jueves, junio 08, 2006

Hostias!

Yo no soy bautizada y mi curiosidad máxima es saber a que sabe una hostia. Mi madre me dijo que si tanta curiosidad tenía podía ir donde las monjas a que me dieran una de esas hostias sin bendecir, peor yo no quise. Lo que en verdad quiero saber es a que sabe una hostia en ese momento después de confesarse, que se siente hacer cola ante un cura al que por un breve instante dejas de considerar como el último gusano de la tierra y muy por el contrario sientes que es el gran embajador del perdón, quisiera saber como se siente quedarse calladito en la misa, con la hostia disolviéndose en la lengua como algún bocado divino, que te va limpiando por dentro.

Mi padre hijo de una familia ultra católica, estaba convencido de que por mas bueno que sea el pan no era justo obligar a comértelo y que a nadie lo podían obligar a ser católico, si esa era una decisión que parte de uno; con este pensamiento basado en la democracia que llevaba como bandera siempre, decidió bautizar a sus tres hijos mayores solo si ellos lo pedían y cuando hubieran alcanzado la edad en que los sesos dejan estar dentro de un cráneo con fontanelas sin cerrar, blando y amoldado a las creencias de los padres.

Crecidos los niños ( o debería llamar engendros y obstáculos de la vida? ) y alcanzada esa edad puberal en que los sesos se amoldan mas bien, a las creencias de los amigos y los maestros de la escuela, pidieron ser bautizados. Yo apenas si era un amasijo de carne y cabellos chascosos que comía caramelos con los cachetes llenos, así que por suerte no me exorcizaron- digo, bautizaron a mi también. Fue una hermosa ceremonia en que un cura con ojeras de elefante, miraba reprobatoriamente la tardanza de mis padres en “acercar a los niños al reino de Dios”. Claro, el cura que parecía sacado de film hindú ignoraba que en esa familia y dentro del mismo templo aun había un pequeño demonio sin bautizar mascando su chupetín rojo, ajena a esas vainas de agua bendita y flores de azar.

Tiempo después mi hermana La Achilenada vino con sus manías de hippie a reclamarle iracunda a mis padres por haberlas bautizado de católicas a los 13 años, si a esa edad vivían atemorizadas por las monjas del colegio.
¡¿Pero si tu misma me lo pediste y hasta lloraste insistiendo por el bautismo?! -Gritó mi padre al borde del infarto.
“Claaaro y desde cuando una niña sabe lo que le conviene! Eh?”- respondió mi hermana con mofa.
Mi padre se quedó frío ante esa respuesta acompañada por la cara de palo de mi hermana ya adulta ( el pobre ignoraba que de esas respuestas tendría a montones el resto de la vida ). Al parecer toda su filosofía de familia democráticamente organizada se venía abajo; pero como mi padre es terco, a los dos días se topó conmigo y mi triciclo destartalado dando vueltas por el patio, persiguiendo alguna libélula desprevenida.

- ¡A ti solo te bautizamos cumplidos los 18, así que nada de insistir antes! porque según tu hermana a los 13 ustedes aun siguen mulas!- y siguió pintando su nuevo tablero de ajedrez.
Yo abrí los ojos bien grandes y me quedé callada, acababa de ver una libélula quietecita detrás de su cabeza y la quería para mi frasco.

A mi no me interesaban los asuntos del bautismo, porque ya me daba hasta vergüenza pedir ser bautizada a los 8 años y entrar caminando a mi propio bautismo, eso si hubiera sido abochornante. Yo había resuelto que el día que me casara me harían todos los sacramentos juntos, cosa que así me borraban el pecado original y de paso todos los pecadillos que planeaba acumular hasta mis 30- que era la edad en que planeaba entrar de blanco a la Iglesia. Yo estaba muy feliz pensando que podría comerme todas las golosinas sin tener que compartirlas, cortarle el cabello a la Barbie de de mi prima la petulante y romper las ventanas del vecino, con afán pederasta que me molestaba cada vez que salía a comprar. Así que el bautismo retrasado significaba para mi un periodo de gracia con carta blanca, para poder disfrutar de lo que los otros llamaban injustamente “pecado”.

Me cuidé bien de no terminar en el colegio de monjas de mis hermanas, porque tenía temor a esos cuervos con hábito que hacían rezar de rodillas afuera de la clase; pero llegada la adolescencia me hacía sentir diferente que todas mis amigas ya hubieran pasado por los tormentos de los 3 sacramentos y yo aun seguía “Morita”. Claro, había aprendido a superar ese miedo que me inculcaba la abuela, de que los Moritos no van al cielo si me mueren, porque en el fondo yo si quería morirme y andar paseando como fantasma por toda la casa y jalarle las patas en las noches, a aquellos que decían que no iba a lograr ser nunca un angelito en el cielo.
Además eso de terminar en “el limbo”, me sonaba a invitación para ir a una sala con ecos en donde podría jugar largamente, sin que ningún barbón con túnica blanca y arpa arrosquetada, me instara a portarme bien, o a tener que leer esas historias en donde la gente mataba a sus hijos par ser fiel a un tal tío Yavé que andaba desparramando plagas o convirtiendo en estatuas de sal, cada vez que le daba la chiripiolca contra sus mascotas bípedas “hechos a su imagen y semejanza”.

Un día se infiltró una monja argentina al colegio, tenía los ojos celestes mas lindos que había visto y cuando cantaba, una voz de verdadero ángel; pero apenas se le acabó la sonrisa y las anécdotas de que llegada al Perú, todos los “cholitos” le decían “jelou, uan dolar” pensando que era gringa americana y con plata; le salió el discurso usual que me mantuvo atemorizada los 5 años de secundaria, de que a aquellas que no se habían confirmado “irían al infierno a sentir el rechinar de dientes de los pecadores”. Así que media clase aterrorizada por esa imagen de desgastar el esmalte dental a punta de tormentos donde “el tío Sata”, se terminó de confirmar en la fe de Cristo a los 16 años; mientras yo, tenía pesadillas con diablos de ojos azules que me invitaban a bailar tango en los fuegos eternos con el ritmo de dentelladas al aire.

Ya en la universidad, el paraíso para los que se dicen agnósticos por una cuestión fashion, mi novio me contó que en su colegio los hacían tener retiros de 2 días, cada cierto tiempo para reflexionar sobre sus pecados. Yo pegué el grito en el cielo ¿Qué pecados se tiene a los 12 años? Probablemente sentir que odias tus padres, ganas de masturbarte a diario y haberte fumado un cigarro a escondidas. No entendía porque eso tenía que hacer sentir culpable a un niño.
Eso confirmó mi odio a la intolerancia de los curas y sus normas desfasadas; aunque, siempre me quedó la curiosidad de que se sentía el confesarse ante alguien y ser tan inocente de creer que al sacar esas culpas fuera de ti eras perdonado y eras absuelto hasta el día que volvieras a meter la pata.

A veces yo quisiera confesarme y que me den una penitencia muy grande a cumplir para luego sentirme libre de toda culpa o remordimiento; pero es inútil, creo que una necesita perdonarse a si misma para poder vivir a gusto, no importa a quien se lo digas, lo necesario es saber que tus errores son absueltos en tu propio corazón.

De pequeña yo tenía una amigo imaginario, lo vi en un cuadrito que se quedó colgando en el cuarto de mis hermanas. Me cayó bien el tipo porque se veía flaco, barbudo y pelucón como John Lennon. Me dijeron que era Jesús, pero yo no les creí, porque para mi el tal Jesús andaba siempre crucificado y en shock por la tremenda zarandeada de los romanos y sus costumbres de matarifes. Ese Jesús crucificado me daba cierto miedo, ese si tenía cara de venir a jalarme de las patas si no me bautizaba.
En la pintura el joven de rostro sereno tocaba una puerta y yo me imaginé que era la mía, porque a esa edad yo me sentía bastante sola y ni asi cantara Arroz con leche, nadie tocaba mi puerta para ir a jugar. Así que lo volví mi mejor amigo y le contaba esas cosas que me hacían sufrir por solo pensarlas. Aprendí a ir a la raíz del problema y buscar siempre la razón detrás de cada sensación dolorosa que me oprimía el pecho antes de dormir y que no podía entender.
El tipo me enseñó a perdonarme solita y sin probar hostias, porque en esta vida me decía, “no existen personas buenas ni personas malas, solo circunstancias”. Y como yo era niña le creí.

Días de bestiario

Junio, seis


Se podría pensar que estoy enamorada por lo que escribo y escribiré. Pensar que jamás he estado tan frágil, tan cercana a ese sentimiento, pero creo que también se equivocarían. Porque si escribo del polen en el rostro, de las abejas en los árboles, de cielos color de rosa, no es que el amor ande tocándome el seso, es solamente que volví a ser tierna.

Es que luego de dos años de andar queriendo crecer y endureciendo la piel para parecer madura ante el espejo y no sentir lástima de mi misma por mirarme como una pobre niña indefensa, me decidí a sentir de nuevo y a creer que mi corazón puede pedir ayuda, que aun no está todo perdido.

No es que ande enamorada, o tal vez si…no lo sé. Pero hoy amanecí sin ganas de empujar los recuerdos al fondo de mi baúl mental, para que no duelan tanto. Amanecí sin ganas de ponerle el velo usual a las cosas y hacer parecer que nada me duele, cuando es al revés, cuando vengo sintiendo y procesándolo todo, para que no quede etiquetado en la memoria como un fracaso, como una frustración sino solo como un recuerdo. Un maldito recuerdo.

Y claro, he de confesar que hace dos años que extraño que me abracen…no las usuales palmaditas, no el abrazo apasionado, no el abrazo de amigos…solo que me abracen y me acojan y me hagan sentir que no sirve de nada seguir corriendo, si ya no tengo ninguna parte en donde ocultarme, cuando los monstruos habitan dentro mío y no tengo aun el valor de sacarlos al sol y desaparecer sus sombras para siempre.

Y también confesar que estos dos años necesite de alguien junto a mí, para que se pusiera de mi lado contra el mundo. Que no me agradó estar sola, ni crecer a la fuerza. Que hubiera preferido alguien a quien contarle que me pasaba a diario esos días de infierno y que ese alguien me abrazara y no me reclamara o me dijera que así es la vida y que esas cosas me hacen fuerte. Que después de eso dos años, se me acabó la vocación de ayudar y poner la otra mejilla, que a veces hubiera querido ser yo también la mala del cuento y no la que recibe los golpes. Que me cansé de hacerme la fuerte, si en el fondo solo quería un abrazo.

Y hoy amanecí así, con esta fragilidad que me hace vana. Que quise llorar y no pude y recordé esos inviernos en otra parte, mirando por la ventana una extensa llanura lunar, donde antes hubo un océano de estrellas ganchudas y al intentar llorar tampoco pude hacerlo. Porque tantas veces me sequé los ojos con los sellos de cera de esas cartas no enviadas. Y ahora que al fin puedo hacerlo, llorando a gritos si es preciso ya no me dan los ojos, ni la nostalgia…porque tal vez no haya nada que recordar. Ni nada por lo que andar sufriendo.

