sábado, junio 13, 2009

Sábado de Mierda

Justo hoy cuando amanecí pensando en la continuaciónd e mi cuento, que por fin se me había ocurrido algo, que ojala tuviera una compu cerca...todo se viene abajo.

Sábado de mierda eso es lo que es. No sé como pude pensar que hoy sería un buen sábado que saldría temprano que tendría un remedo de cita.

Cita con quién? No debería pensar en citas, no debería pensar en nada. Mejor me hago lesbiana...Grrrrrrrrr...asi de mal van las cosas.

Yo necesitaría un marido que me compre el pan y la carne, que me diga tonteras mismo Homero Simpson pero me abrace bastante. Yo necesitaria olvidarme, olvidarme d eloq ue pasa en el hospital, de que se me muere un paciente de 20 años hace 3 días y no tengo nada para hacer, porque ya hicimos todo.

Una mierda pues. Porque me quedo 12 horas continuas y siento que no es suficiente, que en realidad no he hecho nada mas que escribir y hacer cositas y pensar, pero que mis pensamientos no dan resultado, que hay alguien mas obstruyendo el flujo de la vida. Un Dios, un destino, alguien que aniquila esperanzas, incluso las mías.


Quisiera no tener que soñar más. Hasta mis sueños son malos. Han vuelto esos sueños de la era pre migraña, eso sueños a los que mi hermana pitonisa si les cree, porque segíun dice está mas unida a su lado espiritual, no como yo. Como yo, que en estos ultimos años conoci todo lo carnal y mundano que podia ser un ser terrenal.

No como yo que ándo mas metida en lo material, en los cálculos , en ver a cuanto gotea una solución, a cuanto flujo funciona todo.

Es cierto, estoy quemando. Como me dijeron hoy los residentes a mi cargo, ese hospital es ahora mi única vida.
Y yoq uería responderles que antes ( hace tiempo) yo tuve mas vida que todos ellos juntos, incluso hace algunos meses cuando despertaba a mi vecina de puro grito lujurioso tenía mas vida que ahora.

Era vida?

Bueno, algo se le parecía, estaba ilusionada y quería creer, que es lo mas importante para cualquier relación. Pero nada, de nuevo que me metía con otro pata que no creia en nada, con la vieja excusa de ya me enamoré y me hicieron daño.
Huevadas.

No sé cuantas veces he escuchado lo mismo.

Por eso que hoy les dije a mis enfermeras q me volvería monja ( para corromper curas, claro) porq jamás me metería con un médico y jamás me metería con alguien que no creyera lo suficiente en mí como para hacer el intento ( pucha, que para creer en mi, tendria q ser médico, los otros monse con los que me metí no tienen una puta idea de todo lo que hago y seguro me comparan con las calabacitas con las que han estado tirando antes)

Dada esta paradoja, creo que voy en camino a quedarme sola, sola...buscando por internete un vibrador gigante que acapare ciertos vacíos físicos y con algun libro enorme que llene aquellos mentales.

Es mi queja contra la humanidad, como ya nadie lee esto, excepto mi buen Junio ( con él que por cierto jamás andaré, olvídalo, ya fuimos, vivir contigo fue un asco, odio tener hijos impostados y salir con padres por accidente) puedo atreverme a decir que estoy HARRRRRRRRRRRTA
DE LOS HOMBRES.


A la mierda con ellos. Puag!
Solo me sirven en la cama, después, naaaaaada. Ni para darme compañía. Así de malos son

Y lo peor!

lo peor de todo. Me odio.
Hoy esttuve mirando a uno de su especie y lo peor sentí que me gustaba y mucho peorrrrrrrrrrrrrrrrr, quisiera matarme, luego lo vi saliendo con una interna 5 años menor que yo que hablaba de las mismas huevadas que yo rechazo oir.

Ta mare, odio llegar a los 30 y que me haya engordado tanto el poto para nada. Que sepa como actuar en la cama y que ya no haya nadie con quien compartirla.


A la chucha.

Mejor salgo.

jueves, junio 11, 2009

Para Edem

Yo no merecía que me quisieran de la forma que lo hizo Enrique. Para empezar no merecía que haya creado una fantasía de mí y en base a ella quererme de esa forma que lo hacía él, con sentimientos de niño bueno, que caían como espículas de alguna materia desconocido sobre mi corazón descascarado de cualquier capa de ingenuidad o credulidad en las personas.

De dónde sacaba él esa fe en mi? Probablemente de esa mismo rincón de fe de donde sacaba el cariño para su madre, sus amigos y sus perros. Su existencia para mí era algo tan lejano y a la vez indudable, como la prsencia de un astro que por mas que llegue la noche, sabes que permanecerá allí aldía siguiente.

No sé si debí decírselo más, o tan sólo alguna vez decírselo. Hablarle no sólo las veces que yo lo necesitaba porque tenía conflictos con mis personas conocidas, o también todas las veces que él probablemente me necesitó y yo dejé sin contestar las cartas.

Tal vez era mucha dulzura, tal vez que en algún punto del espectro de sentimientos disímiles de los que estoy compuesta, hallaba que teníamos esa similitud patética en creer en el amor y en que alguna vez y de la nada se aparezca en nuestras vidas esa persona ideal que lo arreglase todo.

Su visión cándida y azucarada del amor, me hacía rechazarlo con fuerza, dado que me sentía igual de patética que él no por pensar que esos pensamientos eran ciertos, sino por haberme despeñado tantas veces enarbolando dichos sentimientos, siempre en personas que no lso merecían.

Para mi, Enrique era de esas personas que jamás desaparecerían, esos lectores eternos, ese tipo de fan al que no contestas, porque sabes que de alguna manera será cómplice de tus silencios.

A menudo cuando me animaba a leer una de sus larguísimas cartas sobre su madre, o su padre o sus amigos, solía sentir envidia, de que dedicara tanto de su vida a otros, era como una versión mía que se hubiera quedado a cuidar del resto, mi versión no renegada del mundo, mi versión buena de la persona que todos en algún momento nos negamos a seguir siendo.
Cuando nos marchamos de casa, cuando renegamos de los amigos, cuando peleamos con nuestros padres, cuando planeamos largas revanchas a aquellas personas que no pudieron querernos como queríamos.

Odiaba que nunca hablara de odio ni de resentimientos, como si se hubiera resignado a que en este mundo él siempre tenía que poner la otra mejilla, como algún personaje increíble del que aún no no hubiera escrito, como un Niño Goyito que de pronto partió en un viaje sin despedida ni retorno.

Debe ser que ando deprimida, que de repente se me vino toda la marea estrogénica, que necesitaba desesperadamente llorar por comprobar una vez más, que aquellas personas que parecen estarán para siempre, se nos marchan antes de tiempo, sin haber hecho daño a nadie, arrebatándonos el derecho a hacer mal las cosas a los inútiles egoístas que nos quedamos vivos.

He pensado tantas veces en morir y solo me ha detenido la idea de causarles dolor a mis padres; jamás pensé que alguién lloraría verdaderamente por mí si desaparecía del mapa, a lo sumo algún amigo que me hubiera conocido de veras, a lo sumo alguien como Enrique que me hubiera idealizado.

Heme aquí llorando por él, como cuando de niña lloraba por cosas que no podía comprender. Es tan sarcástica la muerte, se lleva siempre a aquellos a los que echaremos en falta y nos deja a todos los otros. Los que son fáciles de olvidar, porque nunca quisieron, ni creyeron realmente en ese regalo que se llama vida y que amanece a diario inevitablemente, como el milagro que se opone a nuestras peores pesadillas.

Lamento mucho no haberme vuelto a comunicar. Lamento que tal vez era mi karma ayudar a personas como Enrique, versiones transfiguradas de mí en busca de un amigo verdadero, pero a quienes no alcancé a ayudar en nada que no fueran millones de líneas huecas como estas arrojadas a un océano cibernético en que la gente está cansada incluso para destapar botella con mensajes de auxilio.

Una oración por aquellos que descansan en la paz de creer que hay algún lugar mejor que este.

Una oración por Enrique, aunque ya no esté aquí para saber lo mucho que ocultaba mi silencio.

sábado, mayo 30, 2009

Si mis amigos (pocos) no tienen amigos. Eso significa algo?
Somos una sociedad, un grupo?
Ninguno se conoce entre sí, el factor irónicamente comun a sus vidas de sin amigos soy yo.
Eso significa algo?

Estaba pensándolo y de pronto me sentí sola.

A veces un blog sirve para que otro piensen por tí.

martes, mayo 26, 2009

Me aterra el concepto de propiedad.
La propiedad da poder, sobre algo, sobre alguien.

Me vuelvo propietaria tan rapidamente de cosas que necesito como de aquellas que no me sirven para nada. En poco, me vuelvo la dueña de cosas tan inútiles como caras, artículos suntuarios que solo apuntan a tener cada vez mas y mas, dando una idea falsa de control y bienestar.

