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viernes, agosto 12, 2022

Terapia

 Hoy le dije a la terapeuta que habia perdido mi creatividad. Que me habia perdido. Lo que no dije es que sentia mi cabeza seca como una charca en pleno verano, aunque me acercara mil veces, me agobiaba la misma frustración de saber que ya no habia nada para mi, ninguna imagen vibrante, ninguna historia que quisiera salir del pozo y hablarme. Era mas creativa en los periodos de dolor, le comenté.

- Entonces quizá no eres tan creativa como piensas -y luego empezó  una disertación sobre el arte y su presencia ya sea en nuestros momentos oscuros o los luminosos. Intenté  no hacer un mohín de desencanto, ponerme a la defensiva o replicar. Habia ido allí, porque era mi ultima esperanza, no quería discutir con nadie más  sobre nada. Me sentia perdida, abrumada por todas las cosas que no había podido resolver sola, todas esas historias inconclusas arrumadas en un rincón de la habitación como ropa usada y sin doblar. Habían pasado muchos años desde que pensé que necesitaba ayuda, lo habia dejado pasar, por miedo, desidia, falta de tiempo o de dinero. Pero a medida que pasaban los años me compraba en cambio, cada vez cosas mas inútiles y caras que apilaba a mi alrededor y no me llenaban lo suficiente. Intentaba comprar tiempo, con viajes, con personas, con emociones nuevas, nada resultaba. Había un espacio vacío acá adentro que podía servir de escenario para alguna escena de asesinato en Breaking Bad, un desierto lleno de briznas sin nada atractivo cerca, solo soledad y muerte. En ese espacio vacío iba a parar el tiempo que compraba, las cosas que obtenía; pasado el filtro de la experiencia inicial, del fogonazo de dopamina, volvia a despertar allí sin entusiasmo en ese mismo desierto, demasiado luminoso, para siquiera protegerse los ojos o el cuerpo de su hiriente y cegadora luz.  Una horrible agorafobia me inundaba, nada a que aferrarse, nadie a quien abrazarse. Ningún lugar seguro donde ocultarse.


He tenido que repasar ante ella pequeños hechos de mi vida sentimental que no queria volver a narrar, porque no queria volver a llorar por eso, ni a victimizarme por eso. Quería que pasaran y se olvidaran, pero tuve que ponerlos de nuevo sobre la mesa y admitir que me expuse voluntariamente al dolor, como un acto insano que se repite una y otra vez quien sabe desde cuando. No importa la persona, ni el objetivo. A traves de mis parejas he tratado de desnudarme lo mas que he podido el alma, para sentirme plenamente honesta, de esa forma no sentir culpa luego, ver en sus rostros pasado el tiempo alguna desazón que me dijera “no eras como yo imagine”. Pero a veces somos ciegos a nosotros mismos, pensamos que mostramos todo, pero solo mostramos las partes mas emotivas, las que creemos mejores o peores esperando crear una performance armoniosa con la persona en cuestión, de cierta forma les mentimos y nos mentimos al momento de elegir que mostrar. Hay un punto ciego que no vemos. Es cuando se descubre que la grieta comienza y el hermoso paisaje empieza a craquelarse. 

Estoy en el desierto ahora, ni una brizna se mueve, el ambiente es pesado y lento, los colores amarillos y sepias, el aroma de polvo y olvido. Estoy ahí sabiendo que no hay ningun camino transitable cerca, que no me puedo abrazar ni siquiera a una piedra, que no hay una manera de acelerar mi desaparición de esa pesadilla, excepto esperar y esperar hasta que el agotamiento acabe con el organismo de alocadas células cegadas en su proceso de producción de O2-Co2. No me es posible ni siquiera auto eliminarme, solo queda esperar y esperar.


Me doy cuenta que estoy a millas de distancia de lo que creí estar, que no puedo acercarme a nadie aun. Que estaba dañada antes, con miles de barreras, de brechas, de obstáculos, de miedos. Esperando como un reto que alguien salte todo eso para luego verlo a la cara y amablemente rechazarlo porque no estaba lista. Porque no se, no se absolutamente que es lo que quiero. Estoy en ese desierto, creativo, humano, afectivo. A veces es acogedor, porque alli no tengo que mostrar un papel de gente que no soy, tengo tantos disfraces en el closet que hay cierto alivio en no tener que ponerse ninguno para agradarle a nadie, para tratar de tener comunicación afectiva con nadie.


No soy creativa no, soy alguien que siente. Eso debi decirle, que en estos últimos tiempos las veces que deje de escribir y de comunicarme es porque no sentía nada, excepto fatiga, fatiga por el esfuerzo de atender a otros , de estar en el trabajo, o de estar de vacaciones,o de estar de rumba, o de ser la hija preocupada, o de ser la prometida de alguien. Siempre estaba fatigada por algo y si no era eso, estaba intentando darme placer, con alguna película, con alguna compra, comiendo hasta el hartazgo, bebiendo hasta el embotamiento. No, no sentia, solo estaba cansada, pasaba de un estado de cansancio a otro, continuamente agotada como un zombi. Por eso no escribía, no habia nada que escribir. ¡¿Qué  imagen nueva se iba a formar en mi cabeza? A veces ya ni soñaba. Fue entonces que deje de tomar la medicación que prevenía las migrañas, quería volver a soñar de nuevo, así fueran pesadillas, porque en esos sueños me sentia real, humana, la vida cobraba los colores reales que la gente no me da en la vida real, que no se admiten en la vida real. 

¿Soy idílica ? Si, me lo dijo alguien esta semana. Como una critica a mi comportamiento engreído de no soportar la realidad mas insignificante y ordinaria de las relaciones. Un pedo bajo la cama, un desliz de palabras soeces. Pero si aun no somos amantes! le digo. ¿Si el y yo aun no somos nada porque me quiere dar la vida de un par de casados? ¡Es que tu buscas la utopia, dice mi amigo ! ¡Los hombres no somos asi! Entonces no quiero un hombre quiero algo mas que eso, respondo. 

domingo, febrero 13, 2022

Lima, el amor y otras frutas podridas

 Junio decía que mi habilidad para estar en relaciones amorosas en donde buscaba curar al hombre tenia algo que ver con el hecho que yo fuera médico . “ Siempre buscas sanar al tipo que este a tu lado”  Junio, se miraba a si mismo como alguien roto en ese tiempo. Supongo que como muchos de los  que conocí luego, el ya andaba en esa edad a mitad de camino entre la depresión y la ausencia.


Lima era una ciudad sucia y gris que Junio me mostraba solo en las noches en que podíamos coincidir para algún encuentro casual. Yo había venido voluntariamente a Lima buscando el brillo de las grandes ciudades y la cercanía a un aeropuerto, los primeros meses habían sido bellos meses de verano, viviendo en Miraflores y corriendo junto al mar que en esos meses adoptaba un fantasioso color a esmeralda, pero a medida que la vida se iba cristalizando en lo que vendría a ser los años siguientes, iba descubriendo poco a poco a esa Lima sucia y de cara magullada de la que Junio escribía permanentemente con cierta sátira y encanto oscuro.