Hoy amanecí frágil, mas que siempre…y descubrí que el volver a sentir también duele un poco, pero acaso valga la pena el pedir ayuda, el tener paciencia y el volver a ser tierna. Acaso valga la pena ilusionarse un poco y atreverse a contar esas cosas que permanecen en tinieblas y que nos hacen daño el seguir ocultando. Acaso valga la pena reconocer que no me agrada estar sola y que de vez en cuando yo también necesito dar cariño y recibirlo. Acaso valga la pena la fragilidad si sabes que tu abrazo será devuelto.
quien sabe que pasa en casa?

la pagina ha caducado...deberia dar gracias?

es una feliz coincidencia entre el ser y el no ser ?

entre la realidad y la ficcion?

este es un post de prueba, asi que al carajo si alguien lo lee

me gustaria que asi fuera mi despedida

con nadie para dar la respuesta de donde me meti

sino, como siempre...

que hui mientras las luces esperaban ser encendidas

martes, junio 06, 2006

Razones para quererte

Las razones para quererte ya no son las mismas que las del inicio,
Ese inicio apasionado de besos ansiosos y sudor en las manos
De palabras adecuadas, las mas sensibles que se hallaran
No es el amor de niños con el que se identificaban otros
Ese amor que nos hacia estallar en te amos que
No eran nunca suficientes

No, el amor de ahora es un amor mas calmado
Sin tantas pretensiones, de yo ser solamente tuya
O tu solamente mío,
Ahora es un amor mas reposado
Mas sereno,
que ya no se desespera si te marchas
O Si me largo yo de casa

Diríamos, como los viejos, que es un amor más tolerante,
-Pero ya sabes como odio yo, esa palabra-
Porque a pesar del tiempo que ha pasado
Aprendiendo mutuamente,
Yo sigo odiando ciertas cosas
Frases que me desequilibran, aunque ya no tanto

Las razones para quererte ahora
Ya no son las mismas que aquellas que escribía
Cuando nos conocimos,
Son más fuertes, son lazos que se han tensado
En el fragor de los días juntos, de cada despertar
Y anochecer en la misma cama,
De cada pelea inútil
De ese abrazo cansado, que ahora nos hace cómplices.

Como ves las razones para quererte ahora
Ya no parecen suficientes
Y sin embargo lo han sido y cada día nuevo
Lo siguen siendo.
Aunque los demás no entiendan el punto
Porque Tú y yo ya lo sabemos.




Esto va reservado para el dia que te halle y ya no te quieras ir.

Virtualmente Real

Soy una amiga virtual, por eso la gente real dice que no soy una verdadera amiga. Pretende decirme que no existo ¿me debería sentir mal? Si la geografía no me permite estar al lado de la gente que aprecio, si no puedo invitar a comer una pizza a mi mejor amigo para hablar de nada mientras vemos películas, si tampoco puedo estar con el café al lado del escritorio en los momentos de ocio, si no estás conmigo cuando te necesito. Ni en mi cama cuando quiero abrazarte ¿debería sentirme menos?

Hace poco leí eso de “yo solo tengo amigos reales, los virtuales se los dejo para los fracasados”. Supongo que debería sentirme una “perdedora”, por tener en mi lista solo a la gente que me agrada, no a la que me impone la circunstancia, ni la maldita geografía. Solo me acerco a la gente que como yo, deja la pose bonita para mostrarme el corazón al desnudo y me quiere hablar de aquello a lo que teme, de esas cosas que los hacen diferentes, de esas señales que pueden hacernos sentir raros entre la multitud de gente que oculta sus aristas para ser siempre piedras lisas y desechables.

Me pregunto si la denominación de virtual, para la demás gente, es sinónimo de inventado. Si yo vengo a ser para la demás gente “real” solo un personaje inexistente que responde a través de un monitor y que se mueve sonriente atrapada en una pantalla luminosa, como una suerte de pez esquivo. Si el ser virtual me resta valor, si eso me convierte en irreal, en unicornio, dragón o sirena que permanece al lado de quien quiere vivir en sueños y que desaparece cuando ese alguien abre los ojos y decide caminar de lleno por “ la realidad”.

A veces pienso que aquellos que solo somos “amigos virtuales” somos los que mas nos conocemos. A esos amigos de monitor, que por alguna circunstancia ajena a mí, aun no he podido invitarles un helado real, para ascender de categoría y ser estimada como alguien de carne y hueso, yo les he contado secretos que no puedo contarle a la persona mas cercana; me he confesado frágil , histérica, algunas veces tierna, depresiva o pesimista. Esos amigos virtuales, que por razones ajenas a su poder, no han podido darme ese abrazo cuando mas lo necesitaba, pero su palabra de aliento llegó en el minuto preciso y no me dejó caer, son igual de entrañables para mí que aquellos otros amigos reales que estando geográficamente mas cerca no se levantaron del sillón cuando yo me estaba derrumbando.

Cuando alguien me dice que es la amiga real de…, me quedo pensando en cuanto de realidad existe en ese nexo entre dos personas reales, que se mueven en un ambiente real y que son compañeros o amigos, no por elección sino por circunstancia. Si yo tuviera que elegir a mis amigos, probablemente muchos de los que me rodean no serían invitados a esa fiesta, porque serían simples conocidos, que saben mi nombre, mi edad, mi domicilio, pero a los que no les importa si estoy viva o muerta; si un día amanecí espectral porque me estuve muriendo de dolor durante la noche, o si estoy feliz porque al fin conocí al hombre que quiero.

¿Que tan real es la gente que pasa por tu lado? ¿Qué tanto sabe de ti la persona con quien te acuestas? ¿ a quien le cuentas tus secretos? ¿ante quien te has desnudado los ojos y el cuerpo? ¿Quién es virtual en el juego de la confianza? ¿ el que permanece a tu lado ignorándolo todo? ¿o quien a miles de kilómetros sabe cuales son tus sueños, deseos y miedos?

Yo no quiero un café hoy, quiero un par de cervezas para salir a reirme un poco y brindar por aquellos “virtuales” a los que quiero.



***En la ciudad de la Furia (versión slow)

lunes, junio 05, 2006

Purple Rain


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Parece que recién sintiera el invierno sobre mí. Cuando volví aquí, era verano aun. Me coloqué las sandalias y los vestidos cortos e imaginé que jamás me había ido, fui a la playa, me senté en la arena y mirando al mar hice un broche imaginario para apartar de mi memoria los meses de Enero a Abril, ese periodo bizarro donde decidí sentir de nuevo y acercarme a las cosas que de verdad quería.

No hay duda que cuando te pones un traje plástico y una careta de “no me importa nada”, las cosas pueden doler menos. Las despedidas son menos tristes y los besos menos húmedos. La vida sigue su curso pero una está al margen, ya no le duele nada… pero la verdad, tampoco se siente mucho. No sé porque, en Enero decidí volver a sentir, porque decidí que me faltaba amor y me faltaban sueños por los que seguir adelante. Solo se, que empezado Enero tenía una sonrisa en el rostro, imaginando que el periodo depresivo había llegado a su fin y que era momento de recoger los frutos de una felicidad prometida e intenté poner todo de mí en cada cosa que se me ocurrió vivir pero no resultó y de pronto ya era Abril. Siempre Abril, el mes en que el cielo se vuelve densamente gris por las humaredas de los campos quemados y el olor a mar se acentúa en la ciudad, era Abril y yo había vuelto a casa, otra vez, con la maleta vacía.

Me vi a mi misma despertando con los pliegues de la almohada, tatuados en mi rostro, con los ojos hinchados de haber llorado para adentro y la mirada perdida del que no sabe que pasó realmente en esos 4 meses de buscar y no hallar nada. Parece que cuando uno se decidiera nuevamente a sentir, fuera el dolor lo primero que se viene al cuerpo. Que cuando una desnuda el corazón, sea la tristeza lo primero que se apodera de sus ventrículos y la hace querer retroceder en el intento.

Hubiera querido seguir oculta en el disfraz de dureza, pero tiritaba de miedo ocultando mi desnudez dentro de esa armadura metálica, que a las finales me quedó demasiado grande. Una armadura que me impedía llorar para que no se oxidaran los goznes y me derrumbara entera. Llegó Enero y yo me decidí a sentir con la intensidad del que ya no quiere vivir temiendo, del que cree merecer alguna felicidad antes negada.

Pero llegado Abril, comprendí que cada paso dado fuera de mi traje protector, había sido un error doloroso. Una broma de la que no supe reír. Yo desperté en Abril y puse un broche a todo lo vivido, quise ocultarme de nuevo en casa, cerrar los ojos y el corazón a ese mundo externo al que jamás me adaptaría del todo, para así poder volver a soñar, porque cuando una sueña nadie le falla, todo es perfecto y el mundo parece blando.

Es Junio y no he podido. No he podido volver a ponerme armaduras y a soñar desde dentro que nada de lo vivido hasta hoy fue cierto. Es Junio y abro el broche de mis heridas recientes, no para generar una lástima que a estas alturas resulta fuera de lugar, sino para descubrirme yo en esas misma cicatrices y aceptar que eso es lo que soy y ya no me puedo ocultar. El camino resulta difícil cuando se quiere volver a sentir de nuevo, el primer hálito de vida, generalmente es el dolor. No quiero negarme a ese dolor si es el camino que me llevara de retorno a la vida. No quiero cubrirme mas del frío de un invierno que empieza en Junio, porque se que tarde o temprano una primavera vendrá a mi y todo habrá valido la pena, cada paso de mi caminar en círculos, cada lágrima que logró ser derramada a tiempo, cada vestimenta arrojada al fuego.

Yo llegué aquí cuando aun era verano y quise soñar que nada de lo vivido estos meses fue cierto. Ahora es Junio, puedo mojar mi piel con la lluvia tímida de los inviernos costeros y no tener miedo a sentir, porque se que tarde o temprano dejará de llover y yo estaré lista para volver a vivir la edad que me ha tocado vivir, a correr por la playa con la piel tiritando de frío, a caminar por la pista con la luz de los vehículos en contra, a llevar el cabello suelto y los pies descalzos. Porque ningún invierno es eterno y yo ya conozco de que color son las mariposas.
*Purple rain- Urselle (ojalá este jazz si suene)

viernes, junio 02, 2006

Charlas de viernes de Café: De Razas y Mierdas


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¿Sabes lo que mas me agrada de tomar un buen café? La música que puede acompañar esa bebida y mas que todo la compañía. Es difícil sentarse a tomarse un café a solas, en general me gusta hacerlo acompañada. Pero no se si yo soy muy parlanchina o mis acompañantes demasiado silentes. Últimamente solo hablo yo, aunque a decir verdad preferiría ser yo quien guarde silencio.


Creo que lo que mas disfrutaba de tomar café con Mr. Moss era su charla variada e interesante, me podía quedar horas escuchándolo o viendo esas caricaturas que ponía sobre la mesa. El problema es que tomar café con un inglés a media tarde es como ponerse el cartel de “quiero irme del país con el primer turista que se aparezca”.
De pronto íbamos por la calle y la gente se nos quedaba mirando raro y murmurando, supongo que imaginaban que yo también era una de esas “caza turistas” que buscan la visa para un sueño.
No te sorprendas, que yo no los culpo, porque yo también he pensado eso cuando veo a tipos de cabello dorado, ojiazules y de 1.90 de altura, al lado de alguna compatriota de 1.50 y cara de ruina incaica. Y es que un país como éste, todos andamos con la viga en el ojo, clasificando a la gente por su color, su cara y su raza. Paradigmas obsoletos en una tierra en donde si no tenemos de inga tenemos lo de mandinga(no, no pienses mal,es solo una frase no tiene ninguna alusión sexual a tenerla como mandinga).