El aburrimiento finalmente me conduce al consumismo y eso en lugar de hacerme dueña de algo, me hace esclava de cuentas, facturas, necesidades quie antes no tenía.
Ya no es simplemente el confort, ahora quiero colores que combinen, diseños que sean nuevos, algo que se vea bonito en una vitrina y por tanto también en casa.
Me rodeo entonces de un universo artificial de aroma a incienso y flores plásticas. Nada realmente notable.

Volverme propietaria de cosas tan inútiles me hace desear otras más y por tanto desear trabajar mas para conseguir cosas igual de inútiles que las anteriores. Se sobre eso, conosco a muchos consumistas como yo, la sociedad entera.

Yo no quería esto para mí.
No me interesaba la estabilidad ni tener una casa, mucho menos comprar muebles. No me intereaba pensar en donde trabajaría de aquí a dos años o que banco podría hacerme un préstamo para un departamente en el que probablemente nunca podré llegar a dormir las horas suficientes.

No quería quedarme aquí, quería seguir buscando, conocer muchos sitios, muchas personas, viajar siempre.
Me aterra la idea de estabilidad, de familia y de hijos.
Me aterran los hombres con hijos, los hombres con familia.
Me recuerdan que es el paso inexorable en la vida de una mujer: Una relación estable, un hombre y un hijo.

No quería esto.
Por eso apenas puedo huyo.
Huyo de las cosas y de las personas que me puedan dar estabilidad,
no me agrada acostumbrarme a esto,
a lo que vivo ahora, mi máximo sueño comprar un nuevo sillón.
Llegar a esto: A que mi máximo sueño sea poseer cosas que se que no me llenarán.

Y soñar con personas,
y soñar con amores,
en los que prefiero ya no pensar,
porque me voy conformando en no salir jamás de esta burbuja de smog
de este sitio, de esta ciudad,
como si mi maxima ambición hubiera sido solo ser médico
como si solo eso fuera suficiente para mí.

Solo eso, como si no pudiera tener el valor de estrellarme yo sola buscando un nuevo camino.

lunes, mayo 25, 2009

Hola

Comunicándome desde el espacio sideral de mis pènsamientos mas borrosos, escribiré esto, esperando que no se pierda del todo.

Es 25 de Mayo, aniversario de algo, je ne sais pas...y supongo que es el momento adecuado para volver a hablar conmigo misma.

Space Cowboy suena ahora en una exquisita versión jazz y puedo agradecerme el hecho de ganar suficiente como para permitirme no ir a trabajar esta noche, aunque tenga que hacerlo los 7 días siguientes. Yep, es una porquería ser médico en un país sin derechos. Yep, a lo mejor no tengo vocación y por eso me resulta tan cansado ir de lunes a domingo de 7 a 7 y a veces más a trabajar, sin hacerlo realmente. Nuestro trabajo es pensar. Me pagan por eso y claro, también por hacer procedimientos. Me encanta hacer cosas, ver sangre, colocar tubos, satisfacerme al sentir el émbolo empujando mi jeringa cuando he canalizado el vaso correcto. Es tonto, no sé si lo entiendas.

Tal vez yo tampoco.

Deberías comprar este Cd, es realmente bueno. Me hace escribir así a mi ritmo, con altibajos y todo y sobretodo, sobretodas las cosas susurrando mi casi desventura a un completo extraño. Para variar.

..........


Al dejar la revista en el suelo pensé con envidia lo agradable que era sentirse enamorado de un ser inexistente. El artículo era corto, una historia de vampiros adolescentes y una chica que contaba ser seguidora del protagonista desde hace 5 años. Nada especial. Sin embargo allí estaba yo, tratando de descifrar que tipo de obsesión podía desencadenar el que una adolescente siguiera por mar y tierra a un actor que no encarnaba mas que a un personaje bizarro salido de la mente de alguien probablemente mas raro aún.

Recordé entonces mis años adolescentes, lo agradable de enamorarse de un nombre, de una sensación, de un hombre que no exixtía en este planeta.
La ilusión.
Con frecuencia la ilusión había guiado mis relaciones y las había llevado a su término apenas desaparecía ese hálito de fé.
Si, de fé.
No era fé acaso lo que había depositado alrededor de los años en cada uno de mis intentos de comunicación con las personas que me rodeaban. Una confianza ciega que pronto se derrumbaba, se hacía trizas, desaparecía y solo dejaba algo parecido al dolor, una melancolía por darme cuenta que otra vez no era cierto.
Nada era real.
La ilusión me había guiado por ejemplo al encuentro de varios de mis mounstruos escondidos en los armarios. A la búsqueda de personas inéditas que pudieran comprender un poco mas de las cosas de ese mundo que a mi me costaba tanto descifrar.
No sé si me explico. Pero tal vez era la ilusión y no el amor la meta de todas mis andanzas.
Y como toda ilusión...Esas metas también suelen desaparecer.

Al terminar de leer aquello, pensé en mí, en este momento, en la poca fe que me quedaba, en la poca ilusión. Había conocido algunas personas interesantes, pero nada, ni nadie que me hiciera realmente soñar.
Perseguir ese sueño tal vez era lo que me había conducido hace algunos años a frecuentar salas de chat, sociedades secretas, gente loquita, llena de secretos dentro de sí. Quería desesperadamente hallar a alguien que me quisiera encontrar. Una ilusa que perseguía una ilusión.

Pero incluso los sueños son caros. Ahora por ejemplo no me logran ilusionar ni las películas, ni los actores, ni los libros, ni las canciones. No me logra ilusionar una llamada de larga distancia, ni una cena. Ni la promesa de un sexo halagador. No me ilusiona nada que pueda materializarse aquí y ahora. Precisamente porque se de lo fútil de la materia, de la carne y del cuerpo. Precisamente porque no me ilusiona probar lo que ya he probado.
Aunque suene genial.

La realidad no me llama a ser feliz.
Tengo realidad a diario. Gente real gritando de dolor. Gente real haciendome el amor. Gente real proponiendo cosas tan reales, que solo me hacen sentir la conciencia del tiempo estallando en mis sienes, en mi cuerpo, en cada músculo que llega cansado a casa.

Quisiera volver a creer.

De alguna forma creer en mí. En que puedo hacer mas cosas de las que ya hago. Hacer realmente cosas que muevan a la gente.
Que logren mover un poco este mundo tan aburrido en el que vivo a diario.
No sé si me explico, creo que no.

Ultimamente la honestidad es una mala pócima para escribir.
Pero tal vez hay una parte de mí que ha muerto.

Tal vez como dice Enrique sea el amor el único motor para escribir.

Me atrevo a decir que no es el amor lo que perseguimos las personas, sino el sueño de él. La ilusión, el fantasma, el aroma, lo invisible. Eso que hace sentir que el sexo no sea tal, sino algo divino. Que no transfrome el beso en el contacto asqueroso de dos bocas llenas de gérmenes, sino en algo casi divino y esperado. En esa cosa que hace que el trabajo no sea solo el inútil paso de las horas, sino el camino hacia un día perfecto, el volver a los brazos de alguien que te ama, incluso en el silencio de dos ojos cansados y una lengua que no sabe hablar.

Me atrevo a definirme como la persona mas inconforme de la tierra.

Me atrevo a decir que quisiera creer pero por el momento solo puedo sobrevivir un día tras de otro hasta que me despierte la ilusión, la ilusión de creer en algo mas. En alguien más.

viernes, abril 24, 2009

EL COME GENTE. Parte 1 Jurgen.




Las imágenes de la carretera se sucedían rápidas e imprecisas. Al este la montaña rezumaba todo ese aliento a vegetación fresca y a tierra mojada que a Jurgen le disgustaba tanto.
Como todo europeo que se respetara había pasado todo el viaje quejándose de la humedad, del calor y los mosquitos. Offi y yo dormíamos sin hacerle mucho caso, mientras él decía cosas en su idioma que solo Offi entendía y de las que se reía sibilante entre dientes amarillos.


No me había agradado la idea de que metieran al alemán en el asunto, pero sin él, no teníamos presupuesto y tanto a mí como a Offi -Ofidio para los amigos y Ovidio Rojas en su pasaporte-tener la primicia del caso nos interesaba mucho.


Hace 6 meses cuando el jefe nos dijo que teníamos que conseguir noticias que hicieran titulares, ni cortos ni perezosos nos metimos a investigar la vida de todo aquel que tuviera plata en la zona; hallamos cosas jugosas como amoríos, hijos no reconocidos y dinero lavado, pero implicaba meterse con mucha gente y hallar tantos secretos como pañuelo de mago, que la verdad no teníamos ni tiempo ni constancia para continuar investigando ni documentando.


Estábamos a punto de perder el trabajo y volver a la ciudad, cosa que tanto a Offi como a mí nos disgustaba. La ciudad significaba volver a tomar fotos y hacer entrevistas tontas a políticos del momento, también a ganar menos y a vivir mal. La sabana después de todo tenía mucho que ofrecer a dos tíos rebeldes como nosotros.



Así que cuando oímos los primeros rumores de un Comegente al norte de Madagaos, arreglamos las cosas y le avisamos al jefe para partir cuanto antes.


