domingo, abril 05, 2009

Es una noche como cualquiera y sin embargo...
quisiera poder leer,
escribir alguna cosa,
hacer dibujitos.

Es tarde, quisiera hablar de lo que sea, con alguien
ha sido un pesado domingo de guardia
tal vez lo adecuado sea dormir, olvidarme de todo
pero ya van varios días así,
llegando muerta solo a dormir a casa

Hubo un momento para detener esto hace 3 años
y yo elegí mi carrera, trabajar, quedarme en Perú
no se si haya sido la decisión correcta
tal vez sonaba bien en ese momento
me acobardaba tener que empezar desde cero en un lugar donde no conociera a nadie
me rompía el corazón alejarme de mi familia
no tenía claro si quería ser médico aquí o en cualquier parte
si me hubiera dio fuera solo habría sido para escribir, o empezar con un nombre
cara nueva, identidad nueva
si me hubiera ido, lo habría hecho para olvidar.

Ninguna de las razones que tengo explican el porqué no quise irme
la única verdad es que necesitaba un trabajo fijo, un nexo con mi país
para adquirir una visa
así que decidí volver a ejercer, porque lo otro no iba,
lo otro no daba mucho...en verdad lo otro no daría nunca.

Y ahora estoy aquí y no sé bien en que termine,
no sé si debo volver a lo otro algún día
e iniciarlo en serio
o seguir siendo médico y volverme vieja
elucubrando sueños.
No sé si el amor o la búsqueda de este ha definido todas las decisiones en mi vida.
No sé si eso haya sido lo ideal
pero es lo único que tengo.

jueves, abril 02, 2009

Cosas que pasan después del Big Day

Cuando el Big Day llegó todo para mí había empezado con el pie izquierdo. El despertador sonó tarde, el pan estaba duro, mi chaqueta manchada.
Y él se iba.
Si, se iba y yo no podría despedirme porque la noche anterior había dormido por la migraña y por el cansancio de la posguardia y porque, que diablos necesitaba dormir. Pero aún así, mi corazón dolía.

Me estaba quedando sola y justo era el Big Day.

Me acompañó como niñita de colegio a mi primer día en el trabajo nuevo, llegamos tarde, cogimos el peor taxi de todo Lima, el mas lento, el mas viejo, al que lo pasas incluso caminando y cogió la peor ruta de todo Lima, la mas congestionada, la con más semaforos, la que tiene un millón de combis asesinas antes tuyo, en la que cruzan viejas con andador justo en luz verde. Esa vía cogió pues, la vía de mi estress máximo.


Y se iba y no había como abrazarlo y decirle, que gracias por la muñeca, que gracias por las empanadas, que gracias por la charla, que gracias por no irse del todo nunca. Pero en lugar de eso lo culpé por hacerme desayunar tarde, por coger el peor taxi de Lima, por hacerme la charla y descuidarme al ver que el taxista cogía la peor ruta de todo Lima.

No me despedí, me ensañé con él por reirse cada vez que yo estoy al borde del colapso.

Por poner esa cara de tonto, por hacerme sentir tan frágil llevándome al hospital como niñita de kinder, por verme con esa cara de adiós y sentir que se me frevolvían las tripas, que estaba a punto de vomitar, literalmente y con toda la bilis que eso significa.


Ese día no pasó nada de lo esperado, el Ogro de mi nuevo castillo no había ido, así que pasé desapercibida durante la visita y nadie me comió viva...bueno...en realidad fue como si nadie me hubiera visto y eso fue peor.

Ser mujer en un mundo hecho para hombres es demasiado solitario. Todo mi primer día aislada como maquinita nueva q nadie sabe usar.
Todo el mundo almorzando en grupos y dejándome al margen para q almuerce cuando ya no hay nada en la cafetería.
O todos yéndose a ver tv mientras yo me quedaba con los pacientes. O sus malditos partidos de fútbol, para que todos los hombres se desaparezcan por horas dejándome a mí a cargo de una pléyade de enfermeras que no me dirigían ni la mirada, trabajando y bromenado en lo suyo.

Un día de mierda pues.

Para la tarde del Big Day me di cuenta que apenas el trabajo empezaba. Ese lugar era un sauna y hacer procedimientos toda cubierta por ropa estéril y guantes de látex no mejora la sensación. Menos si tienes que poner tubos a una chica que ni siquiera puede adoptar el decúbito y te sorprendes a ti misma rezándole a Dios porque todo salga bien y no se complique la vaina, porque que pena la chica me cayó bien y tu sabes Diosito que cuando yo hago migas con mis pacientes se terminan muriendo, siempre es así, es un carma hacer amistad con ellos, siempre se complican y carajo Dios! haz que encuentre la maldita vena, porque ya va sangrando mucho y no quiero matar a nadie en mi primer día haciendo procedimientos sola.

Por fin, entró. Uffff, respiro aliviada y una bocanada de todos sus bacilos puebla mis bronquios, su cara de agradecimiento porque no le dolió mucho va acompañada de bocanadas de gérmenes y yo le agradezco a Dios y a mi sistema inmune el vivir un año más sin tener la TBC activa, aunque quien sabe porque como vamos de comer a deshoras tal vez lueguito se me active el Sr. Koch y me devore los pulmones como a la mayoría de mis colegas buena-gente.


Al volver a la unidad el siguiente acto de mi ópera chicha.

La aparición del Troll

Empieza jalándome a un lado para q vayamos a comprar a un sitio bien deprimente, mientras me va contando lo que mal que han hablado de mi, durante el partido de futbol.

El troll viste de azul y me llama para que haga su trabajo, yo le digo que no se pase de pendejo será mi primer día pero no vamos a empezar así. Menos si acabo de ver su cara de placer al contarme palabara a palabra todo lo que han dicho que harán conmigo para que renuncie pronto.

El Troll descompone su cara y se toma la segunda botella de agua que desaparece entre sus fauces. Inocentemente había pensado que esa botella la había comprado para mí, pero no, el Troll solo me saca de mi unidad para contarme el chisme y hacerme sentir miserable.

El chisme es largo, los hombres han rajado de mi como viejas, que si debo venir vestida así o asá, que mi ropa, que mis aretes, que eso no se permite, que eso pasa por aceptar mujeres para trabajar, mira que hasta han inventado que vine con las uñas largas.

Al terminar el turno el Troll y el resto se vestían para irse y me dejaban a mi. A mi!!! en mi primer día para que me quede con el hijueputa que dirigió el raje de la tarde, ese mamotreto de persona que se ha propuesto que renuncie o mejor, que llore delante de todos a la vieja usanza de la unidad, cuando hacían renunciar a las mujeres haciendoles mil preguntas horribles y humillándolas por no saber quien fue la abuelita de Einstein.

Todos se van a comer pizza y me dejan a mi allí sola, hecha mierda a las 9 de la noche.

Se van y estoy sola, solaaaaaaaaaaa...Un eco...y el olor a miedo por todo lado.


Supongo que a ultima hora algo les pasa y se arrepienten

porque el grupo de Trolls vuelven y hacen que el tio mamotreto se meta en su madriguera invnetándole un cuento sobre fútbol, mientras me ocultan para que no me vea y me haga quedar hasta las 2 de la mañana como es su plan original.

Luego salimos a la calle llena de ladrones, misios y putas y se niegan a jalarme en su taxi, porque ellos se van a comer pizza y ver futbol "acá cerca no más" y mejor vete sola que no pasa nada.


Llego a mi casa, quiero llorar, es horrible.

Quiero desesperadamente quejarme con alguien, escribirle a Rafa, llamar a Junio.
Pero solo atino al consejo de mi madre para cuando esté triste: Limpiar la casa.

Eso me consuela y me baja la angustia, el dolor, el miedo de otro día después de ese.

Quiero llorar, si.

No por trsite, sino por impotencia, por ser mujer, por ser la nueva, por tener esa apariencia cojuda de mujer hecha para sufrir. Por no tener a quien contarle nada. Por estar sola. Por llegar a casa y saber que no habrá nadie en casa esperándome ni ningun novio para llamarme y preguntarme como me fue en mi primer día.

Que no puedo contar con nadie.

Con nadie.


Me duermo.
Otra migraña.

Me niego a llorar para no amanecer con ojos de iguana delante de los tíos dementes esos.

Me niego y me duermo. Pensando que ya debería llegar el hombre que me quiera en serio, porque esto de extrañar fantasmas ya me está ahuevando la vida.

Otra vez una lágrima, otra vez me la seco. La migraña golpea mi sien hasta que me quedo dormida.


Al despertar hay mil llamadas perdidas y un mensaje que dice:

Gato querido, aun no me he ido y ya te estoy extrañando.

Pienso en su avión, en que rapido se nos va la vida. En ese te extraño carente de toda pasión, de toda conveniencia, de todo segundo motivo que no sea el extrañar porque si a tu mejor amigo.

Yo también, pienso para mis adentros y entro a la ducha dispuesta a lanzarme contra la vorágine de otras 24 horas en el hospital.

Esperando resistir bajo el agua,
como el agua.

lunes, marzo 30, 2009

Aquarela

Al abrir los ojos me parecíó ver el cielo azul esfumándose hasta besar la tierra, ese cambio de colores en el mundo me hizo recordar una acuarela, una de esas en las que me esforzaba porque mi padre viera que había mejorado mi técnica y ya no se notaban rayas en el papel blanco.

En esos tiempos chupaba el pincel para que no chorrearan los restos de color en el cuadro y porque comerme la pintura me daba ánimos de creerme artista, como mi viejo, como alguien más quien sea.

