martes, abril 16, 2024

Otoño en Lima

Es lo primero que escribo luego de una larga temporada. No era mi intención hacerlo, pero el café y este cielo nublado son malos consejeros. Al sentarme a la mesa por el gran ventanal lleno de flores, apenas se dibuja el perfil de los edificios vecinos, al fondo del paisaje tres palmeras solitarias intentan un triste protagonismo entre las nubes de bruma que arrastra el viento desde el océano. Ayer las ventanas temblaban y la ropa colgada en varios niveles desde una cadena vertical se movía a punto de arrancarse, dando al espectáculo la tristeza de algún ahorcado que balancea su cuerpo contra el vacío. Abajo, solo la avenida, que en el día es ruidosa y llena de autos en un trajín constante desde el centro de la ciudad al mar y viceversa. A donde irán todas esas almas conduciendo en desespero me pregunto, cuando me apoyo con el café en la mano al ventanal tan grande y observo los aviones pasar como si fuera mi primer día en esta ciudad de fauces grises y monstruosas. A donde irán tan rápido ? A las once de la noche en cambio hay un silencio cómplice, es la hora del televisor y las películas elegidas con sumo interés las semanas anteriores. Películas que no podré comentar con nadie o con muy pocos y de las cuales hasta olvidaré el nombre, así de traicionera es la memoria. Una hora mas tarde memorizo y escucho grabaciones en otro idioma, para ejercitar mi cerebro en un paciente ejercicio de lucha contra el envejecimiento prematuro. Al menos no me pasé la vida bebiendo o fumando, me digo, para no dejarme abatir por la idea de que mi memoria que de adolescente se prometía  asombrosa hoy se borra en sombras que no entiendo ni confieso.


Levanto la cabeza y ya la bruma se ha tragado también las palmeras, solo se ve la baranda del balcón y mis flores. Que seria de mi sin las flores? El no entendería porque amo mas las flores que las plantas, una planta esta mas allá que sus órganos sexuales me diría y yo sin querer me reiría, porque reía con el al disfrutar sus rarezas y estar cerca suyo para observar sus manías. Quizá no he dejado de querer a los hombres como se les quiere a los pacientes, desde sus defectos y desde sus dolencias, no como una madre que quiere protegerlos, sino como alguien mas aséptico, la que desea ver hasta el final en que termina ese experimento, esa alquimia que transforma al hombre que conociste en el que luego dejarás o bloquearás de tu vida.  No es mi intención hablar de el, pero la página en blanco traiciona las mas cándidas intenciones y hace que cada linea se manche de franqueza. Acaso no hay cuerpo que pueda contener secretos para toda la vida? Que necesidad enfermiza tenemos de exponernos? De mostrarnos al otro, de forma completa y vulnerable. Examino esas emociones mías, como si fuera un curioso entomólogo que ha diseccionado mi corazón en partes y sin asco, tal cual fuera un insecto con una anatomía y forma particulares. Lo abro y lo espulgo, admirando su debilidad y su fuerza. Por que tantos ? Dice mi cabeza. Por que tan pocos? Me responde el tiempo.  Mi gran viaje permanece en secreto como los edificios entre la niebla, ocultando su verdadera profundidad, los matices de su claro- oscuro. No he vivido nada, me digo, y para los otros sin embargo, ya he vivido tanto! Cuánto me he permitido soñar en este viaje. He estado mas veces inmóvil ante una ventana, ante un libro, o ante una pantalla que las veces que he observado la vida  en movimiento desde la ventanilla indiferente de un tren o de un avión, como reza la nueva filosofía de jamás dejar de moverse. Yo me he quedado quieta mas veces de las que he ido de viaje y sin embargo, para ellos es lo único que cuenta, los kilómetros que he marcado, los números que he hecho. El viaje mas logrado ha sido este, el que he hecho hacia adentro  a través de los otros para poder conocerme un poco aunque sea consciente que voy perdiendo memoria de el a medida que avanzo. 


Tengo un poco de miedo, no como antes cuando era una niña que no sabia lo que quería. Temo por lo que quiero, por mis debilidades que me hacen repetir las mismas cosas, a veces huelo la felicidad y casi tan pronto puedo oler que desgracias trae consigo. Cuánto me tomara recuperarme de lo que casi se acercaba a la imagen de perfecto. Quizá ese es el engaño mas frecuente, cada cosa, cada hombre, que tomo la relleno con trozos de recuerdos y mejoro lo que antes estaba roto, todo lo que ignoro, lo compongo con lo que podría ser mejor. Escribo una película, el personaje debe ser creíble y sin embargo al final la realidad personal supera toda ficción en mi cabeza. Así de magnánima es la vida con sus regalos y sus desgracias. Casi ha oscurecido, este invierno será frio, hay alguien en el teléfono enviando mensajes que terminan con la palabra amor, ni el lo cree ni yo tampoco. Pero seriamos una bella estampa de lo imposible. En la otra pantalla alguien que no me dice palabras tiernas, me envía cataratas  de canciones melancólicas sobre el amor y la pérdida, en total disonancia con su actitud indiferente a lo que yo haga o diga.  Me pregunto quien me acompañará a pasar este invierno? Imagino una espalda a quien abrazar pero es como pensar en azúcar o en alguna droga que potencialmente me hará daño luego. Quisiera ser como J. Binoche en esa película en la que le preguntan: Y haz dormido con muchos hombres ? Ella responde serena y feliz: Desde que llegué a Paris hace tres meses solo puedo contar con los dedos las veces que he dormido sola.


Yo soy la del otro lado del espejo,  quien duerme sola, permanece inmóvil en la ventana, disfruta el café y hace listados de palabras raras. A veces me muestro triste de forma indecente, pero solo para los mas íntimos y lejanos desconocidos. En el mundo de las imágenes, soy la feliz portadora de un cuerpo que invita al deseo, de una sonrisa que no se curva nunca. Para los amigos, el molino constante de historias y de risas. Hay una repentina claridad en el horizonte, quizá es la hora de reconciliarnos todas y perdonarnos todos los secretos. 

viernes, diciembre 16, 2022

24 horas de mundo real

La pregunta para el ensayo en francés se refería a ¿Qué acontecimiento había cambiado mi vida. En la practica oral había ensayado la típica respuesta de: Cuando empecé la universidad blah, blah, pero la profesora no me había notado muy convencida. ¿En realidad eso había cambiado mi vida radicalmente? Piénsalo, me dijo y acabó la sesión.


Yo estaba con la fiebre de 39 grados y el malestar por todo el cuerpo preguntándome si todos los alumnos de un curso de idiomas tenían que enfrentarse a preguntas tan trascendentales como esa. Acaso todos tenemos la suerte de tener una vida de cierto tipo y que luego ocurra un acontecimiento y cambiar milagrosamente de vida a lo  Paul Gauguin Por cierto, había hecho un ensayo sobre el libro de Vargas Llosa que habla de el, de su vida, de sus pinturas. Disfruté haciéndolo. Tal vez porque disfruto la vida de personajes así, que parece que tuvieran la vida marcada y se salen del molde no importando la edad ni la condición social, para buscar un sueño, su propia concepción idealizada del mundo, de lo que creen que es el mundo. Al fin y al cabo ¿cuánto dura el mundo real para un ser humano promedio ? Setenta u ochenta años si queremos hablar de alguien con una lucidez y fuerza aceptables, después ya no importa mucho. El antes o después de ese periodo sobre la tierra bien podría ser una historia bien o mal contada, una bellísima pieza de literatura, un capitulo del Señor de los anillos o el sortilegio de alguien  a quien se le ha ocurrido que la tierra es plana y que la vida es un invento. No hay ciencia, ni guerras, ni luchas, todo es visión periférica y podría o no ser real, lo único que importa es ese periodo de  siete décadas en promedio para hacer una vida maravillosa.


Me pregunto, si estaré haciendo lo suficiente, ya llevo cuatro décadas aquí, sobre este planeta azul.  Es decir que he pasado el 50% de mi vida útil en la tierra aprendiendo todo lo que pude, tomando las suficientes armas, o eligiéndolas según el peso que podía cargar, para el camino que ahora sigue. El camino que he elegido no es muy diferente de otros como yo, soñadores, pero sin fuerza suficiente como para romper con el sistema. Viajantes que no se alejan del nido mas que por cortas temporadas. Sin perder nunca de vista la costa. Me hice médico, consejera, un poco artista y recientemente comencé a trabajar en mi físico.  Pienso que estas habilidades me podrían servir si hay un Apocalipsis y desaparecen todos, a veces pienso que ya estamos en ese Apocalipsis que tanto anuncian las películas futuristas. Caminar sola por días enteros no es algo nuevo, o comer sola, o enfermar sola y solo leer de lejos mensajes de apoyo.


 La gente se mueve en pequeños grupos o manadas según las particularidades del clima o sus necesidades propias. En este mundo no se obliga a nadie a quedarse mucho tiempo, el agua y la comida escasean a pesar que están a una sola llamada de distancia. Debemos ahorrar, se nos dice, son tiempos cambiantes. Acaba de haber una gran pandemia, una guerra y otras mas, la escasez del petróleo en todo el mundo, el cambio climático que tanto temíamos, ya no es una amenaza lejana sino un panorama visible, en donde ya no hay certezas sobre el clima que rige  las estaciones ni de la duración de las cosechas. 

La mayoría de alimentos aunque no lo sepamos ya son transgénicos y pocos son los que realmente se producen en una tierra sana como la que perteneció a nuestros padres o abuelos. Si alguien me dice que no estamos ya en un viaje y que no es hora de movernos, es que quizá no ha visto aun todas las señales de cambio. Estamos en ese futuro distópico al cual jamas pensamos que llegaríamos a ver. 

