Te tengo que contar una cosa, por eso no me pediré el café habitual, sino un matecito de coca, que por otros rumbos llaman té verde, pero a ese nombre por muy poético que suene no me acostumbro del todo. Te tengo que contar que odio al mundo… Pero ¡mira que ojos pones! Cada vez que le digo a alguien la palabra odio, se quieren poner a equilibrar el vaso diciendo que necesito mas cariño al prójimo, mas “amor” y mira que de sentir amor yo tengo las 24 horas, pero a veces me da ganas de odiar al mundo y ahí es cuando las cosas se ponen color de hormiga. Porque es igual que cuando le cuento a alguien que quise llorar hoy o que anduve deprimida y entonces me intentan callar como puedan, con historias peores, como para que me sienta bien con eso de que “mal de muchos consuelo de tontos”. Y mira que cuando pasa eso, se me acaban las ganas de contarle nada a nadie. ¡Porque ni la dejan llorar tranquila a una!
Siempre he dicho que aquellos que mostramos un perfil depresivo o que mas bien, amanecemos un día sin ganas de maquillarlo, somos los leprosos de este siglo. Somos esa gente que arruina el paisaje usual de felicidad, a quienes deberían amarrarnos según nuestros congéneres mas equilibrados y sonrientes y fondearnos frente a Larco Mar para que no interrumpamos el paisaje con nuestras caras tristes o nuestro hablar melancólico. Si ya se, quieres decir algo que me haga sentir bien, decir algo…cualquier cosa…Yo se, es como leer blogs y esa extraña manía que nos ha dado a todos por comentar todo lo que leemos aunque no tengamos nada por decir, mas que puntos suspensivos. ¿Sabes? Yo detestaba a la gente que hacia eso, que dejaba sus comentarios por media blogósfera, no me parecía ético andar arruinando la belleza de un texto agregando palabras; ni siquiera tener que comentar sobre cuestiones íntimas, pero de pronto, yo también comencé a hacer lo mismo, como para dejar una huella, de “estuve aquí y quise escucharte” y ahora entiendo que cuando una se confiesa frágil, haya siempre alguien dispuesta a interrumpirte y decirte “no te sientas mal, estoy aquí”, eso habla mucho de su sensibilidad y de su don de ayudar, pero también de ese concepto erróneo de que si le secas las lágrimas a alguien, ese alguien ya no se sentirá mal y llegará a su casa y no intentará hacerse daño. No es mi caso, no te asustes, ya te digo que le temo al dolor y que el único daño que me hago es cuando me tengo lástima y desearía solo seguir durmiendo.
Recuerdo un cirujano que nos contaba como venían las hemorragias nasales y que en ese momento, toda la gente intentaba darle una toalla, un papel al afectado, para que se cubra, para que oculte esa sangre…medidas que no sirven nunca para detener la hemorragia, sino solo para ocultarla del resto; porque en verdad la gente que dice querer ayudar solo tiene miedo, de esa sangre que mancha, esa sangre que no se debe mostrar, porque hay personas susceptibles, que se hieren por esa sangre que derramamos los menos. Y a veces pienso que con las personas tristes la cosa va igual, los amigos se acercan a secarte las lágrimas y a hacerte chistes para que no llores, pero de tanto impedirte llorar, un día te asfixian con sus pañuelitos suaves y te matan sin darse cuenta, porque la gente no se da cuenta que la tristeza es como una herida que necesita ser drenada, no tapada. Y que si uno quiere un amigo es para que te sujete la mano no para que te impida estar triste.