Eran los tiempos de juventud en que yo me sentía atraída solo por los tipos que escribían, no importaba si bonito, pero que escribían y que me llevaban a otro plano con eso. Porqué no decirlo, también, tipos que me hacían creer que amaban lo que yo escribía.  Yo había pasado de ser alguien detrás de las letras a un personaje a veces dulce y otras veces fiero a quien ellos deseaban proteger, o de alguna manera tener aunque sea por un rato. Yo era Laura, el personaje y estaba buscando apasionadamente ser leída y comprendida. Junio lo sabia y tenia esa ventaja por encima de mis otros lectores y futuros amantes.


Yo por mi parte les mostraba mi alegría de juguete roto, mis colores vivos de a quien no le importa nada decir lo que piensa, una sensualidad agazapada de mis días de adolescente queriendo parecer salvaje a destiempo. Ya tenia 25 años, debía ser madura entonces pero mostraba toda una faz de cinismo que solo yo me creía. Para los hombres mayores con quienes yo quería estar era apenas una niña sin experiencia de vida. ¿ Qué sabe de la vida alguien que se la ha pasado detrás de un guardapolvo blanco y unos lentes toda el tiempo estudiando ? Toda la adolescencia leyendo aventuras de grandes héroes que conquistaban continentes salvajes o que abandonaban cómodas vidas en busca de  historias de amor que jamás eran mías. 


Acababa de llegar a Lima la ciudad gris y se veía tanto que me habían roto el corazón hace poco y que buscaba en esas aventuras sentimentales con los otros la  promesa de un amor seguro que me devolviera a la idea de una raíz y de una casa, donde quiera que fuera.


La ciudad era horrible, lo recuerdo.  A medida que te acercabas a su centro sentías el desorden, el ruido y el caos. En el dia jamás salía el sol, estabas perdido y preguntando la hora todo el tiempo como en una sala de espera al infierno.  Lima tenia nombre de fruta pero  olía mal,   A veces a incienso mezclado con humedad, podredumbre y olvido.  Toda la estética feliz que me había imaginado propia de una gran ciudad llena de luces se perdía en los ropajes grises que vestía la gente que se movía rumbo al trabajo. Presentía que su ropa hablaba en un lenguaje que no podían transmitir sus caras, esa absoluta indiferencia por algún grado de belleza o esmero en conseguirla. ¡Qué snob me había vuelto después de los viajes de ese año sabático! Lima no era Buenos Aires ni Nueva York, Lima solo era Lima, húmeda y sin sol con su arquitectura colonial y su olor asfixiante a desván sin abrir, inmóvil con cara de digna amargura tratando de subsistir en medio de bocinazos y gritos de loco calado. Lima no tenia nada para mi, excepto un aeropuerto gigante esperando a que me fuera.


La verdad es que también sentía miedo, miedo de volverme como todos, de desaparecer entre la masa de gente que reía o maldecía mientras comía de pie. Indiferente a la fealdad de Lima. De vestir como obrero, no importaba la marca cara que fuera, vestir como obrero  y trabajar para alguien, dependiendo de los horarios de alguien y que ese alguien eligiera por mi las temporadas de mi vida. Como cuando podía o no irme de vacaciones, cuando tenia tiempo para tener una pareja o cuando podía comprarme lo que yo quisiera y si ese gasto era útil o no para la vida que debía llevar un obrero. La vida adulta había empezado para mi  en Lima y no antes. Porque era aquí en donde yo empezaba a pagar las cuentas de la luz y el agua, de saber cuanto valor tenia todo y el valor de esas cosas ordinarias, incluida la comida que me llevaba a la boca, acaso era el valor de mi propia vida y mi propio tiempo en este mundo.


El invierno llegó a mi en Junio como muchos inviernos mas de allí en adelante, para darme la noticia que esa vida de mierda seria para siempre mi vida. Trabajar todo el dia, no ver el sol jamás, pasármela en pasillos de hospital y por la noche  morir de soledad en mi cama y luego de esa  cama de húmedas sabanas apestosas, moverme a la clínica  privada, a ensayar mi amabilidad fingida para evitar enfrentamientos con la gente que sufriría mas que yo, como si solo eso fuera la vida. Marcar horarios, tener jefes odiosos y compañeros pasajeros. ¿Seguía pensando en curar a la gente? No sé si apenas lo lograba, mi sonrisa se había ido apagando y en su lugar había aparecido una nueva, una sonrisa de gente adulta que se reía de los chistes inútiles y de la vida diaria como si hubiera perdido la conciencia que el tiempo se me escapaba entre los dedos. Esa era la vida adulta, no había mas que eso. Intentar curar de sus miedos a mi pareja de turno, sin embargo, era algo que me ennoblecía y me quitaba el  peso de obrero asalariado de los hombros. Nadie me pagaría nada por eso, quería salvar al otro en un acto de genuina dedicación. Aunque fuera solo un hombre entre un millón, yo me dedicaría a curarlo el resto de la vida. Así de ingenua era.


Si, Junio pueda ser que no se hubiera equivocado al juzgarme en torno a mis relaciones, porque yo siempre andaba queriendo reparar las heridas de los otros, limpiando lágrimas de rostros ajenos como si fueran las mías, intentando acercarme a su dolor como si fuera el mío. Mi defecto era esa excesiva empatía por el malestar de los otros. Quería preguntar  a mi pareja ¿Qué sientes ? ¿ Qué piensas ? Como si eso fuera una anamnesis del caso clínico que yo tenía que resolver. Pero lo extraño es que pocos  de esos hombres preguntaban sinceramente por mi.  Por como yo me sentía en todo esto de llevar un trabajo sin dormir y una relación amorosa, asumían que era difícil lo que hacía , asumían que tenia que ser fuerte para ser médico,  valiente para trabajar en el área que trabajaba,  que podría aceptar bien una ruptura si se daba. No parecía ser de las mujeres que sueñen con criar un hijo. Yo era funcional. Se me veía muy profesional y lógica como para sobrellevar esos tropiezos del mal de amor. Porque eso es lo que hacia yo, componer cosas, componerme. No había tiempo para estar llorando, había que componerse sobre la marcha y seguir trabajando, seguir cumpliendo horarios, plazos límites de trabajo, había que mantener el rostro sereno para darle noticias malas a los demás y que no se descompongan ellos delante tuyo. Los hombres rompían la relación y se iban a por una cerveza, yo rompía y debía volver a mi unidad a reanimar gente  muerta o a dar las malas noticias a familias que habían perdido a alguien. Yo siempre debía seguir siendo la fuerte. Ese parecía ser el papel que habían decidido para mí.


Pero Lima no iba a ser ninguna cárcel de barrotes mohosos en mi vida, había un mar inmenso y un aeropuerto, me iría cada vez que quisiera, porque no me ataba el dinero ni la lealtad a nadie. ¿Un matrimonio?  ¿Una casa? ¡ Que bienes tan pobres me ofrecían en comparación a mis sueños!  Que indigno ofrecerme una hipoteca juntos y estrías en la panza por engendrar a críos que apenas vería. Yo había sacrificado mis sueños por seguir una carrera formal que salvaría vidas ¿por que debía también sacrificar mi vida por una relación que lo fuera? 


