sábado, diciembre 27, 2008

Sadith

No era que ella tuviera la razón, pero a veces daba asombrosamente en el clavo, tal vez por ello su apodo de Sadith La martillo le venía tan bien. La conocimos cuando yo estaba aún en la universidad y los cuentos de amores imposibles aun rondaban por mi mente a pesar del guardapolvo blanco en que me habían embutido tratando de hacerme parecer adulta.

Su figura obesa no admitía cavilaciones, ella no era una mujer atractiva y sin embargo, si, atrayente. Hablaba con soltura de muchos temas a cuyas explicaciones salpicaba de copiosas groserías, que no llegaban a chocar, sino a incluso parecer graciosas. Había sido basketbolista a pesar de su talla media y dicen que provenía de una distinguida casta de médicos, con los que era mejor no toparse de jurados en los exámenes. Al margen de ello, Sadith, comos e llamaba mi gorda amiga, no tenía otros dones a la vista que no fueran dar siempre en el clavo.

Me había dicho por ejemplo, que al conocer a un hombre jamás debía darle muchas señas de mi persona, o que si me gustaba mucho era mejor no pasarme todo el día durmiendo porque eso cocinaría en mí esas ideas eróticas que no afloraban cuando permanecía en el día con los ojos bien abiertos. En otras palabras- recalcaba-si conoces a un hombre y te la pasas durmiendo es mas probable que a la tercera cita el tipo te tire.

De esa forma me había alejado del profesor que dictaba cómputo y de algún deportista más que se me había acercado con intenciones nada decorosas, según apuntaba, haciendo un gesto de comillas con sus dedos regordetes.

La conocí y me hice amiga de ella por casualidad, más que porque tuviera la intención de hacerlo. Yo venía de una larga tradición de escuela pituca, en donde se te decía siempre con qué personas era adecuado juntarse. Al verla gorda y bohemia hablando mas con chicos que con mujeres, no me pareció que Sadith fuera la amiga adecuada para empezar mis estudios universitarios y sin embargo, se convirtió en compañera inmediatamente. Con ella pasaría noches enteras estudiando surcos cerebrales, canales celulares ahora innombrables, o escotaduras de huesos que nadie sabía que existían.

La gorda era inteligente, no cabía duda. Si no sacaba mejores notas que yo, fue siempre porque mas le gustaba que la llamaran una Gorda De Puta Madre, que una gorda chancona. Así pues, la chancona de nuestro pequeño grupo de tres, era yo.

El tercer integrante era Javier Sosa, un moreno con ojeras moradas tan oscuras como las de un elefante al que le gustaba siempre buscar la sin razón de las cosas científicas. Por qué esto? Por qué el otro? A veces con él, daba ganas de tirar la toalla y seguir otra carrera, pues en definitiva con la nuestra no llegaríamos a nada. Y para mí la nada en ese entonces, era seguir una carrera que no resolviera todas las preguntas que tenía acerca de la vida.

Sadith por el contrario, no se preocupaba por el porqué, ella sabía inmediatamente que pasaría. Ese buen olfato para las cosas funestas le acarrearía gloria mas adelante, al convertirse en la psiquiatra forense mas reconocida del país. Pero en ese tiempo, ninguno de nosotros sabía aun que le deparaba el destino. Yo vivía enamorada de cuanto hombre mayor supiera decir las palabras correctas o me mostrara un retazo de conocimiento que yo no pudiera entender del todo. Javier vivía enamorado de mí y Sadith…bueno, Sadith vivía un poco enamorada de sí misma.
La noche que le confesé entre copas que ya no era virgen, que a pesar de todos sus consejos había terminado tirando en el piso con el profesor de cómputo en un caos completo de monitores y cables enredados, no hizo ni un gesto y sigo bebiendo. Al terminar la segunda copa de ese vino barato que tomábamos por entonces, debajo de esas pecas que adquirían el color castaño de su pelo, me dijo con esa sabiduría que ya se le distinguía desde sus escasos 22 años:

- Ya se te notaba que lo buenita no te iba a durar para siempre, soberana huevona.
Luego cerró los ojos achinados por el exceso de alcohol y cigarrillos mentolados y agregó sin piedad:

- Mejor no te acostumbres a tener sexo como lo tienen las putas, que eso termina gustando- me dijo apurando el vaso en su garganta regordeta.