Sin embargo, la realidad esta azucarada por continuas oleadas de entretenimiento, la atención en el nuevo ser humano es corta, las noticias y las imágenes también deben serlo, las relaciones están hechas para romperse y reanudarse, nada es mas incierto que la rapidez de un día, millones de noticias, un amanecer un atardecer, ochenta mundos, ochenta temas fotográficas, poses y sonrisas, Beats musicales, nada es suficiente. Todo lo que pasa en un día es una eternidad que no alcanza a ser grabada por ojo alguno, en un día han muerto 21 personas, 21 millones, los que existían, los no nacidos, a la otra orilla del mundo, gente de la que ignorábamos su presencia tiene sus propias luchas y sus propias guerras. Queremos participar en las guerras y en las causas de todos mientras la vajilla se queda sucia en casa, la ropa a medio doblar, las puertas abiertas. No se ha terminado el día y ya te haz enamorado cinco veces y vuelto a desenamorar de personas que nunca llegaste ni siquiera a tocar;  a escribir hipótesis de porqué no funcionaria este océano de sentimientos volcados en un cuerpo acostumbrado a la sequía continua.  Son otros seres humanos aun más temerosos que tú para que invertir tiempo en ellos ¿Qué saben de peces y olas los que han nacido junto  a las montañas ? 

Los seres humanos estamos tan lejos unos de otros, en continuo movimiento y sin embargo ignorantes de quién se muere al costado. Me sigo preguntando si estaré haciendo lo suficiente, si habré revivido a la gente correcta. ¿Quién soy yo para saberlo? ¿Si cuando continue el camino lejos de lo que ahora soy habrá todavía gente a la que me interese mantener a flote? 


Es tan bonito observar de cerca a la gente que sueña, que quiere hacer un cambio, pero son mas bonitos de lejos, sus ojos brillan, sus cabellos al viento, sus músculos se tensan, sus pies tiene alas, de cerca, son seres humanos con miedos y dudas, enfermedades del alma que acaban con ellos antes que las del cuerpo. 24 horas en este mundo, parecen mas de lo que un trozo de vida de 7 décadas puede parecer para cualquiera. Con recorrer 24 horas a pie el mundo de costa a costa, a través de un ordenador, en un avión o en un barco, podría saber que historias de amor y de horror hay, esas de las que quieres cerrar los ojos y oídos, esas que inspiran a crear nueva música y cuadros y amores. Esos amores que unos dicen que es imposible que sean únicos fieles, monógamos, porque 24 horas no es suficiente cuando se tiene la piel tan grande con sentimientos tan a flote. ¿Pero quién sabe?


 El día para mí comienza cuando saltan las estrellas al cielo y las luces de la ciudad se encienden, las verdaderas voces salen allí, la verdadera gente habla. Hablan los orgasmos, la incertidumbre, los miedos, las frustraciones, la maldad y la locura, nadie habla la verdad de día. Hay que caminar en la noche y escucharlos a todos. Entonces te das cuenta que 24 horas es más de lo que cualquier Dios doliente podría soportar, hay tanta humanidad en esas 24 horas. Solo es cuestión de abrir los ojos y estar en el presente, no es necesario llegar a las siete o a las ocho décadas para saber que es la vida real,  pero varios de nosotros hemos caminado dormidos toda la existencia y necesitamos la versión larga para entender un poco de que va esto. 

Jaa! 24 horas sería una aberración sentir tanto en solo ese tiempo. Imagina una película que durara 24 horas…saldrías del cine asqueado o hipnotizado. Millones de fotogramas de toda Indole de todo lo que pasa en el mundo…Ya jamás podrías volver a dormir …o si? O quizá nunca nos hemos despertado?

martes, agosto 30, 2022

Filosofía de Masas


Lo supe apenas pisé el asfalto y me dispuse a caminar de nuevo, me sentía mejor. Por la mañana mi ánimo apesadumbrado de la mujer que se agitaba con solo bajar escalones se había ido disipando poco a poco. Doce horas en el hospital, pensando cosas, compartiendo charlas anodinas, sobre pacientes, sobre estudios, sobre anécdotas, sobre películas con mis compañeros me habían dejado media gris. A veces en el hospital el tiempo no pasa lo suficientemente rápido y solo me da hambre y ansiedad todo el tiempo. Varias veces hoy me lamenté por el exceso de apetito, por el hecho de que ya no pueda ir a entrenar, por no saber porque mis exámenes de sangre siguen saliendo alterados. Por momentos finjo ante los otros que no me importa, por momentos me frustra no poder solucionarlo todo ya y rápido. A veces me da serenidad tener una excusa para dejarlo todo, sino fuera este cuerpo que está fallando seguiría cargando mi máquina corporal de obligaciones y deberes y postergando los sueños que ni sabía que estaban esperando en el escritorio. Por el momento me interesa estar bien, ni siquiera me interesa el amor de un hombre, con la psicoterapeuta he aprendido que primero tengo que amarme a mi y eso parece que me está faltando hace varios años, así que como no me hagan una regresión o una sesión de ayahuasca no sé como lo solucionaremos. Han sido doce horas de turno en el hospital postergándome, la mayor parte del tiempo tirada en el sofá del cuarto de reuniones para no agitarme mucho caminando por los pasillos, pero al llegar a casa, he pensado, es suficiente, mi cerebro está demasiado activo, he comido demasiado, necesito caminar un poco y olvidarme de todo. Así que he salido, me he calzado las zapatillas de deporte, me he puesto el polerón mas grande que tengo, ese abrigo verde oliva que mi familia odia, encima y he salido a la calle. Por supuesto las calles estaban vacías, como cuando estábamos en cuarentena. Yo amaba esos días en que la gente estaba metida en sus casas y solo los que teníamos pase podíamos deambular tranquilos, no había ruidos de autos, solo un par de fantasmas saliendo a pasear a los perros, los pasos en el asfalto sonaban con mas eco del acostumbrado, en ese momento yo corría, trotaba, sentía que debía estar fuerte, bajar de peso, los médicos estábamos viviendo una guerra y yo debía estar en forma para luchar hasta el final de esa guerra.

Muchas veces he pensado porque me tardé tanto en incorporarme al equipo del hospital, nos sentíamos héroes, con miedo, pero valientes, con pena, pero fuertes, con historias trágicas a cuestas, pero con valor. Yo no revisaba mi tarjeta para saber cuanto ganaba, lo que me infundía valor era saber que si en algún momento mi familia se enfermaba habría una cama de hospital para ellos, una cama en un momento de la crisis sanitaria en que no había cama hospitalaria para casi nadie. Ahora ya no siento eso, siento que somos vulnerables otra vez, que nos pueden echar en cualquier momento, que nos hacen problema por cualquier papel, que hasta la mas nueva secretaria te manda al desvío o te maltrata con papeleos inútiles. De nuevo eres nadie, porque en este país, ser médico en el sector público es como si fueras nadie, a menos que andes pavoneándote por todos lados o tratando mal a la gente y yo nunca fui así, ni lo seré. No veo la hora de volver a casa. No digo que el sector privado me trate mejor, vomito de solo pensarlo, pero al menos me dará menos pena cuando me toque dejarlo. Mi máxima aspiración es dejarlo todo y vivir de nada. Sé que alguien se debe estar riendo de mis ambiciones al leer esto,  alguien como yo que viaja cada mes, que se la pasa en fotos de hoteles cinco estrellas, planeando viajes a Europa como si fuera alguien de mucho dinero, que se mofa de tener una colección de zapatos que ocupa toda una pared ahora quiere vivir solo del aire. Pues si, quiero vivir del aire, quiero dejar de vivir de lo material, de las posesiones, quiero dejar de estar preocupada por las cosas que me quitan o que se consumen con el solo paso del tiempo. Debe haber algo mas importante que eso. Amarme dicen, amarme, pero por el momento debo admitir que me pone mas contenta saber que mi chico del café lee los libros de filosofía que le recomendé aunque quizá sea solo sea que pone los títulos para conquistar a cualquier otra, ¡es tan fácil vivir de frases prestadas! Pero  al menos le dejé algo, al menos aunque olvide mi cara, recordará que yo le recomendé leer ese autor que no conocía antes de mí. ¿Quién sabe? Ojalá se hubiera enamorado de mi, ojalá hubiéramos hecho mas el amor antes de terminar sin hablarnos, ¡qué estupidez el orgullo! Vivir en una misma ciudad y estar apartados por la seguridad de vivir así, sin querer arruinar lo que no debe ser, lo que no pudo ser, lo que mejor no es. Porque las gente adulta no se enamora, se cuida de no dañarse con demasiada cercanía. 

domingo, agosto 28, 2022

Caminar de nuevo

 Blog terapia

Domingo

28 de agosto de 2022



Caminar de nuevo


Poco a poco comienzo a caminar de nuevo, aun me agito, eso me lo hace notar mi sobrina que se ha quedado el fin de semana en casa y me distrae de mis pensamientos grises. Caminamos por los parques cercanos y me hace dar cuenta que me agito al hablar y que a pesar de que la marcha no ha sido a gran velocidad al llegar a casa aun presenta disnea. Pensé que solo yo lo notaba, es decir, me doy la vuelta muy rápido en la cama o me agacho muy rápido y me palpitan las sienes o me agito demasiado, pero trato de olvidarlo, pero el hecho que mi debilidad comience a ser evidente para el resto me da cierta pena. El miércoles me haré nuevas pruebas, esta vez con la hematologa, me queda un mes para recuperar algo de mi performance antes del viaje. Al menos ahora me preocupo por el viaje y no por el trabajo, algo ha cambiado en mi animo. Mi inquietud ha dejado de ser el presente inmediato y ha pasado a ser el futuro prometedor, así sea de unas pocas semanas. Tengo un itinerario vago de lo que haré en Octubre, aun me da miedo confiar en las personas, a pesar que Marc es una persona que luce coherente y equilibrada, luego de mi ultima experiencia de viaje con L. Mi terapista me ha aconsejado no rendirme a ser tan confiada y no poner en riesgo mi integridad. 

Es raro decir mi terapista, ahora siento como si tuviera un guardaespaldas, alguien a quien acudir cuando no se si los juicios que hago sobre mi son demasiado duros o demasiado laxos. He acudido a ella por que no sabía a quien mas acudir, en un momento de mi vida en que sentía que tenía ya todas las de perder. Ni siquiera mi cuerpo ni mi salud me pertenecían. Estos días, me ha hecho bien quedarme en cama, caminar poco, no esforzarme en grandes tareas, lo máximo que he hecho es comprar algunas flores y llenar el jardín de macetas nuevas. Quizá me convierta en la señora de las plantas. Espero que si dejo de trabajar pueda por fin tener una mascota, aunque se que eso solo es un sueño. Con mi tipo de trabajo, un perro se moriría de depresión solo en casa. Siempre pensé que me convendría tener una pareja petlover para así tener una mascota partime…Mis amigos entonces se reían,  o sea que no quieres una pareja por el sexo sino por compartir un perro, por compartir los gastos y el tiempo que demanda tener un perro. Pues si, por que mas ? Y es que en un momento como este en que era tan fácil obtener sexo para una mujer a través de las aplicaciones o las redes sociales, lo realmente difícil me parecía tener una pareja que quisiera compartir un proyecto en común como tener un perro o una planta. Lo de hijos ni siquiera estaba en el menú. 

