sábado, julio 01, 2006

Nothing

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Si me vieras hoy…no me reconocerías…estoy con esa sonrisa “ancha y ajena” de la primera
vez que me viste…de cuando empecé a escribir cuentos que no eran solo para mí…de cuando
te contaba que caminaba por la ciudad segura y tarareando canciones con el discman puesto…
es cara de cuando terminaba de hacerte perder la paciencia y comenzaba a jugar…Si me
vieras hoy, ya no sabrías quien soy.

Hay Cienfuegos en mi corazón explotando en colores luminosos que solo yo soy capaz de ver…
está esa lluvia de luz…esa tempestad agitándolo todo…podría correr por la ciudad con los
zapatos rotos, el vestido abierto, los lentes olvidados…Hoy podría pasar cualquier cosa y te lo
quería decir…porque la vida se me viene en azules y púrpuras…se me viene en tonos fríos y
olor de violetas frescas…Hoy la vida se me viene entera y sin razones específicas…Ya sabes
como soy.

Ya sabes que un día me despierto y tengo tanto amor dentro mío que puede desbordar mis
ojos y mis dedos, hasta reventar teclados, hasta incendiar tu pupila…quedarme en tu boca…en
cada sabor, en cada papila…y así yo sería feliz…
Porque así soy yo, tu me conoces, a veces pierdo la razón y me siento tan feliz que el mundo
no existe, ni nada de lo que es materia palpable…ni nada de lo que me cause dolor…ya sabes
como soy…Mujer nada más y un día me entrego y te hago mío…y al siguiente desaparezco
como un olor sobre tu cuerpo…Un rastro de felicidad para seguir la próxima vez que nos
perdamos…que me pierda yo en ti...tu en mi y viceversa.

viernes, junio 30, 2006

Charlas Feas y café

Free Image Hosting at allyoucanupload.com¿Sabes? esto me viene rondando
la cabeza hace varios días, pero hoy lo confirmé del todo. Soy…soy …!soy fea!
No pues, con esto no espero que me digas que me veo bien, que soy simpática, atractiva, lo del buen cuerpo (que ya no tengo, por cierto) y otras estupideces que se les dice a las chicas que no son del todo agraciadas. Me siento fea. Si pues, primera vez que lo digo y hasta me asusta. Es lo mas duro de confesar desde que dije que ya no era virgen, no, mas bien desde que dije que ya no quería ejercer la medicina…no joder!
¡Es peor! aceptar que me considero fea es como abrir un agujero negro de toda clase de decepciones y recuerdos lastimeros. Es como confesar que no tengo valor para creerme la mentira que soy bonita o que me veo bien.

No me mires con esa cara, se que la belleza es un valor cultural. Que en algunos sitios de África las mujeres bellas son las de cuello monstruosamente largo, o que en China las más bonitas son las de pies pequeñitos a pesar de la tortura que tengan que pasar para obtener dichos pies diminutos. Se que si cruzo la frontera, sería un personaje exótico y por lo tanto digno de ver o compartir una copa. Pero aquí, en mi país no me queda otra que ser considerada fea….Caray! ¿Cómo duele esa palabra, no? parece una mentada de madre, tal vez fea sea demasiado fuerte, mejor me digo “NO bonita” y punto.

Hace algunas semanas me di cuenta que mi único novio peruano había sido el primero y del que prácticamente me enamoré epistolarmente, ya que antes, tu sabes, lo veía caminado por la facultad y no me llamaba la atención en nada. Era alguien No bonito como yo.
Me di cuenta hace unas semanas, que a los hombres a los que le había parecido atractiva en algún momento de mi vida, eran de otras latitudes y que eso se estaba convirtiendo en una especie de maldición, ya que yo quería tener una relación estable y solo conocía extranjeros por pocos meses o semanas. Acepto que eso se diera en otros lugares, donde tienes que acostumbrarte no solo a otro sabor de comida, de bebidas y bueno…tan bien de pareja, pero ¡que en mi propia tierra me prestara mas atención un extranjero que un coterráneo ya era demasiado, para mi autoestima venida a menos!