El problema, nos dijo, era la falta de plata para la comisión. ¿De dónde íbamos a sacar? Tendríamos que sobornar a un montón de gente para cruzar la frontera y pasar sin que la guerrilla nos haga nada. Pero valía la pena. No se había oído hablar de un caníbal en la zona desde inicios de siglo y esos arrebatos de la indiada de comerse algún genital o algún seso del enemigo después de una victoria, más que actos sangrientos para investigar el móvil del caso y hacer hipótesis, sólo correspondían a viejas tradiciones que llamaban la atención más que a los turistas de paso.


Pero un Comegente de verdad en la sabana, era una primicia exclusiva. Offi me había dicho esa noche que pongamos de nuestra propia plata porque con ese reportaje tendríamos siquiera para medio año, si lo enfocábamos bien. “Y con algo de suerte lo podemos vender a alguna cadena televisiva que pagara bien”- había agregado.


A mí no me gustaba la idea de pasar en medio de la guerrilla, después de todo era mujer y las historias de violaciones y otros raptos de odio en zona de frontera todavía me erizaban la piel.


-Hasta podemos hacer una película, Negra- Me decía Offi, ajeno a mis reflexiones sobre si valía la pena aceptar una verga o un tiro en la cabeza por buscar una historia exclusiva.


Los ojos de Offi brillaban en la noche llenos de codicia, detrás de fumarolas de tabaco barato, mientras hablaba. Desde que llegó aquí se había llenado de tantos vicios como deudas y la promesa de algo que pagara bien lo conmovía hasta los huesos.


Fue en ese momento que la idea de Jurgen se me cruzó en la mente. Lo admito, yo se lo propuse a Offi, pero es que jamás pensé que el desteñido del alemán aceptaría poner de su plata para esa empresa alocada que teníamos en mente.

Habíamos conocido a Jurgen en el Parque de la Reserva mientras hacíamos fotos de algunos monos que eran los últimos de su especie. Offi le había pedido al gringo un cigarrito y de allí habían comenzado a hablar de fotografías y luego de cine como era lo usual en el medio.

Nos enteramos de que Jurgen estaba en el país hace un mes buscando material para su próxima película. La verdad nunca nos dijo cuál era la primera, pero Jurgen nos daba buenas señales de que el dinero con él no era problema, por algo se había pasado ya 6 meses buscando en Latinoamérica algún tema truculento de esos que en Europa les gustaba tanto y que lo catapultara al éxito de las pantallas.


Para Jurgen nuestra existencia era tan interesante como la de esos monos en extinción que ahora Offi intentaba fotografiar en su mejor pose. Apenas unos animales exóticos que hacían ruido y tenían colores dignos de poner en imagen. Una mera excusa para brillar en los créditos de alguna producción millonaria.

Esa noche fuimos a hablar con él y Offi con su alemán a medias, lo convenció lo mejor que pudo para que invirtiera en el proyecto que a nosotros nos sacaría de pobres y a él del anonimato. El gringo se interesó de inmediato, pero quería estar presente durante la investigación. Le dijimos que era muy peligroso, que la guerrilla, que el calor, un millón de excusas que el desteñido ni escuchó; quería ir y garantizar que su dinero era bien ocupado, así que lo hizo.

Para el amanecer del uno de marzo estábamos Jurgen, Offi y yo embarcados en un camión que nos haría cruzar la montaña hasta Puente alto y de allí cruzando el oriente de Madagaoz hasta la misma frontera donde se habían oído los primeros reportes de víctimas del Comegente.


Entre la emoción de un proyecto nuevo y el sopor de otro viaje por tierra algo en mí me punzaba como mal presentimiento. ¿Estábamos haciendo lo correcto? ¿Era confiable el tal Jurgen? ¿Offi me defendería si es que llegaba a atraparnos la guerrilla?

Muchas preguntas y una sola respuesta: Ya estábamos en camino y no valía echarse para atrás.








Mi piel se ha quedado muda,
poro a poro ha gritado en su agonía
el fervor de sentirme tuya.

Mi piel se ha quedado muda
y en el sudor de los anhelos
se ha deslizado no solo la imagen nuestra
sino tambien los mil reflejos de la persona que era

Ese silencio que es el bálsamo
al grito de mi soledad reciente
me ha encontrado rendida
en un cruce de camino
esperando que la muerte pase
y me ignore como el propio destino.

Mi piel se ha quedado muda
de gritar tu nombre, de clamar verdades
que no escucharé nunca,
soy una visión mas
de las muchas que has tenido
un sueño lejano apenas
de esa mujer que fui
de la noche que no tuvimos

Descubrimientos de fin de semana


Podría escribir millones de palabras porque mi pupila se ha mojado esta tarde de sueños y me he dormido pensando que no habría un día siguiente.

Puedo escribir millones de palabras porque esta semana se dieron en mi cabeza millones de inicios para millones de historias, para millones de cuetos, para millones de amigos que podrían recibir en lugar de mis cartas tristes, algún cuento mío que sepa a obsequio, a algún agradecimiento extraño, por estos meses paganos, por estos años, por todos estos años de escribir y leer barbaridades y media.

Si este es el único medio para querernos así entrañablemente, que sea este para contarte como me ha ido.

Sabes? He descubierto que mi mejor tarde es cuando salgo a caminar y decenas de loros gritan en las palmeras del hospital, entonces elevo los ojos y el cielo me recuerda a algún lugar que aun no visito, a algunas vacaciones postergadas, algun sueño que he tenido y lo he vivido como real. A una quimera. A eso suenan los loros las palmeras y la tarde difuminándose en colores imprecisos de zian y magenta. A eso me sabe la vida ahora a colores fríos y a retratos a lápiz, a mi misma retratada y desdibujada.

He descubierto que mis mejores películas son aquellas de mucha acción, persecuciones y rostro trasnochados. He descubierto que la mejor hora para ir al cine es cuando empieza la tarde y las salas están vacías, entonces puedes encararte al actor principal en una mirada sin pestañeo que abarque toda la película. Y allí sentir que vives de forma prestada esas cosas que el tiempo y el dinero no te dejan vivir ahora. Olvidarte que eres prisionera de un mundo ficticio de agua destilada y ambientes asépticos.

He descubierto que el amor me da miedo. Porque ya no le se reconocer la cara aunque me mire defrente. Que extraño terriblemente a una persona a la que solo he visto una vez en mi vida, hablado un par de horas, escuchado un par de minutos. Qué extraño de forma indescriptible esa promesa de destino. Esa coincidencia de hallarnos y no volvernos a ver más. Por qué? Porque creo en el maldito destino y en esa frase tan lúcida de hallar el destino justamente en el camino que tomamos para escapar de él.

He descubierto que mi mejor siesta es en la que no duermo y me dejo llevar por esa música de guitarra flamenca como si esa fuera la música que me hubiera acunado siempre, mientras la persiana cocoa golpea la ventana en esa mezcla de brisa y frío de invierno.

Que es mi mejor siesta cuando espero entre sueños a que la noche llegue y abrir los ojos para entregarme a alguna guardia asesina, mientras sueño despierta que estoy en algún lugar lejos de aquí y el mar me espera a lo lejos mientras la brisa golpea mi ventana.

He descubierto que me gusta ser médico y que me horroriza dejar de ser quien soy, dejar de escribir, dejar de ser nadie, un elemento al margen y convertirme en cambio en un guardapolvo blanco que vocaliza bien las palabras mientras su nombre brilla en una plaquita que no dice nada.

He descubierto esta semana que podría estar en cualquier parte y por una razón extraña de mi destino me quedo aquí unos años más a buscar quien sabe qué. Quien sabe quién mientras te añoro como si fueras real y me siento la persona más cruel del mundo por no poder ya amarte como la mujer que fui, sino solo como la amiga que quiero ser.

domingo, abril 05, 2009

Es una noche como cualquiera y sin embargo...
quisiera poder leer,
escribir alguna cosa,
hacer dibujitos.

Es tarde, quisiera hablar de lo que sea, con alguien
ha sido un pesado domingo de guardia
tal vez lo adecuado sea dormir, olvidarme de todo
pero ya van varios días así,
llegando muerta solo a dormir a casa

Hubo un momento para detener esto hace 3 años
y yo elegí mi carrera, trabajar, quedarme en Perú
no se si haya sido la decisión correcta
tal vez sonaba bien en ese momento
me acobardaba tener que empezar desde cero en un lugar donde no conociera a nadie
me rompía el corazón alejarme de mi familia
no tenía claro si quería ser médico aquí o en cualquier parte
si me hubiera dio fuera solo habría sido para escribir, o empezar con un nombre
cara nueva, identidad nueva
si me hubiera ido, lo habría hecho para olvidar.

Ninguna de las razones que tengo explican el porqué no quise irme
la única verdad es que necesitaba un trabajo fijo, un nexo con mi país
para adquirir una visa
así que decidí volver a ejercer, porque lo otro no iba,
lo otro no daba mucho...en verdad lo otro no daría nunca.