Yo apenas si la escuché pues la carcajada de confesarle a alguien que ya no era virgen me había hecho terminar en la alfombra de su casa retorciéndome como una loca que no sabe como llorar ante las cosas inevitables.

jueves, diciembre 25, 2008

Esta tarde me quedé dormida sobre la arena, el olor a bloqueador de coco inundaba el ambiente, cuando me eché a soñar que era niña de nuevo. Son 29 navidades pasándolas en familia con las sobras del pavo para almorzar, con el mar de fondo y la familia hablando de cosas cotidianas a lo lejos.

En 29 de estas navidades siempre he podido darme el lujo de apartarme un momento de todos, para soñar con aquellas personas que ya no están cerca de mí, los amigos que se fueron, los hombres que ya no están, el resto de la familia que celebra a millas de mí. Practicar ese tonto lujo de dedicarles un poco de mi pensamiento en los momentos en que soy más feliz, pues deseo que ellos también lo sean.

Ojala pudiera siempre hacerlo, darme ese tiempo para pensar aunque sea un poquito en todas las personas que han hecho que mi vida sea un retacito más cómodo al paso del tiempo. Ojalá todas las personas que quiero estuvieran reunidas en un solo lugar, pero es imposible, no me queda sino desearles lo mejor del mundo en una fecha que para mi tiene todo de especial: Vuelvo a ser niña, vuelvo a abrigarme del cariño de la gente que me ha visto crecer. Vuelvo a creer que es Navidad e incluso los deseos imposibles pueden realizarse.

No sé si sean suficientes estas palabras, para decir a toda la gente que estimo y me estima que les deseo lo mejor de la vida y lo mejor de sí mismos.

Perdonen el que sea este medio el elegido para decir lo que siento por ustedes, son gajes de la globalización.

Feliz Navidad.

lunes, diciembre 22, 2008

1...2...10...Respira

La moneda cayó por el lado de la soledad …otra vez.
Calamaro –Crimenes perfectos.

Se acerca navidad y estuve tan ajetreada pensando en mi misma, en mis pequeños dolores, en esas punzadas de ansiedad que no me dejan pasar el día sin preguntarme sobre ese “hubiera” que rodea todas las cosas que no fueron ni hoy ni antes de hoy, esa ansiedad que hace que la noche llegue mas tarde de lo que parece y el día comience antes.

Esa ansiedad que batalla con los problemas reales, que me hace entrar al baño a lavarme la cara y respirar 1..2…10…ya estoy mejor, no pasó nada. Que me hace escribir cosas incomprensibles que no publico a los ojso de nadie, que me hace preguntarme una y otra vez ¿cómo lograr sobrevivir al hubiera, si ese estado no existe? ¿Cómo arrebatarle al tiempo las cosas que no ocurrieron? ¿Cómo sobrevivir al recuerdo de lo inexistente?

1..2…10…Es diciembre, un millón de cosas por hacer, terminar el trabajo, hacer la mochila, cerrar bien la casa, mandar las postales, comprar cosas bonitas, envolver regalos…termina el día y sigue esa ansiedad aquí dentro que no la cura nadie…1..2…10…A veces por intentar sobrevivir a mi misma yo también olvido vivir los intermedios y olvido todos los números 5.

domingo, diciembre 21, 2008

Dicen que hay que tener alma bien guerrera para comprarse unos tacones rojos...
Dicen que la mayoría de mujeres los han deseado secretamente alguna vez...
Dicen...que si uno no los combina bien dan un falso mensaje de putería...

Yo digo que me los compré hoy y pensé que eran mágicos...solo bastó hacerlos sonar para que me sintiera absurdamente especial...

viernes, diciembre 19, 2008

Estoy ebria y es genial, porque hace mucho no lo hacía.

Porque hace mucho no salía, ni cantaba, ni comía, ni recordaba que a vecves Lima con sus lugares bonitos puede tornarse un Bs. As. cosmopolita, vital y palpitante.