Al principio, no te miento, fue interesante andar con esos tipos raros. Si de chiquita cuando sacaban a todas mis amigas a bailar me hubieran dicho que yo saldría con tipos tan lindos en la edad adulta, no les hubiera creído. Pero bueno, no es la gran cosa, mi cara podría ser de cualquier parte, así que parece exótica siempre- ya se que te estás riendo porque en este país se les llama “exóticas” a nuestras mas simpáticas exponentes indígenas, por no llamarlas simplemente “cholas”. Bueno yo no lo soy, soy morena, zamba, morocha, como carajo quieras llamarme, pero eso también constituye una minoría de gente susceptible a burla... Como te decía mi cara ha de ser exótica y por eso se confunden y me dicen bonita y de ahí que salga con pura gente diferente. No pues, si no es que yo prefiera un desteñido a un peruano, pero carajo! A mi los peruanos no me dan bola!!!!

En la universidad si tenia un club de Frikiefans como les llamaba alguna amiga. A mi me hacia sentir mal cada vez que me decía eso, es cierto los tipos no eran atractivos y hacia preguntarme si solo le parecía simpática a aquellos que eran medio feos. Mi amiga se burla hasta ahora preguntándome por ellos. A veces me da ganas de decirle “estuve a punto de casarme con uno de esos Frikies”, pero bueno…

El asunto es que a veces mi ex me decía “eres linda” o uno de esos adjetivos que se dicen a las novias, pero a mi me venia la inseguridad, la paranoia y el síndrome premenstrual juntos y le gritaba que no, que yo no era linda, que él solo me veía atractiva porque comparada con su última ex, yo era Miss Universo…pensaba que el problema era estar con un tipo con una visión sesgada de la belleza, pero no, como estarás adivinando la del complejo era yo.

Luego me metí con un tipo simpático, lleno de ex bonitas- aunque no lo creas eso te sube la moral, porque te hace pensar que el tipo tiene buen ojo. Claro, siempre existe la posibilidad que tú seas “la fea” de la agenda de las ex, pero son riesgos mínimos, cuando el tipo te llena los ojos en cada sonrisa. Cuando me volvió la inseguridad, ahí si todo se fue al diablo, pensé que no me quería lo suficiente por mi aspecto, que yo jamás estaría al nivel, etc. de excusas para comprender el rompimiento. Terminada la relación yo era un fantoche que se sentía de nuevo horrible, en ese tiempo me conociste, ¿recuerdas? Andaba quejumbrosa sintiéndome horrible y sin nadie que me quiera.

Seguía sin entender porque los peruanos no me daban bola. Una vez hasta escribí con rabia sobre eso. No podía entender porque los hombres de mi edad no querían salir conmigo. ¿Por que nadie me invitaba a ningún sitio? en fin porque había vuelto a estar tan sola como en la adolescencia. Fue por esos días que comencé a salir con tipos no peruanos y entonces me volviste a conocer, pero esta vez con una sonrisota cínica, ¿recuerdas? Fue cuando comencé a salir con tipos de cualquier nacionalidad, porque me parecían más seguros que mis compatriotas.
Pero algo me punzaba en el pecho, ojo no era un tumor de mama-¿Estaba confinada a salir con puro extranjero? Aceptaba que en la universidad haya estado muchos años rodeada de tipos que se hacían pasar por mis amigos y vivían espantándome al resto de posibles candidatos a novios, acompañándome hasta el baño si era posible. Inventando cualquier excusa para acompañarme a casa “como amigos”, creo que fue por eso días que me entró la paranoia y comencé a mandar al infierno a todos. No soportaba que esos tipos estuvieran encima mío acompañándome y llamándome a cada rato, sin atreverse a decirme nada más, que “eres mi mejor amiga”. El día que los espanté a todos con mi mal genio, ese día alguien se atrevió a decirme que no quería ser solo amigo y me ennovié...Ya conoces esa historia…

Pero ahora, ahora que ya estaba libre, sin noviazgos a la vista, que iba sola a las fiestas. Que me sentaba a solas en la barra, ¡no era posible que un solo peruano me sacara a bailar! Un día se me acercó un tipo, de lejos es el hombre más guapo con el que haya salido. Yo estaba radiante, pensando que al fin en una fiesta me sacaba a bailar un peruano atractivo, pero todo fue que habló y me di cuenta que el acento era extraño, ¡no pues! ¡Si la maldición me seguía a cualquier parte! Era un vasco que había venido al Perú por un año a dictar cursos de cocina. ¿Que significaba eso? Pues clarísimo: Relación temporal de límite fijo, en otras palabras un affaire y punto.

