jueves, agosto 10, 2006

Monólogos de un Martillo

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Vamos a hablar. Porque estos días se vienen fríos sin llegar a serlo totalmente y a veces me aburro de estos días que no son uno ni lo otro. Igual que con las personas, es que ya sabes yo tengo problemas de radicalidad. Ya me lo han dicho mis viejos, mis amigos, mis intentos de novio, que a veces soy demasiado radical con las cosas. Los más poéticos hablan de apasionamiento. Pero a las finales es lo mismo. Una vez alguien me pasó una definición astrológica de mi yo, según la cual, yo podría ser el mas castigador de los miembros eclesiásticos o el ser mas dado a los placeres carnales. O sea, que podía ser cura de la santa inquisición o bailarina en el Moulin Rouge…Por suerte nací en una época de comodidad de creencias, en que ser ateo es casi una moda aplaudible y la exploración del placer femenino, no es un pecado digno de la hoguera.

Pero puede ser que tengan razón todos los quirománticos, amigos, ex amigos, proyecto de novios y demás seres que se han topado conmigo para bien o para mal. “llevas las cosas a extremos"- me suelen decir…yo pienso que si de verdad las llevara, ya habría sido condenada a cadena perpetua o elevada a mártir. Por suerte, tengo los genes tímidos de mi madre y la indiferencia ante los hechos sociales que tiñe a toda mi generación y no hago gran cosa, excepto estar al margen de todo lo que sea política, aunque no pueda lograrlo del todo. Intento estar informada claro, pero a veces temo ser de la gran mayoría que lee sin entender y opina solo con la mitad de la verdad sobre la mesa. Eso último me genera una gran desazón, porque sabrás que yo he chocado con gente capaz de matar mas gente por ignorar la otra mitad de la verdad y generalizar conocimientos empíricamente obtenidos.

A veces temo opinar, por no decir alguna bobada. Otras veces me dicen que estoy con el martillo listo. No sé, a veces me creo lo que me dicen, tanto que durante un tiempo sentí que era tan, pero tan mala persona, que no merecía el cariño ni el entendimiento de nadie. Pero ya ves las cosas cambian, en un solo click. Es increíble como puedes toparte con personas que aparentemente tienen todas las virtudes señaladas en el catálogo para el hombre perfecto y que simplemente no surja esa química necesaria, para querer mas que una relación amical lejana, de esas en que comentas sobre el clima, dices “pobrecito”, mandas saludos a sus familiares enfermos y luego te olvidas un año entero de ellos, a no ser que te lleguen invitaciones a su velorio por alguna dolencia desconocida.
La verdad, yo siempre me sentí culpable de ese tipo de relaciones. Creía que jamás podría tener a alguien que se quedara conmigo porque simplemente así lo deseara. A veces extraño trabajar o la vida universitaria, en donde no escoges los amigos, sino que te los impone la circunstancia ya sea geográfica o social del momento. Cuando estás lejos de esos círculos que te impone el mal llamado sistema, puedes elegir ...y ¡vaya que eso si es una buena mierda quita-felicidad! El libre albedrío me insta a elegir solo a los amigos que quiero cerca de mí, aunque vivan a millas de distancia, aunque su circunstancia sentimental no esté del todo definida o aunque sus rostros no sean del agrado a mis otras “amistades”. Si tuviera que elegir a mis amigos, me quedaría sola. Los criterios de elección amical son bastante complejos y podrían llevar a una persona a elegir la mas completa soledad, antes de terminar en una orgía de sonrisas falsas o de gente que no entiende que carajo dijiste, porque lo dijiste, o si estás sufriendo mientras te ríes o riendo mientras escribes cosas en apariencia desagradables.

Pero te hablaba de la radicalidad de mi carácter, de que intento no tropezar dos veces con la misma piedra aunque eso requiera paseos interminables para rodearla y no sufrir dos veces con la misma persona. Los seres no cambian según nuestra voluntad y lo peor, tampoco cambian según su propia voluntad. Hay rasgos en el carácter de la gente que muy a pesar nuestro, no cambiarán con todo el amor y la ternura del mundo.

Bueno, yo pensaba que era mi culpa. Que yo era el problema, no sé , de esa falta de química. ¿Demasiado exigente? ¿Demasiado caprichosa? ¿Debo culpar a mis padres de amarme tanto, de darme todo lo que estuvo a su alcance? ¿De hacerme creer que uno debe luchar por aquellas cosas que cree merecer con uñas y dientes, antes de conformarse con la mitad del amor, la mitad de un hombre, la mitad de todo? Mala estrategia esa. Si fuera un poco menos radical, aplicaría bien mis objetivos, me hubiera conformado con “una mitad de todo” a mi tiempo, hasta que las cosas salieran como quisiera. A avanzar la mitad , lentamente, con paciencia, hasta que todo saliera como quiero y luego aguantar el peso de ser feliz. Pero debo admitir, que de todas las virtudes que carezco, es la paciencia, la que mas envidio.