Tenia empatía con esos hombres rotos pero no la suficiente como para abandonar mi vida. Había visto dar puñetazos en la pared a Junio cuando le dije que amaba a otro y  también había aguantado sin llorar rompiéndome por dentro el dia que me dijeron que no se podían enamorar de mi. Amé y amé con gran pasión a las personas que pasaron por mi vida, pensando en cada uno de esos momentos si alguna de esas personas  a las que amaba tendría el valor de sacarme de esta vida. Tendría el valor que yo no había tenido de soltar las amarras y acercarme un poco a esa orilla que solo podía vislumbrar a veces en la niebla. Dejarlo todo y empezar de cero en otra parte, en donde valiera la pena arriesgarse por ser feliz. ¿Acaso no lo mereces cuando decides amar a alguien?

Los hombres de mi vida me decían: Te admiro, eres valiente, haces un trabajo excelente, pero me dejaban allí, en la orilla en donde todo era negro, oscuro y mohoso. Una pandemia. Gente muriendo, incertidumbre, pasillos de hospital, miedo. ¡Sálvalos, sálvalos a todos! Decían, pero quédate allí, ya no hay espacio para ti entre nosotros.


miércoles, febrero 02, 2022

Lunes de doble amor


Miraflores era una cuna de sueños vacíos esa noche de Lunes, en un invierno que era húmedo y pegajoso como todos los días desde que me mudara a esta ciudad. No tendriamos ninguna cita esa  noche,  Tengo reunión con los jefes, me habia dicho W. Y yo había entendido. Sin embargo caminaba arreglada por alli enfundada en un abrigo oscuro y unas botas de tacón alto, buscando el lugar de moda para terminar cenando sola. Los Lunes que era mi dia libre solía sentir la ciudad mas grande y solitaria, fue cuando mire el móvil y vi el mensaje de Da. Habían pensando semanas desde nuestra cita frustrada, si no fuera por eso jamás  hubiera coincidido con W. Estas libre para un café? Le habia  puesto yo al terminar de cenar,  sabiendo que esta vez tampoco nos veríamos. El milagro fue que la celeridad de enviarme su ubicación. Estaba a pocas cuadras de allí. “Será un placer tomar un café contigo”


Da tiene los cabellos y la barba negra, ojos de muñeca repletos de grandes pestañas y una voz acogedora de un español casi perfecto que camufla bien su francés nativo y una vida de viajero por Mexico. Lo veo y pienso que me sigue gustando a pesar de ser todo lo opuesto a W. Pero esa noche me siento segura con el, se que mi cuerpo ya ama la figura clara y los cabellos rubios de W. No hay nadie mas guapo que W en todo Tinder y aplicaciones varias. Estoy protegida de los encantos del buen Da, de sus historias graciosas, de las canciones que me muestra desde su computador abierto. Yo soy toda una doctora con ropa seria y una cartera carísima que acomodo en la silla contigua. El me cuenta de sus tiempos de okupa, de las canciones de protesta y de los países que ha conocido. Yo lo veo desde mi posición privilegiada con cierta ternura, represento todo lo convencional de lo que huye siempre. El abrigo se abre y cruzo la pierna confiada, bajo el vestido corto con las plantys oscuras. Se que a Da no le gusto, no cumplo los requisitos de ser joven, fresca y de mente abierta para las relaciones , el frío en Lima se va intensificando con la noche y el aroma tenue de Da flota en el aire recordándome la única vez que hicimos el amor hace semanas. El tipo del café nos echa de su terraza, porque según dice es demasiado tarde. Las miradas se han vuelto largas y el cabello ha sido desatado de su lugar habitual. Es mejor que me vaya, hueles demasiado bien Da. Te haz vuelto un francesito convencional de chaqueta seria y bufanda aunque no lo quieras aceptar. 


Me voy, le digo. El me detiene con suavidad, sigue siendo mas alto que yo a pesar de los tacones.

-Antes vamos por el cafe que haz venido a buscar. 


Yo lo sigo con cierta duda, de frio los pies entumecidos en las botas puntudas, pero no digo nada . No quería el cafe, quería alguien que aplaque esta soledad de Lunes, pienso. Así que echamos a caminar y la conversación fluye entre sus historias y las mías, el me supera ampliamente en su narración de lugares y personas. Siento que yo he vivido tan poco y que hay tan pocos cafes en Lima que parece que la gente te obligara a cenar sin hambre o a ir a un  hotel antes que a tener conversaciones interesantes.


Terminamos en una banca de la calle Diagonal congelándonos en esa humedad de Lunes, viendo como la gente hace cola por un poco de comida rapida. Nosotros no queremos comer, deseamos seguir hablando y hablamos como si no fuera Lunes y mas de las 11 de la noche. Como si su departamento no estuviera cerca y no fuéramos dos heterosexuales libres amantes del buen sexo. ¿Qué nos detiene? No serán la falta de ganas del uno por el otro. Al esperar el  café  de pie  en la cola, nos hemos dado un beso tierno y largo y he pensado si debería explicarle a W. Mañana que significa ese beso y  quien es Da y porque vale doble mi lealtad al resistirme a besarlo mas, porque  vale  mas el sacrificio de no permanecer mas tiempo pegada a su cuerpo cálido. 


Da tiene cara de intelectual con espejuelos que se empañan con el café  y el cuerpo tatuado de una planta espinosa que va desde la mano hasta el pie contrario, es geek, toca el saxofon, ha viajado desde chico y cree fervorosamente en el poliamor  Yo diría que he fantaseado con alguien como el desde que era niña. Y ahora esta alli tan fácil y al alcance de mi mano que disfruto resistirme a coquetearle con el descaro que quisiera.



La banca es fría, la noche es triste, su cabeza se apoya en mi hombro como lo haría un niño con sueño. Ha sido un Lunes de locos, me dice.  Ven aquí, le suelto yo y dejo que se acueste con naturalidad en mi regazo. Ahora somos dos adultos en una esquina  acurrucucados como niños enamorados. Hay una intimidad que surge entre nosotros y no llega a ser sexual ni romántica, me acerco a repetirle las palabras que no entiende  mientras reímos y alejo mis cabellos para que no le cubran los ojos. Adoro eso que haces, dice. ¿El que ? Eso de cuando te acercas y susurras la palabra correcta, porque  tus pechos ahogan mi cara y el perfume de tu cabello se queda conmigo. No es intencional, me disculpo entre risas. Lo se, pero es hermoso. Y su  barba negrísima  brilla con las luces mortecinas de la medianoche. Sus ojos de muñeca se cierran y esperan que me acerque de nuevo. Lo hago, mis senos palpitan muy cerca de sus mejillas. Comienza a llover bajito y suave como llueve en las madrugadas en Lima y yo acaricio su cabeza pensando que podría hacer eso siempre que el me lo pidiera. 