Y ahora estoy aquí y no sé bien en que termine,
no sé si debo volver a lo otro algún día
e iniciarlo en serio
o seguir siendo médico y volverme vieja
elucubrando sueños.
No sé si el amor o la búsqueda de este ha definido todas las decisiones en mi vida.
No sé si eso haya sido lo ideal
pero es lo único que tengo.

jueves, abril 02, 2009

Cosas que pasan después del Big Day

Cuando el Big Day llegó todo para mí había empezado con el pie izquierdo. El despertador sonó tarde, el pan estaba duro, mi chaqueta manchada.
Y él se iba.
Si, se iba y yo no podría despedirme porque la noche anterior había dormido por la migraña y por el cansancio de la posguardia y porque, que diablos necesitaba dormir. Pero aún así, mi corazón dolía.

Me estaba quedando sola y justo era el Big Day.

Me acompañó como niñita de colegio a mi primer día en el trabajo nuevo, llegamos tarde, cogimos el peor taxi de todo Lima, el mas lento, el mas viejo, al que lo pasas incluso caminando y cogió la peor ruta de todo Lima, la mas congestionada, la con más semaforos, la que tiene un millón de combis asesinas antes tuyo, en la que cruzan viejas con andador justo en luz verde. Esa vía cogió pues, la vía de mi estress máximo.


Y se iba y no había como abrazarlo y decirle, que gracias por la muñeca, que gracias por las empanadas, que gracias por la charla, que gracias por no irse del todo nunca. Pero en lugar de eso lo culpé por hacerme desayunar tarde, por coger el peor taxi de Lima, por hacerme la charla y descuidarme al ver que el taxista cogía la peor ruta de todo Lima.

No me despedí, me ensañé con él por reirse cada vez que yo estoy al borde del colapso.

Por poner esa cara de tonto, por hacerme sentir tan frágil llevándome al hospital como niñita de kinder, por verme con esa cara de adiós y sentir que se me frevolvían las tripas, que estaba a punto de vomitar, literalmente y con toda la bilis que eso significa.


Ese día no pasó nada de lo esperado, el Ogro de mi nuevo castillo no había ido, así que pasé desapercibida durante la visita y nadie me comió viva...bueno...en realidad fue como si nadie me hubiera visto y eso fue peor.

Ser mujer en un mundo hecho para hombres es demasiado solitario. Todo mi primer día aislada como maquinita nueva q nadie sabe usar.
Todo el mundo almorzando en grupos y dejándome al margen para q almuerce cuando ya no hay nada en la cafetería.
O todos yéndose a ver tv mientras yo me quedaba con los pacientes. O sus malditos partidos de fútbol, para que todos los hombres se desaparezcan por horas dejándome a mí a cargo de una pléyade de enfermeras que no me dirigían ni la mirada, trabajando y bromenado en lo suyo.

Un día de mierda pues.

Para la tarde del Big Day me di cuenta que apenas el trabajo empezaba. Ese lugar era un sauna y hacer procedimientos toda cubierta por ropa estéril y guantes de látex no mejora la sensación. Menos si tienes que poner tubos a una chica que ni siquiera puede adoptar el decúbito y te sorprendes a ti misma rezándole a Dios porque todo salga bien y no se complique la vaina, porque que pena la chica me cayó bien y tu sabes Diosito que cuando yo hago migas con mis pacientes se terminan muriendo, siempre es así, es un carma hacer amistad con ellos, siempre se complican y carajo Dios! haz que encuentre la maldita vena, porque ya va sangrando mucho y no quiero matar a nadie en mi primer día haciendo procedimientos sola.

Por fin, entró. Uffff, respiro aliviada y una bocanada de todos sus bacilos puebla mis bronquios, su cara de agradecimiento porque no le dolió mucho va acompañada de bocanadas de gérmenes y yo le agradezco a Dios y a mi sistema inmune el vivir un año más sin tener la TBC activa, aunque quien sabe porque como vamos de comer a deshoras tal vez lueguito se me active el Sr. Koch y me devore los pulmones como a la mayoría de mis colegas buena-gente.


Al volver a la unidad el siguiente acto de mi ópera chicha.

La aparición del Troll

Empieza jalándome a un lado para q vayamos a comprar a un sitio bien deprimente, mientras me va contando lo que mal que han hablado de mi, durante el partido de futbol.

El troll viste de azul y me llama para que haga su trabajo, yo le digo que no se pase de pendejo será mi primer día pero no vamos a empezar así. Menos si acabo de ver su cara de placer al contarme palabara a palabra todo lo que han dicho que harán conmigo para que renuncie pronto.

El Troll descompone su cara y se toma la segunda botella de agua que desaparece entre sus fauces. Inocentemente había pensado que esa botella la había comprado para mí, pero no, el Troll solo me saca de mi unidad para contarme el chisme y hacerme sentir miserable.

El chisme es largo, los hombres han rajado de mi como viejas, que si debo venir vestida así o asá, que mi ropa, que mis aretes, que eso no se permite, que eso pasa por aceptar mujeres para trabajar, mira que hasta han inventado que vine con las uñas largas.

Al terminar el turno el Troll y el resto se vestían para irse y me dejaban a mi. A mi!!! en mi primer día para que me quede con el hijueputa que dirigió el raje de la tarde, ese mamotreto de persona que se ha propuesto que renuncie o mejor, que llore delante de todos a la vieja usanza de la unidad, cuando hacían renunciar a las mujeres haciendoles mil preguntas horribles y humillándolas por no saber quien fue la abuelita de Einstein.

Todos se van a comer pizza y me dejan a mi allí sola, hecha mierda a las 9 de la noche.

Se van y estoy sola, solaaaaaaaaaaa...Un eco...y el olor a miedo por todo lado.


Supongo que a ultima hora algo les pasa y se arrepienten

porque el grupo de Trolls vuelven y hacen que el tio mamotreto se meta en su madriguera invnetándole un cuento sobre fútbol, mientras me ocultan para que no me vea y me haga quedar hasta las 2 de la mañana como es su plan original.

Luego salimos a la calle llena de ladrones, misios y putas y se niegan a jalarme en su taxi, porque ellos se van a comer pizza y ver futbol "acá cerca no más" y mejor vete sola que no pasa nada.


Llego a mi casa, quiero llorar, es horrible.

Quiero desesperadamente quejarme con alguien, escribirle a Rafa, llamar a Junio.
Pero solo atino al consejo de mi madre para cuando esté triste: Limpiar la casa.

Eso me consuela y me baja la angustia, el dolor, el miedo de otro día después de ese.

Quiero llorar, si.

No por trsite, sino por impotencia, por ser mujer, por ser la nueva, por tener esa apariencia cojuda de mujer hecha para sufrir. Por no tener a quien contarle nada. Por estar sola. Por llegar a casa y saber que no habrá nadie en casa esperándome ni ningun novio para llamarme y preguntarme como me fue en mi primer día.

Que no puedo contar con nadie.

Con nadie.


Me duermo.
Otra migraña.

Me niego a llorar para no amanecer con ojos de iguana delante de los tíos dementes esos.

Me niego y me duermo. Pensando que ya debería llegar el hombre que me quiera en serio, porque esto de extrañar fantasmas ya me está ahuevando la vida.

Otra vez una lágrima, otra vez me la seco. La migraña golpea mi sien hasta que me quedo dormida.


Al despertar hay mil llamadas perdidas y un mensaje que dice:

Gato querido, aun no me he ido y ya te estoy extrañando.

Pienso en su avión, en que rapido se nos va la vida. En ese te extraño carente de toda pasión, de toda conveniencia, de todo segundo motivo que no sea el extrañar porque si a tu mejor amigo.

Yo también, pienso para mis adentros y entro a la ducha dispuesta a lanzarme contra la vorágine de otras 24 horas en el hospital.

Esperando resistir bajo el agua,
como el agua.

lunes, marzo 30, 2009

Aquarela

Al abrir los ojos me parecíó ver el cielo azul esfumándose hasta besar la tierra, ese cambio de colores en el mundo me hizo recordar una acuarela, una de esas en las que me esforzaba porque mi padre viera que había mejorado mi técnica y ya no se notaban rayas en el papel blanco.

En esos tiempos chupaba el pincel para que no chorrearan los restos de color en el cuadro y porque comerme la pintura me daba ánimos de creerme artista, como mi viejo, como alguien más quien sea.

En esos tiempos mis padres me habían dicho que yo podía ser cualquier cosa que yo deseara y por supuesto les había creído. Sabía que mi voz no era para soprano ni mi cuerpo para bailarina, que mi cabeza no resistiría la voltereta de un astronauta en el espacio, pero podía creer en cosas mas normales como dibujar o escribir cosas.

Odiaba la poesía, he odiado siempre la rima, el verso, la métrica, ese ejercicio de hacer que todo sea un equilibrio de palabritas cantarinas tratando de decir algo, pero aún si hablaban de amor. Por qué la gente siempre escribía de amor? No lo entendía. Me agradaban más esas historias largas de esos poemas argentinos, me gustaba más imaginarme el escenario o el sentir de quien escribía.

Para hoy había despertado con los ojos llenos de telas de araña, apenas reconociendo si hoy era lunes o martes o un domingo cualquiera. Mis sueños, como rara vez habían sido en dibujos animados y todos los personajes eran de lápiz y crayola, tal vez por eso al ver el cielo, recordé cuando era chica y a mis viejos y a todos esos sueños de expresar cosas que solo poquitas personas pudieran entender. Porque ¿A quién le interesa que todo el mundo entienda? Si del mundo solo conoceremos aquellas personas que de verdad nos interesan.


