lunes, mayo 28, 2007

...También podría ser que no me conozco, que nadie me conoce. Que ignoro lo que soy y de que estoy hecha, tal vez ese sea el verdadero dilema. Pero a quien le importa, estamos a puertas de Junio y yo no hago más que quejarme, debe ser el frío que me tiene así, malhumorada, medio triste. Debe ser que estos días todo el mundo se fue de viaje, o tiene pareja o consiguió un empleo agradable, menos yo. Yo que estoy esperando cuando termine esta agonía y empezar de nuevo el trabajo de guerra, otra vez lo que conozco tanto: estudiar, correr, amanecerse.

Quisiera pensar en cosas bonitas, pero este clima, esta humedad que cala en lo profundo de los huesos, a veces yo también me siento una Olivia Sánchez, a veces yo también siento que es invierno acá dentro y que solo caen hojas secas de este corazón demasiado nudoso y antiguo.
Es irónico que cuando esté feliz no escriba, que solo lo haga cuando estoy a solas, sin nadie a quien contarle nada. Es como si la repentina soledad me forzara al teclado, al escrito, a la introspección más huachafa. A buscar respuestas a preguntas que siempre se muerden la cola.
Me fuerzo a escribir algo menos triste, pero debe ser el clima. Este clima del diablo que me hace sentir melancólica y cansada. Mi viejo dice que es la presión, la presión atmosférica la que nos pone así, a él le da por fumar, en invierno fuma más temprano. Fuma justo en ese instante en que el día cambia a noche, en ese momento en que el cielo tiene el color de lo aplastante del día. Ese momento en que solo puede protegerlo un cigarrillo. Yo no fumo, pero quisiera un vicio. Un vicio que me haga olvidar lo sola que me siento a veces cuando el día varía de la claridad a la noche. Es una necedad, lo sé. A lo mejor solo necesitaba decirlo. Decir que necesito de algo que me llene cuando me siento así, repentinamente sola.

El otro día mientras estaba en cama, pensaba en como pasaban los días. Los días buenos y los días malos, ambos son iguales, solo el uniforme cambia. Como si fueran miembros de un mismo batallón preparado para una guerra que no sucede. Cada día es un soldado que parte al frente a luchar contra el destino. Sale a veces con traje de fiesta, otras con traje de guerra. Ningún soldado vuelve al regimiento.

Y así en la lucha diaria de sobrevivir a mis días malos y mis días buenos, a veces voy pensando que me vuelvo eterna. Un fósil, un elemento mas en la decoración diaria de este mundo extraño. A veces me dan ganas de que bajen el telón, de que saquen todo, me da ganas de quedarme en un planeta desierto y buscar a un Principito que me de soluciones simples a problemas que parecen complicados. A veces quisiera descansar sobre una piedra, morirme, mimetizarme con ella. ¿A quien le importa en que se convierte un martillo? ¿A quien le importa que estoy hecha? He vuelto solo para decir que estoy cansada de mí, no es Abril, pero los días parecen mas tristes que siempre, debe ser el preludio de Junio, de un Junio que nunca llega.


domingo, mayo 27, 2007

Laura Hammer, quien quiera que sea

Hace tanto que no escribo, a veces dudo de si podré hacerlo de nuevo. Si podré escribir con la fluidez de siempre, si podré llegar al final de una línea. Escribir un poema me parece ya, la cosas mas rara del mundo, el hecho de transcribir un cuento que haya surgido de mis laberintos cerebrales suena a osadía, a temeridad… ¿Quién soy yo para creer que escribo? Dicen que la realidad es solo aquello que queremos creer. Yo he querido tanto poder escribir, como cuando me lo tracé la primera vez hace 27 años, que ya parece que me lo hubiera creído y que en esta fantasía, hubiera arrastrado conmigo a gente que me leía, que me creía o lo peor, que creía en mi.

A menudo reniego de mis historias, todas han sido reales, la trascripción de hechos de mi vida diaria, pero con la visión de alguien que ha visto muchas películas y que se imagina siempre una musiquita para cada escena y un desenlace inesperado para cada situación. La gente me dice que eso es lo que debería publicar, que eso es lo que a la gente le gusta leer…a mi me enfada saber, que la gente se ha dedicado a leer diarios ajenos, no por comos e escriben, sino por el morbo del mensaje de fondo. “Se masturbó” dicen, “Lloró”, comentan…para mi eso no es bueno, mi catarsis diaria y mis cuentos son cosas muy diferentes, pero…A pocas personas les gustan mis cuentos y muy pocos pagarían por leerlos…¿Quién sabe? A lo mejor si escribiera siempre cosas sucias…ja…es una buena alternativa, pero a veces no se diferenciar que es sucio de lo que no. A veces simplemente todo lo siento hediondo y feo y a veces, todo demasiado blanco y puro. Los grises, mientras escribo no se suceden como yo quisiera y camino de un lado al otro del espectro luminoso, como un fantasma que ha perdido su sombra y sale de la oscuridad con el afán tonto de encontrarla.

