jueves, septiembre 06, 2012

Un amor para Maria Fe

María Fe, tiene un perfil raro que no llega a ser del todo feo y sin embargo da a su cara un aire levemente varonil. Sus cejas espesas y su mirada dura contribuyen a ese aspecto serio que siempre adopta en clase. Se sienta derecha en la primera fila de la maestría de negocios internacionales y cruza las manos sobre el pupitre como solicitando la aclaración justa de algo. No soy yo quien se la dará, yo apenas tengo las preguntas y rara vez entiendo las respuestas que me dan, pero su mirada en silencio me ordena que deba saberlas o al menos investigarlas.


Cruza la pierna envuelta en una panty encarnada y la botita de cuero que apenas le llega al tobillo brilla aun más ante las luces de la clase. El profesor entra y comienza a hablar sin tregua mientras María Fe suaviza repentinamente esa actitud guerrera y nubla de rosado los ojos, ante el anciano que bromea durante la clase de economía. Se vuelve risueña, coqueta y tonta, ante un viejo que podría ser su padre. Es lo que no entiendo. Ella es dura, seria y siempre a la defensiva con todos nosotros, pero a él le regala sólo sonrisas dulces y gestos suaves.

A la mitad de la clase todos salimos a fumarnos un cigarrillo, mientras ella, aplicada e impecable con su falda corta y el cabello atado a un lado, le hace preguntas que el maestro se apura en contestar con risas de viejo encantador. Su mirada opaca y glaucomatosa recorre el cuerpo aun joven y sensual de María Fe, la invita probablemente a un café después de clases, la invita a leer libros que ya nadie más lee y una de esas tardes de viernes en que nadie ha invitado a salir a María Fe, la invita al teatro y luego a tirársela en el silencio arropado por el olor de cedro y eucalipto de un departamento inmenso.

Ella gime alto, como repentinamente liberada hacia una pasión desbocada, que sólo aquel hombre cincuentón puede ofrecerle sin juzgarla luego. Se abandona a su caricia firme y a su cuerpo fofo, a la palabra precisa, que ordena y enternece. A la mano que alisa su cabello como cariñoso padre y que luego tapará su boca para causarle entre espasmos lujuriosos más de aquel dolor delicioso que a ella le gusta tanto. Él le ofrecerá ir a un hotel nuevo de exquisitos lujos, un escape hacia una isla desconocida, una cena a la luz de las velas junto a su nutrida biblioteca. Le ofrecerá algo parecido a un amor puro, o mejor dicho pura compañía. Y retozarán sin casi tocarse varias noches seguidas, como padre e hija o como antiguos amantes.

María Fe ha frecuentado a varios viejos desde chica, los ha admirado, seguido e idolatrado. Viejos sabios y seguros; sólo ellos saben cuando se le antoja ser niña y cuando se le antoja ser vieja. Le ofrecen esa ternura silente y esa promesa segura de segunda cita.

Porque para un viejo toda segunda cita con una mujer más bella y más joven, ya es de por si un milagro.

Y ella se entrega, porque los ofrecimientos de cariño insípido y amistad a medias no le agradan. Le gusta más cuando un hombre se sienta frente a ella y le dice frases perfectas como que Toda su atención está solo puesta en ella, como que solo le importa pasar una noche más, aunque sea solo una noche más con ella.

No le agradamos ninguno de nosotros, con el ritual repetido de una cita tras otra, de ofrecimientos torpes y cursilerías baratas; de preguntas mil veces ensayadas llenas de un interés pasajero que solo disfraza el deseo de sexo. No le gustamos nunca, pobres pescadores de sueños cubiertos por esa inseguridad reprimida de cuando ella nos mira firme y parece que quisiera tener ya, rápidamente todas las respuestas.

Su mirada ansiosa de ojos que doblegan, una mirada que solo los viejos pueden sostenerle el tiempo suficiente como para saber, que detrás de esas negras pupilas, la verdadera María Fe solo aflora una vez que se la ve por entero emerger desnuda desde esa piel color avellana. Salir desde piel adentro, allá donde vive ella, siempre sola, siempre esperando que la sorprenda un amor inesperado.

5 comentarios:

Jol dijo...

Causa algo de intriga que desee el amor cuando tiene kilómetros andados solo con hombres mayores. No porque no puedan soplar las velas de su próximo cumpleaños. Me hago la idea de que son muchos. El amor solo escasea. Pero espera algo que encuentra todo el tiempo.

Conozco a alguien así. A mi María Fe le cuesta enamorarse. Pero se debe a que ninguno de ellos quepan dentro del molde pensado por ella. Quienes salen del molde, solo pueden estar con ella por unas noches. Con unos tragos encima, ¿quién piensa en moldes?

Esta es seca. No hace un gesto suave. Se va al acecho inmiscuyéndose con el mayor. Prefiere la altivez de una señora a la pose de una chiquilla. Y en su experiencia el mayor se hace menor.

Siempre he pensado que mi Marife sentará cabeza cuando entienda que enamorarse pasa por compartir experiencias con sus intereses deshaciéndose. Los viejos de Up a los cien años son unos desinteresados.

Laura Martillo dijo...

Jol:
Hay un error en ese párrafo que sugiere justamente lo que dices...problemas cuando no se revisa lo que se escribe...Quiza ( y se que te encanta mi quizá) es que Maria fe a tenido la costumbre de frecuentar y gustar de viejos y es la primera vez que se atreve a entregarse a uno.

Me sigue admirando que no des crédito a mis dotes de ficción y sigas imaginando todos mis cuentos como autobiográficos. Eso es un problema, sabes?

Por otro lado, pienso que a TU Maria Fe (vaya sentido de posesión que tienen los hombres) no es que le cueste enamorarse, todo lo contrario...Lo que resulta muy, muy fácil es decepcionarse cuando un hombre al mira y en sus ojos se nota que prefiere a la de ficción que a ella misma.

Jol dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Jol dijo...

Antes te he dicho que debe haber autobiografía, pero siempre precisando que solo en parte de tu producción. Tienes una rica imaginación hasta para afirmar que yo pienso que eres Martillo solo por escrito. No querría superar tu personaje de lo contrario y llevarte al San Cristobal.

Mi Marife no se decepciona por su imagen como tú sí. No tiene inconveniente con la ficción. Se decepciona por la imagen de ellos. No ingresa en la cámara fotográfica que solo ella quiere manejar.

Caracterización más que posesión. Diferencio las personajes sin poseer alguna realmente.

Generalizar en género presenta más complicaciones que generalizar que el amor es escaso. Hombres y mujeres comparten tantos roles, que feminismo y machismo son amigos con derechos. Life gets more fun, despite also turns everything creepy afterwards.

Laura Martillo dijo...

Jol
Por fin empiezo a entenderte! Incluso cuando demuestras esa horrible tendencia a mezclar tus ideas con frases en inglés...

Me agrada lo que dices, porque pienso que no te equivocas con tu Maria Fe, ojalá que te acepte una cita para pasear por el San cristobal y sentados en una banca puedan mirar a la luna, esperando que uno de los dos se transforme en la bestia que dice ser.

Un beso.

Ayer no hubo insomnio?

Otoño en Lima

Es lo primero que escribo luego de una larga temporada. No era mi intención hacerlo, pero el café y este cielo nublado son malos consejeros....