miércoles, octubre 28, 2009

Olor a hembra

Hoy recordé a qué huele una mujer...Me refiero a una mujer normal...sin perfume, sin artefactos, sin nada. Que perturbador. Millones de recuerdos vinieron a mi, allí desnuda bajo la frazada tibia, la sábana enrrollada en los pies, inmóvil con las manos en el vientre, esperando como un capullo. Como alguien muerto.

¿De dónde sale ese olor? Me pregunté. ¿Emana de su cuerpo, su pecho, su piel? ¿No lo calman el jabón, el perfume ni las cremas? ¿Puede ser tan imperceptible como intenso? Algo a lo que te acercas y te marea, te tumba de la impresión de no ser ningún olor conocido.

Trato a diario de cubrir mi olor, me avergüenza, pues me identifica. No creo que hieda, es más alguno que otro hombre ha comentado que mi olor natural es rico..delicioso según el más poético. Un olor que aguarda aquí cerca del cuello, en la nuca, por los hombros. Un aroma de mujer que me va cubriendo como un disfraz invisible, mientras aguardo al acecho. Un perfume tuyo, exquisito- dicen con ensayada destreza.

Yo entonces me burlo, culpo al shampoo, al reacondicionador, a los productos Dove que se meten en mi hasta el periostio. Pero no, los hombres dicen que es mi olor y eso me asusta. Me asusta mas que si me vieran calata, sin maquillaje, con el cabello enredado. Es una identidad que no se oculta ni se disfraza. Ese olor, maldito olor de mujer.

De mi infancia recuerdo pocas cosas perturbadoras y recuerdo ese olor, de cuando las empleadas te abrazaban, vestían y acurrucaban en sus camas. ¿Es un recuerdo o una pesadilla? Recuerdo el olor de la humedad alquitranada en los maderos del cuarto trasero, de su frazada que olía a guardada...de ese silencio, de esa sensación de ahogo, de miedo entre sus brazos.

Despierto.

Me pregunto si se siente ese olor a mujer cuando me acerco. O si lo cubro demasiado bien. Ese olor a hembra como me dijo aquel profesor degenerado en un viaje escolar. Ese olor que delata que eres diferente. Que tu piel es diferente, tu cabello lo es, toda tu emanas ese olor incluso antes de la marea hormonal que identificara tu sexualidad como diferente, pues ese olor ya estaba allí.

Entonces me quedo perpleja olfateando mas y mas ese olor suave que surge entre mis pechos y me hace sentir como aquellas mujeres a las que su solo recuerdo me hace fruncir la nariz.

Mujeres sin perfume, sin maquillaje, con ropas holgadas, trabajando mientras se rien a hurtadillas contando cosas que en su jerga de medio castellano apenas puedo entender. Tengo 5 años, tal vez menos. Me agrada que juguemos a esos juegos, pero me atemoriza estar a solas con una de ellas. Estar en ese cuarto oscuro aun a medio día, sentir su calor mientras me dice juguemos.

El recuerdo de nuevo, es domoledor, casi extenuante evocar ese olor. Despierto.

Hoy recordé a que huele una mujer. En mí. Sin sexo, sin el olor de la masturbación de por medio, sin perfumes, ni adornos. Solo ese olor que se queda impregnado en las frazadas como una huella, que a los hombres agrada y a mi enfurece.

Un olor que delata, que te hace niña, víctima, alguien incapaz de defenderse.

Cierro los ojos pero algo de mí se queda percibiendo aun esa marea sutil que no había identificado en mí antes. Un olor de la hembra de especie. Sin romanticismos. Solo un olor que permanecerá aquí inluso después de haberme quedado dormida.

martes, octubre 27, 2009

La listilla

1. Estoy lista para soportar estoícamente la vida que yo sola he elegido para vivir

lo cual incluye, no solamente el trabajo, mis compañeros, mis amistades, el barrio, mi casa, mi directorio de celular de personas a quien fregar, mi alimentación, mis rutinas estúpidas...no solo eso, sino también a este cosmos interior que no me deja ni lo dejo.
Por eso escribo.
Aunque me joda.
Escribo.

2. Hoy fue un día perrísimo, empezó ayer...no se cuando...la guardia me desubica en tiempo, espacio y persona...
Hoy estoy aquí, mañana allá, casi siempre duermo a la madrugada y despierto, solo para querer dormir. Porque estoy así cansada, quemada. Un maldito Bournout, eso me ha atacado...estoy tan cansada, que ya no leo, NO NO TE LEO, prefiero dormir.

