jueves, julio 23, 2009

El tiempo

Los días caen uno tras otro como víctimas silentes de un futuro que nos engulle en sí.
Soy un bocado más que se deglutirá entre penas y furias. Apenas un sabor nuevo en el menú diario. No tengo derecho a queja, estoy incluída como los otros en potajes que se debaten entre la melancolía y la esperanza.

Nos devora el tiempo. Apenas si podemos defendernos.

Hoy intento escribir a mitad de un altibajo. Al empezar la noche como si ésta fuera joven y hoy al fin pudiera ver la luna. Me siento a escuchar a una mujer que canta boleros viejos como una novedad romántica y pienso en la tibia sensación del amor y sus consecuencias mas tempranas. Me imagino cenando a la ventana de un restaurante hecho de madera perfumada, ante el gran ventanal que da hacia un lago. Cómo aquella vez que en mis sueños pensé que sucedía.
Noto de pronto las luces reflejadas en el agua, dando aquella serenidad prestada que a menudo me falta tanto. Visto aquél vestido rojo que nunca viste y caen mis cabellos sobre mis hombros como soñaste que caerían. Recuerdo el vino, recuerdo todo eso y la soledad del salón donde bailamos la primera vez y la última.
Trato de imaginar mi vida sin ti a cuestas. Quizá hubiera pensado que antes de ti conocía el amor, o que viviría el resto de mi vida esperando uno. Fuiste la sorpresa de la que uno no se sabe alegrar a tiempo. La alegoría de una ilusión. La perfección de un momento corto dentro de una vida demasiado larga.
Veo al cielo y espero ver las estrellas de aquella noche. Aquí siempre es brumoso y triste. No hay un lago y el mar es demasiado frío. En las tardes junto al café, solo veo un océano gris que se engulle al sol antes que este sangre. La noche cae tan rápido que no alcanzo ni a pedir un deseo. A veces el tiempo es tan efímero, apenas un recuerdo de las cosas que nos hicieron más felices.

Los días caen uno tras otro rendidos ante el jake mate del destino. Yo pierdo en el juego contra el tiempo y soy engullida como tu por ese penoso olvido de la gente que alguna vez amó y no pudo hacer nada al respecto, mas que pasar el resto de la vida tratando de olvidar.

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  Su voz es del color del sol, se ha acercado  con paso seguro  sin prisa a la mesa donde sorbo un te del que apenas detecto que es de frut...