Entonces pienso que a eso debe referirse el  cuando habla que no puede ser monógamo porque el amor es imposible que sea solo para una persona. Porque esa noche yo tambien entiendo que es querer profundamente y a la vez a dos personas que son tan distintas una de otra. Esa noche quisiera decirle que acepto su propuesta del poliamor de la otra noche, que podría compartirlo con niñitas descocadas si me ofrece conversaciones como las de hoy. Quisiera decirle que ya me estoy enamorando del lejano W. Pero que no abandonaría por nada del mundo esas charlas bajo la lluvia con el o su calor en mi regazo. ¿Que nos detiene para hacer el amor esa noche? Demasiados motivos y ninguno. La lealtad, quizá. No imagino hacerle eso a W. Ni a nadie por muchos Da sensuales que existan en el mundo. Y es tan delicioso, frenar el deseo. Besarse y dejarlo ahi.  Esa noche creo en el poliamor, sin embargo no es hasta la siguiente vez que veo a W. Que me doy cuenta que es un disparate querer decirle lo de Da ¿Como amar a alguien que te da tan poco de si? Que te deja ir hasta que le vuelvas a resultar interesante por una u otra cosa del momento. ¿Soy una experiencia de viaje, una anécdota de salon, alguien que debe reinventarse para merecer siempre la atención del otro? ¿Acaso no soy única incluso en mis ratos malos y tristes?  W. Esta abriendo el corazón conmigo y puedo sentirlo, quien soy yo para preferir a mi vecino Da solo por la comodidad de una pasión geograficamente mas cercana?


Con W. Conoceré los siguientes meses la pasión, la entrega, la risa. Es una relación exclusiva en donde no hay necesidad de mostrarse extraordinarios todo el tiempo. Amo a W. En su regularidad y en sus defectos. No necesito ser interesante siempre, solo necesito ser yo y W. siempre pregunta algo mas de mi. “No me canso de saber de ti”, suele decirme y eso es tan hermoso! He dejado de ser un parque de diversiones para alguien, ahora soy la tierra extensa abriéndose delante de el. 

Los siguientes meses son hermosos. Existieron tantas dudas del presente y el futuro pero jamás dude que el amor de W. Fuera cierto. Lo dimos todo y eso está bien para mi.


Nadie que no te necesite te merece realmente. 


sábado, enero 16, 2021

El amor en los tiempos del COVID: 1.Ghosting

 

Él me dice: ¿Te dije que me encantan tus piernas?

Así es como empezamos a flirtear de nuevo, o así es que me doy cuenta que no quiere que seamos solo amigos virtuales de cuarentena. Al parecer ya tiene la vacuna, se siente seguro como para conocer a alguien de nuevo. Varias semanas de coqueteo y charlas después, termina buscándome a la hora del almuerzo y paso varias horas de la tarde con él. Recuerdo que estoy de mal humor, pero con un traje rojo impecable. Me escapo de la guardia que es un mero simbolismo, porque hoy apenas tengo pacientes. Llevo esas dos bolsas de comida delivery en la mano y me molesta caminar en tacones hasta la esquina donde ha estacionado el auto. ¿Quién sabe cómo es su auto? La verdad es que me decepciono al verlo, a su auto digo, cuando me decía: “Es el gris, el gris, estas casi cerca...” Estamos en el hilo telefónico y él tiene la ventaja de haberme visto primero. A mí, con las piernas cubiertas por el traje rojo, para no incitar al sexo, a mí, con la voz malhumorada de quien odia caminar hacia alguien.

Ahí está él, pelo enmarañado y ojos del color de las hojas del te, ocultos bajo una gorra de beisbolista que ha diseñado el mismo, como su máscara que le cubre la barba candado,  o como todas las cosas que ha hecho en su vida de hombre creativo antes de conocerme. Más adelante me doy cuenta que el lo crea casi todo, palabras, historias, jardines verticales, anécdotas divertidas en países lejanos, guiones de película y de teatro... Es una caja de sorpresas, que se luce ante mi brillante y nueva mientras habla con voz sensual y acogedora, bajo la cobertura de chico homie.

Me acerco. Los tacones hacen que me de cuenta que no es muy alto. Y amo a los hombres altos, de los que te puedas colgar al cuello mientras bailas lento, o que te dan el brazo cuando vas con un taco nueve por pisos resbalosos. El parece casi un hombre ordinario, de los que ves en la fila del mercado y luego olvidas, mas no lo es. Nos conocemos poco aun, hablamos días enteros, nos damos cariño e intimidad y luego en algún momento de mi película, desaparece. Si, desaparece.

Me dice:” Te llamare cuando llegue a casa para que sepas que no morí” Yo bromeo diciendo que él es más trágico que yo, pues él me suele decir que yo soy La Trágica. No me hace gracia como me ve el, quisiera que me vea graciosa y feliz como podría verme un hombre cualquiera. Pero el tipo no se ríe de mis bromas, no me pregunta por mi trabajo, no indaga más sobre mis viajes. Habla y habla y habla y durante ese sábado, el ultimo que pasaremos juntos, siento que quisiera parecerle tan interesante como el me lo parece a mí.

A mitad del amor, en esos descansos que hacen permanecer a las personas abrazadas sin mirarse a la cara, me va preguntando cosas vagas que yo respondo adormecida y sin ganas, debido a las 24 horas de turno previo en el hospital. Luego lanza el zarpazo: ¿Qué esperas en una relación? Me suena a chino. ¿Cómo responder a eso? Tendré que responder yo misma, nada de frases ensayadas y manipuladoras sobre que es lo que una mujer DEBE esperar de una relación, sin sonar desesperada. Primera regla: No mostrar vulnerabilidad. Pero fallo.

-Espero que alguien quiera volver a verme con el mismo deseo que yo siento por él.

Me sale de cuajo, como un coagulo que ha estado largamente tapando una herida que no cierra y que necesita ser escarbada, limpiada, drenada para siempre. La herida de un corazón roto, probablemente. La respuesta es rápida y sin pensarla, como quien blande una espada, como quien se quita la ropa con la luz encendida. Como quien dice su edad. Algo que dice en el fondo, este es mi es secreto, si no te gusta lárgate.

Y se ha ido.

No ese mismo instante, horas después, con muchas conversaciones de intermedio. En las que termina diciendo ¿quién te volvió tan pesimista?

¿No sé, las relaciones?  – replico yo. El tiempo, la gente. ¿La ilusión que se desvanece y nunca es? –Le respondo así y él se pone de pie y se va vistiendo a medias solo para mirar que sigo acostada y con la cabeza despeinada, revueltos mis cabellos y mis piernas perdidas entre las sabanas, que son de seda y de un rojo intenso como la sangre, porque mi cama después del sexo es una herida también, o un beso de adiós, rojo intenso, rojo como el vino de consagrar o del que ayuda en el olvido.

¿En qué momento el diálogo se vuelve trágico? Él es director de drama, pero no le gusta el que yo pongo cuando digo las cosas, mientras entierro la cabeza bajo la almohada. ¡Estoy tan cansada! ¡Oh, querido, te dije esa mañana que estaría tan cansada y necia y cínica, que estaría vuelta yo misma en mi peor papel y aun así quisiste venir a verme! Eso quisiera decirle, pero no le digo nada. Excepto,

-Hablaras de ti mismo las 24 horas del día?