Hoy mientras veía a los bailarines ir de aquí para allá bailando tango sentí de nuevo que era un Diciembre lleno de esperanza y de comienzos, no un final. Sentí que la vida volvía a ser vida y no nuna recatafila de hechos repetidso.
Estoy ebria es verdad...llevo casi 2 botellas de vino encima y una piña colada...será eso que me tiene feliz? será q el postre de maracuyá estuvo genial, que todos reiamos casi ebrios, que la noche se sentñía tan joven, que era diciembre y yo me senti feliz, aun sin razones muchas, parqa estarlo

estoy ebria..casi diria yoi..veo las letra amedias..pero no pouedo dormir.,..será que soy feliz?
será que finalemngte estoy tomando decisiones maduras?

hoy me amo y no me hace daño, mañana no sé.

viernes, diciembre 12, 2008

Nos odiábamos tanto. Ella y yo éramos diferentes en tantas cosas que los viajes rumbo a casa resultaban interminables, espacios gigantescos de silencios incómodos, de charlas que no llevaban a nada, yo asintiendo ovinamente a sus conceptos sobre la felicidad y ella hablando de sí misma como si yo tuviera algún lejano interés en sus manías de niña perfecta.

En esos momentos bien me habrían hecho un par de audífonos, un cigarrillo, o una pistola cargada. Pero ni modo, debíamos irnos juntas cada noche, ella por miedo a conducir sola, yo por miedo a tomar un taxi en ese barrio de mierda en donde ambas trabajábamos. Terminaba con los pies molidos después de casi 15 horas de jornada de caminatas, subidas y bajadas en ese hospital infectado hasta en sus más mínimos rincones de la ya temible TBC.

Pero ni hablar de quejarme delante de ella, ni hablar de querer irme más temprano, de que me daba horror infectarme de algún germen multiresistente, o de que a veces quería darme a golpes con uno que otro familiar maleducado. Eso jamás! Yo estaba frente a la chica perfecta que amaba trabajar 25 horas al día y luego irse al gym a correr 2 horas enteras. Ese tipo de mujer que come sano, que jamás habla malas palabras y de la que sus amigos siempre dicen cosas como: Es linda, o no hay otra como ella.

Cómo quejarme si su concepto de felicidad era trabajar eternamente sin tener nunca una vida propia? Si me había comentado en el primer viaje juntas que su máximo ideal era quedarse a trabajar en Perú y poder cuidar a sus padres y enterrar a sus abuelos como agradecimientos a todo lo que habían hecho siempre por ella…un discurso tan azucarado y de buenos sentimientos, que en el acto me vinieron las náuseas al darme cuenta que nadie podía ser tan tonto como para creerse semejante hipocresía.

Sin embargo, ella sí. Lo peor de todo es que no solo era buena, sino que se lo creía tan fehacientemente, que alrededor suyo todos terminábamos siendo más que personajes grises e infelices, cuyo único regocijo era el placer mundano de volver temprano a casa a tener un poco de sexo o comer alguna comida caliente.

No sé en qué momento la antipatía resultó mutua, como es que resultaba en frases y órdenes tan cortantes, que no dejaban espacio a réplica. Cuando fue que me di cuenta que a diferencia del resto ella jamás se reía de mis bromas, de mis ironías sobre la gente, de mi humor malsano. Que prefería callarse o si contaba yo algo, cambiar abruptamente de tema, como si yo no existiera.


Ya me había pasado antes, con mi anterior jefa. Por eso la reconocí en el acto, esa poca tolerancia para el doble sentido, para el sarcasmo acerca de la vida y la muerte, era una tara usual en los médicos con los que me había cruzado. Un excesivo respeto a la forma, olvidando con frecuencia que el fondo de sobrevivir el día a día en este trabajo, era irónicamente no tomarse la vida tan en serio. Pero vamos, que iba a entender ella de mi humor más negro? Mis frases sonaban a insulto, así que tendía a callarme, de la forma que lo hacen las mujeres educadas como ella: Con un fino desprecio al no decir absolutamente nada.

