domingo, mayo 27, 2007

Laura Hammer, quien quiera que sea

Hace tanto que no escribo, a veces dudo de si podré hacerlo de nuevo. Si podré escribir con la fluidez de siempre, si podré llegar al final de una línea. Escribir un poema me parece ya, la cosas mas rara del mundo, el hecho de transcribir un cuento que haya surgido de mis laberintos cerebrales suena a osadía, a temeridad… ¿Quién soy yo para creer que escribo? Dicen que la realidad es solo aquello que queremos creer. Yo he querido tanto poder escribir, como cuando me lo tracé la primera vez hace 27 años, que ya parece que me lo hubiera creído y que en esta fantasía, hubiera arrastrado conmigo a gente que me leía, que me creía o lo peor, que creía en mi.

A menudo reniego de mis historias, todas han sido reales, la trascripción de hechos de mi vida diaria, pero con la visión de alguien que ha visto muchas películas y que se imagina siempre una musiquita para cada escena y un desenlace inesperado para cada situación. La gente me dice que eso es lo que debería publicar, que eso es lo que a la gente le gusta leer…a mi me enfada saber, que la gente se ha dedicado a leer diarios ajenos, no por comos e escriben, sino por el morbo del mensaje de fondo. “Se masturbó” dicen, “Lloró”, comentan…para mi eso no es bueno, mi catarsis diaria y mis cuentos son cosas muy diferentes, pero…A pocas personas les gustan mis cuentos y muy pocos pagarían por leerlos…¿Quién sabe? A lo mejor si escribiera siempre cosas sucias…ja…es una buena alternativa, pero a veces no se diferenciar que es sucio de lo que no. A veces simplemente todo lo siento hediondo y feo y a veces, todo demasiado blanco y puro. Los grises, mientras escribo no se suceden como yo quisiera y camino de un lado al otro del espectro luminoso, como un fantasma que ha perdido su sombra y sale de la oscuridad con el afán tonto de encontrarla.

Hoy me dijeron por ejemplo lo de los tatuajes en el cuerpo de las mujeres…No lo sé, tal vez sea cierto lo que piensan los hombres, tal vez su morbosidad va mas allá de nuestro entendimiento, tal vez subliminalmente si nos hacemos esos tatuajes en esas zonas, pensando en el momento del sexo…pensando en el momento de agradar al hacerlo. Tal vez, es fácil llegar a creerlo. Lo difícil es creer que las mujeres pueden vivir de impulsos, impulsos que son tomados como errores y errores que son vividos como pecados. No hablo de los tatuajes ahora, hablo de todo un poco. De lo fácil que es juzgar, de lo fácil que es tirarse la soga al cuello. Yo que sé, a lo mejor solo me siento algo cansada.

Con frecuencia me dicen que soy inteligente y yo me río, debería sentirme halagada, pero es mas fácil que me sienta farsante. ¿Por qué debería culparme yo, por algo que cree la gente? Ahhh…el sentido de culpa, no puedo vivir sin él sabes? A lo mejor si viviera sin él no sería tan complicada…Un médico con sentido de culpa, eso es tremendo. Un médico dubitativo, inconforme…Bahhh, eso sucede a diario. A mi me llaman inteligente los intelectuales, cuando les cuento que soy médico. Los médicos me llaman inteligente porque dicen que escribo. En ambas profesiones soy a mi entender mediocre, pero a ellos les parece tanto. Tanto que a veces yo también me lo creo.

Mi ex novio solía decir: “Tu escribes, tu dibujas, a veces cantas, tu puedes hacer todo lo que te de la gana, yo solo se ser médico y por eso estoy casi obligado a ser el mejor. En cambio tu puedes elegir que ser” . A mi, eso no me parece una ventaja, saber hacer muchas cosas, es no hacer bien ninguna. Es ser dispersa. Quisiera haber sido solo médico, así dedicaría todas mis horas, toda mi vida, en ser lo mejor en medicina y no esperaría otras cosas, no esperaría nada. Pero a mi de niña me diojeron que podía ser lo que quisiera y aquí estoy creyéndomelo, creyendo que en cualquier momento yo podría destacar en lo que me diera la gana. ¿O acaso no hubiera sido buena abogada? ¿O acaso no hubiera sido buena arquitecta? ¿O modista? ¿O cocinera? ¿Acaso no hubiera podido ser lo que yo quisiera? Un poco de inteligencia y un poco de arte, eso es todo, la gente no se da cuenta que no eres el mejor, simplemente nota que eres diferente, con frecuencia eso es bueno…pero a la larga una termina frustrada, como yo, como Rafa, pensando que podíamos ser tantas cosas y tristes por ser bueno solo en una o dos o tres…nada con demasiado ahínco, nada que implicara mucho esfuerzo. Si yo estudiara medicina como debería estudiar, si yo leyera toda la poesía que quisiera leer, si yo viera todo el cine que pudiera abarcar…pero nada, yo soy observador, un transeúnte, me quedo con los brazos cruzados, porque a veces siento que no puedo hacer nada.