En esos tiempos mis padres me habían dicho que yo podía ser cualquier cosa que yo deseara y por supuesto les había creído. Sabía que mi voz no era para soprano ni mi cuerpo para bailarina, que mi cabeza no resistiría la voltereta de un astronauta en el espacio, pero podía creer en cosas mas normales como dibujar o escribir cosas.

Odiaba la poesía, he odiado siempre la rima, el verso, la métrica, ese ejercicio de hacer que todo sea un equilibrio de palabritas cantarinas tratando de decir algo, pero aún si hablaban de amor. Por qué la gente siempre escribía de amor? No lo entendía. Me agradaban más esas historias largas de esos poemas argentinos, me gustaba más imaginarme el escenario o el sentir de quien escribía.

Para hoy había despertado con los ojos llenos de telas de araña, apenas reconociendo si hoy era lunes o martes o un domingo cualquiera. Mis sueños, como rara vez habían sido en dibujos animados y todos los personajes eran de lápiz y crayola, tal vez por eso al ver el cielo, recordé cuando era chica y a mis viejos y a todos esos sueños de expresar cosas que solo poquitas personas pudieran entender. Porque ¿A quién le interesa que todo el mundo entienda? Si del mundo solo conoceremos aquellas personas que de verdad nos interesan.


Rafa


Los días han pasado y no se cuando escribirte, quisiera decirte muchas cosas, pero no sé por donde empezar. Tal vez el haberte áñorado tanto y luego tenerte de nuevo, me haya hecho sentir esa tranquilidad de que no te perderé nunca y por tanto que puedo darme el tiempo.

Ese tiempo para responderte, para pensar mis palabras, para esperar las tuyas. Lamento no poder escribirte...como antes, como en esos días. Pero tal vez se deba a que no estoy triste, a que no tengo un amor por el que llorar ni un destino que decidir.

Tal vez Rafa, es que ya haya decidido todo muy bien hace tiempo y ahora solo esté viviendo las consecuencias. Tal vez que me falte este tiempo de inmersión a la nada, para volver dentro de poco con mas fuerza. A qué?

Pues a amar compañero, que ya me estoy haciendo vieja y sé que no hay mas Claudios en este mundo para que me amen sinceramente, pero tal vez se han acabado también todas las Lauras para que inventen amores en donde no florece ni siquiera cariño.


Big Day

En 48 horas es el gran día. He tenido miedo durante 2 años a este momento, pero ya no. Lo he esperado tanto y le he huído tanto que tal vez ya no importe si sucede o no.

"He vivido mi muerte tantas veces que el no morirme sería una decepción"

La gente me sigue esperando y preguntando y acosando, tal vez el día que cruce esa puerta ellos también estén cansados de esperarme, de esperar joderme y se den la vuelta y no molesten más.

Tal vez el Big Day no suceda nunca y viva constantemente en el limbo de esperar las cosas que no llegan, tal vez.



La Isla

Me apena el decirlo, casi, pero pensar en él se ha vuelto casi en una isla de tranquilidad en mis tormentos diarios de vida cotidiana.
Odio la vida cotidiana, la rutina, las personas que no son especiales, el trabajo que no va a ninguna parte, las historias sin enredos. La vida sin efecto.

Por un momento he pensado que mi vida se mueve en espirales que no van a nada. Un tonto mareo antes de entrar en un desagüe, una nada. Este último año solo he conocido personas sin magia, yo misma me he sentido, nada. Una piedra sin esperanzas al fondo de un río muy llorado.

Sólo él me devuelve la fe en esas cosas sobrenaturales. En esos momentos imprevistos en que un hombre conoce una mujer y siente que la ha visto mil veces antes. En que una mujer ve un hombre y siente que podría seguirlo viendo el resto de su vida.

En que los cometas si existen y también las coincidencias y también el destino.

Quiero creer que esa vez en la playa, no fue en vano. Que aquel encuentro fue por algo, que el hecho que podamos entendernos tan bien es más que solo dos personas en hemisferios distintos tratando de hablar de Neruda o porque existe un Dios.

Trato de creer que él es una señal de que la vida para mí no será siempre la rutina de ver la misma gente que me decepciona y a quien decepciono. Que hay alguien más esperando a que la vida despierte y que el día se azul, como ese mañana, como esos breves minutos en que nos reconocimos semejantes.


Los 3 Mosqueteros


Mis mejores amigos se van del país. Es más en un mes ya no sabré de ellos mas que en cartas. España parece tragarse a la gente que mas quiero y yo me quedo a la otra orilla del mundo haciendo ascos a la gente supuestamente mas civilizada.

Qué puedo hacer en otro país ganando un poco mas que en el mío pero atiborrada de antidepresivos añorando el propio?

Ellos se van y todo el tiempo extrañan, todo el tiempo recuerdan, todo el tiempo escriben.
Yo me quedo y todo el tiempo blasfemo, todo el tiempo odio, todo el tiempo extraño.

Mis 3 amigos buscan un futuro grande, algo que los recompense por todo el esfuerzo brindado, yo busco que no se vayan, que ya no se vaya nadie.
Mi familia se va haciendo pequeña, mis amigos escazos, mi patria árida y sin esperanza.
tal vez en poco yo también me marche
y extrañe
y añore
y cuando esté lejos todo me parecerá mejor.

Tal vez yo también me vaya, pero dudo que alguien se quede esperando aquí a que regrese pronto.
Dudo que alguien de los que conozco aún se quede en esta Tierra del Olvido.

jueves, marzo 26, 2009

En la ciudad en donde vivo la gente camina a prisa. Me pisan y los piso, caminamos casi a tientas pero apurados en pos de no se qué.

Hoy estaba pensando que en esta ciudad pocas veces se puede caminar lento o despreocupado. A uno le enseñan que hay que estar a la defensiva, cuidándose, esquivando, si es posible golpeando primero.

Mi ciudad, que en realidad no es mía, es un escenario circunstancial de mi vida bordeando los 30, parece sacada de algún libro de ficciones. Debería aprovecharla lo sé, pero la verdad no me interesa.

Me niego a pertenecer, a echar raíces a comprar algo propio a hacer migas con los vecinos, a embarazarme o a enamorarme. He huído toda mi vida de ciudades como ésta, he huído de la gente, porque es mi naturaleza querer quedarme inmóvil en algún sitio, pero es mas violento mi impulso, de vencer esa naturaleza débil que me hace dependiente, una planta triste, una tierra árida de esperanza en el mañana. Que me vuelve como todos.

Detesto la idea de que mañana tenga que pedir un crédito, un préstamo, que me haga propietaria de una casa que no quiero, porque no puedo pagar una mejor. O que me enamore, que me acostumbre a algún idiota con el que se que me aburriré pronto porque en verdad yo no tengo nada en común con nadie que no me aprecie, que no me quiera, que no me reconozca.......

Ohhh...ha salido el peine pues, eso es lo que a las mujeres nos interesa, a los seres humanos en realidad, ese reconocimiento absurdo, ese orgullo en la boca de otras personas al nombrarte, esa forma de hacerte suya porque en sus gestos hay alguna admiración a lo que haces. Cómo podría ser de otra manera? Cómo puede iniciar una especie de afecto cuando no hay alguna admiración de por medio?

No lo sé. No quiero saberlo.

A esta hora de la noche no entendería realmente nada. Me niego entender me niego a todo.

Quisiera abandonarme a una alfombra de césped y no despertar nunca. Poner mi oído en la tierra y oir el susurro de los muertos, de los que estuvieron antes de mí, diciendo sus nostalgias, sus historias melancólicas, de que algún día esperaron, de que algún día desearon cosas mas grandes que ellos mismos. Que antes de morir en ese segundo previo al abandono total, acaso si recordaron esos primeros años de infancia en donde crees que podrás ser astronauta, bailarina o cantante.

Esos sueños de alguna grandeza que te sorprenden els egundo antes de la muerte, como el reclamo final de una vida fútil en donde se rindieron a a hacer el mínimo esfuerzo, a ir con la cabeza baja, a nos esperar nada porque en la creencia de una vida después de la muerte, pensaron que habría otra oportunidad para hacer mejor las cosas.

No hay segundas oportunidades.
No hay hubieras.
No existe un próximo cambio.

Hoy es hoy y los millones de células que han muerto este día y son incapaces de regeneararse son una muestra de ese sedimento humano que no sirve para nada. Son el ensayo a pequeña escala de las próximas muertes, de nuestro próximos finales. No hay ninguna certeza que no sea lo limitada de nuestra existencia terrenal.

Somos tan inútiles.
Tan frágiles.
Apenas pequeñas vidas deshaciéndose a cada rato,
apenas si somos unas cuantas décadas de intento para hacer bien las cosas,
estamos muriendo sin darnos cuenta a cada instante
y aun así dedicamos la vida a intentar saber que hay después de la muerte.

No hay nada.

Que pena que sea yo la que te despierte de tus sueños de inmortalidad y te sumerja en el desamparo de saberte limitado, pequeño, frágil, una nada en el camino.

Que pena que sea yo pues,
una pena.

domingo, marzo 22, 2009

Cuadrado

La última vez que escribí fue una carta.
A veces pienso que entonces cuando logro contar mi vida cotidiana a alguien que quiere escuchar, entonces escribo mejor, me suelto, ya no es un trabajo, ni un intento de perfección, es solo fluir, ya sabes dejar fluir.

La gente que me conoce suele decir que es mejor cuando no escribo mis berrinches de siempre, es cierto, pero creo que ni siquiera las personas que han vivido a mi lado me conocen realmente, ni saben mucho menos de lo que siento, de lo que quiero y menos de lo que espero cuando escribo.

