viernes, abril 07, 2017

Ese Olvido que Seremos

Lo supo al momento de pagar en caja, ya no necesitaba pagar por aquellas dos lamparas de noche. De ahora en adelante ya solo necesitaría una. De pronto todo el espacio que antes ocupaban ambos se había convertido en uno solo. Ahora solo necesitaría un plato, una taza, habría mas espacio en el clóset. La vista desde su ventana se le antojaba más ancha ahora, vería el perfil de edificios que antes no le importaban. Sonrió ante la metáfora, quizá habría un tramo de vida que no se había permitido ver antes de él.
Salió al estacionamiento con estos pensamientos tristes encima. Su sombra se dibujaba por momentos larga y oscura en medio de todos los automóviles aparcados, coches tibios que aguardaban a sus dueños volver con bolsas de la compra para la semana, esperando al jefe de su clan. Eso significaba para él una familia, pensó con amargura, tener un clan para protegerse, un clan a quien guiar y contar historias, pero ella no había podido dárselo así que ahí estaban de nuevo ella y su bolsa con comida para uno, con una sola lámpara y con una sóla taza. Esa era la vida ahora.

Durante un tiempo había estado extrañándolo. Era un ejercicio matutino el imaginar donde dejaría la toalla mojada, de donde cogería los jeans, como buscaría sus zapatos. Luego despertaba, la cama estaba vacía, revuelta, nadie al lado, otra mañana sin él, demasiado pronto para acostumbrase solía decirse. Revisaba el móvil, aun no lo había eliminado, revisaba que hacia, mensajes antiguos, si cambiaba o no la foto, si la había llamado incluso por equivocación durante la madrugada. Una excusa para llamarlo de retorno. Hacía con obstinación todas esas cosas que el psiquiatra le había recomendado no hacer. Lo que intentaba a como de lugar era mantenerlo presente en su vida, que se había vuelto solo una rutina de angustia entre horarios de ida y venida; en algunos momentos pasar el dedo por alguna foto suya que hubiera sacado de los marcos era suficiente para darle un poco de calma. No quería olvidarlo, por qué debería hacerlo, si después de todo no deseaba a otra persona ocupando su lugar?

El olvido sin embargo empezó a darse de a pocos; cuando fantaseaba con él eran cada vez más frecuentes las veces que confundía su nombre con algún otro nombre corto. Al principio pensó que sería por el exceso de sueño por los antidepresivos, así que decidió dejar de tomarlos, era mejor poder mantener la fantasía y un poco de libido y mejor si era por él. A veces solo fantaseaba con su rostro debajo de las sábanas riéndose antes de tocarla, su cabello suave rozándola, a veces, partes de su cuerpo, la mayoría de veces su rostro dormido. Tenía varias fotos de él así, solo durmiendo, desde varios ángulos,  con filtros que iban del sepia al blanco y negro. Ese era su pasatiempo, tomarle fotos mientras se quedaba dormido, quizá si le hubiera dicho que le gustaba menos el sexo de lo que parecía, no le hubiera creído; decirle que prefería esos momentos de absoluto abandono, del sueño, del mismo sueño al que le huía ahora para no terminar olvidando su nombre.


Pasadas algunas semanas más, comenzó a dudar si lo bueno que habían vivido había sido real o había sido inventado. La distancia exalta las virtudes del amado, solía repetirse. Todos los trucos de la lógica y los libros de psicología, resaltaban con el tiempo los ampulosos defectos de su ex novio. Sacaban a la luz sus debilidades y defectos, hacían visibles todos esos días en que no hubo amor ni nada parecido entre ellos. En que el vacío fue rellenado a tientas por una sustancia viscosa mas parecida al miedo de quedarse solos. Su dedo repasó una vez mas la foto donde ambos sonreían a la cámara en una de sus primeras tardes felices. Había conservado esa foto entre las demás no por el rostro de él que ya conocía de memoria apenas cerraba los ojos, sino por esa aura de entrega absoluta que había en sus propios ojos abrazada por él. No volvería a tener esa confianza nunca por ningún hombre, se dijo, quizá eso era lo que mas extrañaba. Se contuvo una lágrima. No, reflexionó después, eso era solo obra del verano y el vino.

martes, abril 04, 2017

4 de Abril #Nanuk

No hay nada que pueda enmendar lo hecho.

Fue la última frase que pronunció Nanuk, frente al espejo mellado de múltiples corrosiones. Luego se alisó el cabello  grasoso y salió juntando la puerta con cuidadoso respeto, como si todavía ella pudiera despertar de un momento a otro a pedirle que se quede.

La madrugada era fresca. Justo a esa hora en que cantan todos los pájaros, como si fuera el primer día de la creación.
Le gustaba como lo decía ella, como le ponía un toque místico a las cosas más simples. Así había sido al inicio, cuando apenas se conocían y pensaba que sus ojos eran del color del caramelo y sus frases la apertura a mundos maravillosos. A medida que se fueron conociendo en cambio, cada vez le había irritado más y más ese tono de misticismo y de frases a medio terminar, le molestaban su voz, sus dudas, sus pasos en la madrugada, el sonido al abrir los blisters de pastillas analgésicas con dedos torpes.

-Para qué dolor? - preguntaba él.
- Para cualquiera, para el que venga. A mi la vida siempre me está doliendo.

Como podía decir eso en voz alta?
A veces tenía esas frases ridículas, se dijo, mientras encendía un cigarrillo. Había vuelto a fumar gracias a ella,  porque había tardes enteras sin nada que decirse, excepto fumar y esperar a que termine de llover, ella se tiraba con la ropa mojada sobre la cama tendida, mientras él, desnudo miraba al techo fumando sin parar ni decir palabra. Qué los seguía uniendo? Quizá el miedo a no quedarse solos en ese país tan grande y lleno de sombras de un pasado reciente.

La mañana empezó a aclarar rápidamente, todas las palomas se agolpaban ahora en los cables aun calientes de la madrugada. Parecían una gran familia murmurando penas. Todo en ese momento solo le sabía a pena. Ojalá  ella despertara para levantarse e irse. Quería volver a casa y dormir un rato más pero ya sin ella ahí. Sin ese cuerpo que le recordaba batallas en la que jamas habría un vencedor feliz. Sus cabellos en la almohada, sus cabellos en la bañera, en las toallas, en todos lados, bastaba buscarse en los bordes de la camisa y ahí podía encontrar uno de esos mechones rojizos. Quizá hasta lo hiciera a propósito, souvenirs para que no la olvide cuando se vaya. Para que nadie olvide que ella había estado ahí dandole un significado a todo.

Unos pasos mas hasta la estación de tren. Nubarrones se apartaban, rayos de sol  reflejándose tímidamente en el techo de las casas y en algunas ventanas cerradas. A dónde se marchaba el amor, cuando los días pasaban? Porque no podía ser siempre primavera y bocadillos dulces al amanecer? Quitarse las botas, caminar por el césped húmedo y volver a casa a una cama mullida donde los sueños fueran calmos? Ahora la extrañaba, dormir sobre su vientre blando y estriado, que murmuraba un eterno vacío. Su mano frágil acariciándole el cabello que ya había encanecido las sienes. Sus muslos moviéndose tibios desde otro mundo a medida que se quedaba dormido.

La vida se había pasado tan rápido y sin amar a nadie. Ella no despertaría ni hoy ni mañana para reclamarle nada, a lo lejos un tren de carga se acercaba lento y pesado, gris como todo en esa ciudad de amargura. Nanuk acomodó la mochila en el hombro, era tiempo de huir antes que lo venciera el miedo. Se restregó la barba, un cabello rojizo y ajeno salió volando para perderse entre los rieles viejos.

miércoles, marzo 22, 2017

Bombas de tiempo

“ Que como te echo de menos no hay en el mundo un castigo…”

Escribo mientras veo los aviones pasar. La noche es clara y pequeñas estrellas hacen apenas guiños desde universos lejanos en donde mi rostro se pierde en un caleidoscopio lleno de sueños y miedos. 
Dicen que escribir abre y cauteriza las heridas, dame tiempo entonces, hasta que pueda escribir de nuevo. Mientras tanto hablaré de mi y de mis sensaciones, me sentaré quieta a escuchar la música nueva viendo la ciudad brillar a mis pies. 