Con un poco de paciencia, podría lograr muchas cosas, pero no. Tiendo a deprimirme, a frustrarme rápido. Tal vez porque estaba acostumbrada a que siempre las cosas me salieran bien a la primera y no hubiera golpe de por medio. ¿Debo culpar a mi buena suerte? ¿A que mis habilidades eran mejores al inicio de mi vida que ahora? ¿A que las exigencias de infante eran menores que en la edad adulta? ¿A que la felicidad de los niños se limita a montar bien una bicicleta, a dar bien un examen de matemáticas a saber dibujar mejor que sus compañeros?

¿Y si me hubieran puesto en la mitad de mi vida a alguien que dibujara como Cienfuegos o a alguien con CI mayor que el mío, solo por ese capricho de la vida de retarnos cuando empezamos, para ver si aguantamos y nos hacemos mejores o si simplemente nos frustramos y vivimos el resto de la vida lamiéndonos las heridas?

Yo pensé que era mi culpa, ya te lo dije, el que la gente que eligiera como dueña de mis afectos siempre me diera en el traste. Yo me resignaba a esa idea y comenzaba a dar la razón a Hobbes sobre la idea de que el hombre es malo en esencia. Que el conocimiento no aplaca casi en nada su naturaleza destructora y mas bien la acrecienta, la perfila. Tanto así que el hombre mas malo será aquel, que mejor te trate antes de darte la estocada final. El ardid de la mujer debería ser entonces, saber como acercarse y separarse pronto sin que llegue a sentir daño.
Yo soy una mala mujer, no puedo hacer nada de eso, a las finales no se escapar lo suficientemente rápido de la maldad innata en el ocasional dueño de mis afectos.

Yo pensé que llevaba culpa, la cual no disminuía por ser compartida, solo era culpa y punto.
Pero... hay hombres buenos y no porque lo diga yo, ni porque lo quiera creer y me ciegue con esa idea, hasta la estupidez de vivir en la ilusión de que la gente no te causará daño concientemente. O explotando al máximo esa virtud que nos dan a los seres humanos de vivir en la ignorancia para sufrir menos. Lo digo, porque llevo apenas un cuarto de siglo en este planeta y puedo dar constancia de que existen hombres esencialmente buenos, con miles de defectos como todos, pero finalmente BUENOS. Alguien dirá entonces que un Leviathan no podría reconocer jamás la bondad en su vecino, porque es la maldad intrínseca la que lo vuelve malo, malísimo. Pero creo que puedo saberlo, saber que existen también los hombres buenos y eso me da una esperanza.
Porque mientras alguien pueda creer en la bondad oculta, es esa luz la que nos libera de nuestras propias sombras. de nuestras propias culpas. El hecho d epoder confiar en otro, en la bondad del otro y esperar que éste otro hombre use la poca de bondad que tiene para intentar no dañar, no hacer mas daño.

Me declaro radical, me declaro esencialmente mala, impaciente por naturaleza, tímida hasta la cobardía, medianamente razonable para comprender que hay seres que son realmente inteligentes y que tienen la oportunidad de hacer algo. Me declaro culpable de creer en que los hombres pueden ser buenos y las mujeres llegar a amarlos por lo que son y no por la fortaleza que aparenten. Me declaro culpable, pero por favor... no se lo digas a nadie, que lo que he dicho podría sonar subversivo para los que leen solo la mitad de la verdad.

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" LA BEGONIA"

Al amanecer del quinto día Dolores vio las flores de la ventana congeladas en sus tiestos. Era extraño pues esa noche ella había dormido tibia y segura en el lecho se sábanas amarillas; pero al abrir la ventana allí estaban los geranios congelados y las begonias cerradas, en un grito inmóvil de auxilio que ella no escuchó mientras dormía segura.

Se colocó la bata lentamente y se dirigió a la cocina a buscar algo para empezar el día. La costumbre de iniciar el día con algo del frigider le venía desde la infancia. Desde esas noches de insomnio a mitad de la adolescencia con la gastritis que la despertaba con ese dolor profundo en el estómago como una patada asesina recibida durante el sueño.
Buscaba entonces cosas frías, frutas, leche directo del tarro, cualquier cosa. Algo para aplacar ese dolor que quemaba en el centro de su cuerpo y que no calmaba mas que con alimentos del refri.

Ahora a pleno invierno ella permanecía con esa costumbre, de vaciar en su garganta los fluidos helados y el yogurt espeso. La voz le había cambiado, es cierto. Pero ahora le agradaba más su voz ronca de mujer adulta. Eso también se lo debía al frío. Su faringitis crónica le había logrado hacer una voz que sonaba sensual por el hilo telefónico, aunque ella solo dijera: Lo siento, No estamos interesados.