Hay horas del día en que no pienso en el sexo con tristeza, es decir que no lo evado. Incluso lo añoro, meto mi mano bajo mis anchos pantalones de pijama e intento jugar, pero no me dura mucho. debe ser la depresión. Antes de me tocaba varias, muchas veces al día, la ansiedad, la adrenalina, el cortisol, el estrés del trabajo, la excusa que sea, pero yo debía tocarme al menos dos veces al día para sentirme relajada. Luego cuando el chico del café me hizo un comentario de que seguro a mi no me gustaba el sexo tanto como a el, tuve que pararlo en seco para aclararle que mi libido era la de una adolescente de catorce años, que si no teníamos relaciones, no era por mis horarios de trabajo, sino básicamente porque el no ponía mas empeño en verme. No sé si eso será lo que ha herido su orgullo tanto, o quizá las otras cosas de las que hablamos, pero lo cierto es que nunca pudimos retomar alguna conversación que no fuera a la defensiva. Quien sabe, a veces la falta de sexo o el exceso de el lo arruina todo.

Ahora dedico al menos una hora del día a escribir, me está costando, concentrarme, estar en silencio, hilar mas de dos ideas, confesarme. Hacer una especie de diario, para que no se me olvide que estuve así, en el pozo, o qué hay un pozo antes del verdadero pozo. A veces no se ni para que escribo, creo que es para no ver tanta TV, para no revisar tanta pantalla de celular, para no esperar un mensaje de whassap que no llegara, para en fin, evadirme de la realidad que no llama a mi puerta. Así que me oculto detrás de esta pantalla luminosa, a ver que me dice mi yo más básico, el más tímido, o el mas descarnado. A veces me asalta la curiosidad de quien aparecerá esta noche, la que extraña los besos, la que reniega de la vida, la que se queja de todo. La que promete que hará mejor las cosas. No sé quien. Por el momento me siento débil y eso me protege, se que aun no puedo salir a la calle ni enfrentarme a nadie, conocerme con nadie, darle la mano a nadie. Se que por el momento no puedo hacer nada que me saque de este punto inmóvil en que llego a casa, leo y escribo. De que me serviría acostarme con alguien? O que alguien me diga que me encuentra linda o quien sabe que mas cosas? Yo amé a un hombre que me dejó en una isla sin nombre, en una calle vacía, frente a una puerta sin dueño. Puse mis maletas en la vereda y el auto había partido a toda velocidad, nunca mas volví a saber de él, lo ultimo que recuerdo es un grito una maldición, un cállate la boca. Ahora que lo pienso, la que vivió eso fue otra persona, alguien que ha muerto, se ha muerto hace mucho en alguna parte. Su fantasma deambula por otros rumbos queriendo dejar flores en esa tumba sin nombre, para poder perdonarse el haber amado tanto, pero por mas que vaga el mar la lleva a otra orilla  a seguir penando. Ahora yo soy otra, pero no se quien soy. Casi soy transparente, casi soy el aire, o el agua, o la tierra, los brillos del sol cuando amanece, la pelusa de la ropa, la nada. Soy nada. Y así es mejor que me recuerden.


sábado, agosto 27, 2022

Otro día de no Hacer nada

 En realidad mi no hacer nada significa no tener un despertador, ni ir a trabajar. No meterme a la ducha, no cambiarme el pijama. No planear citas, ni salidas al gimnasio ni alguna excusa para salir de casa. No hacer nada, significa dejar del día pasar. Sin ponerme metas a cada hora. Así que me despierto como si llevara años sin dormir, me preparo el desayuno y veo una comedia francesa que a pesar de que es buena me la dejo en la mitad para quedarme de pie mirando por la ventana como es que se pinta la ciudad en una mañana gris cualquiera. Me gusta vigilar el crecimiento de mis plantas, esta vez no quiero dejarlas secar, me preocupa que la buganvilla vuelva a florecer, o que no se humedezca demasiado la tierra alrededor de las sansivieras. Luego tomo una tijera y corto de un tajo toda la maleza que se ha acumulado en el pequeño jardín, por un momento pensé que crecerían flores allí donde se veían tallos verdes silvestres crecer, pero no era solo material de desecho, nada digno de belleza. No todo lo que cobra vida es digno de permanecer. Lo arranco todo sin piedad ni tristeza, voy podando las plantas secas, los cipreses desvalidos, los geranios que no florecen. El invierno ha sido duro, ya vendrá una nueva primavera y con ella la esperanza de nuevas flores para mi jardín diminuto, en el piso diez de una torre grisácea que se eleva cerca al mar.

Me siento mas serena desde que decidí cambiar un poco el rumbo de mi vida, al menos ya se lo que tengo que hacer, al menos ya se que es lo que me estaba molestando, a donde no quiero ir, por donde no quiero continuar. Necesito tiempo, no dinero. El dinero se hace en cualquier momento, el tiempo es algo que no hay de donde estirar ni a quien pedir prestado. Pienso en mi viaje de Octubre, el suizo me dice, he visto publicidad de viajes a Paris hoy en el tren y he pensado en ti. Le respondo de inmediato y por primera vez después de tantos meses en que doy respuestas vagas a sus interrogantes. Entonces Vámonos a Paris juntos. ¿Ya está decidido ? Réplica el, con emoticones de alegría. Si, quiero caminar mucho, comer vegetales, hablar de todo un poco y hacer el amor.  Yo no pongo emoticones, yo no estoy feliz, solo estoy decidida. No sé porqué me ha llevado tanto tiempo darme cuenta que puedo proveerme de momentos felices solo con desearlo. Hay personas que estarán para mi si es que lo necesito, a veces me cuesta pedir ayuda, o pedir compañía o aceptar compañía. Siento que me pondré en una posición de vulnerabilidad. Que es mejor no mostrar todas las cartas. Pero por suerte con el hay mas racionalidad que sentimientos, hay mas sentido del humor que malos ratos y hay mas ciencia que frases clichés. Podría decir que mi amigo políglota y yo  nos admiramos mutuamente, pero seria mas correcto afirmar, que me siento cómoda hablando con alguien que es mas  inteligente que yo  para evitar llegar a situaciones de conflicto por tonterías como los sentimientos.

La tarde ha transcurrido tranquila, me enfoco en mi pronunciación de francés, en mis lecturas, en esperar a mi sobrina llegar a casa. La veo como una niña a pesar de sus 20 años, quizá solo es porque yo no quiero verme como una mujer tan mayor a su lado, salimos a caminar y en el espejo parezco una adolescente rapera, con pantalones anchos, los cabellos sin peinar, el gorro verde de lana y la casaca negra calada hasta los ojos. Es sábado día de citas, pero no me importa, ya no me importa salir así o no ir a comprar cosas. Tengo un closet lleno de ropa hermosa, carteras, zapatos de tacón, cinturones que combinan, joyas de colores, sombreros y pañuelos. Tengo un closet de muñeca, que rara vez uso. Quería un hombre para lucir de su brazo la mujer que me sentía qué era, sentirme apreciada, sensual y atractiva, vistiendo esos trajes que me daban el poder que los comerciales decían que daban. Hace semanas que ni siquiera lo pienso. Con el chico del café apenas si salimos un poco, su modo de vestir era casual y deportivo. Pensé, si alguna vez salimos no podré aventurarme a vestir  un estilo mas atrevido con el, porque su línea de vestir es tan homie, que probablemente yo a su lado solo luciría como una frívola exagerada.  Con mi suizo poliglot, en cambio, ni siquiera me daba conflicto que ponerme, mientras mas frugal me vistiera mejor,  suficiente unas zapatillas, unos jeans, sabía que el ni se fijaría que llevaba puesto, porque cuando yo hablaba con el tampoco recordaba que llevaba puesto encima, así de mucho me importaban sus palabras, todo lo que decía, todo lo que pensaba lo vestía para mi de toda la importancia del mundo. Así que podía venir en pantuflas a buscarme, metido en un saco de yute y  el seguiría siendo el hombre mas inteligente con quien poder pasar la noche entera hablando.

Es sábado y me apena que sea sábado y que no esté en una cita humedeciendo mis labios en una sonrisa a alguien nuevo, aunque también me tranquiliza. Me quita la ansiedad no tener que ser la caza de alguien, no tener que hacer hipótesis de si me llamara mañana, si me llamara el lunes, si le guste lo suficiente, si me gusta lo suficiente. Si viajaría conmigo a la playa, si viajaría conmigo en mi cumpleaños, si viajaría conmigo en las vacaciones, en fin, si no le molestaría salir de su zona de confort un rato para viajar conmigo un rato porque la vida es cortita y se acaba en dos minutos y yo quiero vivirla ahora, ahora que mi piel es tibia y mi sangre rumorea caliente bajo mi cuello, y me palpita el corazón pidiendo emociones y me acelera el pulso pensar que puedo enamorarme de nuevo. Ay! De nuevo. 

viernes, agosto 26, 2022

Tercer Viernes sin Sexo

 Blog terapia

26 de agosto de 2022



Tercer Viernes sin sex



He caído en la cuenta que son ya tres semanas desde que abandonamos la idea de vernos. Ahora lo llevo mejor, casi ni me he dado cuenta que era viernes. Que debia bañarme, que debia arreglar la cama. En realidad he estado ocupada en sobrevivir. El martes me atacaron de nuevo las jaquecas, atribuibles a la vacunación y mi estado hiperinmune. Hice turno como si tuviera un alíen en mi cabeza, sentia que los ojos se me iban a salir de las cuencas de tanta presión que sentia en el cerebro. Habia tomado los analgésicos, pero aun asi no podia mas. Entre los médicos no existe compasión, nadie te dice, oh estas con dolor de cabeza vete a descansar, entre nosotros, solo hay excusa par irte si tienes una bala alojada en el pulmón o francamente estas con un órgano afuera: Resfríos, diarreas incontenibles, fiebres, dolores por menstruacion, migrañas, lumbalgias o infecciones urinarias caen el rango de niñerías y engreimientos. Si eres una mujer, caes en el estigma de ser demasiado sensible para ser intensivista. Asi somos. A veces hemos tenido doctoras que han ido al turno con hemorragias digestivas solo por la vergüenza de no decir que estaban sintiéndose mal. De no querer dar lástima o que se burlen mas de nosotras. Pase todo el martes asi y al llegar casa el asunto no mejoraba, para la madrugada queria tirarme por la ventana, seguí medicándome y aun tenia turno, para el miércoles no soporté mas y a medio dia abandoné el turno para venir a dormir a casa. Pensé que podría solucionarlo sola, ponerme una inyección, dormir, asistir a mi turno de noche y al del jueves de dia, no dejar a nadie colgado. Me preocupaba mas cumplir mis turnos que causarme un daño renal o un daño gástrico por todos los analgésicos que estaba consumiendo. 