Mírame a mi, pues, morena y de 1 .62 ( 1.65 para los fans) sin mucha belleza de por medio. Como para no llamar la atención cuando voy peinada, con mi casaquita roja y los zapatos chatos color azul. Pero cuando he caminado con algún desteñido al costado, ahí si cambia la cosa. Primero mucha miradita socarrona, luego a la menor distracción alguna mujer lanzándose encima de mi acompañante sin el menor respeto a mi morocha investidura. Creo que es cierto eso de que las peruanas somos lanzadas, porque siempre me ha pasado que una mujer está con la mirada lista y luego, zaz! Que le pone las garras encima a mi pareja, coqueteándole con descaro, como si yo fuera la mujer invisible y acepto que me creyeran invisible cuando andaba flaca, media escuálida; pero ahora que los adipositos me redondearon las partes nobles, pues no me la creo, porque seré ingenua, hasta ingeniosa, pero de allí a ignorada! No, pues, a eso si que hay mucho trecho señoras!

La única vez que se chingaron fue cuando salí con un francés muy fashion, que no solo era interesante de charla sino bonito de rostro, al que le parecieron mas guapos los tíos que las tías de la discoteca. No te rías, que así pasa. Los mas bonitos, son los que son
“a doble tiro”. Así que ese día yo las dejé con el francés sorpresa y me fui a bailar con alguien mas normalillo y orgulloso de demostrar las virtudes de su cromosoma “Y”.

Aunque tiene su gracia salir con un gay (ojo gay, no loca) y si es bailarín la pasas fenomenal, porque te hace dar todas esas vueltas , giros y pasos raros que un amigo ordinario no hace. Y bueno tampoco pones remilgos en que te toque aquí y allí porque sabes que tu mercancía no le interesa mas que para apreciar la textura del vestido o aconsejarte sobre como llevar un escote. El problema es cuando al lado hay un chico que le gusta y ahí si que “tu amigo” no te toca ni el cabello. Baila a dos metros de ti y pone el cuerpo en ritmo trans para irse bailando al lado del otro. Cuando abres los ojos, están bailando sola y ahí no mas tienes que volverte derechita al asiento para que no se note que ya te quedaste sin pareja de baile y que hace media hora estás moviendo el cuerpo como bailarina de Night club en jodas.

Pero volviendo a lo de la raza, es un asunto bien gracioso ese; porque claro, tengo amigas de porte ario que dicen que a ellas no les gusta la discriminación y que mal que por ser morena a mi me hayan pasado tantas vainas en el colegio ése; pero al momento se acerca alguna chica de pelito negro lacio y de ojos oblicuos y ahí no mas se les sale lo nazi “pero y esta chola de mierda ¿Por qué se sentó en nuestra mesa?”A mi me da risa, porque se nota que a estas amigas mías, el tinte les quemó el seso y creo que a mi me alucinan la hija de Bill Cosby y por eso se guardan la lengua creyendo que un poquito de plata me aclara el color y me hace algo mas parecido a ellas ( como si eso fuera una virtud). Pero que idea mas errada, si yo pido café americano para no andar de nuevo con las confusiones del café de nombres raros, mezclado con licores estrambóticos, que me abre las úlceras. Ya decía mi sesudo hermano “cosa fina en cuerpo chusco, es muerte natural”, así que yo tranquila con lo que tengo que no es mucho pero es.
El asunto es que en un país como el nuestro, la gente tiene identidad regional muy marcada y ahí se vienen adjetivos, como indio, serrano, cholo, chuncho, negro, todos seguidos de su respectiva extensión excremental con varios signos de admiración. Porque bien decía mi padre, que según el lugar de residencia , se puede ser peruano de Brasil, peruano de Francia o simplemente un peruano de mierda.Como ves, acá el dinero viene a equilibrar lo que la raza de las siete leches no puede y si no la tienes a veces vale la cultura, pero mira tu, que la cultura también la da en buena cuenta el dinero. Porque cualquier hijito de mami con coeficiente que raya en la oligofrenia, se jacta de ser bilingüe y de saber de cultura griega porque ya estuvo en Grecia tres veces, mientras que hay muchos por aquí que a las justas si nos manejamos con el Español de España (… ejem…no vaya a ser que le den otra terminación) e ir de turismo solo al paradero mas cercano.

No te rías que he salido con varios tipos así y aun menores que yo, que me decían de sus viajes y me hablaban en trilingüe, para que al final les entendiera solo la jerga local que decía “ta ke lo máximo que seas matasanos uona” y ahí no mas aterrizaba mi ilusión de salir con alguien culto, porque las apariencias engañan y que alguien te diga que estudió aquí y allá y que conoce a zutano o mengano no te asegura nada. Dirás que yo también peco de eso de mirar solo la cáscara, pero ¿qué quieres? Si para conocer a alguien siempre empiezas por la cáscara…¿O acaso no mostramos todos la cáscara solamente?¿ alguien usa la ropa con las costuras para afuera? No pues, todos mostramos lo mejorcito…o aquello que creemos nos puede ocultar lo suficiente como para que luego el conocimiento del verdadero yo, sea algo sorpresivo y ojala hasta “agradable” para nuestro novísimo interlocutor de turno.

Como te decía, lo que me agrada más de tomar un café es la música y poder escuchar a quien me habla, pero después de 26 años de solo escuchar historias ajenas, se me ocurrió que a lo mejor era el momento adecuado para empezar a hablar y ya ves! Ahora nadie me detiene. Nos pedimos otro?


*Hoy no hubo óleo, pero la música suple un poco la falta de belleza.

jueves, junio 01, 2006

Para hablar de los blogs

Hoy abrí el blog y me di cuenta que estaba a punto de publicar el post numero 240, increíble, que haya escrito tanta bobada en 5 meses. Llamo a mi blog mi terapia de introspección pública, porque en general solo hablo de mi y mis recuerdos, pero aun así la gente lee lo que tengo que decir. ¿Será solo morbo, al leer un diario ajeno?
Creo que fue un 29 de Diciembre en que finalmente anclé en la plataforma de blogger. Antes solo leía de vez en cuando y no podía comentar ni como anónimo. No se porque esa noche resultó, porque entré a esa página donde indicaban como hacer un blog en tres pasos y elegí ese nombre que aun no me agradaba: LAURA y le puse ese apellido Hammer porque pensé que era requisito y cliiiiiiiiiin, que funcionó y ya tenía un blog, un lugar en donde podría escribir y es que hacer un blog ya era casi una necesidad, para alguien como yo que se la pasaba escribiendo en papelitos y cuadernos, que se quemaron en la infancia; para alguien como yo que perdió dos cuentos larguísimos por guardar los archivos en el la pc de sus padres o que perdió sus cartas y otros textos en diskettes que se malograron o que perdí en alguna mudanza de casa. La mejor forma de salvar el legado de un despistado es ponerlo a la vista de todos, así no se sentirá la perdida, si es que algo de mí ya quedó en otros ojos y así será preservado también de mi propio olvido.

Hace dos años que en boca de mi ex, había escuchado sobre lo que eran los espacios para bloggear y claro, me fascinó la idea de gente común y corriente escribiendo de lo cotidiano con una destreza que ya quisiera yo.
El día que al fin pude tener un blog propio, publiqué algo tonto, cerré la página y me fui a acostar. Al día siguiente emocionadísima por mi nuevo juguete, bajé las escaleras corriendo para ponerme en línea y ¡horror! Me di cuenta que no tenía una puta idea de cómo volver a la página, no sabía como acceder a la página de blogger y cuando al fin lo logre hacer, no sabía cual era mi nombre de usuario ni mi contraseña. Apenas si recordaba que me había puesto un nombre tonto como Ingenua Ingeniosa en alusión a mi nick porno del Chat- si pues nick porno. Algo así como decir “soy primeriza pero no dudes de mi creatividad”, frase que se podía aplicar a todos los ámbitos donde me desarrollara. Fueron tres días en que no sabía a quien pedirle ayuda y que creé otro blog, solo porque no sabía como acceder al mío, fue entonces me di cuenta de que era mas despistada de lo que yo creía y abandoné la idea de ser cirujano.

Parece que el destino se encargó que no supiera como hacer un blog durante mi exilio trabajó lico al interior del país, porque entonces todo el mundo se hubiera enterado lo duro que es ser mujer, joven y médico en este país de todas las sangres. Y que tampoco me hubiera enterado de cómo hacerlo, al año siguiente en que caí en lo que ahora llamo técnicamente depresión, post ruptura con mi por entonces “marinovio”; pues entonces hubiera sido una bitácora aun mas patética que la actual, quejándome de la falta de amor.
Mi único lector, me mandó al diablo, a mi y mi americanísimo apellido tres días después por un post llamado “Cienfuegos” y fue entonces que cambié mi ridículo apellido por un Laura Martillo, que no me venía nada mal, en vista de la destrucción que podían ocasionar mis palabras en la gente que quería. No se como fue, pero la gente empezó a curiosear por mi blog, al inicio yo contenta por eso, luego deprimida cuando alguien me dijo que yo escribía solo de erotismo. ¿¿¿Qué??? La primera en enterarme fui yo, me quedé reflexiva como una semana, ¿o sea que si mencionaba piernas, pubis o tobillos, algún despistado se iba a andar calentando? Luego comprobé que el tema del sexo es tan tabú por estos lares y que en el ranking de los blogs mas leídos la mayoría tratan de temas sexuales abordados de la manera mas grotesca. Deprimente pertenecer al círculo ese.
Un blog de corte personal termina rondando siempre alrededor del sexo. ¿Es morbo? No lo creo, a veces cuando recreas una charla real es inevitable ponerle sus ajos y cebollas. Creo que pasa igual con el sexo, no puedes ir por el mundo con un blog personal sin tocar el tema alguna vez. Erotismo, piernas, pechos, orgasmos…es solo parte de ser mujer, nadie te puede quitar el hablar de eso. Pero claro, entonces comenzaron a llegar los comentarios malintencionados, las cartas al correo, buscando más que una charla imparcial, de aquellos que jamás me leían, solo veían una que otra fotografía y de pronto un post que clasificaban de erótico o sexual. Incluso algún lunático que se moría de la curiosidad por saber si le había aceptado la taza de té a no se quien…Joder, esto ya era acoso.
Yo no hablo de penes ni vaginas en el blog, pero creo que el acercarme a esos temas de una u otra forma, en los inicios de este blog, hizo que mucha gente leyera sin comprender nada o que tuviera de mi, esa imagen sesgada de Marquesita de Sade, como me dijo algún bromista repre.
Creo en la libertad de expresión, pero como lo mío no es periódico, muchas veces he enviado al diablo con todas sus letras o he eliminado los comentarios de algún tipo que entra a hacerse auto bombo en mi blog o a mandar saluditos estúpidos, o poner esas ridículas interjecciones que no me dicen nada, excepto llamar la atención para visitar sus blogs. Otros me han insultado, se han dado por aludidos en posts acerca de mi infancia, han entrado como anónimos y me han dicho lo que han querido; a esos aun no les hago vudú porque no hallo todavía un muñeco suficiente pequeño para ponerles alfileres en los genitales. Por suerte, esa gente también se aburrió y ya no entran mas.

