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domingo, agosto 21, 2022

Domingo de Bicicleta

 Hoy he vuelto a andar en bicicleta, lo hice después de tomar la siesta obligada posterior a mi turno de anoche. Extrañaba pedalear, aunque los dias lluviosos y grises no me animaran a moverme. La semana pasada habia procurado caminar, pero lo hacia lentamente, como si mi cuerpo fuera un pesado objeto que apenas pudiera remolcarse por las calles desde mi trabajo a mi casa. Paraba en el café a comprar te o algún pastel que no me pudiera dar alergia. La única razón de ir a ese cafe con mi termo lleno de mate era que por un momento sentia que volvia a citarme allí como la primera vez con el chico de este mes. Mi cita mas reciente, el intento mas cercano de volver al ruedo con una persona, no por lo físico sino por las largas conversaciones, por el aroma de su ropa, por la textura de sus manos, por la profundidad en sus pensamientos. Quizá algo en mi buscaba enamorarse, o como siempre, solo volvía a romantizar incluso las características mas sencillas de los hombres que me atraen intelectualmente. Los dos meses de negociaciones han terminado, hemos tenido mas conversaciones que encuentros físicos, por eso debe haber dolido un poco mas. Hay mas apego cuanto mas conoces de la otra persona, o crees conocer. Por eso estas semanas me dediqué a caminar y a volver a ese café Starbucks a leer, usando esta vez un Kindle, como si con eso me hubiera ganado un bono a la modernidad de corazón.  

Leer no es algo nuevo para mi, pero jamás lo habia hecho con tanta necesidad de evadirme. Caminaba de retorno a casa solo porque sabía que pronto podría sentarme y volver a leer, me agradaba esa vieja sensación de mis años de adolescente. Un deseo puro que te motiva durante el dia. Quizá tambien durante mi adolescencia me había refugiado en los libros para huir de los temas reales que empezaban a cambiar en mi cuerpo y en mi vida. Dentro de los libros hallaba las voces, los ejemplos y las frases que necesitaba para dar forma a los sentimientos que bullían brutalmente en mi interior. Todo ese yo salvaje que no hubiera sabido como domar sino me metía de cabeza en los libros. Durante la semana que pasó comparé al protagonista solitario y alto de las manos suaves a mi chico del café. Los siguientes dias, cambiando de libros hacia ensayos sobre música o maratones de fondo, mis pensamientos fueron también disgregándose. ¿Donde estaba yo en todas esas líneas? ¿Por que quería seguir leyendo, ensayos y deducciones si en verdad era el momento en que me sentía mas perdida?Quizá solo deseaba volver a encontrar mi propia voz. Ahora a medias, forzándomea escribir, la voy hallando. Se que no podría hilar una historia ni un pequeño cuento, pero hilvanar ideas me hace bien. Como montar bicicleta y pedalear duro aunque me duelan las piernas y me falte el aire y piense cada maldito metro, si es que no hay algo malo fisicamente en mi que se está gestando y me está ahora debilitando tanto. 

Nunca fui fanática de los deportes, pero empezar a moldear mi cuerpo y a ganar resistencia me había llenado de valor los últimos dos años. Sentía que ahora podía pasar pruebas físicas que antes no podia, que mis nalgas o mis piernas mostraban músculos sanos y fuertes que antes estaban solo ocultos por grasa inútil. Seguía comiendo como desaforada y mis horarios de sueño eran horribles, pero mis tres dias a la semana de entrenamiento se habían vuelto infaltables. Acababa de crear un hábito extenuante, que sacaba un poco de felicidad de rincones que no sabiía que aun guardaban un poco de dicha. Todo eso, hasta que volví a tener sexo. A veces pienso que mi rutina de estos siete meses estaba encaminada a ser exitosa, estaba logrado el ansiado equilibrio mente cuerpo, estudiando idiomas ( otra vez estudiando un idioma) leyendo, haciendo deporte, saliendo a caminar a la playa. Paseando en bicicleta. Había comenzado a programar una vez por semana alguna salida con un amigo que no fuera muy cercano y con quien pudiera descubrir un restaurante nuevo o algún lugar de copas, a veces no pasaba de un simple local de sopas, pero al menos era como salir de mi mundo médico. No salía mucho a lugares de citas, mi guardarropa sexy seguía intacto, pero poco a poco  sentia que iba  saliendo del deshielo. Un día volvi a coger valor para tener citas con desconocidos. Tuve tres, una salió mal, otra fue divertida y la ultima fue con el chico del café. Mi corazón aun se niega a aceptar que no resultara, me tomé mucho tiempo hablando con el, mucho tiempo tratando de controlar mis miedos, mis inseguridades. Ahora se que lo debo dejar ir, igual que el agua que pasa entre los dedos al meter las manos al rio. Después de una semana de pensarlo, caminar, de que me bajara un poco este estado disfórico y comenzara a preocuparme mas en mi estado físico que en las otras personas, pienso que  este año apenas podré manejarme yo y mis sentimientos. Apenas podré conmigo por el momento para estar pensando en él o en las formas de acercarnos. Aun a pesar de eso, cuando paso por la esquina de ese café me provoca quedarme, pedir algo, lo que sea, conectar el kindle leer dos o tres horas, pensar que pasaría si llega, si nos volviéramos a ver, si pudiera hablar con el de las cosas que leo, de las cosas que pienso. Si haríamos el amor. Si pudiera hablar con alguien de las cosas que surgen en mi cabeza y a las que aun no se bien como dar forma. Me quedo en ese café y es una isla a mi ansiedad reciente. Me protege de volver a casa sin planes ni citas. A veces lloro ahí, mientras escribo a mi hermana que me siento perdida, que no sé si me ayude la terapia, que no se si algo me ayude ya en esta vida.

