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jueves, enero 08, 2009

Enero en Lima






Lima se pudre de tanto calor como una fruta descompuesta y yo aquí resistiendo el calor, ese sol que me oprime como un pulgar gigante contra el piso, que me mantiene entre malhumorada y atontada. Añorando unas vacaciones que no vendrán.


Lima se pudre.




La gente va caminando por el hospital con ese marasmo de medio verano, con los ojos casi cerrados, buscando la menor sombrita para guarecerse del sol inclemente. Caminando de costado, pegándose a los edificios mas altos, cubriéndose la cara con periódicos colorines que solo muestran la cara de Magaly en las portadas como la estrella sempiterna de nuestra sociedad huachafa.




Los días pasan lentos, ahora slago ams temprano, pero esas 8 horas diarias en el hospital camino de aquí para allá deshidratándome, tropezándome con todos, transpirando el medio frasco de colonia que me pongo a diario para no sentir que hiedo, como todos por aquí, como la ciudad misma.




Nunca he resistido mucho el calor, sea la ciudad que fuera; pero al menos en otras ciudades o estaba de vacaciones o el mar estaba cerca. Aquí, ir al mar me resulta una quimera de lucha contra el tráfico y la idea aplazada de poder bañarme en aguas que no estén contaminadas por miles de deshechos biológicos.




El calor me atonta, me jode, me oprime. Las noches son un martirio de sábanas quemantes y pensamientos insulsos, las mañanas largas y sin sombras a la vista; las tardes con el aire caliente que inunda la casa, solo pienso en buscar a mis amigos, en salir un rato, pero que bah, todo el mundo sigue trabajando, mi hermana nunca me contesta, mis amigos mas cercanos ocupando el poco tiempo de webeo diario en cursos varios...




Parece que fuera la única persona en esta ciudad que sale a las 2 de la tarde y muere por irse al mar, a hablar de cualquier cosa, a contemplar el agua azul a lo lejos, a olvidarse que es un NN en esta ciudad de nadie.




* Imagen de El Blog de Javier Naya.

La Cita

  Su voz es del color del sol, se ha acercado  con paso seguro  sin prisa a la mesa donde sorbo un te del que apenas detecto que es de frut...