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domingo, octubre 20, 2024

La Cita

 


Su voz es del color del sol, se ha acercado  con paso seguro  sin prisa a la mesa donde sorbo un te del que apenas detecto que es de frutos rojos. Todo el color del mundo se lo ha llevado ella al verla. Su mano juega al filo de la mesa con dedos finos de uñas cortadas y sin pintar. Y no puedo dejar de mirar que ninguno de esos dedos maravillosos de pianista lleva un anillo, ni dueño a quien responder cosa alguna. Mi te se enfría antes que pueda invitarla a sentarse y ella pone suave un libro sobre la mesa que se adormece lentamente bajo los colores del atardecer. Su vestido es de flores pequeñas y azules. Azules son también a lo lejos, los colores del mar, del cielo, de algo que se agita brillante en mi pecho, sin poder definir si es duro cómo el cobalto o una gran tormenta azul que ha venido a llevárselo todo, mientras ella sonríe con dientes perfectos sobre algo que ni siquiera advierto haber dicho. Se pierden las palabras, el rito de saber qué decir y a dónde ir, se levanta en el aire la tapa del pequeño libro que ella trajo, de las servilletas en donde yo he garabateado rostros y siluetas esperando su llegada o su desaire. Cualquiera de ambos. Llevo tanto tiempo acostumbrado a perderme solo en atajos como en caminos largos y ambos siempre conducen siempre al mismo lago de oscuro dolor. Pero ha venido ella hoy, con sus dedos largos que componen todo, que tejen filigrana en el aire con las palabras mientras habla y se alejan de su centro como alas que pretendieran ya volar. Yo la escucho, pero no sé lo que dice, ninguna palabra la recuerdo conocida, ni su boca, ni sus ojos. Ni la suavidad de sus cabellos que adivino como nubes de algodón perdiéndose en mis manos. Solo la veo y pienso que su voz lleva el color del sol y trae  como suave promesa de verano la tibieza de regreso a mi piel. 


¿Quién sabe quién es ella? Que guarda en ese corazón del tamaño de una dura almendra o grande como la extensa playa en que posaría ya mismo mi cuerpo cansado y aterido por el frío de mil inviernos. Miro sus ojos e intento adivinar en la distancia entre sus pupilas si planea en un movimiento de sus brazos mezcla del color de la canela y el azafrán, atraparme luego para siempre. Si podré resistirme a ellos aunque lo intente, si nadaré en contra o me llevará con ella hasta el fondo submarino de donde debe haber surgido. Caminamos entonces juntos, sin rozarnos apenas, mirándonos de perfil y arrastrando los pies como si acabáramos de haber aprendido a hacerlo o así lo siento yo. Ella se mueve en otra dimensión y comprendo que habita en otro mundo, en un lecho de águilas, en un lugar a donde nadie va si no es llevado en su boca. Yo deseo ser su alimento. Su abrigo y desnudarme con ella hasta que me quite para siempre el frío. No le digo nada de eso, cojo su libro en mi mano y siento que es lo único que me dará. Ella guarda silencio y sus silencios son largos y obstinados, cae la noche sin darme cuenta apenas que ella se marchará y me quedaré a solas con su recuerdo para siempre, sin atreverme a tocar mas allá que esa estela invisible que ha dejado entre ambos. Sin atreverme a romper el hechizo del que prefiero verme envuelto antes de hacer algo que revele mi tonta humanidad. 

¿Quién sabe quién realmente es ella? Tiembla de frío en el vestido ligero que ondea iluminado de flores azules en la noche clara. Me mira y la miro. Se irá sin decirme su nombre verdadero, ni de dónde ha surgido. Es un hada transparente ya, su testimonio desaparece en la noche azulada, como guiones y puntos. Su nombre es como un pedido de auxilio, una llamada de socorro mas no he sabido retenerla, ni he adivinado si volveré a verla. 

Su voz era del color del sol. Su presencia una gran luz cegadora. A veces cierro los ojos y puedo volver a verla. 


viernes, mayo 12, 2017

Intimidad


Veo la Tv recién puesta en la pared de la habitación y siento que de pronto me he convertido en una más de la panda de solteros irremediables y que por propio gusto, he llegado a conocer en mi vida. Sus habitaciones siempre son iguales, camas grandes comodísimas, con pantallas de TV enormes que abarcan media pared, alguna máquina de ejercicios cerca, mesas de noche con libros o no, los infaltables y modernísimos aparatos electrónicos en la cama, para conectarse a todas las redes sociales existentes y por supuesto, ropa colgada y perfectamente planchada, siempre por alguien mas.