 Hoy pasé por allí en mi bicicleta, pero no paré, tenia el corazón cansado, mi pulso agitado, no queria quedarme quieta en esa isla de café y melancolia, apertrecharme allí a pensar por milésima vez como fue que nos vimos en la primera cita y de que hablamos y como era su rostro y su voz mientras me hablaba y llegábamos a ese pacto tácito de acostarnos esa noche porque lo habíamos deseado desde la primera vez que solo cruzamos palabra. Pasé por allí y pensé que hoy no era un domingo para estar triste, era un domingo para volver a ser yo, a estar en movimiento, moverme en esa vieja bicicleta asi se me dañara el coxis y pedalear esperando que las luces se enciendan a mi paso y que haya algo nuevo en la siguiente vereda. Bueno o malo, pero nuevo. Volveré a leer, volveré a estudiar, quizá hasta vuelva a escribir, no sé si mis fuerzas me permitan volver a entrenar o a dedicarme a nadar, pero lo intentaré. No sirve de nada detenerme en la isla desierta de una cita que no resulta. A beber café y romantizar alguien que ya me debe haber olvidado. Ya no mas, es momento de seguir pedaleando aunque aun me falte el aire.


domingo, agosto 12, 2018

Parte 4: "Atrás perras! El chico es mío"

La cabeza de W. es pequeña y de cabellos cortos y suaves, acariciarlo es como poder tocar un ave rara de la que sabes debes disfrutar intensamente solo hasta que emprenda el vuelo. Esa noche sin embargo, la que quería emprender la huída sin él, era yo. Al otro lado de la vereda vi su caminar ágil en busca del lugar acordado y tuve la imagen de un adolescente que acaba de acordar una cita con alguien mas grande que él. En realidad iba a hacer esto? Mi garganta lo decidió antes que yo cuando lo llamé por su nombre al otro lado de la pista evitando que siguiera preguntando. Detrás de los lentes de marco grueso yo me sentía segura y dueña de la situación. El se acercó sonriendo como si hubiera ganado la lotería. Hace cuanto no me miraban así ?

El lugar estaba lleno, llegar a la barra iluminada con  licores de  todos los colores hasta el techo era un reto. Buceábamos en medio de la gente, indagando sobre nosotros. Te gusta viajar? Cual es tu país favorito? Cerveza o margaritas? Su acento era gracioso y su cara agradable. Vamos arriba? Te gusta bailar?  La gente nos apretaba para juntarnos, su aliento de menta, las miradas del resto. Representábamos  una hermosa atracción de contrarios. Su mano en mi mano, sonrisas cómplices, perfume transpirado. Al subir la escalera supe que me miraría el culo y que acababa de perder la ventaja. No había  trasero mas hermoso que el de las brasileñas y el mío estaba entre regular y estándar. Me volví para mirarlo, su sonrisa agradable no había cambiado.

Calor de multitudes, ningún lugar para sentarse. No importaba, hablábamos y bailábamos. Que edad tienes? Me atreví a preguntarle después de la primera cerveza, porque no aparentas tener mas de veintidós  . Echó la cabeza para atrás riéndose, su belleza era casi obscena en medio de esa multitud de gente gris mirando de reojo. Thirty four… Tu aparentas veintiocho, por eso viniste con anteojos? Para parecer mayor?  Su cara se acercaba a mi oído con la confianza de quien siempre ha obtenido todo lo que desea. Buena jugada, no era para nada un inocente. Unos bailes mas y estábamos besándonos como antiguos enamorados para envidia de las chiquilinas de la mesa de al lado.

