sábado, septiembre 27, 2008

Ok, escribiré aquí, porque ya envié todos los mails pendientes y porque no puedo concentrarme en el libro que estoy estuiando y porque éste ya se volvió un blog enteramente personal.

No sabía que eso pasaría cuando comencé a ejercitar mis deditos en pos de una nueva historia, pero bueno...que mas da? Lo único beno/malo, es que como ya no viene tanta gente solo pasan a obsrvar algunos tíos viejos conocidos de mi otrora época de blogger.


Caray...no sé de que escribir, sería mas fácil hablar con alguien, pero si salgo no terminaré el libro y ese capítulo es bastante aburrido, mas que para médicos parece para ingenieros.
El otro día que renegaba d emi poco tiempo libre para hacer vid social unod e mis compañeros me dijo que le ponga visión positiva, que debería sentirme como parte de ua élite porque pocos llegan a ser médicos y poquísimos hacen la especialidad que yo elegí y poquísimas mujeres terminan la especialidad que yo a duras penas llevo...O sea, deb sentirme feliz por pertenecer a una élite de nerds sin vida social...ay!

Ascención a Machu Picchu

Para fotografiar esto...
Esta necia (yo pues, quien mas)
Tuvo que subir hasta ahí a esperar a que amaneciera...


Se llama la casa del vigía y helarse el trasero con un montón de desconocidos en espera de un milagro ( que escampara ) fue una experiencia maravillosa.

viernes, septiembre 26, 2008

Y claro que esa tarde que me quedé sola empecé a quererme: No llamá a nadie en busca de apoyo o consejo, seguía pensando en él, era obvio, un último beso que quemaba los restos de las bocas vanas que pasaron por mi lengua.

Y claro, llegó la noche y pensé como era habitual en mí, que tal vez era mejor no volver a verlo, siempre me habían gustado las historias truncas derramando alguna belleza, llegar al final de ellas, siempre creba pánico...y yo ya estaba cansada de sentir miedo. Esa noche me fui, como me voy siempre jurando no mirar atrás, pero como cada mañana volví tras mis pasos en busca de un beso fantasma.
Esa mañana salió sol en la ciudad mas triste del mundo, la gente se desperezó de su largo disfraz taciturno, hicieron muecas extrañas, caminaron ligero y en un santiamén se prepararon para recibir una estación entera de sol y brotes en los árboles. Allá afuera alguien reía diabólicamente de nosotros, era tan fácil hacernos felices bstaba un rayito de sol en el cielo, para volvernos crédulos.

jueves, septiembre 25, 2008

Microhistorias

Y claro, la tarde que regresé a casa, mi cama estaba revuelta como siempre y en la ciudad soplaba ese viento infernal que hacía volar por el aire a las gallinas y la ropa interior colorida.
Pensé que acaso fuera una buena seña haber vuelto en un día de caos, como en el inicio del universo, al abrirse la matriz de tiempo para crear una manada de gente solitaria adoradores de fuego.
Durante el inicio de la primavera de aquel 2008 aciago, lo único realmente milagroso fue ver florecer en mi pecho un poco de esperanza.







(Estoy oyendo Qué hace una chica como tu en un sitio como éste?)

martes, septiembre 23, 2008

no tengo sueño...

asi que para provocar algo de adormecimiento empezaré con el viejo truco de "qué es lo que deseo?" (como soy tan mujer= consumista/indecisa/caprichosa/ocurrente, esta labor me quitará varios minutos de vida y de tanto pensar caeré muerta de sueño) A ver...

qué deseo?

- Un frapuccino...y no estar enferma
-irme de esta ciudad horrible y tomarme unos 6 meses sabáticos en algun lugar con mucho sol y gente alegre
-tener algún amigo fanático de Calamaro, para no sentirme tan freak en el concierto de Calamaro
-tener algun amigo con dinero para botar y que me invite a la presentación de Bajofondo en Lima
-un helado de lúcuma al despertar mañana
-una carta de Rafa
-tener "El mundo" aquí mismo y autografiado por J.Millás
-un cd de Iron maiden, porque no tengo en claro que tocaban
-tener mas imagincación porq no se me ocurre q mas desear...

(se escuchan grillos literalmente)

desearía...que fuero de nuevo un jueves en alguna playa del mundo y hallarmelo en la playa como si nos hubiéramos conocido desde siempre y hablar de libros y de poesía como si tuviéramos todo el tiempo del mundo y reirnos bajo ese sol calcinante de las siete de la mañana y dudar de si me vio nadando desnuda o si solo me habla porque al igual que yo quería simplemente hablar de nada. Y de nuevo fingir que el tiempo no pasa y que mi avión parte en 2 horas y que el suyo en 7 días e ignorar que no hay tierra que pueda albergar en un mismo lugar y en un mismo momento a dos solitarios, soñadores como nosotros. Fingir que no me importa saber que no nos veremos mas, mientras el mar se encrespa en nuestra primera y última madrugada juntos. Fingir, que ese milagro de hallar y ser hallado puede ocurrir una y otra vez, aunque en realidad siempre suceda solo una única vez y de esa vez no squede el recuerdo el resto de nuestro vida.



Desearía poder crear mas que palabras y líneas, volver a intentar pintar algo, volver a intentar dibujar, volver a intentar diseñar vestidos...Volver a intentarlo y que el tiempo no corra tan rápido, ni que mi día esté sujeto a relojes, horarios, personas, demandas, pedidos, gritos de rabia, de auxilio, el caos ususal de la gente que se abandona a morirse minuto a minuto, trabajando, siempre trabajando.


Desearía volver a enamorarme y sentir de nuevo ese dragón chino en el estómago, creciendo mas grande que yo misma, dándome fuerza para hacer lo que sea posible. Esa fuerza de creer, que a menudo me falta.

Desearía volver a creer en las personas, a confiar en la gente y dejar de pensar que el ser humano es malo pero aun así hay q hacer algo por él. Desearía tener un poquito de fe en que la gente es agradecida y un día las cosas se revierten y si haces el bien , el bien se te devuelve...bueno, tendría que dsear vivir muchos años, o creer en la vida eterna, para creer que el bien retorna a ti...asi que creo que ese deseo no cuenta.

Desearía que nunca se me acabe la libido. Que no me vuelva una ama de casa aburrida priorizando su trabajo o una imagen ante el resto de gente. Quisiera seguir siendo tan sexual como hasta ahora, aunque me desesperen las esperas en pos de...alguien que se sepa entregar y sepa tomar.

Desearía publicar un día un libro, en papel e impreso, aunque para ese tiempo ya nadie leyera textos impresos y todo se dijera simplemente por internete, quisiera morir con la satisfacción de haber puesto en papel algo mas que un testamento o una receta médica. Y no hablo de publicar como médico, hablo de publicar como yo misma, la de aquí dentro al que se cambia el apellido a nombre de herramienta, la que se quiere matar a diario pues.

(Dije matar, no suicidar...debo recordar que no debo mencionar la soga en la casa del ahorcado)

Desearía conocer a Fito Páez y estar en un estudio con Iñarritu. Desearía un jacuzzi para mi sola ...bueno tambien para Iñarritu...y muchas violetas en el agua...( Ok, que el jacuzzi sea para mi sola, los hombres no entienden esas tonteras) velas en el piso, una gran ventana y una vista de París amaneciendo (en primavera, no ahora)


Desearía conocer Tailandia a pie y saber bailar tango la proxima vez que esté en Bs As.
Hacerme una liposucción y salir a bailar samba en Rio (no digo calata, porque la verdad me fascinan esos trajes de piedritas)

Desearía estar en un concierto en la misma tabla que Nacha Pop ( aunque ahora se vean decrépitos y hechos mierda) y sentir esa fuerza al oir mis canciones favoritas.

desearía...(ya estoy bostezando) un perro y vivir al aldo del mar. También estar embarazada y que sea una pequeña niña, hija de alguien a quien en realidad ame.

