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domingo, agosto 21, 2022

Domingo de Bicicleta

 Hoy he vuelto a andar en bicicleta, lo hice después de tomar la siesta obligada posterior a mi turno de anoche. Extrañaba pedalear, aunque los dias lluviosos y grises no me animaran a moverme. La semana pasada habia procurado caminar, pero lo hacia lentamente, como si mi cuerpo fuera un pesado objeto que apenas pudiera remolcarse por las calles desde mi trabajo a mi casa. Paraba en el café a comprar te o algún pastel que no me pudiera dar alergia. La única razón de ir a ese cafe con mi termo lleno de mate era que por un momento sentia que volvia a citarme allí como la primera vez con el chico de este mes. Mi cita mas reciente, el intento mas cercano de volver al ruedo con una persona, no por lo físico sino por las largas conversaciones, por el aroma de su ropa, por la textura de sus manos, por la profundidad en sus pensamientos. Quizá algo en mi buscaba enamorarse, o como siempre, solo volvía a romantizar incluso las características mas sencillas de los hombres que me atraen intelectualmente. Los dos meses de negociaciones han terminado, hemos tenido mas conversaciones que encuentros físicos, por eso debe haber dolido un poco mas. Hay mas apego cuanto mas conoces de la otra persona, o crees conocer. Por eso estas semanas me dediqué a caminar y a volver a ese café Starbucks a leer, usando esta vez un Kindle, como si con eso me hubiera ganado un bono a la modernidad de corazón.  

Leer no es algo nuevo para mi, pero jamás lo habia hecho con tanta necesidad de evadirme. Caminaba de retorno a casa solo porque sabía que pronto podría sentarme y volver a leer, me agradaba esa vieja sensación de mis años de adolescente. Un deseo puro que te motiva durante el dia. Quizá tambien durante mi adolescencia me había refugiado en los libros para huir de los temas reales que empezaban a cambiar en mi cuerpo y en mi vida. Dentro de los libros hallaba las voces, los ejemplos y las frases que necesitaba para dar forma a los sentimientos que bullían brutalmente en mi interior. Todo ese yo salvaje que no hubiera sabido como domar sino me metía de cabeza en los libros. Durante la semana que pasó comparé al protagonista solitario y alto de las manos suaves a mi chico del café. Los siguientes dias, cambiando de libros hacia ensayos sobre música o maratones de fondo, mis pensamientos fueron también disgregándose. ¿Donde estaba yo en todas esas líneas? ¿Por que quería seguir leyendo, ensayos y deducciones si en verdad era el momento en que me sentía mas perdida?Quizá solo deseaba volver a encontrar mi propia voz. Ahora a medias, forzándomea escribir, la voy hallando. Se que no podría hilar una historia ni un pequeño cuento, pero hilvanar ideas me hace bien. Como montar bicicleta y pedalear duro aunque me duelan las piernas y me falte el aire y piense cada maldito metro, si es que no hay algo malo fisicamente en mi que se está gestando y me está ahora debilitando tanto. 