A veces me veo al espejo y me pregunto si no soy atractiva para el peruano promedio.
Si necesito otra cara más agradable, otro cuerpo, una charla más sosa. Un carácter que sea más dócil. Mis amigos me dicen, que el problema es el carácter del diablo que tengo, que a nadie le gusta una flaca que ande con tantas vainas en la cabeza. Pero entonces ¡ya no se de que diablos hablar! ¿Del clima? ¿De las marcas de cerveza?
¿Por que puedo hablar una noche entera con un foráneo y si hablo con alguien de por aquí me ve con cara de que necesito mi Litio? ¿Por qué es más fácil que alguien foráneo tenga más confianza en sacarte a bailar o dar el primer paso para conocerte y con un peruano tienes que hablar meses antes que tome la iniciativa?
Para este punto debes estar erizándote de solo pensar que yo margino a los peruanos por “ser respetuosos”, que prefiero a “los gringos mañosones” pero creo que ese no es el problema. El problema es que me jode darme cuenta que no puedo tener una relación normal con un tipo promedio. Que resulto más atractiva para un tipo foráneo o para alguien que tenga mis mismas tendencias “frikisoides” que para alguien normalito y feliz. Que debe haber algo llamado karma que hace que al estar en un lugar público la gente me mire sin hablarme y los tipos me sonrían sin acercarse. A veces me siento un fenómeno… ¿Y quieres saber el detonante de toda esta oda a la apariencia física?
Fue esa foto en la que solo muestro mis ojos y que resulta que no soy yo. Es decir, yo me sigo viendo igual, pero resulta obvio para todo el mundo que en esa foto aparezco mas blanca, mas ojos claros, en resumen “mas bonita” de lo que en realidad soy. ¿Será que soy la única con una percepción errada de mi aspecto físico? ¿Qué pensé que ya me había vuelto mariposa y sigo siendo una monstruosa oruga? ¿Que eso es obvio a los ojos del mundo, excepto para mí y tal vez sea la causa que en un baile cualquiera nadie se atreva a invitarme una copa si no es foráneo, loco o miope?

¡Carajo! En este país resulto ser “no atractiva” pues; soy un bien de pocos bonos y charla que asusta…no me queda otra que emigrar para no quedarme soltera. No te rías ¡caray! Que esto no es broma, o te lo contaba a ti o pagaba a un psiquiatra para que me suba la moral a base de pepas y una terapia de espejos rotos. ¿Me ayudas a romper algunos? Pero nos tomamos un cafecito y una torta de chocolate antes, ¿si?

miércoles, junio 28, 2006

El camino a tu casa

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El camino a tu casa está cerrado por un jardín de flores y espinos. Tu puerta tapiada con maderos ásperos. Tus ventanas cerradas todas para el mundo. El camino a tu casa, es tan largo amor, que no consigo llegar nunca, siempre me voy perdiendo.

Caminaría bajo dos soles y una luna plateada para llegar a tu casa y que dejes descansar mis plantas, quitarme la ropa y soltarme el cabello, para que me dejes caminar a oscuras y llegar a ti cuando estés aun dormido.

El camino a tu casa es tan largo, que me pierdo en paisajes de rosa y magenta, entretenida en los recovecos del camino, me quedo allí afuera saltando entre obstáculos diversos, grandes unos y otros pequeños. Me cuesta entonces llegar temprano, antes que cierres del todo y me dejes para siempre afuera.

Ese es mi gran temor. No llegar a tiempo.