Hoy me dijeron por ejemplo lo de los tatuajes en el cuerpo de las mujeres…No lo sé, tal vez sea cierto lo que piensan los hombres, tal vez su morbosidad va mas allá de nuestro entendimiento, tal vez subliminalmente si nos hacemos esos tatuajes en esas zonas, pensando en el momento del sexo…pensando en el momento de agradar al hacerlo. Tal vez, es fácil llegar a creerlo. Lo difícil es creer que las mujeres pueden vivir de impulsos, impulsos que son tomados como errores y errores que son vividos como pecados. No hablo de los tatuajes ahora, hablo de todo un poco. De lo fácil que es juzgar, de lo fácil que es tirarse la soga al cuello. Yo que sé, a lo mejor solo me siento algo cansada.

Con frecuencia me dicen que soy inteligente y yo me río, debería sentirme halagada, pero es mas fácil que me sienta farsante. ¿Por qué debería culparme yo, por algo que cree la gente? Ahhh…el sentido de culpa, no puedo vivir sin él sabes? A lo mejor si viviera sin él no sería tan complicada…Un médico con sentido de culpa, eso es tremendo. Un médico dubitativo, inconforme…Bahhh, eso sucede a diario. A mi me llaman inteligente los intelectuales, cuando les cuento que soy médico. Los médicos me llaman inteligente porque dicen que escribo. En ambas profesiones soy a mi entender mediocre, pero a ellos les parece tanto. Tanto que a veces yo también me lo creo.

Mi ex novio solía decir: “Tu escribes, tu dibujas, a veces cantas, tu puedes hacer todo lo que te de la gana, yo solo se ser médico y por eso estoy casi obligado a ser el mejor. En cambio tu puedes elegir que ser” . A mi, eso no me parece una ventaja, saber hacer muchas cosas, es no hacer bien ninguna. Es ser dispersa. Quisiera haber sido solo médico, así dedicaría todas mis horas, toda mi vida, en ser lo mejor en medicina y no esperaría otras cosas, no esperaría nada. Pero a mi de niña me diojeron que podía ser lo que quisiera y aquí estoy creyéndomelo, creyendo que en cualquier momento yo podría destacar en lo que me diera la gana. ¿O acaso no hubiera sido buena abogada? ¿O acaso no hubiera sido buena arquitecta? ¿O modista? ¿O cocinera? ¿Acaso no hubiera podido ser lo que yo quisiera? Un poco de inteligencia y un poco de arte, eso es todo, la gente no se da cuenta que no eres el mejor, simplemente nota que eres diferente, con frecuencia eso es bueno…pero a la larga una termina frustrada, como yo, como Rafa, pensando que podíamos ser tantas cosas y tristes por ser bueno solo en una o dos o tres…nada con demasiado ahínco, nada que implicara mucho esfuerzo. Si yo estudiara medicina como debería estudiar, si yo leyera toda la poesía que quisiera leer, si yo viera todo el cine que pudiera abarcar…pero nada, yo soy observador, un transeúnte, me quedo con los brazos cruzados, porque a veces siento que no puedo hacer nada.

Aunque…Soy médico, desde allí puedo hacer algo. Eso pensé. Cuando vi a tanta gente incapaz haciendo tontera y media con gente inocente entre manos, decidí que era mejor ser médico. Es como una responsabilidad, hacer el bien si puedes hacerlo. ¿Me hace bien a mi? Sí, me hace bien. ¿me causa placer? Difícil compararlo como leer un buen libro o escribir una historia de principio a fin, pero si pudiera ser. No todo en la medicina es malo. Los pocos momentos de felicidad son espectaculares, te sientes tan buena, tan limpia, con ese sabor tan nítido de haberle salvado la vida a alguien, o al menos habersela mejorado. En cambio al escribir…Al escribir, no le hago bien a casi nadie, es uin placer egoísta y mezquino. Escribir es un oficio tan solitario, que hubiera preferido ser músico. De todas las artes hubiera preferido heredar la música y no la escritura. Porque una canción apenas brota puedes compartirla, la gente puede entender de inmediato. Puedes socializar más, compartir más…En cambio yo, yo soy una pobre solitaria, escribo ante un teclado horas enteras y comparto solo los cuentos que ya están terminados. Las historias a medias me las quedo, o las comparto con alguien que sepa entender- aunque a menudo me equivoque también en eso- y luego las deje. En realidad, escribir era un oficio solitario hasta que empecé a publicar y por un momento sentía que también, en algunas líneas hacía el bien, indirectamente, sin darme cuenta, pero hacía el bien. A veces la gente necesita entender lo cotidiano, lo tonto, el desperfecto de la vida diaria. Yo hago eso, cuento mis desperfectos, tal vez viniendo de mi, una persona ajena a toda su realidad, puedan comprender algo de si mismos, tal vez, no sé, después de todo ¿a mi que carajo me importa? Ni que tuviera todas las respuestas, ni que fuera de verdad, lo que ellos creen que soy. Al diablo entonces, al diablo con todo eso…

