sábado, septiembre 03, 2011

La Palabra

Yo me escudo en las palabras y en las frases porque conozco de ellas, voy armando así estratagemas de defensa o de ataque. No tengo otra arma que esa Mi palabra. Sin embargo, suelen caer todas mis líneas de defensa ante la poderosa fuerza de una imagen. Una imagen que borra de plano miles de palabras mías, como débiles e ingenuos soldados.


El amor se vuelve así una guerra constante, en donde perder no es excusa para no seguir peleando. Una a una las batallas se van sucediendo y en el terreno polvoriento de las despedidas van cayendo muertos los otrora dulces sentimientos. Pertinaz y sin sentido como cualquier heroína, mi palabra se enciende buscando razones, suplicando a veces con bandera blanca segundas oportunidades a conflictos de antemano perdidos. Mi palabra se arrodilla, se ausenta del todo.

Mi palabra muere, muchas, muchas veces. Es incinerada, abusada, golpeada. Cada una de mis cartas de amor, cada una de mis despedidas. La palabra es mancillada, escupida y violada sin piedad por otras lúgubres palabras en respuesta. Y se vive como real el dolor de estas tantas muertes, aunque no sean sino escaramuzas para lo que vendrá más adelante. La vida real, cruda y palpitante, sangrando vísceras negras de antiguos rencores. Esa vida real frente a la que nunca se está bien preparado y siempre se pierde.

Me escudo en las palabras ahora, como antes de conocerte y antes de conocerme yo. La palabra tiene ese don de perdurar incluso cuando estemos muertos. Cuando nos crean desfallecidos. Me arrojo a las palabras como quien se prende de una bandera, de un escudo, de algo que sea propio e inconfundible, para así marcar territorios de besos o sueños históricos. Salto así escudada con mi palabra sola los abismos de melancolía u olvido.

La palabra me preserva, hace leyenda de los hechos ordinarios. Juega a defenderme como una espada, aunque al cogerla sea mi propia palabra la que me desangre.

24 horas de mundo real

La pregunta para el ensayo en francés se refería a ¿Qué acontecimiento había cambiado mi vida. En la practica oral había ensayado la típica ...