He llegado a conocer a muchos solteros, como yo, que acondicionan la habitación con cortinas para que se oscurezca incluso a medio día y con luces localizadas para iluminar a distintas graduaciones en medio de la noche más oscura. Espejos cerca nunca sobran y bandejas para la comida. Todo lo que sea posible para no tener que salir de casa. He llegado a conocer gente con el frigobar dentro de la habitación, para no tener que caminar descalzo a medianoche. Personajes llenos de manías y rituales, que una pareja viene a romper temporalmente, por suerte.

 Con mi nueva pantalla me siento una más de esa legión de personas que te repite en medio de alguna conversación honesta, que a la gente "como nosotros" es mejor no quererla atar con matrimonios ni mucha convencionalidad.  Yo me he querido atar y por voluntad propia, me han dejado y he dejado y no hablo de las relaciones de pocos meses de conocidos, sino de esas supuestamente serias, con familia y cura incluidos. Las difíciles de romper, con anillos y maldiciones de por medio.

No es que mi intención haya sido volverme una solterona sin remedio. Tampoco que tenga mala suerte ( o si?) Pero en medio de la vida moderna y de poder conseguir por tu propia mano todo...Por qué debes acoplarte a las manías de otra persona que probablemente solo te quiere a medias? Que te tolera con tantas o más dudas que tu? Que sigue frecuentando las paginas sociales en busca de algo o alguien que le provea algo que tu ya dejaste de proveer? Ambos lindos para la foto, pero una relación eterna?? No way!!

Es una competencia injusta, eso de la experiencia versus la novedad. La novedad siempre gana, incluso mala. No se puede ser interesante toda la vida, hay un millón de mujeres diferentes a ti pululando en pos del hombre que tienes al lado. Deberías buscar una espada y cuidarlo como si fuera un tesoro? Después de estas ultimas décadas de acostumbrarnos a tener todo al alcance de la mano, de cambiar artefactos antes de los cinco años, la ropa tirarla antes de que cambie de color y los zapatos cambiarlos apenas pasaron de moda, pues las parejas no se vuelven la excepción. Si no me cuidas, debería cuidarte más yo?

Hay una línea genial de una de esas películas malas que una ve por error. Ambos protagonistas ya deben promediar los cuarenta años y acaban de tener su primer encuentro sexual, están abrazándose agotados en la típica pose cucharita, ; ella suspira y  una espera que dirá el típico Te amo,  pero no, ella solo dice sin entusiasmo: Estoy cansada de ser graciosa.  Y suena tan sincero!  Que el solo responde Yo también. Luego se quedan dormidos.

Muchas veces después de las primeras citas y de por fin haber llegado al tema sexual, una solo quiere confesar que se cansó de intentar parecer graciosa o interesante- No lo nieguen, nadie va con cara de culo a una primera cita- Que el chiste no dura para siempre y que no me van a parecer trascendentales todas las charlas que se le ocurran al susodicho en cuestión.
A veces si, el hechizo se prolonga y las conversaciones se suceden unas a otras llegando a ser buenas tanto en el pre, el post como durante el mismo sexo (Si, si se puede hablar en medio del sexo si el no muere de ablandamiento) pero en la mayoría de veces esa intimidad de conversaciones buenas solo dura lo suficiente como para tener una charla honesta sobre que no quieres ver en la TV hoy y cuando quieres terminar esa relación que no va a ningún lado. Todas las conversaciones intermedias son dignas de olvidar, si no las relaciones no terminarían. Ni se tendrían parejas nuevas, no?

Las charlas de término siempre serán difíciles, incluso para los solteros empedernidos. Para los de las mil relaciones, peor si eres mujer en un país como este y debes cargar cierto estigma por haber roto varios compromisos. Así la relación lleve varias semanas de solo pasarse el pan con mantequilla y no decir una palabra o el sexo se haya vuelto de regular a malo y las conversaciones en común no tengan un ápice de gracia. El último acto de intimidad entre dos personas siempre llega con el rompimiento, como leí por ahí entonces, Herir a alguien se convierte en  un acto de involuntaria intimidad.


Maricona

Ella gritó “maricona” pedaleando su hermosa bicicleta rosa a toda prisa muy delante mio. Yo no podía seguirla. No podía pedalear a toda velo...