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domingo, mayo 26, 2024

Historias de Misoginia 1

El local era acogedor y cálido a pesar del frio reinante. Los faroles en los arboles le daban ese toque encantador de los lugares románticos, que ella lamentó de no poder compartir con el y en cambio si, con el Niño. Habían dejado el auto cerca y llegado allí caminando mientras hablaban de temas sin importancia, riendo con la familiaridad de dos hermanos traviesos que se cuentan las aventuras que les ha dejado el verano;  al cruzar la pista aun insegura por el accidente reciente intentó tomar  de la manga de su abrigo pero se contuvo, en realidad no necesitaba aferrarse ya al brazo de ningún hombre para caminar. El Niño tampoco le ofreció la mano, así de amigos eran. “Eres un chico mas” siempre se lo decían, no importaba cuanta falda ni vestido coqueto utilizara con ellos. “Tu eres uno mas, contigo se puede hablar de lo que sea…” Los autos pasaban veloces y la conversación se había detenido mientras esperaban el cambio de luz del semáforo. 


Otra vez pensaba en el ¿que estaría haciendo a esa hora? De caminar con el seguramente se aferraría a su brazo buscando abrigo, el giraría su cara y ella espiaría su hermoso perfil, como si no fuera una novedad entera y feliz poder caminar o hablar juntos sin necesidad de una pantalla de intermedio.  Sus botas de tacón resonaban ahora en el asfalto y las bromas de su amigo hacían eco en todas las casas. Las calles estaban vacías cuando llegaron al restaurante y su mesa esperándolos. Los adobitos de la huaca cercana se iluminaban de luces ambarinas volviendo complice la noche fría.  Todo el lugar era hermoso, el Niño siempre sabia elegir los mejores lugares para reunirse.

-Y bien, cuéntame mas, dijo el cuando trajeron la primera sangría, ¿estás enganchada o no con este tipo ? 

Ella no estaba para confesiones, se había educado en al arte cínico de contar anécdotas graciosas sin importancia y de hablar con desparpajo de gente sin importancia. Como iba a entender el, que esto se le había ido de las manos. Sabía que en su boca todo se reducía a sexo casual o a seres utilitarios. ¿No hablaban de eso a menudo? ¿No le había enseñado ella misma a mantener distancia de las personas con las que no quieres tener una relación mas que puramente fisica?  No dejes que las mujeres se aprovechen de ti , le aconsejaba, cada vez que el Niño, se acercaba a contarle alguno de sus lances sexuales y ella solo podía repetirle como una hermana mayor: Estás jugando a una relación cuando tu no quieres ninguna. Esas pobres chicas quieren una relación estable, un matrimonio a futuro y tu ahí con tus jueguitos de fingir ser un caballero.

El se reía fuerte. No son jueguitos, yo nunca les miento, allá ellas que esperan.

¿Tan predecibles podíamos ser las mujeres? 


El lugar estaba rodeado de botellas de vino vacías, ya ni siquiera se preocupaban en poner una cava hermosa. Todo es vidrio de colores y botellas sin contenido se lamentó ella. Volvió a pensar en el de forma masoquista ¿Habría desaparecido realmente o era otra de sus paranoias con los hombres? Cada vez que comenzaban a aflorar sentimientos, venían en tropel también los traumas de abandono.

  • Pero ¡quién se desaparece un sábado, mujer !- soltó el, como si acabara de leerle los pensamientos. Nadie que quiera tirar desaparece un sábado a no ser que esta follándose a otra.

Ella alzó la copa y brindó porque no podía negarse a esa posibilidad, aunque hasta ese momento no la había pensando. Durante las largas horas en que le laceraron el cabello, le pintaron las uñas y se ajustó las panties invernales que combinaran con el atuendo perfecto, lo único que se la había dado por pensar, no era ya que la podría llamar de última hora, sino, que tan malo había pasado en su vida como para que no pudiera detenerse a enviarle un mensaje diciendo que no se verían hoy. Que naive, pensaba ahora, la posibilidad de otra amante ni se le había pasado por la cabeza. Se sentía tan poderosa, tan sexy, tan suya y tan perfecto el sexo que estaban construyendo que no le hubiera ocurrido que pudiera existir alguien mas en ese momento. 


