El sentimiento es agridulce cada vez que me voy, los veo despedirme desde la vereda con sus ojos brillosos y sus caras con esa sonrisa grande y sincera, me doy cuenta que nadie como la familia para quererte así, con sinceridad y nobleza.
He conocido a diversas personas en mi vida, tarde o temprano me han decepcionado un poco, pero quien no lo hace?! Incluso la familia, que errores cometen que a veces nos lleva años sanar y metabolizar. No, no hay personas perfectas, todos nos fallan un poco, solía decirme un amigo argentino con la sabiduría de los años; pero yo no comprendía, yo quería que la gente me amara sin manchas y sin dudas, cuando eso no existe. Imperfectos e impredecibles como somos, atados de inseguridad y remordimientos. Ahora entiendo un poco, pero me faltan años y días en blanco de solo dedicarme a pensar y sentir, sin ninguna otra actividad especifica para poder explicármelo del todo.
Leí por ahí que hacía falta para la sanidad mental escribir solo 200 palabras al día, escribir en un papel o en una pagina en blanco, cualquier pensamiento que viniera a nuestra cabeza, ese era un acto suficiente para comprendernos y comprender un poco el mundo. Hacer ese acto de reflexión y silencio como un regalo para nosotros mismos. Le regalamos tiempo a las redes, al jefe, al trabajo, a los clientes y a los pacientes. Nunca hay tiempo real para nosotros, hasta en el sanitario revisamos cosas, leemos cosas, vemos imágenes de otras personas, de otras vidas que queremos, admiramos o envidiamos. Nunca hay tiempo para uno y si lo hay es un tiempo triste de culparte por varias cosas: Por qué no baje de peso? Por qué no hice esa maestría? Por qué no fui al médico antes? Por qué no hice mas ejercicio? Por qué rompimos? Ese tiempo muerto y sus interrogantes es el tiempo que asusta a varias amigas mías, que se rehusan a pensar mas de la cuenta. Prefieren tener en cambio todo en orden, cada minuto del día está ocupado en que todo cuadre para el día, mes y año siguiente. Que cuando armamos viajes prefieren tenerte el itinerario impecable, con horarios para todo, a ellas no se les pierde la maleta ni nunca olvidan el bolso en ningún lado. Viven lo que se les da y comen lo que hay. Yo en cambio, ando con la cabeza en las nubes perdiendo bolsos y pastilleros, dinero en donde sea y a veces vuelos. Pensando, pensando en donde quisiera estar, en donde estuve, pero nunca en donde estoy en ese momento. Lo mío tampoco es sano, el único momento en que suelto todas las amarras y todas las mierdas es este. Cuando me reúno con la pagina en blanco y estoy completamente sola. Nadie interrumpe, no hay ninguna prioridad para mi, ni una película ni una serie ni una fotografía que elegir. Somos el teclado y yo exprimiendo la voz hasta que salga honesta, pero eso también lleva tiempo y te deja luego vacía, esperando a cambio una respuesta, una señal de vida al otro lado del mundo.