3.A pesar del día, noche, perras, sin esperanzas, con envidias...

SI TENGO ENVIDIA...desearía ser yo quien esté viajando a NY hoy...¿por qué no tengo la visa para un sueño?

...A pesar de todo, me siento extrañamente feliz, una sensación de confort...será la música? Puede proveerme solo la música el momento en el que quiero estar?

Tendría mil motivos para acostarme con dolor hoy...mucho dolor...pero incluso para eso estoy curtida de la piel para adentro...

Tal vez no es la música...solo una esperanza de que todo ocurra como en los sueños.

4. He dormido toda la tarde...7 horas de sueños...

Hoy he soñado que a mitad de la nada el aire tibio me reconforta mientras espero una estampida, aguardo temblando sobre un caballo demasiado grande que no sé cómo montar. Mi padre me dice que espere, que no me pasara nada. Yo cierro los ojos, búfalos enormes vienen corriendo al lado del camino y yo solo puedo sentir el aire tibio sobre mi cara mientras veo a lo lejos flores lilas que delinean el final del camino...

Despierto...me siento bien, por ese sueño y por el otro...por varios sueños que solo yo se como me hacen sentir. Al despertar no tengo miedo, siento que alguien cuida de mí. Alguien espera por mi.
Que extraño...no sentir dolor, ni miedo, ni ansiedad...7 horas...a lo mejor solo fueron 7 minutos.

5. No, no te leo. Ni me leo. Porque nosotros los de entonces ya no somos los mismos.

Y me preguntas que espero al leerme y yo no sé que responder. Cuando me leo, espero causar la sensación que hacía que Enrique se levante de la cama para leer algo mío y escribirme. Espero hallar una señal de que he crecido y ya no son las mismas cosas que me movían antes, las que me levantan hoy. Espero, de que la gente que sabe quien soy, que soy o de que podría estar hecha, aun reconozca el ritmo de mi voz, como una canción que aunque es vieja reconforta saber que permanece.
Busco saber, que en un lugar apartado de un tiempo sin relojes alguien como yo ha estado en el lomo de un animal que no puede controlar y ha sentido miedo, por lo que se viene, por lo que no podrá evitar que suceda a su alrededor y aun así, no se ha caído, pues alguien le ha susurrado al oído que puede soportar mas miedo y mas dolor del que cree merecer.

Estoy feliz por eso, por no haber caído hoy. Por poder sentir el aroma de las flores y el aire tibio en el rostro antes que el mundo se me caiga a pedazos.

sábado, octubre 17, 2009

3 semanas

Me agrada ir sola al cine, sentarme en una butaca aparte, elegir yo la película. Generalmente elijo bien. Generalmente.
Y me agrada el olor al café aunque tomarlo me destroce el estómago, los capuccinos especialmente.



Tomarlos sola es algo a lo que aun no me acostumbro.


Pero es peor tomarlos con mala compañía, con esa gente que habla todo el tiempo, o con la que no dice nada. A decir verdad, son pocas las personas con las que se puede compartir un café y que este no pierda el sabor.


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Hoy me paré junto a la ventana, en el estacionamiento las ambulancias iban y venían. La emergencia paraecía un escaparate de gente en espera. La mayoría no eran emergencias. Solo fracturas, anginas, hematomas cerebrales. En medicina con elt iempo aprendes a diferenciar que es una verdadera emergencia, que dolencia en realidad si necesita que corras, que no pidas ningún examen solo que actues.


De la medicina me agrada saber cosas que antes no sabía. Entender las cosas que
los médicos no explican cuando eres paciente.

Desde la ventana la máquina de café se erige perfecta pintada de color azul y verde. La veo y pienso en café, en Colombia, en un lugar perdido entre cafetales y cielos azules. La publicidad lo consigue.

Consigue que yo sueñe con café y un lugar perfecto al mismo tiempo.


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He vuelto al gimnasio. Luego de 3 semanas y un millón de excusas. Me agrada estar ahí, no pensar en nada, abstraerme en dar el mayor esfuerzo, sudor, dolor, resistencia. No pienso en nada, a pesar de todos esos cuerpos perfectos no pienso en sexo. Eso me hace bien.
Hace 3 semanas había recaído. Cuando no hago nada recaigo, pienso en eso, como eso, sueño con eso, como el drogadicto piensa y se irrita queriendo su droga. Como el bebedor inventa artimañas para obetener su bebida; así me vuelvo.


