4. De Hormigas y de Mantis
-A mí no me molestaría quedarme, es un lugar hermoso después de todo.
Vilma que sujetaba el espejo con la mano izquierda enfocó a la cara de Olivia al terminar de decir esto. El sol caía débilmente sobre los cabellos de Vilma rojos como un chorro de sangre sobre la mano casi transparente de Olivia. Era una hermosa primavera para contemplar Cuenca de lejos, pensó. Sobre el césped las dos mujeres dieron una larga mirada a la ciudad cortada por el mar llena de techos de de calamina y alguna que otra iglesia.
- Siempre sentiré que no pertenesco allí, refutó Olivia con esa voz bajita como de quien agoniza que ponía cada vez que las palabras se le iban estancando en la garganta.
- Si no perteneces allí, entonces a ninguna parte flaca.
Olivia paró un momento de hacer la trenza a su amiga. Su cabello perfumado le causaba la misma alergia que todas las cosas artificiales que pasaran por su nariz.
En los últimos años se había vuelto alérgica a la plata, al látex, a la ropa de encaje, a las frutas co…
Vilma que sujetaba el espejo con la mano izquierda enfocó a la cara de Olivia al terminar de decir esto. El sol caía débilmente sobre los cabellos de Vilma rojos como un chorro de sangre sobre la mano casi transparente de Olivia. Era una hermosa primavera para contemplar Cuenca de lejos, pensó. Sobre el césped las dos mujeres dieron una larga mirada a la ciudad cortada por el mar llena de techos de de calamina y alguna que otra iglesia.
- Siempre sentiré que no pertenesco allí, refutó Olivia con esa voz bajita como de quien agoniza que ponía cada vez que las palabras se le iban estancando en la garganta.
- Si no perteneces allí, entonces a ninguna parte flaca.
Olivia paró un momento de hacer la trenza a su amiga. Su cabello perfumado le causaba la misma alergia que todas las cosas artificiales que pasaran por su nariz.
En los últimos años se había vuelto alérgica a la plata, al látex, a la ropa de encaje, a las frutas co…