viernes, julio 16, 2010

Caminatas de viernes

Hola

Esto no será nada lindo, ni nada poético, ni nada de nada. Sólo que hoy me fui a caminar y mientras caminaba habían millones de ideas fluyendo por mi cabeza: Son así mis días con migraña, tremendamente dolorosos y creativos, podría pintar toda la ciudad, escribir todo lo que me venga en ganas, contarte todo lo que me da miedo contar. Así ha sido hoy.

No sé porqué seguí caminando si al cabo lo recomendable era descansar; pero hoy después de muchos días sintiéndome fea me volví a sentir bonita.
Tenías razón el azul es mi color.
Caminé, caminé, no se cuanto, óvalos, plazas, calles y callejuelas, todas las ciudades son las mismas cuando una empieza a caminar. Buenos Aires me lo caminé como entre sueños y Sao Paulo parecía no tener fin, llegaba con los pies adoloridos, no sólo las plantas como en los primeros días de cualquier caminata, sino que después de un mes caminando, lo que dolían eran las mas pequeñas articulaciones, cada una de ellas.
Y eso que iba con mis sandalias romanas, útiles en la lluvia como en el sol, con varias correitas de cuero, con la suela acolchada y anatómica.
Casi imposible que doliera nada.
Pero dolía, como hoy me duelen cada una de mis nervaduras, mi haz y mi envéz y así poco a poco lucho contra el marchitarme en una cama mullida o seguir caminando.

Quiero tanto irme. Irme a cualquier sitio, ¡qué bien me hace estar a pie en una ciudad motorizada, qué bien me hace no estar en casa, que bien me haces...!

Ayer comprendí que el bienestar que deseo no forma un eslabón con nada de lo que conozco, simplemente rompe la cadena, es nuevo, inimaginable, imposible de planear.
Eso me tranquiliza,
porque así descarto las 2 ó 3 opciones que siempre cargo en mi vida.
Siempre tengo un plan A, un B un C por si fallan las cosas y cuando no lo tengo...disvarío...sin embargo ayer he llegado a la conclusión, que no puedo planear nada de lo que vendrá, ni vislumbrar un poco de mi futuro, por lo tanto debe de dejar de mortificarme.

Tengo frío, quisiera acurrucarme en su regazo como yo en el suyo hace tiempo.
Quisiera sus dedos en mi sien, acariciando y enredandose entre mis cabellos, quisiera su aliento en mi cara, su voz en mi oído, su paz en mi pecho. Reclamo esa tibieza que antes fuera mía y también todo aquello que volvía la vida una poesía.
Reclamo para mí, las canciones, los versos, la palabra silente, toda aquella fantasía.

No me gusta el no esperar nada, el amor sin amor, la vana compañía. No me gusta la comida chatarra que engaña el estómago y te hace dormir indigesta y triste soñando con el plato deseado, el que haz debido dejar por estar tan llena de... NADA.

Quisiera volver a escribir sobre el amor, pero también la fantasía se ha muerto.
Quisiera hallar el hilo que forme mi madeja, tejer con él todos los cuentos, todas las historias que reposan entre mis dedos, las cosas que no puedo escribir porque ahora sintiéndome vieja me van pareciendo ridículas. Y la vejez no es edad querido mío, sino ese estado en que no se desea ya nada, no se espera nunca nada.

Hoy compré una caja de lápices de color, había paseado todo el centro comercial buscando ropa, zapatos, lencería y perfumes, pero al hallar esa tienda me embriagaron el olor de los lápices nuevos, de la plastilina y de las gomas frutadas. Poseída por la ambición de la infancia fui a comprarme todos esos lápices de colores que yo envidiaba cuando niña, entré decidida a engreirme, a rendirme.

Ahora estoy en casa y quisiera mostrártelos, como hablar contigo, como contarte que es lo que siento. Ni el té frutado, ni el café cargado alivianan la sensación de tu ausencia.
Me siento mareada, adormecida...mientras termino de leer tu carta, pequeña carta...

Oh, me duele tanto!