Quiero su curiosidad por mi vida y mis pequeñas tragedias, pero intuyo que no le interesa eso. Como a mí no me interesa ser madre, de hijos, de perros ni plantas. Y el habla de eso todo el tiempo. Lo he notado, por eso me asusta. ¿Porque alguien quiere tanto ser padre? ¡Es verdad, sería el mejor padre del mundo! ¡Me recuerda de hecho al mío, tan creativo, tan resuelto, tan lleno de gracia al contar las anécdotas más locas!

No todos los hombres te recuerdan a tu padre, pero el sí, tiene ese don, por eso al desaparecer me hace sentir tan descolocada, que, durante unos días, pienso si escribirle o no.  Preguntarle ¿Te paso algo? ¿Moriste en el camino? Luego pienso, que es mejor dejar ir, dejarlo hacer su ghosteo como le dicen los adolescentes. No estoy para volverme dramática por un tipo que no está interesado en mi historia, en ser testigo de mi historia.

Reciprocidad, me corrige L. cuando se lo cuento. Lo que buscas es reciprocidad. 

Me avergüenzo un poco, porque por un tiempo espere lo mismo de L. y sabía que no podría dármelo. Sin embargo, L. se ha quedado para oír todas mis historias, sobre todas mis relaciones o amago de ellas. Se queda siempre, aunque no esté cerca.

Qué extraña es la vida, pienso ¿cómo se puede llegar a amar en tan poco tiempo que parecen solo dos días?

Pero esta vez en quien pienso es en L. En esos dos días, nuestros dos días…Mas eso pertenece a otra historia.

 

 

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domingo, agosto 12, 2018

Parte 4: "Atrás perras! El chico es mío"

La cabeza de W. es pequeña y de cabellos cortos y suaves, acariciarlo es como poder tocar un ave rara de la que sabes debes disfrutar intensamente solo hasta que emprenda el vuelo. Esa noche sin embargo, la que quería emprender la huída sin él, era yo. Al otro lado de la vereda vi su caminar ágil en busca del lugar acordado y tuve la imagen de un adolescente que acaba de acordar una cita con alguien mas grande que él. En realidad iba a hacer esto? Mi garganta lo decidió antes que yo cuando lo llamé por su nombre al otro lado de la pista evitando que siguiera preguntando. Detrás de los lentes de marco grueso yo me sentía segura y dueña de la situación. El se acercó sonriendo como si hubiera ganado la lotería. Hace cuanto no me miraban así ?

El lugar estaba lleno, llegar a la barra iluminada con  licores de  todos los colores hasta el techo era un reto. Buceábamos en medio de la gente, indagando sobre nosotros. Te gusta viajar? Cual es tu país favorito? Cerveza o margaritas? Su acento era gracioso y su cara agradable. Vamos arriba? Te gusta bailar?  La gente nos apretaba para juntarnos, su aliento de menta, las miradas del resto. Representábamos  una hermosa atracción de contrarios. Su mano en mi mano, sonrisas cómplices, perfume transpirado. Al subir la escalera supe que me miraría el culo y que acababa de perder la ventaja. No había  trasero mas hermoso que el de las brasileñas y el mío estaba entre regular y estándar. Me volví para mirarlo, su sonrisa agradable no había cambiado.

Calor de multitudes, ningún lugar para sentarse. No importaba, hablábamos y bailábamos. Que edad tienes? Me atreví a preguntarle después de la primera cerveza, porque no aparentas tener mas de veintidós  . Echó la cabeza para atrás riéndose, su belleza era casi obscena en medio de esa multitud de gente gris mirando de reojo. Thirty four… Tu aparentas veintiocho, por eso viniste con anteojos? Para parecer mayor?  Su cara se acercaba a mi oído con la confianza de quien siempre ha obtenido todo lo que desea. Buena jugada, no era para nada un inocente. Unos bailes mas y estábamos besándonos como antiguos enamorados para envidia de las chiquilinas de la mesa de al lado.

Había olvidado que se sentía estar en pareja en una salida, que te cuidaran la chaqueta, que te trajeran los tragos, que te protegieran el trasero del resto. Mis últimas salidas siempre eran con amigas  para bailar entre amigas, a distancia, sin cruzar miradas entre nosotras, observando discretamente si había alguien alrededor queriendo acercarse por algo mas. Con W. no debía preocuparme por nada, el se hacía cargo de todo, no tenía que turnarme la silla con el, no tenía que cohibirme si mi cuerpo despedía sensualidad al bailar. Y lo mejor de todo? Las miradas de las mujeres. Miradas codiciosas por la apariencia de W. Adonde mirara había alguna chica queriéndoselo comer con los ojos, sin discreción, sin el menor recato. Bailaban cerca, sus cuerpos rozándonos. Podía adivinar sus ganas, su pregunta constante: En que momento la deja? En que momento se marcha y lo deja para el resto de nosotras? Como me fascinaba tenerlo para mí sola en ese momento. Que sensual era bailar abrazados, susurrándonos las canciones. El también veía lo que yo? Mi vestido rojo haría una impronta en su polo blanco esa noche. Amanecí con tu olor, me escribía al siguiente día. Ni siquiera habíamos dormido juntos.

Hace casi una década en las primeras salidas con mi adorado Innombrable, recuerdo haber pasado por lo mismo. No solo porque también era guapo y tenía ese aire de suficiencia que tienen los extranjeros cuando están de paso por un país en donde todos suelen estar tan acostumbrados a agachar la cabeza, sino por el acento. Las mujeres en Lima yo incluída, se volvían locas con los acentos extranjeros. Volteaban la cabeza, intentaban cruzar palabra, sonreír mas de la cuenta. En ese tiempo de noviazgo el Innombrable y yo íbamos de la mano a todas partes y besándonos cada dos palabras, igual que W. y yo ahora, sin ser nada en particular. Así que yo abría los ojos y miraba divertida  a esas mujeres después de cada beso profundo que ponía W. en mi boca  para que lean bien claro el mensaje: Atrás perras, el es mío ahora.


Pasaron varias citas antes que W. y yo tuviéramos intimidad. Pero ocurrió con la naturalidad de dos personas que llevan tiempo deseándose mutuamente. Su piel era suave y joven, sin cicatrices ni vellos, sus maneras  seguras y amables, nada de paranoias con el amor, el futuro y las infidelidades. Todo ocurría con naturalidad, dormir juntos, hablar después del sexo, reír durante el desayuno, taparnos bajo la colcha el uno al otro, su calor en mi espalda, su ternura en cada movimiento. Al segundo día de despertar juntos le había afirmado mas que preguntado a riesgo de parecer tonta: 
Realmente eras rubio…
- No lo notaste? -Sus ojos eran de un verde claro sin matices que parecían  sonreírte cada vez que decía algo. 
- Lo único que noté es que interrumpes las frases si suena alguna de tus canciones favoritas, bromeé antes de volver a hacer el amor. El era pura pasión en todo lo que amaba. Como yo.
Afuera Lima estaba gris y llena de caras tristes y frustraciones, yo me estaba dando la licencia de vivirla como me daba la gana y había conocido un W. que me hablaba de la espiritualidad y de como se deja el catolicismo por el ayahuasca cuando sientes que lo convencional no resuelve todas tus preguntas sin respuesta. Había dejado mis anteojos perdidos en algún lugar de Miraflores después de los besos de la primera cita, ya solo podía ver lo que deseaba ver. Nuestros itinerarios de viajes nos condenaban a solo unos pocos encuentros mas aquí o en alguna parte de Latinoamérica.
"Sin presionesdecía el cuando yo empezaba a fruncir el ceño y a querer controlar incluso el clima para volver a vernos. Era mejor hacerse el amor y cerrar los ojos. Acariciar su pequeña cabeza de ave sin prisa mientras me cobijaba en su abrazo tibio.