Nunca fui fanática de los deportes, pero empezar a moldear mi cuerpo y a ganar resistencia me había llenado de valor los últimos dos años. Sentía que ahora podía pasar pruebas físicas que antes no podia, que mis nalgas o mis piernas mostraban músculos sanos y fuertes que antes estaban solo ocultos por grasa inútil. Seguía comiendo como desaforada y mis horarios de sueño eran horribles, pero mis tres dias a la semana de entrenamiento se habían vuelto infaltables. Acababa de crear un hábito extenuante, que sacaba un poco de felicidad de rincones que no sabiía que aun guardaban un poco de dicha. Todo eso, hasta que volví a tener sexo. A veces pienso que mi rutina de estos siete meses estaba encaminada a ser exitosa, estaba logrado el ansiado equilibrio mente cuerpo, estudiando idiomas ( otra vez estudiando un idioma) leyendo, haciendo deporte, saliendo a caminar a la playa. Paseando en bicicleta. Había comenzado a programar una vez por semana alguna salida con un amigo que no fuera muy cercano y con quien pudiera descubrir un restaurante nuevo o algún lugar de copas, a veces no pasaba de un simple local de sopas, pero al menos era como salir de mi mundo médico. No salía mucho a lugares de citas, mi guardarropa sexy seguía intacto, pero poco a poco  sentia que iba  saliendo del deshielo. Un día volvi a coger valor para tener citas con desconocidos. Tuve tres, una salió mal, otra fue divertida y la ultima fue con el chico del café. Mi corazón aun se niega a aceptar que no resultara, me tomé mucho tiempo hablando con el, mucho tiempo tratando de controlar mis miedos, mis inseguridades. Ahora se que lo debo dejar ir, igual que el agua que pasa entre los dedos al meter las manos al rio. Después de una semana de pensarlo, caminar, de que me bajara un poco este estado disfórico y comenzara a preocuparme mas en mi estado físico que en las otras personas, pienso que  este año apenas podré manejarme yo y mis sentimientos. Apenas podré conmigo por el momento para estar pensando en él o en las formas de acercarnos. Aun a pesar de eso, cuando paso por la esquina de ese café me provoca quedarme, pedir algo, lo que sea, conectar el kindle leer dos o tres horas, pensar que pasaría si llega, si nos volviéramos a ver, si pudiera hablar con el de las cosas que leo, de las cosas que pienso. Si haríamos el amor. Si pudiera hablar con alguien de las cosas que surgen en mi cabeza y a las que aun no se bien como dar forma. Me quedo en ese café y es una isla a mi ansiedad reciente. Me protege de volver a casa sin planes ni citas. A veces lloro ahí, mientras escribo a mi hermana que me siento perdida, que no sé si me ayude la terapia, que no se si algo me ayude ya en esta vida.

 Hoy pasé por allí en mi bicicleta, pero no paré, tenia el corazón cansado, mi pulso agitado, no queria quedarme quieta en esa isla de café y melancolia, apertrecharme allí a pensar por milésima vez como fue que nos vimos en la primera cita y de que hablamos y como era su rostro y su voz mientras me hablaba y llegábamos a ese pacto tácito de acostarnos esa noche porque lo habíamos deseado desde la primera vez que solo cruzamos palabra. Pasé por allí y pensé que hoy no era un domingo para estar triste, era un domingo para volver a ser yo, a estar en movimiento, moverme en esa vieja bicicleta asi se me dañara el coxis y pedalear esperando que las luces se enciendan a mi paso y que haya algo nuevo en la siguiente vereda. Bueno o malo, pero nuevo. Volveré a leer, volveré a estudiar, quizá hasta vuelva a escribir, no sé si mis fuerzas me permitan volver a entrenar o a dedicarme a nadar, pero lo intentaré. No sirve de nada detenerme en la isla desierta de una cita que no resulta. A beber café y romantizar alguien que ya me debe haber olvidado. Ya no mas, es momento de seguir pedaleando aunque aun me falte el aire.


jueves, junio 15, 2017

El Invierno ha llegado

Hace unos días en el trabajo caminaba de aquí para allá con pasos apurados y el celular en la mano. Salía de cada evaluación y entrevista con mas desaliento que el mismo paciente. Realmente la familia entendía lo que les decía? Paré en un piso a tomar cafe, dejaría pasar al elevador y me bebería el cafe en calma y sin compañía, mientras revisaba la pantalla iluminada del celular como una posesa. El cuello colgando y la espalda encorvada, esperaba con las piernas cruzadas a que apareciera algo en la red que por fin me sorprendiera,  sin importarme que el día casi llegaba a su fin. 

Cerca a mi, un anciano miraba por el enorme ventanal a los techos de esta ciudad gris e indecisa. Arropado con la bata del hospital, miraba con insistencia hacia afuera, despreocupado de la gente que pasaba, de los médicos, de todos los que caminábamos con el celular en la mano. La vida real cobró la importancia que no tenia la virtual. Comencé a mirar yo también hacia afuera, buscando gorriones entre las ramas de los arboles. Alguna ventana abierta en un edificio cercano. Algo que nunca hubiera visto antes.