Yo la veía ir de aquí para allá entre el hospital, el gimnasio y las dietas, tan perturbadoramente perfecta, que me preguntaba, en qué momento tenía un poco de gozo carnal y humano?
Sabía por su propia boca que novios había tenido pocos y siempre de los mas feítos, porque y de inmediato tenía que decirlo: A ella le importaba siempre más la inteligencia que el físico…Esa frase, que era un buen intento de cojudiómetro, ya la había oído mil veces antes en la mayoría de doctoras guapas del hospital y siempre tenía para mí el mismo trasfondo de mujeres inseguras temiendo querer a un hombre guapo que las coroné de cuernos.

Eran los tiempos que yo andaba con guapitos de ese estilo, una buena estampa al lado, como quien luce una cartera cara o un par de zapatos raros.
Cada noche una sesión de sexo energético sin cargos de conciencia sobre falta de
amor o asuntos similares.
Ella me miraba con cierto encono cada vez que yo comentaba que tenía que salir temprano a verme con el marinovio. Una mezcla de envidia y mala leche aguijonaban entonces sus ganas de joderme la vida, inventando cualquier excusa para que nos quedáramos mas tiempo en el hospital.
Yo asumía que era envidia y me reía con tristeza para mis adentros. En los últimos años yo había pasado por una mala racha de amores que incluían perdedores y hombres de poco corazón, así que mi supuesta vida ventajosa en relación a la suya, perdía rápidamente el brillo cuando me veía cenando sola, porque ese día al marinovio de turno no le dio la gana de verme o porque simplemente yo había optado por liberarme un día de pagar la cuenta.

En realidad no se cual de las dos era menos feliz. Tal vez era una envidia mutua o frustraciones que casi iban parejas y en el silencio del viaje en auto casi estallaban a gritos en nuestros oídos, volviendo insoportables nuestros retornos a casa. Ella cantándome a diario su vida perfecta y vacía, yo callándome esas cosas que hacía a escondidas de todos y que mantenían lubricadas ciertas áreas de mi vida.

Nos odiábamos tanto que el esfuerzo de no demostrarlo de una forma tan cruda a diario, era un esfuerzo agotador de largo aliento. Cada noche, quería salir corriendo del hospital y pagar incluso el doble al taxista para no tener que irme con ella y aguantar esos viajes silenciosos salpicados de frases frías; pero cada noche como siempre, educadamente ella me invitaba a llevarme en su auto y yo educadamente asentía.

miércoles, diciembre 10, 2008

Wiston Chat

Tal vez debería empezar por decir que mis días no son tan malos. Es decir, mis días están siendo incluso buenos, hay días que amanezco sonriendo o temprano para hacerme algún desayuno rico. Hay días en que me siento tan feliz que siento que a mi paso el mundo sonríe también. Que los colores son más nítidos y la gente recupera el color que en mi memoria ya ha perdido.
Tal vez si me preguntas, como hoy, sobre mi vida te diría que no va bien, aunque yo sí. Tal vez, como hoy te admires de esa respuesta y yo no sepa explicarte que aquí dentro mi corazón va a buen ritmo, aunque la gente afuera siga fallándome, tropezando, reciclándose en recuerdos, embalándose en cajas enormes que nunca más volveré a abrir.

Entonces, como hoy, te explicaría que no sé porque precisamente hoy es que me siento tan feliz. Hoy que no he recibido ni llamadas, ni cartas, ni un abrazo. Hoy que me doy cuenta que es mejor vivir sola, que es mejor seguir esperando ese no se qué en las personas, ese no se qué, que hace que un día voltees a un lado y veas a gente que nunca antes viste y el corazón vuelva a recobrar su frecuencia, el aire se haga menos denso, la vida un poco más blanda. Aguardando eso, esa sola posibilidad de enamorarme de nuevo, espero tranquila, incluso contenta. Esperando, tú sabes, esperando.