Desearía poder contar un día, sin usar mi nombre de alter ego, que escribía, escribía y escribía siempre de mi y de mi mundillo de seres alocados y que alguien entienda ese punto de mi vida, sin joderme ni alabarme. Que disfrute como yo de ese tiempo en que todo Prozac era sustituido por letras que a veces sonaban bien y otras una porquería...misma vida hippie, que alguien recuerde que fue bacan esa época mía, aunque nadie recuerde exactamente porqué.


Ok, ya tengo sueño....hasta mañana a mi.

domingo, septiembre 21, 2008

III. Con la maletica



Ha escampado el cielo- me dijo él, esa mañana. Y yo me di cuenta que jamás en mi vida había oído una frase como esa.

De Bogotá solo conocí el aeropuerto, un bar y un hotel demasiado alto. Se supone que decidiría acompañarlo en el camino de conocerlo, odiarlo, amarlo. Y vaya que decidí. Acostada sobre su pecho, en una tina redonda acababa de decidir, que seguiría mi camino con él adonde fuera.

Entonces, partimos a Cartagena. Yo, aunque había perdido un poco el miedo, no dejaba de pensar que “si algo sucediera” ya no tendría dinero con qué volver a casa. El adelanto en el trabajo solo había alcanzado para comprar el boleto de avión ida y vuelta a Bogotá y aunque visitar la playa estaba en los planes, nunca me pareció demasiado cierto, que yo pudiera conocer el Caribe. Él, había planeado esas vacaciones en demasiado detalle y a mí, me asustaba la idea de seguir tomando aviones a quien sabe dónde.

Nuestra primera mañana juntos, caminamos de la mano por un aeropuerto atiborrado de gente, yo con el cabello mojado y él llevando mi maleta pequeña. Esa que luego sería mi "maletica" para cualquier viaje a su lado. En el cielo, las nubes se unían por el rabo ocultando la tierra que a medida que ascendía el avión empequeñecía hasta volverse una mancha rojiza del color del olvido.


Hasta ahora pienso en Cartagena como una ciudad de ensueño, llena de murallas y rastros de piratas. ¿Qué importaba si mis padres se morían del susto buscándome como si me hubieran secuestrado? ¿Qué importaba si moría mañana? Mi única verdad en ese momento era su mano tibia, sujetando mi manita húmeda. Llevándome por islas y puertos a beber el café tinto y a bailar en las calles como si fuera de nuestra vida el último día.

Para ese tiempo él ejercía ese poder en mí. Podía hacer surgir castillos de la nada y llevarme a través de su palabra a sitios inimaginables en donde no había límite de tiempo. Pensé con inocencia que la vida sería igual siempre. Que su presencia en mi vida aseguraría días de carnaval y noches de vino eternamente.


Mi familia comenzó a buscarme desesperada, mi jefe envió cartas de despido. En Lima, la triste la gente me buscaba para que regresara a una vida de pesadilla y de despertar a nada ¿qué les importaba a ellos si yo quería dinamitar quien fui y transformarme en lo que sería? ¿Acaso alguien se había tomado la molestia en creer que mi vida podía ser diferente?


Los viejos dicen que fue ese amor loco el que me cambió para siempre. Yo pienso que fue la decisión de seguir a alguien. Yo no estaba enamorada, no me enamoré al volverme suya, ni al aceptar ese viaje de aviones, yates y playas escondidas. Tal vez, me cambié al creer que todo era posible, al volverme loca, al creer, que todo era posible a su lado.

Ya ha escampado el cielo- me dijo esa mañana. Y yo supe que jamás había oído esa palabra, porque en mi realidad, el cielo jamás escampaba, ni las nubes jamás se retiraban a ver un rastro de sol. Porque en donde yo había nacido, la gente se miraba la punta de los pies para seguir adelante…Y yo sólo tenía 21 años, una edad en la que sólo se busca poder volar, pero hasta ese moemnto nadie me había avisado que yo podía tener alas.

miércoles, septiembre 17, 2008

Y el viento ulula en mi ventana, mientras va cayendo la ropa al piso como flores muertas. Las cortinas ausentes en mi casa-refugio, solo dejan ver el panorama gris de la ciudad con nombre carnavalezco.

Lima, Lima...si viviera en culaquier otro lado, esta ciudad asentada al lado del mar en medio de un desierto de arena, me parecería un paraje romántico de colores alegres. El lugar perfecto para ir de vacaciones o para enamorarse...y sin embargo, es la ciudad mas triste del mundo.

Mi cabello se suelta, se torna salvaje como una planta sin nombre. Me quedo de pie mirando los edificios a medio construir, los techos vacíos de casas ajenas. Un mar de concreto entre mi cuerpo y el mar. Casas y mas casas desperdigadas a la orilla de mi vista. Ojalá esta ciudad oliera a fruta como dice su nombre y el mar siempre fuera azul, como se espera que sea.


Sin embargo, la ciudad se detiene ante un viento que ulula, casi hablando en mi ventana...Cierro las cortinas y sueño, sueño que en algun lugar y en algun momento, mi tiempo deja de serlo y de pronto se vuelve Nuestro...

domingo, septiembre 14, 2008

Escritura de Domingo


Hoy voy a escribir porque es domingo y no tengo nada más que hacer (nada emocionalmente importante, me refiero). Además, voy a tratar de escribir algo corto. Que no suene triste.

(Bien, ya escribí mis objetivos)


La semana ha estado un poco triste para mí, yo no lo sabía, me di cuenta cuando estaba en el taxi y llevaba casi 20 min. Sin hablar con mis padres, estaba ensimismada en mis propios mundos, pero ya no recuerdo lo que pensaba. Solo sé que estaba triste. Porque en mi familia estar callada es sinónimo de estar triste...o idiota...Ese es el apelativo cuando los hijos o mi madre callábamos ¿Por qué están idiotas? nos preguntaba.

Ahora me doy cuenta, que la mayor parte del tiempo hablaba solo para no tener que oír esa pregunta. Y siempre veía de mí, no mi verdadero yo, sino el calificativo que se me pusiese. Temiendo no ser lo que se esperaba que fuese.
No culpo a mi padre, en realidad culpar a la gente no trae nada bueno. No cambia las cosas, solo es un asunto de "la realidad que me tocó vivir", así que la asumo no más...sin psiquiatras.


*

Durante la semana también, ha habido mucha gente que me ha tratado mal, trataba de buscarle un patrón a ese comportamiento, para hacer una hipótesis de ¿Por qué a mí? Y no hallé causa, me cansé de buscarle causa. Al final la conclusión fue: No es culpa tuya, la gente es mala per se.
Durante mi adolescencia siempre pensé que todo era mi culpa, porque apenas me quejaba de algo o de alguien, mi padre se encargaba de hacerme ver que yo era la mala y no ellos. Me hacía ver que era mi personalidad reflejo de la suya, la que me hacía una persona jodida e insufrible. Que la gente era sensible y se molestaba, que iban a sus casas a tramar venganzas y que tenían como premisa no tenerme cerca porque yo era un ser dañino.
"No puedes con tu genio", me decía. Así que yo, más que intentar explicarle, me iba a un rincón a meditar todo el discursete y me sentía mala. No quería parecerme en ese aspecto a mi padre, pero supongo que algo de verdad había. Con el tiempo, comencé a alejarme de la gente y vi que era mejor andar en pequeños grupos de 2 ó 3 en quien pudieras confiar que en mucha gente.
Me di cuenta que la popularidad no lleva a nada, que la mitad de la gente en realidad te odia, que es mejor agachar la cabeza y no ser encontrado.
(Léase la niña Lorena, para ser más gráficos)
A mi paso por la juventud, me di cuenta que tampoco eran buenos los dúos o los tríos, que a veces en la única persona que podías confiar era en ti misma y a veces...en tu pareja.
Eso, como siempre, resultó una verdad a medias.