Antes de dormir me di cuenta que poca era la gente que me quería así como soy, no como quieren que sea, no como soy en sus sueños, en su creación de mí como la pieza faltante de su rompecabezas de tragedias diarias; no como la heroína que pretenden que sea, ni como la niña, mucho menos como la mujer que vive intensamente el sexo. Tal vez eso sea lo menos cercano a mi realidad. Me entristece las personas que puedan ver un cuadrado cuando lo que hay es un cubo, me entristece ser un retrato plano a quien no se busca conocer suficiente.

Me entristece.


Me entristece haberlo escuchado y saber que sus palabras de admiración ya no eran para mí ni esa mirada larga de cuando un hombre habla enamorado.
Me entristece que no me vean así y haberme conformado. Como desearía hablar de las cosas que sé, de esas que he aprendido, no callarme nada, es un trabajo absurdo hacerse la tonta, mostrar solo un cuadrado cuando una es un cubo, mostrarse plana para que no se devanen los sesos pensando que soy mas de lo que muestro.

Sin embargo, no estoy triste.

Estos días han sido de profunda serenidad, de una gran alegría, siento una canción que vive en mí y me hace tararear cositas todo el día, siento mucho, muchísimo. El día es mas vital que antes, los colores, los olores y la comida, mas sabrosa que antes. Siento la vida palpitar dentro mío como solo creí poder hacerlo cuando volviera a enamorarme y sin embargo, no lo estoy.

Qué pena admitirlo, pero mi corazón está quieto sin que nadie haya logrado levantar su mortaja. Está silente en en el sótano de mi ser esperando que lo despierten de su letargo. Los disfraces del amor han sido sólo eso, disfraces, pasajeros. No los culpo, ni me culpo. Cada quien elige sus compañeros de viaje para cada momento de la vida, pero mi camino es aún largo y no me he rendido en la búsqueda.

De qué o de quién?

No busco el amor, pero si un sentido. Podría creer que este es el estado de equilibrio ideal, pero justo en este punto puedo reconocer que apenas estoy en la orilla de la montaña, que no he caminado nada, que todo lo vivido ha sido solo un entrenamiento para lo que viene luego.

La alegría.

Debo agradecer a los fármacos? A mi amigo psiquiaqtra? a la clarividencia de la madurez? O simplemente debo entender que un pequeño empujón químico puede solucionar varias cosas que tenía metidas en la cabeza, toda esa ansiedad por hallar algo o alguien que me devuelva el sentido a las cosas y a los sueños.

Ya no pienso en escribir.

Esa idea se ha esfumado de mí, desde que comencé a leer de nuevo. No merezco escribir mas que diarios y no merezco imprimirlos siquiera. En un mundo poblado por literatura fruto de innumerables posts con figuritas, que sería yo? Nadie, apenas la impopular protagonista de una vida cotidiana. Yo no busco novio y nadie me busca a mí. Qué de interesante podría relatar yo? Qué de entretenido?

En mi última no-date, apenas si pude mencionar que había hecho. Él hablaba del diseñador de modas que conoció, de la fundación, de un holandés hippie, de la mejor trucha de su vida y yo no tenía nada, nada para contar. No había conocido a nadie, ni había hablado en inglés toda la noche y lo mas exquisito que había comido era pan con leche y vainilla remojados.
Debería contarle que ya no me hace daño la lactosa? Que salgo temprano y cocino tarde? Que adoro llegar a casa y darme un clavado a mi reciente cama de 2 plazas? Que la disfruto mas cuando no la utilizo para tener sexo?


Yo no tengo nada que contar.

Se murieron 2 pacientes y hay una abuelita que me suplica le diga a sus hijos que la saquen al parque al menos una vez al mes. Tengo caminatas interminables por el hospital mirando las copas de las palmeras cuando cae la tarde y tengo el recuerdo de un gato amarillo que se puso en celo cuando comencé a imitarlo.

No hay muchas cosas en mi vida que contar y a pesar de ello mi vida interna está mas rica que nunca. Todo lo insignificante me produce tremendas sensaciones, toda la comida me parece deliciosa, toda la gente parece buena.

Yo no soy heroína porque nunca he luchado suficiente, me dejo ser igual que a mis sueños. Pienso con trsiteza que nunca sembraré un árbol, ni escribiré un libro ni tendré un hijo. Pienso que llevo fotos mentales de todos los árboles que he visto, de todos los libros que he leído, de todos los hombres que he acunado como niños.

sábado, febrero 21, 2009

Junto a la montaña


A su paso las flores amarillas se desgajaron en el viento como una lluvia primaveral.
Hacía tiempo que no sentía esa sensación de paz y tranquilidad en el mundo. La montaña del Fénix cercana casi a su mano se levantaba imponente en un cielo esmaltado de azules y púrpuras.


Era una bella tarde para despedirse-pensó.
Entonces depositó el pequeño jarrón junto a sus pies y suspiró muy hondo. Se le agolpaban en la mente todos los recuerdos de su paso juntos, la primera vez en la universidad, el primer viaje solos, la primera vez del sexo. Habían sido varias primeras experiencias, al menos para ella y las había vivido junto a él, de esa forma sorprendente que tenía él de mirar las cosas, como si estuviera en el primer día de su vida, como si simplemente ese segundo con ella fuera el último.


Los abetos desplegaban ese aroma que solo podía recordarle a casa, un olor a vegetación fresca, ese último aroma de la tarde en el ambiente casi imperceptible, que la hacía sentir única entre tanto silencio. Se quitó las sandalias de cuero gastadas e introdujo con un gozo casi infantil su pie en el césped que crecía junto al camino. Habían sido mucho años juntos, el amor igual que esa sandalia se había desgastado, cambiado y amoldado tantas veces, que en uno de los últimos otoños juntos tal vez sintiera que ese sentimiento otrora tan mezquino ahora se volvía un lecho cómodo en donde compartir ese lenguaje oculto que habían aprendido tanto.



Las flores, pequeñas esferas amarillas se seguían despedazando con la brisa, comprendía que ese universo que habían fabricado juntos también estaba a punto de marcharse y ella estaba ahora lista para dejarlo ir. Habían batallado tanto contra eso, su enfermedad, los accidentes caseros, los malos entendidos, las parejas de ambos, las infidelidades. Porque si, se habían sabido engañar mutuamente durante todos esos años que se negaron a estar enamorados, los habían intentado ya con otra gente, ella tal vez mas veces que él, él tal vez mas intensamente que ella, pero aun asi, había algo que los hacía volver a sus orígenes y volver a ese campo de cebollas en donde se habían amado la primera vez.



Ahora ella estaba muy lejos de allí, si pudiera ubicar su pueblo en un mapa habría tenido que dar la vuelta al globo y buscar al sur, al sur de todo, casi en los hielos. En cambio allí, donde estaba ahora sabía ser siempre primavera, él se lo había dicho. Este es el lugar donde uno debería siempre regresar, querida.
Y vaya que lo haría.


Del jarrón diminuto sacaba ahora las cenizas que antes fueron su cuerpo, esa piel y esos tendones que crujían a la hora de amarse, esas células desecadas de su corazón y sus manos, objetos todos inapreciables para ella. Cómo habían pasado tanto tiempo separados antes de comprender que se querían? Que sólo se habían tenido el uno al otro en esos interminables espacios de soledad e incomprensión? Había acaso otra persona que le entendiera mejor que él sus dudas acerca de la vida y de la muerte y de un Dios todopoderoso y de un mas allá que no entendía sus pobres metas terrenales?


Él había sabido ser su compañero incluso cuando estuvieron tan lejos uno del otro, sufriendo por otras personas, sufriendo siempre sufriendo. La vida había sido agotadora y de pronto ahora, junto a ese camino rumbo a la montaña mirando un cielo que ya no cubría ni su patria ni lo que había sido, comprendía que todo ese dolor había sido inútil y tonto, sólo valían para ella esos últimos años que la pasaron juntos, como compañeros, no como esposos, ni amantes, ni amigos furtivos, sino como compañeros de viaje, cuando el deseo se había apagado y solo existían tardes para repasar partidas de ajedrez y anécdotas de libros que no terminaron de leer.



Un par de viejos bobos, en eso se habían convertido. Pero habían sido tan felices, había valido tanto la pena ese camino. Las cenizas ahora se pegaban entre sus dedos como un objeto pegajoso y lleno de vida, extendió sus manos y dejó que el viento las limpiara de él, como hace poco había limpiado las flores del camino. Cada elemento forme de él se estaba alejando y volando en ese paisaje verde y azulado en un adiós lleno de agradecimiento y tranquilidad.
No había lágrimas, algo de él que no había sido incinerado quedaba junto a ella, atrás en el camino escarpado quedaba la fatiga de esos años difíciles, lo habían logrado, ahora casi en la cima, tenía la suficiente experiencia como para solo admirar el paisaje, mientras se despedía de él con esa sorpresa ante la vida que él le había enseñado.
Esa sorpresa ante lo minúsculo y cotidiano como si cada día fuera el primero de su existencia, como si fuese acaso también el último.

martes, febrero 10, 2009

Dejad que los Raros vengan a mi


Hoy en un sorpresivo ataque de luminiscencia, mi hermana pronunció su frase célebre del mes:


-Todos tus amigos son gente bien rara. Tienes un imán para rodearte de gente que no es del todo normal. A ver ponte a pensar...Puedes hacer un circo con ellos.