De pronto me sentía ridícula buscando en el móvil lo que en la vida real buscaba el resto personas. Una compañía, un apoyo, una respuesta o simplemente una palabra de aliento. 
Eso buscaba ese hombre? Estaba tan enfermo como para entender que el sentido de la vida era estar allá afuera VIVIENDO o ya lo habrían curado de esa idea? La gente camina a prisa por el pasillo ignorándolo, quizá se le ve demasiado bien para preguntarle que lo aflige o que lo mantiene aún hospitalizado. Quisiera hacerlo yo, pero es mejor mantener distancia.  En que podría ayudar yo a una persona que no está realmente al borde de la muerte? Solo interrumpir su momento de paz.

Antes yo también tomaba los descansos frente a los ventanales y sin café en mano pero con bastante insistencia veía el perfil de la ciudad perderse hasta el mar. Apagaba el móvil unos minutos y me dedicaba a buscarme allí afuera. Que estaría haciendo yo si fuera libre como esos gorriones? Miraba lo mas lejos que alcanzara en un ejercicio hecho para relajar los músculos del ojo, cansados de tanto escribir y de solo mirar a medio metro de distancia y reconocer solo caras caminando a prisa en la dirección opuesta. Mi verdadero objetivo era evitar perderme en este laberinto de soledad y malas noticias.

Dejé de hacerlo en pro de una cabeceada de siesta. Ya no había nada para mi allá afuera, solo más frío y un ambiente hostil. Quizá hace mucho que me había perdido y me daba miedo poder encontrarme. Cada vez que buscaba gorriones en el exterior solo recordaba lo solitario de mi panorama interno. Los sinsabores de la vida diaria, lo que no se arregla con una discusión ni con un mejor presupuesto. Ver por la ventana me obligaba a verme por dentro también. La vida no era mas fría allí afuera, en realidad aquí adentro el invierno había llegado hace mucho y el corazón dormía entre jadeos protegido en una cueva de hielo en su tálamo de piedra pelada.

-Lleva mucho tiempo parado ahí, qué es lo que ve?- le pregunté después de un breve saludo. El hombre anciano se sorprendió ante mi interrupción.
-Justo ahora? Con todo respeto,  veía  su reflejo en la ventana, luce triste Dra. Se encuentra bien?


Después de tantos días de interrogar y preguntar por la salud de completos desconocidos, era la primera vez que alguien me preguntaba como es que me sentía. Le sonreí con cierta vergüenza. La noche ya había caído allá afuera y lentamente se encendían una a una las antorchas aquí adentro.




Hoy escuchando: Petite Fleur-Jill Barber.

miércoles, junio 07, 2017

Memorias de un verano en Junio

Al bajar del avión lo único que se me ocurrió pensar es: Al fin en casa, al fin mi idioma! Pero en los altavoces alguien habló en catalán y volví a perder la fe. Aun me quedaba un océano de por medio. El viaje había sido largo y él me esperaba con olor a tabaco en el andén. En ese momento él era toda mi casa.
  • Qué tal Roma? - Me dijo después de un largo abrazo. 
  • Lleno de romanos, repliqué intentando guiñarle el ojo sin quedar bizca por el sol. 

Caminamos rumbo al auto, sin mucha prisa. Me sentía tan feliz de estar de vuelta a su lado que moría por contarle todo lo que me había ocurrido frente a unas cervezas heladas. Era Junio  y el verano apenas si empezaba.

-Ahora te dejo en casa para que duermas bien, que debo trabajar, vale?
-No. Mejor llévame a la playa. Te espero allá hasta que vuelvas.


Una vez en la playa dormí tirada en la arena todo lo que pude. Era una ventaja poder dormir patisuelta sin miedo a que te roben las cosas en las narices. Me quité el sujetador y a nadie le importó. Eso era nuevo. Incluso en el Caribe cuando me quitaba el bikini, había alguien un tanto atarantado por el espectáculo. Aquí nada de nada, yo era una piedra mas, rodeada por agua y seca por dentro. Probar el agua, salada. No querer irme. Pensar por un momento que era el mar a donde yo pertenecía, no a ningún hombre ni territorio, son recuerdos difusos ahora. Quizá era mas joven y recorrer el mundo parecía posible con solo estirar la mano.