Javier dormía bajo las sábanas echado boca abajo, como todas las veces. Feliz entre sus sueños de asfixia, soñando con mulatas exóticas y con rubias de todas las tallas. Dolores, había aprendido a levantarse sin molestar su sueño, caminar con sigilo al refrigerador, ponerse la primer cosa fresca que hallara en su camino, a la boca y quedarse junto a la ventana viendo como cada begonia se desperezaba de su traje de sueño.

Ahora, en cambio, debía conformarse con ver a las flores congeladas y mustias en el alféizar de su ventana y sentir el ronquido lejano de Javier que dormía como un cansado minotauro en el lecho común.

Hace mucho que esa vida le cansaba. Miraba por la ventana con los ojos llenitos de recuerdos de un futuro que hilaba como grandioso en la infancia y que ahora se alejaba cada vez mas.
Recordaba el dolor de los 11 años, cuando amaba a ocultas a los chicos mayores, a los cantantes de moda a todo aquel con apariencia de hombre interesante y ella solo suplicaba en silencio que pudiera cumplir 16 años para poder ser interesante a sus ojos. Dieciséis años era el límite para su vida pasada y para sus sueños futuros. A los 16 se imaginaba con una figura capaz de despertar envidia y apta para ser mirada por los ojos de los hombres que ella amaba. Sin embargo, llegada a los 16 años y con su poca fortuna., él único hombre en mirarla había sido el profesor de matemáticas, acabando en un romance que le costaría no solo un aborto, sino también salir para siempre del pueblo donde había nacido.

Ahora ella estaba tan lejos. Recordaba con angustia, la efusión de enormes coágulos sanguíneos entre sus piernas, producto de la operación y el dolor intenso en el vientre, como si de una vez por todas hubiera sido también eviscerada de sus sueños. Parecía que todo rasgo de inocencia se hubiera quedado pegada en la pinza de aros con la que terminaron de sacarle el último fragmento de vida que crecía dentro suyo.

Las lágrimas caían ahora calientes por sus ojos de adolescente, sin poder recurrir a nadie que dijera una palabra de consuelo.

Cuando el profesor Martínez le dijo que mejor te vas porque en le pueblo empezarán a hablar, ella entendió que probablemente ese aborto no era solo una señal de desgracia, sino la puerta rara a un futuro que le permitiría salir de ese pueblo sin nombre y acercarse un poco a la vida que ella había soñado para sí, desde que abriera los ojos al mundo.

Dieciséis años, fue efectivamente un límite para ella. La inocencia había terminado y no había nadie en el mundo para protegerla, o al menos compadecerse. Siempre había admirado esa suerte de sus amigas con madres y abuelas que decían “pobrecita” a la primera que algo no resultaba. A ella nadie le había dicho nunca algo parecido. A lo máximo una frase que le dijera “ya sabías en lo que te metías”. De pronto la lástima ajena se había convertido en un bien tan preciado como el mismo dinero.


Pero esa imagen infantil de lo que tienen los otros para darte, también cambió con el tiempo.
Ya no le agradaba la lástima, el “pobre niña” de los labios de extraños. Esa frase le apestaba como la sensación de recibir migajas cuando una se muere de hambre. Esa palabra de pronto le licuaba todo propósito de enmienda. Ella no era la “pobrecita “ de nadie, ya había pasado demasiado tiempo sola para contentarse con esos caramelitos para minar voluntades.

El piso de la cocina era helado y ella encendió la hornilla para poner el café. Javier no despertaría hasta dentro de una hora, pidiendo su café negro, antes de salir al trabajo.

Que suerte había sido hallar a Javier después de todo. El no le había dicho pobrecita, ni le prohibía gemir en los orgasmos como si lo había hecho el profesor Martínez en medio de los efluvios de sexo en la escuela. Javier la dejaba ser y la hacía sentir mujer, no en ese momento de tomarla, tirarla, gritar y llegar; sino a diario, cuando lejos de conmiserarse de su estado, la trataba con la dureza del mundo, haciéndola sentir que era fuerte para soportar también el dolor de la indiferencia y no como una víctima de su circunstancia.

Javier la amaba a su forma. A su forma tosca de pocas maneras y pocas palabras, pero la amaba. Ella lo sabía. Jamás la había golpeado y aunque su voz era gruesa, jamás levantaba la voz para gritarla. Solo era distante y frío como el mismo mundo en el que había crecido. Simplemente estaba, aunque jamás estuviera realmente.
Por la ventana se extendía la larga calle, por donde aun nadie transitaba y ella sentía que todos los sueños que tejió de niña, de pronto se diluían en esa vida de comodidades silenciosas y de un marido inexpresivo que la maba a su forma.

