lunes, octubre 22, 2012

Cantar de Juan el Caminante- La espada al aire. 2006

http://fajperu.blogspot.com/2006/10/cantar-de-juan-el-caminante-la-espada.html

La lluvia ha comenzado a caer sobre la isla, con gotas de plomo fundido volviendo el mar negro y espantoso alrededor. Parece que la tempestad no acabara nunca, pero a lo lejos se ve la figura de la princesa saliendo entre los vientos que agitan todas las banderas, que azotan todas las ventanas que despegan del piso todas las alfombras.

La isla está ahora bajo el gran huracán y los soldados salen volando hasta golpear los muros de la ciudad en caos. Los curas rezan y los brujos inventan pócimas contra el maleficio que parece haber llegado a la ciudad, pero antes que las oraciones lleguen al cielo, sus calderos son vaciados, sus muñecos de vudú destruidos, las sotanas de los curas desgarradas, el viento se lleva todo. Vuelan curas desnudos por los aires, dando gritos de terror con los crucifijos en la mano. Nadie sabe que pasa, hasta que aparece ella.

La menor de las princesas en el umbral del castillo, con los cabellos volando en medio del descalabro de una ciudad que parece presenciar su día final. Todo se agita alrededor, la tierra parece temblar, solo ella y Juan, El Caminante se quedan quietos en medio de la tormenta. Ambos se miran desde la profundidad de los sueños, como viejos conocidos que se han reencontrado y entonces se siente la calma.

Una inmensa calma entre ambos, como si nada alrededor estuviera destruyéndose, como si la isla no estuviera a puertas de un combate, como si el castillo no estuviera siendo ya levantado por los aires por la fuerza de los vientos, como si la gran ola gris no estuviera sobre ellos a punto de engullirlos.

Ambos se ven y una gran calma suena en sus oídos. Es el silencio de los que ya se conocen, un silencio cómplice de miles de años antes y miles de años después aguardando en una soledad de orillas diferentes del mundo. Ella se acerca con los velos de su largo vestido volando y desgarrándose en cámara lenta y no puede decir nada.

Juan, El Caminante está inmóvil pero al sentir su cercanía, levanta su mano intentando tocarle la mejilla izquierda. Su espada se desprende de su vaina y sale volando arrastrada por el viento huracanado.

Antes de siquiera tocarse ambos se regalan con ese silencio que lo dice todo. Es entonces que un relámpago ilumina el cielo de un rosa eléctrico y por primera vez en dos siglos pueden verse el rostro claramente sin ninguna celosía ni ningún yelmo que los separe.

Es entonces que la espada que ha volado da una vuelta en el cielo y se dirige velozmente de vuelta a la mano de su amo. La mano de Juan, El Caminante que ahora toca el débil corazón de una princesa que se siente hallada y que ignora cuan cerca está de su propia muerte.

Por: Laura Hammer La Ingenua Ingeniosa http://laurasmog.blogspot.com/

sábado, octubre 13, 2012


He vuelto a la casa de los lápices, es a mitad de la madrugada que me despierto de puntillas para comprobar si no estoy soñando, no, el duerme a mi lado tranquilo, ignorando mi ansiedad de trasnochada. Cuanto ha pasado de esto? No lo sé. Parecen años y años, cuando recuerdo esa madrugada, me culpo por haberme escapado de puntillas al salón a leer a solas. Por no haberlo abrazado mas o besado mas o simplemente despertado. Pero no, no es mi estilo hacer saber cuánto lo necesito, así que me aguanto y leo hasta que los ojos se vuelven duros y el frio me deja helados los muslos, la nariz y los hombros.

En la casa de los lápices reina el silencio absoluto cuando vuelvo a su lado tiritando, para acurrucarme en mi orilla de la cama y es entonces que noto su leve movimiento, su calor perfumado envolviéndome,  su mano buscando mi contorno y su letargo sobre mi piel antes de volver a quedarse dormido. A veces, cuando quiero lastimarme recuerdo esos episodios cortísimos en donde no nos unía el deseo, sino alguna extraña ternura, que era aun más dulce que cualquiera de sus besos previos.

Eres muy joven para ya no creer en el amor, me dijo al conocerme. Y era cierto, yo era muy joven para haber perdido toda esperanza, pero tal vez lo era más para sentir tantísimo deseo, hacia él, hacia todo lo que representaba. Había huido de el tantas veces, con tantas estrategias, burlándome de sus intentos de acercamiento, de sus teorías sobre mi o sobre nosotros, que cuando por fin sucedió no pude más que arrepentirme de todo aquel inútil tiempo perdido, en otras personas, en otras parejas, en otros intentos de relaciones.
Sabia el cuanto lo deseaba? Supongo que ahora ya lo sabe, pero lo seguiré callando ante él y ante todos, para no bajar la guardia. He borrado de su casa mis dibujos a carbón y me he ido antes de la hora pactada. No he dejado más mensajes, más rastros, mas señales que me muero por verlo. Ya no importa. 

Hay algo que perdura más que el amor, la lealtad, el cariño, algo que yo aprecio más, que incluso es más puro y más digno y es el deseo. Pocas personas pueden transmitirlo, demostrarlo, atizarlo...

Tu deseo es inmortal, me dice. 
Y el problema...mi problema,  es que solo él ha sabido y sabrá como encenderlo todas las veces que vengan.

24 horas de mundo real

La pregunta para el ensayo en francés se refería a ¿Qué acontecimiento había cambiado mi vida. En la practica oral había ensayado la típica ...