sábado, febrero 21, 2009

Junto a la montaña


A su paso las flores amarillas se desgajaron en el viento como una lluvia primaveral.
Hacía tiempo que no sentía esa sensación de paz y tranquilidad en el mundo. La montaña del Fénix cercana casi a su mano se levantaba imponente en un cielo esmaltado de azules y púrpuras.


Era una bella tarde para despedirse-pensó.
Entonces depositó el pequeño jarrón junto a sus pies y suspiró muy hondo. Se le agolpaban en la mente todos los recuerdos de su paso juntos, la primera vez en la universidad, el primer viaje solos, la primera vez del sexo. Habían sido varias primeras experiencias, al menos para ella y las había vivido junto a él, de esa forma sorprendente que tenía él de mirar las cosas, como si estuviera en el primer día de su vida, como si simplemente ese segundo con ella fuera el último.


Los abetos desplegaban ese aroma que solo podía recordarle a casa, un olor a vegetación fresca, ese último aroma de la tarde en el ambiente casi imperceptible, que la hacía sentir única entre tanto silencio. Se quitó las sandalias de cuero gastadas e introdujo con un gozo casi infantil su pie en el césped que crecía junto al camino. Habían sido mucho años juntos, el amor igual que esa sandalia se había desgastado, cambiado y amoldado tantas veces, que en uno de los últimos otoños juntos tal vez sintiera que ese sentimiento otrora tan mezquino ahora se volvía un lecho cómodo en donde compartir ese lenguaje oculto que habían aprendido tanto.



Las flores, pequeñas esferas amarillas se seguían despedazando con la brisa, comprendía que ese universo que habían fabricado juntos también estaba a punto de marcharse y ella estaba ahora lista para dejarlo ir. Habían batallado tanto contra eso, su enfermedad, los accidentes caseros, los malos entendidos, las parejas de ambos, las infidelidades. Porque si, se habían sabido engañar mutuamente durante todos esos años que se negaron a estar enamorados, los habían intentado ya con otra gente, ella tal vez mas veces que él, él tal vez mas intensamente que ella, pero aun asi, había algo que los hacía volver a sus orígenes y volver a ese campo de cebollas en donde se habían amado la primera vez.



Ahora ella estaba muy lejos de allí, si pudiera ubicar su pueblo en un mapa habría tenido que dar la vuelta al globo y buscar al sur, al sur de todo, casi en los hielos. En cambio allí, donde estaba ahora sabía ser siempre primavera, él se lo había dicho. Este es el lugar donde uno debería siempre regresar, querida.
Y vaya que lo haría.


Del jarrón diminuto sacaba ahora las cenizas que antes fueron su cuerpo, esa piel y esos tendones que crujían a la hora de amarse, esas células desecadas de su corazón y sus manos, objetos todos inapreciables para ella. Cómo habían pasado tanto tiempo separados antes de comprender que se querían? Que sólo se habían tenido el uno al otro en esos interminables espacios de soledad e incomprensión? Había acaso otra persona que le entendiera mejor que él sus dudas acerca de la vida y de la muerte y de un Dios todopoderoso y de un mas allá que no entendía sus pobres metas terrenales?


Él había sabido ser su compañero incluso cuando estuvieron tan lejos uno del otro, sufriendo por otras personas, sufriendo siempre sufriendo. La vida había sido agotadora y de pronto ahora, junto a ese camino rumbo a la montaña mirando un cielo que ya no cubría ni su patria ni lo que había sido, comprendía que todo ese dolor había sido inútil y tonto, sólo valían para ella esos últimos años que la pasaron juntos, como compañeros, no como esposos, ni amantes, ni amigos furtivos, sino como compañeros de viaje, cuando el deseo se había apagado y solo existían tardes para repasar partidas de ajedrez y anécdotas de libros que no terminaron de leer.



Un par de viejos bobos, en eso se habían convertido. Pero habían sido tan felices, había valido tanto la pena ese camino. Las cenizas ahora se pegaban entre sus dedos como un objeto pegajoso y lleno de vida, extendió sus manos y dejó que el viento las limpiara de él, como hace poco había limpiado las flores del camino. Cada elemento forme de él se estaba alejando y volando en ese paisaje verde y azulado en un adiós lleno de agradecimiento y tranquilidad.
No había lágrimas, algo de él que no había sido incinerado quedaba junto a ella, atrás en el camino escarpado quedaba la fatiga de esos años difíciles, lo habían logrado, ahora casi en la cima, tenía la suficiente experiencia como para solo admirar el paisaje, mientras se despedía de él con esa sorpresa ante la vida que él le había enseñado.
Esa sorpresa ante lo minúsculo y cotidiano como si cada día fuera el primero de su existencia, como si fuese acaso también el último.

martes, febrero 10, 2009

Dejad que los Raros vengan a mi


Hoy en un sorpresivo ataque de luminiscencia, mi hermana pronunció su frase célebre del mes:


-Todos tus amigos son gente bien rara. Tienes un imán para rodearte de gente que no es del todo normal. A ver ponte a pensar...Puedes hacer un circo con ellos.



