lunes, julio 30, 2012

Cortos: No te cepilles los dientes



“No te cepilles los dientes aun”- me dijo. Era claro, que aun no habíamos terminado. Con esa media sonrisa, de caramelo envenenado me guió de la mano hasta el final del salón. Allí descansaban dos parejas más, apoyadas contra una pintura de un bosque oscuro,  hablando en un francés que de inicio se me hizo ininteligible. El se unió a la conversación con la copa de champagne en la mano, se acercó a la mujer y le susurró al oído como si fueran viejos conocidos, mientras me tenia  aún tomada por la cintura y su mano bajaba suave por el contorno de mi cadera. El humo de los cigarrillos inundaba el ambiente, como también la adrenalina. No sabía si reírme o echarme a correr. ¿Qué estábamos haciendo?  
¿Qué estaba haciendo él?

Tifon


No es que todas las veces el suelo haya estado mojado, ni que todas las veces hayamos caído, es solo ese afán que teníamos por entonces de salir a caminar cuando el cielo se ponía negro y alguien por ahí vislumbraba tormenta.
Y es que como nos gustaban las tormentas! Con sus vientos azotando las ventanas y las puertas! Con  la playa que iba quedando vacía y las palmeras desencajadas al lado del camino, en un largo desfile de damas despeinadas tratando de mantener la postura. El barco abandonado en el centro de los manglares, el olor a lluvia, eso recuerdo.

Y no todos mis recuerdos son verdad, como tampoco todas tus cartas fueron mentiras. Las largas cartas al empezar noviembre, el mes de los tifones y mi ansiedad por esconderme en el lugar más apartado de la casa y leer una a una esas dulces mentiras: Volveré el mes próximo o el siguiente y el siguiente y así, se iba pasando la vida, pedaleando la bicicleta cuando la  lluvia caía, cuando la gente mayor decía que no saliéramos. Así se iba pasando, se sigue pasando la vida.
Y me pregunto ahora, si mis recuerdos son muy tristes.  Si fue mejor para ti que para mí la vida? Si en esos meses que yo pasaba limpiando el agua de mi cubierta, tu extendías en cambio tu vela lejos, en un lugar en donde de verdad daba fin el arco iris.
No siento que toda mi juventud haya sido lluviosa, que me haya pasado la vida chapoteando de un extremo a otro de la playa buscando el lugar exacto por donde encallaría tu barco. Han habido veranos y gaviotas y;  de vez en cuando un amor pasajero que me ha hecho olvidar que es lo que esperaba, pero siempre, siempre, mas allá de todo sol tibio al amanecer, de toda risa perfecta, de la música ruidosa, del bronceado que ahora sé que envidiabas y adorabas, mas allá de todo eso, para mi tu recuerdo va unido a una época en que llovía y el cielo era color malva antes de las tormentas. Porque tu nombre era el de un tifón, todo tú lo fuiste. Tal vez toda yo. 

martes, julio 24, 2012

Julio 24


Si miro para atrás no podria reconocer el momento exacto en que me he perdido. A mí. A la palabra exacta para describirme;  tal vez es porque hay muchas- me dice alguien. Sin embargo en la juventud, hay un momento en que si se puede describir cada objeto o cada persona, con una sola palabra. Es la simpleza de la honestidad infantil: Padres= amor;  profesor= respeto; escuela=aburrido; libros=sueños; enamorado=pasión…
De pronto una empieza a crecer y los límites entre esas palabras se van disolviendo.  ¿Amor, pasión, respeto, enamoramiento? Quién sabe realmente lo que es…Una persona pasa a desconocerse y a lentamente diluirse en palabras y conceptos que no son suyos, que son de alguien más, de muchas personas más que inventaron las palabras y los conceptos antes que nosotros, como si fueran leyes en los que debiéramos necesariamente encajar.