Dolores volvió a ver las flores congeladas, de pronto se sintió como ellas. Con la vida segada de tajo a la mitad de su color mas vistoso. Seguían allí, no habían llegado a marchitarse, pero estaban muertas dentro de su maseta, con el corazón congelado, inmóviles, incapaces de huir de una cárcel que antes las protegía. Una flor muerta, eso era Dolores, ahora. Una flor congelada que nadie sabía bien como revivir.

Ella, abrió la ventana y trajo una de las masetas consigo. Arrojó su aliento maternal sobre la flor que ahora lucía muerta bajo la escarcha. El hielo se hizo gota y el color de flor coloreó el ambiente taciturno de la cocinita vacía.

“Tal vez reviva”- pensó mientras contemplaba la frágil begonia perder su capa de nieve. Y acarició el tallo como si se tratara de algún fruto de su vientre.

Javier se levantó de la cama, era el quinto día del año y debía volver al trabajo. Dolores se apresuró a servirle el café caliente y a ocultar la flor resucitada. Nadie tenía porque saber que en medio de su pecho se comenzaba a entibiar una frágil esperanza, de escapar de su cárcel junto al buen Javier. Apenas tenía 22 años, a esa edad nadie se muere por intentar vivir a la intemperie.

miércoles, agosto 09, 2006

9 de Agosto

Hoy no me hace bien nada. Podría estar en cualquier parte y seguiría con esta cara inmóvil

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Trato de culpar al exceso de comida. Al clima gris, al frío imperante. A las hormonas.
Igual que mi hermana yo siempre trato de culpar a alguien.

Mi padre dice que ese complejo de culpara alguien nace desde niños. Cuando una madre le dice a su hijo que acaba de hacer al piso

- Malo! Piso malo! Golpeando el lugar donde el bebé se cayó.

Desde allí empieza la búsqueda de un culpable. Alguien a quien juzgar a quien echar la culpa de las fallas de nosotros mismos, de nuestra sociedad.

Ayer le pregunté a un abogado y ¿tu qué opinas sobre la pena de muerte?

- Mmmm.....Morirán mas inocentes, solo los que no tengan plata para pagar y corromper un juez.

-Parece que estás contento.

-Claro! Yo gano con el miedo de mis clientes. Si se aprueba la pena de muerte, tendré mas dinero, de repente y haga el suficiente como para irme de vacaciones.

El abogado en cuestión defiende a asesinos, violadores y demás lumpen social que sabe pagar bien su defensa. Dice siempre que todas las personas tienen un precio y que ningún juez deja de ser corrupto, solo tiene un precio mas alto y algún contacto mas discreto. Poco a poco se abre camino en el poder judicial y su pequeña casa va adoptando las características de un palacio.

Con la pena de muerte para castigar a lo que la sociedad no puede reformar, yo esperaba que bajaría la criminalidad. Pero no contaba con un sistema judicial tan corrupto como el nuestro. Mandarán a la silla eléctrica o al medio que elijan para deshacerse de la escoria social, a uno que otro violador de esos que no tiene como pagar para “torcer” la voluntad de un juez. A alguno que otro criminal, pero a ninguno de los medianos ni realmente grandes. Con este sistema judicial, seguirán los raptos al paso, los ajustes de cuentas, las violaciones a menores de edad, la venta de droga clandestina. Todo igual, lo único que cambiará es la visión del ciudadano de a pie.

“tenemos un buen gobierno”. Dirán, mientras se comen las uñas para proveerse de alguna proteína.

Pienso en Ti


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Hoy la verdad no me hace bien nada. Debe ser la comida, las noticias, el clima, el preámbulo de una migraña.

Debe ser que ayer me sentí sola y apartada del mundo. Abandonada en mi rincón. Inútil de hacer nada por nadie. Nadie con quien hablar. De mi fugaz felicidad solo me quedan recuerdos que voy acomodando según la necesidad en mi estante personal.

No me molesta dormir sola, lo que me molesta es saber que a nadie le importa saber que sigo aquí, esperando, pensando, añorando esas cosas que los seres comunes debemos olvidar para poder seguir adelante.

Estoy en mi rincón marino, con el cielo plomizo y las veredas limpias. La gente pasa por mi ventana, yo no les puedo pedir ayuda. De pronto me doy cuenta que todos están tan ciegos como yo. Inútil explicar aquello que inmoviliza mi cara y me hace lagrimear muy a pesar mío.

Llorar en silencio. Simplemente llorar.

martes, agosto 08, 2006

Ni pan ni Circo

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- Tienes una mirada fuerte
-La tengo? Pensé que mi mirada era la de una boba
-si, tienes la mirada fuerte. Eso me gusta.

Luego nos quedamos callados y yo sigo el resto de la tarde feliz con esa frase suya.


Es tan poco realmente. No se ha acabado la guerra en medio oriente, no aumentó el ingreso per cápita, no disminuyó la pobreza en el mundo.

Sin embargo yo soy feliz.

Esos sucesos del mundo externo desaparecen, mi rostro se enciende, mi mirada se hace larga, el día parece mas bello.