Leo en promedio 5 blogs por día, ya que muchos de los bloggers a los que leo no renuevan en días o semanas. A veces entro a sus páginas una y otra vez como en el caso de Ce Pequeño, Qymera o Mi tiempo Libro. Son blogs en los que me siento acogida por ese estilo y belleza en sus letras, particular y único para cada quien. También tengo a aquellos que por su agudeza mental y su gusto cítrico por decir las cosas me tienen encantada, encabezan la lista El Clandestino y continua con el Stonazo Reds, ellos por lo menos actualizan cada dos días. Mis demás blogs son aquellos que cuentan historias por capítulos , tipo Dragón del 96; o gente que cuenta sobre lo cotidiano con un lenguaje claro y sin muchos giros; no siempre puedo leerlos, pero disfruto pasando por sus casas a media madrugada, para enterarme que pasó en
Lima, la caótica centralista de ilusiones.
Pero cuando tengo que irme de paseo, porque nadie actualiza, mis mejores puertos de llegada son los blogs de humor, o aquellos escritos por gente mediterránea con ese estilo tan suyo de ver la vida. Por eso cada vez agrego más a mi lista que se va volviendo larga y de la cual tengo que retirar los que ya no me interesan.
Cuando inicié este blog lo último que se me pasó por la mente fue poderme comunicar con la demás gente; yo solo quería que no se perdieran en el olvido algunas de las historias que tenía para contar. Es mas, no quería responderle a nadie, no quería mayor contacto con el mundo blogger, para no tener esa falsa cortesía de palmaditas en el hombro a blogs que no me agradaban. Lo único que me interesaba era DAR un poco de mí en algunos de mis textos.
Al pasar del tiempo y contra todo pronóstico he hecho incluso blogo- amigos, tipo Alves, Chinasky o Peregrino y he llegado a admirar y a querer platónicamente a mas de algún buen escritor, sin siquiera proponérmelo. El sentido gregario de las personas termino venciendo mi carácter de solitaria arisca, y de martillazo al mundo.
Es que el universo blogger es así, es una calle transitada por una multitud de gente disímil, que camina a paso lento o trotando sin descanso. Es inútil pasar desapercibido o ignorar a todos, tarde o temprano abres los ojos y te terminas abriendo a la gente que pasa por tu costado y milagrosamente esa gente también te empieza a ver.

miércoles, mayo 31, 2006

De mi cabello y otros enredos

No sé cuando comenzaron a gustarme los sombreros, cuando comencé a pedirle a mis padres que me compraran uno por cada viaje, cuando comenzaron a llenarse mis fotografías de un rostro oculto por un sombrero de paja o una visera calada hasta los ojos. Creo que la culpa de todo la tuvo mi cabello y su indómito crecer leonesco, que me daba ese aspecto y esa cara de loca que traté de evitar a toda costa.

Pero no siempre fue así. No siempre mi cabello fue voluminoso y rizado, mas bien todo lo contrario, era corto, lacio y pequeño, tanto que a veces al salir a la calle todos pensaban que era un niño. Así, que ahí andaba yo, diciendo que era niña y nadie me creía, porque andaba siempre con mis pantalones, mis zapatillas y mi gorra cuando salía en bicicleta. “¿Pero por qué no le pones vestido o aretitos a tu hija?”- decían las migas de mi madre. Pero a mi, los vestidos solo me los hacían entrar para las fiestas, el resto del tiempo andaba jugando en el piso con los carritos de mi hermano.

Para colmo no me hacía ningún arete, porque tenía alergia a todo lo que no fuera oro de 18 K y mis orejitas, eran tan celosas que se me infectaban con otro material, poniéndose como albondigas. Así que llegaba el oro de 18 K regalado por la abuelita, herencia de no se quien, pero como yo era una cría inconsciente, perdía los benditos aretes regalados, en cualquier parte de la casa o me quitaba las pimientas doradas e intentaba saber si eran macizas y de puro oro como decía la abuelita con orgullo familiar y les metía un martillazo encima . Y ahí se me acababa la gracia, porque venía mi madre a ponérmelas de nuevo y “que las use así, que era mejor usar unos aretes chancados a que siguieran diciendo que su hija menor era niño”.
¡Pero si no era por mi cara, ni por mi ropa, mamá! Era por esos ridículos cortes militares que nos hacía mi padre y que a los abuelos sacaba de las casillas.
No se por qué, mi madre no evitó nunca que mi viejo nos corte el cabello a todas las hijas, alegando que el cabello largo era antihigiénico, o que teníamos la cara demasiado pequeña, para andar con la melena encima. Creo que se oponía, pero mi padre terminaba convenciéndola, de que “en esas escuelas superpobladas, las niñas mínimo regresarían con piojos”. Para mí y mis otras hermanas, los piojos eran un mito que servía para desfigurarlas de por vida con esos cortes de cabello a lo régimen militar.

Hay una fotografía en que todas las hijas parecemos salidas de un campo de concentración en una mañana invernal. Pero al menos mis hermanas eran simpáticas, con esos ojos que hablaban por si mismos; yo en cambio con mi cara de ratón y mi buzo de la escuela primaria, parecía el varoncito de la familia, sonriendo en esa foto de hace mil años, donde el cabello recién cortado vuela como brisa por todos lados.

Luego me creció el cabello, pero comenzó a enrularse y con eso vino la burla de todos los niños de la escuela pensando que me había hecho ondular, y que era una niña “mona”, pero no. Yo solo estaba mutando y mi cabello se empezaba a esponjar y a adoptar el aspecto ondulado igual al resto de la familia. Había llegado la pubertad.

Mi padre de nuevo persiguiendo con las tijeras podadoras; la abuela poniendo el grito al cielo, por esas manías comunistas de mi padre de rapar a las niñas; y mi madre por detrás, con cintas y moños recién comprados, anidando la ilusión de que su hija tuviera el mismo cabello de ella a sus 12 años. Yo por mi parte lidiando con una cabeza que estaba a punto de parecer la de los Jackson Five, pero con la firme determinación de que no me volverían a cortar el cabello ni a confundir de sexo, ahora a mitad de la pubertad.

El cabello crecía y ya estaba por los hombros, pero de inmediato se enrulaba y se volvía corto, no había como atarlo en una cola, porque crecía desigual y los pelos de adelante ensortijados no alcanzaban nunca a los de atrás. De nuevo a usar cintas , pañoletas y gorras y a escuchar alguna burlilla, de que “Ella usa gorro porque teme que se le escape la inteligencia”…No, retardada, que si así fuera a ti te hubieran puesto casco de hierro desde que naciste para que no te quedes tan tarada!

Y llegó la adolescencia y el cabello ya estaba por los hombros como un alga gigante y si se veía bonito cuando estaba recien salida de bañarme, apenas se secaba el agua, comenzaba a esponjarse y a cobrar vida propia, ocultando también mi cara.

“Pero ponte ganchos hijita” “ ponte estas hebillas rojitas que te compré el otro día”…pero que bah! ¿que me iba a poner hebillas? si yo tenia 15 años y no quería parecer una mutante, con ganchitos ni moños rosas
“Cómprame otra gorra, mamá, que así detengo el cabello hasta que pueda hacerme una cola decente” y mi madre me compraba las gorras y alistaba los ruleros, para que se me laceara el pelo y no se me esponjara tanto. Pero igual, mi cabello era espeso y rizado y no había hebilla, rulero o peine que lo amansara, apenas se secaba parecía invadirlo todo. Rompía las hebillas y los ganchos salían volando. Los peines entraban y no salían nunca, se quebraban los dientes de los cepillos para peinar. ¡Era todo un desastre! Salía a las fiestas con el cabello mojado y lindo y regresaba hecha un león africano!

Fue por esa época que la peluqueras comenzaron a recomendarle a mi madre aceites y lacas, que ella me compraba confiada, pero nada. El cabello se me maltrataba y se llenaba de puntas y tonos rojizos, que me hacían ver igual al payaso Crosti…Así que tenían que recortármelo de nuevo, pero ya no al coco, no señor!…Si ya llevaba 8 años en el martirio, de hacer crecer mi cabellera contra viento y marea y sabía que algún día el cabello se me vería bien y seria la versión afro de Rapunzel. ¡Toda una mujercita de cabello bonito!...pero el tiempo seguía pasando y nada de ná!

Lo bueno, es que mi cabellera de aspecto rebelde, hacía que las personas no me vieran tan nerd, como podía pensarse de mis notas de colegio o de mis conversaciones aburridas. Sin saberlo, había hallado un estilo. Ahora parecía la hermanita menor de Lenny Kravitz y si me hacia trenzas, mínimo la de Bob Marley. Fue por entonces que comencé a frecuentar el reggae y mis amigos me empezaron apodar “la Rasta”.

Para la universidad entendí, que ese estilo de fumona sin pucho, no me llevaría a ninguna parte, así que volví al moñito y al gel para el cabello, para parecer “ordenada y limpia”- como decía mi padre. Así que con ese estilo de celadora de cárcel, me pase los primeros 4 años de facultad; solo de vez en cuando para alguna fiesta me soltaba el cabello y mis rizos volvían a invadirlo todo, cegando los ojos de quien bailaba conmigo, asfixiando al de al lado, imitando una escafandra de pelos marrones que se movía agitada en mis saltos al ritmo de Molotov o Control Manchete.

No pues, si la gente quería verme de nuevo con el cabello suelto, porque así era menos seria y correspondía mas a mi charla usual de rebeldía contra la sociedad y el buen orden. Solo de vez en cuando yo aceptaba y me quitaba la pañoleta o el moño y mostraba mi cabello así, como un pulpo marrón que me cubría mas allá de los hombros.
Pasados unos años, mi cabello dejó de crecer, pero la cantidad de pelos por centímetro cuadrado era asfixiante, fue entonces cuando acudí resignada donde mi padre y sus manías de Fígaro, para que me rape la mitad de la cabeza por el lado de la nuca y el cabello caiga al menos un poco y no se vea tan voluminoso. Mi viejo feliz, entró con peine y podadora incluida a quitarme la mitad del pelo, pero nada…

Cada verano era lo mismo, una figura delgada y una cabeza de neurona caminando por la playa. “ Ese cabello es la causa de tus migrañas, ahí hace circuito el mundo”- reclamaba mi padre cuando me veía así de melenuda. Yo no le hacia caso, nadie me obligaría a cortarme el cabello al coco de nuevo. Ya había descubierto que con medio litro de gel, o mojándomelo cada media hora podía salir a una fiesta y regresar sin parecer Tina Turner, pero tanto mojar el cabello para que no se esponje, terminó por darme bronquitis, rinitis y demás “itis” y tuve que dejar el gel y el agua, para volver a la contención mecánica de mi rebelde cabello.

Lo peor fue esa vez que a mi novio se le ocurrió la fantasía con los chocolates en la cama, pero con tanto frote, el chocolate se derritió y se me pegó en la cabeza, haciéndome tanas de maní y dulce que no deshicieron en 5 días de lavados continuos con agua, shampoo y medio litro de reacondicionador.
-Mamita, es que tenéis que cortarte el pelo, po!- fue la frase de mi novio, después de dos horas de lavarme el cabello bajo la ducha caliente, como si fuera una especie de mascota lanuda.