Para el miércoles en la noche ya no podia hablar, cuando llame para excusarme porque no podia asistir al turno, escuchaba una voz que no sentia como mia, las palabras no salían o salían a la mitad. Soné tan penosa, que mi colega al otro lado de la linea me insistió en que por favor fuera a la emergencia de la clinica. La verdad ya no me podía mover. Pensé, si llego a despertar llamaré  un taxi e ire a la clinica, pero por el momento concentraré  mi máximo esfuerzo en no caerme de la cama. Quería ir al baño pero ya no podía mover las piernas. No sabía  si era obra de la medicación o que realmente mi cerebro se estaba apagando, no sentía pena por mi. a diferencia de otros episodios migrañosos en que me habia dado por sentir lástima  por mi y llorar de frustración por no poder parar el dolor, ahora me sentía tan atontada, que lo único que esperaba es no atorarme con mi propia lengua.

 Pase la noche y el jueves desperte sin sentir mi cara. Fui a mi turno, no se por que fui. Quizá solo porque no sabía  que mas hacer. Dije, ire a mi turno y si me vuelve a doler alli, sabrán que hacer…Jueves 8 am ya no me dolía nada pero me sentia ausente y con los pensamientos lentos. La mañana pasó tranquila, no me quejé con nadie, ni le comente nada a mi jefe, hablamos de los pacientes, pasamos ronda y trate de no mostrarme ausente mientras el resto hablaba de los casos del dia. Por la tarde, cuando todo se calmo fui a la emergencia y les dije háganme una tomografia, he tomado en 48 horas demasiada medicación con riesgo de isquemia cerebral.  Estoy bradipsiquica y me siento asustada. No necesité decir mas. Me hicieron la tomografía en 5 minutos. Salió normal, pero igual me tenían que meter al resonador. La sospecha de un aneurisma roto era alta, el dolor no había sido el típico y ya era el tercer día con episodios que iban y volvían.  ¿por que haz venido a tu turno? Me preguntó  el medico de emergencias. No sabia que decir, ultimamente hacia las cosas por inercia. En la camilla solo pensaba en que por fin podría saber si tenia o no el dichoso aneurisma, uno de mis amigos bajó a verme de sala de operaciones, le acababa de escribir solo porque tenia hambre ¿Por que no llamaste a nadie ? Me dijo.  ¿A quien iba a llamar ? Una nace y muere sola. ¿Quien iba a venir? Pensaba. Como íbamos a abrir la puerta de tu casa si pasaba algo mas grave. Fue la primera vez que pense que pudo haber pasado algo mas grave. Esa migraña pudo haber sido la ultima, quien sabe. Sentados en la camilla comenzamos a hablar e hizo la labor de coaching que nadie había querido hacer, o quizá solo dijo lo que yo quería oír. Eso de que hubo un momento donde se me veia feliz y luego ya no. Hubo un momento en que estaba viajando y sonriendo, feliz, enamorada, no lo sé. Y ahora solo estaba triste, cansada, pensando en trabajo, en turnos, en el hospital, en salarios y en pacientes. Me estaba matando y nadie me estaba obligando a eso, yo sola habia elegido como matarme. Si no era el aneurisma me iba a crear un câncer, pero mi sistema inmune ya no daba para mas. Mi cuerpo se estaba defendiendo a diario de una fatiga que le venia de dias y dias sin resolver. No habia con quien compartir esta pena, de pronto mi nave se habia quebrado en dos y estaba naufragando por todos lados. Piénsalo me dijo. Mañana te vengo a recoger y te llevo a tu casa, pero ya no te juegues así con tu vida.

 Me quedé en la camilla 3 horas mas, pensando en mi vida, en las cosas que quería hacer, en el dinero que tenía ahorrado en el banco, las cosas que había acumulado y que no tendría tiempo para gastar si me moría pronto. Vi mi celular, solo algunos amigos me habían preguntado como estaba, la mayoría ni se preocupó. El chico del café vio mi foto en la camilla y ni por empatía básica  preguntó si estaba bien. Creo que ahí me di cuenta que su  enojo podía mas que un gesto de amabilidad con la persona con la que hasta hace unas semanas habia compartido anécdotas y cama, era mucho más engreído que yo, así que bien se podia ir a la mierda. La verdad, todos aquellos a los que en un momento les habia tendido la mano en los oscuros momentos del covid y ahora que yo estaba mal ni siquiera preguntaban por como me sentía, todo ese mundo de gente egoísta, todos ellos, incluido mi puto trabajo se podían ir bien a la mierda. Me estaba ahogando y era el momento de comenzar a nadar hacia arriba por mi vida, sin importar nada ni nadie mas.

lunes, agosto 22, 2022

Lunes de Panacotas

 Poco a poco me voy sintiendo mejor. Aunque eso es solo un decir, esta madrugada he despertado a las 2 am totalmente lucida a leer hasta las 5 am. Primero intente meditar, oír musica, revisar redes, cuando nada funcionaba me rendi a Murakami  hasta que los pájaros cantaban cerca a la ventana. Es Lunes, mis lunes son sagrados porque afortunadamente los dejo como dias libres y me evito lidiar con el tráfico y el estrés de toda la ciudad angustiada por correr al trabajo a la escuela o hacia alguna parte. Yo los lunes me levanto tarde, me hago un desayuno relajado, veo alguna serie o alguna película ligera y salgo entrenar alrededor del mediodía. Hoy sin embargo me sentía demasiado cansada por el insomnio reciente para poder hacer cualquier cosa. Pedi que me congelaran la semana completa y decidí dejar de sentirme culpable por no hacer ejercicio, escuchar a mi cuerpo y descansar un poco. 

Las ronchas y los pruritos tampoco han vuelto, he disminuido las dosis de los antialérgicos y cortado del tajo todos los corticoides ayer si asi por fin mi estado inmune vuelve a su habitual somnolencia. Hoy me he pasado la mañana preparando mi presentación oral en francés sobre las ventajas de los medios sobre la televisión, tenía mucho que decir, pero aun pienso mucho en español o a veces me saltan palabras en portugués que no s´é porque siguen ahí anidadas en el fondo de mi lengua. Después de eso me he dado una larga ducha caliente, me he tomado el tiempo de peinarme y secarme el cabello, de esperar a mi mejor amigo y salir a tomar un lonche, en fin, de volver a mis rutinas mas o menos establecidas. Sin embargo, ya no me muero por usar ropa bonita, me he vestido de abuela con el abrigo claro, la falda de lanilla y las botas oscuras. Incluso he llevado una cartera de detalles bordados con perlas rosas para que combine con el cinturón de pedrería. Todo muy clásico. Nada de piel a la vista. Quiza algo en mi se quiere proteger, ya no solo del frio, sino de las miradas y del mundo. Al volver he visto los mensajes, el tipo que dijo que no me volveria a hablar me ha vuelto a saludar a través de una red social diferente luciendo un peinado diferente. Se ve mas guapo y sin embargo tambien mas tonto, ha perdido ante mi el brillo de la sorpresa. Es un tonto mas con el que ni siquiera pudimos mantener una charla compleja para poder tener una cita física. El tipo es un fiasco y al parecer aun no lo acepta una pena por el, porque afortunadamente ya estoy yendo a terapia y puedo librarme de monedas falsas como el rapidamente. Tambien volvió a interactuar el tipo que me mandó una canción y luego me mando a volar diciendo que era una Drama Queen, que volátiles son los sentimientos de los hombres! Unos dias sin hacerle caso y ahora inventa excusas para hablar un poco. Esas pequeñas escaramuzas de tipos a los que ya tenia olvidados me elevan un poco el animo mientras saboreo mi panacota en la cafeteria de ancianos casi atestada de gente. me siento cómoda, con ropa a mi gusto sin tratar de impresionar a nadie. Justo en mi edad, no se porque se me repite en la cabeza la frase “muchachito tonto” ahora la entiendo, llegada cierta edad, todos los que son menores parecen algo tontos y con falta de encanto, como una repetición de molde aburrido, de maneras inseguras, de retóricas y juegos hostiles, es más cómodo estar alli, disfrazada de abuela, saboreando panacotas y hablando de restaurantes y viajes con mi mejor amigo, que ya hace tiempo me dejo de ver atractiva, que ya hace tiempo me ha dejado de ver como mujer, de pronto solo hay ese cariño fraterno que haces que te acomodes en el respaldo de la silla y te digas, es justo aqui donde quiero estar y no mirando a la pantalla de un celular para responder mensajitos desesperados.