Hay colillas de cigarros en mi balcón, también flores secas, pero nada de eso es causa de melancolía. La noche es perfecta, clara y sin frío. Abajo la gente pasa sin pensar en que yo existo y conmigo las dudas sobre el futuro, mi regocijo al desenterrar recuerdos, de viajes, de personas y besos. La gente pasa ignorándolo todo y a mi me gusta verlos así, sin rostro, caminando rápido hacia ningûn lado, sin nombre, sin ninguna historia para mi. Hoy es mi momento, no haré preguntas sobre los otros, el cómo, el por qué, ese tipo de interrogantes que hacemos los de mi profesión. Esta vez no me importará que pase con el resto, son mis cinco minutos de placer y con ellos, echarte de menos sin culpas, hablarte desde mi lugar de ensueño y dejarme llevar así, poco a poco hasta convertirme en nada.

“Mientras tanto buscarás
 alguien que te diga la verdad
de aqui a la eternidad,
de aqui a la eternidad..”

Las canciones se me pegan en la memoria y con ellas las historias que se tejieron la primera vez que las escuché. Quisiera estar puertas afuera y no volver a entrar a casa. Seguir caminando hasta hallar la verdad de todas las cosas, Qué cara fantasía! y mientras camino hablarte como todo este tiempo que no nos vimos, con un café en mano al atardecer o con una cerveza fría a media mañana y volvernos así, turistas de mundos alternos, sin parar de hablar, como todas las veces que de solo vernos fue un reencuentro en el hogar. 

Eso lo hace compartir el mismo sentido del humor, dirás. Mentira, replico yo, eso lo hace echarte de menos en medio de esta sensibilidad mía que vuelve la cercanía de cada Abril una bomba de tiempo.




lunes, marzo 13, 2017

#LunesdeMarzo

Hay Lunes cualquiera, en que amaneces sin tiempo para tomarte el cafe y no encuentras los zapatos perdidos bajo la cama.
Hay Lunes de los otros, de amanecer en amarga agonia, pensando que habrá pasado con el o ella, que habrá sido de su vida, preguntándote si ya amará a alguien mas o si ese alguien corresponde completamente a sus afectos?
Hay de esos Lunes cojudos, en que podrías volver a dormir porque sabes que el día, ni la semana, ni el mundo tienen noticias nuevas para darte. En que cierras las cortinas y deambulas buscando algo que te saque del tedio.
Y hay Lunes como estos, en que el cuerpo duele a pesar que la noche tuvo un sueño de 8 horas completas y aun así no fue suficiente, porque te falta algo o alguien que llene tu vida con conversaciones y sueños, peleas y risas. Cuando es mejor volver a dormir e imaginarse  muy lejos, con un viaje, una playa, una canción. Una petite mort en sus brazos.

sábado, marzo 11, 2017

Vidas de humo

Yo no suelo fumar sola. Lo hago en contadas ocasiones. Socialmente, depende de que tan interesante es quien habla. Me recuerdo fumando uno tras otro una noche de lluvia en Republica Dominicana, hablando de padres muertos, de perros y de ex novias. Es increíble lo que te puede atrapar de un hombre para que te quedes a acompañarlo, porque luego de oír  frases como “Disculpe, no bailo bachata, vine con mi novia” y en seguida un susurro de "Salvame, de esto" te olvidas que fuiste porque querias bailar y en cambio te vas directo a la ronda de las grandes conversaciones, esas profundas acerca de estrellas y dibujos animados. Conversaciones que duran la madrugada entera y te terminas preguntado: Como pude pasar tanto tiempo sin hablarle?

Pero no siempre he fumado porque había un hombre al lado tratando de impresionarme, en realidad lo he hecho mucho mas en esos periodos en que me sentía miserable y sola, sin un plan ni una ruta de huida. Me recuerdo fumando sola a las afueras del jardín del lugar donde trabajaba- Si, sabia que en un hospital estaba prohibido hacerlo- pero cuando caia la tarde y nadie pasaba por allí, me sentaba en la vereda de aquel jardín trasero lleno de hierba crecida con vista solo a las piedras peladas que me separaban del mundo. Desde alli yo exhalaba mi miseria extrañando Lima, como si volver me fuera a devolver el corazón que había perdido. Como si al volver a esta ciudad la vida se hiciera de nuevo rápida y fuera tan fácil enamorarse, encontrarse, besarse!

Extraño los besos, quien no los extraña? Es la mejor parte del día cuando empieza una relación, no así en los últimos días de estas, cuando cada beso se transforma en un gesto rutinario, mezcla de educación y ternura.
Volví a Lima en busca de esos besos apasionados de las primeras citas, bueno, también por otras cosas algo mas prosaicas como el dinero. Parecía que aquí la vida seria fácil, volver a hablar en tus propios términos, solo con la gente que quieres y no tener que conceder, ni lidiar con las conversaciones estupidas sobre maternidad e hijos, que me proveían las enfermeras o mis colegas del trabajo. Conversaciones todas ellas, que terminaban en fondos de saco ciego, que me empujaban a caminar por las calles  de la ciudad hasta encontrar un bar pop donde poder beberme una cerveza y calmar  con los vapores del alcohol un poco de esa miseria del día, de la angustia de no saber que traerá el día siguiente o peor aun, de saber precisamente que ocurrirá la misma rutina que no sabe a nada.

Es casi el mismo desasosiego que enmarca mis días ahora. Que la ilusión se ha marchado y que Marzo ha caído con fuerza barriendo consigo las ultimas alegrías que traía el nuevo año.
Qué pasó con el buen humor que traje de Puerto Rico?  Qué pasó con la fe en que una no envejece con la edad sino con las ganas de darse por vencida? Aquí todo ha vuelto a esa tediosa normalidad de día lunes- el peor día del mundo- esa abrumadora falta de horizonte, porque la edad y el cansancio se nos vienen encima y con eso las deudas y los compromisos…pero, qué puedo hablar yo de compromisos? No he podido mantener ninguno. ¡Es tan difícil amar hoy en día! Es una tarea titánica de ir poniendo cimientos de confianza y que se los lleve el mar. No, no podría enamorarme de nuevo, ni en Lima, ni en ninguna otra parte.


Por eso cogí el cigarrillo hoy creo, porque me acorde de esa tarde de completa depresión a mitad de una guardia de domingo en el trabajo hace algunos años, en que vi mi vida caerse completamente al vacío. Que traían para mi estos logros? El dinero, la estabilidad? Eran nada, eran eslabones de una cadena de opresión que me asfixiaba más cada día. Se había acabado todo hedonismo, la comida me sabía mal, los días eran todos iguales. Cómo salir de eso? Aún no lo logro. Parcialmente escapo cuando me enamoro- o ilusiono, como prefiero llamarlo ahora- en ese momento vuelvo a tener alas y a querer bailar y emprender sueños que estaban enterrados y cuento toda mi vida,  porque comienzo a confiar nuevamente y sonrío y bailo!...Pero eso también se acaba... porque todo se acaba, siempre se acaba.

Y me pregunto que habrá sido de las personas valientes que hacían que el amor funcionara? Todos aquellos que buscamos ilusión y luego la descartamos y volvemos a emprender otra como si fuera tan fácil!  Esos que como yo queremos amar demasiado…pero salimos corriendo al menor desperfecto, al menor rayo en el barnizado devolvemos el producto horrorizados de habernos ilusionado. Por momentos, los comprendo a todos, los perdono a todos, pero es mas importante saber
 Que pasara con nosotros? Con la gente como yo...?
Nos asfixiaremos dentro del humo de mas cigarrillos, a mitad de una fiesta cualquiera? Se nos romperá el corazón sin haberlo estrenado?