Sexo, sexo, solo eso. Se vuelve una necesidad como comer o dormir, no puedo pensar en otra osa. Es tan triste.

A a veces quisiera encerrarme en casa. Destruir el celular, el internet la tv. Golpearme la cabeza como un adicto. Y así no buscar sexo por el medio que sea, incluso llamando al ex, para decirle que necesito eso, solo eso. Y soportar una negativa, una excusa. Lo de siempre.

Olvido en esos momentos que me prometí no volver a hacerlo, ahorrarme el mal rato. Elucubrar una posibilidad que no existe.

Debí destruir su número, pero igual como los alcohólicos que ocultan botellas en el closet, yo aun guardo números telefónicos de reserva, para esos momentos de intensa necesidad de compañía.

Volví al gimnasio, ahora es más fácil. Soportarlo, vivir así. Necesito tener todo el tiempo ocupado, es una de las razones de haber elegido esta carrera. NO quiero pensar, en mí, en mis necesidades.

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Cancelo mi salida de hoy y elijo una película. Helen Hunt, perfecto. Su rostro en la pàntalla se ve mas viejo con cada película, pero cada papel que elige es mejor, mas intenso. Se ve ideal en ese papel. Disfruto la música, los diálogos, la fotografía. Me encanta estar ahí, sentada con ese sabor a café diluyéndose aun en mi boca. No compro pop corn. Hoy no. Prefiero disfrutar sin hacer ruido ese tipo de películas de cuando dos personas se encuentran.

Me conmueve el nacimiento del amor. El hecho de que algo funcione.


He sido rechazada mas veces de lo que he sido aceptada, me agrada recordar
en el cine las veces que las cosas si funcionaron.

La mirada, el roce de manos, la palabra perfecta. Mi corazón salta del pecho, hasta duele. Han sido menos los momentos felices, pero aquellos que fueron, fueron realmente perfectos. Que duda cabe.

Ahora comprendo que aun conservo el miedo al rechazo. Rezagos de la adolescencia que tardarán una vida en curar.

Hacia el final de la película, la escena es perfecta y el sollozo de Helen Hunt su voz entrecortada, hacen que se me cuajen las lágrimas en el portal de la mirada.

Es agradable llorar en la oscuridad del cine, mas no lo hago. Después de todo acabo de ver una comedia.


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Al salir veo varias mujeres con sandalias. Pedicure con este frío? Que envidia, pienso. Mientras me decido en si comprar un nuevo perfume o ahorrar. Brasil está cerca, tal vez yo también debería hacerme un pedicure...o aprender portugués.

Antes de abordar las escaleras veo una mujer que me parece sexy, volteo a mirar.
Es un espejo. Veo la imagen rápido, si me fijo mucho puede que veo todos los
defectos.
Me conformo solo con ver como se me ha alborotado el pelo, como estoy adelgazando.Si yo fuera hombre me gustaría. Me gusto ahora, me gusta quererme un poco más ahora que hace 5 años.

Claudio estaría feliz. Cuanto llevamos sin vernos! Yo era una mata de pelo cuando nos conocimos. Supongo que por fuera no he cambiado mucho. Mientras, aquí adentro han pasado estaciones completas.

Sé sin embargo que en sus ojos, volvería a reconocerme. Lo creo. Solo él me ha visto así como soy: Completamente feliz. Nunca lo he sido con nadie más. Por eso no creo que nadie me conozca realmente. Me llevará uan vida darle las gracias por haberme descubierto a mi misma.

No me hubiera atrevido sola.

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No debí elegir esa música hoy, no me permite escribir, pero hace tiempo que no salgo a comprar CDs, tampoco libros. La última canción me lo recuerda. Pienso en él y que ya no deberíamos hablar, es mejor vivir en un mundo sin señales ni destinos, ni coincidencias. Sin embargo, el solo enterarme de que ha podido morir hace 3 semanas, me eriza la piel cuando lo oigo por el hilo telefónico. La posibilidad de no volver a verlo, me saca de cuadro, me vuelve una persona común, sin sueños, ni esperanzas, un ente solitario.


Lo que deba suceder sucederá, es mejor no continuar algo solo por miedo a
que no ocurra.


Hoy iba a escribir que pensé ayer en el taxi camino a casa, cuando iba callada sin tratar de hablar de nada. Viendo la lluvia caer sin decidirse a mojar del todo. Iba a escribir eso, pero tal vez ya no debería escribir sobre personajes basados en mí. Debería escribir sobre la gente.