Tal vez si me preguntas sobre detalles de mi vida última no sepa qué decirte, a lo mejor todo suene tan patéticamente simple, esperable, triste, que me digas otra vez, que me volvía a equivocar al escoger a la gente, al sitio, al lugar en donde hacer un nidito de seguridad antes de la tormenta. Tal vez me des la contra, me hagas ver esa realidad que me niego a ver cuando estoy casi feliz. Tal vez me despiertes, me sacudas de mi ilusión, me hagas sentir que debo seguir huyendo. Huyendo de mi misma. Por eso no te detallaré nada, sólo te hago saber que estoy bien, ilusamente bien, que despierto y me acuesto con la misma sonrisa, que bailo a solas, que como todo lo que encuentro, que compré mas perfumes, que tengo un libro nuevo entre manos, que hay música a mis oídos, todo, todo el tiempo. Que sueño, que ilusamente sueño, que esto es real. Que esta sensación de bienestar se prolongará aun un par de semanas más.

lunes, diciembre 01, 2008

La gente mediocre siempre se anda quejando.

La gente mediocre siempre se anda quejando.

Yo vivo mediocremente.

Me refiero a mediocremente porque nunca hago realidad lo que quiero, o peor aplazo lo que quiero porque no estoy segura de si lo quiero realmente. En verdad, prefiero no hacer el esfuerzo.

Por ejemplo esta casa. Hace meses que trato de irme de aquí, mi vida fue una pesadilla desde que me instalé en esta casa que parece un híbbrido de todos mis departamentos anteriores, vacío, con muebles que no son míos, con ventanas sin cortinas. Con un desorden descomunal, con un dormitorio que es un caos, con varias habitaciones, para no sentir que vivo acinada y sin embargo viviendo en solo una de ellas, en la cama mas chiquita, llena de almohaditas para no darme cuenta que duermo sola.

No me voy de esta casa, porque no se a donde ir. Es mas, si lo sé, pero aplazo el momento poniendo como excusas la falta de dinero o la falta de tiempo.
Detesto vivir aquí, en verdad ya no tiene que ver con que él haya vivido aquí, que hayas vivido de alguna manera juntos. Él se ha ido y todo sigue igual, odio vivir en un lugar en el que no quiero y del que sin embargo sigo aplazando el momento para despedirme.

Vivo mediocremente, por varias razones. Por tener que subirme a una combi o a un micro. Por no poder salir nunca. Por pasar mis fines de semana en casa, por comer en lugares mediocres cerca a mi casa o el hospital, por tener que vestirme parecida al resto, para que no me jodan, para que nadie me diga nada. Por tener que aguantar conversaciones inútiles que no me llevan a nada, con gente igual de inútil que no me aporta nada.

Detesto vivir así. Quejándome. Evitándome el momento de ser feliz, porque soy así. Un parásito de si misma, que pasa la vida reptando una ilusión desgastada de que las cosas y el tiempo se equilibren.

Dentro de 4 días es mi cumpleaños. Es la primera vez que no quiero que nadie se acuerde de mí. Tal vez porque he pasado demasiados cumpleaños esperando mucho de la gente y acostumbrandome a que la gente siempre me da muy poco. Entonces a la mierda, prefiero que lo olviden y olvidarme yo tambien de esperar algo. Algo que me sorprenda, que me ilumine los ojos, que me haga sonreir. Todo es tan patéticamente esperable. Tan tremendamente obvio.

Si vivo mi vida de una forma surrealista, porque tengo que pasar días como estos en que nada sucede alrededor, en que nadie puede sorprenderme nada. Por qué la gente no hace el maldito esfuerzo de salirse del guión y sorprenderme con un giro de la vida, del curso de los acontecimientos?


Vivo quejándome es cierto. Hoy mi primera conclusión fue que me faltaba dinero, mucho dinero para tener una vida cómoda ( no lujosa, solo cómoda) que me hiciera alguito feliz. Pero no. No es el maldito dinero. En realidad tengo ahorrado lo suficiente como para comprar el par de huevadas que harían mi vida mas cómoda ( Un carro? Un Ipod? Una cama de 2 plazas? Una bañera completa?) solo falta la decisión de romper el chanchito.

De romperlo todo. Mis lazos, mis nexos, mi curso de vida tan deplorable y obvia con un fin de semana tras otro, parecidos, casi idénticos, moviéndome en el mismo espacio con la misma gente.