Que perfecto era poder amarse solo por periodos cortos! W. Mi ave rara volaría pronto y yo tenía toda la semana con él para compartir un vuelo que recordaría cada vez que alguien mencionara un Saudade de vc.







domingo, agosto 05, 2018

Parte 3: Un Día sin sexo (en Lima)

Un dia sin sexo
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Esa mañana desperté con la certeza de que no pasaría un día mas sin tener sexo. Era viernes, mi día libre y tenia 24 horas por delante para lograr que mi deseo ocurriera. Lavada la cara con agua fría, meditaba con cara de autómata frente al espejo el paso a paso de como le diría que quería que pasáramos otra noche juntos. Nuestra química había sido ideal, pero habían pasado algunas semanas de aquello  sin casi hablarnos y el orgullo me lo estaba comenzado a tomar con soda ante el escozor de mis últimas urgencias.
El era francés, comprendería de esas necesidades sin tener que dilatar el tema con falsos coqueteos de tira y jala. El recuerdo de esa noche aun lo tenía bastante fresco en mi memoria, había sido un interesante pre  y un largo y cariñoso post que nos mantuvo todo el fin de semana en cama; era imposible que rechazara una oferta tan tentadora. Mi formula sería lanzárselo directo y abocadejarro apenas comenzara el día, así me evitaba los arrepentimientos y la ansiedad que me producía la duda que me rechazara, o que simplemente me dejara en visto. Para estas cosas una llamada telefónica sonaría demasiado íntima y comprometedora, era mejor un sex- mensaje, limpio, claro y directo, pero primero rompería el hielo con una imagen caricaturezca de una pareja  teniendo sexo para dar los buenos días,  luego lanzaría mi fórmula favorita: 

-Quieres venir a casa a jugar hoy?

La respuesta no se hizo esperar mucho. D. estaba escribiendo… D. Se tardaba escribiendo, mal síntoma siempre.

La bofetada comenzaba con un “ Me encantaría “ y terminaba con un “tengo el fin de semana full”
Nadie tiene el fin de semana enteramente ocupado para sexo ardiente y sin complicaciones, me dije.  Quién se puede negar a eso? Quién se puede negar al sexo gratis? Había sido malo el sex conmigo? No, imposible. Era un No definitivo que dolía como pelota de tenis directo al pecho, pero  al menos era mejor que las respuestas vagas de mis compatriotas: “Vamos viendo…” “Yo te aviso…” “Cualquier cosa te llamo…” En que habían terminado las comunicaciones humanas? Sentía la boca seca y el orgullo herido antes de la hora del desayuno. Vaya combinación para un viernes!
Si bien ya tenia alguna experiencia en relaciones, noviazgos, amigos-con-derechos, citas fugaces, aun me costaba acostumbrarme al hecho de que con la modernidad y el uso de internet el sexo se había convertido en una moneda de cambio tan usual que lo menos que querían los hombres (sexys y no tanto) era repetir pareja si podían seguir probando ad infinitum.

Yo era de la vieja escuela. Esa que te enseña que si el sexo sale bueno debes repetirlo y repetirlo hasta que deje de serlo. Pero los hombres que había conocido este año no habían leído ese Manual  Carreño de las relaciones íntimas y no estaban dispuestos a repetir cita con la misma pareja con el riesgo de enamoramientos, mujeres obsesivas o compromisos ulteriores. Todos los guapos que conocía parecían vivir con la obsesión de que alguien les robaría su semen como sise tratara del fuego sagrado o que las mujeres con las hicieran empatía reclamarían luego algún tipo de beneficio económico o de relación caprichosa que los forzara a algo en el futuro. Era el 2018 y todos vivíamos muy paranoicos con que nos vivieran y nos pincharan el globo dorado del amor sin compromisos.
Que me quedaba sino salir corriendo por toda la playa a que se me bajara la ansiedad y la vergüenza. Acababa de tomar el riesgo de mostrar mis fichas y las habían rechazado gentilmente. Había otra mujer ya? De seguro que si. Alguna mas joven, quizá ? Alguna que si tuviera cariño a los niños? Recordé que habíamos charlado antes de irnos a la cama, una cita interesante sin duda, pero… Tan malo era que a mi edad no demostrara un instinto materno para compatibilizar en una cita con papás solteros? Tan riesgoso el que yo no quisiera ninguna relación amorosa posterior? Se vería esa actitud tan mala en una mujer? Debía fingir que si me interesaba algo serio para poder tener algo gratamente pasajero? Demasiadas variables que me ponían paranoica y el tipo no daba la tela para tanto. Era momento de racionalizar y hacer un análisis completo de fortalezas y debilidades que pusieran en equilibrio que tanto me gustaba su cuerpo sudado cerca al mío o que tantos días podría resistirme a pensar que sus besos si me transmitían algo mas que solo la pasión de una relación casual. 
Eso de los besos ricos siempre era un riesgo. Una debilidad mía. Los besos y la charla inteligente que me retara, las bromas agudas, su barba suave, su olor…Había comenzado a divagar, las ganas de sexo me estaban confundiendo los sentimientos por este tipo. Era mejor correr hasta que doliera.

El día a partir de ese momento comenzó a transcurrir lento y con ganas de alguna droga legal que me adormeciera un poco. Pensé en el Gurú, mi primera vez fumando hierba. Ese recuerdo también debía desplazarlo de mi mente. Mi carne comenzaba a sentir nostalgia por otras carnes y eso podía cocinar un coctel molotov  de sentimientos con consecuencias imprevisibles.
Tendría que esperar hasta la noche para ir por unos vinos, unas cervezas, lo que quisieran beber mis amigas, convencería a alguna de ellas a salir a por unas copas, algún lugar bailable interesante y besaría al primero que me encontrara ligeramente atractiva. Esta vida ya no estaba para ponerse muchos moños, me dolía el rechazo, pero me dolía mas otro viernes sin sexo. Sin un abrazo que me apretara, sin un cuerpo que me hiciera sentir su peso sobre el mío para acabar con todo esta sensación ingrávida de no saber a donde te diriges hasta el lunes, en que te vuelven a poner las marrocas del trabajo cotidiano. Yo tenia 3 días libres y era momento de ponerlos a explotar para no pensar en nada.