Me dio risa, dado que acabábamos de hablar de mis relaciones. Y claro, es obvio que no he estado con las personas mas funcionalaes del mundo, que tal vez sean solo mis 2 primeros novios, los normales de la lista y que luego he tenido que lidiar con una serie de personas o que no saben lo que quieren, o que cuando lo saben ya es demasiado tarde.


Tengo una larga fila de depresivos y maniacos en mi haber. Algunos de ellos llegaron a mi por medios nada usuales y el resto de mis amigos del mundo "real" como me hace notar mi hermana, tampoco resultaron muy equlibrados que digamos.


El hecho de que mi mejor amiga haya llorado porque su reciente novio intentó subirla en una combi, cuando ella jamás había pisado un "vehículo de esos" o que mi otra amiga tuviera crisis de pánico e insomnio, no hablaban muy bien de la casa donde fui a parar en mis primeros años aquí.


Tampoco el hecho de que un par de amigos míos tuviera aficiones tanáticas durante el sexo o que un par mas de ellos rayara en la agresividad si se le modificaba en algo los hábitos TOC (obsesivo-compulsivos)


Él, me suele decir que yo me gané la lotería de la mala racha con los tipos que hallé en el camino. No lo niego, si veo mis 3 últimas relaciones, no hay quien entienda ese embrollo de situaciones por demás surrealistas.


Llego a la conclusión de que si me he topado con gente así, es por mi grado de tolerabilidad y curiosidad para la gente no del todo "eutímica", que jamás pongo un stop y dejo que se acerquen a mí lo mas que puedan, incluso haciendo yo la contra parte, cuando me dedico a buscarlos desesperadamente.


Hoy he hecho un recuento mental de mis amigos y de esas situaciones, que ni siquiera puedo contar en un blog anónimo y me llevan a la conclusión de que su estatus raro haya contribuido un poquito en mi inestabilidad usual y desconfianza para con las personas ( aquellas de rostro y pariencia mas normal, son universos llenos de magia y pesadilla, que aun el mas freak de los recientes emos podría acaso superar).


Me agradó tal vez por ello la película FUR, me identifiqué plenamente en algunas situaciones, al margen de que el tema central Tangerino, es sencillamente exquisito para mis sentidos.


Mañana le preguntaré a mi amigo el Psiquatra si eso correspone a una patología especial. Si corresponde a algo mas grande el hecho de buscar incoscoentemente siempre la gente mas disfuncional y dejar que se acerque, mucho, que se adentre en mi, que me haga sentir tales sentimientos de arraigo y cariño, pero a la vez me deje así consternada ante actitudes que aun no puedo entender del todo.


Gente totalmente extraña sin un común denominador que no sea ser los mas raros y únicos de sus especie.

*
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domingo, febrero 08, 2009


Las flores caen sobre la ciudad sin poderlas detener.

Son flores secas, muertas en sus ramas, flores rojas, violetas, cayendo de sus troncos espinosos y dejando el suelo así, hecho una alfombra para santos, para vírgenes que no son, para Dioses derrotados.


Las flores caen. De dónde vendrán?
Han caído sobre las tumbas vacías, sobre los manteles a cuadros,
sobre la gente paseante, sobre mí,
sobre esa desnudez que no conoce sosiego,
ni protección,
ni paz
a sí misma.

Las flores caen, es un espectáculo en cámara lenta,
el viento juega con ellas, las lleva a lugares lejos de su rama,
las detiene, finalmente las abandona.

Hoy he visto flores, en la casa, en las ventanas,
flores que mueren antes de ser cortadas, flores secas,
de esas que no huelen,
flores muertas.

Al terminar el día se me acerca tu nombre a los labios,
como el nombre de tantos otros a mi lado,
tu nombre que se transforma en muchos rostros,
en muchas frases, en muchas miradas,
son nombres que como flores,
caen desde el tronco espinoso de mi memoria mas oscura
y salen golpeados por el viento a hacer colorear las calles,
y los recuerdos de otras personas,


Cuántos nombres ha tenido el amor para mí?
cuántos rostros?
En cuántos lechos a dormido mi carne?
a despertado mi alma?

Acaso no son flores también?
Flores muertas como ese intento de amor que pudo ser y no fue?
Acaso no duelen igual esas flores que dejan a los árboles huesudos y tristes?
que dejan a mi corazón así?
Descarnado y deforme, faltándole piezas para curbrirse,
piezas de amores que no fueron,
piezas de gente que no está.

No me aferro al pasado, pero tal vez,
me aferro a la gente que dijo quererme un poco
y en ese pensamiento me sumerjo
pensando, que si acaso
todo tiempo pasado fue mejor,

Por qué entonces el sufrimiento del pasado
es mucho mas intenso y visible que el presente?


Que esta sensación de divagar por nombres y rostros que no son,
de divagar sin amar ya, realmente,
ni doler tampoco intensamente,

porque el amor y el dolor,
son esas flores secas que caen la ciudad abandonadas,
como la basura colorida de un carnaval que no empieza,

como los artefactos obsoletos,
de una ciudad que no piensa.


Son las piezas restantes, de un corazón que no late,
que no siente, que no quiere creer ya en nadie,
de un corazón que tropieza
y se cae,
se cae,
se cae...

Una flor muerta más en una ciudad que agoniza.

viernes, febrero 06, 2009

Voy a escribir porque tal vez eso me calme.
Porque tal vez el hecho de escribir muchas letras y concentrarme en las comas, en los puntos, en las diéresis (me encanta esa palabra) pueda disipar en algo mi afán primitivo de querer buscar extremos.

Me afecta eso, reconocer que una parte de mí, quiere instintivamente buscar un riesgo y de una forma u otra hacerse daño. Es algo que va contra las normas que dictan que un ser humano debe alcanzar siempre como fin máximo la sobrevivencia.

Yo no podría matarme, ni mutilarme, ni hacerme un daño físico premeditado. Pero puedo tomar otro tipo de daños, riesgos en que hay mas del 50% de posibilidad de que yo salga perdiendo, herida, mal, maltrecha. Riesgos como el amor por ejemplo, o el sexo, o elegir una carrera que yo sé no va conmigo o elegir ese auto que conduce precisamente alguien que no inspira confianza o responder al interrogatorio de un extraño, pequeñas cosas. Yo sé.

Durante el último tiempo volvió a mi vida cotidiana mi mejor amigo, ahora psiquiatra, con él he podido sacar algunos demonios que por si sola no hubiera podido reconocer. En la mayoría de veces no le logro confesar todo loq ue pasa por mi cabeza, probablemente porque somos solo amigos y es imposible que una relación médico paciente surja enteramente, pero sí, puedo reconocer en las cosas que me dice de sus pacientes algunos rasgos que yo fácilmente he experimentado.

Qué miedo.

Podrías decir que mi afán hipocondriaco de catalogar como enfermedades a simples síntomas aislados ha desencadenado todo esto, pero creo que es algo más.

Hoy por ejemplo escribo para no pensar...hacer...para evitar en suma hacerme daño. Cómo?
Sólo yo sé esa forma sútil de lentamente acabarme.
Una forma inocua, sin testigos, sin rastros. Una forma que pensé podría controlar, pero dada la intrsopección de mis últimos tiempos, tal vez sea un tornado devorador, que apenas baje la guardia vuelva a tomarme la vida de nuevo.

Cuándo empezó?

Más bien, cuándo se hizo efectivo?

Hace un par de años. Una crisis emocional mal superada y de pronto poco a poco ese hábito de dañarme, de exponerme a situaciones peligrosas, de esperar que pase algo, que me pase algo.

A veces no comprendo que milagro me tiene con vida.

A veces pienso, que tal vez hay un motivo para seguir aquí y caminar siempre al filo de la cornisa sin caerme del todo.

A veces...Me doy miedo, pues reconozco que hay una parte en mi que no puedo controlar.

Una fase maniáca de ponerme a merced de personas que se que me pueden causar mucho daño, como si inconscientemente buscara mis propios verdugos, pensando que soy inútil para conservar a una persona digna a mi lado.
Una persona que mencione mi nombre con orgullo o que simplemente sienta fe en mi.

Es un sueño inalcanzable,
por dicho motivo, prefiero no buscar quimeras y entregarme
a qué?
a quién?

Siempre depende del tiempo, pero generalmente es a aquellos que se muy en el fondo mío, que no me querrán en serio.
Ni para siempre.
Ni siquiera completamente en el corto lapso que podamos estar juntos.

Pero hoy no hablo de eso,
hablo de lo otro,
del daño,
estoy dando vueltas y aun no sale de mi,
tal vez algún día logré aceptar mis taras
pero sin público,
para así poder hacer algo al respecto,
mientras tanto
aun me avergüenza
tener tan poco valor, como para hacerme daño
gratuitamente,
salvajemente,
irracionalmente.
A sabiendas, que no podré soportarlo.

domingo, enero 25, 2009


Al despertar me di cuenta que era Domingo y por tanto el peor día de la semana.

Cogí la bata para cubrirme las carnes y salí a la ventana para ver si el mundo me deparaba esa imagen usual de los domingos caseros: Esa silenciosa soledad de los tenderos vacíos en los techos, de las plantas agitándose lentas en los jardines vecinos, de que todo el mundo seguía durmiendo aún y yo era la única que despertaba a darme cuenta del descalabro de mi casa vacía, de mi vecindario vacío, de esta vida que se cuela por la alcantarilla a medida que me baño en agua fría hasta sentir que se me arrugan los dedos.