Parece que nunca hubiera estado triste.

- Cómprame esas fresas encarameladas
- pero vamos a comer la torta de chocolate que pediste
- Por favor, cómpramelas. Se ven tan bonitas en ese palito.
- Está bien. ¿Que tal están?
-Deliciosas. ¿Sabes? Creo que soy feliz.

La noche entonces se hace corta, mientras la gente va corriendo a un concierto que no sabemos de quien es. Todo parece tranquilo. Esa noche iremos al cine, pero hacemos tiempo en un café. Yo leo el libro en voz alta mientras él come la torta que ya no puedo comer. De pronto en medio del mundo se ha abierto una brecha de tranquilidad. La gente pasa presurosa, las adolescentes arregladas. Los jóvenes con tatuajes. Ambos parecemos dos viejos que se encuentran después de mucho para leer en un café. Hay paz aquí aunque el resto del mundo se siga fundiendo.

- Oye padre, me han dicho que tengo la piel de durazno.
- Jamás la tendrás como tu madre.
- Pero me dijeron que tenía la piel muy fina y que…
- Ninguna de Ustedes heredó la piel de tu madre. La primera vez que la vi ella
parecía una egipcia…

Entonces veo los ojos de mis padre hablar de cómo se enamoró de mi mamá y siento que la veo cruzar con su traje universitario sin dirigirle una mínima mirada, con el mentón altivo y sus cabellos negrísimos. Ojalá hubiera sido como ella- me quedo pensando, mientras algo de mi se entristece. Mi padre la conoció cuando tenía mi edad.

…Tengo 26 años, debería ya ser pediatra, tener un auto propio. Al menos estar ennoviada. Quizás deba salir del país y olvidarme de lo que creo que soy. Comenzar a trabajar por lo que quiero ser. Tal vez…No sé tengo miedo… mejor me pongo a leer algo, a pintar un poco…No, mejor enciendo la pc, quizás haya alguien, conectado…

Ha disminuido la tasa de mortalidad materna. Abrirán mas colegios, la tasa de analfabetismo se reduce.

Todos esos grandes eventos dejan de tener importancia. Los seres humanos somos tan sencillos. Nos alegramos o entristecemos solo por aquello que ocurre a nuestro alrededor. No importa si en el mundo el nivel de felicidad aumentó para millones de personas. Hay una astilla en el costado que nos provoca tristeza y ese malestar puede ser tan intenso. Tan profundo, tan difícil de soportar…


A veces soy feliz y esas veces son tan pequeñas, tan fugaces, que agradezco a las tormentas que provocaron ese rayo de sol en mi rostro. Sin, embargo a veces no lo soy del todo. Mi rostro puede ensombrecerse por cosas igual de pequeñas. Silenciosos deslizamientos que traen consigo enormes avalanchas que podrían sepultarme si no estoy despierta.

-Alo? ¿Cómo estas?
- Cansado...
- Ah, te llamo porque pensé que mi voz te alegraría.
- hmmm…sonabas seria…
- solo te sentí algo…no se…mal…
-hmmm
- Hablamos otro día
- si, otro día…

El silencio se apodera del auricular. Es mejor irse a la cama, pensando en los pequeños rayos de sol. Pronto habrá que ocultarse para soportar otro largo invierno. Mi felicidad es tan fútil pienso. El mundo se está destruyendo allá afuera y mi felicidad suele ser tan fugaz…


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“Cuando estoy deprimido, las razones por las cuales estoy deprimido son profundas, esenciales, fundamentales. Por supuesto a veces soy feliz. Pero las razones por las cuales soy feliz son tan fútiles, tan tenues, que me deprimen” ( Extraído de Como Librarse de su Psicoanalista- Saint Drôme)

Mi Primera Porno

Cuando me veo al espejo no logro dilucidar como hubo un tiempo en que todo rasgo de placer me parecía sucio y seguido de un sentimiento de culpa.

No estudié en colegios católicos, mis padres no fueron represivos. Si tuviera que culpar a alguien ante el psicoanalista no tendría por donde empezar. En general yo nací con esa culpa que tenemos los seres humanos sobre los hombros, cuando comenzamos a disfrutar de la felicidad.

Recién a mis 25 años pude gozar con toda libertad de ciertas cosas que antes juzgaba pecaminosas, sucias, vedadas. Recién a los 25 años supe que la mejor terapia para hallar la felicidad es dejar de sentir culpa por ser feliz.

Pero en una sociedad represiva como ésta no es fácil. Son pequeños detalles los que te dan independencia moral. El primer beso en público, la primera vez en un hotel. El primer fin de semana lejos de casa. La primera película porno…

Es gracioso que recién a mis 25 años me haya atrevido a comprar una porno. Pues antes, no sabía ni lo que contenían. Claro, una cosa es ver el canal erótico u hojear en revistas pasadas lo que supuestamente es una “novedad” en el placer carnal. Pero comprar artículos de ese tipo ya era otro asunto.

