viernes, junio 24, 2011

Tercera semana

Aquí le va a gustar Doctora- me dice alguien. Yo me quedo observando la ciudad como un hoyo desde lo alto de aquel cerro florido y pienso que la verdad es que no me gusta ninguna parte.

Después de mucho dar vueltas termino sintiendo que mi lugar no está aqui ni en ningun otro en donde me siga sintiendo así, con la vida hecha un nudo en la boca del estómago.

Son tan pocas veces las que he sentido mi vida en armonia que naturalmente ligo esos momentos a personas determinadas, que por cuestinones de tiempo y dinero no pueden estar a mi lado.

Aspiro hondo el aire puro de la serranía y disfruto el privilegio de la soledad. No quisiera volver a escuchar conversaciones vacías, no qusiera volver a ninguna parte. Por primera vez en mucho tiempo acepto que las cosas no están saliendo como lo planeaba. Si es que acaso había un plan real de por medio.

Sigo caminando, porque espero que de tanto caminar me sienta mejor. Ya no extraño el mar como antes, aunque lo siento lejos, lejisimos y casi inalcanzable. Ahora aprecio mas los cielos azules, los campos de verdes tonalidades, el aire fresco, la comida sana.



Es mentira. Extraño todo. Todo lo que hasta hace poco me ha hecho sentir un poco mejor, aunque reconozco que nada me hace sentir al 100% en armonia, como sentirme enamorada. El amor ahora es tan lejano e imposible como llegar al mar. Es algo en lo que prefiero no pensar para no sentirme perdida. No hay soluciones individuales, en el amor dependes de otros. Es algo triste eso.

No solo esclaviza el dinero sino tambien la necesidad de afecto. Esclaviza aun mas, te vuelve por momentos miserable.

Pero no le pongamos tanto color, ni siquiera paso a la trsisteza podria dar, aqui parada en ningun sitio, me doy cuenta lo fuera de lugar que me voy a sentir siempre. La falta de armonai en todas las cosas que inicie, la sensación de caos inminente, por momentos la desesperación, por otros la apatía.

Me pregunto cuando terminara, mientras dudo en que fecha exacta habrá empezado este sentimiento.

A medida que desciendo la ciudad me atrapa con sus sonidos serenos, con los olores de fruta fresca, con los colores en los vestidos de las mujeres. Todo el mundo sufre mas que yo, pero lo hace en silencio. Yo ya no sufro, pero suelo gritar, quejarme, escribir como estoy. A veces es la única manera que hallo para poder escapar de mi misma.

domingo, marzo 27, 2011

Antes de partir

Estoy tan cansada de buscar en otros lo que ya tengo contigo, que me jode que el amor te parezca más importante que la amistad
¿qué importa si no puedes enamorarte de mí, seguirás buscando el amor cómo yo lo he buscado?

Es una torpeza buscar el amor, si es perfecto mientras dure lo que dure una película, son 120 minutos de azucaramiento inútil, de promesas, de frases entrecortadas y miradas furtivas...El amor no te sirve para seguir adelante, lo complica todo, encenguece toda lógica y entendimiento. El amor es una locura inútil, una droga que una vez probada te hará creer que cada vez que lo toques aquella fantasía perfecta durará por siempre.

Pensé que con un mes para mí sola llegaría a mejores conclusiones, pero es lo único lúcido que puedo decir: Ya basta de buscar amor en las personas, hay gente real como yo aquí cerca queriendo compartir la taza de café, el cine, la canción que nadie conoce, a la que le joden esos requisitos aparentemente necesarios como el "click" para intentar que las cosas funcionen.


Estoy tan cansada de probar muestras, que desearia comprar el frasco completo aunque sepa que el aroma tampoco durará para siempre.

jueves, marzo 24, 2011

El personaje


Tenía alrededor de 18 años cuando lo conocí, yo jamás había besado a nadie y gustaba de tan pocas personas que ya se había vuelto un hábito inventarme amores irreales con personas de fantasía, que jamás conocería. Él era menudo, aunque yo tampoco era muy grande, pero recuerdo que en alguna caminata mire su hombro y su cara a contraluz y me pareció un ser extraño de 2 dimensiones que habitaba en una hoja de papel amarillo.

No supe como me enamoré de él o si lo hice, mi mejor amiga me trenzaba el pelo mientras le contaba del hombrecito de traje raro que me había empezado a gustar en clases. Ella me trenzaba el pelo y yo sintiendo sus manos regordetas en mi nuca enmarañada de ideas, me sentía a salvo y hablaba libre de las cosas que bullían en mi pecho cuando él me hablaba desde su humanidad de papel y símbolos raros.

Claudio Morgan ,¡Por Dios nadie se llama así!- me había dicho ella, es como tener a un Gino Leone de novio, ese chico tiene el nombre ridículo de los personajes de un libro de inglés ¿Acaso te invitará también a tomar el té? Yo sonreía entonces bajo los lentes enormes que hacían ver mi cara como la de un abejorro y dejaba de hablarle, para seguir soñando con el momento en que volvería a verlo o si él me vería a mi.

De hecho ese nombre parecía condenarlo de forma inevitable a habitar entre historietas y revistas sin volverlo real, ese pensamiento me apaciguaba. Yo bordeaba los 18 años y me asustaba decidir a quién daría mi primer beso real, prefería seguir viviendo así, dudando entre la realidad y el desvarío de mi último amor adolescente.

Han pasado una centena de años de aquello. Sus dos dimensiones de personaje sin autor, aun se mueven en mi mente bajo la luz amarilla de la calle lluviosa y el invierno cayendo sobre nosotros. Fueron pocas semanas en que imaginé las mil historias que crea la gente que vive esperando. El beso jamás llegó, esperando un correo suyo conocí al que sería mi primer novio. La vida se enredó entonces de tantas formas, que me parece extraño haber llegado a los treinta y seguir esperando un personaje irreal que me devuelva la fantasía de creer en lo inexistente.

miércoles, marzo 23, 2011

Los días se pasan en la candidez de la recopilación de recuerdos, de hacer útiles las imágenes que creíamos perdidas, de los sonidos que llegan con el eco de cierta melancolía. Los olores. Sí, vaya que la ciudad la conozco por un mapa de olores diversos y si no olieras a nada también te recordaría. Como una imagen evanescente que me acaricia la piel cuando empiezo a dudar de si realmente sucedió o sucede la vida, como la conocemos. La vida real me refiero, esa en que una pone firme la voz y sigue adelante fingiendo que no importa lo que pase en el camino, hay que seguir caminando.

Los días se pasan así recordando, seleccionando que recuerdos buenos tener o si debería seguir recordando. Porque los buenos momentos no deberían llevar rostros, ni nombres, ni direcciones. La sensación que permanece en el recuerdo es lo importante; pero que egoísta de mi parte pueden decir...¿Y qué felicidad no es egoísta? Te recuerdo como deseo recordarte, así bajo mi percepción errada. Las verdades, ni los hechos exactos. La exactitud del tiempo me causa la ansiedad del pasado y el futuro, sin permitirme dejarme seducir por el presente.