Cada domingo luego de la vorágine laboral de mis últimos años había sido el mismo, despertar y darme cuenta que yo era la única responsable de ese circo gitano que era mi casa. Libros, periódicos viejos, revistas pasadas, zapatos de colores tirados por el piso. Me paraba en medio y me sentía gritar con la cámara yendo en círculos sobre mi cabeza como en cualquier pélícula de comedia que se respetara. Un remedo de mi Pobre Angelito en versión treintona a prueba de Prozac.

No era que fuera mala ama de casa, sino que me había acostumbrado a ser hija mimada tanto tiempo, que lo de ser responsable de las cosas que ocurrieran en casa no me venía en lo absoluto. No sólo eso. Era mujer y desordenada por naturaleza, arreglaba la casa como es usual en nosotras si venía alguien, alguien que no me conociera, si derepente y venían mis padres, después de ello, meses y meses dejaba sedimentarse las capas de polvo y de papeles usados. Facturas y boletos de micro que me daba pena botar.

Yo, un desastre que caminaba en dos patas gracias a una ley evolutiva que no me había llegado del todo al coco. Yo que aún seguía pensando como nómade, con ganas de desarraigo, de no comprar muchos muebles porque un día me mudaría de esa casa, de no hacer relaciones con mis vecinos porque parecían aun mas salvajes que yo, de no tener hijos ni familia porque pesaban cuando te quisieras largar y empezar de nuevo.

Empezar de nuevo...Como si esa hubiera sido una opción que yo tomaba a cada rato. En realidad, esa frasecita se quedaba en Arial negrita tamaño 12 en mi mente, porque al corazón no bajaba, a ese músculo que hace funcionar la voluntad y te hace vibrar por ella, no le llegaba el mensaje que era momento de irme, de cambiar las cosas, de arrancarme. Así que mis 2 piernas de nómade ansiosas por correr de nuevo, por lastimarse las plantas en nuevos terrenos desconocidos, tendrían que esperar a que me decidiera a vivir de nuevo, a sentir de nuevo. A querer de nuevo.


Esa mañana, me senté en casa y vi mi mesa llena de flores artificiales, de un par de lentes oscuros, de los utensilios del trabajo.
Me vi a mi misma sentada en el otro extremo con el cabello sin atar como una planta salvaje que está muriendo de colores diversos en su agonía. Me veo allí con la cara sin decorar por alguna pinturilla en los ojos o la boca, me veo allí esperando con el agua atrapada entre las fauces, sin atreverme a pasar el primer trago.
Viendo mi domingo empezar, un día más en la vida cotidiana, no un día de descanso, sino un día que puede hacer sentir la soledad mas palpable, la falta de alguien que ayude en casa una necesidad plausible, la falta de una charla al empezar el día cuando el desayuno está listo, un reproche psicológico a tanta publicidad engañosa que te hace creer que todo el resto de gente en los departamentos vecinos, está despertando acompañada.

Al despertar me di cuenta que era domingo, un larguísimo día para mi sola, para dedicarme a reparar el desarreglo usual de mis seis días últimos fuera de casa, entonces volví a la cama y seguí durmiendo.

jueves, enero 22, 2009

paranoia


Esa noche llamé para verlo. No estaba. Como muchas noches antes de conocerlo , me sujeté el cabello, armé la cama en el suelo y espere a que amaneciera fumandome los puchos que habían sobrado de la noche anterior.

Ya para esos tiempos había dejado de dormir las horas necesarias y en cambio me quedaba como un pez viendo los astros nadar en ese cielo violeta al que los de por aquí llamaban oscuridad.

Había llegado a Puerto Hacha por casualidad y no me había ido mas que por la idea tediosa de tener que tomar una lancha que me devolviera a un universo de caras conocidas, horarios establecidos, recuerdos viejos. Yo no me había quedado como turista aquí, tal vez mas como fugitiva de un pasado con el que me costaba reconciliarme.

Por eso y por el insomnio él terminó convirtiéndose en mi único lazo con la realidad. La única persona con quien hablar, el único con el que podía compartir algun silencio que no fuera molesto. Esa era su mayor virtud: Guardar silencio. Yo lo llamaba a casa y él aparecía con la piel tostada y los ojos claritos bajo mi ventana levantando las cejas como saludo.

Yo lo dejaba pasar y mi angustia de las 10 de la noche caía al vacío mientras él se sentara cerca y me dijera alguna frase que gatillara una de mis historias.

Para esa hora ya el calor y los mil grillos de ese pueblo de infierno se habían apoderado de las calles. La gente salía a hablar sentada en la vereda o gritando de ventana a ventana los chistes mil veces contados. Sólo nosotros nos quedábamos en la habitación oyendo música sentados en el viejo colchón prestado de la posada. Música que yo había traído de mi vida pasada y que él oía con atención tratando de entender el porqué de cada letra, como si con ello pudiera descubrir, acaso la madeja de mis vericuetos.

Esa noche lo llamé mas temprano que lo usual. Estaba con la paranoia en la cabeza, de que me perseguían para matarme. Sentía miedo, mucho miedo, hace mucho que no sentía ese sudor frío en la espalda y los pelos erizándose al menor ruido. Desde que había salido de la ciudad no había vuelto a experimentar esa sensación de desabrigo, de fragilidad, de que carajo, me estoy muriendo y nadie se da cuenta. Por eso me había hecho bien el silencio de Puerto Hacha, esa indiferencia para con la vida de otra fugitiva de mierda, que tenía la gente de por allí, esa complicidad para borrar el pasado mientras no se hablara jamás de eso.

Cuando llegó quise contarle, decirle que esta vez si estaba segura de que me habían encontrado, que me habían seguido el rastro, que era momento de irme. Irme de nuevo y lejos.
Él me miró con ojos de animal cansado, se tumbó en el colchón que hedía a yerba y tierra húmeda sin entender del todo y me pidió que durmiera. Que de una vez por todas me durmiera y dejara de inventar historias.

Esa noche vinieron por mí. Yo los vi de lejos, desde los botes anclados en que me había ocultado huyendo de la paranoia.
Los ví hurgar en casa mientras acababan con él a golpes. No lloré nadita, había soñado tantas veces con mi propia muerte, que cuando vi que mi destino se lo llevaba otro, supe que esa noche, aquella madrugada de color ocre, yo por fin dormiría.

miércoles, enero 21, 2009

Hay días como éstos en que las cosas parecen mas grandes de lo que son
y los problemas parecen pirámides de mierda
y las frases menos pensadas pueden llegar a derrumbarme.

Hay días como éstos, en que cualquier evento adverso parece planeado de ante mano,
en que cualquier segundo pasando parece una mano opresiva sobre cualquier voluntad de cambio.

Hay días como estos, diantres. Días que parecen no servir para nada.

Entonces salgo a caminar, porque siento la casa una urna preparada para vereme morir al paso de las horas, de ese aburrimiento y apatía que me contagian las personas que conozco,
de ese sofoco de las mismas charlas, los mismos chistes, la misma paradoja de si te veo mal te jodo mas hasta que revientes.

Salgo a caminar y tomo un bus que me aleje lo mas posible de casa. Que se tarde una hora para llegar a mi antiguo barrio, a ese lugar cerca al mar donde me sentía joven, fresca, con el poder de cambiar el destino a mi paso.

Camino sin prisa a pesar que la tarde cae y siento la brisa salada, el canto de algunos pájaros, el chancleteo de mi paso en la vereda vacía y entonces, sorpresivamente lo siento. A él, a ese evento mágico que me hace sentir acogida en un lugar que jamás será mío: Es el silencio.
Un soberano silencio al caer la tarde.

Aquí y allá edificios de cortinas abiertas, alguna turista perdida, un vigilante y un perro. Mas allá de mis ojos el mar, enorme, sin fronteras. Y el silencio.

En esta ciudad que me agota de ruidos diversos, que me vuelve violenta, a la defensiva. Que vuelve mi lenguaje rudo, mis maneras prácticas, puedo de pronto caminar tranquila, sin mirar la hora, sin sentir nada mas que mis sandalias golpeteando la vereda.

Hay días como éstos en que las cosas parecen mas grandes, la soledad insoportable,
la compañía de la gente necia un castigo divino del que no puedo escapar.
Días en que mi hostilidad con la gente llega a niveles casi cósmicos...
hostilidad que luego me crea culpa, cargo de conciencia por ser tan mierda,
por ser tan yo, cuando me siento atacada,

y de pronto allá afuera, hay un lugar silencioso, una banca vacía, un panorama azul y sin tormentos.

Me pierdo en la idea de que soy nada, solo un microcosmos que se agita inutilmente por cosas que suceden mas allá de su voluntad,
allá lejos, fuera de mi,
en un lugar tan infinitamente lejano que es mejor no asumir como casa.

martes, enero 20, 2009

Yo me siento a ver los aviones pasar.
En el paisaje oscuro de mi ventana nocturna solo las luces brillantes de aviones que vuelven a casa iluminan fugazmente algun pensamiento que me mantenga insomne.

No añoro, pero de vez en cuando alguna imagen del pasado surca también fugazmente mi cabeza, la ilumina como una frágil luz que no se bien de donde viene. Imagenes de momentos precisos cortos, que usualmente no me detendría a coleccionar. La evocación de un perfume, de una calle, de un brillo de sol en los árboles, de una frase cualquiera. el rostro de alguna persona, los labios, las manos de gente que pobló mi vida por instantes que ya no son ni serán.