Rafa


Los días han pasado y no se cuando escribirte, quisiera decirte muchas cosas, pero no sé por donde empezar. Tal vez el haberte áñorado tanto y luego tenerte de nuevo, me haya hecho sentir esa tranquilidad de que no te perderé nunca y por tanto que puedo darme el tiempo.

Ese tiempo para responderte, para pensar mis palabras, para esperar las tuyas. Lamento no poder escribirte...como antes, como en esos días. Pero tal vez se deba a que no estoy triste, a que no tengo un amor por el que llorar ni un destino que decidir.

Tal vez Rafa, es que ya haya decidido todo muy bien hace tiempo y ahora solo esté viviendo las consecuencias. Tal vez que me falte este tiempo de inmersión a la nada, para volver dentro de poco con mas fuerza. A qué?

Pues a amar compañero, que ya me estoy haciendo vieja y sé que no hay mas Claudios en este mundo para que me amen sinceramente, pero tal vez se han acabado también todas las Lauras para que inventen amores en donde no florece ni siquiera cariño.


Big Day

En 48 horas es el gran día. He tenido miedo durante 2 años a este momento, pero ya no. Lo he esperado tanto y le he huído tanto que tal vez ya no importe si sucede o no.

"He vivido mi muerte tantas veces que el no morirme sería una decepción"

La gente me sigue esperando y preguntando y acosando, tal vez el día que cruce esa puerta ellos también estén cansados de esperarme, de esperar joderme y se den la vuelta y no molesten más.

Tal vez el Big Day no suceda nunca y viva constantemente en el limbo de esperar las cosas que no llegan, tal vez.



La Isla

Me apena el decirlo, casi, pero pensar en él se ha vuelto casi en una isla de tranquilidad en mis tormentos diarios de vida cotidiana.
Odio la vida cotidiana, la rutina, las personas que no son especiales, el trabajo que no va a ninguna parte, las historias sin enredos. La vida sin efecto.

Por un momento he pensado que mi vida se mueve en espirales que no van a nada. Un tonto mareo antes de entrar en un desagüe, una nada. Este último año solo he conocido personas sin magia, yo misma me he sentido, nada. Una piedra sin esperanzas al fondo de un río muy llorado.

Sólo él me devuelve la fe en esas cosas sobrenaturales. En esos momentos imprevistos en que un hombre conoce una mujer y siente que la ha visto mil veces antes. En que una mujer ve un hombre y siente que podría seguirlo viendo el resto de su vida.

En que los cometas si existen y también las coincidencias y también el destino.

Quiero creer que esa vez en la playa, no fue en vano. Que aquel encuentro fue por algo, que el hecho que podamos entendernos tan bien es más que solo dos personas en hemisferios distintos tratando de hablar de Neruda o porque existe un Dios.

Trato de creer que él es una señal de que la vida para mí no será siempre la rutina de ver la misma gente que me decepciona y a quien decepciono. Que hay alguien más esperando a que la vida despierte y que el día se azul, como ese mañana, como esos breves minutos en que nos reconocimos semejantes.


Los 3 Mosqueteros


Mis mejores amigos se van del país. Es más en un mes ya no sabré de ellos mas que en cartas. España parece tragarse a la gente que mas quiero y yo me quedo a la otra orilla del mundo haciendo ascos a la gente supuestamente mas civilizada.

Qué puedo hacer en otro país ganando un poco mas que en el mío pero atiborrada de antidepresivos añorando el propio?

Ellos se van y todo el tiempo extrañan, todo el tiempo recuerdan, todo el tiempo escriben.
Yo me quedo y todo el tiempo blasfemo, todo el tiempo odio, todo el tiempo extraño.

Mis 3 amigos buscan un futuro grande, algo que los recompense por todo el esfuerzo brindado, yo busco que no se vayan, que ya no se vaya nadie.
Mi familia se va haciendo pequeña, mis amigos escazos, mi patria árida y sin esperanza.
tal vez en poco yo también me marche
y extrañe
y añore
y cuando esté lejos todo me parecerá mejor.

Tal vez yo también me vaya, pero dudo que alguien se quede esperando aquí a que regrese pronto.
Dudo que alguien de los que conozco aún se quede en esta Tierra del Olvido.

jueves, marzo 26, 2009

En la ciudad en donde vivo la gente camina a prisa. Me pisan y los piso, caminamos casi a tientas pero apurados en pos de no se qué.

Hoy estaba pensando que en esta ciudad pocas veces se puede caminar lento o despreocupado. A uno le enseñan que hay que estar a la defensiva, cuidándose, esquivando, si es posible golpeando primero.

Mi ciudad, que en realidad no es mía, es un escenario circunstancial de mi vida bordeando los 30, parece sacada de algún libro de ficciones. Debería aprovecharla lo sé, pero la verdad no me interesa.

Me niego a pertenecer, a echar raíces a comprar algo propio a hacer migas con los vecinos, a embarazarme o a enamorarme. He huído toda mi vida de ciudades como ésta, he huído de la gente, porque es mi naturaleza querer quedarme inmóvil en algún sitio, pero es mas violento mi impulso, de vencer esa naturaleza débil que me hace dependiente, una planta triste, una tierra árida de esperanza en el mañana. Que me vuelve como todos.

Detesto la idea de que mañana tenga que pedir un crédito, un préstamo, que me haga propietaria de una casa que no quiero, porque no puedo pagar una mejor. O que me enamore, que me acostumbre a algún idiota con el que se que me aburriré pronto porque en verdad yo no tengo nada en común con nadie que no me aprecie, que no me quiera, que no me reconozca.......

Ohhh...ha salido el peine pues, eso es lo que a las mujeres nos interesa, a los seres humanos en realidad, ese reconocimiento absurdo, ese orgullo en la boca de otras personas al nombrarte, esa forma de hacerte suya porque en sus gestos hay alguna admiración a lo que haces. Cómo podría ser de otra manera? Cómo puede iniciar una especie de afecto cuando no hay alguna admiración de por medio?

No lo sé. No quiero saberlo.

A esta hora de la noche no entendería realmente nada. Me niego entender me niego a todo.

Quisiera abandonarme a una alfombra de césped y no despertar nunca. Poner mi oído en la tierra y oir el susurro de los muertos, de los que estuvieron antes de mí, diciendo sus nostalgias, sus historias melancólicas, de que algún día esperaron, de que algún día desearon cosas mas grandes que ellos mismos. Que antes de morir en ese segundo previo al abandono total, acaso si recordaron esos primeros años de infancia en donde crees que podrás ser astronauta, bailarina o cantante.

Esos sueños de alguna grandeza que te sorprenden els egundo antes de la muerte, como el reclamo final de una vida fútil en donde se rindieron a a hacer el mínimo esfuerzo, a ir con la cabeza baja, a nos esperar nada porque en la creencia de una vida después de la muerte, pensaron que habría otra oportunidad para hacer mejor las cosas.

No hay segundas oportunidades.
No hay hubieras.
No existe un próximo cambio.

Hoy es hoy y los millones de células que han muerto este día y son incapaces de regeneararse son una muestra de ese sedimento humano que no sirve para nada. Son el ensayo a pequeña escala de las próximas muertes, de nuestro próximos finales. No hay ninguna certeza que no sea lo limitada de nuestra existencia terrenal.

Somos tan inútiles.
Tan frágiles.
Apenas pequeñas vidas deshaciéndose a cada rato,
apenas si somos unas cuantas décadas de intento para hacer bien las cosas,
estamos muriendo sin darnos cuenta a cada instante
y aun así dedicamos la vida a intentar saber que hay después de la muerte.

No hay nada.

Que pena que sea yo la que te despierte de tus sueños de inmortalidad y te sumerja en el desamparo de saberte limitado, pequeño, frágil, una nada en el camino.

Que pena que sea yo pues,
una pena.

domingo, marzo 22, 2009

Cuadrado

La última vez que escribí fue una carta.
A veces pienso que entonces cuando logro contar mi vida cotidiana a alguien que quiere escuchar, entonces escribo mejor, me suelto, ya no es un trabajo, ni un intento de perfección, es solo fluir, ya sabes dejar fluir.

La gente que me conoce suele decir que es mejor cuando no escribo mis berrinches de siempre, es cierto, pero creo que ni siquiera las personas que han vivido a mi lado me conocen realmente, ni saben mucho menos de lo que siento, de lo que quiero y menos de lo que espero cuando escribo.

Antes de dormir me di cuenta que poca era la gente que me quería así como soy, no como quieren que sea, no como soy en sus sueños, en su creación de mí como la pieza faltante de su rompecabezas de tragedias diarias; no como la heroína que pretenden que sea, ni como la niña, mucho menos como la mujer que vive intensamente el sexo. Tal vez eso sea lo menos cercano a mi realidad. Me entristece las personas que puedan ver un cuadrado cuando lo que hay es un cubo, me entristece ser un retrato plano a quien no se busca conocer suficiente.