Había olvidado que se sentía estar en pareja en una salida, que te cuidaran la chaqueta, que te trajeran los tragos, que te protegieran el trasero del resto. Mis últimas salidas siempre eran con amigas  para bailar entre amigas, a distancia, sin cruzar miradas entre nosotras, observando discretamente si había alguien alrededor queriendo acercarse por algo mas. Con W. no debía preocuparme por nada, el se hacía cargo de todo, no tenía que turnarme la silla con el, no tenía que cohibirme si mi cuerpo despedía sensualidad al bailar. Y lo mejor de todo? Las miradas de las mujeres. Miradas codiciosas por la apariencia de W. Adonde mirara había alguna chica queriéndoselo comer con los ojos, sin discreción, sin el menor recato. Bailaban cerca, sus cuerpos rozándonos. Podía adivinar sus ganas, su pregunta constante: En que momento la deja? En que momento se marcha y lo deja para el resto de nosotras? Como me fascinaba tenerlo para mí sola en ese momento. Que sensual era bailar abrazados, susurrándonos las canciones. El también veía lo que yo? Mi vestido rojo haría una impronta en su polo blanco esa noche. Amanecí con tu olor, me escribía al siguiente día. Ni siquiera habíamos dormido juntos.

Hace casi una década en las primeras salidas con mi adorado Innombrable, recuerdo haber pasado por lo mismo. No solo porque también era guapo y tenía ese aire de suficiencia que tienen los extranjeros cuando están de paso por un país en donde todos suelen estar tan acostumbrados a agachar la cabeza, sino por el acento. Las mujeres en Lima yo incluída, se volvían locas con los acentos extranjeros. Volteaban la cabeza, intentaban cruzar palabra, sonreír mas de la cuenta. En ese tiempo de noviazgo el Innombrable y yo íbamos de la mano a todas partes y besándonos cada dos palabras, igual que W. y yo ahora, sin ser nada en particular. Así que yo abría los ojos y miraba divertida  a esas mujeres después de cada beso profundo que ponía W. en mi boca  para que lean bien claro el mensaje: Atrás perras, el es mío ahora.


Pasaron varias citas antes que W. y yo tuviéramos intimidad. Pero ocurrió con la naturalidad de dos personas que llevan tiempo deseándose mutuamente. Su piel era suave y joven, sin cicatrices ni vellos, sus maneras  seguras y amables, nada de paranoias con el amor, el futuro y las infidelidades. Todo ocurría con naturalidad, dormir juntos, hablar después del sexo, reír durante el desayuno, taparnos bajo la colcha el uno al otro, su calor en mi espalda, su ternura en cada movimiento. Al segundo día de despertar juntos le había afirmado mas que preguntado a riesgo de parecer tonta: 
Realmente eras rubio…
- No lo notaste? -Sus ojos eran de un verde claro sin matices que parecían  sonreírte cada vez que decía algo. 
- Lo único que noté es que interrumpes las frases si suena alguna de tus canciones favoritas, bromeé antes de volver a hacer el amor. El era pura pasión en todo lo que amaba. Como yo.
Afuera Lima estaba gris y llena de caras tristes y frustraciones, yo me estaba dando la licencia de vivirla como me daba la gana y había conocido un W. que me hablaba de la espiritualidad y de como se deja el catolicismo por el ayahuasca cuando sientes que lo convencional no resuelve todas tus preguntas sin respuesta. Había dejado mis anteojos perdidos en algún lugar de Miraflores después de los besos de la primera cita, ya solo podía ver lo que deseaba ver. Nuestros itinerarios de viajes nos condenaban a solo unos pocos encuentros mas aquí o en alguna parte de Latinoamérica.
"Sin presionesdecía el cuando yo empezaba a fruncir el ceño y a querer controlar incluso el clima para volver a vernos. Era mejor hacerse el amor y cerrar los ojos. Acariciar su pequeña cabeza de ave sin prisa mientras me cobijaba en su abrazo tibio.


Que perfecto era poder amarse solo por periodos cortos! W. Mi ave rara volaría pronto y yo tenía toda la semana con él para compartir un vuelo que recordaría cada vez que alguien mencionara un Saudade de vc.







sábado, junio 02, 2012

Post # 6 : La Lista



Hace algún tiempo llegó a Lima un amigo que había conocido en Sao Paulo, el hombre era uno de esos ciudadanos del mundo que han vivido en cada país por 2 años. Su última residencia, por ejemplo había sido en Japón y demás está decir que yo disfrutaba mucho con sus anécdotas y  apreciaciones del mundo, así las dijera en ese idioma gringo salpicado de dinero y finanzas.