A veces fumo desesperadamente, pierdo toda confianza en que esto cambie. No le temo a a la muerte tanto como al tiempo que te cae a golpes y no perdona nada.

miércoles, marzo 08, 2017

Dia de la Mujer

Ahora hay tantos canales para gritar la verdad, sabes? O la que crees que es la verdad. No hablo de canales donde argumentar, sino en donde puedas gritar un rato, hacer conflicto, hacer mucha bulla, para sentir que hiciste algo. En la mayoría de casos temas sociales, temas de opinión publica, en otros para gritar de ti.
Hablo de gritar porque en este momento mi piel se siente erizada con todo lo que acontece, pero si me pongo a pensar, al hablar de mi bajo la voz. Hablo bajito, susurro. Me da vergüenza mostrar que he fallado, o que he intentado, o que las cosas no salen como una las planea. Cuando hablo de mi, suelo admitir mis fracasos mucho mas que mis victorias. Por eso hablo bajo. No así cuando me defiendo, cuando siento que me atacan, que me hacen sentir de nuevo que soy la voz disonante que debe ser callada, con un discurso mas fuerte, mas articulado quizá? Un discurso que aporrea con todas las frases clichés que hacen sentir mal a las mujeres. "No razonas", lo han escuchado antes? Es como cuando te gritan fea o gorda por la calle cuando no volteas. Viene a ser el piropo manido de una discusión que acaba de emerger entre dos personas primero como suave brisa, trayendo ya ruidos de ciclón. 

En la calle te pueden decir muchas cosas, una sabe como defenderse. O no? En todo caso sabe como salir sin ser atacada. Que atroz, verdad? Que una como persona de cierto nivel educativo tenga que estar cuidándose de no ser atacada, ya sea por algun hombre en la calle, en el taxi, en el hospital. Como te puede amedrentar un hombre si es mas grande que tu y entra a tu consultorio rural diciendo lisuras. O si no te las dice directamente y las propaga por ahí, sin nadie que pueda defenderte. Que miedo, pero mas que eso, que tristeza. 

A cuantas no nos ha pasado? Que nos griten algo, que nos toquen algo, que nos rocen algo...Y así, ir fingiendo que no pasa nada, porque lo peor es hacer escandalo. Una mujer no grita "jamas grita" me dice con cierto cuidado una amiga muy querida. Ella ha sido educada asi, habla de usted a su padre y tiene que servir el plato antes a su hermano. No es algo que le fatigue, es algo que interpreta como normal. Luego me dice, soy machista, lo se, pero así he sido criada.

Yo pienso. No hagas nada al respecto? Aunque que se puede hacer? Una vez mientras hablaba en la cama con alguien que nunca llegaría a ser mi pareja, me comento casi con admiración que siguiendo yo soltera y con esa poca formalidad para las relaciones, llevara tanto tiempo sin ser golpeada.

Luego añadió con sincera preocupación, que me cuidara, que no todos los hombres eran buenos, que los hay celosos, inseguros...En fin, que el hombre que se enamora pega.

A mi jamas me ha pegado, raro no? Viviendo en un país como este, teniendo la edad que tengo. Ni en la infancia. Nunca hice nada malo, mis padres no eran del tipo que necesita el golpe físico para que hagas lo que mandan. Sin embargo a medida que una va creciendo se halla con muchas historias de amigos golpeados, amiguitas siendo azotadas desde muy pequeñas como una forma usual de violencia. Ya para la universidad ni te inmutas si ves a alguien zamaqueando en alguna calle a su pareja. "Algo le habrá hecho!" dicen todos, para que meterse? Y luego ves ojos morados y te cuentan que en casa también hubo, antes de ti, o en personas allegadas. Y sientes miedo, de conocer a alguien y que ese alguien te ataque, o de que se harte de ti y comience a herir con esas palabras que una no sabe cuando parar. Una nunca sabe si eso que empieza como brisa suave terminara en un ciclon, es mejor huir, huir lejos. No formar cadenas de dependencia con nadie.

 El que te dice que no debes vestirte así, que no debes poner una foto asa, que no debes sonreír alla, o que no debes viajar tanto. Es mejor escapar y seguir escapando y me pregunto si ese no es un efecto colateral de todo la violencia que he visto y vivido. Si ese miedo que me tensa entera, dentro del auto o dentro de una habitación cerrada mientras se discute, es el miedo de que no pueda reaccionar rápido y a que alguien reaccione mal y se me venga con todo su odio, con toda esa furia que te culpa hasta por existir y respirar delante suyo... Porque ya sabes,  cualquiera podría ser el que pierde el control..."al que le haces perder el control"...


Nos dicen fuertes y es mentira, solo estamos a la defensiva en un mundo que ataca a diario, es triste vivir así, en otros lados podría ser diferente, te dicen que es diferente, te dicen quédate, pero siempre regresas, porque uno es de donde es y las cosas se empiezan a cambiar por casa.

lunes, febrero 06, 2017

La Tormenta



Hoy mientras hablaba por teléfono y me despedía de Ahmed para siempre (si, Ahmed, como el príncipe, pero esa es otra historia) contemple el cuadro que está cerca del recibidor. Ese, el del bote encallado en la playa, con un fondo de tormenta con un cielo revuelto de nubes azules y negras. Recordé entonces esa tarde. Era mi primera tormenta en el trópico, el mar se había vuelto negro de pronto pero las aguas seguían siendo tibias y agradables. Me había bañado allí hasta que todos los turistas se fueron. No de cara al horizonte, sino metida hasta el mentón mirando hacia el viejo hotel de arquitectura rusa, donde se despeinaban violentamente las palmeras. En la arena se acababa de sentar un tipo a fumar un puro, yo lo vigilaba y le temía. Siempre era así, ya me había dicho Papa:  “No quites la vista de tu enemigo” y yo no lo hacia entonces, aunque me diera miedo su mirada.

El chofer llegó a interrumpir ese duelo de miradas, salí lentamente del mar que ya se estremecía con el viento de aquel temporal a tomar la toalla y el resto de mis cosas que el tipo me acercaba. Se acercaba la hora de irse y el estaba ahí por eso. Me miro con extrañeza antes de decir:

-Cúbrase señorita,  que se le está viendo un pezon.

Ahí perdí la fuerza. Me vi el bikini de marinerita y ahí estaban no uno, sino los dos morenos pezones saliendo por el escote, erectos, atacándolo todo.
Me cubrí lo mas que pude avergonzada. No volví a mirar a la orilla, pero podía sentir el humo del tabaco viniendo rápidamente a mis fosas nasales. Comencé a caminar junto al chofer empapada y con los ojos clavados en la arena. Ahora entendía porque el hombre del puro se había quedado vigilándome, porque la amabilidad de los americanos al ayudarme con las fotos en pose y el porque sus mujeres los jalaran del brazo. Yo debía resultarles ahora, una nativa mas mostrando los senos, queriendo una foto con ellos, un intercambio de palabras, de besos o de dinero.

La idea me avergonzaba, me pegué mas al chofer esperando que me protegiera. Era un hombre bajo de intensos ojos azules, rubio y con pecas por donde se le mirara. En mi país seria guapo pensé, pero aquí no me lo parecía. Rostro achatado, frente amplia, brazos bronceados debajo de la camiseta del club. Su estatura lo hacia verse rechoncho por la musculatura. Los hombres bajos no deberían hacer pesas, pensé, castigando a mi ex con esa afirmación. El también era un hombre bajo de espaldas corpulentas y brazos enormes. !Como lo evocaba yo en aquellos tiempos! En cada viaje y necesidad de traductor, cada vez que necesitaba alguien que me solucionara los temas que me aquejaran. Su labor de amante se confundía por entonces con la labor de papa. Una característica que seguiría buscando en los años venideros sin apenas darme cuenta.

El bote estaba varado ahí, junto con otros veleros. Nadie saldría esa tarde. No había gente en la playa. Los conductores estaban metidos en sus coches viejos bebiendo café o fumando puros, recorrimos la playa defendiéndonos del viento. Mientras, el hombre bajo parloteaba, tratándome de usted y con un acento isleño, que me había tenido que buscar por toda la playa, que temía que anocheciera y que no me hallara, porque el viaje de regreso al pueblo es aun largo, que ya nadie se queda a pasar la noche en ese club ni hotel fantasma. Yo me cubría la cabeza con el pareo a modo de velo, asintiendo con desdén; no quería escuchar su cháchara. Para eso le estaba pagando, no? Para que me esperara, para que me encontrara, para que me llevara de vuelta al pueblo. Acaso no había quedado claro? 
“Solo calla y coopera” quería decirle y volví a recordar la voz de algún ex diciendo esa frase a mitad de alguna noche borrosa.

