sábado, marzo 11, 2017

Vidas de humo

Yo no suelo fumar sola. Lo hago en contadas ocasiones. Socialmente, depende de que tan interesante es quien habla. Me recuerdo fumando uno tras otro una noche de lluvia en Republica Dominicana, hablando de padres muertos, de perros y de ex novias. Es increíble lo que te puede atrapar de un hombre para que te quedes a acompañarlo, porque luego de oír  frases como “Disculpe, no bailo bachata, vine con mi novia” y en seguida un susurro de "Salvame, de esto" te olvidas que fuiste porque querias bailar y en cambio te vas directo a la ronda de las grandes conversaciones, esas profundas acerca de estrellas y dibujos animados. Conversaciones que duran la madrugada entera y te terminas preguntado: Como pude pasar tanto tiempo sin hablarle?

Pero no siempre he fumado porque había un hombre al lado tratando de impresionarme, en realidad lo he hecho mucho mas en esos periodos en que me sentía miserable y sola, sin un plan ni una ruta de huida. Me recuerdo fumando sola a las afueras del jardín del lugar donde trabajaba- Si, sabia que en un hospital estaba prohibido hacerlo- pero cuando caia la tarde y nadie pasaba por allí, me sentaba en la vereda de aquel jardín trasero lleno de hierba crecida con vista solo a las piedras peladas que me separaban del mundo. Desde alli yo exhalaba mi miseria extrañando Lima, como si volver me fuera a devolver el corazón que había perdido. Como si al volver a esta ciudad la vida se hiciera de nuevo rápida y fuera tan fácil enamorarse, encontrarse, besarse!

Extraño los besos, quien no los extraña? Es la mejor parte del día cuando empieza una relación, no así en los últimos días de estas, cuando cada beso se transforma en un gesto rutinario, mezcla de educación y ternura.
Volví a Lima en busca de esos besos apasionados de las primeras citas, bueno, también por otras cosas algo mas prosaicas como el dinero. Parecía que aquí la vida seria fácil, volver a hablar en tus propios términos, solo con la gente que quieres y no tener que conceder, ni lidiar con las conversaciones estupidas sobre maternidad e hijos, que me proveían las enfermeras o mis colegas del trabajo. Conversaciones todas ellas, que terminaban en fondos de saco ciego, que me empujaban a caminar por las calles  de la ciudad hasta encontrar un bar pop donde poder beberme una cerveza y calmar  con los vapores del alcohol un poco de esa miseria del día, de la angustia de no saber que traerá el día siguiente o peor aun, de saber precisamente que ocurrirá la misma rutina que no sabe a nada.

Es casi el mismo desasosiego que enmarca mis días ahora. Que la ilusión se ha marchado y que Marzo ha caído con fuerza barriendo consigo las ultimas alegrías que traía el nuevo año.
Qué pasó con el buen humor que traje de Puerto Rico?  Qué pasó con la fe en que una no envejece con la edad sino con las ganas de darse por vencida? Aquí todo ha vuelto a esa tediosa normalidad de día lunes- el peor día del mundo- esa abrumadora falta de horizonte, porque la edad y el cansancio se nos vienen encima y con eso las deudas y los compromisos…pero, qué puedo hablar yo de compromisos? No he podido mantener ninguno. ¡Es tan difícil amar hoy en día! Es una tarea titánica de ir poniendo cimientos de confianza y que se los lleve el mar. No, no podría enamorarme de nuevo, ni en Lima, ni en ninguna otra parte.


Por eso cogí el cigarrillo hoy creo, porque me acorde de esa tarde de completa depresión a mitad de una guardia de domingo en el trabajo hace algunos años, en que vi mi vida caerse completamente al vacío. Que traían para mi estos logros? El dinero, la estabilidad? Eran nada, eran eslabones de una cadena de opresión que me asfixiaba más cada día. Se había acabado todo hedonismo, la comida me sabía mal, los días eran todos iguales. Cómo salir de eso? Aún no lo logro. Parcialmente escapo cuando me enamoro- o ilusiono, como prefiero llamarlo ahora- en ese momento vuelvo a tener alas y a querer bailar y emprender sueños que estaban enterrados y cuento toda mi vida,  porque comienzo a confiar nuevamente y sonrío y bailo!...Pero eso también se acaba... porque todo se acaba, siempre se acaba.

Y me pregunto que habrá sido de las personas valientes que hacían que el amor funcionara? Todos aquellos que buscamos ilusión y luego la descartamos y volvemos a emprender otra como si fuera tan fácil!  Esos que como yo queremos amar demasiado…pero salimos corriendo al menor desperfecto, al menor rayo en el barnizado devolvemos el producto horrorizados de habernos ilusionado. Por momentos, los comprendo a todos, los perdono a todos, pero es mas importante saber
 Que pasara con nosotros? Con la gente como yo...?
Nos asfixiaremos dentro del humo de mas cigarrillos, a mitad de una fiesta cualquiera? Se nos romperá el corazón sin haberlo estrenado?

A veces fumo desesperadamente, pierdo toda confianza en que esto cambie. No le temo a a la muerte tanto como al tiempo que te cae a golpes y no perdona nada.

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