Me entristece.


Me entristece haberlo escuchado y saber que sus palabras de admiración ya no eran para mí ni esa mirada larga de cuando un hombre habla enamorado.
Me entristece que no me vean así y haberme conformado. Como desearía hablar de las cosas que sé, de esas que he aprendido, no callarme nada, es un trabajo absurdo hacerse la tonta, mostrar solo un cuadrado cuando una es un cubo, mostrarse plana para que no se devanen los sesos pensando que soy mas de lo que muestro.

Sin embargo, no estoy triste.

Estos días han sido de profunda serenidad, de una gran alegría, siento una canción que vive en mí y me hace tararear cositas todo el día, siento mucho, muchísimo. El día es mas vital que antes, los colores, los olores y la comida, mas sabrosa que antes. Siento la vida palpitar dentro mío como solo creí poder hacerlo cuando volviera a enamorarme y sin embargo, no lo estoy.

Qué pena admitirlo, pero mi corazón está quieto sin que nadie haya logrado levantar su mortaja. Está silente en en el sótano de mi ser esperando que lo despierten de su letargo. Los disfraces del amor han sido sólo eso, disfraces, pasajeros. No los culpo, ni me culpo. Cada quien elige sus compañeros de viaje para cada momento de la vida, pero mi camino es aún largo y no me he rendido en la búsqueda.

De qué o de quién?

No busco el amor, pero si un sentido. Podría creer que este es el estado de equilibrio ideal, pero justo en este punto puedo reconocer que apenas estoy en la orilla de la montaña, que no he caminado nada, que todo lo vivido ha sido solo un entrenamiento para lo que viene luego.

La alegría.

Debo agradecer a los fármacos? A mi amigo psiquiaqtra? a la clarividencia de la madurez? O simplemente debo entender que un pequeño empujón químico puede solucionar varias cosas que tenía metidas en la cabeza, toda esa ansiedad por hallar algo o alguien que me devuelva el sentido a las cosas y a los sueños.

Ya no pienso en escribir.

Esa idea se ha esfumado de mí, desde que comencé a leer de nuevo. No merezco escribir mas que diarios y no merezco imprimirlos siquiera. En un mundo poblado por literatura fruto de innumerables posts con figuritas, que sería yo? Nadie, apenas la impopular protagonista de una vida cotidiana. Yo no busco novio y nadie me busca a mí. Qué de interesante podría relatar yo? Qué de entretenido?

En mi última no-date, apenas si pude mencionar que había hecho. Él hablaba del diseñador de modas que conoció, de la fundación, de un holandés hippie, de la mejor trucha de su vida y yo no tenía nada, nada para contar. No había conocido a nadie, ni había hablado en inglés toda la noche y lo mas exquisito que había comido era pan con leche y vainilla remojados.
Debería contarle que ya no me hace daño la lactosa? Que salgo temprano y cocino tarde? Que adoro llegar a casa y darme un clavado a mi reciente cama de 2 plazas? Que la disfruto mas cuando no la utilizo para tener sexo?


Yo no tengo nada que contar.

Se murieron 2 pacientes y hay una abuelita que me suplica le diga a sus hijos que la saquen al parque al menos una vez al mes. Tengo caminatas interminables por el hospital mirando las copas de las palmeras cuando cae la tarde y tengo el recuerdo de un gato amarillo que se puso en celo cuando comencé a imitarlo.

No hay muchas cosas en mi vida que contar y a pesar de ello mi vida interna está mas rica que nunca. Todo lo insignificante me produce tremendas sensaciones, toda la comida me parece deliciosa, toda la gente parece buena.

Yo no soy heroína porque nunca he luchado suficiente, me dejo ser igual que a mis sueños. Pienso con trsiteza que nunca sembraré un árbol, ni escribiré un libro ni tendré un hijo. Pienso que llevo fotos mentales de todos los árboles que he visto, de todos los libros que he leído, de todos los hombres que he acunado como niños.

sábado, febrero 21, 2009

Junto a la montaña


A su paso las flores amarillas se desgajaron en el viento como una lluvia primaveral.
Hacía tiempo que no sentía esa sensación de paz y tranquilidad en el mundo. La montaña del Fénix cercana casi a su mano se levantaba imponente en un cielo esmaltado de azules y púrpuras.


Era una bella tarde para despedirse-pensó.
Entonces depositó el pequeño jarrón junto a sus pies y suspiró muy hondo. Se le agolpaban en la mente todos los recuerdos de su paso juntos, la primera vez en la universidad, el primer viaje solos, la primera vez del sexo. Habían sido varias primeras experiencias, al menos para ella y las había vivido junto a él, de esa forma sorprendente que tenía él de mirar las cosas, como si estuviera en el primer día de su vida, como si simplemente ese segundo con ella fuera el último.


Los abetos desplegaban ese aroma que solo podía recordarle a casa, un olor a vegetación fresca, ese último aroma de la tarde en el ambiente casi imperceptible, que la hacía sentir única entre tanto silencio. Se quitó las sandalias de cuero gastadas e introdujo con un gozo casi infantil su pie en el césped que crecía junto al camino. Habían sido mucho años juntos, el amor igual que esa sandalia se había desgastado, cambiado y amoldado tantas veces, que en uno de los últimos otoños juntos tal vez sintiera que ese sentimiento otrora tan mezquino ahora se volvía un lecho cómodo en donde compartir ese lenguaje oculto que habían aprendido tanto.



Las flores, pequeñas esferas amarillas se seguían despedazando con la brisa, comprendía que ese universo que habían fabricado juntos también estaba a punto de marcharse y ella estaba ahora lista para dejarlo ir. Habían batallado tanto contra eso, su enfermedad, los accidentes caseros, los malos entendidos, las parejas de ambos, las infidelidades. Porque si, se habían sabido engañar mutuamente durante todos esos años que se negaron a estar enamorados, los habían intentado ya con otra gente, ella tal vez mas veces que él, él tal vez mas intensamente que ella, pero aun asi, había algo que los hacía volver a sus orígenes y volver a ese campo de cebollas en donde se habían amado la primera vez.



Ahora ella estaba muy lejos de allí, si pudiera ubicar su pueblo en un mapa habría tenido que dar la vuelta al globo y buscar al sur, al sur de todo, casi en los hielos. En cambio allí, donde estaba ahora sabía ser siempre primavera, él se lo había dicho. Este es el lugar donde uno debería siempre regresar, querida.
Y vaya que lo haría.


Del jarrón diminuto sacaba ahora las cenizas que antes fueron su cuerpo, esa piel y esos tendones que crujían a la hora de amarse, esas células desecadas de su corazón y sus manos, objetos todos inapreciables para ella. Cómo habían pasado tanto tiempo separados antes de comprender que se querían? Que sólo se habían tenido el uno al otro en esos interminables espacios de soledad e incomprensión? Había acaso otra persona que le entendiera mejor que él sus dudas acerca de la vida y de la muerte y de un Dios todopoderoso y de un mas allá que no entendía sus pobres metas terrenales?


Él había sabido ser su compañero incluso cuando estuvieron tan lejos uno del otro, sufriendo por otras personas, sufriendo siempre sufriendo. La vida había sido agotadora y de pronto ahora, junto a ese camino rumbo a la montaña mirando un cielo que ya no cubría ni su patria ni lo que había sido, comprendía que todo ese dolor había sido inútil y tonto, sólo valían para ella esos últimos años que la pasaron juntos, como compañeros, no como esposos, ni amantes, ni amigos furtivos, sino como compañeros de viaje, cuando el deseo se había apagado y solo existían tardes para repasar partidas de ajedrez y anécdotas de libros que no terminaron de leer.



Un par de viejos bobos, en eso se habían convertido. Pero habían sido tan felices, había valido tanto la pena ese camino. Las cenizas ahora se pegaban entre sus dedos como un objeto pegajoso y lleno de vida, extendió sus manos y dejó que el viento las limpiara de él, como hace poco había limpiado las flores del camino. Cada elemento forme de él se estaba alejando y volando en ese paisaje verde y azulado en un adiós lleno de agradecimiento y tranquilidad.
No había lágrimas, algo de él que no había sido incinerado quedaba junto a ella, atrás en el camino escarpado quedaba la fatiga de esos años difíciles, lo habían logrado, ahora casi en la cima, tenía la suficiente experiencia como para solo admirar el paisaje, mientras se despedía de él con esa sorpresa ante la vida que él le había enseñado.
Esa sorpresa ante lo minúsculo y cotidiano como si cada día fuera el primero de su existencia, como si fuese acaso también el último.

martes, febrero 10, 2009

Dejad que los Raros vengan a mi


Hoy en un sorpresivo ataque de luminiscencia, mi hermana pronunció su frase célebre del mes:


-Todos tus amigos son gente bien rara. Tienes un imán para rodearte de gente que no es del todo normal. A ver ponte a pensar...Puedes hacer un circo con ellos.



Me dio risa, dado que acabábamos de hablar de mis relaciones. Y claro, es obvio que no he estado con las personas mas funcionalaes del mundo, que tal vez sean solo mis 2 primeros novios, los normales de la lista y que luego he tenido que lidiar con una serie de personas o que no saben lo que quieren, o que cuando lo saben ya es demasiado tarde.