Me siento a ver los aviones desde casa, en esa casa que ya conoces tanto. Pero no estoy triste, sabes que no lo estoy, solo escribo en negrita cosas que deberían ser olvidadas y entonces te pienso. Fugazmente también, como un nudo en la garganta que no logra desatarse en lágrimas, como una ansiedad pasada, no resuelta, no terminada del todo.


No pienso que vaya a ser posible desandar el camino que ya hemos caminado. No pienso en un futuro ni en un presente, solo pienso en ti como un recuerdo fugaz que se deshace si pretendo tocarlo.

Veo los aviones pasar y recuerdo todos mis retornos, también todas tus idas y que fuimos mas amigos mientras mas lejos estuvimos, como si ese fuera nuestro estado ideal,
Extrañarnos para no odiarnos tanto,
para no hacernos tanto daño,
para dejar ese masoquismo de hacerlo
y devolverlo,
mas fuerte, siempre mas fuerte.

No estoy triste, tu lo sabes. Hemos bajado al zócalo oscuro de un oceánoq ue aun no conocemos y hemos vuelto a flote, no a esa superficie de felicidad artificial que conocen todos como felicidad perfecta, sino a ese estado difuso de estar sumergido y a la deriva, casi sin estirar los brazos, casi sin hacer el esfuerzo de sobrevivir, solo así u n coral perdido mas, un pedazo de placton microscópico que a nadie importa, un cardumen de colores no descritos.

Me muevo entre el agua y el cielo, ahí ubico mis pensamientos, a ti a mi, al amor, al odio y a los sueños.
Me siento frente a la ventana y veo los aviones pasar y pienso una y otra vez que no es estar triste el evocarte, solo es uno de mis ejercicios tontos para conectarme a esa parte mía, que escribe, que piensa, que siente el mundo de una dolorosa belleza casi imposible de soportar por mas que momentos pequeños,
fracciones de segundo,
en que la luminosidad de un recuerdo,
me hace sentir la noche mas inmensa y extraña.

jueves, enero 15, 2009

Mujer soltera compra

Hoy mientras hacía las compras semanales me di cuenta como mi antiguo placer de mujer-consumista-soltera- que –bordea-los-treinta, había dejado de ser tal.
Antes disfrutaba mas de los paseos eligiendo la fruta más fresca, los vegetales mas verdes, los cereales mas baratos y el yogurt en oferta. Ahora simplemente trataba de no chocar mi carrita con las otras tantas personas que compraban comida chatarra.

Debe ser que aun no me adapto a comprar en Metro, un supermercado de pasadizos demasiado estrechos, donde todo está mezclado con todo y mas que placer por comprar, da ganas de salir huyendo para que no te pise tanta gente, con tantos niños, con tantas viejas que se quedan media hora comparando el precio de las frutas secas.

Debe ser que antes comprar sola era divertido, pues era una opción. Yo compraba sola la mitad de las veces y el resto recorría mis pasadizos con mi querida Vicha, la mejor amiga que encontré mientras me instalaba en Lima. Como vivíamos con las justas, teníamos que elegir siempre lo mas barato y aquellas cosas que no engordaran demasiado. Era una joda pasarnos una hora buscando todos los productos light, para rematar el día comiendo un plato lleno de papitas fritas- que a ella le salían excelentes- o de galletas de soda con huevos fritos estrellados.
Ahora, es triste comprar sola. Tengo la tarjeta con licencia para sobregirarla, pero no me da la gana. No hay nada que realmente llame mi atención, aparte que descubrí que comprar fruta en los supermercados representa un suicidio a la economía.


Tal vez una de las actividades que mas disfrutaba con el Flasher, era salir de compras al supermercado. El siempre sabía de calorías, de precios, en donde estaba tal o cual producto y no se perdía como yo en el laberinto de los pasadizos de Tottus. Sin embargo lo que mas me agradaba de comprar juntos, era que la gente solía confundirnos con recién casados, pro esa forma en que él ponía su mano detrás de mi cuello, masajeando una nuca que sabía siempre hallaría en el camino a la tensión.

Nunca fuimos pareja, pero era agradable compartir con él, esas pequeñas actividades. A veces me da ganas de decirle a uno de mis amigos que me acompañe a hacer las compras, pero no es divertido cuando llevas a alguien que en su puta vida ha hecho compras para sí solo, porque tiene una madre que lleva la economía del lugar. Llevar a alguien así es cargar con un inútil, que te hará bromas tontas en todo el camino y romperá esa filosofía que tenemos los consumistas, de hallarle siempre la característica de “lo mejor y barato” a cualquier cosa.

Extraño hacer compras acompañada y aunque llamo a mi hermana en esas circunstancias, el hecho de hablar con ella y luchar con el tráfico de carritos llenos, no resulta algo del todo agradable en estos supermercados de pasadizos para gente leptosómica.


Son en situaciones como esta que pienso en Claudio pasando por esta misma circunstancia hace algunos años y el hecho de cada vez que iba a de compras en N.Y compraba antes una tarjeta de larga distancia para preguntarme algo como: Amor que quieres comer hoy?

Ojalá yo tuviera a alguien a quien hacer ahora la misma pregunta.

miércoles, enero 14, 2009

En Pos Ictal

No debería escribir porque tengo migraña y ya sabes lo mal que me hace la PC prendida a la fotofobia y al hecho que escribir en un blog haga las veces de introspección bamba y me tienda a dejar en un estado pos ictal que apenas si me deja decir más de dos palabras, después de haberlo vomitado todo (mis mierdas en papel, eso quiero decir)

Hoy no tengo muchas mierdas, mi vida va como el clima: Ni fu ni fa. Hartas citas todos los días – afortunadamente con amigos, porque lo de salir con violadores ya lo dejé atrás hace mucho- y un sexo ocasional que mas que dejarme satisfecha, me deja cansada y con bastantes dudas existenciales sobre si acaso los hombres no son más complicados y ambiguos en el querer que nosotras las mujeres.

Del trabajo no me quejo, pues afortunadamente este mes la tengo fácil y disfruto de tardes enteras para mí, en donde mi abandonado ritual de siesta de 3 de la tarde tiene que lidiar con el ruin quehacer de los obreros que construyen el edificio de enfrente. Esa construcción no ha traído nada beneficiosos a mi vida, me ha tapado el sol, me ha llenado de polvo la casa, me ha pervertido con su ruido nefasto de gente que trabaja de sol a sol y encima! Ni hablar de un poco de voyeurismo, porque estos obreros de enfrente son tan tapados del seso, que parece que no distinguieran nunca mi ventana sin cortina, tapada pobremente con portadas de revistas pasadas de moda.

Hace pocos días me preguntaba sobre el amor- otra vez- sobre ese bien esquivo al
que ya me estoy acostumbrado a no tener- por lo menos durante mi vida sexual
activa, porque de hecho cuando sea una sesentona con muchas historias que
compartir y una vagina reseca, apreciaré la compañía de un buen compañero con
quien jugar monopolio por las noches.


Me preguntaba sobre mi misma y que ya estaba cansada de intentarlo, si acaso no era patético contar algo sobre mi ex, no el anterior si no el anterior, no tampoco ese que es el segundo, ni ese con el que me iba a casar, sino ese el de en medio añadiendo una característica física que me haga recordarlo en medio del resto. Patético por el hecho de que siempre remontaba mi vida en relación a mis ex, a los que intento no numerar, porque sería turbador, sino mas bien monstruoso para una nueva persona en mi vida oír que yo ya he estado, vivido y amado acaso con más de 3 personas en esta corta temporada de vida productiva.

Algo que sería totalmente irrelevante si viviera en otro país donde hablar de sexo no diera miedo y en donde las mujeres no tuvieran que rebajarse el número de parejas sexuales para no mostrarse tan perrísimas ante los ojos de sus eventuales parejas. Algo que quedaría dejado de lado en esta ciudad, si la gente supuestamente más laxa en este tema, acaso no es también la gente que menos te toma en serio a la hora de iniciar una relación con vías a “NO será solo sexo, esta vez”.

Pensaba si ya, ok, era hora de detenerse y pasar al retiro hasta encontrar a la persona que llenara mis días y mis noches de algo de seguridad, cariño y charlas amenas (ojo, que estoy obviando el tema sexo porque ese es un motor que me lleva siempre por las decisiones menos acertadas). Pensaba en mis viejos amigos, gente que por la distancia y las circunstancias no había podido más que compartir un par de conversaciones o agradables llamadas telefónicas.

No era esa gente- la que menos se interesaba en mí como un órgano copulador- la
adecuada para entablar una relación más allá de mis treinta?

Obviamente mis leyes lógicas me decepcionaban siempre en el terreno de las relaciones y era obvio que dadas las circunstancias cualquier persona A (sedienta de compañía) mezclada con una persona B (sedienta de sexo…puede que también compañía) en el contexto adecuado (unas vacaciones en un lugar paradisiaco) jueguen a que es amor aquella cosa melosa que los une irremediablemente los casi 5 días (límite estimado por las empresas de turismo) que puedan estar juntos.

Así que pudiera ser que en mis vacaciones de los treinta (mi ansiado/planeado próximo periodo sabático) yo pasara por esa circunstancia y probablemente terminara peor de lo que me siento ahora (Decepcionada de mi criterio para elegir a las personas que deban ser mis parejas).

En resumen, en lugar de evolucionar a la madurez como mujer, seguir en cambio tropezándome en la misma roca filuda que es mi maldito cerebro: Divino hacedor de decisiones lógicas.

