martes, septiembre 09, 2014

Frontera

Uno pertenece a donde es querido.
A veces ese territorio es una persona,
a veces varias

La patria no es siempre un suelo,
es lo que se siente bajo el cielo

inmenso cielo
sangrante cielo

La frontera entre lo ajeno y lo propio
no es ningun cuerpo definido,
no termina ni comienza

no hay un Donde?
doloroso Donde

la patria pertenece
a donde marca el corazon

Volver

Quiero volver a usar lentes y volver a escribir.
Lo pensé ayer mientras me probaba unos anteojos en el espejo. Cuanto de mi había desaparecido en el camino. Un camino que seguía dando vuelta en espirales algunas veces turbulentas y otras cansinas.

Volver a sentir sin preocuparme en el tiempo que dure ese sentimiento, o que ese sentimiento pueda quitarles tiempo a otras personas. No pensar a cada minuto de mi vida que hay un reloj con horas marcadas para mí de lo que debo hacer o a donde debo ir. Porque en esa continua rebeldía a mi propio tiempo, en ese esfuerzo por no hacer lo que me está impuesto, ha habido un desgaste entre lo que crecía libre y lo que crece ahora a la sombra, con miedo de mostrarse.
He tenido ganas de escribir no para mí como lo hago usualmente, sino para el resto. Para mantener esa comunicación fluida que antes me hacía sentir “sentida” y era más real que aquello que tocaba. Porque es cierto, en la vida que elegí hubo también una dicotomía entre lo abstracto de mi mundo interno y todo rastro material que tocaba. A veces pienso que esa vida y esos cuerpos que pueden tocar mis dedos es la mentira, que lo único real es aquello intangible, que vive en mí y a partir de mi va hacia otras personas y regresa en formas no planeadas. Mis deseos, mis ambiciones, mis mundos fantásticos. Nada que no sea yo me pertenece, todo lo externo plantea una duda que es difícil de responder.
Abrace mi carrera buscando respuestas físicas a problemas que no Vivian en la física. Pensé que entendiendo la estructura de cada célula, o el relacionar de cada partícula, podía tener indicios de cómo es que la vida se acaba, o el por qué se acaba. Por que existimos? Quizá me debí embarcar en mis días adolescentes en un viaje filosófico más que microbiológico, pero aquí estoy intentándolo. Obteniendo respuestas que generan a su vez mas preguntas.
Como dije, nada de lo material que he tocado y he obtenido han sido una solución de valor a las preguntas que he tenido.   Nada me ha devuelto la calma de inventar una historia, trazarla, terminarla. Las vidas humanas son más complejas, el amor y el dolor humano es más complejo de lo que me habrían podido ensenar mil microscopios, mil muestras de tejido.
Nada de lo que he tocado ha permanecido conmigo. Excepto las palabras, los gestos, las acciones de la gente.
Cuántas vidas he despedido, cuantas gentes he dejado marchar para evitarles más dolor, cuantos ojos he cerrado!
Nada de eso importa, es materia y sin embargo…Cuantas veces he pronunciado discursos y frases que otros han acogido con agradecimiento o rabia. A cuanta gente he debido consolar sin conocerlos, apartando de mi todo sentimiento en contra. A cuanta gente he debido abrazar.
No siempre amo a la gente y le deseo el bien. Después de ver todas las cosas que veo, mi concepto del ser humano en general es de un ser ruin que no puede apartar su propia ruindad de sí. Un estado que desconoce, que se niega a diario pero que finalmente lo sobrepasa, tal vez con buenas intenciones, tal vez sin el propósito de hacer daño como objetivo inicial, pero que lo termina haciendo.
No podemos superar lo finito de nuestra materia, ni lo infinito de nuestra ruindad. El amor en ese camino es un efecto colateral, que debería equilibrarlo todo, pero no lo consigue. Es tan pobre nuestra capacidad de amar sin hacer daño.
El amor físico sigue siendo el más valorado, el permanecer juntos físicamente. Tu cuerpo y mi cuerpo, cuanto amas del mío, cuanto das del tuyo. El tiempo va pasando y el deseo por otros cuerpos, por otras sensaciones que otorguen más intensidad hace perder el sentimiento inicial. De que nos sirve la materia entonces? Ese cuerpo que adorábamos y desaparecerá para siempre?
Somos átomos desordenados, lo sé. Me clasifican y recomponen los sentimientos puestos en ellos.
No soy materia, soy más que eso.
Lo inexistente.
La voz que no termina.

Quizá por eso es que vuelvo a escribir, para volver a ver todo con ojos que vayan más allá.
Para no perder la esperanza.

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