-Pero siempre es una posibilidad, no?  Los hombres siempre tiramos y si no lo hacemos estamos pensando en tirar. No puedo creer que te deje esperando una semana. Yo con una mujer que tiene casa sola, que está como tu, ni me la pienso dos veces. Pero eliges cada gente…Igualito al otro huevon, que se llamaba…El que era Project Manager … 


Ni ella misma se acordaba, así de vano había sido su paso por su memoria reciente. Un tacaño para los taxis y para su tiempo, de eso si se acordaba. Un motivo mas para no salir con hombres de este lado del mundo. Pero el Niño si se acordaba, porque con el hablaba en los entretiempos del trabajo duro con la mascarilla puesta  o en el lavado de manos y hablaban de la gente que los motivaba, que los enamoraba. De las citas, de los que no llegaban a citas. El Niño le sabía todo y de todos le hablaba mal. Ningún hombre era bueno. O para cuando le contaba de ellos habian dejado de ser buenos. Su vida ante los ojos del Niño debía ser un álbum de fracasos sentimentales y experiencias que nunca terminaban bien. Su frase siempre era la misma, “Mándalo a la mierda, no sabe lo que tiene” 

La pasta se le pegó en el esófago, cuando el nuevo elegido para mandar al infierno era el. Se negaba a pensar que tan pronto se le viera la hilacha. Le dolía que el Niño lo viera antes que ella. ¿Podíamos hablar de otra cosa? ¿De ti por ejemplo? ¿De tu divorcio ?


El Niño comenzó a extenderse y a despotricar contra las mujeres. Mientras ella se distraía con el decorado del lugar, las palabras italianas dejadas por doquier en los muros, la mujer que comía sola con la espalda recta en un sillón cómodo. Recordó el sillón verde en el que se sentó con el en la primera cita formal, su mirada traviesa que iba de los ojos a su escote. El coqueteo y la insinuación. Aun parecía verano y los cuerpos paseaban su candor y su fuego ante cada movimiento y roce de piel. La primera cita, otra estación, otro tiempo. Cierta inocencia en la espera de que ocurriera  el beso o ese algo que abriera todas las cerraduras y los llevara por fin al momento que habían esperado desde las primeras conversaciones con pantalla de por medio, cuando ambos eran unos desconocidos que ya querían desvestirse el alma y el cuerpo.


-¿Te ha escrito? Interrumpió el Niño abruptamente, sus recuerdos más azucarados. 

-¿Perdón?

-Que estás evitando ver el móvil y quizá el tipo te ha escrito. La mirada de ella se fijó en la hora, casi las diez de la noche. O se ha muerto, agregó con risas. 

-Idiota bromeó ella devastada, al comprobar que el si se había conectado pero no le había escrito. Otro sábado perdido pensó con tristeza y después agregó, pues  parece que sigue vivo.


-Y tirando rico con otra, agregó el Niño, poniendo mas sal en la herida, mientras volvía a llenar su copa. Ya no gastes energía pensando en alguien que no es, ustedes no son nada, nunca lo fueron y lo sabes. Pequeñas agujas se clavaban en el pecho de ella en ese momento. Era un dolor imperceptible. Ahora el Niño era el maestro y ella la ilusa que no sabe que posición tomar.


-Es como yo con la enfermera de la que te conté en Diciembre, tirábamos, yo quería trato de pareja, ella me lo daba porque quería follar, pero le dejé claro que jamás tendríamos nada serio y ella aceptó. El te está tratando como yo a ella, porque así hacemos cuando la mujer no nos interesa para nada. Lo que le faltó a tu amante bandido, fue tener huevos y decírtelo desde el inicio, si tu eres inteligente, hubieras entendido, no? Las cosas claras siempre, para que ellas no se quejen, el Niño parecía feliz con su argumentación.


Ella se removió en la silla sin saber en cuantas maneras esa ultima frase la ofendía. 