Pensaba en eso, cuando leí un artículo sobre Anquetil, el famoso ciclista francés que había compartido lecho con su esposa, la hija de ella y luego su nuera en una convivencia casi fraternal, en un castillo oculto a los ojos de la prensa (alabados esos tiempos en que los paparazzi no habían sido lanzados al mundo). Una historia que podía sonar atronadoramente morbosa y que sin embargo dejaba ese aliento de que más allá del sexo, aquel hombre les había hecho creer a esas 3 mujeres que lo suyo era amor y en efecto hasta habían logrado convivir felices por algún tiempo.

Pensé que yo y mi arraigado sentido de culpa, un don fatalista heredado por
cientos de años de educación católica-do-mes-ti-ca-in-dios; había vivido mis
últimos 5 años de vida totalmente destruida por la depresión de saberme mala por
practicar no una, sino varias veces ese intento de practicar amor/sexo/compañía,
con personas que a lo mejor parecían adecuadas en ese momento, pero no lo fueron
más.


Pensaba que había sido inútil tanto sufrimiento, que pude haber terminado esquizoide flagelándome día a día de mi supuesta “debilidad” por querer darle un poco de placer al cuerpo. Pensé si acaso, no habían cientos de historias millones de veces más escabrosas que la mía- una chica que un día lo hizo después de los 20 y puso en práctica esa cosa deliciosa llamada hacer el amor con tipos que en su momento dicen que la quisieron.

Historias extrañas, conteniendo otras cientos de historias secundarias, viviendo en cada armario, de cada casa, de cada ciudad que pasara. Porque en realidad todos ocultan sus vidas privadas, dejando una suerte de Narnia habitada por los monstruos del pasado y por sus propios alter egos jugando a ser héroes y heroínas inventadas.

Me di cuenta que yo apenas había puesto mi grano de arena en ese mundo fantástico, que yo apenas había experimentado lo mínimo comprensible.

Que yo, del sufrimiento por amor, apenas si conocía sus orillas mas desiertas.

Yo quería vivir esas historias, conocer mucha gente, experimentar lo que viniera. En realidad quería muchas cosas antes de volver al mismo punto inicial, ese que te dice que el amor no está allá afuera sino dentro de uno mismo y que la felicidad es la de aprender a amarse uno mismo para poder dar amor al resto.Yo quería hacer ese viaje, no quedarme en la culpa, en la sensación de pecado, en lo de la tapada limeña con secretitos de alcoba para que la crean inmaculada.

Yo quería mas y si de pronto a mitad de camino hallaba y me hallaban eso sería
genial, pero no iba a ser el objetivo último del viaje para conocer gente, pues
dadas mis circunstancias y conociendo mi causa de infelicidad, el objetivo
último de mi viaje a otros mundos (personas) sería única y exclusivamente hallarme a mí
misma.



…Mierda, pienso en lo que acabo de decir y suena casi tan patético e irreal como los libros de Coelho, pero desafortunadamente para mí, sin las regalías correspondientes.

jueves, enero 08, 2009

Enero en Lima






Lima se pudre de tanto calor como una fruta descompuesta y yo aquí resistiendo el calor, ese sol que me oprime como un pulgar gigante contra el piso, que me mantiene entre malhumorada y atontada. Añorando unas vacaciones que no vendrán.


Lima se pudre.




La gente va caminando por el hospital con ese marasmo de medio verano, con los ojos casi cerrados, buscando la menor sombrita para guarecerse del sol inclemente. Caminando de costado, pegándose a los edificios mas altos, cubriéndose la cara con periódicos colorines que solo muestran la cara de Magaly en las portadas como la estrella sempiterna de nuestra sociedad huachafa.




Los días pasan lentos, ahora slago ams temprano, pero esas 8 horas diarias en el hospital camino de aquí para allá deshidratándome, tropezándome con todos, transpirando el medio frasco de colonia que me pongo a diario para no sentir que hiedo, como todos por aquí, como la ciudad misma.




Nunca he resistido mucho el calor, sea la ciudad que fuera; pero al menos en otras ciudades o estaba de vacaciones o el mar estaba cerca. Aquí, ir al mar me resulta una quimera de lucha contra el tráfico y la idea aplazada de poder bañarme en aguas que no estén contaminadas por miles de deshechos biológicos.




El calor me atonta, me jode, me oprime. Las noches son un martirio de sábanas quemantes y pensamientos insulsos, las mañanas largas y sin sombras a la vista; las tardes con el aire caliente que inunda la casa, solo pienso en buscar a mis amigos, en salir un rato, pero que bah, todo el mundo sigue trabajando, mi hermana nunca me contesta, mis amigos mas cercanos ocupando el poco tiempo de webeo diario en cursos varios...




Parece que fuera la única persona en esta ciudad que sale a las 2 de la tarde y muere por irse al mar, a hablar de cualquier cosa, a contemplar el agua azul a lo lejos, a olvidarse que es un NN en esta ciudad de nadie.




* Imagen de El Blog de Javier Naya.

miércoles, enero 07, 2009

Estaba viendo el tiempo pasar...A veces cuando se tiene demasiado tiempo para una sola, de pronto la costumbre de vivir acelerada hace que termines todo temprano y bum! luego no hay nada mas que hacer...Me refiero a las cartas, he enviado todas mis pequeñas cartas por año nuevo y ya he hablado con toda la gente con la que realmente no quería hablar, en otras palabras he hecho ya las pases con mi conciencia y he hecho como siempre "casi todo lo que es posible hacer"

Coloco ese casi, porque realmente no se hace todo, está el límite de la cordura en las cosas que hacemos, el límite de la lógica y de la probabilidad, algo que contradictoriamente evita muchas acciones heroícas, casi irracionales, que nos pueden llevar a catástrofes monumentales.

Se nota que estoy aburrida...si lo estoy, he tenido demasiadas horas hoy y sin embargo debo quedarme atrapada en esta ciudad aburrida...Debería estar en la playa, insolándome, debería estar compartiendo algun cafecito con alguien medianamente interesante o salir de copas a mitad de semana, que total, soy joven y el cuerpo siempre responde...Pero no, como son las 10 y no hay nada en la tv y a mi me da calor ponerme ropa y salir a buscar algo o alguien, prefiero jugar a la niña buena y acostarme temprano.


A veces no se si es peor carecer de tiempo para todo o tener demasiado tiempo y no tener familia con quien aprovecharlo.

viernes, enero 02, 2009

Balances

Estaba pensando en mi balance de año, hoy justo cuando tenía el resto del día para pensar en miles de cosas.
Pensé que el año pasado había ido a una reunión donde no conocía nadie, solo para no tener que pasarla sola. Que terminé en mi cama y acostándome en la madrugada con la persona a la que siempre me negué a querer realmente, porque temía que me doliera mucho enamorarme de alguien que no tenía nada para darme. Una persona que tenía su mundo ya formado de trabajo, hijas y obligaciones y en donde yo aparecía apenas como un artefacto, un satélite que llenaba sus horas libres. Cómo intentar quererlo? Cómo no pensar que era solo sexo lo que nos unía?

El resto del año fue una buena mierda, comencé a vivir con él en plan roomates. No sé como sobreviví a esa situación de no saber que éramos. Era su inquilina? Era su ex? Era su mujer? Lo quería yo? Él me quería a mi? Acaso no éramos solo dos personas queriendo cubrir su soledad con pequeños gestos de cortesía, aumentando en ese intento la sensación de orfandad que ya nos quejaba antes de conocernos?

Seguí en ese chiste hasta que él se fue y no viceversa. Por qué no me fui yo? Tanto miedo me daba estar sola? Tanto miedo el recuerdo de la soledad, la depresión las pastillas? Mi necesidad de afecto? El trabajo me absorbía casi 20 horas al día, hasta los domingos en el hospital y luego sin nadie con que compartir el único día medio libre que tenía, porque bueno la prioridad eran sus hijas no yo…así que nada, yo a encerrarme y a rumiar mil odios en mi cama. Sin atreverme a conocer a nadie, porque volver a intentarlo sería una nueva caída un nuevo dolor, una nueva pérdida.

Cuando él finalmente se fue, yo me quedé sola, ahora tenía más tiempo para mí, el trabajo ya era más laxo de horarios, pero no tenia con quien compartir mis horas libres. Para cuando conocí al gurú yo no quería nada, sentía mi alma convaleciente. Me sentía física y mentalmente agotada, tal vez por esa carencia en querer realmente algo con alguien, mi término de “serenidad”. Es cierto estaba serena, porque no andaba en la búsqueda usual de alguien que tapara mi soledad…sabía que eso podía ser peor.

Pero bueno, que carajo de energías hay en el universo que el gurú y yo coincidimos en un mismo momento y todo pareció más simple, más fácil, más normal en mi vida. Parecía ser ese tipo de persona que todos queremos al lado, sin muchas complicaciones, dispuesto a ver el día pasar. El chaperón perfecto. El día que me besó sentí que había metido la pata hasta el fondo. Yo que acostumbro pensar que el sexo siempre lo termina arruinando todo, supe en ese beso, que eso no terminaría ahí y que mi reciente gurú acababa de pasar al lado oscuro de la fuerza: La intimidad conmigo.

Fue una etapa buena, era imposible no sonreír cuando estábamos juntos. Qué había en el aire en ese momento hachís? Mucha gente por ese tiempo me comenzó a decir que se me veía muy bien. Claro, era obvio que todo lo asumía de una manera simple, la vida con el gurú era un paseo en el campo. Yo tampoco hacía mucho lío, para qué? No sabía en que terminaría todo eso ¿para qué echarlo a perder?