Caminaría entonces, bajo palmeras y álamos, entre jardines salvajes y en selvas oscuras, para poder llegar temprano a tu puerta y tocar antes que nadie toque; para que sepas que soy yo, la que ha caminado y no se ha cansado de intentarlo hasta que abras.

Pero el camino a tu casa es tan largo, que doy vueltas y vueltas y parece que nunca llegara; por eso a veces me hallas triste, frustrada y a solas. Por eso a veces sueñas que lloro al otro lado del mundo y te despiertas agitado sin saber quien soy.

Caminaría entonces cruzando mares y ríos, montañas y desiertos y al llegar junto a ti, me acurrucaría en tu abrazo tibio sin miedo a que me veas frágil. Porque ya habría sangrado todos mis dolores en el camino y el llegar a tu corazón, seria solo el regreso a mi hogar conocido.

El camino a tu casa amor, es tan largo. Solo te pido que me esperes, te prometo que llegaré a tiempo.


Soñando aquí y ahora

Los días son claros, tibios, tranquilos. Mis pasos seguros, mi sonrisa ancha, mi cabello va atado. Y los días siguen siendo blancos, límpidos, sin miedos. Yo camino entonces como si hubiera vuelto a la vida, aunque no sepa bien por que.
Antes soñaba siempre de noche, jamás amanecía, en mis sueños el mundo era nocturno y las calles vacías. Mis sueños siempre han sido dramáticos, algunos torturantes, siempre corriendo en pos de algo. Siempre corro en mis sueños porque el tiempo se acaba.
Los lugares son conocidos, es mi ciudad pero se ve como la debí ver a los 5 años, enorme y con escenarios de terror a la vuelta de la esquina. Siempre salgo de la ciudad y ya no hay nadie, entonces se que estoy al margen de todo y que es momento de correr, pues toda calle es desconocida y la noche va envolviendolo todo.
En mis sueños siempre es de noche o hay agua. Ir en pos del agua tambien es una constante en mi. Sueño con el mar a menudo o con lagos y piscinas. Mis sueños son tan reales y nítidos que yo debo ser una Spielberg onírica, con todos esos parajes y circunstancias. Lo que mas me felicito es la fotografía de mis sueños, los parajes son increíblemente bellos.
Me gusta soñar, de más chica despertaba con tristeza porque mis sueños eran más emocionantes que la vida diaria.
En algunos de mis sueños, he ido construyendo una ciudad de a pocos desde la infancia; ahora cada vez que vuelvo, se a donde conducen sus calles y porque los trenes se pierden por caminos de piedra o porque hay sitios a donde no puedo llegar en auto, solo puedo hacerlo caminando.
A algunas de las personas ya las conozco y todos estos años esos personajes oníricos me han visto crecer a pesar que sus rostros no envejecen.
Ahora en mis sueños, no soy una niña, casi soy mujer y paso corriendo con alguien de la mano o voy en la búsqueda de otro alguien que aun no conozco. La gente del sueño me ve correr sin admirarse.
Lo más angustiante, siempre es el agua.
En todos los sueños busco zambullirme en el mar y éste se retira; busco nadar en el río y este se hace turbulento; ansío sumergirme en las piscinas y éstas se hacen mohosas y llenas de hojas secas. Nunca llego a tiempo para volver al agua. Es frustrante no poder hacerlo.
Cuando llega el momento en que me siento lista, el agua se seca.
Una vez soñé que me lanzaba vestida desde un bote a un lago de aguas azules; cuando salía, el agua no se había secado y yo nadaba con los zapatos puestos. Ese día me enamoré de mi ex y supe que cualquier cosa era posible, que tenia el poder de lanzarme al agua sin buscar el traje perfecto o el momento adecuado y que aun así podría nadar. Fue muy simbólico eso.
A veces me sueño en ciudades extrañas, incluso hablando lenguas que desconozco. Son otros tiempos, y se que lo que pasa ya ha ocurrido antes y yo solo lo vuelvo a vivirlo una y otra vez, sabiendo de antemano las reacciones de la gente que interviene en el sueño.
A veces voy cruzando en tren por la nieve; o en mezquitas llenas de gente pequeña a mi paso; a veces solo en ciudades antiguas de veredas de piedra y edificaciones grises. Entonces despierto, vuelvo aquí y se que esta vida también es un sueño que debo resolver de a pocos. Me veo al espejo y se que sigo siendo yo, la mujer del sueño, aunque ahora con un rostro diferente.
Una vez soñé en esa ciudad en donde los toldos de venta están tan juntos que es imposible caminar, en donde la gente habla rápido vendiendo carnes, pescados y verduras y todos tienen esas miradas instigadoras y debes caminar rápido para que no noten que eres nueva allí.