Sin embargo, aun hay algo de mi esperando que el chico del café recapacite y tome el camino de vuelta como los otros, invente alguna excusa para hablarme y revierta el camino que ha tomado. A medida que hablo de el, me doy cuenta que lo que ha tenido es engreimiento, miedo, un montón de sentimientos que aun no puede manejar, quizá el mejor favor que me ha hecho es alejarse para no complicarme la vida queriendo pedirme lo que el no puede darme. Pienso en eso y me siento mas tranquila, los días pasan y yo debo retomar el control de mi vida y mis emociones. Han sido dos semanas de no querer despedirme de la idea del sexo, pero creo que ahora de nuevo estoy segura, puedo estar si eso. Puedo estar tranquila sin estar pendiente de pedir, de que me den, de esperar que me busquen. Tengo tantas cosas pendientes por hacer y a veces cuando solo pienso en tener intimidad mi cerebro se nubla y no vuelve a pensar bien, solo va tomando decisiones estupidas afectadas por emociones y pasiones del momento. Me vuelvo un animal ciego que no sabe que rumbo tomar. Ahora estoy tranquila, tapada, mi piel esta curando, mi cuerpo tambien, quien sabe cuanto le falte a mi cabeza y a mi corazón. Pero ya todo estaba claudicando aqui, ya era tiempo de tomar este descanso y decir basta no ?

domingo, agosto 21, 2022

Domingo de Bicicleta

 Hoy he vuelto a andar en bicicleta, lo hice después de tomar la siesta obligada posterior a mi turno de anoche. Extrañaba pedalear, aunque los dias lluviosos y grises no me animaran a moverme. La semana pasada habia procurado caminar, pero lo hacia lentamente, como si mi cuerpo fuera un pesado objeto que apenas pudiera remolcarse por las calles desde mi trabajo a mi casa. Paraba en el café a comprar te o algún pastel que no me pudiera dar alergia. La única razón de ir a ese cafe con mi termo lleno de mate era que por un momento sentia que volvia a citarme allí como la primera vez con el chico de este mes. Mi cita mas reciente, el intento mas cercano de volver al ruedo con una persona, no por lo físico sino por las largas conversaciones, por el aroma de su ropa, por la textura de sus manos, por la profundidad en sus pensamientos. Quizá algo en mi buscaba enamorarse, o como siempre, solo volvía a romantizar incluso las características mas sencillas de los hombres que me atraen intelectualmente. Los dos meses de negociaciones han terminado, hemos tenido mas conversaciones que encuentros físicos, por eso debe haber dolido un poco mas. Hay mas apego cuanto mas conoces de la otra persona, o crees conocer. Por eso estas semanas me dediqué a caminar y a volver a ese café Starbucks a leer, usando esta vez un Kindle, como si con eso me hubiera ganado un bono a la modernidad de corazón.  

Leer no es algo nuevo para mi, pero jamás lo habia hecho con tanta necesidad de evadirme. Caminaba de retorno a casa solo porque sabía que pronto podría sentarme y volver a leer, me agradaba esa vieja sensación de mis años de adolescente. Un deseo puro que te motiva durante el dia. Quizá tambien durante mi adolescencia me había refugiado en los libros para huir de los temas reales que empezaban a cambiar en mi cuerpo y en mi vida. Dentro de los libros hallaba las voces, los ejemplos y las frases que necesitaba para dar forma a los sentimientos que bullían brutalmente en mi interior. Todo ese yo salvaje que no hubiera sabido como domar sino me metía de cabeza en los libros. Durante la semana que pasó comparé al protagonista solitario y alto de las manos suaves a mi chico del café. Los siguientes dias, cambiando de libros hacia ensayos sobre música o maratones de fondo, mis pensamientos fueron también disgregándose. ¿Donde estaba yo en todas esas líneas? ¿Por que quería seguir leyendo, ensayos y deducciones si en verdad era el momento en que me sentía mas perdida?Quizá solo deseaba volver a encontrar mi propia voz. Ahora a medias, forzándomea escribir, la voy hallando. Se que no podría hilar una historia ni un pequeño cuento, pero hilvanar ideas me hace bien. Como montar bicicleta y pedalear duro aunque me duelan las piernas y me falte el aire y piense cada maldito metro, si es que no hay algo malo fisicamente en mi que se está gestando y me está ahora debilitando tanto. 

Nunca fui fanática de los deportes, pero empezar a moldear mi cuerpo y a ganar resistencia me había llenado de valor los últimos dos años. Sentía que ahora podía pasar pruebas físicas que antes no podia, que mis nalgas o mis piernas mostraban músculos sanos y fuertes que antes estaban solo ocultos por grasa inútil. Seguía comiendo como desaforada y mis horarios de sueño eran horribles, pero mis tres dias a la semana de entrenamiento se habían vuelto infaltables. Acababa de crear un hábito extenuante, que sacaba un poco de felicidad de rincones que no sabiía que aun guardaban un poco de dicha. Todo eso, hasta que volví a tener sexo. A veces pienso que mi rutina de estos siete meses estaba encaminada a ser exitosa, estaba logrado el ansiado equilibrio mente cuerpo, estudiando idiomas ( otra vez estudiando un idioma) leyendo, haciendo deporte, saliendo a caminar a la playa. Paseando en bicicleta. Había comenzado a programar una vez por semana alguna salida con un amigo que no fuera muy cercano y con quien pudiera descubrir un restaurante nuevo o algún lugar de copas, a veces no pasaba de un simple local de sopas, pero al menos era como salir de mi mundo médico. No salía mucho a lugares de citas, mi guardarropa sexy seguía intacto, pero poco a poco  sentia que iba  saliendo del deshielo. Un día volvi a coger valor para tener citas con desconocidos. Tuve tres, una salió mal, otra fue divertida y la ultima fue con el chico del café. Mi corazón aun se niega a aceptar que no resultara, me tomé mucho tiempo hablando con el, mucho tiempo tratando de controlar mis miedos, mis inseguridades. Ahora se que lo debo dejar ir, igual que el agua que pasa entre los dedos al meter las manos al rio. Después de una semana de pensarlo, caminar, de que me bajara un poco este estado disfórico y comenzara a preocuparme mas en mi estado físico que en las otras personas, pienso que  este año apenas podré manejarme yo y mis sentimientos. Apenas podré conmigo por el momento para estar pensando en él o en las formas de acercarnos. Aun a pesar de eso, cuando paso por la esquina de ese café me provoca quedarme, pedir algo, lo que sea, conectar el kindle leer dos o tres horas, pensar que pasaría si llega, si nos volviéramos a ver, si pudiera hablar con el de las cosas que leo, de las cosas que pienso. Si haríamos el amor. Si pudiera hablar con alguien de las cosas que surgen en mi cabeza y a las que aun no se bien como dar forma. Me quedo en ese café y es una isla a mi ansiedad reciente. Me protege de volver a casa sin planes ni citas. A veces lloro ahí, mientras escribo a mi hermana que me siento perdida, que no sé si me ayude la terapia, que no se si algo me ayude ya en esta vida.

 Hoy pasé por allí en mi bicicleta, pero no paré, tenia el corazón cansado, mi pulso agitado, no queria quedarme quieta en esa isla de café y melancolia, apertrecharme allí a pensar por milésima vez como fue que nos vimos en la primera cita y de que hablamos y como era su rostro y su voz mientras me hablaba y llegábamos a ese pacto tácito de acostarnos esa noche porque lo habíamos deseado desde la primera vez que solo cruzamos palabra. Pasé por allí y pensé que hoy no era un domingo para estar triste, era un domingo para volver a ser yo, a estar en movimiento, moverme en esa vieja bicicleta asi se me dañara el coxis y pedalear esperando que las luces se enciendan a mi paso y que haya algo nuevo en la siguiente vereda. Bueno o malo, pero nuevo. Volveré a leer, volveré a estudiar, quizá hasta vuelva a escribir, no sé si mis fuerzas me permitan volver a entrenar o a dedicarme a nadar, pero lo intentaré. No sirve de nada detenerme en la isla desierta de una cita que no resulta. A beber café y romantizar alguien que ya me debe haber olvidado. Ya no mas, es momento de seguir pedaleando aunque aun me falte el aire.


Sábado de Turno

 Sabado 

Me he quedado todo el viernes a gusto sin salir de casa, no siento que me esté ocultando, solo siento que no tengo fuerza suficiente para interactuar con nadie. He decidido que si vale la pena lo de mi interacción con el último chico, entonces tendrá que pasar la prueba del tiempo, quizá si podemos hablarnos aun a pesar de semanas y meses sin vernos y vuelve a existir química exista una pequeña oportunidad de salir a flote. Quizá necesitemos mucha terapia individual de por medio, quizá en ese ínterin el encuentre a alguien que verdaderamente lo llene o lo haga feliz, pero no tengo tiempo ni cabeza para debilitarme con esos pequeños obstáculos. Ya no depende de el salvarme, depende enteramente de mi. ¿ Salvar qué? Eso aun no lo sé. He vuelto a trabajar, estoy de turno, con mi ropa celeste descartable y sin sueño a pesar que esta es la hora en que prefiero cabecear un poco. Culpo a los corticoides y a la medicación antialérgica de esta semana de tenerme entre insomne y ansiosa, entre disforica y completamente perdida. Es como si todos mis sistemas de alerta estuvieran al acecho de algo que aparecerá de pronto, me quedo quieta en el umbral de la cueva, observando ante mi un bosque silencioso, en donde ni una sola hoja se mueve con el viento. Mis ojos se cansan de mirar, se quedan duros de cansancio, parece que se fueran a cerrar pero permanecen atentos, a algo, algo de mi que espera aflorar. Al menos eso es un avance, pienso. Antes esperaba que las cosas vinieran de afuera, que alguien milagrosamente viniera a completar algo que yo no sabia que me faltaba, pero ahora mis ojos esperan ver por fin cual es esa parte de mi que permanece sumergida y que a la menor distracción saldrá corriendo como un fantasma del bosque a mostrarme un rastro por donde seguir el sendero de retorno hacia si.

Hablo enredado, pero debo tenerme paciencia, no es fácil volverme a hablar. Hablar sin esperar que nadie lea. Las semanas previas o años previos, cuando conocía a algún hombre que me conmoviera queria mostrarle algo de mi que hubiera escrito, algo antiguo por supuesto, algo que mostrara un poco de mi carácter, de mi sensibilidad o de mi capacidad de instrospección. Estaba ahí mi ego queriendo salir, queriendo brutalmente ser amado, adorado, calificado. Exponerme ante el nuevo objeto de mi deseo. Igual que con las fotos, igual que con los vestidos, igual que con todo. De niña habia dejado de intervenir y de mostrarme, habia metido la cabeza bajo el agua, mi ser social lo habia ahogado con todas mis fuerzas bajo el agua, para que no diera problema, pero cuando surgieron las redes sociales y el anonimato, pude nuevamente volver a mostrar esa parte narcisista que buscaba algún tipo de reconocimiento ajeno, algún tipo de vinculo con alguien que pudiera entenderme o acogerme. Era presa fácil de todo tipo de seres posesivos e insanos y estaba en continua huida y miedo, pero no dejaba de provocar. Mi actividad favorita se volvió venir a  las redes a ver en el espejo del agua, quien mas se ahogaba por intentar capturar mi verdadera imagen.