Salieron de allí sin pedir el postre, de camino a recoger el auto ella iba mas callada que de costumbre. El frio se había acentuado y el viento le helaba la cara y las rodillas, pero a pesar de eso toda la terraza exterior antes vacía, lucía ahora llena de parejas que recién empezaban su sábado romántico a la luz de las velas. Ella se sentía repentinamente enferma y cansada, mas allá de la alegría fingida con las primeras copas de vino, ahora solo deseaba acurrucarse y ocultarse en casa.

Toda la cena y las palabras soeces en cada una de sus anécdotas sexuales la habían hecho sentirse mareada. ¿Cuándo iba a parar esto de que sus amigos la trataran como chico? Cuando iba a dejar de comportarse como un chico mas, sin sentimientos. Pensaba en la enfermera a la que el Niño había tirado al olvido y de pronto sentía una profunda empatía con ella, había escuchado como ridiculizaba sus sentimientos e incluso sus intentos de acercamiento posteriores. “Fuera mierda, decía el, yo le expliqué que solo íbamos a cachar, aunque de la puerta para adentro si le pedía relación de pareja y cariñitos y todo lo que ella quisiera darme”


¿Era una caricatura de esa enfermera, ella, con todos sus títulos y maestrías a cuestas? Estaría haciendo el mismo papel ridículo a pesar de todos los muros de contención que siempre trataba de poner con todas esas frases duras. No somos nada. ¿De que valía repetirlo tanto?  Ahora ella era realmente nada, para alguien, para ella, incluso para el Niño que ignoraba sus sentimientos y seguía echando sal en la herida.


-No te rompas la cabeza por alguien que solo te quería para sexo y ya ni sexo te quiere dar. 

Hizo una pausa larga.

Vamos, te llevo a tu casa?

Ella lo miro lejana, era otro sábado de mierda. No, definitivamente pediré mi taxi. 



domingo, agosto 21, 2022

Domingo de Bicicleta

 Hoy he vuelto a andar en bicicleta, lo hice después de tomar la siesta obligada posterior a mi turno de anoche. Extrañaba pedalear, aunque los dias lluviosos y grises no me animaran a moverme. La semana pasada habia procurado caminar, pero lo hacia lentamente, como si mi cuerpo fuera un pesado objeto que apenas pudiera remolcarse por las calles desde mi trabajo a mi casa. Paraba en el café a comprar te o algún pastel que no me pudiera dar alergia. La única razón de ir a ese cafe con mi termo lleno de mate era que por un momento sentia que volvia a citarme allí como la primera vez con el chico de este mes. Mi cita mas reciente, el intento mas cercano de volver al ruedo con una persona, no por lo físico sino por las largas conversaciones, por el aroma de su ropa, por la textura de sus manos, por la profundidad en sus pensamientos. Quizá algo en mi buscaba enamorarse, o como siempre, solo volvía a romantizar incluso las características mas sencillas de los hombres que me atraen intelectualmente. Los dos meses de negociaciones han terminado, hemos tenido mas conversaciones que encuentros físicos, por eso debe haber dolido un poco mas. Hay mas apego cuanto mas conoces de la otra persona, o crees conocer. Por eso estas semanas me dediqué a caminar y a volver a ese café Starbucks a leer, usando esta vez un Kindle, como si con eso me hubiera ganado un bono a la modernidad de corazón.  