*

Yo odiaba, es cierto. Odiaba con vehemencia y dolor. Odiaba, porque en el fondo sabía que mis odios estaban dirigidos contra personas o hechos a los que jamás podría enfrentarme o ganar la partida. Gobierno, sistema (colegio), sociedad, amigas, rivales...Todo representaba un solo ente deshilachado en cientos de entidades que obstaculizaban mi felicidad. Por lo tanto: Sufría.

Sufría por el chico que amaba y que estaba enamorado de mi mejor amiga; sufría por mi mejor amiga quien coqueteaba descaradamente con el chico que me gustaba. Sufría por estudiar y estudiar y no tener la nota que merecía. Por los profesores que no respetaban, por el microbusero que me cobraba doble. Porque al comprar me dijeran señora y no señorita. Porque hubiera engordado 2 tallas. Sufría por todo…A veces, ahora…también sufro, pero ya es menos, porque he decidido no odiar.

Odiar es cansino, te quita horas y días de pensar en ti para pensar en una realidad alterna donde los malos tienen castigo y tú eres la heroína. Es tonto también, porque al final de la escena tratas de pensar lo que sentirá el otro, lo que sufrirá el otro y te olvidas como te sientes tu. Todo esto lo entendí recientemente, cuando durante las vacaciones, pensaba una y otra vez que haría él si yo lo dejara para siempre y su vida se volviera un desastre. Si yo hallara alguien que de verdad me amara…ja! Pensé tanto en cómo se sentiría él, al verme casándome con otro, que olvidé como me sentiría yo.

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Ahora no odio, no sufro, no espero...pero tampoco soy feliz. Es decir, estoy en un estado quiescente de ser y no ser. Por eso que no he hablado en el taxi, ni he sonreido ante un beso, ni he llorado ante su partida.
Supongo que la parte fea de crecer, es comenzar a volverte inerte...Pies de concreto, cabeza de arena.
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Es domingo, me propuse escribir algo corto y que no fuera triste. Creo que jamás podré hacerlo. Cuando escribo en mi blog, lo hago como si tuviera un coloquio con alguien que me entendiera, un terapeuta, un amigo, un cura, un novio. Como no voy al médico, ni me junto en grupos de más de 2 personas. Como soy casi atea y jamás tendré un hombre que me entienda, es entendible que escriba en mi blog, relajada y me extienda más de lo debido. Que escriba tanto, que leer estos cientos de líneas se haga de pronto algo cansino y aburrido, que escriba sin arte, sin lírica ni acento. Cuando escribo en el blog, a veces soy honesta, especialmente en las historias que no son mías. Porque soy honesta a los sentimientos que son el germen de mis personajes. Por eso no creo que deba decir cuando es verdad o cuando es mentira. ¿Acaso la vida no es una verdad maquillada de mentiras?
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Las caricaturas son de Liniers...y Fellini es el gato del que me he enamorado.

miércoles, septiembre 10, 2008

II. El sexo

- ¡Ni muerta chuparé eso!- fue el grito que di apenas estuvimos en la habitación.

Él me miraba cómicamente. Yo no entendía que le podía hallar de divertido a la situación, me sentía como si acabara de desvestirme para un sátiro. Y es que a mis 21 años. Si bien había frecuentado el tema sexual, eso de las chupadas y las poses raras seguían siendo para mí una suerte de quiromancia.
Es cierto, yo había dejado entrever con todas mis actitudes que no me molestaba para nada acostarme con él si se daba el caso, pero en mi decisión no se incluía sesión completa de amasijos y apapachos a cualquier robusto apéndice anatómico que él me pusiera enfrente. Está bien, tenía miedo, me sentía una estúpida por no haber pensado en eso. Para mí el capítulo “sexo” entre los dos, estuvo en duda hasta que me besó la primera vez, así que no me había detenido a pensar que esa podría ser la primera mentira que me descubriera.

De hecho ya había sido difícil entrar en un hotel así de grande con él de la mano. ¿Qué pensaría la gente de mí? ¿Se darían cuenta que entre él y yo no había nada en común más que una charla por chat? Miles de preguntas se atropellaban en mi cabeza, el alcohol había hecho lo suyo en el taxi, pero ahora de cara al mundo real, me daba cuenta que me estaba metiendo en una situación de la que no sería fácil huir completa.

El no insistió y se fue a dar una ducha, mientras yo desnuda junta a la ventana del piso 40 veía a la gente empequeñecida moviéndose como hormigas afanosas en un día laborable cualquiera. Pensaba que hacía 3 meses cuando habíamos hablado por primera vez, ni siquiera esperaba conocer su cara, era cómodo pasar los días hablando con un anónimo por esa ventanita luminosa en la esquina del computador. Alguien que vivía lo suficientemente lejos de mí, como para que cotejara mis versiones de la realidad. Yo ante él, podía ser lo que quiera y así fue. Las conversaciones habían discurrido de manera inocente hasta la primera vez que llamó a casa.

Llamada de larga distancia para hablar con un tipo de quien desconocía todo excepto lo que le ocultaba a su psicóloga. Y es que para esa época ambos nos habíamos embarcado en lo de confesarnos hasta los temores más íntimos, para purgar en algo nuestros demonios; tal vez fuera en eso lo único en que no le había maquillado la verdad: Mis miedos. Sin embargo, creo que para ese momento de nuestros encuentros virtuales había obviado decirle que mi temor más grande era al sexo, dado que yo jamás lo había hecho. Y es que los hombres tenían demasiados mitos con ese tema. Si le decía que aun era virgen tal vez habría pensado que yo era una niña tonta sin experiencia o por el contrario, habría querido darme caza solo por el hecho de hacerlo. No pues, no le diría nada, la variable “sexo de primeriza” no estaba en el menú. Habría sido mucha información para él, como definitivamente lo fue después de esa tarde.

Me empecé a dar cuenta, cuando acostados en la alfombra terminada “la gran faena” se quedó oyendo una canción cursi que sonaba por la radio con ojos lejanos: “…Lo mejor de tu vida te lo he robado yo…” Luego me sacó el cabello de la cara y me preguntó si sentía que acababa de pasar eso entre nosotros.
¡Mierda! Ya comenzaban las dudas. De ahí en adelante su cabeza instalaría toda una filosofía de hasta donde había metido la pata conmigo, de que si el primer hombre te marca para toda la vida, de que si algún día lo culparía por mi “desvirgamiento” de que si había sido muy brusco conmigo... Habló tanto, que me dieron náuseas. Odié a Julio Iglesias y a la maldita emisora que había en ese hotel.