Gente real con historias reales, eso rompería el círculo y podría refrescar las cosas que tengo agazapadas en medio de la cabeza.

El día que deje de escribir de mí o sobre mí, o camuflarme en medio de la vida de otra gente, habré madurado.

Mientras tanto, aquí vamos. Subiendo escalones y cayendo cada vez que se pueda.

martes, octubre 13, 2009

Mujer corriente

Los ojos se me cierran en el día pos guardia, no sé que busco, pero sigo buscando. Internet es una herramienta que a veces sirve de juego de vicio, de compañía. No se que ando buscando pero lo busco.
Tal vez ese es el problema, yo busco, pero en realidad quiero que me encuentren. Que me busquen a mí.

Hoy he dicho tantas mentiras que me asusto. He mentido dobre mí, sin querer. Dando una pose y una rebeldía que no es la mía y de inmediato me he arrepentido. He terminado de hablar de escupir contra lo que me rodea y me he dado cuanta que miento. Que miento a menudo.

Al siguiente minuto he querido cambiar la mentira, explicarme, desdecirme, mostrar lo que en realidad soy. Ya no funciona.
Tal vez confío tampoco en mi misma que me emperra mostrarme tal cual en la primera charla. Que me asusta mostrarme tal cual y no agradar y no ser suficiente.
He dicho hoy tantas cosas que no necesitaba decir, pero es mentira. Nadie miente también como yo, es creíble lo que digo. Porque en mi campaña publicitaria soy rebelde y quiero hacer otras cosas, pero no.

Desearía mas tiempo para explicarme eso es todo, pero no necesitaría mas tiempo si me mostrara tal cual. A esa conclusión he llegado. Quién podrá aceptarme así de sencilla?

Ni yo misma. Tiendo a complicarme,a buscarme a filosofarme.
Hoy he sabido perfectamente que estaba mal en mí.
Luego me fui a dormir, dormí bastante y soñaba que la mitad de mi cuerpo estaba hecho de frutilla por eso no podía caminar. Que sueño mas tonto.

A la noche he salido, vestida formal y he bebido. La carne, el vino, solo faltaba el tango y una ropa interior adecuada, entonces hubiera llamado a alguien y hubiera dicho: Házmelo, llevo 5 meses sin sexo. Sólo hazlo.

Estaba a mitad de la última copa cuando pensé eso. Que mi ropa interior no era la adecuada, que estaba muy formal, que era martes, que no tenía a quien llamar.
Si mañana contara esto, pensarían que es una mentira y sin embargo es cierto. Que ironía.

Jamás he sido tan cierta como en lo que parecen falacias.

Hoy voy a dormir, pero primero quiero soñar un poco. Y al soñar espero no preguntarme ya tantas cosas, solo ver el camino claro y sencillo así como debería ser yo, sin misterios, sin recovecos, una mujer corriente que va contra la corriente.
Hoy he leído tantas cosas profundas que me enferma pensar en lo banal que soy...
No, la verdad me da risa. Se que cuando quiero complicarme la vida lo hago hasta el fondo y hoy no tengo ganas, ni de estar mal ni de deprimirme ni de buscarle 5 patas al gato...solo me da risa.

Hoy me di cuenta porque a la gente le gusta el twitter, el facebook y todas esas mierdas en donde escribes 2 líneas y te contesta un montón de gente al toque, o no tanto, pero te contesta. De nada sirve pensar demasiado, la gente no quiere pensar, hasta yo me aburro revisando las letras de otra gente, voy corrigiendo, cambiando una palabra por otra, jodiendo la naturalidad de su pensamiento, la brutalidad de su ser espontáneo aflorando en palbras absurdas a la tierra.

En fin, hoy solo quería hablar con Rafa, Rafa no está y es una joda estar de guardia leyendo cosas serias, o blogs largos o cualesquiera cosas que me den sueño. En momentos como este extraño blogs como el de Alfredo, me agradaba el tipo, siempre tan fresco. Debe haber envejecido comoa todos los bloggers que leía y ahora escriben pavadas aburridas como yo misma.

Una joda, si, pero que mas da?

sábado, octubre 10, 2009

4. De Hormigas y de Mantis

- A mí no me molestaría quedarme, es un lugar hermoso después de todo.