Mis ex por ese entonces eran historias que aparecían como blancos guijarros en una playa oscura, señalando el camino del que venia. Siempre había algo de ellos que reaparecía en pequeños detalles que me llevaban de un salto hacia el pasado. Una frase, una actitud o una torpeza. De cada nuevo hombre que conocía, solía pensar: Si eres suficientemente bueno, escribiré de ti en mi diario. Si eres en cambio suficientemente malo, me servirás de personaje para algún libro mas. Y es que por entonces escribía todo. Mis manos ni mi cuerpo cesaban de encontrar historias…Tiempos jóvenes aquellos!

Cuando pasamos frente al bote me mostró la cámara con una sonrisa de muchos dientes manchados. 
-Aun necesita fotos a lo marinera? 
Ya había olvidado que al llegar al club de yates le había preguntado si podíamos alquilar alguno para las fotos, pues yo había llevado especialmente mi bikini marinero para ese tipo de fotos en altamar. Esa tarde ni la siguiente saldría ninguna yate, así que podíamos fingir, haciendo fotos en la playa.
La idea me compuso el mal rato pasado.
Me acomodé el bikini, me arreglé el cabello e inventé una sonrisita coqueta para el primer flash.
-Señorita parece que estuviera en un velorio- reclamó el hombre.

No lo mande a la mierda, simple y llanamente porque era cierto. Los días de tormenta me ponían melancólica. Me pondrían la piel de gallina todos los años venideros. Esa soledad de la playa abandonada por el frío, el mar negro rodeándolo todo. Ningun lugar a donde huir, excepto quedarse en tierra esperando. Desolador, realmente.

Las siguientes fotos fueron mas fingidas, me cubrí con el blusón de seda blanca a modo de capa y el resultado visual había mejorado algo pero mi cara seguía siendo de desconsuelo.

-Finja un poco señorita, es usted la reina de esta playa. Ya Crea-se-lo!

Me dio mucha risa, las próximas fotos intentaban ser algo mas sensuales; una en el timón, otra en el yate. Un saltito en la orilla, una zambullida en el mar. Con el pelo suelto y con el pelo atado. Con cara de buena y con cara de mala. Esa sesión de fotos estaba calentando la tarde.

-Señorita, mejor la llevo para el pueblo o otra playa que todos los choferes la están mirando.

En efecto los choferes de los coches para turistas, los acomodadores de tumbonas, los mozos que recogían las copas debajo de los tapasoles cerrados y abandonados. Toda esa desolación de tormenta ahora  estaba llena de ojos que miraban, los saltitos, las poses, los cambios de posición del cabello.

“Chica mala, muy mala”.  Recordé ese susurro en mi oído derecho.

De camino de retorno al pueblo,  el cielo era color morado y los arboles se perfilaban negros y amenazantes. La próxima playa era mas alta y mas bonita, sin yates, sin gente. Sin tapasoles para turistas. Una ensenada de agua azul que se encrespaba al viento. El traje de baño goteaba sobre mi cuerpo que tiritaba en el asiento trasero sin ninguna toalla seca para cubrirse del frío.

-Odio este frío- grite, castañeteando los dientes. Odio esta isla!
- No diga eso que el mar se ofende! Ahora mismo es la mejor hora para nadar. El agua en el caribe se pone caliente.

Lo miré con desconfianza.

-Créame, que se lo que le digo. Si quiere protegerse del frío, quédese dentro del mar cuando llueve.

Paramos el auto. Unas fotos mas para ver como el mar se estrella en las rocas, como se desmelenan las palmeras, como cambia el sunset y se hace morado, lila, azulino. Una foto contra la palmera, otra en la arena, con pareo y sin pareo. Riendo contra el viento, amenazando al mar. Mil fotos mas.

-Es usted una reina de sensualidad señorita.
- No es cierto- Le refuté con un mohín.
- Es una sirena, la hija de Neptuno...

Su voz se perdió en el viento,  cuando di una rápida corrida hasta la playa. El pareo quedo atrás. Solo un salto dentro del mar caliente,  desatarse el sujetador, un trapo de bikini menos, liberar los pechos, liberar el alma...Ya que importa quien vea?  Uno mas. Vuelan libres las piernas, el agua cubre hasta el mentón, libera. Ninguna tela cubre lo que no nació para ser cubierto. El mar es un amante fiel ahora. El mar que conozco, que golpea y acaricia. 
Mientras, alguien me observa sentado desde la playa, la cámara sigue haciendo flash. Me pregunto: Vendrá?

Jugar con el agua salada, saltar en medio de las olas, adentrarse en el océano hasta que la tormenta sea noche. Nadar y nadar para que no me alcancen, para no tener que estar con la vista siempre fija en el enemigo. Para olvidarme que existe alguno. Me adentro hasta el horizonte, que ganas de no volver nunca mas. Los pezones se golpean en las olas, los pies chapotean, el cabello se enreda. La hija de Neptuno no quiere volver. Se abren todos los espondilus, huyen las estrellas marinas. Un cardumen de peces le ingresa  por el pubis y juguetea hasta perderse bien dentro. Hay magia en medio de las olas que se elevan fosforescentes. Se ha hecho de noche y el tiempo pasa. Podría morir ahí mismo, dejar que todo dolor pase.

Dos faros iluminan ahora desde la costa, hay que volver... Golpe de realidad y miedo...Donde estará mi ropa? Donde estará el chofer? Quien me cuidará ahora?


El carro de la policía está estacionado esperando. Una bocanada de tabaco sale por la ventana, sin ningun rostro visible. No hay mas nadie. Ni el chofer, ni mi cartera con el dinero, ni mi ropa. Una blusa blanca se desgarra amarrada contra una palmera. Todos los flash se han detenido.

Me cubro con las dos manos, unos pechos flojos y una ingle mojada. No hay con que pudor cubrirse la conciencia.

-Señorita, habla espanol?- Grita alguien desde la orilla y su voz se pierde en el viento.


sábado, febrero 04, 2017

Sunset

De todos los malos días, de las malas estaciones, de 11 anhos atrás, justo hoy tenia que volver a leer aquel relato de la princesa.

Que depresivos éramos entonces! El dijo, desde que te conozco llevo meses sin pensar en desaparecer. Eso sonaba hermoso entonces, algo que crispaba todo entendimiento. Me acerque a el con la atracción de un cuerpo blando sobre un cuchillo y dolió entonces, lo poco que duro, lo mucho que esperamos que ocurriera. Pero fue hermoso, lo acabo de recordar, porque éramos dos personas tan tristes entonces, que al estar tirados en cama se sentía menos la soledad. No he vuelto a sentirme sola nunca mas, ni a necesitar un cuerpo en mi cama nunca mas. No necesitaba completar la historia de otros, en estos anhos, ya había tenido suficiente con la mia.
Que tristes éramos entonces, pero ya no mas. La gente se llena de hijos y dan motivos para seguir luchando. Yo me llene de libros, de viajes, de zapatos. He ido llenando los vacíos que antes llenaba con historias sobre princesas suicidas en medio de océanos rosados. He dejado de escribir, de escribir-te. He dejado en el camino a volverme un adulto responsable tantas cosas, pero ahí están esas lineas para recordarnos que tristes y jóvenes éramos entonces.

Lima huele como una cloaca hoy, o será otra vez la sensibilidad a los olores de cuando las cosas se pintan feas? He gritado abran las ventanas, saquen la basura, limpien los banhos, entonces la gente me ha mirado desconcertada porque nadie olia lo que yo olia. Eso me sucede en estos estados de sensibilidad absoluta. El mundo se abre de piernas ante mi y no puedo contener la mueca de asco.

