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Parece que recién sintiera el invierno sobre mí. Cuando volví aquí, era verano aun. Me coloqué las sandalias y los vestidos cortos e imaginé que jamás me había ido, fui a la playa, me senté en la arena y mirando al mar hice un broche imaginario para apartar de mi memoria los meses de Enero a Abril, ese periodo bizarro donde decidí sentir de nuevo y acercarme a las cosas que de verdad quería.
No hay duda que cuando te pones un traje plástico y una careta de “no me importa nada”, las cosas pueden doler menos. Las despedidas son menos tristes y los besos menos húmedos. La vida sigue su curso pero una está al margen, ya no le duele nada… pero la verdad, tampoco se siente mucho. No sé porque, en Enero decidí volver a sentir, porque decidí que me faltaba amor y me faltaban sueños por los que seguir adelante. Solo se, que empezado Enero tenía una sonrisa en el rostro, imaginando que el periodo depresivo había llegado a su fin y que era momento de recoger los frutos de una felicidad prometida e intenté poner todo de mí en cada cosa que se me ocurrió vivir pero no resultó y de pronto ya era Abril. Siempre Abril, el mes en que el cielo se vuelve densamente gris por las humaredas de los campos quemados y el olor a mar se acentúa en la ciudad, era Abril y yo había vuelto a casa, otra vez, con la maleta vacía.
Me vi a mi misma despertando con los pliegues de la almohada, tatuados en mi rostro, con los ojos hinchados de haber llorado para adentro y la mirada perdida del que no sabe que pasó realmente en esos 4 meses de buscar y no hallar nada. Parece que cuando uno se decidiera nuevamente a sentir, fuera el dolor lo primero que se viene al cuerpo. Que cuando una desnuda el corazón, sea la tristeza lo primero que se apodera de sus ventrículos y la hace querer retroceder en el intento.
Hubiera querido seguir oculta en el disfraz de dureza, pero tiritaba de miedo ocultando mi desnudez dentro de esa armadura metálica, que a las finales me quedó demasiado grande. Una armadura que me impedía llorar para que no se oxidaran los goznes y me derrumbara entera. Llegó Enero y yo me decidí a sentir con la intensidad del que ya no quiere vivir temiendo, del que cree merecer alguna felicidad antes negada.
Pero llegado Abril, comprendí que cada paso dado fuera de mi traje protector, había sido un error doloroso. Una broma de la que no supe reír. Yo desperté en Abril y puse un broche a todo lo vivido, quise ocultarme de nuevo en casa, cerrar los ojos y el corazón a ese mundo externo al que jamás me adaptaría del todo, para así poder volver a soñar, porque cuando una sueña nadie le falla, todo es perfecto y el mundo parece blando.
Es Junio y no he podido. No he podido volver a ponerme armaduras y a soñar desde dentro que nada de lo vivido hasta hoy fue cierto. Es Junio y abro el broche de mis heridas recientes, no para generar una lástima que a estas alturas resulta fuera de lugar, sino para descubrirme yo en esas misma cicatrices y aceptar que eso es lo que soy y ya no me puedo ocultar. El camino resulta difícil cuando se quiere volver a sentir de nuevo, el primer hálito de vida, generalmente es el dolor. No quiero negarme a ese dolor si es el camino que me llevara de retorno a la vida. No quiero cubrirme mas del frío de un invierno que empieza en Junio, porque se que tarde o temprano una primavera vendrá a mi y todo habrá valido la pena, cada paso de mi caminar en círculos, cada lágrima que logró ser derramada a tiempo, cada vestimenta arrojada al fuego.
Yo llegué aquí cuando aun era verano y quise soñar que nada de lo vivido estos meses fue cierto. Ahora es Junio, puedo mojar mi piel con la lluvia tímida de los inviernos costeros y no tener miedo a sentir, porque se que tarde o temprano dejará de llover y yo estaré lista para volver a vivir la edad que me ha tocado vivir, a correr por la playa con la piel tiritando de frío, a caminar por la pista con la luz de los vehículos en contra, a llevar el cabello suelto y los pies descalzos. Porque ningún invierno es eterno y yo ya conozco de que color son las mariposas.
No hay duda que cuando te pones un traje plástico y una careta de “no me importa nada”, las cosas pueden doler menos. Las despedidas son menos tristes y los besos menos húmedos. La vida sigue su curso pero una está al margen, ya no le duele nada… pero la verdad, tampoco se siente mucho. No sé porque, en Enero decidí volver a sentir, porque decidí que me faltaba amor y me faltaban sueños por los que seguir adelante. Solo se, que empezado Enero tenía una sonrisa en el rostro, imaginando que el periodo depresivo había llegado a su fin y que era momento de recoger los frutos de una felicidad prometida e intenté poner todo de mí en cada cosa que se me ocurrió vivir pero no resultó y de pronto ya era Abril. Siempre Abril, el mes en que el cielo se vuelve densamente gris por las humaredas de los campos quemados y el olor a mar se acentúa en la ciudad, era Abril y yo había vuelto a casa, otra vez, con la maleta vacía.
Me vi a mi misma despertando con los pliegues de la almohada, tatuados en mi rostro, con los ojos hinchados de haber llorado para adentro y la mirada perdida del que no sabe que pasó realmente en esos 4 meses de buscar y no hallar nada. Parece que cuando uno se decidiera nuevamente a sentir, fuera el dolor lo primero que se viene al cuerpo. Que cuando una desnuda el corazón, sea la tristeza lo primero que se apodera de sus ventrículos y la hace querer retroceder en el intento.