Ya no te acongojes, que a esto no te invite el café que mira que ni lo tomas por ponerme esa cara de culpa por andar de sordo ante mis múltiples quejas. Vine a contarte el porque de mi odio al mundo y es que creo…y mira, mejor te lo digo bajito…creo que no soy tolerante…Joder! No te rías, que ese problema me esta matando, porque yo odiaba a la gente intolerante, no podía sentarme en la misma mesa con alguien así, pero creo que yo también lo soy y eso me ha nublado el día. Y es que yo no soporto alguna gente, tu sabes “esa gente”, si la que dice ser mas que el otro, la que dice tener mas que el otro, la que dice saber mas que otro…pero a la finales son mas ignorantes que uno y eso, eso me está salando la sopa, amargando el café y poniendo mas que ácida la limonada. Y es que de vez en cuando yo me topo con alguien que se dice bien leído y me cuenta lo que lee y entonces…ay! Entonces yo q1uisiera ponerle ese cartelito de “Por si acaso soy culto”, porque con esa lista de libros ya ni para conversar de nada me da…Si, ya se, soy una exagerada; pero igual me pasa con la música, con esos cantantes de moda, con ese estilo de canción que pretende volver poema a la rima absurda y de versos trillados. Si, joder! Soy una intolerante. Porque me jode a veces cuando la gente se viste con cuadrados y rayas, fingiendo un estilo que no tiene, queriendo un poner look harto desfasado…Y yo, bueno ya se…que tu odias como yo a esa gente simpática que lee “sopa caliente para el alma” y anda siempre sonriente, pero a diferencia tuya que puedes tolerar su presencia sin hacer comentarios extras, a mi me apetece un buen martillo, cuando se ponen a hablar lo que no es…como ves…soy intolerante…hasta me tiembla la mano cuando me doy cuenta en lo que pienso durante esas reuniones aburridas de gente hablando de que las empanadas son mejores en el país que ¡oh! Casualidad ellos visitaron el invierno pasado; o hablando de la última moda en no se donde y ay! Si supieras que después de esas charlas terminó casi deprimida…Y mira, yo se que a ti también te molestan, pero a mi esa idea me jode el día. Porque de verdad yo me deprimo al oírlos, al tener que soportarlos, al tener que sonreír.
Vieras como sonrío! Algunas veces hasta parezco interesada, cuando preferiría irme a casa a leer un buen libro, que no sea un best seller de algún tipo que dice solucionarte la vida con ideas caseras. O la verdad me da ganas de fumarme un cigarrito, aunque no debería acercarme a la nicotina, pero ya sabes, cuando estoy de mal humor a veces me provoca olvidarme del daño al medio ambiente y del daño a mi misma y dejarme ser.
Yo admiro a esa gente que puede mandar al infierno al mundo y decirles en su cara de vez en cuando lo necios que son, yo no puedo. Por eso vivo algo frustrada, por eso que me interesa el boxeo tailandés, por eso que a veces escribo esas cosas que no publico. Yo estoy cansada , sabes? Porque cada vez que camino me topo con gente a la que me apetece devolver a la escuela, enfermeras que casi matan a mis pacientes, por no saber que droga dar en el momento correcto; dentistas que no saben la dosis de penicilina; médicos que no saben leer mas que de medicina; tíos que no leen del periódico mas que la sección deportiva; mujeres que leen solo las novelitas que se filman en el cine…en fin, tengo una lista grande…pero ya se lo que me dirás: que debo ser mas tolerante, porque voy a terminar sola y sin solucionar nada. Pero…
Pero mírame, carajo! Soy tan tolerante que callo cuando debería mandarlos a freír monos, tan tolerante que sonrío cuando debería hacerlos morder el polvo, enredándolos en sus propias palabras; mírame! Camino entre la gente y aparento que nada me desestabiliza y luego, vengo aquí y lo vomito todo…toda esta sopa de tolerancia mal masticada y me siento bien, pero tu me dices que no odie al mundo si lo que necesito es amor…pero te digo una cosa? Ya estoy enamorada…ese dejó de ser un problema…el problema es lo otro, mi pesimismo con la gente que como tu se dicen tolerantes.
Bueno olvidemos el matecito, el café sin azúcar y las bebidas para hablar susurrando, hoy quiero gritar un poco,quiero bailar y olvidarme de esa gente que me anda nublando el día...Oye, anda... vente a beber conmigo.
.
.
.
****"fui tan dócil como...tan sincero como pude ser…" ( Ella usó mi cabeza como nun revólver- Soda S)