Fotos del atardecer, de la gente, de los perros en la playa. Un helado aquí y otra foto allá. Cuando él me sorprendió colocando la cámara  de regreso en la cartera, ya llevaba un buen rato fumando en un café frente a la playa.

El corazón me latía como loco cuando me miró directo a los ojos antes de atraerme en su abrazo, mojando toda su camisa con mi bikini colorido, totalmente empapado.

-Por qué no me avisaste que ya estabas aquí?- Le dije entre sorprendida y avergonzada, pensando que la intención real había sido darme el beso que nos debíamos desde antes del viaje.

-Porque gozaba la vista. Y el mar y el café, por supuesto- Diría después sonriendo, sin quitarme los brazos de la espalda.


Todo en ese momento pareció tan natural que pudo haber sido ese el inicio perfecto de la hermosa historia que necesitábamos ambos para seguir adelante. Pero el corazón no entiende de momentos y nosotros no sabíamos de traicionar nuestra amistad y menos a otras personas. 

Decirle adiós aquel verano es el recuerdo de uno de los abrazos mas largos y reconfortantes que he recibido.

-Me tomas una foto?- le dije en un mohín coqueto  para separarme de él en esa playa.
-Por supuesto, nena.

Y al separarnos mi silueta de sal se quedó mojada para siempre sobre su camisa gris.


Hoy suena: Soft Power-Arcade Fire






domingo, mayo 28, 2017

Amante Ideal

"Alguien que conozca todas tus mierdas y no te joda por eso. O mas bien que te joda, pero que te joda bien" Esa es la definición que él me da cuando le pregunto quien sería su amante ideal. Me río entonces, como no lo hacia hace días. Es refrescante poder discutir sobre sexo en voz alta. Llevo un par de semanas pensando que le he perdido la curiosidad a enfrentar  tener nuevas relaciones, cada vez que llego al asunto doy un largo rodeo y cambio de tema.

Tengo que reconocer que la vida se pone mejor cada día, tan mejor que espero con ansia que me despidan del trabajo para poder invertir todos mis ahorros en un viaje que dure un par de años por territorios desconocidos.
Luego pienso en la salud de mis padres y me deprime la idea de que no podría irme sabiendo que aun me necesitan.  Que no sabrían a quien llamar si algo malo sucede. A cierta edad si no haz hecho todo lo que se te vino en gana te terminan atando el amor por  los hijos o los padres  eternamente a casa; ante cualquiera de ellos tienes esa responsabilidad moral que te perseguirá en cualquier país del mundo cuando apoyes la cabeza en la almohada, a lo Cain moderno.

Y tengo que decir que la semana ya me dura menos días porque el fin de semana comienza ahora los jueves y se extiende en un evento celebratorio tras otro, que me hace perder la cuenta de las horas y los días, logrando que cada vez que despierte tarde para ir al trabajo un sábado  piense que Godzilla se ha sentado en mi espalda durante la madrugada y me ha defecado encima. Hacia el mediodía ya estoy completamente recuperada de la resaca y la mala noche prometiendo que nunca mas,  pero para media tarde repongo fuerzas, planeo salidas en medio de llamadas telefónicas y cafe resucitador.
Y tengo que decir, que ya no tengo 20 y que estoy viviendo la vida que debí darme en la universidad, cuando vivía una relación convencional con un futuro planeado para ser aún mas convencional.

Es rico no tener veinte, no tener los dilemas morales de entonces, mas bien tener otros. Dilemas de gente vieja. Y sentir que cuando estás muy lúcida te atacan los recuerdos de todas tus vidas pasadas. y sientes de pronto como si hubieras vivido 100 años y en mil casas distintas, amado y dejado a cientos de personas unas mas crueles que otras. Sientes el corazón viejo y cansado como de octogenario y pienso  en ese momento en mis pacientes cardiacos, si se sentirán a diario igual de cagados que yo a media semana, cuando tengo un montón de cafeína en el cuerpo y estoy suficientemente despierta para ver claro mi pasado y mi futuro y deprimirme por eso.