Así era el 2006 verdad? La época en que empezó todo, como es posible que siga aquí escribiendo, sufriendo y equivocándome de nuevo? No hay tantas ciudades a donde viajar y enterrar historias de amor? El mundo es ancho y ajeno, ni te imaginas. En ese tiempo el conocía Europa y Japon, yo apenas la carretera panamericana. Pero aun así el quería morir y yo quería quedarme. Siempre es la misma historia. Aferrarse a la esperanza de que aquí las cosas mejoren, en algún punto. Y cierro los ojos y el atardecer se vuelve sunset, el cielo color púrpura, el mar rosa. Quizá Lima sea la misma ciudad del primer cuento y la princesa siga en busca de su espada.

Past

http://fajperu.blogspot.pe/2006/10/de-cmo-describiste-perfectamente-la.html

El Verano

Ya recordé de que iba esto, lo del blog.
Recordé porque lo necesitaba cuando quería forzarme a llorar o a sentir, o a conectarme con mis yo desparramados en cada esquina de una mala conciencia.

Vuelvo aqui con la vergüenza de un yonqui arrepentido. A los viejos hábitos de amar, odiar y olvidar.
De pronto el cielo se cae a pedacitos, las nubes cubren la ciudad como algodón sucio y me recuerda los días tormentas. recuerdas eso? Lluvia en pleno verano, así se llamaba ese post. Cuantas lluvias habré visto yo a mitad del verano, mojándolo todo, sin dolor.
Hoy no llueve, ya no sabe llover en este rostro despintado. Nadie puede poner lagrimas ni sollozos, el guión esta hecho para una protagonista que madura sin escándalos lacrimógenos. Por que así es la madurez, no? Ya no se llora por nada, ni por nadie. Solo se queda con una ese dolor sordo que significa: Ya sabias que pasaría. Te consuelas con un abrazo de sabanas y almohadas. Te sigues abrazando fuerte en la ducha, en la cocina. Pasas los dedos entre el cabello, suavizas la amargura y te dices, vamos ya pasa...Cuantas veces hemos estado antes en este lugar conocido.

"Deja que pasemos sin miedo..."

De todas las canciones elegibles, esa era la que había escogido para el día que tuviera que partir. Había pensado tanto en ese momento, que no daba ni miedo. La vida y la muerte eran ahora dos caras de una galleta que se desayunaba a diario. No temo la muerte de los otros me solía decir, sino de quienes amo y bien sabes tu que la familia siempre se va primero.

Que duda cabe! Pensaba yo, cayendo en cuan ridiculo era vivir triste en la espera de lo inevitable.
Después de todo querida, en la muerte como en el desamor, no importa cuanto te prepares, con cuanta anticipación lo hagas, siempre cala duro, al fondo de la piel, donde el alma vive oculta entre los intersticios, tiritando dudas y suenhos. Ahí golpea y no cesa de doler hasta que olvidas.

Se logra olvidar, verdad? Les pregunto a todos, se logra olvidar siempre, verdad?
Les suplico a todos, se logra olvidar en algún momento, no?
El escenario esta vacío, todos se han ido, no hay quien pueda responder a mi sollozo.

Nada queda, excepto esperar a que pase, recordar esas viejas frases de: Quiero que me mientas, pero miénteme bien para que no duela. Recordando como se tiene que abrigar una sola cuando cae la noche y sobreviene el frío. Cuando llueve en verano y se oscurecen para siempre los días soleados.
Recordando como sobrevivir a los que se van antes de tiempo.

Me lees triste, lo se. Pero no es tan así, hoy me alegró  que me llamaran Laura, que se acordaran de ella, la que no sale vestida nunca. La que vive desnuda y ama con pasión desbocada. Me ha gustado eso, que no dijeran mi nombre sino mi alter ego, para recordarme quien es la persona detrás de las persianas bajas. La que mira y se sonroja buscando una historia sordida tras otra, una persona sordida tras otra.

Nada queda, nada. He plantado en terreno eriazo flores muy caras y ahora lloro por ellas, tonta de mi, esperando que no mueran.



sábado, diciembre 10, 2016

Insomnio.

Que se hace la madrugada en que te ibas a casar y te ataca un insomnio que no te permite conjugar ningun pensamiento? Yo no lo se, pero cada vez que he tenido dudas sobre algo lo he cogido...ooops, no malas palabras en este blog, verdad? Lo he tomado, siempre tomado el riesgo.

Me hago llamar Laura y desde hace 10 anos tengo este blog de inicio cinico y desordenado, que luego fue variando a hacerse cursi y deprimente- pienso yo. Fue cerrado tantas veces que ya ni recuerdo cual era el timeline original. Lo que si recuerdo son estas noches de insomnio en casa, la necesidad de tamborilear mis dedos en el teclado, la necesidad de ordenarlo todo mediante palabras y darle un poco de calma a lo que de hoy en adelante llamaremos pasión - y a la que otros entrañables llamaran LOCURA.

Como decía, hoy era el día de mi boda...Y si hubiéramos seguido en contacto tal vez también habrían recibido una virtual invitación, pero eso no ocurrirá. Me ha tomado 6 meses asumir que no pasara y que todos tenian razón: Es mejor así. Como se hace para cerrar una herida, solo con esa frase insípida: "Es mejor así?"
Lo que ha ocurrido en mi vida en cambio es otro de esos viajes cierra-círculos que me gustan tanto. Gente nueva, sabores nuevos, una persona renovada que devuelve el pasaporte para que se lo timbren en senal de conformidad...Senorita, pase, esta curada de ese mal de amores, puede volver a su país original y retomar el rumbo como mejor le venga en gana, aquí a nadie le importara lo suficiente.

En lugar de un psicologo, nos hemos entregado -la tal Laura y yo- a incontables días de reuniones con amigos, de traguitos de todos los colores, de música en vivo, de cigarrillos sabor a mora...Laura y yo hemos dejado el cafe porque nos mantenia demasiado activadas, pero aun asi, heme aquí con el insomnio de siempre, volandome de un tajo toda la buena ortografía para escribir tal como se me viene a la mente todo.

Soy medico, lo sabia no? Llevo una vida dividida entre mi racionalidad, mi sensibilidad y mis malditas pasiones ( quedamos en que así le diríamos ) Esa continua división que tenia como objetivo moderarme, ordenarme y ser perfectamente rentable en cada aspecto por separado, se ha venido abajo  con los anos. Ya no puedo separar mi perfil profesional, de la loca melomana, ni de la fanática de las fotografías, menos de las cosas que dibujo y desdibujo, le he puesto empenho a ser medico, una maestría, diplomados aquí y en el extranjero, mas estudios, mas libros. Tápate esa cabeza, tápate esas ideas, tápate el cuerpo...Bahhh, uno es quien es y según la persona que me toque conocer, empiezo a mostrarme primero por el lado que mas le acomode...Luego viene el zafarrancho, la complejidad. La nerd a la que le gusta bailar hasta destrozar los zapatos...Pero como, no que eras una intelectual de remate? La cinica que solo quiere relaciones cortas y luego abraza, besa, se apasiona ...pero como! No eras tu la de las relaciones sin complicaciones? La golosa de la comida que se esfuerza cada anho por alguna bikini mas corto. Todas las contradicciones entre la consumista y la socialista. La sensibilidad, la brusquedad, las ganas de quedarse y las ganas de salir corriendo. No es una confesión, ya no es un secreto para nadie.

Esta noche Laura se casara con ella misma...La que escribe, con la que cura/o mata, la que publica fotos de lenguas y dientes. La que no quiere hablar y habla. Vamos a fusionarnos todas y que se vayan a la mierda los buenos modales.



martes, septiembre 09, 2014

Frontera

Uno pertenece a donde es querido.
A veces ese territorio es una persona,
a veces varias

La patria no es siempre un suelo,
es lo que se siente bajo el cielo

inmenso cielo
sangrante cielo

La frontera entre lo ajeno y lo propio
no es ningun cuerpo definido,
no termina ni comienza

no hay un Donde?
doloroso Donde

la patria pertenece
a donde marca el corazon

Volver

Quiero volver a usar lentes y volver a escribir.
Lo pensé ayer mientras me probaba unos anteojos en el espejo. Cuanto de mi había desaparecido en el camino. Un camino que seguía dando vuelta en espirales algunas veces turbulentas y otras cansinas.