Vilma que sujetaba el espejo con la mano izquierda enfocó a la cara de Olivia al terminar de decir esto. El sol caía débilmente sobre los cabellos de Vilma rojos como un chorro de sangre sobre la mano casi transparente de Olivia. Era una hermosa primavera para contemplar Cuenca de lejos, pensó. Sobre el césped las dos mujeres dieron una larga mirada a la ciudad cortada por el mar llena de techos de de calamina y alguna que otra iglesia.

- Siempre sentiré que no pertenesco allí, refutó Olivia con esa voz bajita como de quien agoniza que ponía cada vez que las palabras se le iban estancando en la garganta.

- Si no perteneces allí, entonces a ninguna parte flaca.

Olivia paró un momento de hacer la trenza a su amiga. Su cabello perfumado le causaba la misma alergia que todas las cosas artificiales que pasaran por su nariz.
En los últimos años se había vuelto alérgica a la plata, al látex, a la ropa de encaje, a las frutas con ácido, a los pescados rosados, a las fresas y al chocolate. De vez en cuando a algun perfume y muy frecuentemente a las frases educativas de su amiga.

Odiaba hablar con esa gente que creía tener la razón siempre sobre todo. ¿Qué sabía Vilma de pertenecer o no pertenecer a algún lugar? ¿De caminar por la calle y sentir que la gente a pesar de conocerte ya no te saluda? O de ir al mercado y tener que hacer las compras rápido para que no te interroguen ¿Olivia ya te casaste? De tener que hacer las cosas ocultas para que la gente no hable, no se entere de que es lo que la hace feliz realmente, esos pequeños vicios. Grandes culpas para tapar.

Ella no pertenecía allí por una razón simple. No le interesaba peretenecer a un lugar como ese. Pequeño, dañino, asfixiante.

- Tal vez haciéndote de una familia como dice tu madre, verías que este lugar es el mejor del mundo para críar hijos. No imagino ver a mis hijos creciendo en un lugar lleno de gente como Bogotá. Pobre tu hermana lo que debió sufrir allí criando a Leandro.

Olivia volvió a desatar la trenza francesa que se perdía entre sus dedos nudosos. Bogotá hubiera sido un buen lugar para escapar pensó, si solo hubiera tenido el valor de hacerlo cuando debía. Hace 5 años Cuenca aún reunía alguna esperanza para ella, el amor de Daniel era una de las razones para haberse quedado, pero en realidad había sido su miedo. El miedo a Inés Sánchez, a su madre, a lo que le hubiera dicho si se iba. Ya tenía 2 hijas lejos, otra afuera, dando caña, no lo iba a permitir. ¿A dónde se iban las mujeres Sánchez? ¿Qué es lo que buscaban afuera que Cuenca no pod{ia darles?

El olor a naranjos venía fuerte desde las huertas vecinas. A diferencia del olor frutado del cabello de Vilma, este olor era natural y salvaje, se introducía por las fosas nasales, se impregnaba en la piel, era ese olor a pueblo que no podía despegar de sus ropas. Daniel se lo había comentado.

-Me gustas con ese olor a tierra, a hierba... a selva. Tu eres Cuenca, toda tu, le había dicho mientras metía la mano bajo su vestido y la follaba contra la puerta de la oficina en su primera semana de trabajo.

-Has sabido algo de ella?
-De quién?
-Pues de tu hermana tontita, ¿De quién estamos hablando?

- Pensé que de mí, murmuró Olivia, dando un tirón al mechón izquierdo que se le deslizó por la mano enorme. Vilma dio un gritito de dolor.

Liliana siempre había sido la estrella de la familia, alguien de quien comentar, su esposo, su casa, su hijo. Ya no lucía como ellas, como nadie de Cuenca. Ni vestidos ni cabello natural, eso es ser provincia, le había dicho riendo.

-No sé, hace tiempo que no sabemos nada de ella.
-Nunca has pensado en irte a su casa? Con ese marido millonario que se consiguió, fácil que te consigue un trabajo.

Olivia pensó en su cuñado sin proponérselo. Que ganas de tirárselo, caray. No era guapo ni agradable, pero ese aire de petulancia lo volvían tan apetecible. Un snob para dominar en la cama, sonrió con malicia.

-...A lo mejor y te hace actriz, después de todo fea no eres,


Vilma volvió a enfocar con el espejo a Olivia que tenía sus grandes ojos marrones puestos en la llanura. Allá abajo la ciudad parecía pequeña e inofensiva, un hormiguero, compararía Olivia, un hormiguero bien organizado pero demasiado pequeño para alguien que no se sentía una hormiga dispuesta a trabajar para vivir y vivir para trabajar.