Esa ciudad me atemoriza, pero ya he crecido y subo a los pisos superiores donde se dan baños floridos, en albercas de madera y agua caliente. No dispongo de mucho dinero, así que debo compartir la alberca común con otra gente que lleva a sus hijos pequeños. Al entrar allí, me dan la barra de jabón y esa tela roja estampada que hará las veces de toalla.
Debo desnudarme y meterme rápido al agua jabonosa con pétalos de flores, la mujer que se baña junto a su esposo e hijos, me sonríe al verme avergonzada. La alberca vecina está vacía y es limpiada con esmero por un joven de rostro lampiño. En el salón de baño todos nos bañamos desnudos, esa no es novedad.
Me posiciono en mi orilla de la alberca, distante a esa familia y comienzo a jabonar mis hombros y mi pecho con ahinco hasta volver el agua jabonosa.
De pronto la familia se va y yo tengo la gran alberca para mi sola. Es un lujo poder bañarme sola.
La mujer que cuida celebra con una sonrisa maternal mi alegría pueril. Nado en esa piscina de agua tibia un buen rato, pero es momento de cambiar el agua llena de espuma de jabón.
La mujer comienza a hacerlo y yo me quedo sujetando mis rodillas para taparme el cuerpo desnudo. Por las ventanas se observa abajo nuestro la ciudad bulliciosa llena de gente intercambiando mercadería desde sus canastos de mimbre.
Tres hombres ingresan al baño, me miran y sonríen, debo compartir el baño con ellos, es un baño público y yo no tengo dinero. Se desvisten hasta quedar solo en calzoncillos, uno de los hombres duda sobre desnudarse completamente estando yo allí, los otors se rien y le piden a la dueña la otra alberca.
Ella empieza a llenarla para ellos, dejando la mia a medio llenar pues es demasiado grande, el agua es muy clara y no logra ocultarme.
En ese lugar no es nada nuevo compartir un baño entre hombres y mujeres, pero la mayoría de hembras debe llevar un paño para cubrir su sexo, antes de entrar al agua. Yo he olvidado el mío en la orilla cercana a la alberca vecina, para alcanzarlo debo nadar o ir caminando hacia ellos y eso me avergüenza.
Los tres tipos mayores me miran con curiosidad mientras yo intento no parecer intimidada por la situación, empiezo a lavar mi cabello, que ahora oculta mi cara, para esquivar la mirada de los tres hombres que se bañan coversando y riendo en voz alta en la alberca vecina.
La mujer entonces, me acerca un balde de agua que cae tibia sobre mi cuerpo. Todo el jabón se ha limpiado. Ya puedo irme, parece indicar con un dedo antes de salir del lugar. Pero yo no se como levantarme sin que los otros me vean desnuda.
La mujer ya no está y no se donde pueda estar mi ropa, no me queda mas remedio que seguir en la alberca de agua transparente dejando que me vean, con una mezcla de miedo y placer exhibicionista, hasta que la mujer vuelva y me alcance mi ropa o al menos esa tela estampada de color escarlata que habrá de cubrirme.
El resto del sueño se pierde en mi memoria. Solo me queda el aroma a verduras y esencias varias del mercado de la ciudad. Podría reconocer el lugar si vuelvo allí, pero me da miedo volver, ese sueño me deja con la boca seca, como si fuera el recuerdo de alguna otra época vivida.
Le cuento el sueño a alguien y me dice que ese sueño es una fantasía erótica, que debería analizar cada circunstancia hasta descubrir el origen de mi ansiedad, pero yo no le sigo la broma. Ese sueño me ha dejado con la sensación de haber abierto una puerta que estaba cerrada hace mucho. Esa ciudad es nueva en mi repertorio onírico, aunque no son nuevas las caras que veo. Poco a poco he ido reconociendo esa ciudad como mía, a pesar que no pueda entender del todo el lenguaje o el porqué de sus vestimentas.
Los días son claros, limpios y tranquilos. La mayoría de mis sueños son bajo un cielo negro, pero he empezado a soñar de día. La última vez estaba en una playa y me atrevía a ver el sol en mis sueños. Era increíble poder hacerlo, era como contemplar el mundo desde la otra cara de la luna.
El sol me quemaba la piel, mientras tigres de bengala y elefantes enormes, vagaban libres por la playa. Lo que ahora me parece extraño es que ese lienzo rojo y bordado en donde estaba sentada mirando al mar, parece ser el mismo de mi sueño erógeno. Tal vez sea un capítulo previo solamente. Ahora me pregunto si es la misma ciudad. Hay aroma de dátiles y jengibre, de flores desojadas y te humeante. Se que la reconocería si vuelvo allí, pero prefiero pensar que es solo un sueño sin importancia.
Los días transcurren aquí, límpidos, blancos y sin miedo. Yo camino entonces como si hubiera vuelto a la vida, mirando al sol con una sonrisa ancha y ojos maravillados, m e sigo preguntando si ésta vida no es otro sueño que debo ir saboreando de a pocos.