Volver a sentir sin preocuparme en el tiempo que dure ese sentimiento, o que ese sentimiento pueda quitarles tiempo a otras personas. No pensar a cada minuto de mi vida que hay un reloj con horas marcadas para mí de lo que debo hacer o a donde debo ir. Porque en esa continua rebeldía a mi propio tiempo, en ese esfuerzo por no hacer lo que me está impuesto, ha habido un desgaste entre lo que crecía libre y lo que crece ahora a la sombra, con miedo de mostrarse.
He tenido ganas de escribir no para mí como lo hago usualmente, sino para el resto. Para mantener esa comunicación fluida que antes me hacía sentir “sentida” y era más real que aquello que tocaba. Porque es cierto, en la vida que elegí hubo también una dicotomía entre lo abstracto de mi mundo interno y todo rastro material que tocaba. A veces pienso que esa vida y esos cuerpos que pueden tocar mis dedos es la mentira, que lo único real es aquello intangible, que vive en mí y a partir de mi va hacia otras personas y regresa en formas no planeadas. Mis deseos, mis ambiciones, mis mundos fantásticos. Nada que no sea yo me pertenece, todo lo externo plantea una duda que es difícil de responder.
Abrace mi carrera buscando respuestas físicas a problemas que no Vivian en la física. Pensé que entendiendo la estructura de cada célula, o el relacionar de cada partícula, podía tener indicios de cómo es que la vida se acaba, o el por qué se acaba. Por que existimos? Quizá me debí embarcar en mis días adolescentes en un viaje filosófico más que microbiológico, pero aquí estoy intentándolo. Obteniendo respuestas que generan a su vez mas preguntas.
Como dije, nada de lo material que he tocado y he obtenido han sido una solución de valor a las preguntas que he tenido.   Nada me ha devuelto la calma de inventar una historia, trazarla, terminarla. Las vidas humanas son más complejas, el amor y el dolor humano es más complejo de lo que me habrían podido ensenar mil microscopios, mil muestras de tejido.
Nada de lo que he tocado ha permanecido conmigo. Excepto las palabras, los gestos, las acciones de la gente.
Cuántas vidas he despedido, cuantas gentes he dejado marchar para evitarles más dolor, cuantos ojos he cerrado!
Nada de eso importa, es materia y sin embargo…Cuantas veces he pronunciado discursos y frases que otros han acogido con agradecimiento o rabia. A cuanta gente he debido consolar sin conocerlos, apartando de mi todo sentimiento en contra. A cuanta gente he debido abrazar.
No siempre amo a la gente y le deseo el bien. Después de ver todas las cosas que veo, mi concepto del ser humano en general es de un ser ruin que no puede apartar su propia ruindad de sí. Un estado que desconoce, que se niega a diario pero que finalmente lo sobrepasa, tal vez con buenas intenciones, tal vez sin el propósito de hacer daño como objetivo inicial, pero que lo termina haciendo.
No podemos superar lo finito de nuestra materia, ni lo infinito de nuestra ruindad. El amor en ese camino es un efecto colateral, que debería equilibrarlo todo, pero no lo consigue. Es tan pobre nuestra capacidad de amar sin hacer daño.
El amor físico sigue siendo el más valorado, el permanecer juntos físicamente. Tu cuerpo y mi cuerpo, cuanto amas del mío, cuanto das del tuyo. El tiempo va pasando y el deseo por otros cuerpos, por otras sensaciones que otorguen más intensidad hace perder el sentimiento inicial. De que nos sirve la materia entonces? Ese cuerpo que adorábamos y desaparecerá para siempre?
Somos átomos desordenados, lo sé. Me clasifican y recomponen los sentimientos puestos en ellos.
No soy materia, soy más que eso.
Lo inexistente.
La voz que no termina.

Quizá por eso es que vuelvo a escribir, para volver a ver todo con ojos que vayan más allá.
Para no perder la esperanza.

jueves, abril 17, 2014

Gajos de Jueves Santo

Es jueves santo, y me ha despertado como un machetazo
el dolor el dolor en la sien
Que me ataca siempre,
Habrá un día sin dolor para mi?
Un día que despierte y no tenga que contarte que he sufrido?
En todas mis cartas y postales,
 muestro lengua y dientes presurosa,
Que tan feliz crees que soy?
Hacia donde crees que voy?
No hay una semana por mas sagrada que parezca
Que no tema a este dolor amanecer conmigo.
No hay noche por mas serena que parezca
Que no presienta que volverá conmigo,
Este dolor, que se ha vuelto mi única certeza,
Es el que me hace volver a pensar demasiado,
A escribir demasiado,
Pues siento que mi mundo se esta acabando.
Desesperada busco darte un testimonio de lo que soy,
De lo que entiendo que soy,
De mi búsqueda por lo que quiero ser.
No se si esto sea suficiente,
A veces calma el dolor. Otras no se.
Es jueves santo, afuera los días se ponen frios,
En otra parte del mundo ya es primavera,
Me imagino a mis amigos caminando entre flores de cerezo,
Aquí pronto solo habrá ramas secas que pisar,
Naturaleza muerta.
No hay duda, que la muerte es relativa.
El día que desaparezca triste de este cielo gris,

Quizá despierte sonriendo en otro cielo mas calido.

sábado, abril 12, 2014

Lunes de Abril

Hay un ambiente cerrado donde solo mi felicidad cabe,

Sentada a la mesa sola, contemplando textos que no logro entender,

Bebo el café recién colado, el jugo de frutas varias y mastico sin darme cuenta

El pan untado con mantequilla.

Voy haciendo estos pequeños actos de satisfacción cotidiana como si fueran nada,

La luz de la lámpara se derrama en torno mío,

La mesa de cristal ovalado, mi tasa y el computador abierto,

Ahora somos uno solo.

Hay aroma de café, hay aroma de vainilla artificial en toda la habitación

Cálida ahora, impermeable al frio,

Tu frio.

Yo en pijama aun, leo, escribo, respondo, mastico,

Soy un ente solo, que arranca mordiscos a futuros recuerdos,

Sin darme apenas cuenta y te leo esos trozos,

 Los describo,

Los digiero para ti.



Mi universo es este, del tamaño de un abrazo,

hasta donde alcancen mis piernas,

Mis dedos en el teclado, mi aliento o mis brazos.

Universo pequeño, eterno, mágico, de mañana de lunes,

En donde me parapeto de sueños  que nadie entiende,

Ni tú.

Mientras afuera la mañana brumosa,

Araña mi ventana sin lograr entrar con su frio de cuchillazo,

Me espera ansiosa a que salga y la enfrente,

Con todas sus banderas ondeando humedad invernal,

Ahí está la vida retándome a que salga,

A que me distraiga de ti,

Y mientras yo,

 Mastico tu último poema sin entenderlo del todo,

Junto a café recién colado,

Flores nuevas y canciones viejas.



....Para Nacho, mi fiel sonhador ;)



miércoles, febrero 12, 2014

Va llegando el momento de hablar a solas otra vez. La ciudad es complice, un par de cigarros encendidos, la casa a oscuras, la musica en los oidos, la ciudad con luces aun encendidas en una madrugada que no llega, cada edificio es un cirio gigante en el umbral de mi propia muerte. Una agonia intensa en donde ninguna lagrima cae, por exceso de pudor.

El cielo es azul ahora, ninguna noche fue mas hermosa que esta, la noche de las partidas, de las despedidas sin palabras, de las enormes cartas. Nubes blancas, alargadas fumarolas para una noche que no parece tal, solo un pedazo de oceano en donde navegan los aviones que parten hacia ningun lado.


Sombras envuelven,
esta lenta melancolia,
imposibilidad de llorar,
de irse, 
de quedarse bien.