Para la tarde ya estaba bañada y depilada enteramente. Solo quedaba una compra de vuelos vía internet y tenia el vino listo para  festejar nuestro próximo destino a Grecia. Que bonita vida que teníamos ahora, mujeres independientes haciendo itinerarios entre Estambul y Atenas, ningún dueño que se resintiera por estos repentinos viajes, nadie echándote en cara el porqué gastas tu propio dinero  mas en placeres cercanos que en ahorrar para el futuro. Si, definitivamente había sido una buena decisión quedarme soltera, pero cuanto costaba tener una cita! Una maldita cita decente.

La edad madura traía el riesgo de volverse selectiva, ya no solo por físico de los hombres, sino por su léxico, por la seguridad al interactuar y por un montón de variables que hacía que los buenos prospectos escasearan. “Pero si son para llevártelos a la cama no para casarte con ellos” !!! -me repetía mi mejor amigo por el hilo telefónico. Pero vamos! Una conversación  mínimamente interesante, era lo único que pedía, una no le puede seguir la cuerda a un idiota así este en los abismos de la arrechura! Que una también  tiene sus limites caray!  Y si me tocaba un loco? Un paranoico? Un violento? Hasta ahora había tenido buen olfato para detectarlos antes de salir con ellos, pero con esa gentuza nunca se sabe.

Viernes 9 pm, la compra de pasajes había resultado una buena mierda, en lugar de festejar mi mejor amiga y yo bebíamos vino, frustradas por la lentitud de aceptar las tarjetas de crédito. Realmente nos iríamos en globo al otro lado del mundo, solo por que eso era lo que tocaba hacer? Desde que me dedicara por completo a invertir mi dinero en asuntos de placer, no había viaje al que me negara. Quería dar la vuelta al mundo, llenar mi pasaporte otra vez, llenarme de experiencias, olvidar que mi corazón ya no confiaba en nadie. Que no se lo volvería a confiar a nadie para que lo apresara con estúpidas normas de vida convencional. Me quedaba poco tiempo por delante, el reloj pesaba sobre mi como una amenaza constante. Nadie mas que yo comprendería mis razones. Lloramos un poco alrededor de ese vino barato y hacia las 10 de la noche comprendí que era mejor ponerse la pijama porque incluso las amigas te fallan un viernes, si el corazón les  explota por otros pendejos.

Yo no necesitaba llorar a nadie, no había amores recientes por quienes llorar, solo citas casuales, amores sin compromiso, nada demasiado grave. Eso era bueno, no? No llorar por nadie en profundidad. Apagué las luces y por la ventana abierta miré por ultima vez la ciudad. Nadie dijo que seria fácil. Me sentía abatida con la pijama puesta sin citas un viernes en la noche. Mil mensajes en las redes: Eres linda, eres sexy, mil tonterías para levantarte el ego, nada concreto, nada real. El mundo real apestaba. 

10:40 de la noche. Un mensaje al móvil. Hola, aceptarías salir conmigo? Era W.

Bastaron unas fotos de intercambio de fotos en pijamas aburridos para convencernos que no era nuestro tipo de plan para un viernes. Tampoco estábamos para conversaciones electrónicas y la noche era joven aun.

- Te veo en una hora- le dije - antes de volver a entrar a la ducha.

Esa noche conocí a W. un perfecto fuego humano. Rubio como el sol, con besos que asesinaban y un estupendo gusto musical de rock y heavy metal…Era el pago del universo a mis plegarias sexuales? La cita transcurriría casi perfecta para un viernes anormalmente lluvioso en Lima pero contra todo mi deseo esa noche yo tampoco tendría sexo.





lunes, julio 16, 2018

Parte 1: Ella y los libros

Me gusta esa sensación de cuando terminas un libro y aún estás flotando en los pensamientos de los personajes, en las reflexiones del autor acerca de la vida, su forma particular de describir el paisaje, a los días, los olores. Me gusta esa sensación de estar con un pie aquí y otro en alguna otra parte. Luego, me aflige no poder compartirlo con nadie mas, quedarme por momentos sin palabras. Sin poder explicarme a mi misma  cosas, en ausencia del narrador omnipresente que explicaba todo infinitamente mejor de como se ve usualmente la vida.

Me agrada también, que al haber retomado la lectura frecuente, me hayan vuelto las ganas de escribir o de hacer introspección. Eso por un momento hizo que echara de menos a viejos amigos con los que podía compartir charlas reflexivas acerca de los libros que habíamos leído y que es lo que en realidad busca el ser humano, sin necesidad de agradarnos diciendo cosas frívolas sobre acontecimientos mas actuales. Me gustaban esas conversaciones sin un tiempo preciso en que el clima alrededor se tornaba de una dulzura melancólica y nos envolvía haciendo desaparecer a la gente alrededor, como quien se cubre de una burbuja invisible que lo aparta de la realidad mas cercana.

Me da tristeza sin embargo, conocer nuevas personas y descubrir que pocas cosas tengo para comunicarles realmente, sin llegar a ser empalagosa. Recuerdo a mi ex prometido el-que-leía-sin-parar y sus conversaciones aburridísimas de libros que solo el había leído, el tono de su voz y sus sentencias un tanto petulantes de qué es lo que se debía leer y qué no. Quizá mi opinión esté sesgada en este punto y tienda a generalizar, pero me resulta tremendamente fastidioso conversar con un lector empedernido en convencerte de leer a sus libros favoritos como si fueran los únicos que existiesen. O cuando ponen esa voz diferente, teatral, para contarte las cosas que leen. Se siente el disfuerzo, como a esa cosa química tan fea que le ponen a las bebidas azucaradas para hacerte creer que son beneficiosas.
No sé, quizá odie todo de mi ex prometido. Quizá nunca lo amé y sólo ame la idea del convencionalismo y aparente seguridad que podía brindarme.
Soy una lectora, pero por encima de eso soy viajera. No, tampoco. Solo soy una persona que ama vivir. Ama el sexo y la comida y el café, la música y el vino. Amaría poder beber vino más y comer mas quesos pero no puedo, como no puedo fumar o hacer mil cosas que quisiera hacer sin que dolieran luego hasta acabarme. La vida adulta es difícil.

Hoy una amiga me comentaba que deseaba ganarse el premio de la lotería, viajar por el mundo y casarse con un croata. No sé si sean guapos o no o por qué lo decía. Yo le repliqué que quería en cambio un francés viejo que supiera cocinar y me llevara a degustar bocadillos por todo el mundo, como si fuera un paseo cotidiano. No sé por qué agregué lo de viejo, quizá también por seguridad. Me ha agradado el sexo con mis últimas parejas jóvenes tan enérgicas y llenas de vida, pero también he sentido que sería un crimen atarlos a una relación de monogamia conmigo. Hay personas hermosas que no sirven para vivir en jaulas o para no seguir probando. Probando de todo. Quizá en el fondo busque una persona algo cansada como yo, que quiera sentarse en el pórtico a ver caer el atardecer, bebiendo el té. Pero me engaño. Dije lo mismo cuando me comprometí, dije: He vivido lo suficiente, he vivido de todo lo que pude vivir, me he negado pocas cosas que podían generarme placer. Es momento de descansar y llevar una vida como todos.
Pero no era cierto. Nadie se muere a los 30, ni a los 50 o 70. Yo sentía que el matrimonio era una forma de morir. Morir como yo era y volverme parte de una dupla en donde los límites e volvían confusos. Un ser humano siempre quiere mas, seguir experimentando, seguir de sibarita por el mundo y si tu pareja no puede acompañarte en ese viaje o darte lo mínimo necesario para mantener esa curiosidad en la vida, entonces no resulta. No quieres sepultarte en esos convencionalismos. En ese aburrimiento de volverte otra persona, una persona con la que de niño jamas te identificaras como héroe.