Recuerdo, que una vez entré a una librería y se exponía el libro recién de Anmoreca, sobre sexo. Yo tenía curiosidad pues había leído una entrevista al tipo y hablaba del sexo tántrico y otras cosas que en su momento me parecieron interesantes. Mientras lo miraba, una de las vendedoras se me quedó mirando con desaprobación. Probablemente tenia unos 20 años y me miraba como diciendo “ahí va otra reprimida”. Era mi imaginación? O realmente me estaba lanzando esa mirada? Salí de la librería y cuando di algunos pasos, me di cuenta que se me antojaba tener ese libro. No por las grandes cosas que dijera, ni por las figuritas (que eran bastante pobres) sino por darle la contra a esa sociedad que de algún modo me había reprimido.
Para esa época yo ya tenía suficientes conocimientos sexuales para no necesitar un libro que me dijera de que manera ponerme, pero la curiosidad ante lo prohibido (representado por los ojos de aquélla joven) me instaban a comprar.

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Cuando hice el pedido, ambas vendedoras se miraron y tenían risitas y ojos sorprendidos. Probablemente por mi aspecto de menor de edad no sabían que hacer.
Saqué mi documento de identidad y procedí a comprar el libro prohibido, que de interesante no tenía nada, excepto la receta para la preparación de unos brebajes comparados a un viagra macerado.

Definitivamente el dar la contra o hacer lo prohibido, no era tan emocionante como me imaginaba.


Hace algunos meses me hallaba en uno de esos periodos en que tenia necesidad visual de aquello de lo que carecía tan angustiosamente. Para mi mala suerte, no podía acceder a un canal que transmitiera algo mínimamente apreciable relacionado al sexo. Fue cuando me decidí a ir de shopping.

Ir de compras siempre relaja, especialmente si vas a uno de esos lugares en donde todo producto pirata es vendido a mitad de precio. Me entretuve algún tiempo viendo ropa interior que no necesitaba y luego fui al sector de videos.

Oh lá lá. Había unos cuantos títulos sugerentes. No me interesaban las pornos- en vista que para ver mucosas dilatadas prefiero mi Atlas de anatomía- pero si me sentía inclinada a comprar alguna película con un erotismo fino, que no mostrara, pero sedujera bastante los sentidos. Allí había títulos franceses, pero todos en la galería de arriba. Cuando me acerque a preguntar, otros tipos acapararon el puesto y me hicieron arrepentirme de mi impulso inicial.

Seguí caminando y cuando casi salía, un puesto que vendía películas de anime japonés me hizo volver a detenerme. Alguna vez ya había comprado películas de ese estilo y quería ver más. Sin embargo al ver que también tenían de otro estilo, algo aguijoneó mis sentidos.

- Y no tienes de las no buenas?- le pregunté al tipo que me ofrecía sus DVD diciéndome que eran de muy buena calidad.

El tonto no entendía. Claro que son buenas, me insistía. Yo comencé a reír y me arrepentí de preguntar. Cuando se fue quedó el dueño del local, un joven bajo de camisa negra y ojos achinados. Tenemos varias colecciones, comenzó a decir mientras yo ojeaba el catálogo para ver las repeticiones de series famosas, que eran lo único interesante del local.

-Tienes “Mad about you”- pregunté al tipo que si parecía saber del negocio.

- No, pero tengo películas no tan buenas…- dijo con una cara tiesa que me asustó por la expresión. Me di cuenta que él sabia de lo que hablaba y que por eso había mandado a su empleado fuera del local.
- ¿De qué tipo quieres?- preguntó con mas cautela, como si me hablara de comprar alguna droga rara.
Yo no sabía que responder. ¿Cuántos tipos había? Bueno, una noción tenía y no me interesaban las que tenían animales... Traté de hacerme la que sabía del “negocio”

- Bien, quiero una suave. No me interesa una porno, quiero erotismo solamente……
- Si, entiendo- volvió a decir él. ¿En realidad entendía? Quise pensar que sí. –Espera, de verdad solo quiero alguna erótica, pero sin mucha cochinada, ¿me entiendes? No me interesan esas historias de monstruos o alienígenas aventajados que muestran las de anime.
- Si, entiendo. Solo quieres las buenitas- Agregó sonriendo, con cara de ser descubierto como fanático de las porno con mutantes.
Luego sacó de una de las gavetas, una que decía kama sutra.


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Bah! Esa ya se que es aburrida, me burlé. No, no es la que te han contado, es otra. Es mas bonita, tiene historia…pero yo ya estaba demasiado avergonzada como para intercambiar historias y preferencias de cine.