Leer no es algo nuevo para mi, pero jamás lo habia hecho con tanta necesidad de evadirme. Caminaba de retorno a casa solo porque sabía que pronto podría sentarme y volver a leer, me agradaba esa vieja sensación de mis años de adolescente. Un deseo puro que te motiva durante el dia. Quizá tambien durante mi adolescencia me había refugiado en los libros para huir de los temas reales que empezaban a cambiar en mi cuerpo y en mi vida. Dentro de los libros hallaba las voces, los ejemplos y las frases que necesitaba para dar forma a los sentimientos que bullían brutalmente en mi interior. Todo ese yo salvaje que no hubiera sabido como domar sino me metía de cabeza en los libros. Durante la semana que pasó comparé al protagonista solitario y alto de las manos suaves a mi chico del café. Los siguientes dias, cambiando de libros hacia ensayos sobre música o maratones de fondo, mis pensamientos fueron también disgregándose. ¿Donde estaba yo en todas esas líneas? ¿Por que quería seguir leyendo, ensayos y deducciones si en verdad era el momento en que me sentía mas perdida?Quizá solo deseaba volver a encontrar mi propia voz. Ahora a medias, forzándomea escribir, la voy hallando. Se que no podría hilar una historia ni un pequeño cuento, pero hilvanar ideas me hace bien. Como montar bicicleta y pedalear duro aunque me duelan las piernas y me falte el aire y piense cada maldito metro, si es que no hay algo malo fisicamente en mi que se está gestando y me está ahora debilitando tanto. 

Nunca fui fanática de los deportes, pero empezar a moldear mi cuerpo y a ganar resistencia me había llenado de valor los últimos dos años. Sentía que ahora podía pasar pruebas físicas que antes no podia, que mis nalgas o mis piernas mostraban músculos sanos y fuertes que antes estaban solo ocultos por grasa inútil. Seguía comiendo como desaforada y mis horarios de sueño eran horribles, pero mis tres dias a la semana de entrenamiento se habían vuelto infaltables. Acababa de crear un hábito extenuante, que sacaba un poco de felicidad de rincones que no sabiía que aun guardaban un poco de dicha. Todo eso, hasta que volví a tener sexo. A veces pienso que mi rutina de estos siete meses estaba encaminada a ser exitosa, estaba logrado el ansiado equilibrio mente cuerpo, estudiando idiomas ( otra vez estudiando un idioma) leyendo, haciendo deporte, saliendo a caminar a la playa. Paseando en bicicleta. Había comenzado a programar una vez por semana alguna salida con un amigo que no fuera muy cercano y con quien pudiera descubrir un restaurante nuevo o algún lugar de copas, a veces no pasaba de un simple local de sopas, pero al menos era como salir de mi mundo médico. No salía mucho a lugares de citas, mi guardarropa sexy seguía intacto, pero poco a poco  sentia que iba  saliendo del deshielo. Un día volvi a coger valor para tener citas con desconocidos. Tuve tres, una salió mal, otra fue divertida y la ultima fue con el chico del café. Mi corazón aun se niega a aceptar que no resultara, me tomé mucho tiempo hablando con el, mucho tiempo tratando de controlar mis miedos, mis inseguridades. Ahora se que lo debo dejar ir, igual que el agua que pasa entre los dedos al meter las manos al rio. Después de una semana de pensarlo, caminar, de que me bajara un poco este estado disfórico y comenzara a preocuparme mas en mi estado físico que en las otras personas, pienso que  este año apenas podré manejarme yo y mis sentimientos. Apenas podré conmigo por el momento para estar pensando en él o en las formas de acercarnos. Aun a pesar de eso, cuando paso por la esquina de ese café me provoca quedarme, pedir algo, lo que sea, conectar el kindle leer dos o tres horas, pensar que pasaría si llega, si nos volviéramos a ver, si pudiera hablar con el de las cosas que leo, de las cosas que pienso. Si haríamos el amor. Si pudiera hablar con alguien de las cosas que surgen en mi cabeza y a las que aun no se bien como dar forma. Me quedo en ese café y es una isla a mi ansiedad reciente. Me protege de volver a casa sin planes ni citas. A veces lloro ahí, mientras escribo a mi hermana que me siento perdida, que no sé si me ayude la terapia, que no se si algo me ayude ya en esta vida.