¿Qué carajo le pasaba? A mí me había agradado porque parecía un hombre seguro de sí mismo, pero bastaba que el asunto de la virginidad rondara entre nosotros para que se convirtiera en un estúpido completo. ¿Qué importaba si lo había o no la había hecho antes? Eso del sexo había sido siempre una necesidad orgánica, que no había podido saciar, por miedo, es cierto, pero también porque no estaba en el lugar adecuado, no quería entregarme al primer idiota que me regalara flores terminadas las clases, tal vez al segundo o al tercero, aun lo estaba pensando y bingo! Llegó él. No significaba nada. ¿Que haya llegado virgen a él me definía como persona? ¿Podía definirme el cumplir con necesidades meramente orgánicas, como comer, beber o defecar? ¿Y el hecho de contestar un Sí o un No, representar un punto de corte para tipificarme en un grupo u otro: Bebedor o sediento, Virgen o sexualmente activa Como en las estadísticas de la sanidad pública?

No cabía duda que los hombres tenían más mitos acerca de la virginidad que nosotras las mujeres. Para mí hasta ese momento la virginidad representaba solo el miedo al dolor en el momento del corte de una supuesta membrana. Nada más. Hasta esa fecha yo, no solo me había masturbado y había tenido fantasías con él desde que vi su nombre en el encabezado de mis correos, sino que había deseado a toda hora tenerlo entre mis piernas. Así que de virgen, ya solo me quedaban restos celulares.

Su reacción a mi supuesta virginidad, no podía predecirla. A partir de ese día él me empezaría a tratar de otro modo, más delicado, algo más atento, como si estuviera a punto de romperme. A mí me dio risa todo ese cambio.

Tenía 21 años y el sexo no había representado mayor cosa en mi vida, algo físico como algún ejercicio extenuenante, nada más. Sin embargo, me comencé a preguntar si era solo por sexo, aquella sensación de querer sollozar terminado el acto.

¿Era ese el orgasmo del que hablaba todo el mundo, o en verdad ese tipo me estaba literalmente rompiendo por dentro?

lunes, septiembre 08, 2008

Memoria

Sucedió lo que tanto había temido: Estoy perdiendo la memoria.

Siempre pensé que el infierno en la tierra debía ser comenzar a olvidar als cosas que nos hicieron felices, las personas, los nombres, las claves de correo, la línea que seguía a otra en un poema, la dirección de nuestra propia casa.

Sin poder evitarlo lloraba ante los comerciales sobre la liga de Alzheimer. Casi me deshidrato de llanto al ver esa película...fuck! cómo se llama? ...Bueno a eso me refiero. Ya no recuerdo nada.

En la infancia solía jactarme de tener una memoria envidiable, recordadno, fechas, palabras, nombres de cualquier novela que hubiera leído. Supongo que era atribuible al interés que ponía en leer dichos libros, por eso no olvidaba ni siquiera la ubicación de una u otra palabra en un texto. Me sentía orgullosa, ningún esfuerzo para estudiar, ningún esfuerzo para nada.


En medicina tienes que leer bastante, que duda cabe, no solo leer, memorizar datos, cifras, fechas, para que todo cobre sentido. Igual que en matemáticas, que para hacer todos los cálculos has debido saber la tabla de multiplicar, si en medicina no sabes un par de cientos de conceptos básicos, mejor ni intentes hacer hipótesis ni conclusiones.

El hecho es que cada vez me cuesta mas recordar cosas que antes eran simples. O recordar el día del mes en que estamos, o simplemente pagar mis deudas.

Todos estos eventos inocuos no me quitaban el sueño, hasta que comencé a olvidar títulos, eventos, autores y todo se empezó a mezclar como una sola anécdota en mi mente.

Si alguien me decía sobre un libro o tal otro, yo no sabía si en realidad lo había leído. Admito que pueda olvidar cosas médicas ¡pero olvidar novelas que he leído y me han enamorado! eso era un desastre! En qué me estaba convirtiendo?

Lo último que pudo suceder fue haberme pasado la noche investigando sobre un tema en especial por internet y al día siguiente corretear al doctor, para decirle las conclusiones de mi exhaustiva búsqueda y de pronto zas! quedarme con la mente en blanco.
Ni para atrás ni para adelante, porcentajes, relaciones, todo se había borrado de mi mente, incluso enfermedades relacionadas, todo! Ni siquiera una palabra vaga como para florear al respecto...Me sentía una estúpida, el doctor mirándome en espera de mi discurso y yo frente a él, sin recordar porqué lo había detenido a mitad del camino.

No, no estoy enamorada. Simplemente, mi disco duro empieza a estar obsoleto. Me he vuelto un millón de veces mas lenta para recordar cosas triviales. Fatiga mental? o el camino al averno? no espero vivir un millón de años, pero odiaría despertar una mañana y olvidar para que vine a este mundo. Olvidar la continuación de un cuento, olvidar a quien amé, en qué lugar fui mas feliz que nunca. De quienes debo cuidarme, que calle me lleva a casa. O mis olores preferidos, la música que ha acompañado mis momentos mas solitarios. Tal vez habría un montón de gente para recordármelo, gente en comun...Pero y mi intimidad? Esas cosas que solo yo se? Mis pequeñas diabluras para hacer de este lugar un sitio habitable? ¿Quién me recordaría a mi misma?

Es una promesa de tragedia ...

Olvidarlo todo, como si de pronto ups! Yo jamás hubiera existido.

sábado, septiembre 06, 2008

¿Qué haces cuando los personajes se esconden y no pueden salir a escena? ¿cuándo no hay nadie que susurre una historia a tu oído? Supongo que en ese momento una se queda a solas y escribe de si misma.

Es cierto, he estado triste, algunas cosas han salido mal. Aplazar historias, aplazar viajes, dilatar esperas. Lo de siempre.

Y mi amigo el teclado esperando por mi, mientras yo espero cartas que no llegarán. Invitaciones a ninguna parte, charlas inocuas acerca de centauros y seres varios. Conversaciones con seres irreales.

No puedo escribir mi carta, hasta que reciba respuesta primero, que joda, esperar...esperar y confiar, ¿qué más me queda? a veces solo se necesita un buen interlocutor para seguir hablando y elucubrando y creando... pero en los intermedios entre una frase y otra, solo queda seguir esperando.

Hubieron dos cosas deplorables en esta semana. Que en el hospital me nieguen agua para tomar una pastilla (¿qué diablos les pasa a las reposteras, tan mal andamos?) y que hoy me hayan negado mi café de la felicidad, porque ya era demasiado tarde y la máquina no funcionaba...

Me acuesto con un helado delicioso de 3 bolas de colores puesto junto a mi cama y sonrío... Click!Una imagen de final feliz para una semana fatigante. Me tomo una foto así y se la mando por correo a mi madre. Mientras, por dentro voy pensando que detesto el helado cuando me obligan a tomarlo porque no hay café disponible...mientras, voy pensando que en apariencia una luce feliz y perfecta, pero la verdad es que solo ha tomado de la vida la segunda opción en todo.

Lo sé, deprimente. Es sábado a la noche y tengo migraña. C´est tout.

miércoles, septiembre 03, 2008

1. El Encuentro

Nos estábamos midiendo. Así empezó todo. Detrás de unos cuantos vasos de cerveza, estábamos tratando de dilucidar la verdad que habitaba en nosotros detrás de cada rostro.
No había sido una cita fácil, tuve que llegar en medio de la lluvia que caía en Bogotá a mediados de Julio y divisarlo entre los miles de rostros que poblaban el aeropuerto a media tarde. Me cagaba de miedo. Durante el viaje en avión había repasado muchas veces en mi memoria sus frases o las charlas por chat desde que nos conocimos, tratando de excitarme y que esa vasodilatación hiciera olvidar del todo, las noticias sobre gente que mataba a través de citas a ciegas o asesinos en serie auto publicitados por la red. No era fácil. La verdad me moría de miedo, pero no había otra.