Tal vez debería buscar el sueño, pero dudo que pueda, mis horarios están cambiados y duermo en el día para escribir de noche.
Hoy es viernes, debería salir a tomar café y a sorber helados, pero tal vez es preferible que me quede en cama, hecha un pompón, no atreviéndome ni a llorar, ni a soñar, sino en ese estado quiescente de la gente que espera un milagro.
Casi sin respirar, contando cada latido mientras va cayendo la noche.

5 comentarios:

Ray Kawabata dijo...

¿Verdad que escribir no llena todos los vacíos? Parece que llena algunos para crear otros, ¿pero cómo lo complementas? ¿cómo te complementas tú Laura? ¿O no te complementas?
Si pudiera pedir algunos deseos, dentro de esos pediría que tus fantasías mas queridas se hagan realidad, de verdad, deseo de corazón que no tengas que estar más mareada, ni nada, tal vez no estemos cerca ni hablemos ni nada, pero cuando me acuerdo de ti o pienso en ti lo primero es "Espero que le esté saliendo todo bien" "Espero que sea feliz"
Te lo prometo.
Ah, yo estoy contento hoy porque me dijeron que en una pequeña feria del libro que se puso por aquí, estaba un libro que siempre, siempre he querido leer, La Columna de Hierro, y lo he buscado tanto... en varios lugares y la única vez que lo tuve a mi alcance era una edición demasiado costosa.
Así que esta es mi oportunidad, le tendré que pedir a alguien que lo compre por mi, porque mi horario de trabajo no calza para poder ir a comprarlo y la feria cierra en un par de días.
Cuídate Laura, te estaré leyendo Yes.
Ray.

Laura Martillo dijo...

Tienes razón no los llena, incluso los agrava, hace que te hagas mas preguntas, crea mas dudas, aunque suele calmar las originales.

Yo logro complementar esos vacíos? Aun no lo sé, pensé que estar enamorada lo hacía...Cuando me sentía enamorada dejaba de escribir, todo comenzaba a cuadrar. Escribir es una mala señal entonces, es el anuncio de que las cosas están mal de que requiero una ventana de fantasía para no saltar por el balcón de la casa.

Gracias por esos deseos, es difícil que otra gente que no sea mi familia entienda esos horribles huecos de cuando estoy mal, del dolor, de la postración...Lo peor para un médico es estar enfermo y lo peor para alguien que quiere ser feliz es ser conciente de su propia tristeza.

Hoy se me cayó una lágrima, una sola...pero tal vez era necesario, así como son necesarias las despedidas y los finales, para nuevos inicios.

Me alegra tu alegría, aquí también hay uan feria de libro, pero suelo ponerme demasiado ansiosa cuando veo libros y libros, como hoy que tuve que salir corriendo al darme cuenta que lo quería comprar todo y que no pod´´ia llevarme nada.

Gracias, de nuevo, hoy me siento demasiado sensible para cualquier cosa que no sea escribir.

Un abrazo para Ti Ray, sueles hacerte presente siempre en Julio.

nacho dijo...

A mi no me gusta esperar las ausencias porque son recuerdos y los recuerdos son mentiras. Mejor sentir nostalgia del futuro.

Un beso.

PD. Caminar no cansa.

Laura Martillo dijo...

En efecto, seguir caminando es lo que no cansa. Las pausas son las que lo hacen un poco mas difícil.

Ray Kawabata dijo...

Tengo mi libro :)
Le pedí a alguien que lo comprara por mi, lástima que no lo revisó bien, le faltaban las últimas mmm, digamos practicamente 100 hojas, eran unas 740 parece, pero al menos tengo muchas hojas de lectura en letra pequeña antes de llegar a ese punto donde... tal vez tenga que terminar el libro leyendo en el PC, tal vez en su idioma original, quién sabe. Lástima que no se dio cuenta de las hojas, o hubiese pedido una buena rebaja.
Es una edición mas o menos antigua y apenas leí el prefacio ya me encantó demasiado, más de 9 años recopilando datos y escribiendo el libro, la autora parece que me dirá todo lo que sabe sobre Marco Tulio Cicerón.
Muchos saludos Laura.

Otoño en Lima

Es lo primero que escribo luego de una larga temporada. No era mi intención hacerlo, pero el café y este cielo nublado son malos consejeros....