Esa tarde se lo presentaría a una amiga a ver si ligaban y ella me dejaba en paz preguntándome sobre hombres solteros en mi entorno.  Ella se acercaba a los treinta y seguía sola,  en su trabajo como médico había dejado de conocer gente interesante, según decía. Luego de su cita, le pregunté a ella que tal le había parecido.
-       -   Hmmm, un poco tonto- dudó. Imagínate que no tenía idea de quién era Vargas Llosa y me llevó a una librería a buscar libros de un tal Hernando de Soto
-         - Ya…pero no todos tienen porque conocer a Vargas Llosa, después de todo el es economista no precisamente un gran lector…-Trataba de ser cauta, puesto que yo sabía que mi amiga tampoco sabía quién era Hernando de Soto ni mucho menos era gran lectora de MVLL.

-Pero ¡Es el premio Nobel!- exclamó ella, atacada por un ataque súbito de nacionalismo. Aunque no hubiera leído ningún libro suyo y;  de él como muchos peruanos de a pie, solo conociera  la adaptación al cine de sus novelas mas picantes.

-         - No sabía que te gustaran tanto sus libros- sonreí yo. Era irónico como podía exigirle a alguien, conocimientos de los que ella carecía y sacrificar asi un posible affaire.
-          - Da igual…Es peruano y es un Nobel, en cambio ese de Soto, a ver ¿Qué ha ganado para conocerlo?
-         - …..

Esta mañana mientras buscaba mi bloc de apuntes de viajes, cayó sobre mi cabeza un libro que me había gustado mucho en su momento, era de JJMillas. A muchos de mis amigos no les gustaba como escribía o no entendían su humor, yo también había juzgado a muchos de ellos como idiota por no leer más que lo usual de libros de autoayuda o novelitas best seller. No solo había juzgado, me había negado a una segunda cita, cuando no, a una primera.  Y me había ido quedando sola, no como mi amiga, que afortunadamente halló a alguien que también desconocía de todo y defendía el nombre del Perú con más agallas que héroe de guerra.
Yo simplemente me había quedado sola, con muchos libros sí. Y con un millón de anécdotas y porque no, con un montón de primeras y segundas citas. Había tenido algunos novios y por no jugar a la soltera desesperada que pide teléfonos y reuniones de excusa, me había dejado sacar del mercado hasta que me volvieran a dar ganas de equivocarme con un hombre.
Mi error era no querer conformarme o eso me decía;  después de todo si en el amor aplicaba lo mismo que en las compras: “Si no te gusta en la vitrina, jamás te gustara en casa” yo ya había tenido algunas compras con talla equivocada en mi vida y no quería seguir de shopping.

A la noche siguiente salimos los tres a tomarnos unas copas; ya achispados  todos,  él me comenzó a coquetear a mí,  igual como había intentado sin éxito en Sao Paulo. Mientras mi amiga en silencio,  disimulaba con los tragos su total ignorancia sobre los temas de los que ambos reíamos.   Hablábamos del mundo, de los sitios que nos faltaba visitar, libros que leer, vida que vivir. El subrayaba  la idea de que personas como nosotros no pertenecíamos  a ningún país en especial, sino a todos.

-“Podríamos estar sentados en un bar de cualquier sitio del mundo y nadie sabría exactamente de qué lugar somos.  Ayer fue Sao Paulo, hoy Lima, mañana… New York,  o Madrid  ¿Dónde nos encontraremos mañana, menina?”-  Brindó  ebrio y feliz.

A continuación,  sacó una lista, típico gringo había hecho su lista de balance al terminar el año y sus planes para el siguiente. El tercer punto en la lista era conseguir una mujer para establecerse, pero no cualquier mujer. Dos puntos seguidos, agregaba, una mujer inteligente, bonita, sexy  y con flexibilidad laboral.

-¿Difícil, no?- Dijo, mirándome a los ojos tratando de ser  galante. Después de los 35 años un hombre se vuelve exigente para buscar pareja.
-Coincido totalmente con tu lista- le dije sonriendo- es más, pondría en la mía los mismos requisitos  y agregaría (cogí un lapicero para escribírselo) :

 “Un hombre que no haga listas”

Entonces lancé  una carcajada y me levanté para ir al baño.
Esa noche,  mi amiga y el hicieron el amor como lunáticos, antes de no verse nunca más.




24 horas de mundo real

La pregunta para el ensayo en francés se refería a ¿Qué acontecimiento había cambiado mi vida. En la practica oral había ensayado la típica ...