lunes, julio 18, 2011

El adiós de todos los adioses

Mi querido lector, en la soledad de mi cama escribo estas líneas esperando que no hayas olvidado las tardes de café ni mis pataletas en la búsqueda del amor. Espero que al terminar la tarde aun haya un rayo de luz filtrándose por la persiana entreabierta y recuerdes algún poema mío hace mil años escrito o que en esas tardes ociosas te enseñé sin quererlo una canción que aun no conocías. Han pasado años desde nuestra pérdida, desde nuestro olvido y peleas a millar. Aun sigo esperando tener el valor para escribirte el adiós de todos los adioses, pero mientras espero hacerlo, me arrullo en la música vieja, en la esperanza y en la extraña felicidad que aparece por solo minutos cuando camino por algodones rosas en la espera de que suceda algo mejor.
¡Qué droga más sobresaliente es la esperanza, que vicio más despiadado el renacer de una ilusión!
Mi querido lector, te invito a que soñemos juntos porque tengo miedo de no despertar y el morir en soledad no es algo que me apetezca, al menos por ahora, cuando se suceden días tibios, azules y con olor a fruta por doquier.
Para hacer un poco las paces en las próximas líneas te contaré un poco de mi y tu de ti. Es un ejercicio fastidioso, pero debemos retornar a esa confianza de los lectores y los leídos, a esa intimidad de los amantes que se buscan a escondidas, de los chicos incomprendidos que ya no somos, pues ahora solo somos parte de ese montón de adultos que por momentos desengañados, cínicos, con miedo a volver a empezar se refugian en alguna entretención pasajera que logre hacer olvidar que el tiempo es inexorable con los cobardes que no nos atrevemos a volver a estar vivos.
Mi querido desconocido- anónimo o como desees llamarte- te invito a mi casa, a que compartas un poco de mi vida, de mi desgracia diaria, de mi felicidad más inocente. Como todos, yo deseo comunicarme y estar en contacto, como muchos, también deseo odiar con la intensidad de los vengadores que nunca olvidan o simplemente arrinconarme y estar sola renegando si me tienden la mano para salir de mi exquisita infelicidad. Como todos, soy una contradicción entre lo que quiero y lo que hago. Entre lo que espero y lo que rechazo. Como todos, a veces simplemente tengo miedo de volver a soñar.

Te saludo con una sonrisa, mientras suena I’d do it all again desde mi computador…Dime ¿te suena a algo eso? Es mi carta reconciliatoria, no mi última carta, pero tal vez la más sincera. ¿Me ayudarías a caminar hoy? A veces simplemente no sé cómo empezar.

Besos, desde la Tierra del Olvido.

4 comentarios:

Juan Pablo dijo...

Me topé contigo leyendo un comentario que hiciste a un post inconluso sobre sobre la muerte de Banchero Rossi.
Te puse en google -ya vez que ahora todos estamos ahí- y encontré este blog.
Ando obsecionado con esa frase de "C'est ne pas l'art qu'imite la vie, c'est la vie qu'imite l'art",la confirmo con cada cosa que me sucede ultimamente. Tus textos se parecen mucho a los ecos que se escuchan desde mi cuarto. Grata sorpresa. Espero poder intercambiar algunos mails.

Juan Pablo,

Juan Pablo

Laura Martillo dijo...

Lo siento, no suelo intercambiar e- mails, pero si tienes un blog trataré de leerlo.

Anónimo dijo...

Ahora escribo de anonimo , por primera vez.


Escribes bonito.

La canción me conmovió

Laura Martillo dijo...

Quién será el anónimo?

La Cita

  Su voz es del color del sol, se ha acercado  con paso seguro  sin prisa a la mesa donde sorbo un te del que apenas detecto que es de frut...