Es tarde, ensayaba cosas que decir, porque puede que de tanto no usar mi lengua termine también por desaparecer, desaparecerá entonces no solo el blanco sino también la flecha.

miércoles, marzo 16, 2011

Al despertar

De las vacaciones, me quedó la mala costumbre de no tener que bañarme al empezar el día y de usar algo de la ropa del pijama para salir a la calle. de no arreglarme, de no peinarme, de no maquillarme. En suma de no intentar parecer bonita para nadie.
Y de dormir mucho. demasiado.
Duermo casi 16 horas al día, despierto y preferiría seguir durmiendo, tanto que me he planteado entre sueños todas las hipótesis de enfermedad crónica que puedan estar afectando mi estado de vigilia, desde la anemia severa, hasta la depresión mayor, pasando por el enamoramiento.

Pero un minuto! Esa parece ser la razón menos probable.

De las vacaciones me ha quedado el gusto por no hacer nada. Por darme cuenta que no es el trabajo algo natural, sino un castigo. Que es un yugo el obtner dinero, para amasar más dinero, para pagar cuentas y alcanzar metas que tampoco nos vuelven felices.

recapacito con la almohada en la cabeza, sobre las cosas que me hacía feliz, no sé por donde empezar. Todo era tan simple. Sin embargo dos semans viviendo en la simpleza, de comer, dormir, ir a la playa no han sido suficientes. Parece que necesitara de algo que me sacudiera, de un objeto que de sentido a la existencia.
Volví a Lima ayer, la vorágine de la ciudad caótica y sólos entí más sueño, pocas ganas de visitar a nadie, poco ánimo de conocer a nadie.

Suena a desánimo lo que digo, pero es mediodía y acabo de despertar. He vuelto a leer el mismo libro que leo cada año, ese que parece folletín, que no califica para novela corta. Ese, ese.
Me doy cuenta que me hace feliz leer, me hece muy feliz el cine y me hace muy feliz hablar.
A comer, le he perdido el gusto real, porque mi hambre se ha vuelto una necesidad más que un placer.
Como para estar despierta, porque me despiertan para comer, para ir a almorzar, para cenar algo.
Los intermedios duermo. Me lo merezco dicen, digo.
Tal vez es cierto,
todos nos merecemos dormir y soñar un poco,
cuando el mundo real nos ataca a diario, cuando tienes que enfrentarte a cosas que no quisieras.

Sí, sería buena idea la del cómic de Laura Martillo enfrentándose a diario a la muerte y perdiendo la batalla muchas veces, esa es mi vida. La que me deprime, la que me hace recapacitar que es un milagro estar sobre mis dos piernas, poder pensar y comer e incluso dormir sin tener un monitor al lado, sin ser un paciente, una víctima de la enfermedad y por lo tanto de la muerte. ¿No sería una buena historieta? ¿Acaso cada drama no tiene algo de cómico?

Ni siquiera han terminado als vacaciones y debo armar maletas para un viaje anticipadamente planeado. Sin embargo la casa se cae a pedazos y la ropa está como mi vida tirada por todas partes y yo sin ánimo de arreglar nada.
Si tuviera el valor de vivir sin dinero, lo haría. Si tuviera el valor de no volver a trabajar, decicidiría. Sin embargo, y siempre hay un sin embargo, no puedo. Porque la vida real, me obliga a caminar derecho y a hacer las cosas que debo, con horarios, de salidas y llegadas. Con un reloj de pulsera y con un celular al que no llegan las llamadas que deseo.

La vida real es tan patética, que debe ser esa la causa por la que deseo seguir durmiendo y soñando, aunque a veces los sueños se tornen para mí en una pasmosa realidad de pesadilla.

Estoy en un punto tan esperado desde hace 30 años, en ese punto en que debes decidir tenerlo todo- así no lo quieras- o no tener absolutamente nada, vivir miserablemente al no hacer nada, feliz en la soledad del ermitaño que no desea ver a nadie, del que se refugia tras una pantalla de computador, para armar historias que no publica. Esa soledad del vencido. Del que nada busca, del tímido, del diferente.
Hace 30 años estoy esperando el momento de decir ya basta.
Pero no lo haré,
sé que de todos los sueños se despierta
y mi vida como la de muchos otros, volverá a su curso
antes de decidir ser cambiada.

lunes, marzo 14, 2011

Lunes roto

Me han pasado cosas buenas y cosas malas. Cuando pensé que eran demasiado malas, sucedieron otras que me hicieron ver que el corazón puede sufrir más, siempre un poquito más sin morirse en el trance.
Pasaré a relatar cómo me siento, ya que los hechos después de todo no son tan significativos. ¿qué hecho real lo es?  Las cosas que nos pasan son sólo la excusa necesaria para seguir viviendo o en mi caso contando cosas. Trato de mantener la tranquilidad ¿qué duele más el corazón o el orgullo? suelo preguntarme. Cuando mi respuesta es lo segundo, me doy cuenta cuan mal estuvo sufrir, si después de todo se sufre por el ego herido, por la humillación, ese desdén de cuando te demuestran que ya no te quieren.

¿Quieres tu?  ¿Has querido?

Podría responder esa pregunta diciendo que sí y que muchas veces, escribiría un poema con eso y si tuviera tinta de todos los colores, mi escrito sería una primavera de dulces esperanzas; sin embargo debo admitirlo, hace tiempo que ya no quiero y si alguna vez he querido me parece un espejismo, mezclado de muchas cosas y sensaciones extrañas.
Miedo,
Eso es lo que he sentido y lo he disfrazado con mucha dureza, así que no he querido iniciar relaciones por ese motivo y he asumido para mí la bandera del amor libre como si eso pudiera borrarlo todo. Los amigos con derechos, lo de casi-novios, lo de Relaciones-complicadas.

Suena peor de lo que es, lo cierto es que  he temido iniciar una relación seria desde hace varios años y la última no sé si lo fue o ¿qué fue?
Me siento mareada,
a lo mejor debí salir a tomar un poco de aire, en lugar de empezar a escribir, pero la noticia me tomó tan desarmada  y de golpe, que pensé que si lo escribía, que si trataba de ordenar mis ideas, igual como cuando resuelves un problema de matemática, todo perdería su drama y entonces podría solucionar las cosas, como las soluciono siempre: Siguiendo el camino de lo lógico, sin contar las tragedias que tiñen de gris mi día.

Dios!
si no existiera este blog sería la mujer más histérica del mundo, contando sus cosas a todos sus amigos, abrazándome a mi madre cada vez que sucede algo malo, buscando un hombro cada vez que quiera llorar.

Yo escribo y el sentimiento es aplastado a su mínimo expresión por un millón de ideas lógicas, que le exprimen el corazón y me hacen salir a flote de nuevo, viva.
Si alguien me lee en este momento, debo pedirle disculpas, por haber entrado a este blog que por momentos es como un hoyo negro sin comienzo ni fin, donde anoto las cosas que me hacen daño y a veces las que me hacen feliz.