Tengo una larga fila de depresivos y maniacos en mi haber. Algunos de ellos llegaron a mi por medios nada usuales y el resto de mis amigos del mundo "real" como me hace notar mi hermana, tampoco resultaron muy equlibrados que digamos.


El hecho de que mi mejor amiga haya llorado porque su reciente novio intentó subirla en una combi, cuando ella jamás había pisado un "vehículo de esos" o que mi otra amiga tuviera crisis de pánico e insomnio, no hablaban muy bien de la casa donde fui a parar en mis primeros años aquí.


Tampoco el hecho de que un par de amigos míos tuviera aficiones tanáticas durante el sexo o que un par mas de ellos rayara en la agresividad si se le modificaba en algo los hábitos TOC (obsesivo-compulsivos)


Él, me suele decir que yo me gané la lotería de la mala racha con los tipos que hallé en el camino. No lo niego, si veo mis 3 últimas relaciones, no hay quien entienda ese embrollo de situaciones por demás surrealistas.


Llego a la conclusión de que si me he topado con gente así, es por mi grado de tolerabilidad y curiosidad para la gente no del todo "eutímica", que jamás pongo un stop y dejo que se acerquen a mí lo mas que puedan, incluso haciendo yo la contra parte, cuando me dedico a buscarlos desesperadamente.


Hoy he hecho un recuento mental de mis amigos y de esas situaciones, que ni siquiera puedo contar en un blog anónimo y me llevan a la conclusión de que su estatus raro haya contribuido un poquito en mi inestabilidad usual y desconfianza para con las personas ( aquellas de rostro y pariencia mas normal, son universos llenos de magia y pesadilla, que aun el mas freak de los recientes emos podría acaso superar).


Me agradó tal vez por ello la película FUR, me identifiqué plenamente en algunas situaciones, al margen de que el tema central Tangerino, es sencillamente exquisito para mis sentidos.


Mañana le preguntaré a mi amigo el Psiquatra si eso correspone a una patología especial. Si corresponde a algo mas grande el hecho de buscar incoscoentemente siempre la gente mas disfuncional y dejar que se acerque, mucho, que se adentre en mi, que me haga sentir tales sentimientos de arraigo y cariño, pero a la vez me deje así consternada ante actitudes que aun no puedo entender del todo.


Gente totalmente extraña sin un común denominador que no sea ser los mas raros y únicos de sus especie.

*
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domingo, febrero 08, 2009


Las flores caen sobre la ciudad sin poderlas detener.

Son flores secas, muertas en sus ramas, flores rojas, violetas, cayendo de sus troncos espinosos y dejando el suelo así, hecho una alfombra para santos, para vírgenes que no son, para Dioses derrotados.


Las flores caen. De dónde vendrán?
Han caído sobre las tumbas vacías, sobre los manteles a cuadros,
sobre la gente paseante, sobre mí,
sobre esa desnudez que no conoce sosiego,
ni protección,
ni paz
a sí misma.

Las flores caen, es un espectáculo en cámara lenta,
el viento juega con ellas, las lleva a lugares lejos de su rama,
las detiene, finalmente las abandona.

Hoy he visto flores, en la casa, en las ventanas,
flores que mueren antes de ser cortadas, flores secas,
de esas que no huelen,
flores muertas.

Al terminar el día se me acerca tu nombre a los labios,
como el nombre de tantos otros a mi lado,
tu nombre que se transforma en muchos rostros,
en muchas frases, en muchas miradas,
son nombres que como flores,
caen desde el tronco espinoso de mi memoria mas oscura
y salen golpeados por el viento a hacer colorear las calles,
y los recuerdos de otras personas,


Cuántos nombres ha tenido el amor para mí?
cuántos rostros?
En cuántos lechos a dormido mi carne?
a despertado mi alma?

Acaso no son flores también?
Flores muertas como ese intento de amor que pudo ser y no fue?
Acaso no duelen igual esas flores que dejan a los árboles huesudos y tristes?
que dejan a mi corazón así?
Descarnado y deforme, faltándole piezas para curbrirse,
piezas de amores que no fueron,
piezas de gente que no está.

No me aferro al pasado, pero tal vez,
me aferro a la gente que dijo quererme un poco
y en ese pensamiento me sumerjo
pensando, que si acaso
todo tiempo pasado fue mejor,

Por qué entonces el sufrimiento del pasado
es mucho mas intenso y visible que el presente?


Que esta sensación de divagar por nombres y rostros que no son,
de divagar sin amar ya, realmente,
ni doler tampoco intensamente,

porque el amor y el dolor,
son esas flores secas que caen la ciudad abandonadas,
como la basura colorida de un carnaval que no empieza,

como los artefactos obsoletos,
de una ciudad que no piensa.


Son las piezas restantes, de un corazón que no late,
que no siente, que no quiere creer ya en nadie,
de un corazón que tropieza
y se cae,
se cae,
se cae...

Una flor muerta más en una ciudad que agoniza.

viernes, febrero 06, 2009

Voy a escribir porque tal vez eso me calme.
Porque tal vez el hecho de escribir muchas letras y concentrarme en las comas, en los puntos, en las diéresis (me encanta esa palabra) pueda disipar en algo mi afán primitivo de querer buscar extremos.

Me afecta eso, reconocer que una parte de mí, quiere instintivamente buscar un riesgo y de una forma u otra hacerse daño. Es algo que va contra las normas que dictan que un ser humano debe alcanzar siempre como fin máximo la sobrevivencia.

Yo no podría matarme, ni mutilarme, ni hacerme un daño físico premeditado. Pero puedo tomar otro tipo de daños, riesgos en que hay mas del 50% de posibilidad de que yo salga perdiendo, herida, mal, maltrecha. Riesgos como el amor por ejemplo, o el sexo, o elegir una carrera que yo sé no va conmigo o elegir ese auto que conduce precisamente alguien que no inspira confianza o responder al interrogatorio de un extraño, pequeñas cosas. Yo sé.

Durante el último tiempo volvió a mi vida cotidiana mi mejor amigo, ahora psiquiatra, con él he podido sacar algunos demonios que por si sola no hubiera podido reconocer. En la mayoría de veces no le logro confesar todo loq ue pasa por mi cabeza, probablemente porque somos solo amigos y es imposible que una relación médico paciente surja enteramente, pero sí, puedo reconocer en las cosas que me dice de sus pacientes algunos rasgos que yo fácilmente he experimentado.

Qué miedo.

Podrías decir que mi afán hipocondriaco de catalogar como enfermedades a simples síntomas aislados ha desencadenado todo esto, pero creo que es algo más.

Hoy por ejemplo escribo para no pensar...hacer...para evitar en suma hacerme daño. Cómo?
Sólo yo sé esa forma sútil de lentamente acabarme.
Una forma inocua, sin testigos, sin rastros. Una forma que pensé podría controlar, pero dada la intrsopección de mis últimos tiempos, tal vez sea un tornado devorador, que apenas baje la guardia vuelva a tomarme la vida de nuevo.

Cuándo empezó?

Más bien, cuándo se hizo efectivo?

Hace un par de años. Una crisis emocional mal superada y de pronto poco a poco ese hábito de dañarme, de exponerme a situaciones peligrosas, de esperar que pase algo, que me pase algo.

A veces no comprendo que milagro me tiene con vida.

A veces pienso, que tal vez hay un motivo para seguir aquí y caminar siempre al filo de la cornisa sin caerme del todo.

A veces...Me doy miedo, pues reconozco que hay una parte en mi que no puedo controlar.

Una fase maniáca de ponerme a merced de personas que se que me pueden causar mucho daño, como si inconscientemente buscara mis propios verdugos, pensando que soy inútil para conservar a una persona digna a mi lado.
Una persona que mencione mi nombre con orgullo o que simplemente sienta fe en mi.

Es un sueño inalcanzable,
por dicho motivo, prefiero no buscar quimeras y entregarme
a qué?
a quién?

Siempre depende del tiempo, pero generalmente es a aquellos que se muy en el fondo mío, que no me querrán en serio.
Ni para siempre.
Ni siquiera completamente en el corto lapso que podamos estar juntos.

Pero hoy no hablo de eso,
hablo de lo otro,
del daño,
estoy dando vueltas y aun no sale de mi,
tal vez algún día logré aceptar mis taras
pero sin público,
para así poder hacer algo al respecto,
mientras tanto
aun me avergüenza
tener tan poco valor, como para hacerme daño
gratuitamente,
salvajemente,
irracionalmente.
A sabiendas, que no podré soportarlo.

domingo, enero 25, 2009


Al despertar me di cuenta que era Domingo y por tanto el peor día de la semana.

Cogí la bata para cubrirme las carnes y salí a la ventana para ver si el mundo me deparaba esa imagen usual de los domingos caseros: Esa silenciosa soledad de los tenderos vacíos en los techos, de las plantas agitándose lentas en los jardines vecinos, de que todo el mundo seguía durmiendo aún y yo era la única que despertaba a darme cuenta del descalabro de mi casa vacía, de mi vecindario vacío, de esta vida que se cuela por la alcantarilla a medida que me baño en agua fría hasta sentir que se me arrugan los dedos.