La peor parte vino al salir. El otro empleado estaba en uno de los puestos del frente junto a otros 2 vendedores mirándome como si acabara de matar a alguien. Yo les devolví la mirada, retándolos. Ellos siguieron mirando y sonrieron. Sonreían y me miraban, como si de pronto acabara de expandirse una tremenda fragancia de feromona que procedía de mis manos sujetando aquel DVD.

Cuando llegué a casa, me di cuenta que efectivamente era una de las “suavecitas”. Una porno sobre tíos de 50 teniendo relaciones con colegialas. Miré el acné de las mujeres que gritaban compungidas al ser penetradas por el supuesto tío cincuentón y me quedé pensando, si mi esfuerzo de poca vergüenza al comprar pornos me estaba resultando verdaderamente placentero. Lo más parecido al orgasmo que tuve fue querer hacer una receta de Acnomel para las gringas con cutis granuloso y recomendar una dieta hipocalórica para los tíos vibradores.

Ahora me veo al espejo y no logro dilucidar el porqué sentir culpa, si al cabo aquello oculto por el velo de lo prohibido, resulta incluso mas aburrido que los actos en los cuales se incursiona con perfecta libertad.

lunes, agosto 07, 2006

Los Disfraces

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La gente no es lo que es, sino lo que dice ser…

Debería ejercitar esa frase en mi mente, vender la idea de lo que soy aunque no lo sea.

Pero me resulta difícil ese asunto de parecer mas de lo que soy y hacer creer algo que aun no soy.

Toda mi vida ha sido así. No entro del todo en el personaje y la gente cree entonces que no estudié bien mis líneas…

Recuerdo una tarde a mitad de la visita médica, me retiré para ir a ver a uno de mis pacientes que estaba grave, llevaba semanas hospitalizado por una insuficiencia hepática que lo estaba matando y por su pobre condición económica había sido difícil conseguirle los medicamentos para mantenerlo hospitalizado.

Mientras caminaba por el pasadizo, alguien gritó que el hombre había hecho paro. Corrí a la habitación de mi paciente y efectivamente el hombre había fallecido durante nuestra visita por el otro sector.

Antes que me pudiera acercar a constatar sus funciones vitales, vi a uno de mis compañeros menos brillantes entrar corriendo, empujar a todos, subirse en la cama del paciente y hacerle resucitación al puro estilo E.R. Llamaba al anestesista, gritaba, hacía todo un show digno de televisar y las enfermeras le seguían la corriente, sin entender bien para qué.

En la pequeña habitación todo se comenzó a poner gris oscuro y solo una luz enfocó a mi compañero haciendo una mala maniobra de resucitación, mientras pedía adrenalina, como si a esas alturas fuera necesario. Todos los demás desaparecimos, incluso el paciente.

Yo era una espectadora mas. Había sido mi paciente por casi un mes y yo no alcancé a hacer nada. Solo a ver el show de alguien que no tenía la menor idea de lo que estaba haciendo. Y a quedarme paralizada sin decir nada por detener esa absurda manera de volver la muerte de alguien un espectáculo.

El paciente ya había fallecido, no había nada que hacer. Pero él se quedó a hacer el show. A la salida de la habitación, los familiares le agradecían el esfuerzo por mantenerlo vivo. Yo me quedé atrás con los guantes sin utilizar en la mano, pensando si acaso hubiera sido mejor hacer ese tipo de maniobras que la gente espera de un verdadero médico.

“Habrá que declararse incompetente en todas las materias del mercado…”

El otro día estuve en una exposición de la escuela de arte. Veía los bocetos de cuerpos desnudos en la pared, los trazos, los rostros a la mitad y me quedaba maravillada ante el arte que tienen otros. Como me hubiera gustado nacer con ese don especial, con esa habilidad para plasmar en realidad todas las imágenes que nos parecen bellas.

Debo declararme ignorante en ese aspecto. Solo capaz de notar alguna belleza, aunque no con el suficiente tino para plasmarla. Pero creo poder reconocer a quien si sabe hacerlo. Eso debe bastarme.

Así como puedo leer algo y saber que me gusta, que quisiera leer mas de eso y declararme entonces: incompetente. Decirme a mi misma que hay gente que escribe bien y otra que solo dice que escribe. Pintores que lo hacen bien y otros que solo son aprendices.
Diferenciar entre lo que es y lo que dice ser, un ejercicio mas que difícil en un medio en donde todos se autodenominan artistas y la mayoría escritores.

Yo debería aprender la lección de hacer creer lo que no soy y publicar un texto que parezca novela y aunque nadie me lea, poner en mi hoja de vida que si lo soy. Que soy alguien que escribe libros. Ofrecer mi autógrafo, esperar la fama. Hacer creer que incluso, lo hago bien.

Debería aprender la lección y hacer mas aspaviento de cosas nimias, vender una imagen que no soy. Tragarme el cuento. Vivir feliz con eso, vender a alguien que no soy. No sé. Venderme mas al resto, aunque eso signifique de alguna manera regalarme.