Voy afuera, debo seguir respirando.
E ste año me prometí decir No a todo lo que pudiera hacerme daño
y la lista de va volviendo tan extensa, que es probable que me quede sola.

martes, marzo 08, 2011

Hay una noche que no admite dudas allá afuera,
cubierta de estrellas, tantas que parece que fueran a caer sobre uno,
como azúcar en polvo,
como una suerte de hechizo que puede volver la realidad más patética,
en una tierna y dulce galleta.
Es fácil contemplar el cielo desde donde hoy me detengo
mi casa la siento tan cerca como lejos,
el mar golpea el territorio salado de lo inhóspito e inconcluso,
quisiera ver de una vez caer una estrella
ante mí, como el regalo de un ángel que llora,
que parta la tierra y me haga sentir con su estruendo,
que la vida encierra más sorpresas de las que creemos,
que en un mundo en donde la gente es llevada por los números,
las cifras y las probabilidades,
haya alguien, un ser humano que se atreva a sorprenderme
y a hacer aquello que no espero,
que no creo que suceda,
cambiar el rumbo, mi mundo, su mundo.
Hay tantas estrellas en el cielo,
millones de estrellas que cantan la canción eterna
que hace mover a las corrinetes submarinas,
a las personas, a sus impulsos, el ritmo de las cosechas
y el fluir de las aguas,
yo quiero que me regalen esa estrella
la más pequeña,
la que parece una ilusión entre las cientos que brillan
ufanas en el cielo azul que me cubre,
que me regalen esa estrella,
yo ya sabré de que color pinto mideseo con ella.

jueves, marzo 03, 2011

Asuntos Pendientes

Son las 9 de la noche, no tengo con quien hablar...con quien desee hablar. Afuera la ciudad es bulliciosa llena de luz y color, aquí en casa una lámpara tenue trata de evitarme el calor de mil focos prendidos mientras la ventana trae la brisa del mar cercano.

He esperado el tiempo suficiente para volver a escribir, este tiempo no llega, siempre hay demasiados compromisos, demasiado ruido, demasiada gente,

sin embargo

prefiero eso a tener que escribir y sentarme frente a mi misma a pensar en cada uno de los asuntos pendientes,

peor si es frente a un blog y darme cuenta de que por más que desee crear esa esperada historia, no tenga suficiente fantasía como para terminarla.

Supongo que hoy debo estar un poco deprimida, pero no daré detalles de mi repentina caída de ánimo,

debe ser que ayer llovió un poco, que son días estrogénicos, que Febrero es un mes de esperas y de sueños aplazados,
de que en fin no deseo escucharme,
(vocesita en mi cabeza que me indicas que camino es el correcto aléjate de mi oído pues te pones muy aburrida- parece ser mi única súplica antes de acostarme)

Rafa...estaba dándole vueltas a cuando volver a escribirte...me pregunto si es mejor hacerlo como si no estuvieras aquí e ir soltando mis pensamientos sin señalarte como receptor, casi como la nudista aburrida de su trabajo, que va botando sus prendas a la platea sin demasiado ánimo de un solo aplauso.

Plaf! Las luces se apagan...que tranquilidad el estar sola a veces.
Febrero es un mes cálido, como decía, sin embargo yo la paso sintiendo frío,

allí en ese congelador de aire acondicionado en donde trabajo, me entumezco de solo pensar que pasará en MaRZO O aBRIL o cuando escasee el dinero
¡Oh dinero maldito, matas todos mis sueños antes de volverlos realidad!

Serían unos días felices si supiera que Marzo puedo irme a pasar unos días en la playa, con gente que no me conozca, que no me pregunte, que no me juzgue......

soy mala para vivir en grupos,

para creer en la autoridad,

para obedecer normas,

si tuviera un psicoanalista lo deduciría en la primera entrevista,

pero no gastaría dinero en eso.......
......ni en ropa, ni en zapatos, ni en perfumes....

así de mala está mi vida por ahora,
sin frivolidades el mundo parece tan real que dan ganas de suicidarse.

He iniciado una campaña en facebook para ayudar a un paciente que no tiene un cobre,

en realidad no era una campaña, solo quería hacerles saber a todos mis amigos que me suena a basura todo lo que dicen sobre el amor al prójimo si jamás ayudan a nadie.

Y así de pronto la gente quiso ayudar sin darse cuenta que los insultaba,

así que hoy tuve que ser coherente y apoyar yo tambien,

olvidándome de las compras, de los zapatos nuevos,

del afán consumista que se apodera de las mujeres solitarias con signos de depresión a falta de sexo.

Como quien dice me ahorqué con mi propia sotana.....

Que joda...Que hastío...no es el mejor día del mundo, pero es tal vez el único en que ando suficientemente a solas como para entablar este monólogo.
Son las 9 24, a lo mejor debería dejar este ejercicio de pensar tanto,

luego salen verdades,

salen jodas que no soluciono, salen confesiones, mierdas, sale todo.

Es como un pañuelo de mago mi conflicto existencial.


Algo que ya no lo soluciona escribir ni ser leído

Es Febrero y se derriten los helados en las manos de los niños antes de ser lamidos.

sábado, febrero 12, 2011

Sobre el Amor y otros placebos

En la búsqueda del amor, la gente tropieza ¿por qué lo busca?
Puedo asumir que los efectos anestésicos del amor sobre el dolor usual de estar vivos lo puedan convertir en la droga predilecta, pero a la vista de tantos efectos adversos
¿por qué lo seguimos solicitando?

Cualquiera puede recordar la sensación de abandono posterior a una ruptura,
de pronto el día que es cálido, a pleno verano, lleno de radiante sol deja de sentirse como tal,
a medida que uno camina por la calle solo se hunde más y mas en ese clima propio triste y gris,
que azota como viento huracanado todo el medio interno,
en una sensación de frío doloroso que resquebraja cualquier intento de sonrisa.

No hay duda, la sensación del amor perdido es la que mas puede imitar a una enfermedad en estadío terminal. La persona ya ni siquiera se aferra a una esperanza de cura,
es conciente que no hay vuelta atrás y se abandona al dolor sin desespero.
La resignación ha llegado.

Sólo por ese breve recuerdo de la agonía del amor roto, la gente debería huir de él y sin embargo
¡oh paradoja! Nos aferramos tontamente a volver a hallarlo,
no solo hallarlo, asirlo fuerte esta vez para  obtener un poquito de ese clima cálido,
un poquito de sol que nos entibie el corazón y haga brotar sonrisas azucaradas,
apartándonos así, lo más posible, a esa virulenta sensación de vacío que sucede a una ruptura.

Tal vez por eso la búsqueda del amor se hace eterna, como si del Santo Grial se tratase.

El problema es que en esa búsqueda muchas veces se pierde también la fe
y ¡qué cosa más terrible será para él que pretende curar de una enfermedad perder la confianza en su propio antídoto!
La búsqueda del amor, claro, continuará, pero sin esperanzas reales de hallar algo trascendente.
Es aquí donde entra el concepto de "probar".
Vas probando personas como se prueban medicamentos nuevos, placebos sin ningún efecto real sobre esa angustia que lleva en el pecho la persona que está sola.
Imitaciones de amor, fantasías, que como tal, pierden rápidamente su atractivo y son dejadas sin mucho drama de por medio para probar con otras, tal vez de diferente apariencia,  placebos con cubiertas diferentes, pero finalmente sin garantía de éxito.

Placebos sí, drogas que suelen tener efecto benéfico solo en aquellas personas cegadas en la confianza de sus resultados.