"Después de todo"- ¿Qué frase era esa? A Olivia se le borró la sonrisa al pensar que Leonardo no era de los tipos a los que les gusta las mujeres con olor a tierra. Un dolor extraño le acababa de dar directo en el pecho.

Vilma volvió a enfocarse el rostro, sus mejillas estaban coloradas aun con ese sol débil. A diferencia de la palidez triste que rodeaba a todas las Sánchez, Vilma Nogales tenía ese color vivaz de las fresas recién cortadas. Sus cachetes, sus cabellos, ese día incluso su ropa. Se miró a si misma satisfecha. Que hermosa era. Con Olivia en ese espejo, su belleza parecía brotar fresca y naturalmente.

Olivia también parecía notarlo. Ajustó la trenza a su nuca hebra por hebra antes de ahacer el lazo final.

-Ser fea no sería el problema, Vilma, en un mundo como el de Leonardo y mi hermana, el problema es ser diferente, ahí es donde no encajo.
Hace frío ¿Nos vamos?

Vilma asintió con la cabeza. Al incorporarse Olivia,su altura de pino y sus largas piernas pálidas bajo el vestido de flores verdes que ondeaba lentamente, dominaron el paisaje. Vilma pareció tan pequeña y compacta a su lado entonces.

-Te refieres a tu afán por los hombres?- fue una pregunta que se le quedó goteando en los labios.

Olivia ya estaba muy lejos caminando con las manos juntas a ese hoyo sobrepoblado que era Cuenca. Sus pasos largos y decisivos parecían los de alguien que se iba a devorar lo que encontrara a su paso.

A lo mejor su amiga tenía mas de Mantis Religiosa que de hormiga, pensó Vilma cuando corrió a su alcance con la trenza peliroja golpeandole la espalda en la bajada a Cuenca.

miércoles, octubre 07, 2009

Felipe y el fantasma

Felipe abrió la tapa del piano y corrió sus dedos delgados encima de cada una de las teclas hasta que el sonido agudo de la última lo hizo estremecerse de espanto. Llevaba años sin volver a esa casa y al entrar el olor a moho y humedad casi lo habían mareado. En el otrora amplio salón, la luz opaca de otra tarde otoñal dejó ver las miles de pertículas de polvo moviéndose lentas bajo el haz de luz. Se sintió un fantasma entonces y esa imagen de si mismo ya muerto y sin ninguna esperanza le causó el mismo desazón que ahora lo llevaba a cerrar rapidamente el piano alejándose hacia la puerta.

Las ventanas casi cubiertas por enredaderas de flores lilas dejaban ver del otro lado de la propiedad la nueva autopista en construcción erigiéndose como un límite entre la ciudad y su olvido. Hubiera sido grandioso remodelar la casa, el salón y la escalera casi destruida. Podía imaginar a su madre allí festejando sus primeros pasos de baile o a su hermana tocando el piano. La larga mesa llena de invitados perfumados y mujeres ataviadas de colores vivaces. Remodelar aquella casa significaría para él volver a esos recuerdos que aun no se digerían en la cabeza.
Levantar y pintar las paredes de un viejo mausoleo en donde el único fantasma condenado a vivir allí, sería él.

Dio un largo suspiro y se dispuso a firmar el papel que cedía toda la propiedad a un complejo hotelero. Llevaban meses insistiéndole, pero su trabajo y otros sentimientos le habían impedido volver a esa parte de la ciudad donde yacían sus antepasados. No había porqué dudarlo, las ganancias serían estupendas, incluso le daban la opción de poner el apellido familiar a alguno de los salones de juego.

Cogió el lapicero que le ofrecían, pero le tembló el pulso, la habitación estaba llena de una atmósfera densa de recuerdos angustiosos. Solo necesitaba firmar e irse de allí para siempre, sin embargo, el largo viaje, la falta de almuerzo y esa humedad que le penetraba la nariz hasta el centro de los sesos, lo hacían sentirse débil y a punto del desmayo.

Un momento, pidió, creo que necesito sentarme. En el salón vacío rechinaron entonces los pasos de alguien acercandole un viejo taburete. Pasó la mano que se llenó de polvo y se desajustó la corbata. Había pensado que la firma demoraría apenas una hora y que podría estar de regreso a casa para la cena, pero ahora el solo hecho de conducir 6 horas por esa carretera llena de curvas lo llenaba de cansancio.

