jueves, noviembre 09, 2006

El Encuentro

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Capítulo 2

Sebastián no tenía ninguna animadversión en particular contra Carmen. No era personal. En realidad Carmen era una buena mujer, le había entregado sus mejores años, había sabido ser paciente con sus manías, con uno que otro affaire suyo en los primeros años de convivencia.
Ignoraba por qué el amor con Carmen ya no podía seguir siendo el mismo, se culpaba por eso. Lo cual sucedía más a menudo en los últimos meses. Pero en general más que a sí mismo, tendía a culpar a Carmen, por ser siempre tan puntillosa, siempre aparentando no tener defectos. Ojalá él hubiera tenido mas tiempo para conocer otras mujeres, para vivir con otras mujeres antes de ella; pero la vida no le había dejado mas opción que Carmen.
Y vivir sabiéndolo, lo hería. Lo hería el saber que no hubo tiempo para elegir, que su libre albedrío se lo gozó alguien más.

Esa situación empezaba a dolerle y digo, a dolerle literalmente, porque había empezado a experimentar algunos achaques de la vejez, a sufrir pequeños dolores en el cuello, en la espalda, en resumen, a cansarse fácilmente. "Tal vez era la edad", le repetía Carmen, entonces Sebastián le respondía con algún gruñido sordo, “Que solo era el cansancio”.
Pero el cansancio le pesaba ahora mas que antes, le costaba recuperarse de alguna faena y peor si se trataba de un resfriado; en esas ocasiones le podía doler hasta la raíz del pelo y se hacía insensatamente dependiente de la buena de Carmen, que había pasado a tomar un papel de madre con él desde que se mudaron juntos.

Ese día martes, Sebastián se percató del dolor en su rodilla, aquella cojera ya le estaba causando más de un inconveniente al cargar los libros desde el taller de arte a la mesa de redacción. Ese dolor era lancinante y constante, algo que podía ser soportado por lo leve de su intensidad pero no por lo persistente de su naturaleza.
Lo comparó sin querer al cariño por su mujer: No era muy apasionado, nunca lo fue. No era precisamente un amor desenfrenado y sin embargo, ese cariño que siempre le prodigaba ella en cada uno de sus actos, hacía que él se volviera vano en relación a ella, que se volviera sumiso y dependiente... que se rindiera a sus pies.
Como cuando ella decidió mudarse a su casa y el no pudo oponerse.

Se odiaba a si mismo por ceder siempre ante el destino. Ésta vez ya no lo haría. Dejaría de ceder; ese dolor no lo vencería. Se decidió por sacar cita en el hospital, no iba a ser algo fácil y probablemente tuviera que madrugar, pero valía la pena descubrir la razón de su dolor.

Era un mañana fría y húmeda cuando tomó la calle Naranjos en espera del tren. Llegó temprano, pero no tanto. Ya en admisión había una cola larga que daba la vuelta y rodeaba las afueras del Hospital, se acomodó al último, resistiendo las miradas de burla contenida ante el dormilón de turno. Varias de las personas que ocupaban los primeros sitios tenían ojeras y vestían como si hubieran cruzado el Everest; probablemente su único regocijo era ser los primeros en una cola que ya llegaba a los ciento y tantos y observar la cara de sorpresa y desengaño en los recién llegados, como Sebastián.

- ¿Se le pegaron las sábanas?- Fue el saludo de una vieja pequeña que iba delante de él.
Sebastián trato de sonreír sin éxito.
- Descuida, guapo, que con este frío a cualquiera le da por quedarse en casa.

Observó a la mujer diminuta con apariencia de momia, de mirada alegre y exceso de maquillaje en el rostro; preguntándose que tipo de enfermedad la traía a ella a ese lugar aborrecible. La momia pareció leerle la pregunta en la cara.
- Vengo por mis piernas- le dijo- la diabetes me las esta matando.
- …Yo vengo por mi rodilla, me ha empezado a doler- trato de armar él.
- A lo mejor es el acido úrico- se apresuró a decir un tío que estaba mas adelante. La gota a esta edad nos afecta a todos.
¿“Nos”? Dijo, ¿“nos”? ese viejo podía ser fácilmente su padre o su maestro en la primaria y hablaba de “nos” con el desparpajo de creerse un adolescente.

Tal vez sean las varices- apuntó otro. Sebastián estaba realmente molesto. Todos allí parecían jubilados y todos a esa hora de la madrugada tenían muchos deseos de hablar. De hablar de lo que sea pero de hablar. Luego de 20 minutos en la cola que no avanzaba, Sebastián se dio cuenta que el también quería hablar, pero no sabía precisamente de qué, quería desenvolverse y no podía, se sentía algo tonto, así que decidió probar por la política…menuda tarea, la siguiente media hora tuvo que pelear con las opiniones de más viejos que solo repetían tener mas experiencia que él y de inmediato se lanzaban a hablar del gobierno, a recordar presidentes, a rememorar guerrillas. Sebastián era un hombre casi ermitaño e ignoraba aun, que temas como la política y la religión están prohibidos en todo tipo de cola, como una forma tácita de mantener la sanidad mental y la armonía en el grupo.

¡Uds. los jóvenes deberían reaccionar pronto! - Dijo alguien con el puño en alto.

Se rió para si mismo ante esa exclamación. En efecto era el mas joven de la cola, pero hacía tiempo que ya no lo era, o al menos que no se sentía como tal. Hacía tiempo que solo se sentía un viejo sin energías, resignándose a perder ante la batalla del tiempo porque no tenia el dinero ni el tiempo suficiente como para entregarse a procesos de rejuvenecimiento ni por fuera ni por dentro.
Llegó a la ventanilla cuando los turnos se habían acabado y otra vez se sintió perdedor. Había perdido la mañana y el día de trabajo, a lo mejor si se apresuraba podía llegar aun. Pero no lo hizo, no tenia caso apresurarse y perder la compostura por un trabajo que odiaba.
Salió del hospital dispuesto a desayunar en cualquier parte. No quería volver a casa. El día se prestaba para caminar, la ciudad lo empezó a llamar por su nombre y se sintió ajeno, pero de alguna forma vivo. Hacia mucho tiempo que no estaba en la ciudad por la mañana en un día laborable. Vio la gente que pasaba con abrigos, vio mujeres hermosas de caras lánguidas caminar de prisa y arreglarse contra las vitrinas. Vio hombres maduros como él, llevando café en la mano, vestidos de traje, luciendo jóvenes, atractivos, aun con vida. Tal vez no estuvieran casados, pensó. Él tampoco lo estaba en realidad, pero ¿cuál es el beneficio de no haberse casado ante un cura, cuando tienes que pagar las cuentas y hablar sin ganas en la rutina diaria, de vivir en pareja?

Se sentó en una plaza que ignoraba que conocía y vio las palomas gorjeando alrededor. Comenzó a beberse su propio café, pensando que podía costarle 3 veces menos si lo hubiera tomado en casa, cuando ocurrió. Justo en ese momento ocurrió lo que le cambiaria la vida de pronto y para siempre. Él la vio. Y ella se dejó ver.
Fue una fracción de segundo, la muchacha pasó frente a él, con las ropas volando alrededor suyo, como una aparición extraña y bella. Su rostro moreno, sus ojos negros, sus cabellos sueltos. Vio hacia él y por un momento pensó que lo traspasaba su mirada, que era a él a quien miraba, a él y no a otro a quien buscaba esa mirada.

¿Quien sabe que extrañas sustancias, aceleran el corazón o turban la mente? ¿Quien sabe que tiene una mujer para lograr que esa capa de sal protectora, se resquebraje de pronto y haga brotar un ser humano donde antes no lo había? ¿Que tenía esa mañana de especial, para que él, en riesgo de perder su trabajo haya estado allí, en el preciso instante, en que ella lo vio y él pensó que había sido visto? ¿Por que volteó a mirar justo allí? …Eran demasiadas preguntas y ella ya no estaba, en solo un minuto había desaparecido entre la gente como un espíritu y lo había dejado de esa forma, estremecido y con mil preguntas en la cabeza.
Lo había dejado, en ese estado de dulcísima estupidez, que algunos llaman estar enamorado.

martes, noviembre 07, 2006

¿A Dónde Vas?

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Era domingo, el día en que terminé de escribirte y fui a ver esos zapatos. Para cuando quise volver a casa, eran las 10 de la noche, entonces, decidí irme caminando.

Me agrada caminar y aunque mi casa quedaba cerca y lo hacía en la zona más segura de la ciudad, no olvidaba que era domingo, 10 de la noche y que yo solo era una mujer que caminaba sola. Fue en ese momento vi a este tipo que caminaba solitario y con paso rápido como lo hacía yo.

Con la polera gris y las manos en los bolsillos, caminaba calle abajo igual que yo. Probablemente al mismo barrio que yo. Caminamos codo a codo casi por una cuadra, pero cuando estuvimos a punto de cruzar palabra, yo decidí cruzar la avenida e ir por la otra acera. Acababa de tener miedo de aquél extraño.

Me arrepentí cuando estuve a mitad de la pista, pero ya no había vuelta atrás. El resto del trayecto seguimos caminando, en aceras contrarias, probablemente al mismo destino, mirando de vez en cuando si alguien más aparte de nosotros caminaba a esa hora, por aquella avenida iluminada, en donde los pocos taxis pasaban veloces.

Esperé a que hubiera un periodo sin autos que interrumpieran y sin detenerme a pensar, le dirigí la palabra a aquel desconocido, desde la otra orilla de la calle, en un grito que parecía un maullido que rompía la noche queda

“¿A dónde vas?”

Durante las caminatas que a veces hacía por las ciudades a las que iba de visita, había hecho innumerables veces la misma pregunta. Jamás lo había hecho en mi propia ciudad.

Es triste caminar sola, lo es más cuando llega la noche y se quedan en completa comunión el alma y los recuerdos. La segunda parte del viaje inició en Mendoza y yo me había hospedado en una de esas pensiones familiares en que esperas que no te ocurra nada.