Mientras escribo me olvido un poco de revisar las redes sociales, de revisar si “el” vio mis estados. Otra vez hay un “el” que pena por mi, admitirlo. Siempre hay un el, quitándome el aliento. ¿Cuánto tiempo durará esta vez? Han pasado casi siete meses para que volviera a interesarme verdaderamente por alguien y lo he arruinado todo yo sola, pero basta. No puedo pensar en eso por el momento. No estaba lista. Asi que es mejor dejarlo asi por ahora, sin culpar a nadie, si en algún momento aun hay química ya volveremos a cruzar palabra. Mi yo depresivo casi me grita que eso no sucederá, que el ha tomado una decisión, que somos tan orgullosos, que no habrá nada que cruce nuestros caminos a pesar de vivir en la misma ciudad y no tener ningun lazo que nos lo impida. Es solo miedo, autoprotección, ganas de estar bien. Madurez es abandonar algo que no funciona, sin aferrarse.. Eso me ha dicho el y tengo que hacerle caso, porque me siento tan perdida, que apenas podría confesarle que he usado todas mis mañas para no apegarme, que he usado todos mis trucos de conducta agresiva y hostil para no confesar que me estaba gustando mas de la cuenta, que sabría que no podia ni estaba lista para darle algo mas de lo que fuera solo fisicamente aséptico. Tratar de parecer casual y madura a esta edad donde tienes la psique hecha mierda es caminar con tacones por el hielo, una auténtica puta broma. Pero no estaba para confesarle a alguien con tantas barreras y con un ego mas trabajado que el mio, que yo podia enamorarme primero. Primero el orgullo, primero mi dignidad, primero salvar el pellejo, luego ya veríamos. Y aqui estoy, escribiendo para no pensar. Volviendo a escribir para volver a pensar, pero pensar en mi, en mi mente, en esa cabecita que necesito curar de una vez por todas antes de admitir que preciso ser amada, pero no por otros sino por mi misma y que aun no se cómo. 


viernes, agosto 19, 2022

Viernes Reptilianos




He decidido volver a escribir, con todas las consecuencias que esto acarrea. No se si será algo personal un cuento o una confesión, me estoy rindiendo debilmente, porque ya no tengo mas opciones que tomar excepto de la que tanto he venido huyendo. Volver a escribir es como mirarse a un espejo largamente después que te sabes fea, esa percepción fea de ti que nadie adivina pero que esta ahí y que no puedes sostener con la mirada mas de dos minutos. A veces me pasa, por eso ayuda la cámara, detrás del lente de la cámara puedo hacer algún gesto, alguna morisqueta, algún juego que oculte quien soy. Me disfrazo o eso creo yo y pasa mi ansiedad por sentirme expuesta. En cambio cuando escribo las primeras líneas son crueles, quiza sea asi los primeros dias, pido paciencia. Me pido paciencia. 

He empezado a cerrar círculos, no ha sido una resolución consciente ni madura, como podrían esperar de alguien de mi edad, fue solo el agotamiento mental, un insomnio prolongado, varios dias de llorar sin causa y el descontrol de mi vida y de mi salud. Al menos quería cerrar uno de los ciclos abiertos, asi que empece por el niño bonito, empece por W. Nunca termine de contar esa historia de amor, pero termino como un drama que muy a mi estilo no supe digerir sino hasta muy tarde y a muchas millas de distancia, cuando nos dudaba mas que decir. Lo peor para una mujer en esas circunstancias es toparse con el silencio de la otra persona a todo reclamo, a cualquier insulto o llamado. Quizá perdi la cabeza, de hecho la perdi. Cuando pienso en esos días pienso en la frase en como me describí en el instante en que descubrí que el habia vuelto con la ex. Senti un golpe de puño en el oído. Que me sacaban de mi centro, que era derribada por una fuerza que no sabia ni de donde habia venido, inesperado y certero, como los grandes knockout. Ellos juntos y yo habia perdido la apuesta, incluso apostándolo todo. Pasaron mas de dos años de eso, el covid y luego casi de inmediato la historia con L. Nunca esperé enamorarme de L. No era mi tipo de persona, por mas que luego romantizara el asunto, en el cielo donde brillaba W. No habia hombre que le pudiera hacer sombra, asi de enamorada estaba. Las conversaciones con L. Eran esporádicas y anodinas, coqueteos que no llevarían a nada. Hasta que ocurrió la ruptura con W. No importa cuanto viajara después, me sentia abandonada y frustrada. L llegó en un par de alas plateadas para salvarme de ese vacío, quizá ahí verdaderamente empezo nuestra química. Yo abandonada, viéndolo por primera vez. Como hombre. No como el tipo de Lima, sino como el hombre que acaba de llegar a Costa Rica por mi. 

Bien, hace unos días escribí a W. Porque finalmente esa historia se marchito en todos sus colores bellos y tristes a la sombra de la siguiente que me tocaria vivir con L. No habia nada que reclamar, ni que recordar. Todo está olvidado le dije, te deseo toda la felicidad y mucha paz. Eso se lo dije de corazón, en realidad, habia pasado varios meses imaginando su felicidad , no conmigo, quiza en otro mundo en otra vida. No se si se lo merecia, pienso que todos nos merecemos ser felices, soñar, tener esas sonrisas y ese amor que romantizamos desde pequeños. Y el era un soñador como yo, por eso nos habíamos entendido tan bien. No mentia cuando le deseaba felicidad. Ojalá ya fuera feliz, en este mismo momento, no queria saber los detalles, pero desde el fondo de mi alma queria que al menos uno de nosotros estuviera pleno en este mundo que siempre da la espalda a los soñadores.

He cerrado ese ciclo, no me senti ni feliz, ni triste, un poco vacía, quiza aliviada. Me di cuenta lo difícil que seria poder hacer eso con L. Tendría que pasar una vida para que yo pudiera dejar de sentir ese dolor al pensar en L, si podia desearle felicidad, amor, hijos, como a cualquiera, pero nunca mas podría estar en una misma habitación con el, ni respirar su mismo aire, ni siquiera resistiria verlo en linea a la vez que yo. Quizá aun tengo estrés pós traumático de aquel último fin de semana, quizá necesite mucha terapia para poder decir “lo siento”. O “te perdono”. No, ni siquiera me lo imagino. Cuando pienso en eso solo quiero salir corriendo, tengo pánico de todos esos recuerdos. La sensación de abandono en esa calle en PR con el auto partiendo a toda prisa aun me tiene temblando. Nadie se aleja  lo suficiente de sus traumas infantiles, resurgen y te atacan en el momento mas vulnerable de tu adultez. Ahora debo aprender a manejar todo eso. Antes que me destruya por completo, o a la gente a mi alrededor, no deseo dejar de ser funcional, a veces despierto sin estar segura quien seré hoy. Es extraño, es como andar por un pais desconocido, apenas me estoy adaptando a este nuevo modo de ser.



Estoy escuchando my playlist basada en el disco Reptile de Eric Clapton. Por eso el titulo. Solo eso

viernes, agosto 12, 2022

Terapia

 Hoy le dije a la terapeuta que habia perdido mi creatividad. Que me habia perdido. Lo que no dije es que sentia mi cabeza seca como una charca en pleno verano, aunque me acercara mil veces, me agobiaba la misma frustración de saber que ya no habia nada para mi, ninguna imagen vibrante, ninguna historia que quisiera salir del pozo y hablarme. Era mas creativa en los periodos de dolor, le comenté.

- Entonces quizá no eres tan creativa como piensas -y luego empezó  una disertación sobre el arte y su presencia ya sea en nuestros momentos oscuros o los luminosos. Intenté  no hacer un mohín de desencanto, ponerme a la defensiva o replicar. Habia ido allí, porque era mi ultima esperanza, no quería discutir con nadie más  sobre nada. Me sentia perdida, abrumada por todas las cosas que no había podido resolver sola, todas esas historias inconclusas arrumadas en un rincón de la habitación como ropa usada y sin doblar. Habían pasado muchos años desde que pensé que necesitaba ayuda, lo habia dejado pasar, por miedo, desidia, falta de tiempo o de dinero. Pero a medida que pasaban los años me compraba en cambio, cada vez cosas mas inútiles y caras que apilaba a mi alrededor y no me llenaban lo suficiente. Intentaba comprar tiempo, con viajes, con personas, con emociones nuevas, nada resultaba. Había un espacio vacío acá adentro que podía servir de escenario para alguna escena de asesinato en Breaking Bad, un desierto lleno de briznas sin nada atractivo cerca, solo soledad y muerte. En ese espacio vacío iba a parar el tiempo que compraba, las cosas que obtenía; pasado el filtro de la experiencia inicial, del fogonazo de dopamina, volvia a despertar allí sin entusiasmo en ese mismo desierto, demasiado luminoso, para siquiera protegerse los ojos o el cuerpo de su hiriente y cegadora luz.  Una horrible agorafobia me inundaba, nada a que aferrarse, nadie a quien abrazarse. Ningún lugar seguro donde ocultarse.


He tenido que repasar ante ella pequeños hechos de mi vida sentimental que no queria volver a narrar, porque no queria volver a llorar por eso, ni a victimizarme por eso. Quería que pasaran y se olvidaran, pero tuve que ponerlos de nuevo sobre la mesa y admitir que me expuse voluntariamente al dolor, como un acto insano que se repite una y otra vez quien sabe desde cuando. No importa la persona, ni el objetivo. A traves de mis parejas he tratado de desnudarme lo mas que he podido el alma, para sentirme plenamente honesta, de esa forma no sentir culpa luego, ver en sus rostros pasado el tiempo alguna desazón que me dijera “no eras como yo imagine”. Pero a veces somos ciegos a nosotros mismos, pensamos que mostramos todo, pero solo mostramos las partes mas emotivas, las que creemos mejores o peores esperando crear una performance armoniosa con la persona en cuestión, de cierta forma les mentimos y nos mentimos al momento de elegir que mostrar. Hay un punto ciego que no vemos. Es cuando se descubre que la grieta comienza y el hermoso paisaje empieza a craquelarse. 