Creo que entonces, redescubrí las boinas y los sombreros y me compré de todos los colores, calándomelos hasta los ojos. Porque aunque mi cabello y yo ya éramos compañeros de desgracia, hay cosas en mi que tengo que seguir guardando bajo sombra, para que la gente no ponga el grito en el cielo.

martes, mayo 30, 2006

Gente




Entre tanta gente pasando a diario por mi calle, fisgones por la ventana, los que intentan forzar mi puerta, los que vigilan día y noche, los que mandan cartas anónimas por debajo de la puerta, los que dejan regalos en el árbol del jardín. Entre toda esa gente desconocida, yo sigo sola. Mirando por las ventanas luminosas de gente que yo tampoco conozco y que no me atrevo a saludar por la calle. Gente que camina sonriente y otra con trajes sicodélicos. Gente con lenguaje raro y de puntos suspensivos, con un idioma secreto que a mi me hace nudos el cerebro poder comprender. Gente, en fin, a la que ignoro totalmente y de la que veo solo lo que desee mostrarme, sin forzar la llave de su cerradura, solo esperando afuera, que un día a mi también me permitan entrar.

Gente, multitud de gente, pasando por mi lado, que no vuelvo a ver. Gente que ya ha pasado y quienes a veces extraño y coloco sus retratos sin ojos en mi pared desnuda. Gente con sus hogares de cortinas abiertas, para que yo observe su diario vivir y me detenga a verlos alguna vez.

Y paseo por el vecindario blogger a plena madrugada y veo esas reuniones animadas, círculos de amigos, fiestas de gente hablando a voz en cuello. Discusiones de política, discusiones sobre poesía. Gente que muestra sus fotos, sus pinturas, su arte de lápiz y papel. Aquellos que intentan despertarme con su música estridente, con sus películas extrañas. Y yo paseo de madrugada y nadie logra convencerme para quedarme mas que solo un momento al pie de su ventana. Porque no me interesa forzar mas puertas, si yo tampoco abro la mía.

Y contemplo a mis amigos, silentes como yo, deambulando como fantasmas en esas madrugadas de insomne, con canciones envolviendo sus pasos. Con su universo luminoso oculto en ese corazón del que creo ser huésped algunas veces. Pienso en los pocos que son , pero son, por un breve instante siguen siendo. Aquel que dijo que escribiría un post para mí si yo moría antes que él; ese otro que me incluyó en su lista de invitados al velorio; esos que me han tendido la mano sin pedirme nada a cambio. Esos de los que guardo la seguridad de su presencia dentro mío. Porque no me abrieron la puerta, solo salieron a la vereda y siguieron caminando conmigo, para que ya no tenga miedo en esas madrugadas de desolación. Para que ya no tema ser solo yo, sin personajes de por medio, sin una casa a donde quieren entrar todos, solo yo y mi pantalla luminosa en medio del corazón.

Y la madrugada se enciende de luces de colores y yo me siento en la vereda, donde ha dejado de pasar gente y brindo con mi taza de café en la mano por aquellos que aun no se han ido y a los que no deseo dejar ir.
***Oleo: Gente del desierto

lunes, mayo 29, 2006

Cuento Sucio ( Parte FINAL)

Cuando se abrió la puerta del edificio esa madrugada lluviosa, un hombre de figura triste y andar claudicante, se abrió paso entre la espesa neblina limeña y subió con dificultad entre las sombras intentando no hacer ruido en la silenciosa quietud del Edificio de las Nazarenas.

Eduardo Glez, abrió la puerta y entró con sigilo al departamento vacío. Vio las paredes blancas y desnudas, y sintió el hedor de humedad guardada a mediados de Octubre. Al encender el reflector de la pecera vio menos peces que los que él recordaba, pero su mansa quietud lo hizo sentir en casa y a salvo en su soledad. Subió las escaleras hacia el dormitorio y sus pasos resonaron sobre la madera hasta volverse parte de un tic tac amplificado, en esa habitación sin tiempo. La cama estaba revuelta, el closet sin ropa, los papeles en el piso y el cuadro de Andrea, sonriendo con sorna, desde el piso polvoriento.

“Ellos” habían entrado allí y se lo habían llevado todo, excepto a Andrea. La única culpable de toda su desgracia, esa mujer que ya no era la del cuadro, ni la de los videos con escenas congeladas a mitad del amor, ni la Andrea del sombrero azul y la risa fácil de hacía 4 años, que Oliver pintó desnuda en ese cuadro. Esa Andrea se había diluido en la imagen de la última madrugada juntos, en esa cara de dolor y de lágrimas secas, de súplicas incoherentes y promesas huecas, en esa piel arañada, en esa carne que por unos instantes fue suya antes de perderse para siempre en el olvido. En esos ojos que ya no eran mas sus ojos, sino la mirada azul de una completa desconocida, de una mujer que no lo amó nunca y a quien él se consagró de por vida. De una traidora, que no tenía perdón, solo eso.

Toda la habitación estaba revuelta, no habían hallado nada. Una sonrisa burlona se asomó a su cara, pero fue seguida de un gesto de dolor, mientras se cogía el costado izquierdo aun sangrante. Se miró en el espejo polvoriento y lo limpió con su mano. Él también había cambiado, los pómulos hundidos, las ojeras oscuras, la barba crecida y el cabello largo. Mucho mas delgado de lo que se fue, pero eso ya no importaba. Lo único que importaba ahora, era recuperar un poco de aquello a lo que se había negado sin darse cuenta. Un poco de la ternura que Andrea no había podido darle ni en el inicio de su relación, cuando él aun pensaba que lo suyo era algo mutuo y para siempre.

Una ternura que tenía mas valor que la misma pasión y que había llegado a conocer solo una noche en la piel de una desconocida y ebria Pilar. Solo con ella había entendido por fin ese susurro que pedía “sálvame” y que parecía traducir todo lo que él sentía ahora, toda esa desolación que ahora podía ser arrancada de tajo de su vida.

Entre las piernas de Andrea había reconocido esas ganas de ser salvado, de no seguir corriendo nunca más, de quedarse a salvo en un lugar. Pero ese lugar ya no era nunca más el vientre de fuego de Andrea. Ella y su recuerdo, solo eran un vacío sin comienzo ni fin. Ahora entendía a Pilar, toda esa soledad, toda aquella súplica de salvamento a mitad de aquella noche de amor sin amor. El también quería ser salvado, pero ya no por Andrea , nunca más por Andrea.

Todos esos meses contemplando ese pez esquivo de su recuerdo, viendo el acuario con sombras a color en el agua transparente, viendo a Andrea nadar en cada pez del acuario... ¡Maldición! El acuario! El hombre de barba crecida, bajó cojeando las escaleras lo mas rápido que pudo, se detuvo ante el acuario iluminado y confirmó su terrible sospecha: El agua era transparente y pura, los peces seguían vivos…alguien había estado allí, alguien había vaciado el acuario y con el, probablemente lo único que le podía asegurar la supervivencia los siguientes meses de fuga.

Se remangó la camisa y metió el brazo a la enorme pecera, buscando con avidez uno de los castillos en miniatura. Al sacarlo lo agitó con violencia, como si esperara que saliera mas que agua de la casita de juguete. Después de algunas sacudidas más, un objeto reluciente cayó a su mano. El hombre esbozó otra enorme sonrisa de dientes blanquísimos “A esos pendejos no se les ocurrió buscar aquí”.

Se quedó viendo el medallón dorado y todo lo vivido se le vino a la mente. No podía creer que luego de 20 años amasando dinero a costa del dolor ajeno, la única ganancia que tuviera, fuera ese medallón arrancado a su primera víctima en serio. No había dinero en el banco ni en ninguna otra parte, Andrea se había encargado de llevárselo todo con ella, para sus causas políticas y sus placeres de neo rica. Ahora Andrea ya no estaba, solo su recuerdo navegaba dentro de esos peces naranjas de los últimos años sin ella. Peces que morían y eran renovados por otros, para ver ese acuario siempre lleno y no tan vacío y triste como lo había dejado ella.

Eduardo permaneció dubitativo por unos instantes, casi 40 días y la pecera seguía tan pulcra como siempre. ¿Era Guillermo el artífice de eso?¿ Alguien más había estado en esa casa mientras estuvo ausente? La duda pronto se tornó en certeza, fue entonces que al darse vuelta vio que en esa habitación en penumbra, no estaba solo. Alguien lo observaba con ojos felinos desde la oscuridad de la puerta.

-¿ Qué haces tu aquí? –dijo el hombre con cara de sorpresa.
-¿ y tu me lo preguntas?- respondió una voz fina desde la oscuridad-Ya lo sé todo “Julio” Tus amigos estuvieron aquí. ¿A que volviste?
La sombra salía de su escondite empuñando temblorosa un arma demasiado grande para su mano pequeña.
Eduardo enmudeció al verla salir de la oscuridad como un fantasma que no quiere irse del todo. Sus ojos habían cambiado y su voz sonaba diferente, ahora era ella quien tenía el control de la situación y el suficiente odio de mujer herida como para cometer una locura.
-Contesta! Eduardo ¿A qué volviste? ¿a matarme? A eso volviste?
Y apuntó el arma hacia Eduardo que ahora era una sombra larga e indefensa al lado del acuario iluminado. Él no perdió la mirada taciturna, dio un paso para acortar la distancia entre ambos, que ahora parecían kilómetros.
-Baja ésa arma, Pilar…
-¿Crees que no sabré como usarla?
– Ella sentía el odio fluyendo por su pecho y eso le borraba cualquier otro dolor e inseguridad. Afirmó el arma con sus dos manos y apuntó a lo alto de su cabeza, luego descendió unos centímetros más.Yo no te tengo miedo- dijo luego y no vaciló al tirar del gatillo. La bala salió precisa y el impacto fue certero.
El enorme acuario se partió en dos y el agua clara de peces colorados cubrió en una sola marea la alfombra azul. Los vidrios volaron por todos lados y el silencio volvió a apoderarse de todo. Eduardo se limpió la poca sangre del rostro, producto de las esquirlas y se quedó estático a la otra orilla de ese océano artificial de peces ahogados que ahora se interponía entre ambos. Miró a los peces en el piso clamando en silencio por ser salvados y su mirada se tornó asesina. Entonces, con la ropa mojada y el rostro salpicado de sangre y vidrios, comenzó a avanzar hacia ella.

Los peces se debatían en esa muerte de saltos boqueantes y desesperados, mientras el hombre avanzaba entre ellos, pisando los vidrios y las aletas opalescentes, sin un rastro de compasión por aquellos compañeros de soledad de los últimos meses. Al llegar frente a Pilar se detuvo y la abofeteó con fuerza.
Pilar se tomó el rostro caliente y dos gruesas lágrimas comenzaron a fluir en sus mejillas. Un hilo de sangre descendía por el labio reventado a causa de la enorme mano de su atacante. Se sentía débil y asustada, pero aún así cobró valor

-Por que viniste Eduardo?- preguntó de nuevo con voz quebrada, mientras el le quitaba el arma de las manos. Eduardo se quedó callado y tomó el rostro herido de Pilar con su mano de asesino.
- Vine a que me salves tu, Pilar.

Y entonces Eduardo mojó su boca seca en la ensagrentada de ella. Restregó su rostro mojado en los cabellos oscuros de Pilar y la besó por primera vez sin prisa. Sin temor a que sea la última vez. Porque con Pilar todo parecía comenzar siempre desde el inicio, aunque el mundo se estuviera acabando.