lunes, junio 26, 2006

Bonjour ma vie

Ayer tuve esa extraña sensación de ser dueña de mi destino nuevamente, que nada de lo ocurrido era fruto del azar, que mi vida no es ese sentimiento de desolación a cada instante, por momentos grises que ya no se pueden atrapar. De que mi vida es una hilera de eventos tragicómicos que solo quieren hundirme, como un gran pulgar que aplasta un insecto contra el pavimento. Ayer supe que nada de eso era cierto. Que estaba viva otra vez.

Durante meses mi vida fue de un discurrir entre lagrimas y caras tiesas, tratando de entrar en un personaje que no era yo, mas dura, menos creyente en las cosas simples, menos esperanzada en un futuro; porque vivía haciendo de cada minuto una despedida. Como si al minuto siguiente ya fuera el final definitivo. Mi vida fueran escenas truncas que necesitaban acabar. Caminaba y me despedía, porque ya no esperaba nada de nadie. Era fácil amar de esa forma, donde no hay un recuerdo doloroso, donde alguna de ambas partes desaparece de la escena sin pedir perdón, ni sentirse culpable. Un nuevo escenario, una nueva persona, me iba yo o se iba él, todo muy simple, muy racional, muy de cuento sin final feliz. Porque no había amor, solo historias que empezaban y terminaban sin rastro de dolor.

Estuve meses esperando que algo llegara para despertarme, quería tomarme la vida de un sorbo, para no sentir su sabor fuerte por la garganta, para no sentir ese recuerdo de madero áspero sobre la lengua, cuando todo terminara. Estaba dispuesta a irme de este lugar con el primero que dijera que me quería, porque quería intentarlo, necesitaba intentarlo. El amor me sanaría, me repetía a mi misma, necesitaba amor a como de lugar.
A veces pienso ¿Qué hubiera pasado si Moss, mi casi alma gemela me hubiera dicho que me quería? Probablemente hubiera caminado descalza hasta Australia, para comprobar si era cierto. Porque yo necesitaba probarme a mi misma que seguía viva, que podía volver a sentir. Que podía hacer grandes sacrificios y que esta vez el miedo al “tal vez” no me apartaría nuevamente del amor, ni de la posibilidad de una vida plena.