-Algún problema con el tratado Sr. Martínez? preguntóle la joven abogada encargada de los trámites.

-No, solo es esta casa. Después de todo pasé toda mi infancia correteando por estos salones.

Debió ser una hermosa infancia Sr. Martínez- concedió ella.

-Llámame Felipe, por favor sonrió él vagamente- Todo lo contrario. Te agradaría oir una historia?

Ella miró contrariada el papel del contrato y luego su reloj.

- Es tarde, pronto anochecerá, Sr...perdón, Felipe, es mejor que firme y me lo cuentas en la cena. No me parece adecuado el lugar para quedarnos hablando, agregó, mientras limpiaba una telaraña de su abrigo rojo.

- Todo lo contrario Rosario, mi historia es sobre esta casa y sus fantasmas y no hay mejor lugar para contarla que con sus protagonistas presentes, verdad Mariana?


Dicho esto, Felipe miró al viejo piano y bajo la tapa cerrada, las teclas blancas y negras emitieron ese sonido que hace unos minutos lo habían hecho estremecerse.

Rosario casi se cae del susto.

- ¿Q..quién es Mariana?- tartamudeó la joven abogada con una sonrisa forzada con la que trató de disimular su miedo.

- Mariana, es mi hermana. Bueno, media hermana, nos criamos juntos. Verás, mi padre había traído a vivir a sus dos hijas en 1956, cuando...

domingo, octubre 04, 2009

3. Liliana Sánchez, la actriz.

Al despertar ese viernes, Liliana Sánchez aun con los ojos cerrados buscó a tientas a Leonardo para contarle que nuevamente había soñado con el mar; pero esta vez no como siempre navegando o ahogándose en él, esa noche Liliana había soñado que lo veía desde un departamento nuevo a solo una calle de distancia, un mar brioso azul hasta el horizonte, con ese olor penetrante que ella recordaba de su natal Cuenca, iluminado por los rayos de sol. Un mar precioso y extenso.
Su mano buscó en vano a Leonardo a su lado, bajo las sábanas revueltas apenas su pijama impregnado de olor a cigarrillos quedaba como testigo de que su esposo aun pasaba las noches con ella. Se tapó la cara y quiso llorar un poco, como un ejercicio matinal diario que le ayudaba a soportar el resto del día, pero no pudo. Tal vez ya estaba seca, pensó.


Se puso la bata de felpa y abrió las cortinas con una mano delgada y llena de venas multicolores, así la había descrito él la primera vez, cuando aun estaban enamorados. Una mariposa de venas multicolores. Eran entonces tiempos mejores, Liliana había sido su musa en tres de sus primeras películas, las mas mediocres, cabría decir, pero también las más honestas, agregaba Liliana como queriendo defender aquellos personajes taciturnos que ponía Leo en sus primeros films. Abrió la ventana esperando ilusamente ver el mar azul de sus recientes sueños sin Valium, pero en cambio solo vio a Bogotá extenderse lluviosa y triste como cada Julio desde que se mudaran juntos, llena de edificios grises hasta el horizonte.

No cabía duda que les había ido bien en la vida, un departamento hermoso, un hijo inteligente y un contrato por 10 años para hacer las películas que él quisiera, eran cosas de las que Leo se ufanaba sin parar. Ah sí, también una mujer guapa, solía agregar cuando se acordaba. Pero era obvio que ella no era la envidia en los círculos en donde se movía su exitoso esposo. Liliana era apenas una sombra de lo que pudo ser. Una actriz sin futuro, alguien que no se había esforzado lo suficiente. Era el murmullo que parecía levantarse de las reuniones en donde estuviera.

Hace 10 años en cambio las cosas eran otras, Leonardo no era más que un perdedor de gafas gruesas y cabellos grasos, mientras que ella era la chica delgada del instituto, una joven promesa de cabellos marrones hasta la cintura, moviéndose grácilmente en un mundo de melancólicos actores con vestimenta alocada.

Como todas las hermanas Sánchez Liliana había acogido a Leonardo, un hombre comun y corriente, esperando transformar a ese feo cachorro en un mastín fiel con quien pasar el resto de la vida. Los sueños de Leo la llenaban de ternura, la forma en que la comenzó a filmar para esas películas sin presupuesto, las cosas que escribía sobre ella en esos guiones que aun eran a lápiz y con borrones. Por un momento de su vida, Liliana imaginó que Leo de verdad la amaría por siempre, que con él si valía la pena hacer el intento, porque él nunca la dejaría.

