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Los viernes siempre son así, con ese saborcito a soledad mas acentuado que cualquier otro día. Tal vez sea el saberse abandonado el resto del fin de semana, sea que fuera del trabajo o de lo que hacemos normalmente, de ésa rutina que llena los vacíos de una vida sin la compañía ideal, nos sentimos abandonados y tontos.
Los viernes para mí son recordar, aquellas veces en que un viernes era vivido con la intensidad y la pasión de amar y ser amado. Son viernes para recordar el inicio de un fin de semana grandioso en el abrazo de la persona que te llena la vida, son helipuertos de sueños volátiles y recuerdos fugaces. Los viernes son un preámbulo para añorar aquello que nos hizo feliz en alguna otra vida.
Los viernes en cualquier parte del mundo hay gente solitaria igual que yo, llegando a casa a preparar café o a ver una película por televisión, gente preguntándose como yo ¿por qué si dos personas se sienten igual de solas, no pueden acompañarse? Maldiciendo la geografía, el tiempo y el espacio que nos separa de la gente entrañable que nos hace falta. Gente como yo, sintiendo la ausencia de ese sentimiento conocido mas que cualquier otro día de la semana.
A veces me imagino con un computador portátil viajando en trenes de alta velocidad y comunicándome con personas de otros lugares del mundo, con quienes a pesar del idioma, me unen mas coincidencias y sentimientos fraternales que con la gente que viaja a mi lado. Me imagino a toda la gente con laptop en el regazo comunicándose solo con la gente que desea, olvidando la presencia física del solitario de al lado. Y llegar a casa, meterse a la ducha en donde no hay ninguna comunicación y sentir esa soledad, ese sentimiento de no tener a nadie a quien recurrir. Todos los seres humanos solos, tristes, viviendo en la ficción de una conexión a Internet.
Podría salir con cualquier grupo de amigos los viernes, gente para bailar, gente sólo para beber, gente con afanes de pretendiente. Podría coger cualquier tipo de persona para que me acompañe un viernes…pero cuando cualquier persona ya no es suficiente, entonces sé que es momento de olvidar la ficción y entregarme de lleno a la realidad.
Los viernes para mí son recordar, aquellas veces en que un viernes era vivido con la intensidad y la pasión de amar y ser amado. Son viernes para recordar el inicio de un fin de semana grandioso en el abrazo de la persona que te llena la vida, son helipuertos de sueños volátiles y recuerdos fugaces. Los viernes son un preámbulo para añorar aquello que nos hizo feliz en alguna otra vida.
Los viernes en cualquier parte del mundo hay gente solitaria igual que yo, llegando a casa a preparar café o a ver una película por televisión, gente preguntándose como yo ¿por qué si dos personas se sienten igual de solas, no pueden acompañarse? Maldiciendo la geografía, el tiempo y el espacio que nos separa de la gente entrañable que nos hace falta. Gente como yo, sintiendo la ausencia de ese sentimiento conocido mas que cualquier otro día de la semana.
A veces me imagino con un computador portátil viajando en trenes de alta velocidad y comunicándome con personas de otros lugares del mundo, con quienes a pesar del idioma, me unen mas coincidencias y sentimientos fraternales que con la gente que viaja a mi lado. Me imagino a toda la gente con laptop en el regazo comunicándose solo con la gente que desea, olvidando la presencia física del solitario de al lado. Y llegar a casa, meterse a la ducha en donde no hay ninguna comunicación y sentir esa soledad, ese sentimiento de no tener a nadie a quien recurrir. Todos los seres humanos solos, tristes, viviendo en la ficción de una conexión a Internet.
Podría salir con cualquier grupo de amigos los viernes, gente para bailar, gente sólo para beber, gente con afanes de pretendiente. Podría coger cualquier tipo de persona para que me acompañe un viernes…pero cuando cualquier persona ya no es suficiente, entonces sé que es momento de olvidar la ficción y entregarme de lleno a la realidad.