Lo mire a través del vaso de liquido dorado y musité alguna frase que fuera ligeramente intelectualoide, después de todo, nadie quería quedar como una bitch ignorante en la primera cita. El me respondió a su forma y nos enfrascamos en una charla sobre libros de Borges que yo solo había leído pro resúmenes en el colegio y que él comentaba como si los hubiera escrito con la mano izquierda. Un snob completo, me agradaba el tipo.

La primera vez que lo vi sin embargo, me decepcionó su metro sesenta y su gorra nike azul. Con la mochila al hombro y la cámara en mano, más parecía un japonesito de esos que fotografían hasta como cogemos la comida los pobres. Bajo la visera, dos ojos marrones me saludaron con una frialdad, que casi me hace retroceder. Era de esperarse, yo debía haberlo decepcionado también con mi trajecito gastado de sábado por la noche. La misma blusita, el mismo jean y unos zapatos claros que me había comprado para la ocasión tratando de parecer fashion, pero que me quedaban más grandes que a Pulgarcito.

En la mesa las colillas de cigarro se acumulaban mientras tratábamos de impresionarnos mutuamente. Midiéndonos, tratando de no perder terreno. Al fin y al cabo él podía tener un montón de plata, pero yo tenía mi profesión que impresionaba cada que mencionaba que había terminado a los 21, porque fui considerada desde la secundaria niña genio. Eso si no era una mentira, siempre había sido hábil con los números, aunque eso no había logrado llevar más plata a casa. Había ganado becas, concursos, entrar a la universidad a los 15 y hacerme de un titulo, cuando todas mis amigas del barrio ya iban por el segundo hijo.
El por su parte, hablaba de museos, de viajes, de bolsa y de un montón de huevadas que yo no sabía si eran o no ciertas. Hablaba con fluidez en un castellano salpicado de palabras en ingles, como si eso lo hiciera más creíble. Yo no quería parecer tonta, creyéndole cada tontera que decía, pero la verdad tenía que acomodarme la quijada a cada rato, para no quedarme estupefacta ante sus historias de cómo preparar sushi o de cuanto puede costarte una cena de fondue en Manhattan. Carajo! El vivía en un país de maravillas al que no entraría nunca, al menos no con la espalada seca y yo a mis 21 y con una carrera terminada a las justas si solo había comido estofado con pollo de la olla de mi madre, porque comer fuera costaba lo que un libro de marketing avanzado.
El comenzó a mirarme el escote antes que yo inventara algún rubor en la cara para parecer decente. La verdad me agradaba que mirara. Eran los tiempos en que yo me veía como poca cosa, a pesar de lo mucho que había estudiado, me agradaba que mi cuerpo gustara, sentía que eso de alguna forma compensaba el hecho de no tener un rostro de revista o una ropa cara. ¿Qué miraba un hombre en mi? Había sido el inicio de muchas hipótesis, que hasta ahora no logro responder del todo.
Cuando yo le puse la mano en la pierna ya era demasiado tarde para hacernos los buenos, llevábamos muchas horas de alcohol en las venas y como 500 pliegos de conversaciones por chat resumidas en una sola charla en que hablamos de comida, arte, libros, sexo y política como si fuéramos eruditos. Tal vez era un loser igual que yo, pero la diferencia era que mientras yo solo había conseguido clase turista a Colombia, el jamás había viajado en algo que no fuera en primera clase, ni vestido algo que no valiera más de 500 dólares. ¿Qué carajo quería él en alguien como yo?
Entre la embriaguez de la ilusión por hacer realidad un amor platónico, dejaba que se apoderara de mi su mirada color te, sus manos tibias de uñas cortas y su boca con el sabor a tabaco que me marcaria de allí en adelante cada que buscara una especie a quien amar.
En el avión, mientras me acomodaba por primera vez en mi vida el cinturón de seguridad, no podía dejar de mirar a las aeromozas bellezas de piernas largas y ojos bien pintados. ¿Qué esperaba el de mi? No superaba una mujer promedio, para esa época ni me pintaba, ni usaba ropa de moda, apenas lo que hubiera en las tiendas de mi barrio, nada de marca, nada fashion, ese tipo de ropa que se compra en bolsa y se te ofrece en la calle. Tenía el cabello mas ensortijado que ahora y las cejas pilosas hasta los ojos. Mis manos no sabían que era esa hechicería del manicure y mis rodillas jamás habían probado humectante y sin embargo…sin embargo el me tocaba como si yo fuera algo mágico, una virgen, un hada. Me miraba como si fuera la última mujer del mundo, como si para él fuera la primera. ¿Qué había hecho? ¿En realidad le había mentido en todo?
Es cierto, no sabía mucho de Borges ni de política internacional, menos cuanto era el sueldo mínimo en mi país. A las justas sabía lo que sabe una chica de 21 años: Que tienes que tomar los sueños por la garganta y hacerlos tuyos. En ese tiempo tenía mucha fuerza, era una leona, pensaba que lo que tomara de la vida era mío por derecho.
El me siguió besando como si mi garganta fuera el final de cada deseo. Su lengua rezumando nicotina, mezclada con mentas y café, había sido lo primero que conocí de Colombia. Cinco horas más tarde adormecida por el alcohol, descansaba sobre su pecho en una tina gigante. Tal vez el fuera el hombre de mi vida-pensé- si sobrevivía a mañana, sin que me drogara o me cortara en trocitos, tal vez ese tipo fuera la oportunidad de mi vida.
He hecho dos descubrimientos exquisitos esta semana:

1. El cua cua sabor a mani es la cosa mas enviciante del mundo!

2. El cafe frappe con crema, super helado, es mejor que cualquier pepa de la felicidad!

sábado, agosto 30, 2008

Adios Manuel Antonio

Lo he perdido, acabo de enterarme. Es mi enésimo Agosto sin él y me acabo de dar cuenta que tal vez...( que bella palabra, me suena a esperanza) tal vez lo haya perdido.

Me doy cuenta tam bién, que él ya no es una persona, ni un rostro, ni un sentimiento. En mi octavo Agosto, me doy cuenta que él se ha difuminado lentamente en cada nueva persona que llegó a mi, dandome con sus palabras ánimos para seguir adelante (entiéndase, como seguir adelante en ese terreno amargo, amplio, enloquecedor que es escribir para unos pocos) tal vez por ello, de alguna forma su aliento me ayudó a seguir viviendo, disfrazada de un nombre que algunas veces era mayor que yo.

Pero bueno, hoy no hablaré de mi y aplazaré por algunas semanas las historias en tercera persona que abundan por mi mente. Hoy me dedicaré a hablar de él, no como en un velorio llorando su partida, sino simplemente porque al hablar de él, saboreo el placer de saber que un día existió ( solo en mi mente, quien sabe?) y me dio horas y horas de felicidad sin pedir nada cambio que me comporte tal cual era, berrinchuda, niña, impredecible...una aguja en el traste, para cualquiera que intentara entenderme.

Esa falta de certeza de su materialidad, tal vez lo hizo eterno. En mi mente, pasan siglos y siglos de anécdotas a su lado, lanzado el humo a la farola, como quien ve pasar la vida y se queda al costado del camino. Tal vez no existió nunca, tal vez viva en mi mente y no lo recupere jamás, ni apilando todas sus cartas, ni imprimiendo ninguna de sus fotos a blanco y negro. Podría pasarme la vida preguntando quien lo vio vivo? caminando? ir a buscar a los pocos que escribieron sobre él o tomar las direcciones de sus vecinos mas odiados y preguntar ¿ qué pasó con él? son casi 8 años de ausencia ¿quién carajo escuchó alguna vez sobre él?