Esa tarde la migraña se había apoderado de mi frágil seso y me había obligado a tomar la medicación. Durante la cena estuve a punto de dormirme sobre el plato de carnes, completamente absorta en las luces que se filtraban por los árboles dispersos de La Peatonal.

El clima ligeramente cálido, aumentaba la sensación de unas vacaciones de verano a pleno mes de Septiembre; pero mi mente embotada de analgésicos solo podía percibir un ambiente que me llevaba del sueño al ensueño, cada vez que pestañeaba.

Al levantarme de la mesa estaba tan mareada, que lo único que me restó fue caminar rápido hasta que el aire me despejara todas esas ideas sobre un pasado inconfesable y un futuro incierto. Para cuando quise volver a mi hospedaje, eran casi las 11 de la noche y los autos habían dejado de circular por las calles.

Delante de mí, un chico caminaba lentamente con libros en la mano. Lo alcancé con paso ligero y le dije el ya clásico ¿a dónde vas? Que era mi saludo favorito, cuando deseaba dejar de caminar sola. Al contestarme que iba hasta el final de esa avenida de 10 cuadras, me animé a decirle la frase de la que aun no me arrepiento

¿Puedo caminar contigo?

Claro, me dijo y moderamos el paso hasta caminar a la par; él aumentando la velocidad y yo caminando sin prisa. Fue la charla mas entretenida que he sostenido con alguien menor que yo. El joven apenas tenia 21 años y hablamos y reímos, sobre música y fútbol, hasta que llegando a la cuadra donde estaba mi hospedaje nos despedimos, como viejos conocidos.

Al llegar al Hotel, el palpitar continuo de mis sienes jaquecosas se había disipado y pude disfrutar de un sueño reparador después de aquél largo día de caminata, el primero de un viaje que en cierta forma me cambiaría la vida.


La pregunta de ¿A dónde vas? Hacía ahora eco, en la avenida vacía de mi propia ciudad.
El muchacho desde la otra acera contestó con un “Lejos” que sonaba más a “Ninguna parte que te interese”.

“¿Lejos?”
Volví a preguntar con una sonrisa, al ver que tomábamos la misma vía que volteaba a la izquierda, siempre separados por la pista de dos carriles.
Dudó por algunos minutos más y luego gritó “Hasta mi casa” sin voltear a mirarme.

En ese momento, yo me di cuenta que donde quiera que fuera su casa, no estaba camino de la mía. Y tampoco estaba ya en mis manos poder cambiarlo.

Entonces, seguí caminando mucho más lento, mientras sonreía avergonzada por la osadía. ¿Qué estaría pensando ese tipo de mí? ¿A quién le contaría el hecho, cuando llegara a casa? ¿Se arrepentiría por no contestarme?

Frené las reflexiones que me inculpaban, cuando me di cuenta que yo había pasado innumerables veces por ese dolor que te da el callar. Ese dolor punzante que te ataca varias noches seguidas cuando no te atreves a dar el primer paso, o a contestarle a alguien cuando te hace la pregunta tonta "¿Y tu quién eres?" O un simple y llano “¿a dónde vas?”

Había probado muchas veces de ese dolor y prefería pasar por la pequeña humillación de haber tendido un puente que alguien más prefirió quemar.


Esa noche me acosté tranquila, pensando que siempre sería más fácil hablar con alguien que no tenga reparos en caminar a tu lado, a cualquier destino, en cualquier lugar, cuando dejas por un instante, toda la vergüenza de lado, toda esa incertidumbre sobre la futura respuesta y te atreves a preguntar desde la otra acera de TU propio mundo:

¿A dónde vas?
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Imagen: Av. José de San Martín, Mza.Argentina.

lunes, noviembre 06, 2006

La(s) Mujer(es) que está(n) a Tu Lado

Amo lo que soy cuando estoy a tu lado...

Esa frase suena tan cliché, pero pienso que seria mi frase de amor perfecta. Jamás tan real como eso. He amado a hombres que me han hecho sentir pequeña, que me han hecho sentir tranquila, con la vida en calma... Como una planta estéril… una flor decorativa de la cual limpiar el polvo solamente.

Y yo he dejado que me hagan sentir así, que digan que me quieren, desean, adoran.

Sin, embargo yo seguía siendo esa flor muerta, que solo puede agradecer, con un pétalo deshojado, con una espina menos a quien dice que la admira.

Detesto a esa persona que ves cuando estoy contigo.

A esa persona que soy, plástica y muerta cuando estoy a tu lado. Detesto que no me retes a romper el círculo de tranquilidad perfecta. Que permitas que me quede como un vegetal que debe conformarse con el agua que le das. Con esa luz artificial que me debe conservar siempre para ti. Solo para ti.

¿Cuantas mujeres soy yo? Ni te lo imaginas. Han amado a una sola y con eso se han conformado. Porque parece que eso es suficiente, más nunca lo es.
Una mujer es una flor que brota una y otra vez del mismo tallo. Alguien que se regenera, evoluciona, hace el bien y hace daño.

Te conformas con saber que soy la mujer que te puede acompañar toda la vida. Una mujer a la que no retas en el dolor ni en el fracaso. Una mujer simplemente, fácil, decorativa, amoldable. Una sola.

Quisiera decirle a alguien que amo lo que soy, cuando estoy a su lado.

Pero no.
Pasa con frecuencia, que al amar a alguien solo lo amo a el y me olvido de mi misma. Porque el amor es ese lugar cómodo que dura segundos y desaparece antes que pueda atraparlo.

Amo a esa gente que puede hacerte rebasar los límites de ti misma, que te da una nueva frontera a cada paso, un nuevo horizonte de lo que son las cosas y de lo que deben serlo.

Amo a las mujeres que pueden entregarse, experimentar, causar placer y dolor.
Mujeres que no se temen a sí mismas, que quieren ir mas allá de lo que se espera de ellas. Amo a las mujeres. Seguro que no lo sabías.

Y despertar una mañana al lado de alguien sin pensar que acabo de perderme.

De perder a las mil yo que el mundo no conoce, a la histérica y neurótica que odia al mundo sin razón alguna, a la que escribe poemas solo cuando está depresiva, a la mujer feliz que se desnuda cuando los lugares son abiertos y el cielo es el único techo.
No quiero perder a esas mujeres que no conoces, a esas que solo me atrevo a mostrar cuando escribo. No quiero perderlas por una vida cómoda, en que te sea fiel eternamente y tú accedas a todos mis caprichos.
Dame guerra mírame, aquí estoy.

¿Por que es tan difícil verme si dices que me amas? Entonces ¿qué amas de mí si no puedes mirar dentro mío?
Si aplaudes de saber que puedo escribir historias que los otros interpretan, pero que tu…que tu jamás lees.
¿No seria genial, poder mostrarte por completo a la persona que dice que te ama? Entonces ¿por qué volteas el rostro si confieso mis amores, mis errores, toda esta mierda que soy? ¿Por que prefieres no leer esa parte?

Quisiera que me dejes ser más de lo que soy.

Que me dejes crecer, hasta terminar de conocerme. Y no te equivoques, no amo a los poetas, ni a los que escriben, ni a esa sarta de artistas fracasados como los puedes llamar alegremente. No es por eso que escribo, ni por eso que leo. No.

Yo amo a gente de carne y hueso. Que tiene el valor de vivir lo que yo escribo. Que sale a la calle y vive esa vida heroica de la que yo escribiré mas tarde. Que vive con tanta fuerza, tanta pasión…, sin miedos, sin nada que los ate a este mundo.

Amo lo que soy cuando soy a tu lado....ja!

¿Quién podría hacerme decir eso? El amor es un camino largo y tortuoso, donde nunca te debes conformar con menos.
Con alguien que te dé todo y sea incapaz de hacerte soñar…o aun peor…incapaz de acompañarte a que tus sueños se hagan realidad.

No me conoces, ni puedes hacer que broten de mí todas esas mujeres que aun no conoces, me intentas dar calma, tranquilidad, silencio. Te olvidas que quiero mover el mundo. Que con una sola palabra, yo podría levantar tu mundo y hacerlo volar en pedazos…imagínate, si lo intento.
Imagíname, que todos mis yo te pudieran amar algún día. Eso es a lo que te niegas, cuando estás conmigo. Eso es de lo que intento escapar cuando camino a tu lado.

Empezando el Lunes

Disfruto escribir, este año solo he hecho eso. Escribir casi 500 páginas de mi vida interior, de mis

emociones…mi ego mas intimo visto desde todos los prismas.

Disfruto escribir, pero creo que ninguno de nosotros se imaginaba cuanto.

Tal vez si me pagaran por escribir, ya no seria tan divertido. Tal vez…es solo una suposición.

He descubierto que gozo d pequeños placeres, como escuchar música a solas, mientras escribo.

Como caminar cuadras de cuadras en busca de un dulce que sepa a canela, solo para comer un

bocado y guardarlo luego en el bolsillo.

En esos momentos, pienso que nadie podría entenderme, ni llegar a conocerme, porque yo

apenas lo estoy haciendo.

He descubierto, por ejemplo, que disfruto cortando el tomate en delgadas rodajas, al llegar la

noche y ponerle mucho limón y mucha sal, para comerlo luego, a escondidas. Con el corazón

palpitando por ese placer que no se me permitía hacer de niña.

Escurrir luego, todo el jugo en mi garganta, hasta que mi cara cambie de expresión por lo ácido

que es. Ese es mi pequeño placer, algo oculto, tonto, insobornable.

Disfruto de pequeñas cosas, que me hacen sentir boba de solo contarlas.

Este año he podido superar todo ese karma de decir siempre las cosas correctas para dar la

mejor impresión y de poder confesarme (tamaño error) cosas que podrían llegar a

avergonzarme severamente, si no las estuviera escribiendo desde la otra orilla del mundo.



No sabia quien era, ni que quería, hasta hacer este viaje de pesadilla al interior de mi misma,

para sacar lo peor…lo mejor de mi…simplemente, lo cotidiano.