Y ahí viene la segunda parte, esa en la que piensas en tus sueños de niño, en que te imaginas como tu mamá, o como tu papá, creando una familia, protegiéndola, siendo el ejemplo. Un trabajo demasiado pesado, el revés opaco y raído de los trajes de super héroes, la verdadera chamba. El imaginaba que yo quería eso, yo imaginaba que eso es lo que yo quería! Me había  auto convencido de que ese era mi rol final en la sociedad; pero estaban las dudas, las dudas sobre que quería yo o si era demasiado egoísta y mundano no desear formar a nadie mas y quedarme solo yo con todo lo que había logrado aprender sobre la vida y no compartirlo con nadie. Ni mi felicidad ni mis miedos. Ni el fruto de mi esfuerzo. Por que debía de pronto convertirme en la sacrificada madre? Y aun peor, no educar según mis expectativas de vida sino de alguien mas. Como podía admitir la idea de un colegio privado-católico para un hijo mío? Como decirle a un niño que debía controlar sus sueños sus enormes e irreemplazables sueños por unos que tuvieran mas base real? Quizá en ese aspecto yo aun era una niña educando mis propios apetitos. Había seguido el paradigma de mis padres, ese hambre de conocer de todo  como si fuera el  último día de mi vida y sin embargo, sabia que siempre habría un freno. Algo que me podía permitir como freno porque era por mi bien. Pero… Podría prohibirle a alguien masturbarse? Enseñarle a temer a un Dios desconocido? Obligarlo a dormir solo 4 horas para ser el mejor en la meta que se había propuesto? Me parecían ideas que no iba con mi visión de como debía ser la vida. Mi familia no se había guiado por metas, habían vivido tal y como dictaba el mar, el curso de las olas y los vientos, formando en mi conciencia dunas de lujosos deseos que aparecían y se desaparecían en el camino. Eso era lo que yo sentía especial de mi niñez. Como proveer algo así  en una relación de pareja con una persona que era las antípodas de todo lo que yo había deseado? Si, me había equivocado de largo a largo. Pero no con él solamente. Conmigo. No sabía lo que quería, pero definitivamente no quería eso.

domingo, noviembre 19, 2017

No Busco Novio



A veces pienso que si, que necesito uno. Como ayer que luego del accidente todos me preguntaban por un número de familiar o esposo a quien llamar. Yo estaba en shock y no contestaba nada, cuando salí de ese estado tampoco recordaba a nadie. Nadie podría venir, mi familia vive lejos, no tengo una familia con esposo e hijos que los curiosos que se acercaban a prestarme auxilio esperaban. Sacaba mi celular y no podía encontrar ningún número de a quien realmente de importara aparecerse allí a hacerse cargo de mi y de todo.

Siempre he tenido a quien llamar, para quejarme cuando todo ya estaba resuelto. Pero en ese momento en que no sabía siquiera si el conductor se iba a dar a la fuga o que, no tenia idea de a quien llamar. Lima no es una ciudad muy grande, pero a veces se siente enorme. Esa vez en que me asaltaron en el taxi y sacaron a golpes hasta la pista, si que tenía novio. Una vez que estuve en un lugar seguro lo llamé, le conté y me consoló pero no se apareció nunca. Recuerdo que luego de pedir que me calmara me dijo que era culpa mía porque seguro iba desatenta o mirando mi celular. Que todas las mujeres somos así de descuidadas. Después de esa llamada me sentí peor y me desahogué en llanto con mi hermana por teléfono, encerrada en un baño que la gente afuera no paraba de tocar.

Por eso es que pienso que no busco novio, porque ya tuve uno y mas que uno, además de todas las denominaciones intermedias que existen entre amigo y novio, en muchos casos por decisión/ pretensión mía, que esperaba que llegara alguien que si llenara todas las expectativas o que al momento de mirarme me hiciera sentir como la mujer que de verdad deseaba en su vida. Mi hermana dice que ya he probado el top de cada persona que necesitaba en mi vida (Bueno, hasta ahora no he salido con un músico así que no sé a qué se refiere) y que por eso ya nadie me causa inquietud. La verdad, no me siento tan buscada, ni deseada ni amada como una se siente a los veintes. La pasión se toma su tiempo y vamos buscando cosas diferentes, como estabilidad, compromiso, madurez?? Ya no es tan importante que el tipo sea mas alto que tu, ni que le gusten las mismas películas, lo único importante es poder fluir en la conversación y no sentirte mas sola que al inicio. Ya no importa el super sexo, sino el que no interrumpa luego una buena conversada con risas incluida. Eso me vuelve una maldita conformista? Una soñadora?

Tengo un tip, si no tienen alguna similitud en música, la cosa nunca progresa. Salí con uno que aceleraba el auto hasta que mis cachetes se iban para atrás mientras ponía grunge a todo volumen, en medio de eso yo solo cerraba los ojos, de vez en cuando intentaba girar la cabeza y saber por cual calle de Santiago estábamos o hacia donde fugábamos ahora. “Soy contigo tal cual” me decía al terminar su música infernal, pero yo no sé como era con él. Ni con nadie, la primera parte de la relación siempre intento observar y acomodarme, para ver cuanto tolero. Quizá es timidez, quizá es que puedo adaptarme a todo, porque me gusta un poco de todo, así que asisto a clubs de música metal con la misma pasión que a los de salsa dura o cumbia tropical. No importa. Yo le entro a todo... Como en mis relaciones estarás pensando ahora, no? No, en el amor solo soy media sibarita.

Cuándo te quedas en una relación? No lo sé, depende desde lo cósmico hasta de lo metereológico, es tan importante que tus planes no se crucen con los de el. Y en este tiempo, por Dios! las mujeres tenemos demasiados planes! A mi me ven y dicen seguro sus metas son iguales que las mías y plaf! que algún colega medico piensa que podemos coincidir, aunque mis óvulos  ya deban estar viejos para formar una familia (lo sé, todos los médicos pensamos en términos biológicos y de herencia, taras, infecciones y demás) aunque no importa, igual van al acecho, pero no, no es así. Detrás de cada buena doctorcita se esconde una Laura Martillo queriendo liberarse y marchar lejos con una maleta o mochila, dar una vuelta al mundo con sus canciones favoritas en los audífonos y tener un lugar caliente a donde volver, solo por el hecho de volver. Porque nunca me voy del todo, ni cuando me transformo.

No busco novio, busco un cómplice.






Hoy: Suena la Alarma-Los Cafres

24 horas de mundo real

La pregunta para el ensayo en francés se refería a ¿Qué acontecimiento había cambiado mi vida. En la practica oral había ensayado la típica ...