Quisiera viajar, arrancarme. Ese es mi sueño cuando me quejo y me quejo, irme a ninguna parte. No para empezar de nuevo, no para terminar mis días en otro lugar. Solo arrancarme, para dar un giro a la historia, para sorprenderme yo misma de que puedo tomar decisiones que me cambien la vida, de que puedo torcerle el pescuezo a la suerte, hacerla mía. Jugármela. Como con Claudio, sabes? Como esa vez en que fui joven y fui arriesgada y soñé mucho y me tiré a volar y me rompí el cuello carajo, me rompí el corazón...pero que vuelo, señores! que tal vuelo! No he vuelto a vivir así, no he vuelto a sentir eso nunca. Ha valido ese vuelo, todo lo que vino después, la depresión, la gente gris que conocí en el camino, los intentos de morirme. Los intentos de desaparecer entre letras, con nombres diferentes, las fotos sin ropa, las mochileadas, Mariano, las crisis, el miedo. El MIEDO.

Ha valido la pena todo, incluso el volver a sentir miedo. De mí, de mi misma, del camino en el que estaba andando, de la corniza resbaladiza en que comencé a hacer andar mi vida. Lo valió todo.
El fue mi SEÑAL, la señal de que podía ser mas fuerte que eso, que el dolor, que el drama, que el amor, podía sobrevivir a eso. Él ha sido la señal, de que puedo arriesgarme por alguien, por una persona llamada yo misma, porque vamos! el amor no es ese sentimiento beatificado de entrega. La primera entrega en el amor es la de uno mismo. El hecho de comenzar a amarse, a creer en esi mismo, a enamorarse de si mismo y creer en uno, el segundo paso ya es telenovela. Pero el maldito primer paso, es esa fe que le surge a uno de que puede hacerlo todo. TODO.

Mierda, tengo migraña, comencé a escribir para no quejarme con el gurú, pero, no sé aquí estoy, pensando en la mediocridad en la que he comenzado a caminar y a la cual no em acostumbro, pero de la cual tampoco salgo.

Me he vuelto un parásito de mi misma. Mi temor a intentar algo- cualquier cosa- ha acabado con la heroína que todas llevamos dentro, con la mujer fuerte capaz de levantarse a comerse el mundo. Ha acabado conmigo poco a poco, royendo cada día mi voluntad, mi ánimo, mi soberbia ante el destino. He agachado la cabeza y he sucumbido a creeer que la suerte hará por mi, loq ue yo no me atrevo a hacer por mi misma. Que el destino hará por mí lo que yo no me atrevo a hacer. Que seguro hay un Dios que escucha oraciones y el torcerá las cosas para que me vaya bien.

Patrañas!
Pamplinas!
Una mierda!

Ni el destino, ni la suerte, ni un Dios puede hacer lo que uno no se levanta a hacer por si misma.

No que estabamos hechos a la semejanza de un Dios?

Por qué entonces no hacer gala de ese poder y cambiar als cosas para la felicidad de uno mismo? Por qué esperar a alguien más?

Por qué?

No es acaso el creer en alguien mas, en algo mas grande que nosotros, en esa esperanza de redención, una forma de mediocridad, para no aceptar que la resposabiliadd de ser felices pesa única y exclusivamente de nuestras decisiones? Que no somos un rebaño, sino seres individuales capaces de cambiar el rumbo del mundo?

Llámame enferma, loca, un demonio de soberbia, pero ahora a mitad de mi migraña me siento con la lucidez de decir lo que pienso, lo que creo. Mi Dios vive acá dentro y he pecado en no reconocerlo, en abandonar mi fuerza, mi fe en mi misma en pos de la respuesta de un destino, de una suerte que me evade por completo.


La gente mediocre siempre se anda quejando pues. Un día yo me levantaré y dejaré de quejarme. Ese día puede ser hoy. Hoy mismo...me asombra que aun no haya amanecido.

24 horas de mundo real

La pregunta para el ensayo en francés se refería a ¿Qué acontecimiento había cambiado mi vida. En la practica oral había ensayado la típica ...