Estoy en el desierto ahora, ni una brizna se mueve, el ambiente es pesado y lento, los colores amarillos y sepias, el aroma de polvo y olvido. Estoy ahí sabiendo que no hay ningun camino transitable cerca, que no me puedo abrazar ni siquiera a una piedra, que no hay una manera de acelerar mi desaparición de esa pesadilla, excepto esperar y esperar hasta que el agotamiento acabe con el organismo de alocadas células cegadas en su proceso de producción de O2-Co2. No me es posible ni siquiera auto eliminarme, solo queda esperar y esperar.


Me doy cuenta que estoy a millas de distancia de lo que creí estar, que no puedo acercarme a nadie aun. Que estaba dañada antes, con miles de barreras, de brechas, de obstáculos, de miedos. Esperando como un reto que alguien salte todo eso para luego verlo a la cara y amablemente rechazarlo porque no estaba lista. Porque no se, no se absolutamente que es lo que quiero. Estoy en ese desierto, creativo, humano, afectivo. A veces es acogedor, porque alli no tengo que mostrar un papel de gente que no soy, tengo tantos disfraces en el closet que hay cierto alivio en no tener que ponerse ninguno para agradarle a nadie, para tratar de tener comunicación afectiva con nadie.


No soy creativa no, soy alguien que siente. Eso debi decirle, que en estos últimos tiempos las veces que deje de escribir y de comunicarme es porque no sentía nada, excepto fatiga, fatiga por el esfuerzo de atender a otros , de estar en el trabajo, o de estar de vacaciones,o de estar de rumba, o de ser la hija preocupada, o de ser la prometida de alguien. Siempre estaba fatigada por algo y si no era eso, estaba intentando darme placer, con alguna película, con alguna compra, comiendo hasta el hartazgo, bebiendo hasta el embotamiento. No, no sentia, solo estaba cansada, pasaba de un estado de cansancio a otro, continuamente agotada como un zombi. Por eso no escribía, no habia nada que escribir. ¡¿Qué  imagen nueva se iba a formar en mi cabeza? A veces ya ni soñaba. Fue entonces que deje de tomar la medicación que prevenía las migrañas, quería volver a soñar de nuevo, así fueran pesadillas, porque en esos sueños me sentia real, humana, la vida cobraba los colores reales que la gente no me da en la vida real, que no se admiten en la vida real. 

¿Soy idílica ? Si, me lo dijo alguien esta semana. Como una critica a mi comportamiento engreído de no soportar la realidad mas insignificante y ordinaria de las relaciones. Un pedo bajo la cama, un desliz de palabras soeces. Pero si aun no somos amantes! le digo. ¿Si el y yo aun no somos nada porque me quiere dar la vida de un par de casados? ¡Es que tu buscas la utopia, dice mi amigo ! ¡Los hombres no somos asi! Entonces no quiero un hombre quiero algo mas que eso, respondo. 

jueves, mayo 19, 2022

La nueva normalidad

 Yo no sé cuantos amigos de los que desconocía los rostros, han muerto después de esta pandemia. Recuerdo sus frases, sus agradecimientos, sus comentarios. A veces la vida es eso, coincidir con la gente que siente como tu, que te sostienen y te abandonan. Mantenerse caminando y recordar de pronto como en un sueño mezquino, que hace algunos pasos alguien ya no está en tu vida. Cuantas cuadras atrás te dejó de oír ? A cuantos pueblos de distancia dejaste de preguntarle que era importante para el o ella? La vida pasa y miramos para adentro como si el centro del mundo fuera esa cicatriz umbilical que nos recuerda cuán huérfanos quedamos todos al salir del vientre materno.


He dejado de tomar antidepresivos, ya no tiene caso alejarse mas de mi lado melancólico. La epidemia ha terminado, tanta gente a desaparecido, he cerrado los ojos de tantos, no tiene caso seguir bloqueando esos sentimientos de perdida. A diario llegan otros casos mas complejos, las secuelas de la gente que sobrevivió, nadie sabe eso. La gente se embota en las series de Netflix, en las maestrías a distancia, en los cursos de idiomas y bailes, la gente llena su tiempo para no sentir mas que lo necesario. Yo también lo hago, pero se ha abierto una grieta en mi muralla, una grieta que no deseo cerrar, porque a medida que se abre me acerca a mi persona real lejos del personaje feliz que se cambia los mil trajes ante el lente de una cámara sin publico real. 


Me alegra reencontrarme con la gente que abre su sensibilidad para mi y me extiende su mano suave como una nube, me mantiene la mirada por mas de dos segundos, no se aparta si lloro, si comento un libro que me conmueve, o comparto una película que no entiendo. Me alegra que haya gente que no es perfecta y no toma la bandera de ser diferente para hacer daño. Me alegra que aunque estemos rotos aceptemos eso sin el histrionismo de ser heroes de causas perdidas.


Hoy he caminado y sentido. Suelo hablar con mucha gente, dar consuelo o guerra a muchos mas, subo a taxis en donde la gente me cuenta sus anécdotas, contesto llamadas de personas que me cuentan sus problemas, me siento en reuniones en donde me comparten asuntos de los que me da igual o no saber, pero de esta vida tan corta lo que mas aprecio son las caminatas en silencio en donde me permito ser yo sin intentar ser amable. El camino a casa a veces es largo, voy extrañando a la gente que me permitió compartir algo real de sus vidas. Es tan difícil eso, la mayoría de personas es practica y solo busca lo utilitario de las relaciones, sin dar nada a cambio. Yo no quiero ser eso, probablemente no hay nada útil en caminar o en escribir o en sentir demasiado, solo es el lujo de permitirme ser humano. Es tan corta la vida! ¿Acaso no lo hemos aprendido a golpes de dolor estos dos años? Tan pocas y raras las experiencias para sentirse verdaderamente humano, una pastilla no puede quitarme eso. Encajar y ser funcional después de una crisis cómo esta podría estar sobrevalorado.

domingo, marzo 27, 2022

Tobillos morenos

Me examino los tobillos, se han tostado luego de la larga caminata. Era lo único de piel visible y siento que el sol se ha quedado allí dándome el moreno perfecto en una franja oscura y caliente que delata mis dos horas de caminata bajo el sol del verano. 

Me detengo en esa franja ahora sensible de mi piel, recuerdo una noche hace ya mucho tiempo en que cubierta con un traje de neopreno de los pies a la cabeza, la única parte sensible también fueron mis tobillos, presa de los zancudos de aquel extraño y pantanoso lugar. Sé que en algún momento olvidaré la precisión geográfica de aquel pantano, como los hechos que me llevaron allí a mitad de de la noche. Sé que mi memoria irá acomodando los recuerdos, como cajas pesadas llenas con objetos que fueron importantes en su momento pero a los cuales nadie mas reclamará. Los estantes vacíos de mi cerebro se van llenando con esas cajas frágiles de inicio, de recuerdos que en el primer momento uno misma quisiera una y otra vez volver a acariciar y sentir vida palpitante y fresca en ellos. Quizá si me tardo un poco mas, pienso, quizá si deje pasar el tiempo suficiente, la próxima vez que abra esas cajas, saldrá intacto el olor a lodo que levantaban mis pies, la noche esmaltada de negro macizo que dejaba ver millones de estrellas de las que quería aprender todos los nombres. Quizá la distancia haga que vuelvan a mi las sensaciones vividas, el tacto  áspero de las hojas en mi rostro, el sonido del neopreno al rozar mis muslos, las ramas nudosas que debía apartar con mis manos, lo torpe de mis pasos tratando de seguir el camino de arena, el dolor punzante de las cientos de picadas de zancudos de aquella noche en esos pobres tobillos.


La caminata de hoy ha sido larga, como una especie de castigo a los descalabros alimenticios del dia previo. Amo caminar, me pregunto ¿cómo alguien me criticaría por eso,? Que sería acusada solo por salir a caminar diario siendo yo mujer en este pais de acosadores Parece una broma, pero he sido juzgada y he tenido que sustentar mi postura, como si caminar por la calle libre fuera un derecho que me quieren quitar al volverme pareja de alguien. Cada vez que he amado ha habido cierto dolor en eso, cierta coacción de libertades, cierta crítica agazapada, juzgamientos y culpas. Parece que los hombres que he elegido amar siempre intentaran hacerme daño de una forma u otra o al menos hicieran que siempre este a la defensiva. ¿En qué momento me herirán con una o dos palabras? Es ineludible en mis parejas hacerlo, al fin y al cabo siempre ocurre.


Ato y desato la bolsa de almendras tostadas que llevo junto a mí para olvidar el hambre del mediodía. Podría comer esas semillas todo el dia, como modo de calmar mi angustia y la velocidad de mis pensamientos. Así que ato bien la bolsa para no volver a pecar sacando una semilla más, pero incumplo la promesa de no seguir comiendo y desato el nudo, prometiendo que esta vez si será la ultima. Que llegaré a casa con el hambre suficiente como para sentarme a la mesa y almorzar como el resto de la gente. Sin embargo, parece que nunca hago nada como el resto de la gente y eso que anteriormente era un halago para mi yo único y egocéntrico ahora resulta casi como una frase de rechazo que me hace permanecer siempre afuera del círculo en donde suceden todas las cosas corrientes de este mundo.


¿Qué es la normalidad, al fin y al cabo, mas que un deseo de algo que no se puede tener ni mantener por mucho tiempo? Camino y el sol me da en la cara y en los tobillos descubiertos, bajo la apretada malla de gimnasia que me cubre el cuerpo entero. No siento ese sol, como no siento ese calor de verano, mi transpiración es fría y de otro mundo. Llego a casa sin ganas de meterme a la ducha, solo con ganas de ocultarme bajo una manta tibia que me provea de sueños tranquilos y sin recuerdos. Mi mente viaja distraída de aquí para alla como un pez que no pudiera salir ni sobrevivir fuera de su estrecha pecera. Cargo sueños y recuerdos, pero poco a poco se van difuminando como sombras en la pared cristalina que deforma el mundo de afuera a su antojo. Soy un pez pequeño ahora, un pez hecho de recuerdos que se oculta entre el musgo de una pecera olvidada y prehistórica, un pez que alguien ha olvidado allí para que sueñe que la vida es real y son reales todas sus memorias, pero ya no estoy tan segura.