Siempre rodeada de tantas personas, jamás supe realmente que me gustaba, hasta hoy que

anoto mentalmente los detalles que hacen de mi vida una odisea feliz o infeliz. Esos pequeños

detalles, que me enamoran de mi misma y no dejan que sucumba a la completa locura, que

pareciera ser el diagnostico de vivir en soledad.


*Oíste la música que acompaña a la promoción de nuevas series en Warner? Es buena inicia como hindú termina con gritas flamencos. Es realmente buena.

domingo, noviembre 05, 2006

Cartas de Domingo

Tengo dos correos oficiales, uno para la familia y otro para el trabajo. sin embargo,
jamás los reviso. Siempre están llenos de lotes de correo, o de esos correos en cadena, que me suelen enviar mi familia y amigos. Odio recibir esos correos, abrirlos como archivo adjunto y esperar una presentación de power point que me quitará 5 minutos de mi precioso tiepo creativo, los detesto.

Le he dicho a mi hermana que si tanto le gusta enviérmelos, al menos escoja solo los de
contenido "maleado", entiéndase por esto, aquellos de humor negro que puedan hacerme reir
por un buen rato. Ella ha entendido. Una vez a la semana reviso todos esos archivos adjuntos
y me rio un buen rato. Por momentos me toma la tentación de enviarselos a alguien más, pero
no cedo. En primer lugar porque odiaría enviar correos con mi nombre real y en segundo porque
no deseo aumentar el tráfico de internet con esa clase de misivas.

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Hoy revisé mis correos "oficiales". Están llenos de gente que se consideran mis amigos, o de los compañeros de la universidad o de algunos cursos. Siempre hallo nombres graciosos en los
mensajeros, lo que me obliga a ver de quien se trata. hoy por ejemplo había uno con una frase

"Donde no hay incendios, no hay heridas mal heridas..."

¿qué rayos significa eso?

Parece que la gente se desanima del ingenio con el que se colocaron su primer NICK y ahora lo cambian por cualquier frase estúpida que le revuelva los sesos a la gente normal, que no entiende el lenguaje subliminal de la estupidez humana.

A veces hallo frases larguísimas en otro idioma. Me imagino que es alguno de mis viejos amigos extranjero, pero no. Son algunos de mis compañeros de idiomas que no llegaron ni siquiera a tercer ciclo, colocando una frase en francés que ocupa casi 3 líneas y de cuyo significado no tengo ni idea.
¿Cómo hace para escribir semejantes cosas?

tengo una amiga que coloca frases en portugués que siempre me parecen obscenas, ignoro porqué. A veces pienso que en Brasil se valen de esa h intermedia en todas las palabras para ocultar algun significado genital.

Si, ya sé parezco quemada. Pero tendrían que ver esas frases...

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Yo no escribo frases en el MSN. Antes lo hacía en el Gmail, para cuando tenía que hablar con alguien y que supiera que llevaba rato esperandolo (a).

(Que cínica soy al colocar esa (a) jamás espero hablar con mujeres...)

O en esas raras ocasiones en que peleaba con el Sánchez y no deseaba hablarle, asi que solo nos dejábamos frases ponzoñosas, que al final no eran tales; eran solo una excusa para hablarnos de nuevo y reirnos por ese mal intento de ofensa.

Es divertido hablar con el Sánchez, me pregunto que estará haciendo. Vendría en diciembre para hacer nuestro tour de comida, pero parece que le cambiaron el aserrín a ese laboratorio donde vive/estudia/trabaja y ya no lo veo nunca.

Extraño al sánchez, que raro, será que yo ya no vivo/estudio/ni trabajo en ninguna parte.

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Yo tengo 2 correos oficiales y 3 no oficiales. En los últimos 3 tengo alguna fauna de amigos virtuales con los que ya no hablo mucho. Es raro, pero ejemplarmente nadie me envía correos en cadena a éstos, en donde figuro como Laura La Necia.

parece que saben de mi mal genio y solo me escriben en circunstancias especiales o para comentarme acerca del blog.

Entro periodicamente al Gmail y me deprime ver que en lugar de los correos de A. ahora solo hay correos spam, casi 20 por día, invitándome a probar viagra o a visitar la página de Calamaro (fue una mala idea entrar a comentar/burlarme en el blog de Calamaro) lo bueno es que ahora me llegan avaneces de sus discos o de sus videos...Si al menos fuera guapo el tío...

Envidio a A. acaba de comprars el CD que yo quería, aquí está su música, es el de Pamela Peru Blues.
genial, genial...suave como debe ser la música los domingos.

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Últimamente no me anima entablar una charla de mas de 3 líneas con mis amigos por el MSN.
A veces simplemente quisiera no entrar, pero ya sabes, hay alguna esperanza de que alguien no esté tan aburrido y puedas hablar mas de 3 líneas con algo de gracia.

Odio las charlas lentas, me pongo muy hiperactiva cuando escribo. deseo que me respondan velozmente...bueno eso era antes...Ultimamente hablo con RK y hay lapsos de casi 5 minutos en que no nos hablamos y a pesar de ello la charla sigue siendo entretenida. Me agradan sus caritas o las flechas que pone para señalar que me entendió la idea.

R.K es genial. me deja escribir y leer otros blogs mientras hablamos, me siento muy cómoda, muy fresca, muy serena.
Ojalá nunca se entere que soy una bruja...o ya lo sabe? ¿Y no teme convertirse en sapo? Who knows?----> WTF Knows?

Antes solo hablaba para hacer juegos de palabras, practicar el humor negro, jugar a las ofensitas inteligentes...ja! es cansino todo eso ( ¿ves que cambié mi inefavble "cansador" por el "cansino" que sugiera la RAE?)
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He estado algo mal durante la semana, tuve miedo. Pensé que no saldría de esa. me abruman las migrañas, siento a la muerte tan cerca, que al día siguiente todo me parece bello.

Antes sentía que la migraña sería un impedimento para trabajar como médico. después de la medicación quedo como un trapo que aunque recupera al cabo de dos horas la conciencia, no puede levantar ni un músculo, ni hablar. cautiva de su propio cuerpo adormilado.

Sin embargo, en la carrera, descubres que mas de la mitad del personal médico sufre de migrañas de mayor o menor intensidad. Cada quien te recomienda su propio "cóctel lítico".

Una vez, en una crisis, me tuvieron que inyectar analegésicos por ambas venas y por último colocarme Diazepám intramuscular. Luego mi novio me llevo a casa y yo no sabía donde estaba, que pasaba. No sabía nada. Y él lloraba y me acariciaba el cabello.

Por eso supe que siempre estaría sola.

Nadie querría pasar ese tormento conmigo. Nadie entendería ni sabría que hacer. Solo él.
Antes me deprimía pensando que me quedaría sola como un perro.

Ahora pienso, que no es tan malo. Aun no.

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Hace mucho que no escribo directamente en blogger. Pero cuando escribo en casa, en word, con la laptop y el silencio reinante, siento que escribir fuera una obligación...un trabajo.

Aquí, lo hago por placer, acabo de ir a comer unos tallarines chinos de muerte. Sin cargos de conciencia, ni pensar en calorías. Amo la comida china. es genial.

pero odio la comida china que hacen Chile, esa si que no me gusta. En Santiago, puedes comer la mejor comida rápida del mundo, pero no comas comida china, da asco. ese Arroz Chaufán deprime...odio la comida que deprime, por eso no puedo ir a restaurantes vegetarianos, termino llena, pero me voy triste.
A veces pienso que los vegetarianos son personas tristes, pero a vecs la Zaferson me demuestra que no...solo son pèrsonas chifladas.

A veces me levanto soñando con unas empanadas llenas de queso derretido, o uno de esos completos con hot dog que ellos llaman vienesas y con mucha mayonesa encima. Me admira que no sean obesos los chilenos, con esa comida en solo 2 semanas puedes aumentar 10 kg.

lo que no tienen en Chile, son esas carretillas con zumo de naranja que te lo hacen "al toke"...vaya! ese zumo de naranja me transtorna la vida...pero debo llevar mi propio vaso, me da asco tomar en esos vasos de vidrio opaco. Me da desconfianza el vidrio opaco y beber en la calle.

perop para eso existen los antibióticos...o los antipsicóticos...

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Este mes espero que me operen mis ojitos. odio los lentes, son un símbolo de mi encierro mental, de Mi No al Mundo, de mi vida en sacrificio por el Claudio. Me los compré con él, esa última vez que nos vimos. Eran preciosos, entonces. ahora no me gustan. Ya no los necesito, a él tampoco.

Mis lentes me dan superpoderes, puedo mirar lejísimos con ellos, hallar una estación de metro a cuadras de distancia y leer letreros que nadie mas lee. pero cuando me los quito, no veo nada.

M e he acostumbrtado tanto a ellos, que ni en casa me los quito. Que me veo al espejo y no puedo enfocar bien en donde maquillarme, así que debo acercarme mucho al espejo, a vecs empaño el espejo, de tanto acercarme.

A veces entro a la ducha con lentes, o me emjabono la cara con los lentes puestos, como hoy.
Sin lentes, me siento desnuda, insegura, que no soy yo.
Por eso es momento de operarme. Por eso, y porque ya he rayado las lunas de policarbonato de tanto limpiarles el rimel que se les pega en las lunas.

Mis pestañas empañan las lunas y quedan con manchitas negras. entonces siento que el mundo estuviera con un disfraz de dálmata, lleno d epuntos negros tapando las imágenes cotidianas.
debo operarme, lo sé.

pero no quiero viajar.

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Buenos Aires es un buen lugar, eso dicen. No sé. Prefiero visitar las ciudades como pobre, con mochila y hablando con full gente. de solo imaginar que iré en onda fashion, preocupándome por los zapatos, la ropa, o el lugar, me siento insegura.

Insegura como caminar sin lentes, esa no soy yo. siento como si todos supieran que estoy fingiendo, que es la primera vez que ceno con una servilleta bordada en las piernas o que es la primera vez que bebo vino,
por eso "seguro que me embriago".