¿Pero si el propósito de apartarnos de algo que nos duele era el amor, por qué buscar placebos?
¿Por qué acudir a la fe ciega tratando de convertir las fantasías sobre el amor, en realmente eso: Amor?
¿Por qué continuar la búsqueda?

La respuesta está en esas horas de insomnio y falta de ruido externo en que la persona es orillada a encontrarse consigo misma. Un hecho que de por sí rehuye las 24 horas del día haciendo toda clase de actividades vacías que no darán ningún resultado plausible en el yo interno.

¡Imagina que sensación mas agobiante!
Estar frente a frente en un espejo en donde solo el individuo tiene las respuestas, de ¿hacia dónde va?, o ¿por qué va? o ¿cómo va?
Es mejor refugiarse en otro, ocultarse, compartir esa pena de la soledad eterna para que así
aquellas dos soledades sumen una relación y eso sea algo parecido, casi, casi a lo que buscábamos de inicio.
Tenemos una relación, pero eso no es suficiente, la angustia continua, la inocomodidad con uno mismo, con el otro, con el medio. No hay sol radiante afuera, apenas clima templado con lluvia avisorando.

Bueno, ahí vamos entonces, otra vez la búsqueda del amor ha fallado.

¿Pero no es mejor estar así? Puede alguien argumentar
¿No es mejor si se está compañado para compartir no solo de la felicidad sino tambien del trago amargo del dolor? ¿Qué importa si NO ES la persona, si no se asemeja mas que al 51% de lo que deseábamos sentir?
¿Eso no es ya, suficiente?
Puede que sí, pero esas relaciones ficticias, casuales, ilusorias -tipo placebo- no aseguran que tengan rupturas menos dramáticas o menos dolorosas al terminarse,
porque obviamnte terminarán,
uno de ellos puede que si encuentre el amor, o al menos que lo avisore, fugando así de ese vínculo laxo de relación ficticia, volviendo a dejar al individuo en el punto de inicio tal vez con menos precipitación de lágrimas y vientos huracanados en el yo interno, pero al menos con un frío que a pleno verano lo sume en la más profunda desesperación ante la pregunta usual ¿Por qué a mi?


Como no sentirse apenados ¿Acaso no es el ser humano un animal de costumbres?
¿Cómo no llorar entonces por el lecho que lo cobijó tantas noches aún siendo este el menos cómodo? ¿Cómo no añorar la comida- que aunque insípida- le negaron otros? ¿Cómo estar bien si se vuelve al desamparo de la propia vida?

La búsqueda del amor ¿era real entonces? 
No podrían solucionarse las cosas si se empieza por el amor a uno mismo...pero...
¡vamos! ¿con qué se come eso?
Amor a uno mismo, suena a terapias de meditación, comida vegetariana y libros de autoayuda,
ideas que no van con el perfil que deseamos tener,
¿no es más rico escuchar música a alto volumen en lugar del silencio de las noches en vela?
o ¿atragantarnos con comida rápida sabrosa de esa que llena pero no alimenta?
 ¿No es más fácil vivir de prisa que detenerse a a pensar un poco?

Un poco de sexo casual, un poco de sexo sin compromisos, un poco de relaciones abiertas, un poco de vivir sin compromisos?
No es mejor...? Noticias...Es lo mismo, todo eso que hacemos es parte Buscar el amor...

De hecho, parece más fácil buscar que reconocer que se está perdido.


Al finalizar la noche en ese espacio silencioso y oscuro al que todos nos negamos a entrar
siempre estará el espejo de los problemas no solucionados, de las dudas, de las angustias y las inseguridades.
¿Puede solucionar éstos el hallazgo del amor "verdadero"?
Probablemente,
es por esa pequeña,
escaza, ínfima posibilidad de encontrar y ser encontrados,
por la que seguimos buscando.

Buenas Noches.

sábado, enero 15, 2011

A medio Enero

Hoy no es un viernes de café, es sábado y es de mañana en Lima, una mañana clara sin mucho calor, el mar se ve azul desde mi balcón y la música de Maria Rita se abre paso entre el ruido del tráfico golpeando la mamapara de vidrio de mi casa. Que extraña y orgullosa me pone decir mi casa, es mi mayor lujo creo, aunque nadie lo sepa,
aunque si camino por la calle con ropa que no está de muy de moda,
nadie pueda pensar que yo, yo, la pequeña Laura haya comprado su propio lecho de rosas,
desde donde mirar el mar,
en días como éstos en donde me siento a disfrutar de no hacer realmente nada.


Estaba tan feliz con las gafas puestas, tomando café y baños de sol en el pequeño balcón que luce más fresco que cualquier lugar de casa, que por un momento pensé que todo lo que se avecinaba sería muy difícil.
Qué difícil es dejar la comodidad de lo seguro por lo que uno anhela que pase.

Me encantaría invitarte a casa, poner una web cam y hacerte muecas mientras tomo el café con toques de vainilla y jugueteo con la pierna al aire en el ya oxidado balcón.

Me encantaría tenerte siempre cerca, mientras no puedas tocarme- ese es el mensaje.

Hoy decidí volver a escribir, así que dejé los libros con el marcador puesto, el periódico que promociona su nueva suscripción, las revistas de fotografías coloridas con rostros bellos de gente que no conozco, la vajilla sin lavar que me espera en la cocina, la cama terriblemente destendida, la ropa lista para la fiesta de esta noche. Dejé todo y me puse a escribir,
cerré la conexión a internet y abrí todas las puertas.
Así en esta corriente de aire deliciosa, con toques de mar y música agradable te escribo,
aunque la verdad no sé bien de qué.

Saudade- suena- qué oportuno pienso yo.

No soy buena para escribir de actualidad, a decir verdad no sé en que día estamos, solo aproximadamente adivino que son mediados de Enero, que hoy es sábado que quisiera estar en casa de mis padres, que quisiera ir a la playa con ellos y acostar mi cabeza en pequeñas almohaditas confeccionadas para las tardes de Enero en la  playa.
Quisiera dormir en la arena tapada en el pareo celeste, con un sombrero en la cara, mientras el mar me adormece y acaricia con su brisa mi cabeza despeinda,
despertar y ver a mi familia cerca a mí.

Yo no sé, no sé casi nada,

Sólo sé que hoy no había pacientes programados y de no saber que hacer,
de pronto hasta sentí tristeza y quise llamar a mucha gente para que me acompañara a desayunar
a hacer algo, a pasear,
porque tenía pereza de regresar tan linda a casa y tener que cocinar... porque..

Dios! Acaso no es de lo mejor desayunarse unos huevos revueltos con jamón para empezar la mañana?
¿Y un jugo de melón? Y un café?

Pero no quería hacerlo yo,
 era más fácil llamar,
salir a tomar desayuno en algún sitio donde se pudiera hablar largamente mientras me servían cosas a la mesa.

Luego reparé que tengo pocos amigos con quienes podría darme ese lujo- me refiero a tener una conversación entretenida, larga, perfecta en donde las horas se pasan como suaves páginas de un libro muy querido. Atención a la mesa lo puede pagar cualquiera, que sea placentero, no.