Pilar fue besada y llevada al lecho duro de Eduardo, fue desnudada por él e hicieron el amor sin prisas, con la piel cortada y los cabellos revueltos. Coagulándose cada herida de soledad con sus caricias torpes. Pilar fue tocada, besada y amada. Y vio a un Eduardo Glez herido de bala en el costado, mas flaco y ojeroso que lo que recordaba, con la espalda magullada y una soledad aun peor que la suya. Con el cuello y el pecho lleno de cardenales y dientes de mujer, de otra mujer. Pilar lo amó esa noche, que sabía sería la última y no se detuvo a pedir explicaciones, solo lo amó como había querido desde la primera vez.
Lo sintió dormir entre sus dos pechos, como un niño cansado, moviendo los párpados rápidamente como peces perseguidos. Tal vez Eduardo seguía soñando con Andrea, la mujer del cuadro.
Que irónica era su vida, pensó Pilar. Jamás imaginó que volvería a ver a esa golfa en su vida y menos, que le arrebatará nuevamente el amor.

Recordó ese Marzo sofocante, callando lo que todo Lima ya sabía: Enrick Fadden, su novio inglés, se había largado con Andrea la de los ojos azules, llevándose el patrimonio de la familia Rondón en las maletas. Revivió los meses siguientes, sonriendo mecánicamente, fingiendo una dureza que no tenía, para que el mundo no sepa de su dolor y se regocijara con eso. Para que nadie sepa, que Pilar Rondón se moría por dentro, por culpa de esa golfa, de esa Andrea que ahora le arrebataba también a Eduardo. Los ojos de Pilar volvieron a mojarse al contemplar su destino de pieza secundaria en una historia que ya no era la suya. Acarició el cabello de Eduardo y se levantó de la cama, llena la memoria de un dolor mil veces saboreado.
Tomó su ropa del suelo y bajó desnuda las escalerasde madera. Ya no volvería a pasar nunca más por eso.

Cuando Eduardo se levantó ese domingo, se halló solo en la cama vacía. Buscó en todas partes, pero Pilar se había ido. Sintió de pronto un recuerdo común a toda su niñez: Sintió Miedo. Corrió al pasadizo y tumbó de un golpe la puerta de Pilar, pero ella ya no estaba. Una vez dentro, el dolor en su costado izquierdo se hizo aun mas intenso; sintió que sangraba de nuevo y se apoyó en la pared. El departamento de Pilar estaba vacío, solo sábanas blancas cubrían algunos de los muebles. Ya no estaban las lámparas naranjas, ni las plantas artificiales que él recordaba. Tampoco estaba ella.

Caminó hacia la habitación, ahora vacía con la esperanza de encontrarla allí, pero no había nada, solo un portaretrato gastado.
Era la fotografía de una mujer de cabello recogido junto a un hombre rubio mucho más alto que ella y de mejillas sonrosadas, en una pradera verde. Casi irreconocibles, eran ellos Enrick Fadden, su penúltima víctima, abrazando a una bella Pilar sonriente y genuinamente feliz.
Tomó el aro junto a la fotografía y se dio cuenta de todo.
“La novia peruana murmuró” sombrío, recordadno las últimas frases del gringo Fadden.

Cuando Andrea desapareció hacía 4 años llevándose todo el dinero de la operación y dejándolo endeudado con Montes de por vida, lo único en claro para Eduardo fue que su mujer acababa de huir bajo sus narices con el inglés Fadden, uno de los contactos de la operación en el exterior. Todo entonces se hizo trizas. Si de inicio pensó que Andrea había sido utilizada por el gringo, pasado el tiempo se dio cuenta que era Andrea la que no quería volver a él.
Le tomó cuatro años a Eduardo seguirles el rastro y hacerlos pagar por la deslealtad, por el dolor causado. Cuatro años tras ellos y cuando al fin lograba vengarse, también perdía a Pilar.Ahora ella lo sabía todo y se había ido para siempre, la casa vacía lo evidenciaba. ¿Cuánto tiempo había esperado oculta en su departamento? ¿Cuándo supo quien era él?
¿ por que no llamó a la policía?
- Por qué Pilar! - clamó, sin darse cuenta. Ella le dolía ahora, mas que todas las demás heridas juntas.
Salió a la terraza y aspiró el olor a iniciensos y flores húmedas de esa mañana de Octubre sin milagros y encendió un cigarrillo que no pudo terminar de fumar.
-Pilar- volvió a murmurar para si y sonrió al pensar de que forma esa mujer frágil había acabado con su pasado de un solo tiro a esa pecera llena de recuerdos infames. Ya no había mas un Eduardo Glez, su identidad también había desaparecido. El acababa de desaparecer igual que Pilar en alguna vereda de su propio laberinto de amor sin amor.

Volvió a tomarse del costado que aun le sangraba un poco, ya no había tiempo que perder, pronto los hombres de Montes intentarían vengar la reciente muerte de Andrea.

Lima se extendía ante él caótica e indolente y él estaba preparado para hacerle frente, igual que siempre, porque en el destino de los hombres solos como el, no hay espacio para amedrentarse por la falta de amor, solo queda seguir adelante.

domingo, mayo 28, 2006

A puerta Cerrada (3)

Ya tenia 19 años el día que mi padre se me acercó y me dijo: “si algún te violan, defiéndete hasta sacarles los ojos, pero si aun así lo hacen, no te dejes morir porque el mundo no esperará por ti” yo no sabia que decir, no entendía porque me decía eso. Pero él continuo: “eres mujer y por tanto vas a sufrir un poco mas que el resto, no creas en esas cojudeces que las mujeres y los hombres son iguales, a ustedes siempre les irá peor y te lo dice tu padre, que ya ha vivido medio siglo y que no es un santo. Ustedes son débiles porque quieren y si algún día te pasa algo que no puedas evitar, el mundo sigue, el mundo no se detendrá por ti; podrás llorar, gritar, decir que quieres morirte, que cobrarás venganza pero el mundo no parara por ti; tu eres la única que se tendrá que levantar, así que si te caes o te empujan, siempre tienes que estar presta a levantarte y no mirar atrás. Porque o ganas tu o gana el mundo, entiendes? Dime si comprendes” Yo asentí sin entender realmente y mi padre me abrazó y se fue al patio.

- ¿mamá porque mi papá siempre me tiene que hablar de esas cosas?- yo sentía mi rostro caliente de hablar con mi padre de eso, ya tenia suficiente con que a menudo me hablara de todas las mujeres que había amado y que sentía amar aun. Que me dijera que le gustaba la dentista joven que le ponía la cabeza junto a sus tetas y dejaba caer su cabello perfumado sobre su cara de viejo. No se porque me hablaba a mi de eso, porque yo tenía que escucharlo. Y es que tal vez al ser yo la menor de todos, era la única lo bastante sumisa como para escucharle sus reflexiones sobre el amor y el sexo, algo machistas pero demasiado reales.
- ¿de que te ha hablado ahora?
- De que me tengo que cuidar de las violaciones y esas cosas… ¡no sé porque tiene que hablar conmigo de esas cosas!
- Es que eres mujer y la última del clan, tu padre teme por ti. Mira, hijita, hoy recibió una llamada de tu tía, parece que abusaron de tu prima Mari mientras trabajaba en la sierra como obstetriz y ahora ella cayo en depresión, creo que hasta se quiso matar…por eso te lo dice, para que estés preparada. Este mundo no perdona.
-
Era cierto, este mundo no perdonaba nada. Y te cobraba las deudas de los padres, aunque fueras inocente. Yo había salido idéntica a mi padre en eso de amar y vivir amando imposibles, a pesar que odiara sus historias de amores reales y platónicos, me sentía identificada con él en ese aspecto de su vida. Yo me pasaba la vida enamorándome y escribiendo poemas, con la intensidad de aquellos que venimos a este mundo a vivir por amor y a morir en su nombre. Yo comprendía a mi padre, cada anécdota suya, la podía comprender, aunque no me gustara. Porque yo me reconocía igual de emoradiza que él, pero con temor a aventurarme mas allá de los paradigmas de mi sexo y mi edad. El problema es que si para un hombre ser enamoradizo puede sonar a una virtud atractiva, para una mujer el serlo, solo le ocasionará desgracias y apelativos deshonrosos.

Para diciembre del 2003 yo cumplía 24 años y acababa la carrera. Había cortado con mi novio, pensando que nos hacia falta ese tiempo a solas para estar mas seguros de lo que queríamos. La excusa fue un amor platónico vía Internet, pero eso apenas si duró algunas semanas, al cabo de las cuales yo no volví a insistirle para volver ni él para que yo regresara, ambos demasiado orgullosos para ceder, esperábamos a que el otro de el siguiente paso. Y eso jamás pasó, así que continuamos célibes con grandes ventajas para mí y muy pocas para él. Yo ya estaba libre y con ello la posibilidad de amar y ser amada de nuevo. Era increíble, que me hubiera pasado casi 4 años siendo la novia de alguien que apenas si compartía mis mismos gustos y por el que había tenido que sacrificar aficiones muy mías como escribir o salir a bailar, además de no mirar a hombre alguno, porque eso en mi cabecita dogmática significaba ser infiel y desleal; y ahora, me llovían las ofertas para salir, para acompañarme a casa, o solo para hablar. Yo que esos 4 años me había sentido una oruga a la que nadie quiere, me daba cuenta que solo había vivido oculta en mi capullo y ahora era el tiempo de volar. Aunque no supiera ni como hacerlo, ni para donde ir. Pero, la costumbre de la fidelidad siempre te mantiene atada al pasado y yo no me atrevía a salir con nadie, ni a aceptarle nada a nadie… hasta que conocí a Claudio -el INNombrable- y la vida me dio un vuelco.

Apenas si nos conocimos un par de meses y ya nos sentíamos enamorados y dispuestos a cualquier cosa. El sentimiento era fuerte y reciproco, él mucho mayor que yo y con 2 hijos en su haber y yo enamorada hasta el tuétano y sin ninguna responsabilidad con nadie. El amor llegó como una tormenta que arrasó con todos mis paradigmas y me reinventé ya no como niña asustada, sino como mujer decidida a todo y fue que así un día me fui de casa.

Jamás durante mis 24 años de vida, había hecho algo de lo cual debiera reprochárseme. Había sido siempre estudiosa y sin vicios, me acababa de graduar como médico y me sentía con ganas de darle una buena mordida a ese mundo jugoso que se me ponía ante los ojos. Y que yo sentía merecer. Irme de casa con el INN era algo que difícilmente mis padres aceptarían, pero ya era adulta y ganaba mi propio dinero, si quería portarme mal, ese era el mejor momento para hacerlo. Me fui de casa y me perdí mi ceremonia de colegiatura, nadie supo de mí en 5 días maravillosos. Al volver a casa mis padres estaban enojados y tristes, probablemente decepcionados, pero nadie me dijo nada. Estaba viva y ya sospechaban que algo así sucedería desde que comencé a frecuentar a ese hombre mayor que yo. Y al que mi madre odiaba por haberse interpuesto y arruinar , según ella, un futuro feliz junto al único hombre que valía la pena: Mi primer novio.

La felicidad es un plato delicioso que siempre se come a bocados pequeños y después de largos periodos de hambruna. Yo había dado el primer mordisco a la felicidad al lado del INN, pero luego vendría la separación forzosa, irme a trabajar a la que yo apodé “La tierra del olvido” y que a el lo cambiaran Washington D.C, para su próximo proyecto. Más lejos no podíamos estar. Era imposible que esa relación sobreviviera, dentro de mi racionalidad sabía que era mejor tener un buen recuerdo de algo fugaz que sufrir manteniendo una relación a distancia, así que corte con él de forma irreversible. Pero los hombres de 36 para adelante son mas tercos que los jovencitos, a ellos la vida se les acaba día a día a medida que sienten acercarse los 40, ese límite que divide los hombres maduros, de los viejos; ellos- como me dijo el INN- ya no están para juegos.
A los 30 días de haberme instalado en el pequeño valle en donde me había tocado trabajar y donde hasta el servicio de agua potable era un lujo, el INN se apareció con sus maletas y dispuesto a todo “aun no te vas a librar de mí”-me dijo y yo pensé que de verdad vivía en un cuento de hadas.