No, solo ocurre que el vino me pone con las mejillas muy calientes y pensando en sexo los primeros 10 segundos. Luego me adormezco rapidamente y dejo que hablen de lo que sea, sin responder a nada. Por eso no acepto beber vino. M e siento estúpida...estupidamente feliz, como para que lo vea cualquiera.

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Oye, ya me debo de ir. hay una oferta de zapatos y sabes como amo probarme zapatos y si son de tacón mucho más, de esos que aun no sé como manipular para caminar sin que me duelan. De esos que me aumentan como 10 cm y me hacen sentir bien sexy bien mujercita, pues mejor.

Sabías que peso los zapatos en la mano antes de probármelos? Que peso toda prenda antes de comprarla? Soy medio...casi maniática...pero eso no se lo confieso a nadie, dejo que caigan en la red, pensando que soy una buena chica...una buena chica.



Nos vemos, besos.


Lo olvidé...sabes? Ayer vi ese film, ese con Jim Carrey y Keith Winslet..."Eternal Sunshine... de una mente sin recuerdos" es bueno, me agrada. me agrada cuando carrey deja de hacer muecas y puede actuar como un hombre cualquiera lleno de pesares. Lo debieron nominar al Oscar...en fin. No me agradó el final. Fue casi feliz...tu sabes...no me agrada cuando algo termina perfecto, presiento que en 5 segundos, se quebrará, será irreal, fútil...prefiero los finales abiertos...No sé, a lo mejor solo yo entendí ese final como casi feliz...Bah!
otro beso .




Dimanche

A veces, estoy como hoy, tranquila. Me agrada esta casa, con todo a mi disposición y sin
nadie cerca para decirme que hacer. Es un bonito departamento, el mejor de los que haya
tenido, pero a veces…simplemente me siento como en una jaula dorada.

Paso tanto tiempo aquí, que a veces me olvido como es el mundo allá afuera, el estrés de
movilizarme en buses o de llegar temprano a alguna cita. Todo está tan cerca, que solo
necesito salir a caminar. Yo camino. Camino mucho. Eso me hace bien, escribo mentalmente mientras camino, es algo que practico desde niña. Voy contándole a alguien más lo que veo, lo que me admira, sus relaciones conmigo, lo que voy sintiendo mientras camino. Sin embargo la mayor parte del tiempo la paso aquí, en mi pequeño universo donde tengo todo, para protegerme de todos.

Podría perfectamente poner una cámara que me filme las 24 horasdel día yendo de aquí para allá, con los libros en la mano, con la taza de agua pura que tomo cada media hora, con el cabello atado con lo primero que halle a mano, incluso un lápiz.

Pero seria un video aburrido, la mayor parte del tiempo, estaría solo recostada en el piso,
intentando hacer abdominales o sentada en el sillón, escribiendo las bobadas que pasan por mi cabeza. Sería un video aburrido, de alguien que se interna cada dos semanas aquí, para estar lejos de todos. Que recibe llamadas telefónicas, ayudándola a sobrevivir, que compra
vegetales para el día y cuyo máximo placer es ver un plato bien arreglado antes de almorzarlo a las 3 de la tarde. El exhibicionismo en su máxima expresión. A veces me río de mi misma, pero siento que le tengo que sacar provecho a mi vida extraña. Podría vender el video por Internet, allí siempre hay gente loca fisgoneando la vida de los demás. Seria mas divertido con otro protagonista, pero tu sabes, esto es lo que hay.

Nada más.
Un beso, debo irme a duchar.

viernes, noviembre 03, 2006

Ser o No ser Gorda(3): Dieta del Caballo

Hoy, como cada viernes, escribiría sobre mi batalla por bajar de peso. Hablaría, por ejemplo de mi entrenamiento casero, a base de tae bo, abdominales y bicicleta elíptica. Que la primera semana fue horrible, que un día salí a la calle y sentía mi abdomen tieso (no plano, sino tieso) por el exceso de abdominales que hice mientras miraba TV (veo mucha Tv).
Que el rollo obviamente seguía allí, porque el tejido adiposo sin dieta no se va a ninguna parte, pero que mis laxos músculos abdominales habían recibido una dosis extra de ejercicio y ahora estaban más paralizados que abdomen con peritonitis.
Que caminaba y sentía como si de pronto usara una faja de metal oprimiéndome la guata.

Fue entonces que opte por hacer dieta. Pero nada de esas dietas estupidas de revista, que te vuelven anoréxica en 20 días y a la semana te vuelves a inflar como globo. Nada de dietas con sopa, con limones, con piña. Haría mi propia dieta a base de vegetales y carnes. Exenta casi en su totalidad de los malditos carbos, responsables de la obesidad y otras maldades.
Tampoco la llevaría al extremo,
iniciaría con una Dieta Alami…No, no a la Mierda…sino A la mitad,
comería solo la mitad de mi alimentación habitual. Así no seria tan extremista y podría llevarla a cabo, sin tener que ir al fridge a media noche a embutirme cualquier cosa, como lo hacían mis amigas, dietistas experimentadas.

Inicié quitándole al desayuno: los panes. Al almuerzo: la papa o el arroz, a la cena…Bueno, mejor no cenaba…Dije adiós a los utilísimos tallarines ( que se preparan en 20 min) y me despedí para siempre de la pizza o cualquier otra comida rápida y engordante.

Pero en eso empezó la ansiedad.
Los carbohidratos en exceso pueden llevar a la hiperactividad en niños y en las dos primeras horas de digestión, pueden causar somnolencia en el adulto; pero nadie me dijo que su carencia podría llevarme a estados de ansiedad infinitos.

Para alguien como yo, que en los últimos meses se había acostumbrado a comer un trozo de pastel diario o interdiario, el déficit de la azúcar procesada resultó casi un suicidio. A veces aguantaba todo el día, pero en la noche, necesitaba un trozo de pastel, un pastelito tan solo.
Que desgraciada se había vuelto la vida sin carbos.

A la ansiedad de vivir sin sexo, se aunaba la ansiedad de vivir sin azucares. Mi vida se había vuelto una porquería. Comer tortas de chocolate, me quitaba la ansiedad del sexo, pero si las comía a diario, engordaba, si engordaba mis opciones de hallar a alguien para compartir la cama disminuían, si me quedaba sola y sin sexo, en 20 años me tendrían que sacar de casa con un remolque. En definitiva: Un círculo vicioso, que me hundiría en la depresión más pura.
Fue entonces que elegí.

Nada de tortas para suplir el sexo, iniciaría de una vez por todas
con el higiénico y saludable oficio del onanismo.
Alguien dijo ¿la dieta del Caballo? Bueno, si.... Así me tranquilizaba. El desequilibrio hormonal de finales de mes, me volvía loca, necesitaba algo que sirviera de pararrayos para toda esa energía incontenible que me daban las mareas estrogenicas.
Y no estaba entre mis opciones hacerla de yegua salvaje, para calmarme.

Claro, a este punto alguien diría, que eso es una perdida de tiempo. Que preferible y me busque un “amigo”. Pero vamos! Yo intentaba evitar la depresión y la ansiedad, si conseguía a una persona que me “satisficiera los bajos instintos” ambos síntomas aumentarían.
(Aun no estoy enferma, solo son síntomas vagos)
Y estaba muy lejos de llamar por teléfono a alguien para proponérselo. Vaya premio! Ya me imagino: Alo, fulanito, puedes venir a mi casa es que me siento sola...uy que calor hace, mejor me quito la polera…jaaaaaaa…Ni muerta!

No estimaba a nadie tanto, como para regalarle una noche juntos.

SEXO EN RED

Masturbarse a solas es aburrido, pueden decirme, ¿Por qué no probaste con sexo virtual? Y entonces yo me río de la propuesta que incluye la búsqueda de un compañero a doc, que por la Web cam no se vea como un cerdo que tiene embarrados hasta el Mouse y el teclado, de tanto darle a la vaina.
¿Es eso quaker?...No, se me cayó el yogurt, responde el tío...jaaaaaaaa...
O a algún amigo cibernético con quien quieras “compartir cariño” sin tener que involucrarte emocionalmente, en futuras ocasiones de Necesidad .

¿Es eso posible? ¿Practicar sexo a distancia con alguien que sea previamente tu amigo, solamente? ¿Sin involucrarte, ni un poco? ¿Sin pensar que...quizás...tal vez...el tipo no quiera ser solo tu amigo?

Y es que eso de no mezclar sentimientos y sexo, vale incluso para las relaciones internauticas. Seria terrible enterarse que eres el contacto sexual de alguien a quien estimabas a otro nivel.
Por eso existen los contactos que son específicamente para compartir asuntos carnales y en que ambos están concientes que solo eso los une. No se habla de nada más, ambos solo quieren hablar de sexo. Es una necesidad mutua sin responsabilidades de por medio. Y gratis!
Tenía amigos de ese tipo, pero los eliminé caundo quise volver al camino de la castidad virtual.


Estaba en este punto de comer menos, tomar mas agua, hacer ejercicio, escribir y tocarme, cuando alguien me dijo que mejor ¿Por qué no intentaba conocer a alguien?
Uffff ¿Alguien? Conozco a mucha gente, pero nadie me interesa lo suficiente como para llegar al otro nivel. Ni siquiera al nivel previo. Ni siquiera a una charla muy, muy previa, que pueda llevar a un nivel más íntimo
¿Me habré vuelto exigente y engreída con los años? Probablemente.

Pero si se diera el caso de conocer al tipo perfecto, que gustara de leer o coleccionar música, tanto como de ver Frasier o Futurama... Yo no estaría emocionalmente lista (físicamente, ni hablar) para iniciar una relación. Estaría tan ansiosa por un encuentro de otro nivel, que lo arruinaría todo. Tendría que esperar y esperar…para no intentar violarlo a la primera oportunidad.