 Hoy pasé por allí en mi bicicleta, pero no paré, tenia el corazón cansado, mi pulso agitado, no queria quedarme quieta en esa isla de café y melancolia, apertrecharme allí a pensar por milésima vez como fue que nos vimos en la primera cita y de que hablamos y como era su rostro y su voz mientras me hablaba y llegábamos a ese pacto tácito de acostarnos esa noche porque lo habíamos deseado desde la primera vez que solo cruzamos palabra. Pasé por allí y pensé que hoy no era un domingo para estar triste, era un domingo para volver a ser yo, a estar en movimiento, moverme en esa vieja bicicleta asi se me dañara el coxis y pedalear esperando que las luces se enciendan a mi paso y que haya algo nuevo en la siguiente vereda. Bueno o malo, pero nuevo. Volveré a leer, volveré a estudiar, quizá hasta vuelva a escribir, no sé si mis fuerzas me permitan volver a entrenar o a dedicarme a nadar, pero lo intentaré. No sirve de nada detenerme en la isla desierta de una cita que no resulta. A beber café y romantizar alguien que ya me debe haber olvidado. Ya no mas, es momento de seguir pedaleando aunque aun me falte el aire.


domingo, agosto 12, 2018

Parte 4: "Atrás perras! El chico es mío"

La cabeza de W. es pequeña y de cabellos cortos y suaves, acariciarlo es como poder tocar un ave rara de la que sabes debes disfrutar intensamente solo hasta que emprenda el vuelo. Esa noche sin embargo, la que quería emprender la huída sin él, era yo. Al otro lado de la vereda vi su caminar ágil en busca del lugar acordado y tuve la imagen de un adolescente que acaba de acordar una cita con alguien mas grande que él. En realidad iba a hacer esto? Mi garganta lo decidió antes que yo cuando lo llamé por su nombre al otro lado de la pista evitando que siguiera preguntando. Detrás de los lentes de marco grueso yo me sentía segura y dueña de la situación. El se acercó sonriendo como si hubiera ganado la lotería. Hace cuanto no me miraban así ?

El lugar estaba lleno, llegar a la barra iluminada con  licores de  todos los colores hasta el techo era un reto. Buceábamos en medio de la gente, indagando sobre nosotros. Te gusta viajar? Cual es tu país favorito? Cerveza o margaritas? Su acento era gracioso y su cara agradable. Vamos arriba? Te gusta bailar?  La gente nos apretaba para juntarnos, su aliento de menta, las miradas del resto. Representábamos  una hermosa atracción de contrarios. Su mano en mi mano, sonrisas cómplices, perfume transpirado. Al subir la escalera supe que me miraría el culo y que acababa de perder la ventaja. No había  trasero mas hermoso que el de las brasileñas y el mío estaba entre regular y estándar. Me volví para mirarlo, su sonrisa agradable no había cambiado.

Calor de multitudes, ningún lugar para sentarse. No importaba, hablábamos y bailábamos. Que edad tienes? Me atreví a preguntarle después de la primera cerveza, porque no aparentas tener mas de veintidós  . Echó la cabeza para atrás riéndose, su belleza era casi obscena en medio de esa multitud de gente gris mirando de reojo. Thirty four… Tu aparentas veintiocho, por eso viniste con anteojos? Para parecer mayor?  Su cara se acercaba a mi oído con la confianza de quien siempre ha obtenido todo lo que desea. Buena jugada, no era para nada un inocente. Unos bailes mas y estábamos besándonos como antiguos enamorados para envidia de las chiquilinas de la mesa de al lado.

Había olvidado que se sentía estar en pareja en una salida, que te cuidaran la chaqueta, que te trajeran los tragos, que te protegieran el trasero del resto. Mis últimas salidas siempre eran con amigas  para bailar entre amigas, a distancia, sin cruzar miradas entre nosotras, observando discretamente si había alguien alrededor queriendo acercarse por algo mas. Con W. no debía preocuparme por nada, el se hacía cargo de todo, no tenía que turnarme la silla con el, no tenía que cohibirme si mi cuerpo despedía sensualidad al bailar. Y lo mejor de todo? Las miradas de las mujeres. Miradas codiciosas por la apariencia de W. Adonde mirara había alguna chica queriéndoselo comer con los ojos, sin discreción, sin el menor recato. Bailaban cerca, sus cuerpos rozándonos. Podía adivinar sus ganas, su pregunta constante: En que momento la deja? En que momento se marcha y lo deja para el resto de nosotras? Como me fascinaba tenerlo para mí sola en ese momento. Que sensual era bailar abrazados, susurrándonos las canciones. El también veía lo que yo? Mi vestido rojo haría una impronta en su polo blanco esa noche. Amanecí con tu olor, me escribía al siguiente día. Ni siquiera habíamos dormido juntos.