Cada domingo luego de la vorágine laboral de mis últimos años había sido el mismo, despertar y darme cuenta que yo era la única responsable de ese circo gitano que era mi casa. Libros, periódicos viejos, revistas pasadas, zapatos de colores tirados por el piso. Me paraba en medio y me sentía gritar con la cámara yendo en círculos sobre mi cabeza como en cualquier pélícula de comedia que se respetara. Un remedo de mi Pobre Angelito en versión treintona a prueba de Prozac.

No era que fuera mala ama de casa, sino que me había acostumbrado a ser hija mimada tanto tiempo, que lo de ser responsable de las cosas que ocurrieran en casa no me venía en lo absoluto. No sólo eso. Era mujer y desordenada por naturaleza, arreglaba la casa como es usual en nosotras si venía alguien, alguien que no me conociera, si derepente y venían mis padres, después de ello, meses y meses dejaba sedimentarse las capas de polvo y de papeles usados. Facturas y boletos de micro que me daba pena botar.

Yo, un desastre que caminaba en dos patas gracias a una ley evolutiva que no me había llegado del todo al coco. Yo que aún seguía pensando como nómade, con ganas de desarraigo, de no comprar muchos muebles porque un día me mudaría de esa casa, de no hacer relaciones con mis vecinos porque parecían aun mas salvajes que yo, de no tener hijos ni familia porque pesaban cuando te quisieras largar y empezar de nuevo.

Empezar de nuevo...Como si esa hubiera sido una opción que yo tomaba a cada rato. En realidad, esa frasecita se quedaba en Arial negrita tamaño 12 en mi mente, porque al corazón no bajaba, a ese músculo que hace funcionar la voluntad y te hace vibrar por ella, no le llegaba el mensaje que era momento de irme, de cambiar las cosas, de arrancarme. Así que mis 2 piernas de nómade ansiosas por correr de nuevo, por lastimarse las plantas en nuevos terrenos desconocidos, tendrían que esperar a que me decidiera a vivir de nuevo, a sentir de nuevo. A querer de nuevo.


Esa mañana, me senté en casa y vi mi mesa llena de flores artificiales, de un par de lentes oscuros, de los utensilios del trabajo.
Me vi a mi misma sentada en el otro extremo con el cabello sin atar como una planta salvaje que está muriendo de colores diversos en su agonía. Me veo allí con la cara sin decorar por alguna pinturilla en los ojos o la boca, me veo allí esperando con el agua atrapada entre las fauces, sin atreverme a pasar el primer trago.
Viendo mi domingo empezar, un día más en la vida cotidiana, no un día de descanso, sino un día que puede hacer sentir la soledad mas palpable, la falta de alguien que ayude en casa una necesidad plausible, la falta de una charla al empezar el día cuando el desayuno está listo, un reproche psicológico a tanta publicidad engañosa que te hace creer que todo el resto de gente en los departamentos vecinos, está despertando acompañada.

Al despertar me di cuenta que era domingo, un larguísimo día para mi sola, para dedicarme a reparar el desarreglo usual de mis seis días últimos fuera de casa, entonces volví a la cama y seguí durmiendo.

jueves, enero 22, 2009

paranoia


Esa noche llamé para verlo. No estaba. Como muchas noches antes de conocerlo , me sujeté el cabello, armé la cama en el suelo y espere a que amaneciera fumandome los puchos que habían sobrado de la noche anterior.

Ya para esos tiempos había dejado de dormir las horas necesarias y en cambio me quedaba como un pez viendo los astros nadar en ese cielo violeta al que los de por aquí llamaban oscuridad.

Había llegado a Puerto Hacha por casualidad y no me había ido mas que por la idea tediosa de tener que tomar una lancha que me devolviera a un universo de caras conocidas, horarios establecidos, recuerdos viejos. Yo no me había quedado como turista aquí, tal vez mas como fugitiva de un pasado con el que me costaba reconciliarme.

Por eso y por el insomnio él terminó convirtiéndose en mi único lazo con la realidad. La única persona con quien hablar, el único con el que podía compartir algun silencio que no fuera molesto. Esa era su mayor virtud: Guardar silencio. Yo lo llamaba a casa y él aparecía con la piel tostada y los ojos claritos bajo mi ventana levantando las cejas como saludo.

Yo lo dejaba pasar y mi angustia de las 10 de la noche caía al vacío mientras él se sentara cerca y me dijera alguna frase que gatillara una de mis historias.

Para esa hora ya el calor y los mil grillos de ese pueblo de infierno se habían apoderado de las calles. La gente salía a hablar sentada en la vereda o gritando de ventana a ventana los chistes mil veces contados. Sólo nosotros nos quedábamos en la habitación oyendo música sentados en el viejo colchón prestado de la posada. Música que yo había traído de mi vida pasada y que él oía con atención tratando de entender el porqué de cada letra, como si con ello pudiera descubrir, acaso la madeja de mis vericuetos.

Esa noche lo llamé mas temprano que lo usual. Estaba con la paranoia en la cabeza, de que me perseguían para matarme. Sentía miedo, mucho miedo, hace mucho que no sentía ese sudor frío en la espalda y los pelos erizándose al menor ruido. Desde que había salido de la ciudad no había vuelto a experimentar esa sensación de desabrigo, de fragilidad, de que carajo, me estoy muriendo y nadie se da cuenta. Por eso me había hecho bien el silencio de Puerto Hacha, esa indiferencia para con la vida de otra fugitiva de mierda, que tenía la gente de por allí, esa complicidad para borrar el pasado mientras no se hablara jamás de eso.

Cuando llegó quise contarle, decirle que esta vez si estaba segura de que me habían encontrado, que me habían seguido el rastro, que era momento de irme. Irme de nuevo y lejos.
Él me miró con ojos de animal cansado, se tumbó en el colchón que hedía a yerba y tierra húmeda sin entender del todo y me pidió que durmiera. Que de una vez por todas me durmiera y dejara de inventar historias.

Esa noche vinieron por mí. Yo los vi de lejos, desde los botes anclados en que me había ocultado huyendo de la paranoia.
Los ví hurgar en casa mientras acababan con él a golpes. No lloré nadita, había soñado tantas veces con mi propia muerte, que cuando vi que mi destino se lo llevaba otro, supe que esa noche, aquella madrugada de color ocre, yo por fin dormiría.

miércoles, enero 21, 2009

Hay días como éstos en que las cosas parecen mas grandes de lo que son
y los problemas parecen pirámides de mierda
y las frases menos pensadas pueden llegar a derrumbarme.

Hay días como éstos, en que cualquier evento adverso parece planeado de ante mano,
en que cualquier segundo pasando parece una mano opresiva sobre cualquier voluntad de cambio.

Hay días como estos, diantres. Días que parecen no servir para nada.

Entonces salgo a caminar, porque siento la casa una urna preparada para vereme morir al paso de las horas, de ese aburrimiento y apatía que me contagian las personas que conozco,
de ese sofoco de las mismas charlas, los mismos chistes, la misma paradoja de si te veo mal te jodo mas hasta que revientes.

Salgo a caminar y tomo un bus que me aleje lo mas posible de casa. Que se tarde una hora para llegar a mi antiguo barrio, a ese lugar cerca al mar donde me sentía joven, fresca, con el poder de cambiar el destino a mi paso.

Camino sin prisa a pesar que la tarde cae y siento la brisa salada, el canto de algunos pájaros, el chancleteo de mi paso en la vereda vacía y entonces, sorpresivamente lo siento. A él, a ese evento mágico que me hace sentir acogida en un lugar que jamás será mío: Es el silencio.
Un soberano silencio al caer la tarde.

Aquí y allá edificios de cortinas abiertas, alguna turista perdida, un vigilante y un perro. Mas allá de mis ojos el mar, enorme, sin fronteras. Y el silencio.

En esta ciudad que me agota de ruidos diversos, que me vuelve violenta, a la defensiva. Que vuelve mi lenguaje rudo, mis maneras prácticas, puedo de pronto caminar tranquila, sin mirar la hora, sin sentir nada mas que mis sandalias golpeteando la vereda.

Hay días como éstos en que las cosas parecen mas grandes, la soledad insoportable,
la compañía de la gente necia un castigo divino del que no puedo escapar.
Días en que mi hostilidad con la gente llega a niveles casi cósmicos...
hostilidad que luego me crea culpa, cargo de conciencia por ser tan mierda,
por ser tan yo, cuando me siento atacada,

y de pronto allá afuera, hay un lugar silencioso, una banca vacía, un panorama azul y sin tormentos.

Me pierdo en la idea de que soy nada, solo un microcosmos que se agita inutilmente por cosas que suceden mas allá de su voluntad,
allá lejos, fuera de mi,
en un lugar tan infinitamente lejano que es mejor no asumir como casa.

24 horas de mundo real

La pregunta para el ensayo en francés se refería a ¿Qué acontecimiento había cambiado mi vida. En la practica oral había ensayado la típica ...