¿Que haría durante ese largo periodo que aguarda entre la primera cita y el deseado encuentro sexual?
Pues, nada. A guardarme en casa y hacer mucho ejercicio, como ahora, tomando mucha agua y aprendiendo a tocarme, a quererme....En criollo A masturbarme, pues!

¿Como puedes saber si te gusta el sexo, si no te lo sabes hacer a ti misma?

Estoy a punto de cumplir 27 años y recién tengo tiempo de tocarme e ir descubriendo cuáles son las cosas que en verdad me gustan de mi. Muy lejos de ese personaje que todos asumimos cuando solo vamos a la cama con alguien mas. Cuando solo eres la mitad de algo y sientes una soledad de huérfano al terminar de hacerlo.
Tenía que ser mas egoísta con mi cuerpo.

Sin cargos de conciencia, por darse placer. Sin pensar en las consecuencias, en si el preservativo funcionó, en si fue amor o no. Simplemente relajada, lista para una ducha tibia y un sueño sin pesadillas.

Hoy, iba a hablar sobre mi lucha para bajar de peso.
Pero creo que la verdadera lucha se libra con una misma. Jugar a quererse y a que te quieran, sin ningún remordimiento.

PD. La dieta del Caballo siempre será más saludable que la dieta de la Yegua.

jueves, noviembre 02, 2006

08: 50 de la PM

Lo reconozco, soy una antisocial. No puedo leer blogs que tengan 200 comentarios, ni mas de 50 contactos. Me siento ausente, no invitada, de sobra. Casi nunca entiendo de que hablan. Parece chino para mi. No me gusta.

Tampoco puedo escribir posts cortos, cuando me lanzó a escribir lo hago hasta la última gota. Una joda. No puedo resumir nada.

Y a veces soy antisocial y no me da las ganas de responderte, ni de comentarte. pero te leo.., a veces...casi nunca, pero te leo.

Lo reconozco, no soy fiel a nadie: Todo me cansa muy rápido, incluso yo misma. Al carajo! sigamos escribiendo.

Por cierto: Tampoco sé poner títulos, detesto ponerlos...pero me agrada clasificar las cosas y sin un título no puedo. Fuck, fuck , fuck........

Los Pétalos

Mil pétalos de ésta noche se deshojan sobre mí,
son los cadáveres de las estrellas que palidecen ante ti,
es toda esa oscuridad que es rasgada por la presencia que ilumina,
que mata estrellas,
que deshace la noche en pétalos oscuros,
en plumas de aves nunca vistas.
Eso es lo que yo veo
Oscuridad simplemente.

A veces me siento tan triste,
que no puedo escribir como deseas que lo haga,
solo imagino esos cuerpos pesados cayendo
como una nevada negra sobre mi piel ya carbón,
una oscuridad que es flama en mi noche,
tal vez sea este el ultimo rescoldo de una ilusión.

Así me siento hoy, sin ganas de hablar,
con un mutismo que va mas allá de todos los gritos que están aquí dentro.
Ese silencio que vuelve la noche más triste, mas de ébano, mas oscura,
con todas esas estrellas lanzándose en picada cobre un cuerpo que muere,
que una y mil veces muere.
.
.
.
Oct/31

Entre Scrubs

Conocimos a Javier durante el internado de medicina. Era mayor que nosotros, con una barba que le crecía a toda hora del día y unos anteojos oscuros que lo hacían ver más rebelde de lo que en realidad era. Mucho mas hábil que nosotros, Javier se podía dar el lujo de andar de perezoso mientras los demás trabajamos,
por esa habilidad innata de resolver los problemas en el último minuto. Demás esta decir, que todos lo odiaban. No solo por esa actitud autosuficiente y esas respuestas lacónicas a cualquier pregunta que se le hiciera, sino por dejarnos saber que éramos apenas unos crios nerviosos jugando a ser médicos.

Nadie lo quería, excepto nosotros. Mi novio y yo, veíamos en el a una especie de Mac Giver medico que podía resolver cualquier problema sin pedirle ayuda a nadie.
Javier se había acoplado a nosotros y nosotros a el como si nos hubiéramos conocido toda la vida. Su carácter contestatario, hacia que por momentos se volviera nuestro héroe. Su actitud “alpinchista”, sin embargo, contrastaba con la nuestra, siempre de jóvenes aplicados, haciendo las cosas puntualmente y sin errores.

Si yo estaba estresada solía desfogarme dando golpes, que mi novio no soportaba y en cambio Javier si. El disfrutaba de esos golpes en el abdomen o en los brazos, que el endurecía después de cada una de sus frases machistas, en espera de uno de mis puños. “golpeas como chica” me decía, riéndose, “tienes que empuñar así” y me ponía las manos en posición. Mientras mi novio le pedía que no me enseñe a golpear, porque eso no era de chicas.

Javier era macizo, ningún golpe mío podía doblegarlo. Excepto ese día que en la visita medica lo tomé desprevenido con un golpe en el estómago y se quedó sin aire, mientras a mi se me salían las lagrimas, incapaz de ayudarlo por el ataque de risa al verlo doblado y sin voz.

Muchas internas querían algo con él. Esa mezcla de chico malo que puede resolverlo todo lo hizo popular, mas aun la vez que en una guardia salio en calzoncillos hasta el pasillo por una llamada de emergencia. “es que no puedo acostarme con ropa” fue su única explicación cuando le reclamaron por estar calato en una habitación unisex.

“Brito”, le decían. Eres un Brito porque no tienes enamorada a los 29 años, porque juegas voley con el equipo de homosexuales del barrio, porque siempre andas luciendo los músculos como un trofeo gay. El se reía sin ofenderse, la verdad es que Javier estaba lo más lejos de ser un “cabro”, como todos los demás internos trataban de correr la voz. Javier era un violador en potencia esperando la primera oportunidad que se le ofreciera.
La única consigna: No enamorarse. Porque nadie me soportaría, me decía. Tendría que ser alguien de mal carácter y más maniática que yo. Soy un egoísta de lo peor. A lo mejor solo necesitas una mujer suavecita que ceda a todas tus tonterías, le decía yo. No creo, me aburriría.
Es que Javier era un cerdo. Si alguna vez le dirigía la palabra a una mujer era solo para burlarse de su gordura, sus tetas o su peinado. Para decirle que era inútil o cualquier cosa que las hiciera enfadar. A mi también me lo decía, me hacia insinuaciones delante de mi novio, solo para sonrojarme a mi e irritarlo a él. Pero todo era en broma y lo sabíamos. Javier era inofensivo con nosotros. Éramos como hermanos, el trío perfecto. Y ambos se turnaban para cuidarme, por mis crisis migrañosas o por que sabían que siempre me andaba buscando problemas.

Un día, después de una operación que duro casi 4 horas, yo me quede sola y cansada en el quirófano. A la mujer que se operó le acababan de extraer el útero por una hemorragia incontrolable y ahora en la sala vacía, solo quedaban las gasas ensangrentadas y la ropa de cirugía manchada y tirada en el piso, como al final de una larga batalla.

Javier entró con su scrub verde sin manga y me vio allí, sentada en el banco con el scrub azul y las manos blancas por el polvo de los guantes, mirando a la nada.

-¿Por qué no te vas a almorzar, chascosa? Preguntó quitándome el gorro de un manazo.
-No tengo ganas, me duele todo.
-Yo entro a una cesárea, en 15 minutos, ¿quieres algo… una empanada, un masaje?
- no, Estoy triste, le dije, queriendo llorar, había sido una semana horrible.
-No estés triste porque te duele la cabeza, me dijo mientras se colocaba detrás mío a masajearme los hombros por encima de la delgada tela del scrub.

-Tu cuello está tieso, te va a dar tortícolis, medusa. Yo me reí pensando que Javier conocía tanto o más que mi novio sobre mis solencias psicosomáticas. Sus manos tocaban ahora mi cuello, iban debajo de los cabellos y ascendían como una caricia muy suave detrás de mis orejas.

Javier solía darme masajes, cuando tenía jaquecas, pero eran rápidos y rudos; ésta era la primera vez que se portaba suavemente conmigo.
La verdad, es que era la primera vez que estábamos los dos solos y la primera vez que su cuerpo casi tocaba el mío, separados solo por la delgada tela de la ropa de cirugía. Sentía el calor de su pecho en mi espalda y su voz cerca abrazándome.
Por un minuto quise que ese masaje se prolongara más y más, pero pensar eso era casi incestuoso.
Giré sobre el banco metálico hasta hacerle frente y entonces nos quedamos viendo como un par de desconocidos. Yo con la melena despeinada y él con su pulcro gorro de cirugía, sin mediar palabra. Mirándonos largamente en medio de ese quirófano vacío.

“Eres una medusa”- me dijo con la mano aun entre mi cabello.
“Y tu un auteéntico “Brito” con ese scrub ajustado”, dije dándole un golpe en el abdomen. El sonrió y me sujetó el puño por un buen rato.
“Aun no me he cobrado tu otro golpe”, me dijo con suavidad y, entonces acarició mi mano con una ternura increíble. Mientras yo sentía electricidad en todo el cuerpo.
Tienes suerte que yo te quiera, medusa...Que los quiera a ambos...agregó y salió a toda prisa al otro quirófano, de donde ya lo estaban llamando.

Nunca más volvimos a estar a solas. Incluso después que yo terminara con mi novio. Hubiera sido demasiado desleal echar a perder nuestra amistad por andar con juegos estúpidos.

Hace unos días me enteré que Javier se casaba con una chica del hospital. Que por fin se había enamorado de una mujer que lo soportara.

- oye Brito, lo saludé, ¿es cierto que te casas?
-
Si, pues. Como tú nunca me hiciste caso.
Ambos nos reímos como tontos, e inmediatamente se hizo un largo silencio, solo interrumpido por las bocinas de los autos.
- y ella ¿sabe golpear bien? Corté yo.
- No, medusa, nadie ha superado tu gancho... Tu si sabes hacer doler, sonrió luego.

miércoles, noviembre 01, 2006

Sabes?