Me toco los tobillos, hay una franja oscura allí,  una franja morena que me indica que el resto de mi piel está intacta, que fue adecuadamente protegida por el traje, mis pies siguen pálidos, mis piernas siguen con el color habitual. Nadie podrá decir que el sol me ha herido, que he salido a caminar y mi piel ha sido tocada. Por fuera y a simple vista sigo intacta, este dolor de quemadura solar también pasará como aquellas picaduras de zancudo que me mantuvieron toda la noche despierta mientras me entregaba a hacer el amor bajo suaves sábanas blancas. ¿De dónde vendrá ese recuerdo? De otro mundo seguramente, un mundo  externo deformado por mi sensibilidad y nostalgia. Sigo viajando contra corriente, aunque mi trazo siempre sea en círculos.

domingo, febrero 13, 2022

Lima, el amor y otras frutas podridas

 Junio decía que mi habilidad para estar en relaciones amorosas en donde buscaba curar al hombre tenia algo que ver con el hecho que yo fuera médico . “ Siempre buscas sanar al tipo que este a tu lado”  Junio, se miraba a si mismo como alguien roto en ese tiempo. Supongo que como muchos de los  que conocí luego, el ya andaba en esa edad a mitad de camino entre la depresión y la ausencia.


Lima era una ciudad sucia y gris que Junio me mostraba solo en las noches en que podíamos coincidir para algún encuentro casual. Yo había venido voluntariamente a Lima buscando el brillo de las grandes ciudades y la cercanía a un aeropuerto, los primeros meses habían sido bellos meses de verano, viviendo en Miraflores y corriendo junto al mar que en esos meses adoptaba un fantasioso color a esmeralda, pero a medida que la vida se iba cristalizando en lo que vendría a ser los años siguientes, iba descubriendo poco a poco a esa Lima sucia y de cara magullada de la que Junio escribía permanentemente con cierta sátira y encanto oscuro.


Eran los tiempos de juventud en que yo me sentía atraída solo por los tipos que escribían, no importaba si bonito, pero que escribían y que me llevaban a otro plano con eso. Porqué no decirlo, también, tipos que me hacían creer que amaban lo que yo escribía.  Yo había pasado de ser alguien detrás de las letras a un personaje a veces dulce y otras veces fiero a quien ellos deseaban proteger, o de alguna manera tener aunque sea por un rato. Yo era Laura, el personaje y estaba buscando apasionadamente ser leída y comprendida. Junio lo sabia y tenia esa ventaja por encima de mis otros lectores y futuros amantes.


Yo por mi parte les mostraba mi alegría de juguete roto, mis colores vivos de a quien no le importa nada decir lo que piensa, una sensualidad agazapada de mis días de adolescente queriendo parecer salvaje a destiempo. Ya tenia 25 años, debía ser madura entonces pero mostraba toda una faz de cinismo que solo yo me creía. Para los hombres mayores con quienes yo quería estar era apenas una niña sin experiencia de vida. ¿ Qué sabe de la vida alguien que se la ha pasado detrás de un guardapolvo blanco y unos lentes toda el tiempo estudiando ? Toda la adolescencia leyendo aventuras de grandes héroes que conquistaban continentes salvajes o que abandonaban cómodas vidas en busca de  historias de amor que jamás eran mías. 


Acababa de llegar a Lima la ciudad gris y se veía tanto que me habían roto el corazón hace poco y que buscaba en esas aventuras sentimentales con los otros la  promesa de un amor seguro que me devolviera a la idea de una raíz y de una casa, donde quiera que fuera.


La ciudad era horrible, lo recuerdo.  A medida que te acercabas a su centro sentías el desorden, el ruido y el caos. En el dia jamás salía el sol, estabas perdido y preguntando la hora todo el tiempo como en una sala de espera al infierno.  Lima tenia nombre de fruta pero  olía mal,   A veces a incienso mezclado con humedad, podredumbre y olvido.  Toda la estética feliz que me había imaginado propia de una gran ciudad llena de luces se perdía en los ropajes grises que vestía la gente que se movía rumbo al trabajo. Presentía que su ropa hablaba en un lenguaje que no podían transmitir sus caras, esa absoluta indiferencia por algún grado de belleza o esmero en conseguirla. ¡Qué snob me había vuelto después de los viajes de ese año sabático! Lima no era Buenos Aires ni Nueva York, Lima solo era Lima, húmeda y sin sol con su arquitectura colonial y su olor asfixiante a desván sin abrir, inmóvil con cara de digna amargura tratando de subsistir en medio de bocinazos y gritos de loco calado. Lima no tenia nada para mi, excepto un aeropuerto gigante esperando a que me fuera.


La verdad es que también sentía miedo, miedo de volverme como todos, de desaparecer entre la masa de gente que reía o maldecía mientras comía de pie. Indiferente a la fealdad de Lima. De vestir como obrero, no importaba la marca cara que fuera, vestir como obrero  y trabajar para alguien, dependiendo de los horarios de alguien y que ese alguien eligiera por mi las temporadas de mi vida. Como cuando podía o no irme de vacaciones, cuando tenia tiempo para tener una pareja o cuando podía comprarme lo que yo quisiera y si ese gasto era útil o no para la vida que debía llevar un obrero. La vida adulta había empezado para mi  en Lima y no antes. Porque era aquí en donde yo empezaba a pagar las cuentas de la luz y el agua, de saber cuanto valor tenia todo y el valor de esas cosas ordinarias, incluida la comida que me llevaba a la boca, acaso era el valor de mi propia vida y mi propio tiempo en este mundo.


El invierno llegó a mi en Junio como muchos inviernos mas de allí en adelante, para darme la noticia que esa vida de mierda seria para siempre mi vida. Trabajar todo el dia, no ver el sol jamás, pasármela en pasillos de hospital y por la noche  morir de soledad en mi cama y luego de esa  cama de húmedas sabanas apestosas, moverme a la clínica  privada, a ensayar mi amabilidad fingida para evitar enfrentamientos con la gente que sufriría mas que yo, como si solo eso fuera la vida. Marcar horarios, tener jefes odiosos y compañeros pasajeros. ¿Seguía pensando en curar a la gente? No sé si apenas lo lograba, mi sonrisa se había ido apagando y en su lugar había aparecido una nueva, una sonrisa de gente adulta que se reía de los chistes inútiles y de la vida diaria como si hubiera perdido la conciencia que el tiempo se me escapaba entre los dedos. Esa era la vida adulta, no había mas que eso. Intentar curar de sus miedos a mi pareja de turno, sin embargo, era algo que me ennoblecía y me quitaba el  peso de obrero asalariado de los hombros. Nadie me pagaría nada por eso, quería salvar al otro en un acto de genuina dedicación. Aunque fuera solo un hombre entre un millón, yo me dedicaría a curarlo el resto de la vida. Así de ingenua era.


Si, Junio pueda ser que no se hubiera equivocado al juzgarme en torno a mis relaciones, porque yo siempre andaba queriendo reparar las heridas de los otros, limpiando lágrimas de rostros ajenos como si fueran las mías, intentando acercarme a su dolor como si fuera el mío. Mi defecto era esa excesiva empatía por el malestar de los otros. Quería preguntar  a mi pareja ¿Qué sientes ? ¿ Qué piensas ? Como si eso fuera una anamnesis del caso clínico que yo tenía que resolver. Pero lo extraño es que pocos  de esos hombres preguntaban sinceramente por mi.  Por como yo me sentía en todo esto de llevar un trabajo sin dormir y una relación amorosa, asumían que era difícil lo que hacía , asumían que tenia que ser fuerte para ser médico,  valiente para trabajar en el área que trabajaba,  que podría aceptar bien una ruptura si se daba. No parecía ser de las mujeres que sueñen con criar un hijo. Yo era funcional. Se me veía muy profesional y lógica como para sobrellevar esos tropiezos del mal de amor. Porque eso es lo que hacia yo, componer cosas, componerme. No había tiempo para estar llorando, había que componerse sobre la marcha y seguir trabajando, seguir cumpliendo horarios, plazos límites de trabajo, había que mantener el rostro sereno para darle noticias malas a los demás y que no se descompongan ellos delante tuyo. Los hombres rompían la relación y se iban a por una cerveza, yo rompía y debía volver a mi unidad a reanimar gente  muerta o a dar las malas noticias a familias que habían perdido a alguien. Yo siempre debía seguir siendo la fuerte. Ese parecía ser el papel que habían decidido para mí.


Pero Lima no iba a ser ninguna cárcel de barrotes mohosos en mi vida, había un mar inmenso y un aeropuerto, me iría cada vez que quisiera, porque no me ataba el dinero ni la lealtad a nadie. ¿Un matrimonio?  ¿Una casa? ¡ Que bienes tan pobres me ofrecían en comparación a mis sueños!  Que indigno ofrecerme una hipoteca juntos y estrías en la panza por engendrar a críos que apenas vería. Yo había sacrificado mis sueños por seguir una carrera formal que salvaría vidas ¿por que debía también sacrificar mi vida por una relación que lo fuera? 


Tenia empatía con esos hombres rotos pero no la suficiente como para abandonar mi vida. Había visto dar puñetazos en la pared a Junio cuando le dije que amaba a otro y  también había aguantado sin llorar rompiéndome por dentro el dia que me dijeron que no se podían enamorar de mi. Amé y amé con gran pasión a las personas que pasaron por mi vida, pensando en cada uno de esos momentos si alguna de esas personas  a las que amaba tendría el valor de sacarme de esta vida. Tendría el valor que yo no había tenido de soltar las amarras y acercarme un poco a esa orilla que solo podía vislumbrar a veces en la niebla. Dejarlo todo y empezar de cero en otra parte, en donde valiera la pena arriesgarse por ser feliz. ¿Acaso no lo mereces cuando decides amar a alguien?

Los hombres de mi vida me decían: Te admiro, eres valiente, haces un trabajo excelente, pero me dejaban allí, en la orilla en donde todo era negro, oscuro y mohoso. Una pandemia. Gente muriendo, incertidumbre, pasillos de hospital, miedo. ¡Sálvalos, sálvalos a todos! Decían, pero quédate allí, ya no hay espacio para ti entre nosotros.


La Cita

  Su voz es del color del sol, se ha acercado  con paso seguro  sin prisa a la mesa donde sorbo un te del que apenas detecto que es de frut...