baño y vio la tina color salmón, se imaginó a si misma abrazada allí entre los brazos de Eduardo. Entonces se sentó dentro de la bañera seca y se tomó de la cabeza. Por primera vez la ausencia de Eduardo le pegó entero en las narices. El se había ido para siempre, no cabía duda.
Fue entonces que sintió la puerta del departamento abrirse. Alguien acababa de entrar. Pilar se levantó como un resorte, si alguien la encontraba allí estaba perdida. No tenía donde esconderse, miró para todos lados y no había escapatoria, alguien subía por las escaleras hacia la habitación, ella se desesperó al sentir la presencia de Eduardo cada vez mas cerca y decidió ocultarse en el gabinete de madera debajo del lavabo.

Fue entonces que sintió una voz que no era la de Eduardo, mas bien dos voces que resonaban en el silencio de la madrugada.
Guillermo acaba de entrar a la pieza junto a un hombre de aspecto sombrío y algo mas alto y fornido.

- Revisa todo- fue la orden que dio al hombre - En algún lugar debe estar.
- ¿Qué debo buscar exactamente?
- Videos, cartas, dinero…cualquier cosa que lo relacione con nosotros. Tenemos que borrar los rastros.
- De acuerdo…pero el Sr. Eduardo se va a molestar…
- No le digas Señor a ese huevón, que ya está acabado. Vamos, hazlo rápido no tenemos tiempo para perder.
El hombre comenzó a revisar el armario, a levantar el colchón y a buscar debajo de la cama. Pilar miraba asombrada esa escena que parecía de dos asaltantes.
- Aquí, halle algo! Estos deben ser los videos- dijo sacando cajas numeradas de debajo de la cama.
- Si, esos son, empaquétalos todos. ¿hallaste dinero?
- Una cartera con documentos, pero están a nombre de un tal Julio..hmmm, no se lee el apellido.
- Si, es él. Dámela. En algún lugar debió esconder la plata, yo lo vi salir y no llevaba nada.
- ¿Tu crees que vuelva por algo?
- No, ése que va a volver! Se metió a la boca del lobo por buscar a Andrea, ahora no lo salva ni el Sr. De los Milagros.
- Pensé que ustedes dos eran amigos…
- Éramos, pero él se olvido de eso por ir detrás de esa golfa
- ¿Hablas de ahora o a lo del dinero que le robaron a Montes?
- Hablo de hace 4 años cuando ella les comenzó a meter las vainas políticas a todos, incluso al huevón de Oliver que terminó matándose…Todos detrás de ella, hasta el sidoso del Renzo que en paz descanse
- ¿Tu también, no?
- No, que bah, si yo le presente a la huevona. Los dos únicos dos que se la tomaron en serio fueron Glez y Oliver y mira a dónde los condujo… los dos cojudos se mataron
- Pero aun no sabemos si Eduardo está muerto…a lo mejor y Montes no lo encontró…
- Si él iba para allá! Directo donde la huevona en la casa de Montes! Yo mismo lo mandé- Guillermo, se contuvo al ver los ojos de sorpresa del otro hombre, carraspeó y continuó - Bueno, peor para él, igual los gringos coqueros están detrás de él después de lo de Fadden. Fue un error volver a la selva, allí le darán caza como a animal salvaje. Al menos aquí en la ciudad nos tenia a nosotros para protegerlo- añadió tratando de cambiar en algo la imagen de amigo traidor que ahora tenía el hombre fornido de él- a las finales Eduardo ya estab loco, imagínate que quería cambiar el objetivo por la Fiscal que vive acá al lado, no se que le pasaba por la cabeza a ese huevón!

Pilar oculta en el gabinete del baño oía todo con los latidos acelerados y si se sobresaltó al oír el nombre de Fadden, casi se orina al escuchar el suyo en la boca de esos dos matones. Desde la habitación contigua la voz de los dos hombres resonaba con un eco peculiar en la madrugada, un eco que la hacía volver pequeña y querer ser del tamaño de una hormiga.
- Nunca entendí porque mataron a Fadden y nos metieron a todos en esto, sabiendo como son de vengativos esos gringos- agregó el hombre fornido mientras empaquetaba los videos.
- Un momentito, “mataron” es mucha gente. Eduardo fue quien asesinó al perro de Fadden !puta madre! Si supieras, todo lo que me costó convencer a los gringos todos esos meses, hasta viajé a Londres para negociar la deuda, iba a conseguir un buen trueque por Fadden, pero el muy huevón de Eduardo le vuela los sesos a la primera que habla con el gringo!
- Bueno, al menos conseguimos la plata, no? Ya Montes no estará sobre nosotros por lo de la plata.
- Claro, ya nos va a dejar en paz, pero no por la plata. Montes sabrá como cobrársela a ese par de tórtolos. Andrea ya volvió a su lupanar y a Eduardo lo van a crucificar en mitad de la selva, apenas se acerque a ella- el tono de Guillermo era casi de satisfacción-
Lástima, después de todo voy a extrañar a ese huevas, pero ni modo, era él o nosotros.
- Amén- replicó el hombre fornido. Nos llevamos los cuadros de Oliver? A lo mejor y nos dan plata por ellos
- Sí, y pon tambien la ropa que está en el armario, a Glez ya no le servirá más- dijo mientras movía los cuadros apoyados en la pared uno a uno. Al llegar al último se detuvo con una mueca de disgusto- Este lo dejas, junto al resto de basura que acumuló Eduardo, aquí no hay plata.

El hombre lo miró con extrañeza, empaquetó los cuadros, los videos y la ropa y bajó todo lo hallado con dificultad. Cuando cerraron, la puerta detrás suyo, Pilar salió de su escondite con las piernas temblando, se apoyó en la pared del baño y sintió que una náusea intensa se apoderaba de su cuerpo después de haberlo oído todo.

Luego salió del baño y vio el cuadro que habían dejado tirado en el piso. Era una mujer de ojos y sombrero azules como el mar, sonriendo en medio de su desnudez. Pilar tocó la pintura y sintió que ya la conocía desde hace mucho tiempo, aunque no sabía bien de donde.

En medio de la selva una mujer de ojos azules y piel transparente se baña bajo el agua tibia de una lujosa regadera, siente el agua discurrir entre sus muslos y pechos desnudos, se siente poseída y plena. Solo los ruidos de la selva llegan por la pequeña ventana abierta. La casa está vacía, solo los guardespaldas montan guardia afuera.Detrás del cristal una sombra acecha silenciosa, observando su silueta de cabellos largos tras los vidrios pavonados. Los ruidos de la noche amazónica ocultarán cualquier sonido. El agua tibia sigue corriendo, a la espera que el destino cobre revancha.






24 horas de mundo real

La pregunta para el ensayo en francés se refería a ¿Qué acontecimiento había cambiado mi vida. En la practica oral había ensayado la típica ...