Mi lap top no tiene conexión a internet. Para escribir mis textos, debo hacerlo en una cabina de internet, eso me gusta. Escribir cuando estoy conectada al internet me hace sentir que escribo sentada en una calle transitada, que en cualquier momento alguien puede interrumpirme e invitarme un café, para hablar de cualquier cosa.

Cuando escribo en casa, como ayer, solo estoy yo y mis ideas. Es algo demasiado privado, muy triste a veces. Nadie me interrumpe, solo estoy yo y mi música.

Ayer, por ejemplo, como estaba corta venas puse el Cd completo Duncan Dhu y evité recibir llamadas. Estaba tan triste, que ni una palabra salía de mi garganta, sentía como si alguien me hubiera absorbido toda la fuerza y mi voz se hubiera diluido en una atmósfera melancólica de la que en verdad no deseaba salir. Estaba en plan Masoca como dice A.

Cuando estoy triste, demasiado, así como ayer. Prefiero no hablar, ni un hola salí de mi cuerpo. Ni una frase falsa, simplemente no puedo. Me vuelvo tan inexpresiva, que incluso me cansa lagrimear. Poder llorar es un acto de mucho esfuerzo y al hacerlo me siento bien. Ayer estaba triste, hace casi un año que no me sentía tan bajoneada. Por eso salí a caminar y escribí tonteras. Para salir un poco de ese mutismo, que me encierra en mi cuerpo, volviéndome cautiva de una idea triste que se repite una y otra y otra vez.

Ahora estoy bien, bañadita y con el pelo suelto y alborotado. En este momento hablo con R. K. ¿a qué no sabías que escribo mientras hablamos, eh? Siempre hago dos cosas a ala vez. Eso me fuerza a poner mas atención a no dispersarme demasiado.

Bueno, no escribiré nada más por hoy. Sobreviví a la colección completa de Duncan Dhu, a ver la película sobre Frida Kahlo, a un día sin ejercitarme, a comerme tres peras azucaradas mientras veía todas las series gringas que dan por cable. A cortar el teléfono a todos los que querían ayudarme. A oír como A. Me mandaba al cacho por mi ánimo de autocompasión.
En fin, sobreviví a ayer y hoy estoy tranquila, limpiecita, sin ideas malas. Como para que me sienten en un sillón y me cuenten todo lo que se les ocurra, estoy para escuchar historias. Incluidas las leyendas urbanas.
Sabes?
Incluidas mis propias leyendas en la voz de otras personas.

martes, octubre 31, 2006

De patitas en el Banco

Hoy fuimos al banco. Yo de mal ánimo por tener que andar con $ 2000 encima, en una ciudad en donde cualquiera te descuartiza por 200 soles. ¿Por qué mi madre me hacía pasar por eso? Encima me pagaban en soles. Con la caída del dólar desde el año pasado, había perdido una buena cantidad que jamás vería, sin contar los intereses de todos estos meses. Pero, claro, eso no podía reclamárselo a mis padres,
a riesgo de quedar como la pequeña hija usurera de la familia.

Llegamos y era el eterno ritual de sacar el tickett, sentarte y darte cuenta que faltan como 100 puestos para que llamen a tu número.
El estar triste, hace que prefiera no hablar para no embarrarla toda. Así que allí estábamos, mi madre y yo sentadas en completo silencio, esperando que llegara el turno del ticket C 186, cuando apenas iban por el C 076.

Es gracioso como el mutismo te hace más observadora de la gente
de todas esas personas que abrían cuentas, revisaban saldos, pagaban cuentas. Toda una fauna de gente adoradora de dinero, en ese banco. Mujeres de pieles arrugadas, hombres con ropa de obrero, jóvenes con acné en la cara…Acné en la cara, eso me hacía recordar, que una prominencia parecida a la Montaña Fiji, se levantaba desde mi mentón, en víspera de la celebración del Día de las Brujas. Parece que la naturaleza se encargaba de darme el traje perfecto...
Yo que quería estrenar mi traje de odalisca y la naturaleza me daba el
papel de la Bruja Ogata con verruga incluida.
Malditas hormonas! Me dije por centésima vez esa mañana.

Ya había observado a todo individuo presente en ese banco hasta el cansacio. Volví a ver el marcador y allí estaba C 079,
¡¡¡en todo ese rato solo habían avanzado 3 puestos!!!
Algo debía fallar, probablemente los del código S de “sin tarjeta” si avanzaban rápido que los del código C "coju... con tarjeta".
Volví a ir a la máquina y esta vez elegí opción sin tarjeta. O.k, perfecto, mi ticket era ahora el 146 y solo me faltaban…113 puestos para llegar a la ventanilla…

Volví a mi butaca e intenté entablar una charla con mi madre. No quería culparla por nada de lo que me hubiera pasado en estos días…aunque era inevitable.
Era inevitable pensar que había tenido que viajar para acompañarla, perdiendo una vacante en ese maldito curso médico. Que probablemente ya no ingresaría a la residencia por ese insignificante detalle, que me imaginaba mi vida como una eterna médica general que cada año que pasa, se olvida más de lo que le enseñaron los 7 años de facultad y teme incluso entrar a una sala hospitalaria por esa inseguridad que les da a todos los que dejan por buen tiempo las aulas.

Era inevitable pensar que prestarle dinero a mis padres hace casi un año, había sido un mal negocio. Que YO seguía pagándome todos los cursos a los que me inscribiera, con mis escasos bienes y que la plata salía y salía, pero jamás regresaba. Que la única solución que veía mi madre a todo esto era que me quedara cerca de la familia, a hacer una especialidad aquí y me casara con alguien de aquí y tuviera una vida digna que AQUÍ sería bien vista.
Joderrrrrrrrrrr

No, lo mejor era hablar del clima. Mi madre es la persona más amorosa del mundo conmigo y me cortaría la lengua antes de decirle alguna maldad que la haga sentir mal...Más aun sabiendo, que cualquier cosa de mi parte puede ser una maldad...

Comencé a admirar a todas esas jovencitas que no llegaban a los 20 años, atendiendo tras las ventanillas.
Usando anteojos de marcos gruesos para darse un toque de distinción y madurez - del que oviamente aun carecían- para mostrarse seguras y capaces ante toda esa gente que atendían. Ese era el motivo de que yo también llevara mis enormes anteojos de marco negro: Hacerme parecer mayor. Y claro, ahora los odiaba, odiaba que la gente me dijera señora en las colas, que si me ponía abrigos pareciera una joven “mamá”, que si usaba botas, pareciera una joven “tía” y que en todo sitio, la gente me viera como la versión morena de la Vilma de Scooby Doo.

Envidiaba a esas jovencitas del banco con sus trajes bien planchados, las faldas cortísimas, los zapatos altos y las manos pulcras de quien no trabaja y vive solo para manipular el cochino dinero, por el que los demás nos sacamos la mugre (Vamos, hubo un tiempo en que yo me amanecía y trabajaba como bestia para conseguirlo…ahora soy una desocupada solidaria con la clase trabajadora de este país)

De nuevo el tablero marcador y ya habíamos avanzado 20 posiciones. Mi madre se adormitaba or la falta de charla, mientras yo veía los zapatos de toda la gente que ingresaba al banco y comprobaba que la personalidad de alguien se ve en los endemoniados zapatos. No solo la higiene o la marca del calzado.
El factor fundamental era el buen gusto
Tías rollizas y maquilladas hasta las orejas con zapatos de colores o enormes plataformas que mostraban unos dedos regordetes a punto de la gangrena. Hombres con botas rústicas y poses de Macho del valle. Jovencitas con zapatillas hondas, rodillas huesudas y piernas sin depilar; tíos con zapatos brillantes de charol, tratando de disimular su baja estatura con tacones de madera muy al estilo “bailaor” español, en fin una extensa lista de gente sin el menor cuidado de su persona ni de sus zapatos.

De pronto pensé que mucho del buen gusto para elegir ropa o calzado
se relacionaba con el hecho de elegir pareja.
Había gente que simplemente se conformaba con lo primero que le fuera cómodo. Sin darse cuenta si era huachafo o no. Como esa tía que vestía sandalias con medias azules creyéndose muy fashion porque combinaban con una blusa del mismo color. O el hombre de zapatillas blancas, o la mujer que equilibraba sobre unas plataformas de Transformista en la cola del banco.
A veces una simplemente, se conformaba con lo más sencillo y con lo que pudieras caminar el resto de tu vida, sin necesidad de mucha refacción o cuidado. O sea, conformarse con alguien común y corriente, que no diera problemas nunca y encima! te haga creer que eras mejor que antes de "usarlo".

Ahora comprendía porque seguía sola. Mi filosofía muy a lo China Tudela no encajaba en este mundo de gente calzando “tabas” todo terreno, que no jodieran por el mantenimiento.

Finalmente llegamos a la ventanilla. Una jovencita de manos pulcras, ropa planchada, pelo engominado y anteojos de última moda, me saludó con una sonrisa que mostraba unos frenillos que podían servir de pararrayos, pero que increíblemente le lucían bien en ese rostro de casi inocencia; la muchacha me ayudó con la endemoniada transacción que había tomado casi dos horas y se despidió con un "Estamos para servirle".


-Madre ¿por qué jamás me depositas el dinero directo en la cuenta y me haces pasar por esto?- le pregunté al salir.

-Es que conociendo como eres, pensé que necesitarías algo de ese dinero para comprarte unos nuevos zapatos, porque no creo que quieras llegar al verano con esos zapatazos de guerra.

Entonces observé mis zapatos, todo terreno, con el polvo de todas las ciudades impregnado desde hace un mes y me di cuenta

que el dinero y no el "buen gusto" es lo que te hace buscar comodidad en
las cosas mas simples, pero capaces de llevarte mas lejos que cualquiera.

lunes, octubre 30, 2006

Lunes/ Retazos

Caution: Posts Down.


Parece que lo de estar tristes, nos hubiera agarrado en bloque. Toda la gente a mi alrededor está un poco triste. No quiero preguntarles por qué, ni desearles que se mejoren. Cada quien tiene sus propios plazos para sentirse bien y su derecho inalienable a sentirse una mierda de vez en cuando.