Agosto termina arrastarando consigo los fantasmas de amores pasados, de amigos, enemigos, elementos varios. Extiende su brazo y limpia de mi mesa, las migajas que dejó el amor. Empieza una vida nueva, un nuevo intento; y sin emabargo hoy hallé sus frases clavadas para siempre en mi memoria e intenté reproducirlas de un papel a otro, fingiendo que lo tenía otra vez cerca...pensando que, tal como antes, el abriría la boca y yo quedaría enceguecida, sabiendo que existía otro alguien como yo, amigo solitario de las noches mas locas.

Su cara se me confunde entre tantas otras. Por años fue el historiador amante de las historias de incas y españoles. En otros el chiquillo que pintaba cuerpos desnudos en los muros de una ciudad vacía. Pasó la vida y era el profesor de escuela que enseñaba a niños pobres el porqué seguir luchando. Tiempo mas tarde, lo descubrí bajo la piel de un artista que detestaba hacer ilustraciones. Y cuando ya pensé que lo había perdido, lo hallé en un tren camino a quien sabe donde, renegando contra la ley anti tabaco mientras escribía de a 4 dedos en un ordenador gastado.

El ha vestido tantos trajes para mi, que ya ni debería decir que es él, sino que fueron muchos hombres los que se disfrazaron para mi en este camino sin inicio ni fin, despeñandose sucesivamente de mi mente a mi garganta, a mi corazón y a mis manos. Hombres que inspiran a seguir escribiendo y a enredar historias entre la realidad y el invento.

Brindo con café frío por los que no volveré a ver y por todas esas líneas, esas cartas, esas despedidas que no llegaron, su abrupta huida de mi vida. Su tezón para quedarse aquí dentro.


Esto ya se termina y solo yo lo entiendo.

martes, julio 08, 2008

Tijeras

De él no volví a saber nada en mucho tiempo, cuando preguntaba nadie recordaba quien era y en sus misivas, la dirección nunca apareció clara. Nunca me ocupé mucho por tratar de re encontrarlo, imaginaba que vivía detrás de cada ventana cerrada en invierno o a la sombra de cualquier porche en verano. Prefería imaginarlo sedentario y pensante en cualquier paisaje que mi memoria ya no detectara como mío, prefería verlo tangencial a mi realidad, a una distancia tan corta entre ambos que sería imposible volver a salvar.

Nos conocimos cuando yo ya era vieja en el arte de amar y rechazar, él apenas un niño que fisgoneaba bajo los vestidos que colgaban del cuarto de costura de mamá. Iba allí a hacer caricaturas con la tiza lila de marcar la ropa, mientras yo me probaba uno tras otro, ropajes que siempre me quedaron demasiado largos. Nos conocimos de casualidad y de la misma forma nos olvidamos.
Es mentira, tal vez yo lo olvidé demasiado pronto. El primer beso había sido un tropezón de dientes y lenguas tartamudeantes, bajo telas de colores, en un campamento gitano de 2x2 dentro de mi propia casa. Yo ya era vieja para entonces, lo repito, tenía 15 y sentía que podía matar de amor a cualquiera, él a sus doce apenas si podía decir mi nombre sin sonrojarse como una cereza.

Eran los tiempos de la música ochentera que jamás pasó de moda y de las pulseras iridiscentes en las manos con las que me dibujó triste y sin colores en su primer retrato a lápiz. Los dos éramos imágenes grises entonces, igual que ahora. El tiempo pasó y no lo volví a ver, si fui su primer amor o él el mío, aun lo ignoro. En mi noche de casada entre la embriaguez del champagne y el dolor de sentirme propiedad de alguien, grité su nombre como el que pide auxilio, esperando que mi voz atravezara un continente y un océano que nunca serían mi casa. No sé por que lo hice, a lo mejor él me recordaba la libertad de mi primera infancia, el saber que yo era única para alguien. La gris protagonista que lucía vestidos de color en sus primeras historietas de amor.

A veces cuando regresaba de visita, pasaba por la casa que fue mía y de mi madre e imaginaba que él aun estaba ahí, oculto en la cesta de telas coloridas esperando a jalar mi mano en la oscuridad que dejaban los días de invierno, para arroparme con su silencio que lo decía todo.
De amor nunca hablamos, pero tal vez yo ya lo amaba, mi adolescencia discurría entre los libros, él y mi madre cosiendo. Junto a él hacía realidad mis primeros experimentos de deseo y dolor. Mojaba mis labios en su piel y lo mordía con pasión como había visto en las telenovelas sin ningún remordimiento de lo que pudiera pasar por su mente luego. Para mi él era un niño que nacía hombre de mí y para mí.

A diario asistía absorta al espectáculo de verlo crecer para mí, sus huesos flacos, sus carnes pálidas, su mirada de huérfano eterno. De verlo convertirse en hombre a los 15 cuando yo ya bordeaba los 18. ¿Qué clase de maestraen el sexo era yo? Me asustaba acontecer a mi transformación de vieja maestra a aprendiz asustada en el mismo cuarto pequeño de nuestro primer beso y de su primera vez.

Ël se había vuelto fuerte demasiado pronto, al empezar cada sesión cortaba mis vestidos a la mitad con la enorme tijera de mi madre y mi espalda quedaba a la intemperie para sus besos en la violencia amordazada de otra tarde de amor. Nadie supo nunca que tan unidos estábamos, creo que ni yo misma. Las cosas sucedieron en secreto y sin palabras bonitas, sus labios se volvieron ásperos y sus manos largas. Seguíamos creciendo, pero tal vez, el creció mas que yo. Un día yo lo comencé a desear antes que él llegara a casa, y supe entonces que ya no podría desear a nadie más y fue cuando pasó todo. Los viajes, el alejamiento. El nunca mas y el para siempre. El amor lejos de su violencia y de sus tijeras, jamás volvió a ser el mismo.

El día que volví a saber de él vinieron a mi mente, hilos, telas y colores estridentes flotando en el aire mientras se entregaba a mí. Su mano sobre mi mano, la tijera que cortaba toda materia que se opusiera a su deseo, su fuerza para doblegarme a él, para demostrarme que había crecido. Por eso no me llamó la atención que fuera él el mismo personaje del que ahora hablaba todo el mundo.
El asesino de las tijeras lo llamaban entonces, para retratar de modo gráfico su afición por cortar la piel de sus víctimas después de hacer el amor. 12 mujeres en 6 años. Todas con piel recortada, sin mayor muestra de remordimiento de su parte. Volvió a mi mente el rechinar de su tijera entre mis vestidos. ¿Y si un día te cortara la piel para saber si llevas dentro un corazón? Me dijo una vez. Tu jamás harías algo así- le dije, con frialdad. Y lo seguí besando hasta clavar mi lengua en su ombligo.