Me dio risa, dado que acabábamos de hablar de mis relaciones. Y claro, es obvio que no he estado con las personas mas funcionalaes del mundo, que tal vez sean solo mis 2 primeros novios, los normales de la lista y que luego he tenido que lidiar con una serie de personas o que no saben lo que quieren, o que cuando lo saben ya es demasiado tarde.


Tengo una larga fila de depresivos y maniacos en mi haber. Algunos de ellos llegaron a mi por medios nada usuales y el resto de mis amigos del mundo "real" como me hace notar mi hermana, tampoco resultaron muy equlibrados que digamos.


El hecho de que mi mejor amiga haya llorado porque su reciente novio intentó subirla en una combi, cuando ella jamás había pisado un "vehículo de esos" o que mi otra amiga tuviera crisis de pánico e insomnio, no hablaban muy bien de la casa donde fui a parar en mis primeros años aquí.


Tampoco el hecho de que un par de amigos míos tuviera aficiones tanáticas durante el sexo o que un par mas de ellos rayara en la agresividad si se le modificaba en algo los hábitos TOC (obsesivo-compulsivos)


Él, me suele decir que yo me gané la lotería de la mala racha con los tipos que hallé en el camino. No lo niego, si veo mis 3 últimas relaciones, no hay quien entienda ese embrollo de situaciones por demás surrealistas.


Llego a la conclusión de que si me he topado con gente así, es por mi grado de tolerabilidad y curiosidad para la gente no del todo "eutímica", que jamás pongo un stop y dejo que se acerquen a mí lo mas que puedan, incluso haciendo yo la contra parte, cuando me dedico a buscarlos desesperadamente.


Hoy he hecho un recuento mental de mis amigos y de esas situaciones, que ni siquiera puedo contar en un blog anónimo y me llevan a la conclusión de que su estatus raro haya contribuido un poquito en mi inestabilidad usual y desconfianza para con las personas ( aquellas de rostro y pariencia mas normal, son universos llenos de magia y pesadilla, que aun el mas freak de los recientes emos podría acaso superar).


Me agradó tal vez por ello la película FUR, me identifiqué plenamente en algunas situaciones, al margen de que el tema central Tangerino, es sencillamente exquisito para mis sentidos.


Mañana le preguntaré a mi amigo el Psiquatra si eso correspone a una patología especial. Si corresponde a algo mas grande el hecho de buscar incoscoentemente siempre la gente mas disfuncional y dejar que se acerque, mucho, que se adentre en mi, que me haga sentir tales sentimientos de arraigo y cariño, pero a la vez me deje así consternada ante actitudes que aun no puedo entender del todo.


Gente totalmente extraña sin un común denominador que no sea ser los mas raros y únicos de sus especie.

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domingo, febrero 08, 2009


Las flores caen sobre la ciudad sin poderlas detener.

Son flores secas, muertas en sus ramas, flores rojas, violetas, cayendo de sus troncos espinosos y dejando el suelo así, hecho una alfombra para santos, para vírgenes que no son, para Dioses derrotados.


Las flores caen. De dónde vendrán?
Han caído sobre las tumbas vacías, sobre los manteles a cuadros,
sobre la gente paseante, sobre mí,
sobre esa desnudez que no conoce sosiego,
ni protección,
ni paz
a sí misma.

Las flores caen, es un espectáculo en cámara lenta,
el viento juega con ellas, las lleva a lugares lejos de su rama,
las detiene, finalmente las abandona.

Hoy he visto flores, en la casa, en las ventanas,
flores que mueren antes de ser cortadas, flores secas,
de esas que no huelen,
flores muertas.

Al terminar el día se me acerca tu nombre a los labios,
como el nombre de tantos otros a mi lado,
tu nombre que se transforma en muchos rostros,
en muchas frases, en muchas miradas,
son nombres que como flores,
caen desde el tronco espinoso de mi memoria mas oscura
y salen golpeados por el viento a hacer colorear las calles,
y los recuerdos de otras personas,


Cuántos nombres ha tenido el amor para mí?
cuántos rostros?
En cuántos lechos a dormido mi carne?
a despertado mi alma?

Acaso no son flores también?
Flores muertas como ese intento de amor que pudo ser y no fue?
Acaso no duelen igual esas flores que dejan a los árboles huesudos y tristes?
que dejan a mi corazón así?
Descarnado y deforme, faltándole piezas para curbrirse,
piezas de amores que no fueron,
piezas de gente que no está.

