viernes, mayo 26, 2017

French Kiwi Juice

Me he quedado despierta esperando a decidirme, si me quedaba o me marchaba. Si en algún momento de la noche me vendría la furia de ir a buscar eso que deseo y encontrarlo en medio del humo, de una habitación llena en donde los rostros me sean todos desconocidos. Me he quedado despierta y a medio vestir para que el frío me quite todo brío y calentura, con el cabello mas alborotado que de costumbre, escribiendo de todo un poco, explorando de todo un poco, perdiéndome en la red como me perdería en una ciudad futurista de calles lluviosas, en la búsqueda de algo que sacie mi deseo, mientras la música ensordece todo, las voces, los avisos de peligro y las señales de ayuda.

Estoy aquí, indecisa por partir hacia ti, perdida entre dominios y enlaces. Ansiosa por tenerte, con el chocolate derritiéndose en la boca, con mucha culpa y desasosiego, escribiendo y borrando lo que no se decirte en voz alta. Clamando por llamar a tu puerta, a tu vida,  a tu boca. Entrar por una ventana y quedarme en un rincón hasta que aceptes que soy la mano que sostiene la tuya, hasta tomarte, dejarme, dejarte…

Es un invierno crudo y todas las colillas de cigarros han hecho un pacto para mostrar la primera letra de tu nombre. Voy midiendo mi fuerza para irme o quedarme, escribiendo en papeles viejos todos tus alias, como una clave para saber si eres capricho, o si es realidad todo mi deseo. Y me decido por continuar en el piso con la música alta en los oídos, esperando que seas tu quien venga hacia mi, que te desprendas del techo que ya ha desaparecido del todo de mi fantasía como todo lo que ha dejado de ser importante en mi vida, que caigas  sobre mi como gota jugosa y cubras cada poro y cada grieta abierta. 

Ya no importa si estoy despierta o dormida, si estoy totalmente descubierta o vestida, mi decisión es tenerte antes que la noche acabe, llegando despeinado en medio de las luces ámbar  de una ciudad que se adormita. Y me hables, hables toda la noche hasta que no importe mucho si estás adentro o afuera, o si eres demasiado grande y yo aún demasiado chica, pero que me enseñes en una o varias noches lo que dicen todas esas canciones, que es lo que dice toda esa gente en las películas extranjeras, de que hablan las personas cuando hablan de amor, de donde viene la gente cuando sueña con huidas. A dónde se van todos cuando hablan de encontrarse a sí mismos y por qué es más rico estarse sin ropa bajo muchas mantas esperando a que vengas, a que te vengas, conmigo. Sólo conmigo.



Hoy suena French Kiwi Smile- Canggu.

jueves, mayo 25, 2017

Asimetrias

Me veo frente al espejo tratando de olvidar la voz chirriante de la maquilladora.

-Tiene una ceja mas alta que la otra- dice, alcanzándome el espejo. Es parte de su forma de mirar,  digamos, de su huella facial.

Me hace recordar a mi padre revisando mis dibujos, diciéndome que estaba mal esto y aquello, que el sombreado, que las lineas, que siempre me salían los rostros chuecos, pero que eso ya era inevitable. Era parte de mi huella al dibujar.

Salgo caminando de allí en medio de un día húmedo y gris, quizá el primero de todo el invierno. Hasta ayer ha sido verano, piernas desnudas, escotes pronunciados, cabello suelto, una media sonrisa.  Me pregunto si lo primero que se ve en mi es tal como en el espejo mi ceja elevándose con duda o mis dientes asomando en la sonrisa infantil que del lado izquierdo parece tímida y del derecho invita a jugar un poco.

No hay nada derecho en este mundo, mucho menos el camino que elegimos. Ni mi pecho derecho ni mi pie izquierdo están contentos con su tamaño extra. Se amoldan a la ropa y al calzado ajustado igual que yo y mis principios se tratan de adaptar al trabajo, a socializar con la gente, a tratar de decir lo políticamente correcto, aunque no pueda. Ni en la vida diaria, ni en el sexo. Mi lengua también tiene la asimetría de lo normado con lo sentido, por eso los besos raspan o son suaves y duelen tan parecido ya sea por ser muy profundos o por ser muy superficiales.

Al pasar frente a los espejos mi imagen se repite cientos de veces, mi lado diestro trata de engañar a diario al zurdo. Andar comportado y con bozales, ablandarme para que el estar a diario tan tensa y tan sola no me vuelva alguien fácil de quebrar a la primera. Y vaya que  en mi trabajo tendría razones para quebrarme en mil pedazos! Vaya que conozco razones por las cuales los días pueden ser mas oscuros y mas lluviosos que los que dicta el hombre del clima.

Y en las relaciones...Ay las relaciones! Mi lado derecho cerebral comandándolo todo y el izquierdo dejándose estar. Mi mano derecha que estrecha firme la suya y la izquierda que intenta acariciar cuando no me está viendo. Contenida si, tratando de equilibrar lo deseado con lo debido, podría apostar a que nadie se da cuenta que soy como un dibujo doblado en dos, en tres, en mil que solo toma forma real cuando se echa al aire y como un papel libre vuela, vuela hasta perderse.

Me miro directo a los ojos en los espejos de la calle. Olvido la astucia de mi ceja derecha elevada, olvido que después de una tarde en el salón de belleza debo ser el Ecce Hommo de alguna aprendiz de maquillador, me miro directo hacia adentro y todas las asimetrías se acomodan, a lo mejor sea yo la única que pueda amarme tal cual.

Otoño en Lima

Es lo primero que escribo luego de una larga temporada. No era mi intención hacerlo, pero el café y este cielo nublado son malos consejeros....