Vi su retrato en las portadas de todos los diarios de la isla y aunque no decían su nombre real, supe que era él. Vino a mi mente la lluvia cayendo vertical en un retrato a lápiz que nunca llegó a terminar y su voz que emanaba diáfana en el primer te quiero que me dijeron en serio. Tal vez debí responderle que las mujeres no tenemos corazón, pensé mientras me arropaba en el cesto de ropa vieja, intentando buscar en la oscuridad mohosa de esa casa su mano desnuda y su silencio que siempre me lo dijo todo.

miércoles, julio 02, 2008

Pablito, una inversión a futuro

Se preguntaba si había llegado el momento de detenerse y de ser feliz con lo que tenía. Vigiló la ventana un momento más y se tendió boca arriba bajo el techo avainillado de la habitación. Había pasado mucho tiempo entre el primer intento, la primera ilusión con algo, a medida que pasaban los años, el deseo se había apagado un poco y mes a mes se había tratado de convencer de que si las cosas no salían como las planeaba, eso no lo tiraría para abajo; sin embargo era cada vez más difícil. Es cierto, el deseo había perdido su brillo, la ilusión era una palabra que no combinaba con los colores de su ánimo, la esperanza ya ni sabía lo que significaba, pero cada vez que le tocaba perder, la sensación de náusea y el dolor del rechazo conservaban su sabor intacto sazonando cada hueso roto. Era casi imposible acostumbrarse al fracaso, mes a mes, una estación tras otra, el dolor de caer al piso volvía a dolerle como antes. Que delicioso hubiera sido entonces quedarse panza arriba contando las resquebrajaduras del techo como en ese preciso instante, que delicioso el quedarse dormido a mitad del camino.

Repasaba cada uno de sus momentos de pérdida y se daba cuenta que habían sido inútiles todos los intentos por romper la esferita segura donde dormitaban sus sueños. Si en los primeros años de su juventud se consideraba un pez demasiado grande para una pecera con tan poco agua, ahora con un par de kilos y canas mas encima podía vislumbrar que por muy corto que fuera su espacio, ya no había mar que quisiera aceptarlo.
No sabía bien cuando había empezado todo ese juego, había destruido 2 matrimonios, rechazado amable y luego salvajemente la idea de que lo convirtieran en padre. Se había negado rotundamente a construir casitas pequeñas en un país que no sentía suyo y en ese viaje alocado por sacar a toda su familia de la pobreza ahora se había quedado solo.
¿Cómo lo iban a invitar a comer si miraba con asco cada potaje que le sirvieran? ¿Cómo presentarle a alguien si con su sarcasmo citadino espantaba a cualquier chica de familia? ¿Cómo ofrecerle un sueldo mínimo si él no había estudiado para eso? Era difícil tenerlo como familia, yo se lo dije a mamá desde que estábamos en el colegio, esos sueños de grandeza no lo van a llevar a ninguna parte. Pero que bah! Mi madre seguía invirtiendo en él cada ahorro que tuviera, para un nuevo curso de idiomas, para que supiera de música, de vinos, de computadoras; mientras que aquí nosotros jugábamos pichanga en las vacaciones, comiendo huevo frito en el almuerzo y pan con camote para el desayuno. Creo que a las finales mi vieja fue la culpable de que Pablito como lo llama todavía, sea un infeliz de mierda, que se moja los pantalones con la idea de morir de viejo en el Perú, sin haber visto nada de lo que estudiaba en sus libros de historia.

La verdad es que sí, el hecho de resignarme me llena de pavor, sería dejar de intentarlo todo y sería darles la razón al admitir que todos estos años, tanto estudio no sirvió de nada. Que no hay ninguna diferencia entre yo y el resto de la familia, ni siquiera mi tozudez para seguir intentando. Años y años de inversión de los viejos en su “pequeña empresa” como me llamaba mamá. Ahora que lo pienso, dejo de llamarme así con mi primer matrimonio. Creo que fue la primera cagada que hice. Pensé que casándome con una mujer de grandes metas como yo, las cosas mejorarían, pero así como yo soñaba con salir de mi barrio de peleas callejeras, ella soñaba salir de su barrio pituco de media mampara y entre su ambición y la mía, creo que ella por ser mujer terminó ganando y se largó con el primero que pasó. Nunca admití ante nadie que ella me dejó primero, la verdad es que yo la dejé marcharse, no me convenía enamorarme si quería irme fuera y sólo Dios sabe que me estaba enamorando de la manera más estúpida, por un momento hasta pensé en quedarme aquí a vivir el futuro perfecto de la casa con jardín y el perro delante.

Para ese momento mi vieja ya había tirado la toalla creo, Pablito no traía un sol a la casa y el gasto en su ropa y la nueva carrera que había elegido ya nos tenía hasta el cuello. Todos pensamos que se había vuelto cabro, cuando comenzó a salir con esos de la escuela de arte, por eso que nos alegramos con su segundo matrimonio. La segunda mujer tenía 2 hijos, un carro y una casa con cochera, parecía que la había hecho linda, hasta que el huevón del Pablo le pidió que empeñen la casa para irse a vivir fuera.

¿Fuera?- me dijo y me echó de su vida. Ella quería establecerse y tener un padre para sus hijos que no fuera vicioso ni pegalón, y a mí de padrastro no me iba mal, al fin y al cabo yo no quería hijos ni nada que me atara a este país de mierda, pero cuando me dijo que en ese plan yo estaba solo, que ella no invertiría ni un centavo en esa quimera, caí en la cuenta que en verdad estaba solo, más solo que nunca en esto. Fue entonces que olvidé la idea de tener familia, casa, lo único que me movía era irme de aquí a algún lugar donde cualquier mínimo talento mío, fuera pagado como se debía.

Aceptémoslo, mi hermano estaba loco. Comenzó con lo de las pinturas, luego casi nos convence a todos de dedicarnos a exportar huacos y cuando ya había comenzado a hacer plata, nos comenzó a ver por encima del hombro. ¿Despreciar a su propia familia, a mi viejita? A mí me jodió todo eso, dejé de huaquear y convencí al resto del barrio que nos pagaba muy poco, así que en un santiamén su negocito con los gringos se le fue al piso. Ahora hasta me arrepiento, cuando lo veo viviendo solo como un perro; pero ¿qué hubiera sido de nosotros si este huevón se hacía de plata? Era capaz de echarnos a la policía, así de poco nos quiere. Es que mi hermano de tanto soñar con cosas para él, ya perdió los escrúpulos.Yo se lo he dicho a mi madre, pero ella no me cree. Para ella siempre será Pablito el que nos sacaría de pobres.

A mi jamás me gustó estar de mesías de nadie, no podría sacarlos de pobres si ellos no querían, si no estudiaban, si no se relacionaban, ahora ya tengo un poco de plata, salí del barrio misio en el que nací, al menos me moví dos manzanas y siento que no he hecho nada, han pasado 10 años y apenas si mi nombre se conoce entre los círculos de pintura de Lima. A veces me pregunto si vale la pena seguir soñando, tal vez en otro sitio hubiera sido más fácil, pero a mi edad cada embajada que toco me pide nexos fuertes con una patria que me aborrece. No tengo esposa, casa, hijos ni un perro al que mentar como familia, mi capital se ha esfumado entre vender huacos pintados e invertir en citas caras con gringos más hambrientos que yo. A veces me dan ganas de no seguir intentándolo, era más fácil de chico, cuando mamá me acariciaba el cabello y con toda la fe del mundo decía que yo era “Su Pablito, una inversión para el futuro”. Alzo los ojos, el futuro es este pero yo no puedo aceptarlo. En el techo hay 8 resquebrajaduras, y en mi ventana muchas casas igual de feas que la mía, solo que yo ya no puedo volver. Debería seguir intentándolo, debería, debería...al fin y al cabo no queda mas que tirar para adelante, no?

domingo, junio 29, 2008

Sobre las agujas del tiempo

Quería contarte un cuento, pero no tengo historias más que la mía. Por ahora solo te contaré cosas de mí, dado que mi mente aun está convaleciente de tanto trabajo y realidad fea. A veces quisiera renunciar, sabes? Pero no sería lo adecuado...o la mejor decisión. Mas que renunciar, sería más interesante decir: Mira esa mujer, era médico, lo tenía casi todo, logró todo lo que su profesión requería de ella y un día renunció y se volvió artista en las calles, ahora es clown en las esquinas o hippie en algún barrio bohemio...vaya cojones! Se ve feliz.