Y tengo que decir que esta es una racha por escribir solamente, que se me pasará pronto cuando pueda viajar de nuevo. O estar feliz de nuevo y no tenga tiempo de escribir lo que siento. Así que escribo como un ejercicio para no perder la conexión con mi lado de relatora y me quedo a medias como con los bocetos que salen de mi lápiz y que se quedan  así, sólo en bocetos. Debo parecer una caricatura de esa mujer que describía Chejov en La cigarra, excepto que yo no tengo marido ante quien comparar mi frivolidad que no conduce a nada. Nadie podría juzgarme por arruinarle la vida a nadie. Es una de las razones por las que no me casé (Ya ves, ya voy mil)

Y tienes razón Mike, el mejor sexo siempre es con tu mejor amigo, pero dónde rayos se consigue eso? Cómo se vuelve alguien tu mejor amigo?  Estando en las buenas y en las malas, prestándote dinero, dejando de juzgarte? Entonces veo pocas posibilidades de hacerme un nuevo mejor amigo.
Aplicaré a lo viejo y conocido. Y a aprender que no cualquiera se gana el título de amante ideal, había  que pasar por el filtro de soportarte con mierdas y todo antes.

Hoy sonando:  Woman of the Guetto- Marlena Shaw

jueves, octubre 13, 2011

De Cafe y Canela

Y entonces fuimos dos. Dos mujeres de piel oscura tomando café con canela en un lugar hecho para blancos. Probablemente las únicas dos que condimentarían una bebida perfecta con polvos de canela para recordar algún pasado mejor.


Yo era joven pero con canas en las sienes y ella doblaba la edad de la menopausia con el cabello perfectamente tenido, con alguna hebra plateada cayendo en un rostro de ojos almendrados y perfectos. Ella era alta, yo pequeña y hablábamos de los hombres como de un animal salvaje al que jamás se le domestica completamente para que duerma a tu lado. Viejas cazadoras jamás nos habíamos acostumbrado sin estar a la sombra de la soledad.

Nuestro humor era acido y la gente alrededor reía con esas ocurrencias que sonaban a falsa inocencia, con ese humor negro. Negro como nuestra piel y nuestros cabellos, atados los de ella, sueltos y aborotados los mios. La gente reia y luego se iba murmurando.

La gente siempre murmura decía ella, sin un apice de malestar en su voz moviendo con un palito metalico el café aun caliente, que acercaba a sus labios de pliegues rugosos y de sonrisa perfecta.

La gente murmura porque no sabe, le decía yo, a que sabe la vida con buen humor, con risas chispeantes, con frases a quemarropa, a que sabe la vida de una mujer a la que no le importan sus murmuraciones. A que sabe el café con una pizca de canela.

viernes, junio 02, 2006

Charlas de viernes de Café: De Razas y Mierdas


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¿Sabes lo que mas me agrada de tomar un buen café? La música que puede acompañar esa bebida y mas que todo la compañía. Es difícil sentarse a tomarse un café a solas, en general me gusta hacerlo acompañada. Pero no se si yo soy muy parlanchina o mis acompañantes demasiado silentes. Últimamente solo hablo yo, aunque a decir verdad preferiría ser yo quien guarde silencio.


Creo que lo que mas disfrutaba de tomar café con Mr. Moss era su charla variada e interesante, me podía quedar horas escuchándolo o viendo esas caricaturas que ponía sobre la mesa. El problema es que tomar café con un inglés a media tarde es como ponerse el cartel de “quiero irme del país con el primer turista que se aparezca”.
De pronto íbamos por la calle y la gente se nos quedaba mirando raro y murmurando, supongo que imaginaban que yo también era una de esas “caza turistas” que buscan la visa para un sueño.
No te sorprendas, que yo no los culpo, porque yo también he pensado eso cuando veo a tipos de cabello dorado, ojiazules y de 1.90 de altura, al lado de alguna compatriota de 1.50 y cara de ruina incaica. Y es que un país como éste, todos andamos con la viga en el ojo, clasificando a la gente por su color, su cara y su raza. Paradigmas obsoletos en una tierra en donde si no tenemos de inga tenemos lo de mandinga(no, no pienses mal,es solo una frase no tiene ninguna alusión sexual a tenerla como mandinga).