Hace casi una década en las primeras salidas con mi adorado Innombrable, recuerdo haber pasado por lo mismo. No solo porque también era guapo y tenía ese aire de suficiencia que tienen los extranjeros cuando están de paso por un país en donde todos suelen estar tan acostumbrados a agachar la cabeza, sino por el acento. Las mujeres en Lima yo incluída, se volvían locas con los acentos extranjeros. Volteaban la cabeza, intentaban cruzar palabra, sonreír mas de la cuenta. En ese tiempo de noviazgo el Innombrable y yo íbamos de la mano a todas partes y besándonos cada dos palabras, igual que W. y yo ahora, sin ser nada en particular. Así que yo abría los ojos y miraba divertida  a esas mujeres después de cada beso profundo que ponía W. en mi boca  para que lean bien claro el mensaje: Atrás perras, el es mío ahora.


Pasaron varias citas antes que W. y yo tuviéramos intimidad. Pero ocurrió con la naturalidad de dos personas que llevan tiempo deseándose mutuamente. Su piel era suave y joven, sin cicatrices ni vellos, sus maneras  seguras y amables, nada de paranoias con el amor, el futuro y las infidelidades. Todo ocurría con naturalidad, dormir juntos, hablar después del sexo, reír durante el desayuno, taparnos bajo la colcha el uno al otro, su calor en mi espalda, su ternura en cada movimiento. Al segundo día de despertar juntos le había afirmado mas que preguntado a riesgo de parecer tonta: 
Realmente eras rubio…
- No lo notaste? -Sus ojos eran de un verde claro sin matices que parecían  sonreírte cada vez que decía algo. 
- Lo único que noté es que interrumpes las frases si suena alguna de tus canciones favoritas, bromeé antes de volver a hacer el amor. El era pura pasión en todo lo que amaba. Como yo.
Afuera Lima estaba gris y llena de caras tristes y frustraciones, yo me estaba dando la licencia de vivirla como me daba la gana y había conocido un W. que me hablaba de la espiritualidad y de como se deja el catolicismo por el ayahuasca cuando sientes que lo convencional no resuelve todas tus preguntas sin respuesta. Había dejado mis anteojos perdidos en algún lugar de Miraflores después de los besos de la primera cita, ya solo podía ver lo que deseaba ver. Nuestros itinerarios de viajes nos condenaban a solo unos pocos encuentros mas aquí o en alguna parte de Latinoamérica.
"Sin presionesdecía el cuando yo empezaba a fruncir el ceño y a querer controlar incluso el clima para volver a vernos. Era mejor hacerse el amor y cerrar los ojos. Acariciar su pequeña cabeza de ave sin prisa mientras me cobijaba en su abrazo tibio.


Que perfecto era poder amarse solo por periodos cortos! W. Mi ave rara volaría pronto y yo tenía toda la semana con él para compartir un vuelo que recordaría cada vez que alguien mencionara un Saudade de vc.







sábado, junio 02, 2012

Post # 6 : La Lista



Hace algún tiempo llegó a Lima un amigo que había conocido en Sao Paulo, el hombre era uno de esos ciudadanos del mundo que han vivido en cada país por 2 años. Su última residencia, por ejemplo había sido en Japón y demás está decir que yo disfrutaba mucho con sus anécdotas y  apreciaciones del mundo, así las dijera en ese idioma gringo salpicado de dinero y finanzas.

Esa tarde se lo presentaría a una amiga a ver si ligaban y ella me dejaba en paz preguntándome sobre hombres solteros en mi entorno.  Ella se acercaba a los treinta y seguía sola,  en su trabajo como médico había dejado de conocer gente interesante, según decía. Luego de su cita, le pregunté a ella que tal le había parecido.
-       -   Hmmm, un poco tonto- dudó. Imagínate que no tenía idea de quién era Vargas Llosa y me llevó a una librería a buscar libros de un tal Hernando de Soto
-         - Ya…pero no todos tienen porque conocer a Vargas Llosa, después de todo el es economista no precisamente un gran lector…-Trataba de ser cauta, puesto que yo sabía que mi amiga tampoco sabía quién era Hernando de Soto ni mucho menos era gran lectora de MVLL.