Pero claro cuando él comenzó a decir cosas como que yo lo buscaba para semental, la serenidad se fue en un soplo. No entendía como podía resumir lo que vivíamos solo en una relación de macho hembra. Claro, la duda comenzó a carcomer el seso y haciendo sumas y restas, terminé por darme cuenta que a lo mejor era verdad. Que a lo mejor lo único que él quería darme era eso: Sexo. Es malo querer algo más? Quería yo algo más? No lo sé. Ciertamente quería que me consideraran más que alguien que se conforma con un lecho y pan todo el día.

De hecho quería hacer más cosas que pasarla solos en casa. Yo que soy de esas personas que le gusta caminar y conocer sitios nuevos, acababa de perder a mi compañero de caminata, a mi “chaperón” en aras del sexo. Obviamente volvería a sentirme un artefacto sexual en quien no se invierte mucho porque siempre va a estar ahí. El día que quise proponer algo diferente a lo usual, me enviaron por la tangente y terminé pasando navidad en una confusión de sentimientos dolorosos ¿Era yo un plan B tan fácilmente desechable?

Para cuando terminamos toda la claridad de nuestros días más serenos se nubló ante la evidencia de que literalmente le llegaba lo que pasara con nosotros. Que el único concepto que se había forjado de mí era el de una mañuca que escribía calata. O sea a la mierda con todo. Mi gurú no me había conocido nadita. De nada sirvió intentar mostrarme, el lente estaba empañado.

¿Dónde habían quedado el par de patas que salieron un día a caminar en medio de un domingo soleado?
Volví a mi hipótesis inicial que el sexo siempre lo arruina todo. ¿Fue error en el mensajero o en la recepción del mensaje?


Terminé el año en otra reunión en donde si conocía a todos, un plan B sacado de un sombrero mágico al empezar diciembre. Es tonto que hasta casi una hora antes de terminar el 2008 seguía pensando en que el gurú y yo la pasaríamos juntos. Es el poder de la negación pues, un poder más fuerte que cualquier cosa.

Llegué con más ansiedad que ganas de divertirme, con más miedo que alegría, vestida de luto, no porque quisiera sino porque el negro adelgaza y resultó que medio mundo me abrazó extrañados de que asistiera por fin a esas reuniones de gente feliz.

El primer día del año me pareció el más largo del mundo, para la tarde ya recuperadas las horas de sueño, pensé en el gurú y en esas charlas de café que teníamos al inicio, lo añoré sin proponérmelo. Añoré esa serenidad que sentía con él cuando solo hablábamos sentados, sin ni siquiera tocarnos. Era irónico que mi único plan B con él haya sido el sexo y sin embargo haya sido precisamente eso lo único que él pensaba que me interesaba. Que sosa debo haber parecido, que conformista.

Bueno, se supone que el balance del año se hace para no cometer los mismos errores al próximo, pero… ¿Realmente se puede dejar de meter la pata? ¿Dejar de ilusionarse, de creer, de esperar cosas? ¿De hacer estratagemas para que la vida se nos ablande? Ya sé que es inútil protegerse, intentar ponerse una coraza, eso solo hace dilatar el tiempo antes del golpe ¿No sería mejor arrojarse a querer como se nos da la gana, sin hacerse tantas preguntas, sin pensar en planes A, B y Z para todo? Simplemente seguir intentándolo todo?

Bueno, eso no me funcionó el 2008, este año habrá que comenzar a hacer lo contrario de lo que me nace hacer. Empezando por el sexo y demás actos accesorios para demostrar cariño.

sábado, diciembre 27, 2008

Sadith

No era que ella tuviera la razón, pero a veces daba asombrosamente en el clavo, tal vez por ello su apodo de Sadith La martillo le venía tan bien. La conocimos cuando yo estaba aún en la universidad y los cuentos de amores imposibles aun rondaban por mi mente a pesar del guardapolvo blanco en que me habían embutido tratando de hacerme parecer adulta.

Su figura obesa no admitía cavilaciones, ella no era una mujer atractiva y sin embargo, si, atrayente. Hablaba con soltura de muchos temas a cuyas explicaciones salpicaba de copiosas groserías, que no llegaban a chocar, sino a incluso parecer graciosas. Había sido basketbolista a pesar de su talla media y dicen que provenía de una distinguida casta de médicos, con los que era mejor no toparse de jurados en los exámenes. Al margen de ello, Sadith, comos e llamaba mi gorda amiga, no tenía otros dones a la vista que no fueran dar siempre en el clavo.

Me había dicho por ejemplo, que al conocer a un hombre jamás debía darle muchas señas de mi persona, o que si me gustaba mucho era mejor no pasarme todo el día durmiendo porque eso cocinaría en mí esas ideas eróticas que no afloraban cuando permanecía en el día con los ojos bien abiertos. En otras palabras- recalcaba-si conoces a un hombre y te la pasas durmiendo es mas probable que a la tercera cita el tipo te tire.

De esa forma me había alejado del profesor que dictaba cómputo y de algún deportista más que se me había acercado con intenciones nada decorosas, según apuntaba, haciendo un gesto de comillas con sus dedos regordetes.

La conocí y me hice amiga de ella por casualidad, más que porque tuviera la intención de hacerlo. Yo venía de una larga tradición de escuela pituca, en donde se te decía siempre con qué personas era adecuado juntarse. Al verla gorda y bohemia hablando mas con chicos que con mujeres, no me pareció que Sadith fuera la amiga adecuada para empezar mis estudios universitarios y sin embargo, se convirtió en compañera inmediatamente. Con ella pasaría noches enteras estudiando surcos cerebrales, canales celulares ahora innombrables, o escotaduras de huesos que nadie sabía que existían.

La gorda era inteligente, no cabía duda. Si no sacaba mejores notas que yo, fue siempre porque mas le gustaba que la llamaran una Gorda De Puta Madre, que una gorda chancona. Así pues, la chancona de nuestro pequeño grupo de tres, era yo.

El tercer integrante era Javier Sosa, un moreno con ojeras moradas tan oscuras como las de un elefante al que le gustaba siempre buscar la sin razón de las cosas científicas. Por qué esto? Por qué el otro? A veces con él, daba ganas de tirar la toalla y seguir otra carrera, pues en definitiva con la nuestra no llegaríamos a nada. Y para mí la nada en ese entonces, era seguir una carrera que no resolviera todas las preguntas que tenía acerca de la vida.

Sadith por el contrario, no se preocupaba por el porqué, ella sabía inmediatamente que pasaría. Ese buen olfato para las cosas funestas le acarrearía gloria mas adelante, al convertirse en la psiquiatra forense mas reconocida del país. Pero en ese tiempo, ninguno de nosotros sabía aun que le deparaba el destino. Yo vivía enamorada de cuanto hombre mayor supiera decir las palabras correctas o me mostrara un retazo de conocimiento que yo no pudiera entender del todo. Javier vivía enamorado de mí y Sadith…bueno, Sadith vivía un poco enamorada de sí misma.
La noche que le confesé entre copas que ya no era virgen, que a pesar de todos sus consejos había terminado tirando en el piso con el profesor de cómputo en un caos completo de monitores y cables enredados, no hizo ni un gesto y sigo bebiendo. Al terminar la segunda copa de ese vino barato que tomábamos por entonces, debajo de esas pecas que adquirían el color castaño de su pelo, me dijo con esa sabiduría que ya se le distinguía desde sus escasos 22 años:

- Ya se te notaba que lo buenita no te iba a durar para siempre, soberana huevona.
Luego cerró los ojos achinados por el exceso de alcohol y cigarrillos mentolados y agregó sin piedad:

- Mejor no te acostumbres a tener sexo como lo tienen las putas, que eso termina gustando- me dijo apurando el vaso en su garganta regordeta.

Yo apenas si la escuché pues la carcajada de confesarle a alguien que ya no era virgen me había hecho terminar en la alfombra de su casa retorciéndome como una loca que no sabe como llorar ante las cosas inevitables.

jueves, diciembre 25, 2008

Esta tarde me quedé dormida sobre la arena, el olor a bloqueador de coco inundaba el ambiente, cuando me eché a soñar que era niña de nuevo. Son 29 navidades pasándolas en familia con las sobras del pavo para almorzar, con el mar de fondo y la familia hablando de cosas cotidianas a lo lejos.

En 29 de estas navidades siempre he podido darme el lujo de apartarme un momento de todos, para soñar con aquellas personas que ya no están cerca de mí, los amigos que se fueron, los hombres que ya no están, el resto de la familia que celebra a millas de mí. Practicar ese tonto lujo de dedicarles un poco de mi pensamiento en los momentos en que soy más feliz, pues deseo que ellos también lo sean.

Ojala pudiera siempre hacerlo, darme ese tiempo para pensar aunque sea un poquito en todas las personas que han hecho que mi vida sea un retacito más cómodo al paso del tiempo. Ojalá todas las personas que quiero estuvieran reunidas en un solo lugar, pero es imposible, no me queda sino desearles lo mejor del mundo en una fecha que para mi tiene todo de especial: Vuelvo a ser niña, vuelvo a abrigarme del cariño de la gente que me ha visto crecer. Vuelvo a creer que es Navidad e incluso los deseos imposibles pueden realizarse.

No sé si sean suficientes estas palabras, para decir a toda la gente que estimo y me estima que les deseo lo mejor de la vida y lo mejor de sí mismos.

Perdonen el que sea este medio el elegido para decir lo que siento por ustedes, son gajes de la globalización.

Feliz Navidad.

24 horas de mundo real

La pregunta para el ensayo en francés se refería a ¿Qué acontecimiento había cambiado mi vida. En la practica oral había ensayado la típica ...