Fueron meses en que hubiera podido tirarme desde un puente solo para saber que se sentía. Necesitaba dolor, miedo, algo que me despertara. Y todas esas palabras de amor, no las sentía mías, rebotaban en mi, como si se las dijeran a otra; porque yo ya no era yo, era esa mujercita que trataba de parecer segura a la luz de las velas. Que parecía reunir todo lo que quiere el hombre promedio: Gracia, ternura, inteligencia. Aunque dichas cualidades no fueran mas que inventadas, porque yo también me sentía inventada, un personaje mas, resignado a su destino solitario en la Tierra del Olvido.
Era “una mujer para amar”, pero a quien nadie amaba. Era una mujer quería volver a amar, pero ya no sabia como.

No sé cuanto tiempo he pasado así, asumiendo cada golpe, como un castigo merecido, por creer y dejar de creer. Cuanto tiempo llevo remendando recuerdos de mi misma, para saber quien era y comprender en que me convertí.
No sé cuanto tiempo estuve como una mariposa ciega golpeando contra una ventana que no se abría, viendo a través del cristal la vida prometida para mí pasar ante mis ojos, sin que yo tuviera la oportunidad de hacerla mía. Luché, grité, me estrellé miles de veces y nadie abrió esa ventana que yo no me sentía capaz de poder abrir por mi misma. Caí exhausta, no podía mas, acepté que si la vida quería pasar sobre mí, habría que esperar en el piso, resignarse a cada golpe, a cada herida, porque tal vez ese era mi destino. Yo había perdido el poder de hacer los sueños realidad y ahora me tocaba conformarme a mi nuevo papel de victima en el limbo de los que ya no creen en milagros.

Cuando empezó este año y me decidí volver a sentir, sin hipocresías ni falsas caras; fue la vida la que sé encargó de pegarme mas fuerte. No solo tuve perdidas económicas, también perdida de las personas que amé, de amigos en quienes confiaba, de las ultimas cosas en las que podía creer. Me quedé en la cornisa, muerta de miedo y sin poder volar, con todo derrumbándose a mí alrededor, sin ningún recuerdo al que aferrarme, ninguna persona en quien confiar. No entendía, él porque, si una vez decidida a tomar las riendas de mi vida, el destino me lo volvía a quitar todo y me relegaba aquí, lejos de todos los planes que hace tiempo tracé para mí. Una mano invisible me empujaba a volver a volar, pero me sentía tan débil que no podía, me aferraba a mi cornisa de melancolía, porque era lo único seguro que aun tenia: A mi propia tristeza.

Perdí incluso las fotografías y los videos de esa época en que fui feliz, como si alguien se encargara de mostrarme que nada de lo que viví merecía ser recordado. Que de nada servia aferrarse a una vida plástica, que solo había sido un capullo antes de volver a volar.
Me lo quitaba todo, la vida me lo estaba arrebatando de nuevo todo y yo no podía hacer nada, era solo agua que se escapa entre los dedos y yo tenia que dejarla ir, sin saber por qué.
Lejos de mi profesión, lejos de los bienes económicos, lejos de los amigos, del amor, del recuerdo del hombre que amé, del recuerdo del hombre que me amó y en quien confiaba como mi único amigo.
¿Que más quería la vida de mí? ¿Ya no era suficiente dejarme en el asfalto sin ganas de seguir adelante? ¿Era el castigo por haber pedido morirme tantos días seguidos cuando la depresión tocó a mi puerta?, ¿Por haberle rendido culto a la muerte, en cada despedida que hacia? Transformando la vida no en experiencias nuevas, sino en recuerdos muertos, para que alguien los revise cuando yo me fuera. Porque yo ya no vivía los días, solo los dejaba morir, solo los asumía, como un final ya trazado, sin hacer nada al respecto mas que rendirme al destino.

Recién ahora comprendo, que cada día me dejaba morir un poco, viviendo del pasado y negándome a vivir el ahora. Seguía viva, es cierto, pero sentía que nada estaba en mis manos, que todo era fruto de la suerte, que me resignaría a lo que ocurriera día a día, como un ente mecánico, una pieza mas del sistema de rostros grises de la Tierra del Olvido ¿Acaso esa forma de vivir, no había sido un suicidio en si mismo?
Jamás había tomado un cuchillo o veneno para lesionarme e irme de aquí, pero lo estaba haciendo a cada momento en que me negaba a decidir por mi misma y dejaba que la vida pase sobre mí como un ferrocarril dispuesto a amputarme toda voluntad y esperanza en el futuro. Dejando a la propia vida acabar conmigo.