Es media mañana, no quiero seguir hablando de mí, es momento de entregarse a placeres más inmediatos e intensos…

Pan ciabatta hojaldre con jamón, aceitunas verdes, queso y tomate. Té de durazno y sandía en trozos
( Ese será mi desayuno de hoy)

Buena mañana!

jueves, enero 06, 2011

Tarde de Promesas

¡El cielo hoy ha sido de color rosa!

Sí, yo lo he visto mientras atardecía y entonces recordaba mi último amanecer en Sao Paulo,
 atravesando la ciudad aun en silencio, los rieles, los puentes, la vegetación que rodea al aeropuerto y la sala de espera.
 Esa sala de espera en donde nadie tiene nacionalidad y sólo se dedica a volver.

¡Que tristes son los aeropuertos cuando no te quieres ir!



Ha llovido al caer la noche, pequeñas gotas al inicio, luego grandes cuerpos hídricos rodando hasta descarrilarse en los parabrisas de los autos.
Yo he salido de mi consulta sin guardapolvo y queriendo esbozar una sonrisa.
Cada vez que recibo dinero quisiera comprarle algo a mi madre, siempre lo pienso, pero nunca lo hago.

No me cubro, voy lentamente al paradero pensando que debo seguir despierta muy despierta para que en esta ciudad sin ley ni orden, no me pase nada.
ara que el regalo a mis padres sea permanecer viva. Eso me ha mantenido hasta ahora libre de mí,
de mis ansias de mandarlo todo a la mierda cuando mis caprichos no son como deseo.

¿Acaso no es un capricho pretender ser feliz? ¿Pretender enamorarse?

Camino y mis cabellos atrapan en sus negros espirales cientos de gotitas blancas,
pequeñas gotas blancas que no se escurren, sino que se quedan allí prendidas como las luces cristalinas de una navidad que se fue antes de tiempo.
Me voy alejando de la consulta, de la palabra doctora al despedirse con un beso o un apretón de manos.

Me voy olvidando que soy alguien para algunos
y me pierdo en la multitud de los centros comerciales,
buscando algún regalo de niña engreída que me quite esta desazón de los últimos días.

Perfumes!
muero por comprar aceites perfumados, velas aromáticas, inciensos.
Muero por volver mi casa un palacio de olores diversos y por jugar a que mi cama es el lecho de hadas y genios en donde dormito cuando la vida real se acaba.
Pero no compro nada,
sigo de largo y mi dedo se entretiene en los pétalos secos de flores irreales,
en el popurrit pintado con acuarela y esencia de canela.
Camino y no sé hacia donde voy.
No me siento triste,
sólo extraña y lejana.

Ya frente a los espejos de alguna tienda pomposa, veo mi imagen triste reflejándose como el de una mujer que no soy yo.
Vestida en jeans y zapatillas con una coleta desgreñada, las ojeras
y el labial que se ha evaporado
de dar besos a la lluvia de verano que ahora cae sin cesar
dejando las calles vacías.

Parezco alguna madre que se ha puesto la ropa de su hija de 15.
Parezco una madre huérfana, buscando en su interior la criatura tierna que le explique
¿para qué seguir rodando por la vida si día tras otro parecen todos ser los mismos?
Abro las manos, los dedos se erizan y estrujan mi vientre vacío, es un hambre enorme el que siento.
Un hambre pre histórico de ser llenado por alguna causa.
 Parada en la acera me siento lejana y sin saber dónde ir. Donde tomar un taxi. Dónde estar bien.

Me siento tan vacía ahora que podría ir flotando a casa.

¡ Ey! señor ¿Sabe que nube tomar para llegar a mi palacete de flores amarillas?

Vamos!...Conteste señor

¿Sabe usted cuánto cuesta poder retomar el camino a casa?

martes, enero 04, 2011

De mañana

El cielo es claro allá afuera, la luz del sol va entibiando las ventanas vacías de los edificios abandonados por toda esa masa que trabaja temprano en la mañana.

Yo me quedo en casa,
 me siento enferma, a menudo me siento enferma y con dolores varios que prefiero no contarle a nadie. ¿Quién entendería, sin dar una piadosa mirada que sólo agradece no ser las víctimas de ese tipo de dolor?
Es mejor así. A ella no le importa nada- suelen decir. Si pues, tal vez no me importa nada.


¿Te duele menos? Me preguntó él ayer.
Bah, ¿Menos qué cuándo?- pienso, si yo siempre llevo un poco de dolor encima.

El día es claro y el año ha comenzado con una repentina pereza y sensación de soledad.
Más gente alrededor y más soledad, eso es lo que ocurre siempre.
No hay ningún momento para pensar en uno misma.
La gente hace bulla, canta, baila y cuando no tienes un poco de alcohol en la sangre todo eso, simplemente cansa.
Entre ellos y yo se abre entonces un abismo, una llanura lunar que no quiero cruzar, un paisaje desértico de esos que te persiguen cuando viajas por la costa.

Yo suelo viajar.

La vida entre viaje y viaje me parece irreal y de alguien diferente, que usa un bonito disfraz que ha cosido con esmero y dedicación para usar a diario.
Cuando yo viajo me siento fuerte,
capaz, viva,
que la vida es una sorpresa y esa sensación me sobrecoge hasta el punto de querer besar la tierra,
ese divino lugar en que es posible edificar los sueños.

Me gusta cuando viajo;

mi cabeza se apoya a la ventanilla dormitando entre los paisajes cambiantes. A veces es el mar, otros la llanura, la selva, las rocas.
Me hubiera gustado recorrer el mundo en viajes y nacer tantas veces como sea posible, porque cada viaje es un nacimiento y cada vuelta a casa una muerte lenta de esa persona esperanzada que llevamos dentro.

El sol entibia allá afuera las aceras, los árboles de pocas hojas, la arena gruesa y la pedrería que rodea el litoral limeño. El sol calienta y yo aquí en casa esperando
¿El qué?
El volver a sentirme yo misma.

Tal vez prefiera viajar sola;
 mientras estoy sola, sé que soy yo,
que no cedo, que la condescendencia con los deseos ajenos no es esa suerte de piedra de molino que me asfixia cuando quiero nadar por la vida en completa libertad.

Me agrada cuando viajo sola, cuando me voy y pienso, que no volveré.
Que hay algún lugar volteando la esquina en donde podré quedarme a dormitar hasta soñar que las cosas sean diferentes.

Me agrada cuando hablamos,
pero cuando dejamos de hacerlo me doy cuenta
que con nadie más hablo como cuando estoy contigo.
Que con nadie más hablo como cuando escribo, sólo por eso lo sigo haciendo.
 El escribir, me refiero.
Sólo por eso lo hago.

Y desearía que hoy, esta mañana mientras estoy en mi cama con el rostro sin arreglar y el cabello sin peinar. Cuando estoy con esta profunda sensación de disconfort que no llega a ser dolor y sin embargo discapacita, te sentaras a mi lado y
me leyeras hasta que volviera a dormir.

He cerrado las ventanas,
es noche en mi habitación ahora y el olor cítrico de algún perfume destapado se filtra por todo el ambiente.

 Me encanta el mundo de los olores,
 flota en el ambiente otra atmosfera desconocida que no percibe nadie más.
Me pierdo en los pliegues de esa textura de olores diferentes y desconecto los teléfonos, el internet, la televisión. Todos me interrumpen tanto!

