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lunes, septiembre 30, 2024

Parte 1 : Chompita

La tarde es nublada y ventosa, la linea azul del mar casi se pierde con el cielo allá lejos. Sentada entre los geranios rojos como un gato más de esos que están perdidos o callejeando por aquí, espero a Chompita abrazada a mis rodillas para cubrirme del frío. Me parece sentir todavía el estómago caliente del Manotas pegándose a mi espalda y me da una especie de escalofrío que hace que la saliva ascienda espesa y amarga desde la garganta. Quisiera un cigarrillo y calmarme, sé que Chompita traerá uno, siempre trae uno en el bolsillo aunque no los encienda, dice que es parte de la estampa poder ofrecer cigarros si alguien pide cuando está mal, algo así como ofrecer pañuelos. Es que a Chompita siempre le cuentan cosas, el parece la oreja de todos, es fácil hablar con el, por eso lo estoy esperando, aquí con frío en esta ciudad que siempre parece una sábana gris mojada que te cubre como mortaja en lugar de acogerte con abrigo.

¿Qué haces China?- me saluda pegando su rostro a mi oido, su piel está llena de un vello fino e invisible que te hinca al acercarte, parece la superficie de una tuna que te deja siempre un poco ardiendo el rostro. Pero yo lo dejo acercarse, con el los abrazos son cálidos, nunca me busca piel demás aunque lleve el pantalón a la cadera o el polo subido mostrando ombligo, ni me aprieta demasiado los senos al acercarse como intentan hacer los otros, Chompita es buen pata así lo sabemos todos.

¿Vas a cantar hoy? pregunta.  Cantar es una forma de decir, a veces voy y le hago el coro a los chicos, dicen que es bueno tener una mujer moviendo ahí las caderas y no solo tener a pelucones tocando, así que voy los Viernes con ropa pegada, me dan una pandereta y canto los Uuuhhhh uhhhhh que hagan falta. Pero hoy no iré hoy no tengo ganas de nada. No me nace verme con nadie hoy- le respondo. ¡Uy China! ¿y eso? ¿Estás depre de nuevo o solo es la regla? Le doy un empujón y el se ríe y me dice que es con cariño, su chompa amarillo maíz  es una lana de chenille suave, ya no sé ni cuantos huecos tiene, pero jamás lo he visto con otra, dice que le da suerte. El perfume de Chompita es mentolado y sale desde sus axilas y el resto de su cuerpo en olas apacibles cuando se acerca, me gusta cuando me abraza los hombros y me soba la cabeza un poco. Ha empezado a hablar de algo, algo sobre una librería en el centro que vende no sé que cosas de colección, el siempre está coleccionando cosas y no sé de donde saca la plata, yo finjo que lo escucho pero mi mirada se pierde en los surfistas que están bajo el acantilado, enfrentando una oscura ola en medio de este frío de un otoño que agobia.

-¿Qué te pasa Chinita? A ver ya cuéntame, que te han hecho esta vez. -¿Cómo sabes que alguien me ha hecho algo? Le digo estirando la cara. -Porque siempre alguien te hace algo pues. Tu vieja, tu jefe, quién es ahora. Seguro esos inútiles de tus clases de informática. Me hace sonreír  con sus cosas. El sabe todos mis pequeños dramas desde que nos conocemos. 

-Nadie. Todo tranquilo... Sabes, volví a salir con el Manotas

-Puta madre China, ¿por qué haces eso?

- Estaba feliz. -Ya ¿y saliste por eso? 

-Déjame que te cuente pues ¿no me vas a escuchar? 

- Ya, ya. Te escucho, pero no entiendo para qué sales con ese pata si tu misma dijiste que no te gustaba. 

-No me gusta. Solo salimos porque me dijo para ir por unos helados. 

-O sea fuiste por hambre. 

-¡Carajo! si no vas a escuchar, mejor me voy…-Ya, ya, Chinita, a ver cuenta. Fueron por unos helados y entonces…

Un Golden Terrier se escapa corriendo de la correa de su dueño y asusta a una chica que va corriendo con audífonos puestos. Después de trastabillar la chica recobra el trote como si nada y su cola de caballo se vuelve a mover sobre su traje azul perfecto de hacer footing en medio del silencio de las dos de la tarde.

-No, quedamos en vernos en la heladería, yo tenía la tarde libre, porque los Lunes el de la imprenta no viene, así que salí con el. No era nada planeado, pero fui. Cuando llegué el ya estaba sentado allí, en la mesa mas bonita, la que está rodeada de flores ¿sabes? Me saludó como si me extrañara de años o como si fuéramos viejos amigos. Como tu y yo pues. Pero sus manos al toque se me pusieron en toda la espalda como un par de malaguas…

-Es que es el Manotas pues, que esperabas. Sus manos llegan a donde sea. Seguro estaba esperando esta cita desde que lo choteaste la última vez.

-Bueno, estuvimos hablando y durante todo el rato me estuvo abrazando y me hacía cosquillas y yo me dejaba hacer, no sé si fue por que ya se me había terminado el periodo pero yo no le huía al abrazo como usualmente lo haría. 

-Ya. Arrecha estabas pues. 

-No, carajo! ¿ya ves como hablas?

- Es que Chinita, yo te conozco cuando estas así de sensible pues, tu quieres abracito y piojito en la cabeza y los hombres quieren apretón en el poto pues, no cariñito como yo te doy 

-Si te dejara tu también me das apretón, le digo haciendo un mohín.

