Una vez en uno de los blogs de mis atípicos amigos reales, leí una frase que dinamitó algo de mi sentido del humor de esa época: Solo escribo en este apestoso blog para conocer a Ana Torroja, si alguien lee esto pásenle la voz.
Tal vez tenía más groserías en la frase, pero ese era el sentido. Ese día me acosté y pensé:
¿A quien quiero conocer yo con este blog. ¿A quién deberían pasarle la voz de que existo?
Pensé en Iñarritu aquella vez como hoy pienso en Alarcón, o cualquier otro loco que haga las veces de embrión de artista, de alguien que será grande, que merecerá ser leído o del que hablarán en los diarios, por sus películas o sus cuentos. A esas cebras que confunde a todos en su galopar de caballos, los suelo reconocer en el acto como pasó con el primero.
A esa gente de la que en 10 años solo podré comprar lo que escriben o lo que producen, muero por conocer , por hablar con ellos, por tocarlos yo, antes que la fama y los flashes lo haga, hacerlos tal vez parte, de mi círculo de amigos no imaginarios.
Es curioso, en este momento me imagino en la sombra, junto a mil rostros que esperan un autógrafo, me imagino como parte de esa marea pluricelular que separa la valla antes de la alfombra roja. Me imagino, sin nombre, tal vez una fan. Tal vez como un asesino en serie.
Es domingo y me siento en cama a leer una revista. Qué raro es leer una, en un país donde la mayoría de revistas no se leen sólo se hojean. Ahora me pregunto si esa palabra se escribe así, ojear viene de pasar hojas o de echar un ojo? Que tontas dudas para una tarde de domingo.
Sigo con el celular al lado, esperando el mensaje que no llegará. Hasta me sentiría mejor si me dice: No puedo ir ahora, lo siento. Tal vez me quiere evitar ese mal rato y por eso no responde a una súplica que huele a orden: Ven a mi casa ahora para ver la pela.
No hay ninguna pela, no hay ninguna excusa, solo quiero que venga, porque mis viejos se han ido y no quiero quedarme sola un domingo en la tarde. Tal vez lo de “pela” lo lea como “sexo”. No importa como quiera leerlo, tal vez es cierto, también quiero sexo, mucho sexo, pues aunque tapa mal las goteras cuando no hay amor, al menos hace que uno no se moje tanto en la soledad de la espera de ese alguien.
Ojeo (hojeo?) la revista y es como si encendiera un cigarrillo en mi mente, ese pequeño sonido placentero de antes que se consuma solo el blanco compañero, parece sonar en mis nervaduras cerebrales. Siento que surgen de ellas miles de imágenes, historias y opiniones. Siento que me muero por escribir, que estoy atrapada en ese vahído de querer mas y mas. Casi como cuando él fuma, puedes sentir un vicio placentero apoderándose de todo tu cuerpo, de tu nuca, de los vellos de los brazos, languidecer las pantorrillas, cerrarse los párpados, casi un orgasmo.
Entonces pienso en Alarcón en Gumucio, en cualquiera que haya escrito algo en esta vida, pienso tontamente que quiero conocerlos, que quiero hablar con ellos con un trago de por medio. Son ahora mi Ana Torroja. Las personas a las que deseo impresionar con un apestoso blog.
Me da risa. Jamás pensé que mi blog pudiera apestar, pero ha pasado ya tanto tiempo, ha perdido mi vida el brillo de aquel ayer que pudo ser. Supongo que ahora solo es un blog solitario, para impresionarme sola. O a Rafa. O a cualquiera de mis amigos mas allá del charco.
A cualquiera que sepa de mí solo por las letras y pueda impresionarse pues aquí en físico no hay nada.
Sigue sin enviar el mensaje que espero y me surge la duda: ¿Será que no le agrada mi físico? ¿Será que no le gustó el sexo?
Imposible sonrío luego. Imposible que no le guste el sexo conmigo. Lo demás es variable.
Mis viejos se han ido y me he puesto el pijama antes que anochezca, sentada sobre la cama mientras devoro una revista con cuentos ilustrados. Es una buena idea no ver televisión hoy. Es una buena idea haber enviado ese mensaje. Después de hoy será otro olvido.
Otra vez la frase : It´s enoughh brillará en neón sobre mi pecho y pasaré a borrar otro teléfono de otra persona que no me funciona.
He aprendido a hacer eso, a borrar los teléfonos de la gente a la que no quiero volver a llamar jamás. Con la que no quiero intentar mas nada. Me voy quedando así en mi agenda sin números masculinos, mientras pienso que ya viene Septiembre y con él una esperanza de que el tiempo pase más rápido y pueda empezar Enero volviendo a ver a la única persona que merece ser esperada.
Guardo mis esqueletos sexuales en el clóset, las relaciones fallidas, los amigos para fin de semana, los novios que nunca ofrecieron nada. Voy guardando esa gente de la que no merezco tener recuerdo. De mi vida amorosa solo recuerdo 4 personas, tal vez cinco si cuento al italiano loco que me ofreciera vivir juntos. Todos lo demás fueron extras, hombres decorativos para mi película personal. En ese grupo solía estar Renato, el italiano loco, pero podría rescatarlo por su contribución a mi vida amorosa.
Él me enseñó que no debía temer al sexo ni a tocar a un hombre, a tocarlo entero, a decir que me gustaba, que es lo que quería durante el sexo. Que no debía conformarme con lo que me dieran, debía pedir lo que quisiera en la cama, por mí, porque tenía derecho a que me complazcan. Esa relación obviamente no fue amor, pero las otras acaso lo fueron? Por lo menos las últimas dos, no cuentan ni como intento.
Al menos Renato quería compromiso, en las últimas dos ni eso. Puro drama la tercera, puro sexo triple X la cuarta. Ni para exprimirles algo de sentimiento, algo a favor en mi cuenta.
¿Fue mi primera relación amor realmente? Sólo éramos unos niños buscando casarse. ¿Cuenta la ilusión, la lealtad, llevarnos tan bien que creíamos ser almas gemelas? ¿Cuenta eso como amor? Yo creo que sí, fue mi primer acercamiento al amor. Al menos estábamos comprometidos con el sentimiento, teníamos fe en que si era real…¿Eso cuenta no?
Casi intoxicada con el incienso de vainilla me levanto a apagar la música. Tal vez ya no sea una buena idea escribir, tal vez al escribir aquí solo quiera hablar de mi misma y eso ya no cuente como intento de blog apestoso, ya no cuente como carta de presentación a embriones de artistas y escritores. Solo sea una réplica a mí misma, a la mujer que se niega a morir como médica solamente.
Mi hermano antes de irse me pregunta con un tono como al que de verdad le importara la respuesta: ¿Aun escribes? ¿Aun sigues escribiendo novelas y esas cosas? Yo muevo la cabeza antes de despedirnos.
Ya no escribo nada que no sea para mí.
La ilusión ha muerto- digo, mientras cierro la puerta.
Incluso para escribir, para mi hábito mas subterráneo: It´s Enough.