Quisiera escribirte, pero quisiera más que me leas un libro.

Mis ojos se cierran,
la mesita de noche se ha llenado de medicinas varias que me han destrozado el estómago durante la noche, de agujas, de algodones que por falta de alcohol he empapado en perfume.

A veces me doy lástima,
pero comprendo que este dolor también contribuye a ser la persona que soy. También la edifica de estas nostalgias y este estúpido tesón por seguir viviendo ¿para qué?
No sé, para esto, supongo, para que me oigas.

Estoy cansada,
pero no puedo dormir, he despertado a deglutir pequeños dulces de coco que me hagan pasar el amargor de las medicinas.
He despertado y no he querido salir más.

Esta es mi casa, una habitación en lo alto de un castillo que da al mar.
Desde aquí a veces veo los aviones pasar, entonces me siento en silencio colgando los pies en la cama, repitiéndome que un día yo también partiré, allá lejos donde ningún dolor se sienta,
así me iré perdiendo en un cielo de nubes color rosa, columpiando en un sueño.

Ese sueño de donde nacen todos mis ocultos deseos.

miércoles, diciembre 29, 2010

La Mujer de 30 Habla

Preferiría que habláramos con un café en la mano, pero son las 2 menos veinte de la tarde y me siento tan cansada. La luz se filtra por la persiana que vuelve el día en noche y desde el pequeño salón se oye música de esa que yo oigo, pero siempre me dicen ¿Y eso qué es?

Me pregunto entonces, ¿Tan rápido se fueron los 80´s, los 90´s? ¿Por qué existen las canciones que nadie oyó a tiempo? ¿Por qué vienen a casa personas que jamás las oyeron?

Me dejo llevar por la música hasta que llegue ese momento imprudente de la honestidad brutal en que me atreva a decir realmente como me siento, mientras tanto escribo y voy decidiendo si esta será una carta privada o un post.

A veces cuando la madrugada está tranquila y ya me he cansado de revisar todo lo que debía revisar, leo post pasados míos y de otra gente, leo sus comentarios, veo en líneas eso que pensaban y me dan ganas de llamarlos y de decir cosas como: disculpa por no haberme dado cuenta a tiempo lo lindo que escribías. Disculpa por no haber llamado cuando tal vez lo necesitabas. En fin, disculpa por querer vivir mi vida y olvidarme de la tuya.

Hace poco volví a hablar con un amigo del que sin darme cuenta había revisado alguna charla perdida x msn de varias líneas candentes y cómicas. Qué tipo tan sexy pensé, que pena haberlo perdido. Lo busqué por aquí y por allá, para cuando volví a encontrarlo, ya ninguno de los dos éramos los mismos. No que fuéramos peores o mejores, sólo habíamos cambiado y el nexo se había perdido. Me sentí una divorciada sin sexo de consuelo. Me sentí algo sola, pero eso suele pasar y se olvida. Soy buena para olvidarme de mí.

Me abruma no el envejecer, sino el perder a las personas que quiero en ese interín.

Intento asirlas,

a veces es tan difícil.

Si un beso hiciera posible retomar una relación yo lo daría, me dije. Más la vida no es así de simple, el mundo rueda y la gente rueda también, cuando te encuentras en la próxima vuelta de camino, debes tener mucha suerte para que las cosas sean igual que antes. ¿O es que tal vez yo vivo añorando ese recuerdo perfecto que me hace imposible abrazar el presente de una manera real?

Me agrada tener amigos, soy amiga de mis ex. Me encanta cuando la gente pasa a ser ex, alguien que te vio desnuda por dentro y por fuera es inútil que pueda rechazarte, me digo. Así que a veces salgo con mis ex. Y a veces también me entristezco cuando veo que su vida la construyeron de mejor forma sin mí, que hicieron algo que yo no puedo hacer, cerrar los ojos y ser constante con algo/alguien.

Lo siento, pero cuando sientes que una relación está en el borde del conformismo, yo zafo. Y zafo bien. Por eso de las relaciones me gustan las primeras citas, las primeras veces, las primeras frases y luego…Bueno luego, no sé si soy yo o es él o es el amor que no viene con garantía de fábrica, pero todo se echa a perder y a la mierda. Yo zafo.

No te mentiré, a esta edad me comienzan a dar ternura las campañas publicitarias de familias felices, con hijos bonitos y casa bonita, luego reacciono, eso no existe- me digo. Entonces sigo viviendo, tratando, intentando.

Me gusta la vida de soltera, no le soy infiel a nadie, más que a mí misma. Porque un día sueño con uno y hablo con otro y tomo café con alguien más. A la cama es probable que me vaya con alguien y sin embargo ese alguien no es para tomarlo en serio y voy viviendo así, cada día a la vez.

¿Cómo haces para conocer tanta gente? Me dicen

No sé, yo no salgo. Y en realidad no los conozco ni ellos a mí. Sólo somos amigos de paso, nadie se confiesa nada realmente importante, solo hablamos y ya. Es rico tomar café, ir al cine y oir música en vivo en algún bar aguardientoso. Es rico hacer el amor. Es rico escribirte. Oír música, comprar zapatos.

No puedo abstraerme a esta vida si no hay algo que realmente me llame la atención para hacer las cosas diferentes. Si no existe alguien que me mueva a cambiar mi vida, si en realidad yo no lo deseo.

¿Qué por qué las relaciones duran tan poco? No sé, yo no tengo las respuestas. Hago el amor si me da la gana y busco no tener remordimientos si es que esa relación no funciona luego.

Las relaciones no son para buscar matrimonios, son para buscar algo que te falta aquí dentro. Para encontrarte a ti misma- repito a mis amigas obsesionadas por una relación que les mejore la vida, algo estable que les permita dejar de buscar.

Yo no tengo las respuestas, pero creo, que es bueno si primero te disfrutas a ti misma, te abandonas a esos pequeños placeres de engreírte, te masturbas y encuentras cual es el punto que te gustaría que tocaran durante una relación. Si ves películas y lloras, si puedes irte de viaje. Si haces esas cosas que parecen huecas para la gente que vive la vida de a dos, pero son fundamentales para la gente como yo, que no podría vivir de otra manera que no sea así: Viviendo por vivir. Viviendo simplemente.

lunes, diciembre 20, 2010

"La Niña Eugenia"

Era en ese crudo espesor de las madrugadas sin sueños en que la niña Eugenia se acercaba a la ventana esperando respuestas. Yo la veía de lejos acercarse a los cristales con la bata rosada entreabierta mostrando aquellas tetas que ocultaba durante el día a los hombres lascivos que visitaban su casa fingiendo condolencias.
La niña se enojaba mucho luego de esos abrazos pegajosos, de besos toscos que le estropeaban el maquillaje. Su ropa de amargo luto se ajaba con cada apretón de aquellos tíos, abuelos, primos que venían para ayudarla. Ella se había quedado sola decían, ¡pobre niña soltera en esa enorme casa de la Av. Balta!