Nadie entendió entonces, su decisión de rechazar a algunos de los chicos guapos del instituto por esa promesa de director que no salía del capullo.
¿A dónde vas Liliana?
Era la pregunta que le hicieron sus amigas.
Con él muy lejos… a cualquier parte, había contestado.
Confiaba ciegamente en que él sería un Almodóvar, alguien que haría cosas diferentes, contando historias diferentes. En esos tiempos, no contaba con el dinero, con los presupuestos, con que la vida no es como la sueñas a los 20. Sino un escenario lleno de trampas en las que caes dócilmente, por miedo a seguir corriendo. Al llegar a Bogotá- lo mas lejos que llegaron, las cosas cambiaron. Salía mas a cuenta hablar de guerrillas, sexo y violencia, cosas que los gringos aprecian más. El terrorismo era un tema que daba dinero, incluso en las películas.


Liliana había dejado de ser la actriz principal de Leonardo hace mucho tiempo, de sus films y de su vida. Cuando revisaba a escondidas su computador, solo veía las fotos de chicas mas jóvenes que ella, con miradas mas vivaces y con menos barriga. En el fondo agradecía que todas tuvieran algo de ella, cabellos marrones, mirada profunda, cejas oscuras, piel transparente. Tal vez muy en el fondo, él aun la quería, se concedió.

Se tomó los cabellos que ahora lucían cortos y teñidos, el rostro ovalado, con ojeras violáceas. ¡Dios, cuanto había cambiado!No había forma de volver atrás
¿O si?
Podía escaparse a España, allí vivía su hermana, empezar todo de nuevo, 34 años no era una edad para echarlo todo por la borda. Podía volver a actuar, acaso para películas independientes. ¿no eran en esos films donde las actrices no eran guapas, sólo buscaban a mujeres reales? ¿Qué rostro más real que el de ella? Era lo que quedaba del día. Y sobre actuar, vamos! Había actuado en un papel que no era el suyo toda la vida. Nadie mas entrenada que ella para fingir cosas que no era.

Su corazón palpitó de pronto como una paloma que agita sus alas dentro del pecho, fuerte incontenible, quitándole el aire de la garganta. Tal vez era su momento, el sueño, podía ser una señal, de que no temía mas ahogarse, que podía ver el mar de lejos, sin inmutarse.
Pensó en Leo, ¿la extrañaría? Tal vez si, a ella a la joven de Cuenca de largos cabellos que apoyaba sus proyectos mas ilusos; pero a Liliana, la esposa, no. Eso lo tenía claro, se había vuelto un estorbo. Apenas era un trasto mas de la utilería que era su vida. La madre de su hijo, nada mas que eso, alguien sin nombre propio. La esposa de, la hija de , la madre de. ¿A quién le importaba Liliana Sánchez?¿a quién le importaba en que se había convertido? Sólo ella podía zafarse de esa mierda de vida en la que estaba envuelta. Solo ella.

Alistó brevemente sus cosas, tenía que hacerlo mientras todavía tuviera fuerzas de huir, la rutina era un opio que la adormitaba cada mañana y la hacía esclava de esa vida fantasmagórica e idiota. Puso la música a alto volumen, algo de los Guns no le vendría mal. Metió en un bolso todo el maquillaje que tenía, una muda de ropa, algo de dinero. Ni siquiera sabía cómo llegaría al aeropuerto sin llamar a nadie para que la lleve. Tal vez él llegaría antes, la obligaría a volver a casa, la convencería, como todas las veces anteriores. Pero esta vez sería diferente, ella se iría sola y no le avisaría a nadie. Ni siquiera dejaría una nota como las veces anteriores. Ya no esperaba que él fuera tras ella.
Después de todo, sin llevar el hijo a cuestas, ella perdía todo valor para él, sollozó limpiándose los mocos con la maga del pijama. Tan poco valor reunía su vida ahora.

Una gorra en la cabeza, una mochila, el pasaporte, era lo único que tenía. Lo único que le hacía falta para huir de una vida que ya no era suya. Debía intentarlo, antes que le volviera el miedo de nuevo, el miedo que la obligaba a quedarse en una película con un final que ya conocía.

Cerró la puerta tras de sí y se prometió que esta vez no cedería a los encantos del pasado.

Otoño en Lima

Es lo primero que escribo luego de una larga temporada. No era mi intención hacerlo, pero el café y este cielo nublado son malos consejeros....