Durante esos primeros 30 días, la comunicación había sido atroz, no había un teléfono donde el me pudiera llamar, el servicio de Internet se habilitaba recién a partir de las 7 de la noche y había que pugnar con todos los adolescentes de la zona por una máquina libre. Si ponía la Web cam, 10 mocosos detrás mío saludaban al Inn, porque en esos sitios el servicio de Internet con Web cam era un acontecimiento del que todos eran partícipes. Así que no podíamos ni hacernos cariñitos que todo el pueblo se enteraba de que tipo de arrumacos nos hacíamos. Ni poder pelear porque no nos duraba el tiempo para la amistada de ley. La situación era insoportable, así un día corté con el. “No te quiero- le dije- Mejor apártate de mi camino pronto, porque vamos a sufrir mas”. Fueron días difíciles de llantos incontenibles en la soledad de mi habitación perfumada con olor a viñedos del jardín. No había otra solución, era imposible… Para cuando volvimos a hablar el tenía tomada la decisión de venir al último páramo del tercer mundo a demostrarme que cuando hay amor, las distancias no importan.

Así que llegó con su maletota llena de artefactos raros, lo único que faltaba era una antena parabólica, para tener cable en casa. Todo el mundo se enteró que la doctorita nueva había venido con marido, así que eso sirvió para que todos los tipos de la zona me respetaran y no se anduvieran con sus ofertas de encame, como a las demás mujeres- enfermeras o maestras- que llegaban como foráneas a aquel pueblo del diablo. El tipo marcó su territorio, salió de la mano conmigo, me acompañó a comprar las ollas y todo lo que hiciera falta para instalar una cocina temporal en el mini departamento y se encargó de ir todos los días al Centro de salud a recogerme del trabajo. Yo me reía diciéndole que lo único que le faltaba era orinar en las cuatro esquinas del pueblo, pero creo que ya lo había hecho.

Ese año fue lleno de semanas así, robándole al mundo un poquito de tiempo para estar juntos en cualquier parte, ya sea mi casa pequeña donde nos la pasábamos a pan y agua o en algún hotel de lujo, para que, según él “me olvidara de mi trabajo postergado al fin del mundo”. Todo era posible y el tiempo que no estábamos juntos, me la pasaba soñando despierta con la próxima vez que volviera o que yo fuera hacia él.

La vida se consumió así en 10 largos meses, al cabo de los cuales me comencé a dar cuenta que nuestra historia de amor, no era tan perfecta como en las películas. Había un secreto de por medio con ese hombre. Un secreto que yo tendría que descubrir por mi misma y entonces si, tendría que usar toda esa fuerza de la que me hablo mi padre a los 19 años, porque como me dijo él “Eres mujer y en éste mundo ustedes, siempre se llevan la peor parte”.

sábado, mayo 27, 2006

De Alguien y Algunos

* Páez...Te vi
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Parece que en el mundo real, todos deseáramos solo CREER. Creer, no en algo supremo, que para eso ya somos suficientemente racionales, inteligentes, actuales. Ya tenemos televisión e Internet y nos creemos capaces de obviar esas explicaciones del mundo construido a partir de lo incomprensible. De un ser ubicuo y perfecto, famoso por proteger el misterio de su origen, cualquiera sea el nombre con el que lo conozcamos.

Necesitamos creer en ALGUIEN, una persona que de pronto cambie los colores usuales del universo y nos haga perder nuestra visión perruna de lo cotidiano, una visión siempre a blanco y negro y a medio metro de altura o tal vez menos. Necesitamos creer en ese ALGUIEN que tenga el valor suficiente para decir las cosas que queremos decir, de hacer las cosas que queremos hacer, de impulsarnos a volar aunque no tengamos alas. Alguien simplemente en quien CREER y que con eso sea suficiente.

¿Dónde está ese alguien? Ese héroe de ficción para algunos, que dirá siempre la frase adecuada y vivirá la historia perfecta que no podemos tener. O ¿dónde vive ese ser? Que pudiera complementarnos y hacer cada día menos ordinario, cambiarle el sabor al agua o darle una esencia nueva a cada día de hoy en adelante.

¿quién es? ¿Dónde está? ¿Dónde deberia buscarlo(a)? Preguntas cotidianas, que son respondidas en cada mirada nueva, en cada nuevo contacto con alguien que sea susceptible de ser querido, admirado, alguien con el poder sublime de hacernos simplemente CREER.

Y sin embargo, no es necesario que esa persona esté. Que sea visible, que conozcamos el timbre de su voz. Solo es necesario CREER, porque mientras podamos creer que existe, todo estará bien; y es allí donde reside el éxito de toda comunicación actual, en el hecho de poder creer, que la persona que escribe al otro lado de la pantalla es tan real como quisiéramos que fuera, que tiene todas esas cualidades y defectos en las dosis perfectas como para hacernos confiar que el mundo continua su órbita pero ahora con un ritmo de fondo diferente. Con una estela de color exclusiva para nuestros ojos y en matices que solo podamos comprender nosotros. Dándonos un nuevo aspecto del día a día.

Por eso existen los cantantes de conciertos multitudinarios; los artistas de exposiciones asombrosas; las mujeres bellísimas de sensualidad increíble; por eso los oradores; por eso incluso los políticos…porque solo necesitamos creer y con eso basta para seguir vivos. Y no importa si somos el millonésimo creyente, el millonésimo fan enamorado. CREER, el solo hecho de creer ya nos es suficiente.

En cuanta gente creo yo ciegamente , sin importar que yo sea una más del montón. En cuanta gente imperfecta, que dice no merecer. En cuantos seres reales en que yo baso mi ficción diaria, de vivir creyendo. Porque a veces, solo a veces, necesitamos creer, en que existe ésa persona adecuada, que ya llegó y que puede estar muy cerca incluso dentro nuestro, aunque no tengamos el valor de aceptarlo como cierto. Porque necesitamos Creer, que todo estará bien, que ese alguien es único mientras dure y como dure.

Yo soy ALGUIEN para algunos. Así como CREO en muchos otros que son ALGUIEN para mi. Somos el millonésimo ser que cree y mientras esa ficción se siga dando, todo, absolutamente todo, estará bien.
El resto, es vida real y no hay porque reflexionar al respecto.

jueves, mayo 25, 2006

Charlas de sexo y café


Ya me acostumbré a las migrañas y a los sueños pitonisos, a lo que no me acostumbraré nunca es a la angustia de los días de ovulación y ese periodo en celo que la acompaña, todo ese pico hormonal que me trastorna tanto y que me hace querer poner llave a la puerta! Ves que ya te estás riendo otra vez? Caray! Parece que cada vez que hablara de sexo en éste país, hay alguien que abriera bien los ojos y sonriera queriendo saber mas, mientras se pone erecto en la silla. Pero ya te dije, lo mío no solo es el sexo, es todo el complejo neuro bio psicológico que antecede a la etapa en celo de mitad de ciclo; que con mi organismo venido a menos, me dura a veces 40 días, igual que las mulas! Y es que todo es parte de un círculo vicioso y para viciosos. Mis neuronas que están hechas mierda y que por cualquier estímulo externo me causan esas migrañas que la gente remilgosa llama graciosamente “jaquecas” y mis colegas llaman “cefaleas”.

Lo que más me provoca las dichosas crisis migrañosas son esos días a mitad de ciclo, o mejor dicho durante lo que yo llamo “mi periodo de estro” y con ésta palabrita ya me estoy comparando a las hembras de las que habla mi hermana la veterinaria. Pero es que lo mío ¡ya es casi animal! Si vieras en el estado de ansiedad que me pongo! Sin embargo, eso recién lo noté después de que ya no tenía pareja estable. Creo que debe ser la soledad y tener las manos desocupadas,( que a las finales y terminan bien ocupadas) porque ya sabes, con el SIDA y esas vainas, pues ya no confío en nadie, mas que en mí y mis técnicas de dígito presión…

Ves que te ríes de nuevo? No confío en los preservativos pues! Si ya dos veces que se me rompen y paso las de Caín calmando al otro y luego calmándome a mí, que para estos brincos ya no me da la vida. Un día voy a denunciar a esas fábricas de preservativos, porque el látex está cada vez peor. Habráse visto! Ya ni el sexo “per se” relaja, si estás pensando en los micro filamentos y en a qué hora se les rompe la porquería de condón barato.

Por eso que ahora estoy postergada aquí en la casa de mis padres, bien lejos de cualquier contacto humano o por lo menos masculino. Y es que ya te lo dije, la soledad te logra ilusiones ópticas y entonces tomas por amor al puro impulso de preservar la especie. Que no te sonrojes! que voy a dar la razón a mi querido Lugarteniente cuando dice que todos mis problemas de frustración vienen por vivir en un país como el nuestro, en donde los hombres copulan sin restricciones y las mujeres tienen que callar esos impulsos, para no parecer la aceituna en el pastel de fresas. Y es que por estos lares si una mujer dice que se acostó solo por impulso orgánico, la llaman fácil y ahí se le acaba el respeto.

No pues, pero si a eso no va la cosa. Que en esas vainas entre los sexos y las percepciones de lo socialmente aceptable, no me quiero meter. Lo que te cuento es sobre esas temporadas mías con picos hormonales, con migrañas de madrugada, con insomnio y ansiedad por nada y las noches llenas de sueños pitonisos. Yo los llamo así, porque hasta vergüenza me da el confesar que muchos de mis sueños sintonizan con hechos futuros estilo Pitonisa. ¿Ves que a mi me ruboriza más, el hablar de que tengo sueños que predicen el futuro que de mis noches “de encame”? Y es que creo que la carrera te hace un poco cruda al hablar de ciertos temas, que para los demás aún deben seguir con el velito del misterio encima, no vaya a ser que piensen que estás hablando en doble sentido y te estés insinuando sin darte cuenta. Y sin embargo si alguien como yo, criada entre los parámetros de la ciencia y en que todo hecho debe ser comprobado para ser aceptado, habla que un día a los 8 años se soñó viendo un secuestro alienígena a dos tíos desconocidos, que luego fue denunciado hasta por la radio, mínimo me amarran y me meten al manicomio más barato y de por vida!

Volviendo a lo del sexo, hace algunos días quería averiguar sobre bibliografía y diferencias entre el orgasmo vaginal y el clitorídeo, para hacer un artículo que no suene a cachondeo, sino a algo más científico, para desasnar gente retro, pero ¿Crees que pude? Apenas comenzaba a hablar de eso, mi interlocutor se movía en la silla, abría las piernas, carraspeaba y se llevaba la mano a la nariz, estilo García cuando va a decir alguna de sus mentiras doradas. A las finales abandoné la idea de explicar que el orgasmo clitorídeo es mucho más intenso que el vaginal producto de la penetración y que el primero, te puede llevar al calambre muscular y a la pérdida momentánea de conciencia, si lo haces o te lo hacen bien. Lo que me recuerda a un artículo de Marco Aurelio Denegri hablando sobre el sexo con bufeos (delfines de río) que tenían los hombres en la temporada del caucho y que los llevaban a tremendos desvanecimientos y pérdida de conciencia, porque ese orgasmo supera de lejos al experimentado con una mujer.