Hoy es la noche para que hablemos a solas, pero ya no hay mas frases dulces que compartir, 
tu juventud ha muerto, tu ilusion tambien. 
La mia en cambio, aunque parece incolume, esta muriendo al verte partir.

Es una noche en blanco. No hay nada que decir, papeles sin palabras escritas, cigarrillos sin encender, ropa tirada. La noche es blanca, polvo de estrellas, rastros de sal.

Va llegando el momento, pero no se ya para que

jueves, octubre 24, 2013

Una carta

Después de mucho tiempo cariño, he podido terminar de leer un libro entero. Quizá lo dudes, pero los anteriores me ha costado mucho trabajo llevarlos a término, como si no fueran emocionantes, como si no me importaran realmente, como si fuera un trabajo que debía de hacer. Pensé, como seguramente lo piensas tu en este momento, que se trataba de una etapa, que después de todo, a todos nos pasa. Como cuando después de un intenso romance y una dramática ruptura, te quedas a solas un tiempo sin ganas de probar nada de nadie. Inapetente de toda emoción intensa que pueda detener el proceso de auto reconstrucción.
Mi etapa se ha extendido quizá demasiado. O eso me ha parecido.
Este último tiempo sin vernos leía novelas cortas, alguno que otro poema, las editoriales de las revistas que me interesaban, pero más nada,  me seguía sintiendo igual, indefensa, inútil para terminar un texto, sencillamente incapacitada para escribir por lo menos una carta.
Poner puntos y comas, pensar como seguiría un pensamiento de otro, si lograría concatenarlos todos como piezas necesarias de un todo. ¿Es ese peso que tienen las palabras, sabes? Ese peso del que te hablaba, como si cada palabra tuviera su propia textura al salir de la boca y esas texturas llenaran desiertos, levantaran muros, construyeran ciudades. ¿Qué ideas esconden entonces las palabras? ¿Alguna palabra muestra realmente una idea?
Por fin alguien lo entiende, por fin un personaje vive inmerso en el peso de las palabras y sus significados y puedo identificarme con él, con esa búsqueda de significados. Del verdadero significado de estar vivo.
He terminado y como siempre me embarga esa sensibilidad oleosa, esa especie de fragilidad infantil de sentirte descubierto por otro y de querer ser descubierto por otro. En momentos como este, yo solía salir y dar un largo paseo hasta que volviera a sintonizar conmigo misma. Como si una enorme fiebre me embargara y necesitara urgentemente de una brisa que me devuelva a mi estado original. Nunca supe si ese estado era bueno o malo, lo único que sabía es que la “fiebre” debía acabar, no podías estar en ese estado ansioso de búsqueda de respuestas permanentemente, sin perder la razón. Después de leer un libro que me gustara yo me solía sentir poseída por la historia contada, por sus voces, por los paisajes y aromas descritos, por esos pensamientos íntimos en cada uno de los personajes. Cada personaje saliendo de la misma persona, delineado y construido a su antojo. Como si el escritor hubiera querido matar a todos sus demonios contándonos una historia.
Ese largo paseo debía ser en silencio, pero a veces la ciudad aturdía y también las personas. Las interrupciones de las personas, sus llamadas, sus preguntas que parecían vanas todas, ante lo que yo estaba viviendo en ese momento. Su ruido incesante alrededor.
Hace poco fui al teatro sola, nunca lo había hecho. Me senté en la primera fila y me sentí igual de poseída que al terminar un buen libro, había tanta energía en ellos, demasiadas sensaciones, demasiada información para mi sensibilidad, desacostumbrada a estar desarmada o tras la coraza del que debe dar la cara ante la adversidad. Ese continuo disfraz que cargo en el trabajo, mi epidermis contra el mundo.
Salí embriagada de sensaciones diversas, tuve que caminar varias cuadras en la aún fría noche limeña, hasta decidirme a coger un taxi, pues las botas me mataban.
Sé que lo que te acabo de contar parece carente de todo interés, pero todo tiene una razón y no es el comunicador el que da las respuestas. Cada quien tiene una pregunta intima para responderse…quizá el resto de la vida.
Yo te cuento que he terminado un libro, que he ido al teatro, que camino sola, que uso botas incómodas. Nada de eso es importante, al final de la noche cuando tu y yo nos quedamos solos, ausentes de comprensión en un mundo lleno de extraños, separados por tiempos y distancias y excusas miles, es al final de la noche en ese silencio intimo en que podemos tener el valor de gritarnos a la cara esas preguntas que ninguno de nosotros quiere formularse durante el día por temor a no hallar jamás una respuesta satisfactoria, o por el miedo a iniciar una búsqueda que no terminara nunca.
Saberlo me reconforta, pues tu duda también es mi duda.


miércoles, mayo 15, 2013

Mujer de besos breves

Mujer de pechos breves
Que desapareces con el día,
Labios que se parten
Con el agua de mar
¿A dónde ves mujer que no puedan buscarte?
¿A dónde vas que yo no te pueda hallar?

Mujer que ocultas entre los muslos universos,
Destellos de una oscuridad que es próxima
Como la verdad que temes mostrar,
Te encoges,
Te desplazas,
Te niegas a ti misma,
Placeres que otros días te hicieron despertar.

Mujer de besos breves y mejillas rosas,
Tus pasos huidizos van por el salón,
Envuelta en sábanas prestadas,
Vas limpiando unas caricias ásperas,
Carentes ya de todo amor

Mujer de pechos breves,
Largo el camino hacia el perdón.

sábado, marzo 30, 2013

Sabado de gloria


Hoy volveré a escribir, pues he dormido todo el día. Miento, tal vez haya dormido toda mi vida. Un sueño tras otro he repetido, camino a su casa y de vuelta a la mía…
 Pero que tonta me he vuelto, apenas vuelvo y ya deseo hablar de él.
De él que habrá dejado en mí una huella imborrable al despuntar esa mañana, nuestra última mañana juntos- ahora sé que lo fue.
Nunca llegue a despedirme como debía, quizá porque temía volver. Temía que como siempre me flaqueara el orgullo y en una noche cualquiera, le llamara, le escribiera, me acercara y suplicara con tintes de voz cínica que solo quiere sexo: Amor, quiero pasar una noche contigo.
Y puede ser que él dijera que sí, que aceptara el reto, que respondiera a mi enredo de quiero pero no quiero, con una respuesta corta al estilo: Ven, que te espero. A su estilo, ven rápido que me duermo, a mi estilo: Ven rápido o me muero…
Porque entonces -y este entonces no es tan lejano- cada frase suya era traducida por mi según mis caprichos más urgentes y tejida así con hilos de amor y deseo; cada silencio, cada pausa entre frases era para mí un retazo de poesía inconclusa que yo sabía llenar con mi ansiedad por él.
Yo urdí con su cuerpo, con su cara, con su casa, un universo entero de cosas imaginarias en las que yo me arrulle hasta sentirme de nuevo chiquita, dócil, entregada y de esa forma sentirme  cómoda.
Eso era él para mí, lo confortable del amor imposible, fácil de torcer, de amoldar a mi realidad virtual en donde todo podía ser perfecto,  precisamente porque jamás ocurriría…Y si ocurría alguna vez, ser feliz por lo corto que seria.
Es tan corto el amor, al fin y al cabo…
Y ahora estoy aquí como si nada hubiera pasado, con los huesos intactos y la piel tersa sobre mis pómulos canela, con esta nueva realidad mojando mi boca, metiéndose en el fondo de mi paladar, haciendo brotar palabras nuevas, como nuevas sensaciones nacidas después de él solo para demostrarme que la vida sigue y el amor se transforma de persona a persona.
Nuevas sensaciones que debo volver a clasificar, a renombrar, a mezclar y comparar con otras y meterlas así en cajitas de colores, en el enorme estante que guarda los amores que no han sido, ni serán, pero que buenos eran mientras los inventábamos…

Yo lo quise, debo aceptarlo. No sé de qué forma se puede querer lo que no se puede asir con las dos manos, ni con el pensamiento, ni siquiera con la carne. Pero yo lo quise.
 Ay la carne! Mi vehículo hacia él, mi cuerpo el camino para que ingrese en mí y me posea toda. Cada vez más, con los ojos cerrados, entrando de memoria, en la que sabía, era su casa. Ese camino placentero y doloroso, de cogernos, de descubrirlo humano, de descubrirme humana robando para nosotros un pedazo de eternidad. Era tan poco el tiempo que estuvimos juntos, mas fue el tiempo de desearnos que el de tocarnos. Fue tan corto todo, que da miedo saber que haya sido real toda esa entrega.
Ha terminado ese viaje, puedo hablar de eso sin que me acongoje volver a hallarlo, ni me despierte el deseo de buscarlo, de llamarle, de escribirle o seducirle. Ha terminado y mi corazón como tierra nueva ha vuelto a ser arada para un nuevo amor, un nuevo hombre, otra ilusión que albergue con otros sabores y sensaciones lo poco que yo viví con él.