Yo no me siento así, solo estoy en ese estado melancohólico, que sigue a las grandes migrañas. Con sueño y sin sueños. Caminando lento y sin ganas de hablar con nadie el tiempo suficiente para que me pregunte si de verdad me siento bien.

Es bueno escribir, nadie pregunta.

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Hace algunos semanas hablé con Claudio, hablábamos de los tipos que trabajan en el proyecto de la India, que son unas tremendas bestias sin capacidad de decisión. Hablábamos de uno en especial que había echado a perder todo su proyecto y por loq ue ahora le estaba escribiendo un mail de queja a los jefes. Yo colaboraba al mail con expresiones varias, aminorando los insultos.

Es admirable la globalización, yo era una peruana hablando desde Chile, a un chileno que trabaja en USA de cómo despedir a un indio que trabajaba en Bangalor y al que yo ni conocía. Entonces me doy cuenta que hablo a diario con cientos de personas que no conozco, pero sobre los cuales tengo cierto poder de acción y reacción. Tengo un pequeño poder mal enfocado.

Algo así como estar en el lado oscuro de la fuerza, pero sin querer asumirlo por completo.

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Sigo sin menstruar, debe ser el desequilibrio hormonal, lo que me pone de mal humor. Me pregunto que pasaría si usara anticonceptivos hormonales...Vaya, estaría hecha una loca! A veces me pregunto como hacían en la antigüedad para introducirles piedras en el útero de los camellos hembras y así evitar que se embaracen; era una especie de T de cobre, pero de piedra.
Me imagino con una piedra en el útero, como una versión morbosa y uterina de Demóstenes. Una piedra que me preserve estéril, una piedra que pueda hacerme hablar. Una piedra que haya migrado de mi cabeza a mi matriz para evitar que pueda parir individuos inútiles como yo.

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Mi madre bromea cada vez que le pido algo, dice que no lo hará, que sólo me ayudará si vuelvo con mi primer ex y me caso con él. Sabe que eso me hace rabiar. Que ese camino jamás lo recorreré. Que jamás volveremos a ser amigos. Ella no sabe, por supuesto, que la última vez, él me trató como si yo fuera nada, un bagazo con el que puedes acostarte sin besar en la boca. Alguien que puede satisfacer su deseo, mientras sigue con la novia perfecta, virginal y buena.
Como lo fui yo en un principio, antes dél, antes de todo.
Pero eso no le digo a mi madre, prefiero que siga pensando que soy una loca que no sabe lo que quiere y se enamora siempre de quien no debe.

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Me acabo de dar cuenta que yo también estoy triste. Pensé que solo era melancolía, pero en verdad estoy triste. Ojalá me calme pronto y todo vuelva la normalidad, ya van dos días en este estado de ser y no ser, disuelta en el limbo. Ayer, incluso, comencé a contarle mis mejores cuentos infantiles a alguien de mi edad. Fue extraño, se me habían venido a la mente todos, Las Mil y una noches, los cuentos rusos, los cuentos del Brasil. Todo era tan fácil cuando era niña. A veces, cuando cuento esas historias, me siento igual de inocente que entonces. Igual de buena. Igual de esperanzada en hallarle un final feliz a todos esos cuentos truncos de finales extraños.

Tal vez un día, yo misma te cuente alguno.
¿te agradará oír mi voz?

domingo, octubre 29, 2006

Domingo en Casa

Es domingo. He tratado de pasar el día sin tener que decidir que hacer con mi vida. Se supone que esta semana es la final, para saber si quiero vivir en Lima, o si quiero morir en otra parte. Prefiero no pensar hasta el último minuto, eso siempre da resultados.

Ha llegado a tanta mi ansiedad, que he estado alejada de computadores u otros objetos que me estimulen a describir mi estado y a volver a la introspección diaria de ¿Qué quiero hacer realmente con mi vida? Así que me he decidido a ayudar en casa. Hace años que no lavaba ropa. Recién hoy día me di cuenta. Hace varios años que solo vengo a la casa, dejo mi bolsa de ropa sucia en el patio y dejo que alguien más la ponga en la lavadora. No importa si es ropa blanca o de color, si está tremendamente sucia o solo con olor a cigarro o perfume pasado. No. La dejo toda junta y alguien se encarga de hacerlo.

Pero hace algunas semanas, mi familia se ha declarado en huelga. Al darse cuenta que no sé manipular la lavadora, que no tengo idea de cómo programarla o que ciclo elegir para determinada ropa. Es un asco, con la tecnología digital a veces me siento una ignorante en cualquier campo. Así que hoy voy al patio y decido lavar la ropa, separo cada prenda y decido lavar a mano todas las ropas pequeñas. De pronto me doy cuenta que hace como 10 años que no lavo a mano, ni utilizo jabón y menos, uso cloro. Soy una inútil total, creyendo que puede vivir sola. Ja! Sola pero cerca de papito y mamita para que le solucionen los problemas. Soy un fiasco, pienso. Jamás viviré con alguien, solo para evitarle la tortura de tener que mantener a un parásito como yo. Pienso tantas cosas negativas, que solo falta que me flagele con la ropa mojada y diga Por mi culpa, por mi culpa!

Luego voy a la cocina. Quiero ayudar, digo. Pero no hay nada que hacer. ¿Puedo pelar las papas? Claro, dice mi madre, algo sorprendida. La verdad es que siento que necesito contacto humano, que quiero estar con gente alrededor todo el tiempo, que no quiero quedarme sola como ahora, para evitar pensar. La comida huele bien, hoy no he hecho ejercicios, ni me he bañado, sigo con el pijama y los cabellos de bruja. Si alguien me viera en este momento, pienso, vería a la mujer mas fea de la tierra, con un aspecto deplorable de ropa ancha, cabello volando, unos gruesos anteojos y la cara sin arreglar.
No quiero casarme, pienso. Si me caso, alguien un día me verá así y pensará que incluso Alf puede ser mas atractivo que yo, me querrá por compasión, se quedará conmigo solo por alguna gratitud injustificada. No querrá tener sexo, me preguntará ¿Dónde está la mujer de la que me enamoré? Y yo seré tan honesta que no sabré que contestar. Probablemente si sigo sin trabajar, simplemente me vuelva ama de casa y me suicide.

Aun no es hora de almorzar, todos aun siguen llenos. Mi padre corta las hojas de la parra en el patio, mi hermana barre, mi sobrino arregla su habitación, mi madre cocina. Nadie dice nada, solo asean la casa en silencio y con rapidez, como si esperáramos a alguien para el almuerzo. Pero yo estoy habladora, comento con mi hermana, acerca de mi carrera, rajo un poco, me permito decir groserías que no sean solo escritas. Me siento rara, alguna vez aprenderé a hablar porquerías sin sentir que hago algo malo. A veces me siento como un Norman Bates, con una personalidad para hacer y decir cosas descabelladas, pero que en la vida cotidiana, duda incluso para matar una mosca. Esa soy yo, pienso. En la vida familiar,
Laura Hammer está oculta como un monstruoso ser capaz de romper todos los límites y decir todas esas cosas que puedan herir a los demás y con frecuencia a si misma.

Llega la hora de ir a la mesa. Pero antes aprovecho para hablar con mi padre, quiere que le revise un tumor que le ha salido en la frente. Mi viejo llama tumores a cualquier cosa que le aparezca en el cuerpo, tiene una fijación con el cáncer, que raya en la hipocondría. Luego me dice que mi hermana y mi madre lo han hecho rabiar tanto en el desayuno que teme que esté dándole un derrame cerebral.
Yo soy una mala médica con mi padre, trato de quitarle toda importancia a sus
males y no le doy posibilidad a que piense demás. A que haga lo que todo
paciente ansioso hace cuando habla de sus problemas: Sentirse importante
.
Luego le doy un masaje al cuello. Hacerle masajes a mi viejo es como tratar de doblegar a un toro, todo está tan tensado, que siento que los dedos se me parten. Estoy preocupado por ti, me dice. ¿Por qué? "Porque cuando las personas comienzan a hacer cojudeces están anunciando su muerte". Obviamente con cojudeces, se refiere a todas aquellas cosas anormales que he hecho hoy, como lavar, barrer y ayudar en la cocina. Yo me río, me hace reír. Luego pienso que tal vez me esté muriendo y aún no lo sé. Ese pensamiento me tranquiliza.
La muerte es un lugar tan cómodo para el que no quiere pelear por nada.

Es domingo por la noche, habla la ministra de la mujer por el noticiero y no puedo contener la risa. Es tan tonta.
Sra. Ministra, le preguntan, ¿porqué ha contratado gente sin experiencia para su despacho? Ella trata de negar que es a causa de la Búfalo Card y responde que son gente muy capaz y con muchos títulos y doctorados, incluso del extranjero. Usted ha puesto en la jefatura de tesorería a un joven que recién está terminando la universidad, enfatiza el periodista. “Es que hay que dar oportunidad a los jóvenes”, dice ella, con descaro. Pero ministra, en el CV de sus asesores, aparece que son practicantes solamente, que su título profesional está en trámite. Y ella dice la que de seguro será una frase célebre “Es que no lo pusieron por modestia”. Entonces la cámara hace zoom a su cara de palo. Y yo me muero de risa.
¿Quién dijo que para relajarse una necesitaba ver programas de humor?
Simplemente hay que poner el canal de noticias peruano.

Es domingo, casi media noche. Mañana empieza la primer semana que decide el resto de mi vida. Quisiera detener el tiempo, no tener que decidirme a nada. Tener 11 años y decir que tengo fiebre. Una fiebre que me vuelve incapaz de salir de casa, de dejar de escribir, de asumir mis miedos o buscar mi destino en otra parte.
Es domingo, fuck! Siempre domingo.

sábado, octubre 28, 2006

Nada de Nada

Hace dos días que está nublado, de pronto la gente parece gris y mi humor también. No me molesta estar así, digamos que es un estado de latencia. No ocurre nada, todo está inmóvil, sin embargo, mi ritmo de sueño se ha alterado de nuevo. Duermo demasiado, tengo sueños kilométricos, tan elaborados, que parecen un largometraje de ficción. Luego despierto algo alterada y solo quiero escribir, como ahora.