Las pálidas manos de la niña que jamás había hecho otra cosa que escribir poemas de amor y novelitas cortas, se gastaban ahora tratando de hacer adornos de flores de papel para las coronas de caridad con las que se ganaba la vida. ¡Qué triste oficio para alguien tan bonita! Comentaban de nuevo los vecinos y entonces la niña Eugenia sacaba de sus mejillas un rubor que yo no le conocía ni en la cama cuando me pedía que le gritara aquellas cosas feas que no se les dice a las señoritas decentes.

Pero ella siempre me pedía y yo le gritaba así fuerte, porque en ese momento la niña Eugenia ya no parecía la niña petulante que me mandaba a hacer los recados, a que le llevara la ropa a la lavandería, o a que cortara el césped del jardín de enfrente. La niña de cera a la que yo miraba quieta, contemplando como atardecía desde los jardines colgantes de aquella casa- mausoleo solía derretirse durante el amor, consumida por una llama que desconocían todos los caballeros que la visitaban.
La noche en que la ví por primera vez junto a la ventana, aun los patrones vivían en casa. Yo fumaba esa noche entre ráfagas de canciones viejas que venían de los jardines vecinos. La noche era clara, de estrellas tímidas que podía contar con una sola mano, cuando la vi con la camisola transparente y el cuerpo pálido como la misma luna, apoyada en la ventana dibujando con su aliento nuevas constelaciones en la oscuridad.
Yo me dí cuenta que había crecido, pues ya no era la niña que me arrojaba los libros de punta en la frente, sólo para saber si yo también sangraba como ellos. Claro, niña, a mí también me duele le decía, pero ella se alejaba con esa risita de mierda que le terminé quitando a la primera oportunidad que tuvimos de hacerlo en el cuarto trasero. Esa fue la primera de muchas otras en las que fue ella quien me terminó llamando a hacerle compañía.
No soy ningún canalla, pero a la niña provocaba golpearle la boca cuando comenzaba con sus estupideces y sus risas burlonas. Provocaba estrangularla, callarla, besarla, amarla. La niña jodía para bien y para mal, cuando hablaba y cuando guardaba silencio, si me ordenaba o si gemía, si pedía auxilio o me pedía más. La niña, la niña…



Cuando los viejos murieron en ese accidente la niña dejó de llamarme a su cuarto. Creo que pensó que era hora de sentar cabeza y acostarse con alguno de esos niños rubiecitos igual que ella que visitaban la casa para fumarse porritos al lado de la piscina.

A lo mejor y hubiera sido bueno que se case, pensaba yo jalándomela rabiosamente en el fragor de su recuerdo sudado con la camisola rosa y su cara de virgen de estampita. Que se case y que se vaya para siempre, para que yo también me vaya de esta casa, a la misma mierda me vaya!
Pero no se fue, ni me fui yo. Ella seguía sin casarse con nadie y yo adorándola de lejos, esperando una sóla señal de su dedo para acercarme mansito a besarle las manos picoteadas de agujas y sangre. Luego ella ya hacía el resto, ¿quien no habría escuchado sus gemidos, sus gritos, esas órdenes y esas súplicas que nos dábamos en el cuarto trasero? ¿ Quién no habría fingido que no sabía lo que le pasaba desde que se fueron los viejos, o desde mucho antes? Si lo sabré yo!
Pero de lo que pasaba dentro de su cabeza medio loca nadie sabía. Yo podía dominarla mientras cogíamos, pero era en esa palidez pétrea junto a la ventana en que yo me daba cuenta que poco o nada la conocía. Que ella era majestuosa sin necesidad de tener nada, que tocar palpitante su interior durante el sexo era apenas un espejismo idiota, que duraba segundos. Ella estaba tan lejos y yo aquí muriéndome bien cerca.



La madrugada se cortaba de sombras y de sonidos raros y ella seguía ahí inmóvil en la ventana, a medio vestir como esperando algo que no llegaba. A veces yo tiraba el cigarro y me daban ganas de saltar todas las cercas, de ir, de sacudirla por los hombros para despertar a la niña sonámbula de la bata rosa… pero era inútil, yo sabía que no era mí a quien esperaba, probablemente porque ella, la niña, ya no esperaba nada.

miércoles, diciembre 08, 2010

No debería escribir cuando estoy bebida, o cansada, o con sueño, o sin ánimo. Pero me estoy probando, como me pruebo la mayoría de veces a lo alrgo de la vida, en el amor, en el trabajo, en la persistencia.

Me pregunto si Rafa esperará esa carta mía, somos tan buenos para esto que me lastimaría mucho el escribirle una mala carta. ¿pero qué es una mala carta? Hablarle como le hablo a mis amigos, haciendo bulla, haciendo broma, sin nada consistente para decir? Hablarle, simplemente.

Eres la persona más honesta que conozco suele decir. Lo suelen decir varios y yo me pregunto, si yo que me miento tanto suelo ser honesta, entonces ¿qué es lo que da la demás gente?
Yo sólo  les doy mi rabia, mi depresión, mi adrenalina, mis ganas de ser amada. Yo les doy, a esos hombres un poco de mi alma, pero sólo Rafa mi amigo Rafa podría ver cuán real soy yo, porque él logra verme o eso creo, él me ve como yo quiero verme, como yo me veo. Hay tantos hombres haciéndote sentir necia, otros tantos, haciéndote sentir más de lo que eres, de loq ue puedes ser, otros tantos idealizándote, que es agradable, que alguien pueda verte en su justa medida.

Estoy cansada, se me cierran los ojos. Estaba ensayando, pero hoy mi mente y mi corazón están secos, mis dedos rendidos, mi cuerpo cansado. Quisiera escribir eso que me hace despertar, pero tal vez debería dormir hasta que sea necesario volver a soñar.

martes, noviembre 30, 2010

De prontó encendió la bombilla y el blanco vacío llenó la habitación perfumada artificialmente de durazno y canela.  Junto a la ventana tu reflejo, apenas una sombra de ayer,  miraba como la vida transcurría en pequeños copos que estallaban silentes sobre la barandilla. Yo era un copo más perdiéndome en la nada de esa mañana, apenas un alma de algodón frío golpeando las lunas de tu corazón. Una nada.

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Cierro los ojos y es de nuevo París, cualquier parte en donde tú estés es París para mí. Porque cuando despierto de mis sueños rotos, veo la misma cúpula y las mismas cortinas flameando por las ventanas abiertas, entonces no necesito de música para levantarme, no necesito de más nada que de ese recuerdo de tu cuerpo desnudo acostado en mi cama. De los papeles volando, de cientos de papeles volando llevando las cartas que te he escrito como aves que desean ser liberadas.

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No es Abril hoy, no es ninguna primavera, no es ningún día en que mi boca se llene de esperanza ni de sonrisas y sin embargo te escribí una canción que parecía triste, melancólica y repetitiva. Te escribí una canciónq ue tararareaba mientras lavaba mi boca de besos ajenos, que componía junto al tocador, que escribía viendo las luces pestañear en una ciudad que se apaga de ilusión si no apareces tu, otra vez tu y tu.

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El dolor es una cosa extraña y necesaria que hago surgir en mi pecho cuando necesito y no sé como despegar, es la llama que avienta mi cuetecillo al cielo, es esa cosa de la que huyo y a la que regreso, como si lo pudiera manejar. El dolor me insta a inventarte a escribirte, a cantarte, a soñarte. El dolor de la soledad es certero cuando quiero abandonarme a la vida real y empezar a leerte nuestra historia desde la última página hacia adelante.