En fin, que se me quitaron las ganas del famoso articulito, no vaya a ser que me tachen también de bloggera erótica, que con sobrenombres como Laura Tornillo o Dueña del Código Martillinchi, ya tengo suficiente por ahora. Te repito, cada vez que hablo de sexo alguien se tapa los ojos con los dedos bien abiertos y me dice que ya no siga “atrayendo onanistas”(…ejem…por llamar de alguna forma a los que arriman el heno) a mi página. Es cierto, ya no debería hacerlo, pero aquí entre nos y acércate un poquito más para que te lo cuente todo y no hagas falsas conclusiones, ésta página no pretende ser de poesía ni de literatura, ni un blog para depresiva en celo, como puede pensarse. Esta página es solo el diario de una mujer cualquiera, intentado no parecer del todo “una cualquiera”, así que si me piden que me modere no lo haré.
Y si ya sé, luego no me debo quejar, si alguno de los tíos esos me pide cámara por el MSN o venga con el viejo truco de que “le muestre mi collar” (que está ausente) para que “pueda ver lo alto de mis pechos”…No, ya he dejado de enojarme por eso, porque ahora tampoco contesto esos correos. Que mujer pública no soy, aunque se malentienda la frasecita.

Como te digo ya me acostumbré a las migrañas que antes me hacían pensar que podía morir en cualquier momento y que son la causa de que adoptara esa visión de la vida, de querer vivirla al tranco y todo de golpe y sin melindres: Amor, dolor y el resto.
Incluso me he acostumbrado a mis días de melancolía que rayan en la depresión, porque de vez en cuando escribo un cuento que está bueno o un poemilla con alguna frase que valga la pena, bajo ese clima de nostalgia.
De los sueños pitonisos, pues que te digo! Eso merece una charla aparte contando anécdotas, como que una vez tuvimos que cancelar nuestro fin de semana en Paine porque mi cuñado creyó ciegamente en ciertas pesadillas que yo tuve mi primera noche allí y tomó el auto para volvernos rapidito a Santiago. Entonces me curé la afición de contar mis sueños, porque te juro que esa casa con piscina rodeada de árboles de manzano y con campanario incluido, era mejor que cualquier sueño mío. Y es lo que mas recuerdo de aquel Chile lindo de las vacaciones con mi hermana.

Yo y las sempiternas migrañas, ahora también el estro y los sueños pitonisos, no te culpo si no quieres otra charla de café conmigo, a veces, hasta yo me tengo miedo.


miércoles, mayo 24, 2006

Mar Encrespado


Se ha nublado el cielo y el mar se ha encrespado, una mujer a la deriva contempla la venida de una balsa que pueda llevarla lejos. La playa está vacía, la arena ya fría, la mujer espera como si fuera a volverse real su inútil fantasia. A la orilla de la playa la mujer y su vestido delgado constriñen su pupila intentando captar la inmensidad de esa lejania y volverla suya, apresarla entre sus manos, hacerse esclava y señora del mismo ser que se avecina.

La mujer espera y la lluvia, va cubriendo su cuerpo delgado, pega el vestido claro a su figura oscura y hace que debajo de el refloten dos pezones un vientre y un monte púbico. A lo lejos la gente se aleja de la playa, viene un huracan gritan, " nadie sobrevivira"...ella no escucha, en el centro de la tierra segura, no hay nadie para que pueda hacerla suya, a nadie desea ella más que a la imagen del que viene en su balsa pequeña, aquel que la ha llamado en sueños, el que le ha dicho que seria suya.

La lluvia sigue cayendo y la costa va quedando vacia, las palmeras se azotan junto al mar, las olas se levantan majestuosas, Neptuno está colérico, el cielo ahora está oscurecido. En el caos del inicio y el fin ella sigue esperando con las palmas abiertas, esperando a que él le tatue en la piel su destino.

En la tierra segura ya no queda nadie a quien ella desee. La mujer anhela el mar y volver a su cardumen de sirenas coloridas; la mujer busca la libertad aunque ésta la lastime. La mujer se desnuda, ya no hay mucha piel que mostrar...la costa está vacia, ya no se oyen los gritos de nadie. A lo lejos un hombre se acerca con su pequeña balsa en la cresta de una ola y ella lo ve venir, mientras una el mar inmenso la engulle y la vuelve nada.

(Febrero 2006)


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martes, mayo 23, 2006

Mi edad en maletas


La edad de una mujer se mide en diversos aspectos, en cómo se viste, en como habla, en los amigos y lugares que frecuenta y en mi caso, en el tamaño de mi equipaje.
De pequeña, entre 5 y 8 años cada vez que salíamos de paseo llevaba mi loncherita naranja del Chavo del Ocho repleta de cosas para comer. Panes con manjar, refrescos y fruta eran mis aliados contra el aburrimiento de esos viajes de mis padres por cerros y pampas en busca de lo extinguido en el tiempo. Yo solo iba en el auto mirando el paisaje costero y cómo de pronto los postes de luz iban desapareciendo, dando paso a dunas amarillas y cielos color vainilla. Lo que recuerdo de esas épocas es que siempre se acababa la gasolina o mis viejos se perdían. Que a fuerza de pasar hambre hasta que llegáramos al destino de viaje, tenía que ingeniármelas con el pan y la chicha morada, que debía ocultar de mis hermanos mayores.
A los 11 años, ya tenía mi propia mochila en la que metía ropa para cambiarme, unas chanclas y una toalla, porque aprendí que a lugar a donde fuéramos, inevitablemente hacía tanto calor que nos terminábamos bañando y ya tenía ese pudor tonto de no querer bañarme solo con truzita o bvd en el río en donde parara el auto. Mis hermanos estaban en la universidad y mis padres hacían los viajes solo conmigo, fue por entonces que caí en la cuenta que casi era hija única en esa casa abandonada.
Para los 15 años viajaba poco, mi círculo social se había reducido a un par de inadaptadas igual que yo, asi que no compartíamos viajes grupales como las otras chicas del colegio para ir a ver a los cantantes de moda en concierto. Yo, si tenía que hacerlo, viajaba sola o de vez en cuando con mis padres. Mi mochila empezó a cargar cambios de sostén, jeanes apretados,un labial color rosa pálido y el libro que estuviera leyendo esa semana. Viajaba con la cabeza dentro del libro, sin ver el paisaje, con algo de temor a que me hablaran durante el tiempo que demoraba el bus en llegar a otra ciudad. De ésa época no recuerdo nada mas que las Minas del Rey Salomón o entrar a Macondo de la mano de GGM.
Cuando estuve en la universidad, mis viajes se redujeron solo a las vacaciones. Recuerdo la emoción de mi primer viaje en avión sola, llegar a otro país y que pensaran que era una señorita independiente, hablar con el pasajero de al lado y decirle que estudiaba medicina, como si fuera la gran cosa. Cargar un bolso de viaje con cosméticos y mis primeras pastillas antimigraña. Mi super mochila viajera en la bodega del avión con todo tipo de ropa que pensara estaba de moda, con zapatos para baile y otros para camino. Ya no cargaba libros famosos, ahora llevaba alguna revista que me ayudara a soportar los viajes largos.
Cuando terminé la universidad fue mi primer viaje como profesional y por tanto me importaba un pito lo que los demás dijeran. Ya viajábamos en grupo mis compañeros y yo, ya dormíamos en algún hotel barato y decente, ya bebíamos cerveza en el cuarto y ya a alguna chica hot se le ocurría poner el canal porno, a ver si le ligaba algo con alguno delos chicos. Yo iba de novia y bien acompanhada, así que a mi no me tocaba nadie; pero mi equipaje había variado, pijamas mas ligeros, ropa interior pequeña, mas maquillaje, algun gel para el cabello, sandalias de tacón, por si las dudas, un preservativo.
Graduada y convertida en médico, fue mi primer viaje de escape. Cuatro noches en un 5 estrellas, ni vi que había en la ciudad, entre la tina, el desayuno y la cama se me pasó la vida. Pero fue la primera vez que alguien me hizo notar lo terrible que se veía mi mochila en un lugar como esos. Yo había metido toda mi ropa de verano, apiñada y como pude. Apenas si puse un pijama que no llegué a usar. Y claro, el maquillaje y el gel para el cabello. La colonia y las pastillas antimigraña, un par de antiácidos, algún relajante muscular para esas maniobras fuera de contexto y dinero doblado en cuatro dentro del pantalón, por si acaso me pasaba algo no planeado.
Ya trabajando, los viajes interprovinciales con todos mis pacientes al lado hicieron que mi mochila cambiara a un sobrio maletín negro que me desarticulaba el hombro cada vez que lo cargaba. Allí solo llevaba mi ropa sucia de la semana y un par de vinos, frutas y dulces que las señoras del valle me hubieran obsequiado durante la semana. Aún mi sobrino, sigue pensando que yo trabajaba solo para que me pagaran con lúcumas. Las migrañas se hicieron más frecuentes y a veces tenía que llevar un inyectable por si acaso mis padres descubrieran que cada vez estaba peor con mi cabeza y se diluyera la felicidad por su hija "la doctorita".
Los viajes de reencuentro con mi nuevo novio durante ese año, eran un abrazo desesperado. Mi maletín negro comenzó a cargar negligeés y medias nylon. Más zapatos, menos ropa. Mas cosméticos, menos libros. Más pastillas y menos dulces. El bolso de mano comenzó a cargar hilo dental, pastillas de menta, pañuelos para el llanto de la despedida, joyitas y bisutería. Gorro de baño para no estroperame mas el cabello, burbujas para la tina. Un día me di cuenta que hasta lubricante vaginal había empezado a cargar. Algo estaba cambiando.
Los últimos viajes los hago con una maleta azul de rueditas, ahí va mi agenda llena de números telefónicos de personas que me ofrecen el oro y el moro. Ropa para el día y para la noche, un abrigo por sí tengo que salir con vestido y de madrugada. Pijama de dos piezas y pantuflas. Toalla para salir de la ducha.Tapones para los oídos y antifaz para la luz, por si tengo que quedarme tirada en algun terminal. Un botiquín de pastillas antimigraña, antigastritis y algun antidepresivo. Ampollas analgésicas para dolor intenso. Maquillaje, bloqueador solar, un par de lentes de repuesto. Chucherías varias según el tono de la ropa. Cosas inútiles que regresan a veces intactas.
Mi vida ha cambiado, ansío volver a mi mochila negra y a cargar solo una muda de repuesto, un bikiny y un poco de humectante. A dejar de cargar mauillaje como si tuviera que impresionar a alguien, a dejar de llevar zapatos para el dia y la noche, dejar de pensar en un pijama y volver a dormir sin ropa. Dejar las pepas y el botiquín de mano. Solo quiero tener un vestido y un libro para el viaje. Y que a donde llegue siempre sea un sitio de gente extraña, donde yo parezca una mujer nueva y pasee mi felicidad de turista por una calle que ya no será mi calle, sino un camino a algo diferente que siempre será mejor.

Otoño en Lima

Es lo primero que escribo luego de una larga temporada. No era mi intención hacerlo, pero el café y este cielo nublado son malos consejeros....