Podría escribir millones de palabras porque mi pupila se ha mojado esta tarde de sueños y me he dormido pensando que no habría un día siguiente.
Puedo escribir millones de palabras porque esta semana se dieron en mi cabeza millones de inicios para millones de historias, para millones de cuetos, para millones de amigos que podrían recibir en lugar de mis cartas tristes, algún cuento mío que sepa a obsequio, a algún agradecimiento extraño, por estos meses paganos, por estos años, por todos estos años de escribir y leer barbaridades y media.
Si este es el único medio para querernos así entrañablemente, que sea este para contarte como me ha ido.
Sabes? He descubierto que mi mejor tarde es cuando salgo a caminar y decenas de loros gritan en las palmeras del hospital, entonces elevo los ojos y el cielo me recuerda a algún lugar que aun no visito, a algunas vacaciones postergadas, algun sueño que he tenido y lo he vivido como real. A una quimera. A eso suenan los loros las palmeras y la tarde difuminándose en colores imprecisos de zian y magenta. A eso me sabe la vida ahora a colores fríos y a retratos a lápiz, a mi misma retratada y desdibujada.
He descubierto que mis mejores películas son aquellas de mucha acción, persecuciones y rostro trasnochados. He descubierto que la mejor hora para ir al cine es cuando empieza la tarde y las salas están vacías, entonces puedes encararte al actor principal en una mirada sin pestañeo que abarque toda la película. Y allí sentir que vives de forma prestada esas cosas que el tiempo y el dinero no te dejan vivir ahora. Olvidarte que eres prisionera de un mundo ficticio de agua destilada y ambientes asépticos.
He descubierto que el amor me da miedo. Porque ya no le se reconocer la cara aunque me mire defrente. Que extraño terriblemente a una persona a la que solo he visto una vez en mi vida, hablado un par de horas, escuchado un par de minutos. Qué extraño de forma indescriptible esa promesa de destino. Esa coincidencia de hallarnos y no volvernos a ver más. Por qué? Porque creo en el maldito destino y en esa frase tan lúcida de hallar el destino justamente en el camino que tomamos para escapar de él.
He descubierto que mi mejor siesta es en la que no duermo y me dejo llevar por esa música de guitarra flamenca como si esa fuera la música que me hubiera acunado siempre, mientras la persiana cocoa golpea la ventana en esa mezcla de brisa y frío de invierno.
Que es mi mejor siesta cuando espero entre sueños a que la noche llegue y abrir los ojos para entregarme a alguna guardia asesina, mientras sueño despierta que estoy en algún lugar lejos de aquí y el mar me espera a lo lejos mientras la brisa golpea mi ventana.
He descubierto que me gusta ser médico y que me horroriza dejar de ser quien soy, dejar de escribir, dejar de ser nadie, un elemento al margen y convertirme en cambio en un guardapolvo blanco que vocaliza bien las palabras mientras su nombre brilla en una plaquita que no dice nada.
He descubierto esta semana que podría estar en cualquier parte y por una razón extraña de mi destino me quedo aquí unos años más a buscar quien sabe qué. Quien sabe quién mientras te añoro como si fueras real y me siento la persona más cruel del mundo por no poder ya amarte como la mujer que fui, sino solo como la amiga que quiero ser.
Puedo escribir millones de palabras porque esta semana se dieron en mi cabeza millones de inicios para millones de historias, para millones de cuetos, para millones de amigos que podrían recibir en lugar de mis cartas tristes, algún cuento mío que sepa a obsequio, a algún agradecimiento extraño, por estos meses paganos, por estos años, por todos estos años de escribir y leer barbaridades y media.
Si este es el único medio para querernos así entrañablemente, que sea este para contarte como me ha ido.
Sabes? He descubierto que mi mejor tarde es cuando salgo a caminar y decenas de loros gritan en las palmeras del hospital, entonces elevo los ojos y el cielo me recuerda a algún lugar que aun no visito, a algunas vacaciones postergadas, algun sueño que he tenido y lo he vivido como real. A una quimera. A eso suenan los loros las palmeras y la tarde difuminándose en colores imprecisos de zian y magenta. A eso me sabe la vida ahora a colores fríos y a retratos a lápiz, a mi misma retratada y desdibujada.
He descubierto que mis mejores películas son aquellas de mucha acción, persecuciones y rostro trasnochados. He descubierto que la mejor hora para ir al cine es cuando empieza la tarde y las salas están vacías, entonces puedes encararte al actor principal en una mirada sin pestañeo que abarque toda la película. Y allí sentir que vives de forma prestada esas cosas que el tiempo y el dinero no te dejan vivir ahora. Olvidarte que eres prisionera de un mundo ficticio de agua destilada y ambientes asépticos.
He descubierto que el amor me da miedo. Porque ya no le se reconocer la cara aunque me mire defrente. Que extraño terriblemente a una persona a la que solo he visto una vez en mi vida, hablado un par de horas, escuchado un par de minutos. Qué extraño de forma indescriptible esa promesa de destino. Esa coincidencia de hallarnos y no volvernos a ver más. Por qué? Porque creo en el maldito destino y en esa frase tan lúcida de hallar el destino justamente en el camino que tomamos para escapar de él.
He descubierto que mi mejor siesta es en la que no duermo y me dejo llevar por esa música de guitarra flamenca como si esa fuera la música que me hubiera acunado siempre, mientras la persiana cocoa golpea la ventana en esa mezcla de brisa y frío de invierno.
Que es mi mejor siesta cuando espero entre sueños a que la noche llegue y abrir los ojos para entregarme a alguna guardia asesina, mientras sueño despierta que estoy en algún lugar lejos de aquí y el mar me espera a lo lejos mientras la brisa golpea mi ventana.
He descubierto que me gusta ser médico y que me horroriza dejar de ser quien soy, dejar de escribir, dejar de ser nadie, un elemento al margen y convertirme en cambio en un guardapolvo blanco que vocaliza bien las palabras mientras su nombre brilla en una plaquita que no dice nada.
He descubierto esta semana que podría estar en cualquier parte y por una razón extraña de mi destino me quedo aquí unos años más a buscar quien sabe qué. Quien sabe quién mientras te añoro como si fueras real y me siento la persona más cruel del mundo por no poder ya amarte como la mujer que fui, sino solo como la amiga que quiero ser.
1 comentario:
Esta si es mi Laura... y esto es justo lo que queria leer de ti.
De verdad... a veces eres una luz brillante en la oscuridad. Y esta si eres tu, Laura.
La Laura que se quiere como amiga.
Simplemente tu.
Un afectuoso saludo de Enrique.
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