El pasado parece entonces más sereno, tranquilo y feliz, pero…!que agradable es descubrir la complejidad de las personas ahora! de los eventos, de la imposibilidad de que exista solo blanco y negro y sin embargo,  también ¡que zozobra! Que inseguridad el no poder limitarse a un sí o a un no como toda respuesta  y  reparar en que la vida generalmente responde a nuestras más dramáticas preguntas, con solo  un quizá.
Últimamente lo que escribo no lleva titulo, solo una fecha que intenta ubicarle dentro de la cronología de mis neuras y mis pasiones…pero ¡que digo! Si últimamente más que pasión lo que he vivido es una incertidumbre, un sueño prolongado,  un letargo aburrido y soso. He querido despertar, aferrándome de las más raras personas, personas dormidas también. A veces me hago a la idea de que hemos sido todos nosotros una pandilla de zombis arrastrándose por despertar, sin saber en qué pesadilla estamos. Cada quien con su infierno personal;  buenos consejeros, estupendos amigos, pero inútiles protagonistas dentro de nuestra propia existencia. Un ciego guiando a otro ciego por un campo de espinas. Eso hemos sido.

Me preguntan varias veces ¿por que escribo con desencanto? Pero vamos, ¿ que es desencanto?  Si soy la felicidad andante, llevo una bomba dentro de la cabeza que no se qué día explotará y librará al mundo de mi, así que mientras no me duele, sonrío y soy feliz y claro…viajo…y bailo y  amo….Ay el amor!
Ya no recuerdo que es eso, porque cada vez que he pretendido soñar me han despertado a empellones, así que cuando quiero recordar que es el amor, vuelvo a cuando tenía 24 y vivía la pasión, el amor y la ternura como un solo amasijo sin límites, en donde podía morir o matar, creyendo que era cierto…Lo demás, lo que ha venido luego, no podría clasificar en intensidad…aunque no ha sido malo. 
¿Qué es malo realmente? He vivido muchas vidas distintas y me siento vieja antes de tiempo aunque mi rostro diga lo contrario…a menudo sonrío cuando ya bien rebasados mis treinta, la gente siga pensando que promedio los 25… ¿Es eso una coquetería? ¿Me lo dicen solo los hombres? No, por supuesto que no. Mi actitud es de alguien joven, una niña engreída, una soñadora.  Quizá sea  que mi rostro se ha quedado con esa edad, aunque mis ojos digan otra cosa. ¡Oh! ¿que dirían mis ojos, si alguien pudiera realmente leerlos?…Que estoy perdida en el tiempo, si. Que toda yo soy un sueño que desaparece cuando alguien pretende acercarse.

miércoles, julio 11, 2012

La mala idea


Y de pronto las palabras comienzan a caer del techo, como desprendidas estrellas de una noche que ha oscurecido demasiado pronto, caen aquí y allá, han inundado mi vaso de agua, mi café recién servido, salpicando de negro aroma los papeles en donde garabateo, sin ideas, sin ningún rumbo sobre lo que me depara la vida esta mente que vuelve de la lucidez al sueño como en una espiral incontenible de sentimientos, de ideas y ansiedades.
Caen las palabras, son un torbellino de tinta platinada, invisible que solo ven los locos, los alucinados, los que creemos. Y se aplastan en mi sillón, en la pantalla de la teve, en los libros que ya no leo. Han caído mil palabras hasta inundar ese espacio en donde te pienso y no te encuentro, persona sin rostro, ni cuerpo; compañero de noches en vela y de amargas verdades. Tapan tu presencia melancólica, tu recuerdo y la añoranza por esa materialización que no llega. Son palabras, esas que no salvan, ni amortiguan el dolor de una caída. Apenas estrellas sin luz en una noche vacía.
Han caído todas ellas y no he sabido ordenarlas, juego a formar ideas, mientras el sueño me alcanza, inexplicable fatiga, curando todo a su paso, logrando que se apague también este espacio surreal que surge cuando las cosas fallan.

24 horas de mundo real

La pregunta para el ensayo en francés se refería a ¿Qué acontecimiento había cambiado mi vida. En la practica oral había ensayado la típica ...