Pero no puedo

“Habrá que declarararse un inocente o habrá que ser abyecto y desalmado….”

Que tontería pensar que el mundo es perfecto! Buscar que alguien no mire la apariencia y que sepa abrir la semilla dura para encontrar la almendra. Que alguien venga a ver el espectáculo sin necesitar de ropaje. Que necia soy!
Si al cabo la mayoría siempre mirara el disfraz y no a quien lo lleva y yo tengo el poder que nos han dado a los humanos de coserme siempre el ropaje que desee. Y cubrirme de acuerdo a la circunstancia.

Pero no puedo.

Sabes que no puedo. Porque debo declararme incompetente para vender una belleza que no soy, un escritor que no soy o un médico que no es. Soy la mitad de todo eso y mucho menos.

Pero a veces mi mitad de la verdad suele valer mas que la mentira de los otros y con eso, puedo alcanzar a dormir en paz, aunque tenga siempre que desnudarme del vestido que quieran tallarme y de los bozales que intenten colocarme.



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"Intromisión"/ Borbolla

domingo, agosto 06, 2006

¿Quien conoce a Diego Avendaño?

Si no eres un blogger peruano, este post no te interesará.
Si eres un blogger peruano, probablemente tampoco.

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En una plataforma en donde encontramos círculos formándose a cada paso. En donde es fácil agrupar a la gente según sus preferencias, sus post, sus manías, encontrarse con alguien como
Diego Avendaño viene a ser todo un descubrimiento. Pero quien es este tipo? Bueno, al margen de todas las definiciones, dignas de libro de ciencias naturales, que se puedan hacer sobre él, digamos que es el blogger mas fecundo que haya conocido por este medio.

Probablemente
la Novia Tripartita sea el primer post que leí de él y sea el post culpable de que me haya interesado la blogósfera como genuino medio de expresión. Luego le siguió el Malagracia, que me convertiría en una seguidora anónima de todo lo que escribía.

Al ver el profile de Diego constaté que el tipo solo tenia 24 años. Era menor que yo!!!

Vaya! Como pasaba el tiempo, estaba acostumbrada a admirar los escritos solo de gente que me doblaba la edad y aparecía este tipo con un estilo entre ácido y bobo que me hacía pensar que el era el verdadero Ingenioso algo ingenuo que todos esperamos leer.

Era un joven periodista que no solo se limitaba a hablar de temas en apariencia intrascendentes y a hacer burla de la política nacional como en
Humala copyright o a instar por una buena elección de mandatario con el buenisimo Ni tu ni Nadi(n)e

Es que si alguien pensó que para hablar de política en el Perú se tenia que poner una pose de intelectual consumado, Diego estaba dando la otra cara de la moneda
Y vaya que mostró varias
caras!

Jamás he visto a un blogger con tantas fotos en photoshop publicadas, haciendo burla de si mismo en todas las ropas posibles... y otras sin tanta ropa como muestra en su
pornoblog…

Todo un personaje el Avendaño, quien no oculta sus deseos de ser una estrella. Para eso cuenta hasta con mascota añadida
“Cahuide” el dueño de todos sus afectos y a quien en un rapto de locura paternal dedicaría incluso una canción.

¿Entonces por que no clasificarlo dentro de los bloggers maniáticos, locos o egocéntricos …? una razón válida sería que ya somos muchos los que nos ahogamos en ese costal y otra que Diego sobrepasa el límite que implica hablar solo de cosas Light que puedan entretener al lector promedio (conversaciones con un
repartidor de pizza o sobre algun payaso asesino). El blogger en cuestión trata sobre religión, política, anticoncepción e incluso publica algunas de sus entrevistas a literatos y gente famosa (aun no entrevista al Capitán Ubuntu, pero va por esa senda). Parodias varias, de las que no se salvan ni los bloggers mas inocentes. Ni él mismo, pues ha sido el autor de su propia despedida por motivos muy injustificados como la Fama, algo que varios por aquí argumentan como una ponzoña de escribir públicamente su día a día.

Leer su blog implica amarlo, aunque conocerlo en persona todo lo contrario.

Pero, si es todo lo que digo y mucho mas
…¿Por qué lo chotean?

Alguien capaz de jugar con el humor de la gente, con el mensaje entre líneas, con la acidez tapada por posts aparentemente inocentes ¿ quien es Diego Avendaño?

Probablemente solo el culpable de que yo haya abierto un blog para poder fastidiarlo.
O el tipo de humor inteligente con perfil mas bajo que exista por aquí. En una comunidad en donde todo el mundo trata de armar un círculo y pertenecer a un círculo, mimetizarse con el resto, es agradable hallar a alguien que puede ser diferente e inclasificable. Único y por suerte..


Este post fue auspiciado por Industrias SPAM “Avendaño el blogger que no hace daño”

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