Hubiera querido seguir oculta en el disfraz de dureza, pero tiritaba de miedo ocultando mi desnudez dentro de esa armadura metálica, que a las finales me quedó demasiado grande. Una armadura que me impedía llorar para que no se oxidaran los goznes y me derrumbara entera. Llegó Enero y yo me decidí a sentir con la intensidad del que ya no quiere vivir temiendo, del que cree merecer alguna felicidad antes negada.
Pero llegado Abril, comprendí que cada paso dado fuera de mi traje protector, había sido un error doloroso. Una broma de la que no supe reír. Yo desperté en Abril y puse un broche a todo lo vivido, quise ocultarme de nuevo en casa, cerrar los ojos y el corazón a ese mundo externo al que jamás me adaptaría del todo, para así poder volver a soñar, porque cuando una sueña nadie le falla, todo es perfecto y el mundo parece blando.
Es Junio y no he podido. No he podido volver a ponerme armaduras y a soñar desde dentro que nada de lo vivido hasta hoy fue cierto. Es Junio y abro el broche de mis heridas recientes, no para generar una lástima que a estas alturas resulta fuera de lugar, sino para descubrirme yo en esas misma cicatrices y aceptar que eso es lo que soy y ya no me puedo ocultar. El camino resulta difícil cuando se quiere volver a sentir de nuevo, el primer hálito de vida, generalmente es el dolor. No quiero negarme a ese dolor si es el camino que me llevara de retorno a la vida. No quiero cubrirme mas del frío de un invierno que empieza en Junio, porque se que tarde o temprano una primavera vendrá a mi y todo habrá valido la pena, cada paso de mi caminar en círculos, cada lágrima que logró ser derramada a tiempo, cada vestimenta arrojada al fuego.
Yo llegué aquí cuando aun era verano y quise soñar que nada de lo vivido estos meses fue cierto. Ahora es Junio, puedo mojar mi piel con la lluvia tímida de los inviernos costeros y no tener miedo a sentir, porque se que tarde o temprano dejará de llover y yo estaré lista para volver a vivir la edad que me ha tocado vivir, a correr por la playa con la piel tiritando de frío, a caminar por la pista con la luz de los vehículos en contra, a llevar el cabello suelto y los pies descalzos. Porque ningún invierno es eterno y yo ya conozco de que color son las mariposas.
*Purple rain- Urselle (ojalá este jazz si suene)
10 comentarios:
siempre pense que tu avatar era un pequeño rey con aura de energico caracter, pero es una mariposa!!o polilla? te leo casi 6 meses y no logro descifrarte, te enfermaste de tristeza creo...o presentas sintomas del planeta Tierra.
No seas malo, tío!
Es una mariposa a blanco y negro como yo, posada sobre la pintura. Como ves, es la circunstancia la que genera sensación de color y no la mariposa en luto.
Si agitas tus alas y vuelas a buen ritmo verás que hay donde junio, con todo lo hosco que es, también es primavera.
lo ideal es sembrar bellos campos sobre las cicatrices, y q ellas solo sirvan para filtrar la lluvia de nuestros corazones para q germinen otros arboles, mas fuertes, aun sin dejar de sentir y de intentar amar...si, siempre junio me toma de improviso,se me instala en mi angulo mas grave y no hago mas q esperar la primavera...siempre hay una por llegar
saludos my friend
caracas
otra vez ponen comentarios demasiado profundos
maldita sea
ya no puedo decir nada
que manera de joder!!!!
para mi empieza el verano, y me siento recompensado porque el verano de lima me lo saltie para venir a EEUU (el 15 de enero fue mi partida) asi que lo estoy tratando de disfrutar al maximo
reventandome de vino y carne
Oye Alfredo, no te quejes...tremendos testamentos que dejan en tu blog! y Cuando yo comento ni me das bola...ya, sigue comiendo carne no m.as, que me dieron ganas de parrilla y vino en un atarde nublada.
Bueno Laura... lo que no te mata, te hace mas fuerte. A veces no lo parece, creeme, se que a veces no lo parece, pero suele ser asi. Y te lo dice alguien cuyas heridas no solo sangran, sino que a veces se reabren con el tiempo.
Y hay veces, que el dolor mismo ya no te duele.
Recuerda que ahora es verano en otra parte...
Un saludo de Edem.
En realidad, me sabe mal que me guste lo que escribes (y como lo escribes). Me sabe mal porque he perdido demasiado tiempo en situaciones parecidas. Y sigo perdiéndolo. Intentando evitar lo inevitable.
Puedo estar de acuerdo contigo si eso es lo que quieres, pero prefiero decirte que sueño, que sueño paralelamente en la distancia. Y eso es más importante que otras cosas.
Espero que tu invierno se acabe pronto, que no andes con una coraza que te cubre y puedas vivir plenamente, vivir sin miedos, por que la vida sería aburrida si no existieran los problemas, esos problemas que nos ayudan a adquirir la experiencia.
saludos
quisiera pensar que cada etapa, cada baldosa, cada lado de la moneda tiene su porque y su hacia donde...
asi que si hoy llueve, seguro mañana sale el sol.
Supongo entonces que debemos tener los ojos secos, sin lagrimas para entoces sentir esos delicados rayos de vida. Sino el ciclo se rompe, y no habra valido la pena.
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