Despierto y siento que el día será larguísimo, pienso que si quiero ir a la playa debería dejar de desayunar y hacer mas ejercicio. Entonces me quedo mirando al techo sobre la cama destendida y pienso en esa historia que hace días quiero escribir, pero no hay la suficiente tranquilidad para recordarlo todo. Pienso, pienso y de pronto ya ha pasado media hora. Una unidad de tiempo en mi inútil vida de soñadora.

¿quién sabe? A lo mejor un día la escribo pienso y me voy al baño a terminar de despertar bajo el chorro de agua fría.


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No sé porque le temo a Buenos aires, a veces siento que hay algo allí que me espera, que una vez que llegue ya no podré salir. He pasado algunos días sintiendo una ansiedad extraña por saber que iría. Como si estuviera alguna clave del destino en esa ciudad, no te miento he sentido incluso miedo. Por eso al enterarme que podía elegir, he preferido no pasar mi cumpleaños allí. He preferido volver sola y sin nadie a la vista. Al destino hay que sorprenderlo a solas, para una batalla a muerte y sin testigos.

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Hoy he preferido escribir así, ando tan dispersa que sé que no terminaré una idea, pero necesito escribirlas para ordenarme un poco. Para tomar el control de algunos pensamientos volátiles. Para que no se acumulen ideas tontas por la noche que no me permitan dormir, que me hagan soñar nuevamente con esas playas solitarias, con esos cielos de fuego y esa gente a la que me parece conocer de algún otro tiempo. Un tiempo mas allá del tiempo.

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Una vez conocí un hombre que se veía muy bien, que hablaba muy bien, que escribía y pensaba muy bien. Del cual me comí el primer elogio y pensé que estaba hecho a mi medida. Quise salir con él, soñé con él muchas noches, luego pretendí olvidarlo.
Luego conocí por segunda vez a ese hombre y era un cínico, un mal tipo, tan mordaz que me dejaba agitada después de hablar con él, un tipo que no merecía que saliéramos nunca, porque estaba segura que si salíamos, lo vería tan lindo, que pelearíamos, nos acostaríamos, hablaríamos como viejos amantes, volveríamos a discutir…probablemente yo me enamoraría.
Hubo una tercera vez que conocí al mismo hombre, pero esta vez lloraba con voz de niño y yo pensé que no era tan malo, que solo estaba deprimido por eso hería a todos y pensaba que con pedir disculpas era suficiente. Le dije que lo entendía porque en cierta forma éramos iguales. Él se río y me recordó que la primera vez que hablamos, él me había dicho lo mismo. Entonces supe porque no debíamos vernos nunca. Era demasiado riesgo.

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¿Por qué siempre hablas de sexo? Me dicen. Yo no lo sé. No me he dado cuenta que lo hago. No creo que lo haga siempre. No me parece malo. Quieres provocar, me dicen. Eso buscas y luego te quejas. ¿eso busco? Hablo de cosas sexuales, porque pienso en eso con frecuencia. ¿acaso las mujeres no piensan en sexo todo el día?...A lo mejor no…O al menos no lo escriben.

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Hace dos días que está nublado, ciertamente, eso ha contribuido a que me halle así tan tranquila y pensante: pienso en el Caníbal, es tiempo ya de iniciar esa historia. pero a veces me da ocio, quisiera dictársela a alguien, que alguien escriba por mí. Pero no, no puedo. Debo dedicarme más y escribirla completa. Ahora cae el agua más blanca y más fría que de costumbre a pleno día nublado, deberían hacer un jacuzzi, pienso. Luego me burlo de mi misma. Si hicieran un jacuzz no saldría nunca más de esta casa. Simplemente lo tendría todo.


Tu Boca

Tu boca es un metal que se dobla por un beso mío,
Un metal herrumbroso por el recuerdo de mi humedad,
Un metal brillante a veces, tan filudo y frío,
Que me deja sangrando si te beso antes.
Eso es tu boca…Tu boca.

Mi boca, es lo que tu llamas una gruta oscura
Donde de vez en cuando hallas mariposas
Y otras soledad y hechizos de bruja,
Mi boca…tan triste…Mi boca.

Me hace pensar que no debería tocarte,
Que el continuo rodar de tus poros vacíos,
Y el continuo rodar de mi vida vacía,
No deberían unirse nunca.
Que es mejor seguir escribiendo
¿quién sabe?

Tu boca que es cera derritiéndose
Cuando me explora,
Mi boca que se vuelve de azúcar,
De limón amargo,
Llena de sabores y mixturas.

Tu boca en la mía, muriendo
Mi boca en la tuya en pos de redención.
Tu boca que ya resucita en mi beso,
La mía que ha empezado a agonizar
al saber que ese beso, si era de amor.


Ese nuestro único beso…el último de todos.



Desatinos de Madrugada

Estoy escribiendo todavía, muy despierta, muy despierta…
Como si mi voz pudiera cortar la noche y mi palabra curara alguna herida,
Sigo escribiendo sigo…y voy tan despierta que me asusto,
De lo consciente que estoy esta noche, de los embrujos a los que me rindo, de las caricias de las que aun soy víctima.

A veces, quisiera escribir para ti, que me veas mientras yo escribo. Me gusta tu placer voyeurista de verme cuando lo hago, de verme cuando me desnudo, de verme ¿por qué no? Cuando a veces sufro. Y yo me expongo, claro…me expongo. Y quisiera no tener que exponer mi carne y mis huesos o mi boca, quisiera que pudieras ver más allá de las simples palabras, pero es inútil. Cuando yo te hablo, nos miran todos y todos opinan y todos pueden sentir que mi poema es suyo, se lo apropian, me lo quitan. Solo tú sabes que aun escribo para ti. Solo tu sabes…¡bah! ¿Que importa?

Es de madrugada y yo sigo escribiendo, pensando, dejándome llevar por oscuros recuerdos. Quisiera contártelos todos, me es tan indiferente la eternidad que podría pasarme viviendo la vida minuto a minuto, para contártela luego, en algún después antes que me vaya. Que me vaya a otra parte ¿quién sabe? Yo no soy inmortal, ni un ángel eterno. No soy alguien que perdurará por siempre, pero si te lo cuento. Si te llego a contar todas mis cosas, tal vez trascienda entre tanta ficción una mentira que suene a verdad. Tal vez descubras mi realidad, revolcada en el fango de las bocas ajenas, de los labios murmurantes, tal vez trascienda algo de mí y me quede para siempre. En alguna memoria. En una sola.

Es madrugada y, quisiera decirte donde estoy, a donde puedes llamarme. Quisiera que me veas, aunque no puedas tocarme, quisiera darte algo de mí. Algo al menos, que te haga pensar que mas que palabras, yo te pude regalar, una idea, un sentimiento, una pasión por algo…quien sabe? Pido mucho…¿Quién soy yo para moverte del mundo?
Para desubicarte? ¿Quién?

Los hombres como tu buscan mujeres simples, que amen la sensibilidad y tengan una voz baja, que se alegren cuando hay que alegrarse y que arrojen una lágrima solo cuando es necesario. Tú no sabes la mujer que quieres, pero la quieres. Ya, ahora mismo. Alguien que no me complique demasiado, dices. Alguien que no me tire para abajo. Y yo oigo esas palabras que no terminas de pronunciar y me río. Porque yo quisiera que te compliques conmigo, que una vez en la vida, dejes las ganas de que la vida se te haga siempre fácil y todo te sea regalado y vengas a complicarte conmigo, a botar una lágrima viendo la comedia de la que el mundo ríe, o riéndote en la fanfarria de esos velorios sin muerto. Yo quiero que te compliques.

Y que me compliques a mí ¿Por qué no hacerlo? Que me mires y no sepa si me miras con alegría o me miras con pena. Que no sepa hasta el último momento si fue amor lo que tuvimos, o una batalla de sexo; si fue solo una demostración de ternura, larga y pesada como película muda. Solo caricias, solo palabras tontas…Yo quisiera que te compliques conmigo y yo poder hacerlo contigo. Odiarte, como a veces siento que te odio, por esa vida que no terminas de atar nunca, por esos cabos sueltos con los que un día vas a ahorcarme, por esa indecisión de tomar el toro por las astas…por esa mediocridad ¡por Dios! ¿Acaso no es mediocridad el que no puedas amarme? Que no te inspire más que ese gesto de “sería feliz contigo…pero no ahora…Jamás ahora”
Yo quisiera eso ¿me entiendes? Que dejes de esperar de la vida esa eternidad que promete, alguna otra vida en donde vivir sin errores, algún otro cielo en donde no haya dolor, algún otro tiempo en que las cosas sean perfectas. Quisiera tener el poder de levantarte de la silla y hacer lo que tengas que hacer para venir a verme, hacer lo que debas hacer para creer en ti…en mi…en esto….que ni sabes que existe…

Es tan triste…A veces simplemente, es tan triste. Que no sepa quien eres, ni por tu rostro, ni por tus gestos…que puedas ser cualquier persona y de repente, zas! Ninguna…Porque yo quiero que te compliques conmigo…pero es tan sencillo no hacerlo, voltear la página irse. Abandonarme, para que me ame otro, para que me de lo que no quieres darme. Para que otro sea el que sufra con la incertidumbre de pensar si amo realmente o no he amado nunca. Para que sepa lo que tú no te atreves a averiguar y me deje…nuevamente…sola, nuevamente. En esa petición eterna de amor sin respuestas…¿quieres complicarte conmigo? Porque yo si quiero.

24 horas de mundo real

La pregunta para el ensayo en francés se refería a ¿Qué acontecimiento había cambiado mi vida. En la practica oral había ensayado la típica ...