-Claro, si te dejaras yo también te doy. Pero hoy no Chinita, hoy estoy para escucharte, cuéntame, que te hizo el manos de pulpo del Manotas ese. 

No sé por qué de pronto me da pena contarle al Chompita que el Manotas me ha tomado las dos manos con su enorme mano derecha y las ha presionado bajo la mesa  en un movimiento rápido y que con la mano izquierda igual de grande me ha levantado el rostro que quiero ocultar en su casaca azul que huele a nueva y casi me luxa el mentón para darme el primer beso, un primer beso que sabe a tierra, que sabe realmente a nada, me mantiene ahí para asegurarse que toda su lengua igual de grande se meta en mi boca y se consume el beso, pero por mas que trato de ponerle afán no logro sentir nada. Se despega de mi y  me mira satisfecho y no sé porque me siento ruborizada, le pregunto si es su método el amaniatar así para besar a las mujeres y se ríe diciendo que para eso es que tiene las manos grandes así que me vuelve a besar pero su boca duele, toda su barba crecida, se me clava en los labios y casi me hace sangrar la herida que le digo que ya traía en el labio inferior, se separa de mí para verla, me pregunta de qué es, pero igual sigue besándome como estúpido sin escuchar la respuesta. Es el beso mas desagradable de mi vida, recuerdo que hace tres meses cuando salí con él por primera vez y hasta me puse perfume y ropa bonita sentí su aliento acercarse mientras me hablaba y me prometí jamás besar esa boca con olor a tumba. Eso tampoco le había contado a Chompita, porque sabía que se burlaría un montón, que le pondría apodos como Manotas el boca de cloaca o cosas parecidas y me sentiría ridícula de haber querido salir con el. 

Es demasiado pronto para salir con hombre me había diagnosticado Chompita en ese momento, muy rápido Chinita, tienes que esperar que se te pase el duelo, ni siquiera sabes de nada del otro Man aún. Deja que te duela un poco, para que quieres ir de cachonda por ahí. Luego me había ofrecido el cigarro que nunca enciende, pero yo no se lo acepté, es cierto, esa vez hace tres meses tenía los ojos cuajados en lágrimas aun cuando hablábamos del Man, pero yo no lloraba por el frente a Chompita, por mas que quisiera hacerlo.

 

-Ya pues dime ¿se besaron o no ? -Si, si agarramos. -Ya se te notaba en la cara. Seguro el beso del Manotas te pudrió el cerebro y ahora estás así. Me abrazó, la chompa amarilla del Chompita tenía esos huecos descosidos por donde salía su olor mentolado mezclado con el calor de su cuerpo. 

-Como un pulpo seguro se te prendió en la cara  mismo alien y te inoculó su veneno para volverte Manotas y que te crezcan las manos igual que él, me dice el Chompita con el mentón puesto sobre mi cabeza. Me rio abrazada por él y parece que esa ciudad fría y pegajosa se quedara completamente afuera sin poder hacernos ningún daño por ahora. 

-Besa como un pulpo también, le digo y me rio con él.  Pero no le digo que me ha metido su lengua fétida hasta el final de la boca que la ha ondulado allí varias veces y luego dejado quieta ante el velo de mi paladar como una boa, abriendo sus fauces grandes seguro de inocular su veneno, apretándome el cuerpo con sus grandes manos de dedos flacos y estrechando mi cuerpo contra el suyo sabiendo que ya no podría mover ninguna extremidad para hacer un amago de defensa. No le cuento tampoco que una de sus Manotas ha bajado por mi espalda y dejado la inicial discreción de solo llegar al perfil de mi cadera por la novedad de agarrar completamente todo el contorno de mi nalga izquierda. Que la empleada de la heladería ha tenido que venir a ofrecer mas pasteles y bebidas como para que dejemos de hacer ese espectáculo calenturiento en ese lugar fino, porque seguro nos ven de las otras meses a través de los espejos, pero el Manotas le ha pagado mas y ha pedido mas bolas de helados que se se derriten en las copas mientras me da esos apretones mayúsculos, ocultos en el sillón circular y protegidos por la mesa con forma de corazón. Y yo he seguido allí sin poder zafarme porque intercalado con todo aquello me preguntaba mil cosas  de mí que apenas si oía y me decía bonita y me besaba los hombros y me hacía creer que yo era la persona mas especial del mundo, que es algo que no me decían hace varios meses y esas son palabras que yo no necesito escuchar del Chompita que es como mi amigo o mi confidente, el que me aguanta todo, sino que son palabras que yo esperaba oír solo de hombres como del Man y que se fue sin llegar a decirmelas.

-Ya no vuelvas a salir con el Manotas por hambre, dice Chompita. En una de esas te va a dar vuelta y ya no sales.

Yo escondo mi cara en su pecho de lana amarilla y ahogo mi grito, quiero gritar, gritar fuerte, morirme llorando allí en medio de ese pecho mullido. Quiero decirle lo que ha pasado esa noche después de ese helado.  Pero me da vergüenza y rabia,  rabia conmigo rabia con el Manotas, así que me trago ese moco que se me viene a la nariz imparable y le digo que me abrace fuerte y no me suelte

-Aun extraño al Man, Chompita, le suelto en un sollozo apagado desde debajo de su mentón

-Yo sé Chinita, se te nota a leguas. Vamos, ¿quieres un cigarro?

Madrugada

Y ante el sol de la mañana se deshacen en niebla  los sueños tejidos con la desesperación de enamorados, en mitad de la noche, con esa ansie...