Tal vez mi vocación era enseñar. Todos los hijos de mis padres tienen esa vocación , cada cosa que hace es enseñando, guiando, explicando, son didactas por naturaleza, pero ninguno quiso ser maestro, solo profesiones importantes, algo que no pareciera tan fácil como ser simplemente maestro…como los viejos…Tu sabes, mis viejos, los grandes maestros.

Tenía miedo ayer, hoy lo he sentido de nuevo. Miedo por dejar de escribir, por dejar de leer cosas que si me interesen, miedos por abandonar un sueño por una vocación , por optar por la profesión en vez del oficio, por volver a ser médico después de tanto tiempo. Pero se siente bien, se siente bien el serlo, olvidar mi mundo interno, mis ideas locas, dedicarme a otros, a ayudara otros, pronto volveré a los pasillos, al hospital, a la cama del doliente, al dolor del que agoniza y nada de todo eso podrá ser traducido a palabras. Ellos me darán sus gestos, yo lo traduciré a fórmulas, no hay espacio a sentir dolor, lo que se debe compartir es la fuerza, no la conmiseración, no la lástima. Caray, vuelvo a ser médico, ni me acuerdo como es eso. Seis meses después retomo mi vida de siempre, ¿que ocurrió estos dos años? Que me lo cuente alguien, dicen que escribía como loca, que viajaba como demente, que suf´ria de insomnio, que me enamoré mil veces, dicen los que me han visto, que renegué del mandil blanco, de la profesión, que renegué de todo. Que quería a la fuerza domar a los sueños, para que se hicieran realidad. Que quería tantas cosas. Que rechacé dos matrimonios, que amé como nunca. Dicen que me creyeron hombre, mujer, travesti, una loca. Que solo hubo poca gente que m vio tal cual era, y yo era tan simple, nada que ver con el personaje, nada que ver con Laura Hammer, y sin embargo cuando amaba, cuando me entregaba, era mas ella que ninguna de las veces anteriores. Y sin embargo cuando amaba…Tu sabes como era cuando amaba.

Esto suena a despedida, pero yo pienso que es un inicio, no se de qué, pero es un inicio. Me siento más segura que nunca, aquí en el anonimato, viciendo en la sombra de las personas comunes y corrientes, de esas con nombres de planilla, de esas que a nadie importa que hicieron o porque se mueren. Mas segura sin que me pregunten siempre ¿Dicen que tu eres la Martillo? No, jamás respondo, ¿Quién era esa loca?- arremeto.
Nadie, solo una chica que escribía un blog, hace mucho, mucho tiempo- responden.

domingo, mayo 06, 2007

Sempiterna

Antes que terminara el verano volví a casa. Fue el día que mi padre se dio cuenta que yo estaba envejeciendo. Mientras retozábamos en la arena, sin sombrilla, acostados sobre mantas de colores, tomó mi pie que descansaba sobre su pecho insolado y entresueños oí que le decía a mi hermana: Parece que esta niña hubiera vivido cien años, sus plantas tienen las líneas de una persona muy, muy vieja…

Yo desperté y mientras flexionaba el pie para darme cuenta que el viejo tenia razón y que mis plantas tenían tantas nervaduras como cualquiera que ya hubiera caminado el mundo 100 veces de ida y de regreso; sentí una enorme soledad al darme cuenta que toda la gente que amaba solo me había acompañado ese largo camino a trechos. Ahora comprendía que incluso mi familia, solo sabia rasgos de mí, de mi personalidad más buena y accesible, el resto de personas, tal vez no sabría nunca nada de mi o de quien en verdad era.