Aunque…Soy médico, desde allí puedo hacer algo. Eso pensé. Cuando vi a tanta gente incapaz haciendo tontera y media con gente inocente entre manos, decidí que era mejor ser médico. Es como una responsabilidad, hacer el bien si puedes hacerlo. ¿Me hace bien a mi? Sí, me hace bien. ¿me causa placer? Difícil compararlo como leer un buen libro o escribir una historia de principio a fin, pero si pudiera ser. No todo en la medicina es malo. Los pocos momentos de felicidad son espectaculares, te sientes tan buena, tan limpia, con ese sabor tan nítido de haberle salvado la vida a alguien, o al menos habersela mejorado. En cambio al escribir…Al escribir, no le hago bien a casi nadie, es uin placer egoísta y mezquino. Escribir es un oficio tan solitario, que hubiera preferido ser músico. De todas las artes hubiera preferido heredar la música y no la escritura. Porque una canción apenas brota puedes compartirla, la gente puede entender de inmediato. Puedes socializar más, compartir más…En cambio yo, yo soy una pobre solitaria, escribo ante un teclado horas enteras y comparto solo los cuentos que ya están terminados. Las historias a medias me las quedo, o las comparto con alguien que sepa entender- aunque a menudo me equivoque también en eso- y luego las deje. En realidad, escribir era un oficio solitario hasta que empecé a publicar y por un momento sentía que también, en algunas líneas hacía el bien, indirectamente, sin darme cuenta, pero hacía el bien. A veces la gente necesita entender lo cotidiano, lo tonto, el desperfecto de la vida diaria. Yo hago eso, cuento mis desperfectos, tal vez viniendo de mi, una persona ajena a toda su realidad, puedan comprender algo de si mismos, tal vez, no sé, después de todo ¿a mi que carajo me importa? Ni que tuviera todas las respuestas, ni que fuera de verdad, lo que ellos creen que soy. Al diablo entonces, al diablo con todo eso…

Tal vez mi vocación era enseñar. Todos los hijos de mis padres tienen esa vocación , cada cosa que hace es enseñando, guiando, explicando, son didactas por naturaleza, pero ninguno quiso ser maestro, solo profesiones importantes, algo que no pareciera tan fácil como ser simplemente maestro…como los viejos…Tu sabes, mis viejos, los grandes maestros.

Tenía miedo ayer, hoy lo he sentido de nuevo. Miedo por dejar de escribir, por dejar de leer cosas que si me interesen, miedos por abandonar un sueño por una vocación , por optar por la profesión en vez del oficio, por volver a ser médico después de tanto tiempo. Pero se siente bien, se siente bien el serlo, olvidar mi mundo interno, mis ideas locas, dedicarme a otros, a ayudara otros, pronto volveré a los pasillos, al hospital, a la cama del doliente, al dolor del que agoniza y nada de todo eso podrá ser traducido a palabras. Ellos me darán sus gestos, yo lo traduciré a fórmulas, no hay espacio a sentir dolor, lo que se debe compartir es la fuerza, no la conmiseración, no la lástima. Caray, vuelvo a ser médico, ni me acuerdo como es eso. Seis meses después retomo mi vida de siempre, ¿que ocurrió estos dos años? Que me lo cuente alguien, dicen que escribía como loca, que viajaba como demente, que suf´ria de insomnio, que me enamoré mil veces, dicen los que me han visto, que renegué del mandil blanco, de la profesión, que renegué de todo. Que quería a la fuerza domar a los sueños, para que se hicieran realidad. Que quería tantas cosas. Que rechacé dos matrimonios, que amé como nunca. Dicen que me creyeron hombre, mujer, travesti, una loca. Que solo hubo poca gente que m vio tal cual era, y yo era tan simple, nada que ver con el personaje, nada que ver con Laura Hammer, y sin embargo cuando amaba, cuando me entregaba, era mas ella que ninguna de las veces anteriores. Y sin embargo cuando amaba…Tu sabes como era cuando amaba.

Esto suena a despedida, pero yo pienso que es un inicio, no se de qué, pero es un inicio. Me siento más segura que nunca, aquí en el anonimato, viciendo en la sombra de las personas comunes y corrientes, de esas con nombres de planilla, de esas que a nadie importa que hicieron o porque se mueren. Mas segura sin que me pregunten siempre ¿Dicen que tu eres la Martillo? No, jamás respondo, ¿Quién era esa loca?- arremeto.
Nadie, solo una chica que escribía un blog, hace mucho, mucho tiempo- responden.

2 comentarios:

Laura Martillo dijo...

Hola Monse:

Ignoro la hora en Berlín, asi que no sabía a que hora conectarme.
Hace un frío de porquería y ya llevo 2 horas aquí, intenté dejar un e- mail, pero no funciona nada.

deberías admitir comentarios en tu maldito blog, al menos a ti nadie te acosa!

Anónimo dijo...

No se quien eres (si realmente existes Laura Hommer), igual tu texto me llenó de melancolía y de agrado...
Me ocurren tantas cosas parecidas..., seguiré en tu blog.
Mi afecto desde la Patagonia.

Cali

www.cuentosrionegrinos.blogspot.com

ó CalideJacobacci (en el Google)

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