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No tengo explicación para esto, escuché algo que dinamitó mi corazón, sentí dolor y luego amor, solo eso, por eso te escribí los jirones de mis sueños a ver si esta noche podías tejerlos con los tuyos y cubrirme con ellos hasta que lograra dormirme tranquila.

domingo, noviembre 28, 2010

Antes que termine Noviembre

Esa noche era de un azul suave y esponjoso, caminé hasta el malecón con pasos lentos, guiada por el olor del mar cercano. Parecía que el mar siempre hubiera sido mi casa, cualquiera fuera el territorio donde estuviera. La avenida apenas iluminada, terminaba como una garganta de gritos furiosos en aquella plazuela donde torpes enamorados se daban besos azucarados. Yo me cerré la casaca y traté de evitar la nostalgia de ver a la gente que se ama. Si hubiera tenido un cigarrillo a lo mejor y lo prendía, para parecer mala y solitaria, pero fingir no me venía a bien en días como éstos. Simplemente caminé hasta el balcón y aspiré hondo todo el olor de la noche para sentirme feliz por unos segundos.
Feliz y en calma en medio de la dolorosa conciencia de la soledad.

Esa noche pensé muchas cosas que parecían sabias, el viento azotaba los jardines colgantes, a la gente abrazada, a mi pelo mojado. El viento parecía acabar con nosotros y yo allí parada sentí de pronto que entendía todo y que no era necesario caminar más, ni ir mas lejos para saber que era lo que quería.
Si hubiera tenido un papel hubiera escrito lo que sentía, para parecer profunda y poética, pero ¿para que fingir en días extraños como estos? Simplemente metí las manos en los bolsillos del pantalón y esperé que las respuestas de la noche concordaran con cada una de mis preguntas, como casi nunca sucede.

De aquella noche me resultó difícil discernir donde acababa el cielo y donde empezaba el mar. Hasta donde abarcaba, el universo parecía infinito y azul allá afuera, ninguna estrella dirigiendo el camino, sólo el mapa de los olores y los recuerdos, dirigió mis pasos hacia algún momento perfecto en donde todo hubiera estado en equilibrio. Cerré los ojos, ser mujer es más difícil de lo que crees, con tantas necesidades, con tantas dudas, con tantas metas delante. Desee ser una roca a quien el mar lame o golpea como un amante incostante, no volver a sentir nada excepto el aliento salado de las noches de verano, con las luces cayendo verticales desde la alameda vecina. Desee ser piedra, palo, hierba, algo inanimado que no sienta. Ser un cuerpo inerte sin ojos, sin piel y sin conciencia.

Hoy es domingo, sigo aquí y aun no sé por dónde empezar a escribirte. Tal vez haga falta algo más, muchos más para que este cuerpo se levante y camine.

jueves, noviembre 11, 2010

Miguel

Volver a Miguel lleno de esa belleza que hería los ojos, la trastornó entera. ¿Cómo podía una sóla persona irradiar tanta seguridad? Se imagino sentada en su regazo viéndolo de cerca, a esos ojos pardos ocultos tras los espejuelos. Se imagino cerca a él bebiendo de su boca cada palabra como si cada idea suya pudiera entenderla al 100 % y por completo.

Entonces recordó que ella era una boba. Que no entendería nada, que jamás se sentaría en el regazo de Miguel y jamás sabría si su aliento era de menta o de granadilla, porque simplemente Miguel jamás voltearía a mirarla. Saber eso la sumió en una miseria instánea y desoladora. Era el puñal de las cosas que vivimos negando, de todas sus mentiras y sueños. Él representaba su negación a la realidad pero también era el vengador de ésta.

Al otro lado de la calle estaba él tomando un café ignorante de todo su dolor. Perfecto, despreocupado, leyendo un libro que tal vez fuera interesante o sólo para colorear, no le importaba. Ella lo siguió mirando porque era incapaz de quitar sus ojos de él, imaginó uno que otro diálogo de saludo, una que otra anécdota. Imaginó tantas cosas que la acera se fue llenando de flores, de palabras, de líneas y párrafos enteros, que seguramente él consideraría desbocados. El cielo era llameante de un atardecer que no se animaba a instalarse y en su rostro los últimos colores de la tarde, apenas si perfilaban algo de su barba a medio crecer y el pelo algo desordenado.

Miguel, era perfecto pensó ella. Su corazón de galleta se quebró en dos al pensar que jamás la amaría, ni sabría de sus existencia en el mundo. Una lágrima cedió a su parpadeo, antes de coger la mochila de regreso a casa.
Si sólo tuviera más edad  las cosas serían diferentes- pensó. Ella se volvería mujer y él seguiría siendo hombre...tal vez podría mirarla, tal vez.

Antes de doblar la esquina una mirada lánguida lo retuvo para siempre en su memoria, ella pedaleó fuerte rumbo a sus 16 años y el cerró el libro antes de pagar el café y dirigirse ignorante de todo ese amor a los 40 solitarios años que áun le esperaban.

viernes, noviembre 05, 2010

De Sueños a la medianoche

A veces sueño y eso es todo. Es el todo que hace que pueda sobrevivir a todas mis pesadillas, a mi vida diaria, a los grilletes que me aferran a lo cotidiano, a lo brutal de mi día a día.
A veces sueño y es suficiente para creer que existo y que las cosas que amo existen.

Hoy es la noche que arrastra blanca millones de estrellas, despierto a la medianoche para contemplarlas y no están. Mi cielo real no es azul, sino lleno de nubes grises en donde se tropiezan las alas de los ángeles. Junto a la ventana mi dedo dibuja mi nombre en la humedad que ha dejado mi aliento y cierro los ojos recordando mi último episodio de felicidad.

Se hunde mi mente en la nebulosa tranquilidad de una sonrisa, de un roce de dedos y busco dormir con eso. Dormirme en esa idea y poder soñar. Porque la vida real es tan roma y aburrida que pierdo la esperanza de la búsqueda y el encuentro y me concentro más en añorar. A veces recuerdos, o tan sólo los recuerdos de los sueños. Mis personas inventadas, los que no fueron, que jamás fueron realmente.

Escucho música mientras algo en mí quisiera que entraras por aquella puerta y me pidieras que deje de soñar, que la vida es ahora, que salgamos a caminar. Pero esa imagen como otras tantas es un sueño, una invención para pasar la hora, mientras alrededor el mundo real se va destruyendo en parches, como un tejido necrótico e inservible.

Me abraza esta sensación como yo abrazo a tus sueños, a cualquiera que estos sean incluso si no me incluyen, porque he aprendido que el amor jamás camina en tu misma vereda y menos en tu misma dirección. Por eso sueño, con las vueltas de camino, con el cruce de calles tormentosas. Con que un día oigas la misma canción que yo y sepas que alguien sueña contigo, incluso si no estás seguro que esa persona exista.

24 horas de mundo real

La pregunta para el ensayo en francés se refería a ¿Qué acontecimiento había cambiado mi vida. En la practica oral había ensayado la típica ...