No me aferro al pasado, pero tal vez,
me aferro a la gente que dijo quererme un poco
y en ese pensamiento me sumerjo
pensando, que si acaso
todo tiempo pasado fue mejor,

Por qué entonces el sufrimiento del pasado
es mucho mas intenso y visible que el presente?


Que esta sensación de divagar por nombres y rostros que no son,
de divagar sin amar ya, realmente,
ni doler tampoco intensamente,

porque el amor y el dolor,
son esas flores secas que caen la ciudad abandonadas,
como la basura colorida de un carnaval que no empieza,

como los artefactos obsoletos,
de una ciudad que no piensa.


Son las piezas restantes, de un corazón que no late,
que no siente, que no quiere creer ya en nadie,
de un corazón que tropieza
y se cae,
se cae,
se cae...

Una flor muerta más en una ciudad que agoniza.

viernes, febrero 06, 2009

Voy a escribir porque tal vez eso me calme.
Porque tal vez el hecho de escribir muchas letras y concentrarme en las comas, en los puntos, en las diéresis (me encanta esa palabra) pueda disipar en algo mi afán primitivo de querer buscar extremos.

Me afecta eso, reconocer que una parte de mí, quiere instintivamente buscar un riesgo y de una forma u otra hacerse daño. Es algo que va contra las normas que dictan que un ser humano debe alcanzar siempre como fin máximo la sobrevivencia.

Yo no podría matarme, ni mutilarme, ni hacerme un daño físico premeditado. Pero puedo tomar otro tipo de daños, riesgos en que hay mas del 50% de posibilidad de que yo salga perdiendo, herida, mal, maltrecha. Riesgos como el amor por ejemplo, o el sexo, o elegir una carrera que yo sé no va conmigo o elegir ese auto que conduce precisamente alguien que no inspira confianza o responder al interrogatorio de un extraño, pequeñas cosas. Yo sé.

Durante el último tiempo volvió a mi vida cotidiana mi mejor amigo, ahora psiquiatra, con él he podido sacar algunos demonios que por si sola no hubiera podido reconocer. En la mayoría de veces no le logro confesar todo loq ue pasa por mi cabeza, probablemente porque somos solo amigos y es imposible que una relación médico paciente surja enteramente, pero sí, puedo reconocer en las cosas que me dice de sus pacientes algunos rasgos que yo fácilmente he experimentado.

Qué miedo.

Podrías decir que mi afán hipocondriaco de catalogar como enfermedades a simples síntomas aislados ha desencadenado todo esto, pero creo que es algo más.

Hoy por ejemplo escribo para no pensar...hacer...para evitar en suma hacerme daño. Cómo?
Sólo yo sé esa forma sútil de lentamente acabarme.
Una forma inocua, sin testigos, sin rastros. Una forma que pensé podría controlar, pero dada la intrsopección de mis últimos tiempos, tal vez sea un tornado devorador, que apenas baje la guardia vuelva a tomarme la vida de nuevo.

Cuándo empezó?

Más bien, cuándo se hizo efectivo?

Hace un par de años. Una crisis emocional mal superada y de pronto poco a poco ese hábito de dañarme, de exponerme a situaciones peligrosas, de esperar que pase algo, que me pase algo.

A veces no comprendo que milagro me tiene con vida.

A veces pienso, que tal vez hay un motivo para seguir aquí y caminar siempre al filo de la cornisa sin caerme del todo.

A veces...Me doy miedo, pues reconozco que hay una parte en mi que no puedo controlar.

Una fase maniáca de ponerme a merced de personas que se que me pueden causar mucho daño, como si inconscientemente buscara mis propios verdugos, pensando que soy inútil para conservar a una persona digna a mi lado.
Una persona que mencione mi nombre con orgullo o que simplemente sienta fe en mi.

Es un sueño inalcanzable,
por dicho motivo, prefiero no buscar quimeras y entregarme
a qué?
a quién?

Siempre depende del tiempo, pero generalmente es a aquellos que se muy en el fondo mío, que no me querrán en serio.
Ni para siempre.
Ni siquiera completamente en el corto lapso que podamos estar juntos.

Pero hoy no hablo de eso,
hablo de lo otro,
del daño,
estoy dando vueltas y aun no sale de mi,
tal vez algún día logré aceptar mis taras
pero sin público,
para así poder hacer algo al respecto,
mientras tanto
aun me avergüenza
tener tan poco valor, como para hacerme daño
gratuitamente,
salvajemente,
irracionalmente.
A sabiendas, que no podré soportarlo.

24 horas de mundo real

La pregunta para el ensayo en francés se refería a ¿Qué acontecimiento había cambiado mi vida. En la practica oral había ensayado la típica ...