Lo que no sería lo mismo a decir: Miren esa chica, no pudo con la presión de la escuela de posgrado y tuvo que renunciar, ahora es una pastrula en alguna calle sin nombre...
Es gracioso que para poder
dejar definitivamente algo, primero debas llegar al final de ese algo. Sino
simplemente es renunciar por miedo.
A mi me dan miedo muchas cosas, pero no suelo admitirlo...el otro día por ejemplo no pude dormir sola después de ver una de esa truculentas películas de suspenso-terror, fui a buscarlo a su cuarto y dormía como una roca al lado de sus hijas. ¿Cómo despertarlo? ¿Cómo decir que en ese momento yo sentía necesitarlo más que ellas? Esta historia es la de nunca acabar, supongo que lo máximo que ambicionan los padres es que sus hijas hallen una persona que las cuide tanto como ellos lo harían, que les dé un hogar...Supongo que mis padres deben sentirse un poco frustrados cada vez que sienten mi voz por el hilo telefónico, necesitando ayuda. Como huérfana en tierra ajena.

Los padres leen entre líneas ya deben saber, que no tengo lo que necesito...deben suponer que estoy lejos del hogar en el que podría sentirme protegida. Pasa el tiempo y hace mucho que deje de escribir, de cocinar o cantar..No hay tiempo, no hay ganas, no hay cuerpo...Entrar al mundo real es una de las peores cosas que le puede suceder al ser humano...Crecer...Oh! qué difícil es crecer y darse cuenta que uno no puede ser todo lo que quería o que por lo menos la valla se pone inmensa a medida que pasa el tiempo. Entre escribir cartas a mis amigos, comer alguna que otra cosa y dormir, se me ha ido el fin de semana...Mi última guardia, un poco más tranquila que las anteriores...es curioso que cuando estoy con la bata del hospital quisiera tener más canas, mas arrugas, una cara más cuajada que de seguridad a las personas...y cuando llego a casa solo quiero empequeñecer, volverme jovencita, que no me importe nada y enamorarme como una adolescente del primer chico que me diga que soy especial.

Antes todo era tan fácil, las frases más simples parecían regalos inmensos. Hoy en día, mi tiempo pasa como un tren veloz ante mí, yo siento el viento de su velocidad, de su desenfreno y tomo mi café a solas, al lado del camino, esperando tomar el valor para subirme y que me lleve a algún lugar bien lejos que tome el nombre de hogar.

martes, junio 24, 2008

Mientras camino

Mis lunares son equidistantes, lo observé hace mucho, las veces cuando estaba a solas en la tina o algo meditabunda jugaba a hacer líneas imaginarias entre ellos...pequeñas manchitas creciendo tímidas en una piel que antes no los tenía. Me pregunto si la gente que lleva pecas en el cuerpo jugará a contárselas, a hacer constelaciones con ellas, a imaginar océanos cambiando de tonalidad entre los vainillas y chocolates, tal vez empiezo a entender el romanticismo tras los hombres que se enamoran de mujeres pecosas...tal vez.

Hoy salí a caminar como antes, no volví a casa no había porque regresar, mi viejo amigo el televisor tiró la toalla y no enciende hace 2 semanas, como faltan solo días para estar de vacaciones no me preocupo en hacerlo arreglar, ni en comprarme otro...ya se verá cuando vuelva...ya se verá pues.
He esperado con ansia un tiempo para mi, para poder caminar, oler el mar, extender mi vista mas alla de los muros de esta ciudad, extender mi vista simplemente...me va volviendo la miopía de pensar que mi mundo en casa se reduce a pocos metros de mis ojos...extraño extender mi visión kilómetros y kilómetros en busca de una estrella, en busca de la última ola, de donde muere el océano, de la última hoja en la copa de un árbol, de la última luz del único faro en la ciudad...Tal vez es esa la diferencia entre quedarme en casa y salir...yo siempre busco una puerta por donde salir...y a veces tambien alguna ventana.

El, mi ex novio...el primero de todos, el único en realidad, me suele preguntar porque me gusta tanto la calle. Suena a insulto, suena a reproche, a escupirme que soy diferente a él y su vida fungosa de felicidad a la sombra de un hogar cerrado, con las ventanas separandolo del ruido de la calle y las puertas selladas a prueba de ruidos, de otras personas...yo tambien le pregunto porque él prefiere esa vida solitaria de paredes asfixiantes, como vivir en un nicho en vida... porque no desea ver mas allá.

Yo soy de la gente que camina...a veces huyendo, la mayoría de veces buscando algo. Tal vez es esa la explicación.

He tenido varias horas para pensar, mientras camino hablo de lo que siento, de lo que creo, de lo que espero, es una buena terapia de la que aun no había tomado conciencia. Tal vez escribo de forma invisible mientras camino. Mis ojos siempre están lejos, por eso que la gente cree que llevo música en los oídos, que estoy en otra...tal vez si lo estoy...tal vez la música si esté fluyendo en ese momento en mi, ríos de mñusica, palabras, pensamientos, emociones. Mientras camino no necesito a nadie mas y a la vez necesito a todo el mundo.

Hoy, millones de palabras han salido de mi, millones de ideas ocultas, no tengo miedo de pensar cosas que en casa me deprimirian o me harían llorar, mientras camino, puedo enfrentar mis miedos, mis odios, mi mierda, como decía Rafa, mientras camino me dejo llevar y me ubico en este mundo, cual es mi sitio, se perfectamente a donde no quiero ir, el destino me es siempre desconocido.

Mientras camino,acepto que ya no seré la misma de antes, que los dias están pasando, que el tiempo se alimenta de mi, de mi voluntad o de mi temor, la ciudad está dispuesta a tragarme y a hacer que desfallesca en el intento, dispuesta a que tire la toalla y me vuelva una mas, alguien mas del sinfin de gente que abandona sus sueños, que deja de caminar, que se conforma, que se queda en casa viendo tv, por miedo a salir y que la calle nos devore en ella, devore todo en lo que creemos, todo lo que amamos, es mejor ocultarse, cerrar los ojos, intentar dormir, verdad? Conosco esa sensación, lucho a diario contra ella.

Mañana será otro día y luego que? Vivir un día después del otro, resignandose a vivir muertos en vida...resignandose a no levantar la cabeza por miedo a ser golpeados por un día peor que el anterior.

Yo no soy asi, me duele conformarme, me duele sentir miedo, me duele ocultarme...
Mientras camino me doy cuenta que no es mi destino el NO SER, hay algo mas alla afuera, desconozco que es, pero me llena de esperanza creer que hay algo alla afuera que espera por mi, a que lo tome, a que luche por el, a que me lance a tomarlo, sin miedos, por derecho.
Porque esta vida miserable debe tener alguna finalidad mas que el solo soportarla, debe existir algo que explique el SER, el ESTAR y el querer...vana palabra.


Mis lunares son equidistantes, a veces juego a hacer mapas con ellos mientras me desvisto y me pregunto cual de ellos es el primero, o cual el último, en donde comienza y termina todo, si hay un camino, donde es que termina? Tal vez solo sea mejor seguir caminando.

Otoño en Lima

Es lo primero que escribo luego de una larga temporada. No era mi intención hacerlo, pero el café y este cielo nublado son malos consejeros....