-Pero ¡Es el premio Nobel!- exclamó ella, atacada por un ataque súbito de nacionalismo. Aunque no hubiera leído ningún libro suyo y;  de él como muchos peruanos de a pie, solo conociera  la adaptación al cine de sus novelas mas picantes.

-         - No sabía que te gustaran tanto sus libros- sonreí yo. Era irónico como podía exigirle a alguien, conocimientos de los que ella carecía y sacrificar asi un posible affaire.
-          - Da igual…Es peruano y es un Nobel, en cambio ese de Soto, a ver ¿Qué ha ganado para conocerlo?
-         - …..

Esta mañana mientras buscaba mi bloc de apuntes de viajes, cayó sobre mi cabeza un libro que me había gustado mucho en su momento, era de JJMillas. A muchos de mis amigos no les gustaba como escribía o no entendían su humor, yo también había juzgado a muchos de ellos como idiota por no leer más que lo usual de libros de autoayuda o novelitas best seller. No solo había juzgado, me había negado a una segunda cita, cuando no, a una primera.  Y me había ido quedando sola, no como mi amiga, que afortunadamente halló a alguien que también desconocía de todo y defendía el nombre del Perú con más agallas que héroe de guerra.
Yo simplemente me había quedado sola, con muchos libros sí. Y con un millón de anécdotas y porque no, con un montón de primeras y segundas citas. Había tenido algunos novios y por no jugar a la soltera desesperada que pide teléfonos y reuniones de excusa, me había dejado sacar del mercado hasta que me volvieran a dar ganas de equivocarme con un hombre.
Mi error era no querer conformarme o eso me decía;  después de todo si en el amor aplicaba lo mismo que en las compras: “Si no te gusta en la vitrina, jamás te gustara en casa” yo ya había tenido algunas compras con talla equivocada en mi vida y no quería seguir de shopping.

A la noche siguiente salimos los tres a tomarnos unas copas; ya achispados  todos,  él me comenzó a coquetear a mí,  igual como había intentado sin éxito en Sao Paulo. Mientras mi amiga en silencio,  disimulaba con los tragos su total ignorancia sobre los temas de los que ambos reíamos.   Hablábamos del mundo, de los sitios que nos faltaba visitar, libros que leer, vida que vivir. El subrayaba  la idea de que personas como nosotros no pertenecíamos  a ningún país en especial, sino a todos.

-“Podríamos estar sentados en un bar de cualquier sitio del mundo y nadie sabría exactamente de qué lugar somos.  Ayer fue Sao Paulo, hoy Lima, mañana… New York,  o Madrid  ¿Dónde nos encontraremos mañana, menina?”-  Brindó  ebrio y feliz.

A continuación,  sacó una lista, típico gringo había hecho su lista de balance al terminar el año y sus planes para el siguiente. El tercer punto en la lista era conseguir una mujer para establecerse, pero no cualquier mujer. Dos puntos seguidos, agregaba, una mujer inteligente, bonita, sexy  y con flexibilidad laboral.

-¿Difícil, no?- Dijo, mirándome a los ojos tratando de ser  galante. Después de los 35 años un hombre se vuelve exigente para buscar pareja.
-Coincido totalmente con tu lista- le dije sonriendo- es más, pondría en la mía los mismos requisitos  y agregaría (cogí un lapicero para escribírselo) :

 “Un hombre que no haga listas”

Entonces lancé  una carcajada y me levanté para ir al baño.
Esa noche,  mi amiga y el hicieron el amor como lunáticos, antes de no verse nunca más.




La Cita

  Su voz es del color del sol, se ha acercado  con paso seguro  sin prisa a la mesa donde sorbo un te del que apenas detecto que es de frut...