Solo tengo 27 años y en efecto a veces me siento como una pequeña anciana arrugada en un pellejo demasiado grande. Las arrugas de mi vejez no salen a la luz tan fácilmente, como cuando amo o cuando odio. Las arrugas de mi ser, no son evidentes sino hasta el momento en que abandono la piel de lobo y quiero mostrar mi rostro mas limpio de inocente cordero. Es entonces que es evidente para el que duerme debajo mío, que ya no soy la niña de ayer, sino solo una anciana con miles de recuerdos que no logra contártelos por suficiente a tiempo. A veces mi soledad parece eterna, que la hubiera cargado por cientos de años, que mis odios pesaran más de lo que podría soportar una persona común y corriente, que aun no he reconciliado todas mis partes y por eso vivo en continua introspección, en continua rebeldía contra mi misma.

Creo que mi padre me conoce mas que nadie; esa tarde en la playa vi sus ojos aclarados por una repentina sabiduría, que solo dan los años vividos. Sentí que sabia todo lo que me había pasado, que podía oler ese vaho a melancolía de cuando finjo que solo duermo, para no contestar preguntas, ni hablar con nadie, ni dar demasiados datos de mi estadía en este mundo sin señales de retorno, ni semáforos en luz roja que indiquen cuando al fin detenerse. Sentí que no podía ocultarle nada de lo que embargaba mi ser de dolor o de alegría, que frente a sus ojos, yo ya había envejecido mucho antes que mi rostro o mi piel dieran señales de ello al resto de personas que me rodeaba. Mas allá de mi apariencia frágil de persona inmadura, mis pies habían comenzado a delatar, el proceso de envejecimiento que ya había iniciado en mis surcos cerebrales, en los pliegues de mi iris, en lo tortuoso de mis arterias o en la rugosidad casi invisible de mis uñas. Los ojos de mi padre sobre mi, eran ahora un microscopio que detectaba la velocidad a la que mis células morían, mi cabello caía, mi sangre se reprocesaba. Mas allá de cualquier proceso físico, sentí que en ese atardecer de Marzo, mi viejo acababa de ver a mi alma oculta como un viejo gnomo, en el intrincado laberinto de mi ser.

No siempre fui vieja. Durante el amor he vuelto a nacer muchas veces y me he sentido frágil y temblorosa como una hoja que resiste en la rama otoñal, mi grito se ha apagado en mi garganta a punto de dar un enorme sollozo de dolor ante el retorno a mi misma. Mis ojos se han cerrado bajo un cielo ilimitado de color amarillo.
Al llegar al orgasmo un moco transparente y diáfano ha salido de mí, como el líquido amniótico propio de una persona que nace de nuevo. Que se ha vuelto a parir en el momento en que se deja llevar y se entrega completamente.
Luego, pasado el orgasmos, a cada minuto que recupero la conciencia y cae mi alma desde el techo, en grumos de nostalgia, dolor y ternura, comprendo que mi alma envejece. Que a cada segundo después de mi más reciente nacimiento, vuelvo a envejecer a la velocidad alucinante de los cuerpos celestes que son expulsados de regreso a la tierra. Que son devueltos al amargo dolor de la vida.

Las veces que me he tocado aun sin deseo, han sido para perder la conciencia de mí y de mi entorno. Para lograr el abandono, la redención, el perdón a mi misma. Para poder nacer de nuevo, aunque eso me cueste huellas cada vez más profundas en un alma acartonada de poemas, de amores y de dudas.

Soy un papel viejo, una mujer anciana, una planta de pie con tantas nervaduras como podría tener una flor prehistórica y extraña, que se ha comido carnívora y mala a los seres que ha amado a su paso por el mundo. Los ha tragado y digerido como hombres sucios, simples terrenales, a seres que habitan en recuerdos perfectos, prístinos e inalcanzables. Una flor de colores salvajes que no muere nunca, nutrida por la esperaza lejana de volver al jardín prohibido de las cosas sin mancha.
Estoy tan vieja. Soy yo hace tanto tiempo, que ya ni me acuerdo. En el despegue de la tierra al cielo y del cielo a mi misma, me he perdido de tantas cosas humanas y he vivido solo aquellas experiencias, que me parecieron sobrenaturales, que un día abrí los ojos y me di cuenta que el resto del camino a pesar de tanto amor vertido sobre tanta gente, tendría que acabarlo sola.

24 horas de mundo real

La pregunta para el ensayo en francés se refería a ¿Qué acontecimiento había cambiado mi vida. En la practica oral había ensayado la típica ...