Ayer desperté y supe que aun estoy aquí, que cada decisión está en mis manos, que éste es un periodo vacío por una razón de ser, que este año libre no es un castigo. Que haber perdido a las personas que amé solo me insta a volver a empezar. Que no tener en quien refugiarme, me empuja a seguir el camino sola, sin la esperanza de que alguien me recoja o se apiade de mí. Sin mas autocompasión. Ayer pude darme cuenta que la vida estaba entre mis manos y que yo aun tenia el poder de escribir mi propia historia, no como un capitulo aparte, sino como algo vital en donde acepto los días de lluvia para apreciar los arco iris y en donde camino sola, porque el camino esta allí y solo yo se a donde va. No quiero aceptar mas las cosas como si fueran hechas para no ser modificadas. Como si el destino fuera una materia dura de las que no somos capaces de amoldar a nuestros sueños.
Hoy digo "buenos dias a mi vida", porque ya me canse de ser la victima, cuando solo soy la aprendiz. Porque uno mismo construye su destino cuando decide no dejarse arrollar por la vida y seguir caminando en pos de algun sueño.

domingo, junio 25, 2006

Caminatas

Hace tiempo que llevo caminando, pero hoy lo he disfrutado más que nunca. Esta mañana de domingo es soleada y pacifica y yo me animé a caminar por el parque saltando entre las piedras del caminito de la izquierda, pensando en mí, en todo este tiempo a solas. En todo el tiempo que espera allí afuera. Caminé pisando las hojas secas de los árboles y a cada crepitar de hoja muerta, sentía que no estaba completamente sola, que te mostraba el camino, como siempre.

Hace años que camino así, mostrándote el camino, comentando los paisajes que veo y explicándote el por qué de las aves, el por qué del clima, el por qué de todo; aunque yo ya ni pueda entenderlo. Hace años que me pierdo en calles y parques caminando a solas, porque la conversación vecina me cansa. Hace mucho que hago monólogos mentales de lo que siento y vivo y de vez en cuando, ya tú sabes, de vez en cuando también los escribo.

Pero ésta mañana caminé contigo y te hice creer que estaba feliz, aunque me sienta por momentos asfixiada, en este lugar en donde todas las posibilidades están exploradas y todos los límites resueltos. A veces ya te lo he dicho, quisiera tomar la mochila y volver a irme. Escapar de este lugar al que se conforman todos. Quisiera irme, escaparme contigo.
Pero no puedes, ya sé que no puedes. Así que mientras camino, te voy mostrando el mundo, esas pequeñas cositas que la gente no advierte. Y que yo fotografío para ti.

Voy tejiendo recuerdos, recolectando imágenes y me hago un espacio propio e invisible, en donde lo cotidiano no ingresa, en donde solo te doy lo que quieres ver. Una esfera de cristal en medio de la ciudad gris. Un espacio privado en medio de la multitud de ojos que no ven. Te muestro allí esa mitad de mi rostro, esa curva en mi talón desnudo, esa línea en mi columna arqueada. Fotografío solo lo que quieres ver y te dejo construir el resto.

Hace tiempo que llevo caminando y hoy ya es domingo, pero no quiero volver a casa. Hace tiempo que mi casa no es mi casa, que prefiero seguir caminando y contándote lo que veo, como si fuera nuevo. Ojala un día te atrevieras a caminar conmigo, a compartir mi silencio mientras nos perdemos juntos en una marcha sin tiempo, y de vez en cuando, también, a resistir mis monólogos insufribles, esas charlas en que te hablo de mi y de todo lo que tengo dentro.
Espero me perdones, a veces solo hablo y hablo, como para dejarte un recuerdo y no desaparecer del todo; para poder así al menos quedarme unos minutos a solas contigo.

24 horas de mundo real

La pregunta para el ensayo en francés se refería a ¿Qué acontecimiento había cambiado mi vida. En la practica oral había ensayado la típica ...