No sé si él me amaba, eso es casi imposible, tratar de pensarlo, es un esfuerzo inútil. No era para mí ni yo para él y así fue desde un inicio, no sé si saberlo encendió mucho más el deseo. Debo reconocer que no he deseado a nadie con la fuerza testaruda y animal con la que yo desee tenerlo solo para mi. Libré una lucha larga conmigo misma para aceptar ese deseo y finalmente, ese deseo como tantos otros, acabó.
Si, acabado está, como mis dibujos a lápiz sobre su casa o mis fotos de desnudez a media luz.  Como esas escasas veces en que a mitad del amor, febril y despiadada le confesé al oído: Yo te quiero, te quiero…

lunes, febrero 04, 2013

Oficio conocido: Ser Medico




Ayer mientras caminaba, me perdí en una librería- Si, es verdad que yo siempre me pierdo y más aun en las librerías- pero ayer andaba mas perdida que nunca, sin saber qué libro coger o que exactamente comprar- si después de todo, yo casi nunca compro nada de lo que realmente deseo. Terminee así en un estante de libros de gerencia y liderazgo en donde los simples títulos ya lo decían todo y en los que aun acercándome  a leerlos yo no entendía nada.

Me pregunté entonces porque todas esas reglas de éxito y liderazgo nos salían tan mal  a los que trabajamos día a día en los hospitales. ¿Es otro tipo de lógica la que nos maneja?  Después de todo, se puede explicar cómo despedir adecuadamente a un subalterno, pero no existen libros que te expliquen como despedir adecuadamente a alguien que ha muerto, o como enfrentar a la familia que espera tu informe en ese tipo de noticias.

Salir, bajarse la mascarilla y decir: “Hicimos todo lo que se pudo” es algo que solo ocurre en las telenovelas y por supuesto, jamás esa frase sería suficiente.

A diferencia de otros empleos en que se miden valores y cifras, sin tener conciencia real de las consecuencias o los afectados directos de lo que hacemos o decidimos, en este trabajo día a día debes poner la cara ante esas decisiones que una vez tomadas marcarán la vida de otra gente. Gente que te da la cara, te estrecha la mano, de la cual por unos minutos te hace formar parte de su vida o del declinar de esta. Gente real con problemas reales.

“ Has visto mucha gente morir?”- Es la pregunta que suelen hacerme. “Algunos”- Respondo, sin ganas. Cuando en verdad debería responder: “Cientos, he visto morir a cientos”, pero en cambio sonrío y trato de no pensar en eso.

La siguiente pregunta suele ser “Que se siente?” a lo que respondo cínicamente: “Casi nada”- Aunque eso tampoco sea cierto. Porque en ese momento, la verdad la muerte no significa mucho.
Los muertos pasan a segundo plano cuando a quien debes enfrentar es a los que quedan vivos.
 Lo que más importa es como informarles, así,  das la noticia lo mejor que puedes, la gente solloza, los consuelas , te agradecen o te maldicen y sigues tu vida. Vas a almorzar, conversas con alguien, te ríes de un chiste.  Hablas por teléfono, que al fin y al cabo dar ese tipo de noticias es parte del trabajo ¿Y tú estudiaste para eso o no?
Pero no es cierto.
Aunque la muerte parezca un evento olvidado cuando llegas a casa y abrazas a los tuyos y bromeas de algo cotidiano para omitir realmente como fue tu dia, toda esa pugna de sentimientos bloqueados aflorará tarde o temprano.
Porque hay momentos en que nadie te ve, en que solo estás tú y tú conciencia y no puedes evitar recordar a alguien que se ha ido y por el que no pudiste hacer nada. Recuerdas cada detalle, el rostro de los familiares, la última frase. Todo como en una película hecha solo para tus ojos.

Surgen entonces una variedad de sentimientos ¿Frustración? ¿Tristeza? ¿Enojo? ¿El ego herido del hombre que no puede ser Dios y tampoco puede ser verdaderamente humano?

Porque ¿Qué clase de cyborg puede dar ese tipo de noticias a diario sin sentirse afectado? Sin derramar jamás una lagrima. Decidir lo que otros médicos no quieren decidir, lo que la propia familia se niega a decidir, lo que una misma no quisiera decidir. ¿Prolongar unos días más la agonía de alguien o evitar más esfuerzos y dejarlo partir? ¿Cómo saber si no surgirá un milagro inoportuno que te hará ver como el farsante que desprecia la vida en lugar de protegerla?

He visto muchas cosas que los religiosos podrían llamar milagros. Todo lo que la ciencia no puede explicar aun de una manera categórica, la gente termina por denominarles milagros. Hechos inoportunos como decía, interfiriendo con la lógica de la ciencia que avisa muy cauta: “Ojo que se nos muere si no hacemos nada” y claro, aun sin que nosotros hagamos nada el paciente milagrosamente vive.


Pero hablaba de lo inoportuno y ¿no es acaso más inoportuna la propia muerte? No he conocido a alguien que estuviera listo para marcharse. Incluso aquellos cadáveres en vida a los que nadie visita abandonados en los hospitales, se mueren en días soleados, opulentos, de brisa perfecta. Certificas una muerte, mientras vas viendo por los ventanales como cae el sol mansamente sobre el perfil de la ciudad.
“Que injusto es tener que llorar en un día así”- te quedas pensando.
No, la muerte jamás es oportuna, ni siquiera cuando es provocada ni cuando somos el vehículo hacia ella, como usualmente pasa. Cada decisión, cada movimiento nuestro definirá más tarde el que podamos dar a la familia del paciente una buena o una mala noticia.
Yo usualmente, soy la mensajera de las malas.

“Abandonad toda esperanza”- es el eco que anticipa mi llegada.

Mi discurso es simple y corto, finaliza con un: “Haremos todo lo que esté en nuestras manos”. Y aunque no hay verdad más pura que esa, se que jamás será suficiente. De nuestras manos se escaparan vidas, sin que podamos hacer nada para remediarlo.
Veo mis manos ahora, que inútiles parecen cuando no tocan a alguien.

“Ninguna mujer que haya elegido esta profesión ha de ser muy normal” – dice en tono de burla, el médico más viejo del lugar. Y me pongo a pensar a que se refiere con normalidad y si ese concepto no se basa más que en una estadística de popularidad. Luego, agrega “O al menos nadie se salva de esto y vuelve a ser como antes de entrar a un hospital”. Esta última frase le sale casi como en un susurro para sí mismo.

“Nadie puede seguir siendo normal después de ver morir a tanta gente” dice alguien y yo pienso en los militares, en los guerrilleros, en esa gente para la cual el sentido de la vida ya no será jamás el mismo, pero en cambio la muerte pasa casi desapercibida.

“Es que morirse es un juego de niños cuando en vivir esta lo difícil” diría uno de mis personajes.
Me pierdo en la librería como un niño que busca inútilmente respuestas, me pierdo entre estantes repletos de libros,  con pasos cansados y solos. Por un momento desearía meterme en uno y que la vida sea solo un cuento con final feliz, en  donde la única frase que yo tenga que decir fuera: ”Colorín…Colorado…”

24 horas de mundo real

La pregunta para el ensayo en francés se refería a ¿Qué acontecimiento había cambiado mi vida. En la practica oral había ensayado la típica ...