Mírame a mi, pues, morena y de 1 .62 ( 1.65 para los fans) sin mucha belleza de por medio. Como para no llamar la atención cuando voy peinada, con mi casaquita roja y los zapatos chatos color azul. Pero cuando he caminado con algún desteñido al costado, ahí si cambia la cosa. Primero mucha miradita socarrona, luego a la menor distracción alguna mujer lanzándose encima de mi acompañante sin el menor respeto a mi morocha investidura. Creo que es cierto eso de que las peruanas somos lanzadas, porque siempre me ha pasado que una mujer está con la mirada lista y luego, zaz! Que le pone las garras encima a mi pareja, coqueteándole con descaro, como si yo fuera la mujer invisible y acepto que me creyeran invisible cuando andaba flaca, media escuálida; pero ahora que los adipositos me redondearon las partes nobles, pues no me la creo, porque seré ingenua, hasta ingeniosa, pero de allí a ignorada! No, pues, a eso si que hay mucho trecho señoras!

La única vez que se chingaron fue cuando salí con un francés muy fashion, que no solo era interesante de charla sino bonito de rostro, al que le parecieron mas guapos los tíos que las tías de la discoteca. No te rías, que así pasa. Los mas bonitos, son los que son
“a doble tiro”. Así que ese día yo las dejé con el francés sorpresa y me fui a bailar con alguien mas normalillo y orgulloso de demostrar las virtudes de su cromosoma “Y”.

Aunque tiene su gracia salir con un gay (ojo gay, no loca) y si es bailarín la pasas fenomenal, porque te hace dar todas esas vueltas , giros y pasos raros que un amigo ordinario no hace. Y bueno tampoco pones remilgos en que te toque aquí y allí porque sabes que tu mercancía no le interesa mas que para apreciar la textura del vestido o aconsejarte sobre como llevar un escote. El problema es cuando al lado hay un chico que le gusta y ahí si que “tu amigo” no te toca ni el cabello. Baila a dos metros de ti y pone el cuerpo en ritmo trans para irse bailando al lado del otro. Cuando abres los ojos, están bailando sola y ahí no mas tienes que volverte derechita al asiento para que no se note que ya te quedaste sin pareja de baile y que hace media hora estás moviendo el cuerpo como bailarina de Night club en jodas.

Pero volviendo a lo de la raza, es un asunto bien gracioso ese; porque claro, tengo amigas de porte ario que dicen que a ellas no les gusta la discriminación y que mal que por ser morena a mi me hayan pasado tantas vainas en el colegio ése; pero al momento se acerca alguna chica de pelito negro lacio y de ojos oblicuos y ahí no mas se les sale lo nazi “pero y esta chola de mierda ¿Por qué se sentó en nuestra mesa?”A mi me da risa, porque se nota que a estas amigas mías, el tinte les quemó el seso y creo que a mi me alucinan la hija de Bill Cosby y por eso se guardan la lengua creyendo que un poquito de plata me aclara el color y me hace algo mas parecido a ellas ( como si eso fuera una virtud). Pero que idea mas errada, si yo pido café americano para no andar de nuevo con las confusiones del café de nombres raros, mezclado con licores estrambóticos, que me abre las úlceras. Ya decía mi sesudo hermano “cosa fina en cuerpo chusco, es muerte natural”, así que yo tranquila con lo que tengo que no es mucho pero es.
El asunto es que en un país como el nuestro, la gente tiene identidad regional muy marcada y ahí se vienen adjetivos, como indio, serrano, cholo, chuncho, negro, todos seguidos de su respectiva extensión excremental con varios signos de admiración. Porque bien decía mi padre, que según el lugar de residencia , se puede ser peruano de Brasil, peruano de Francia o simplemente un peruano de mierda.Como ves, acá el dinero viene a equilibrar lo que la raza de las siete leches no puede y si no la tienes a veces vale la cultura, pero mira tu, que la cultura también la da en buena cuenta el dinero. Porque cualquier hijito de mami con coeficiente que raya en la oligofrenia, se jacta de ser bilingüe y de saber de cultura griega porque ya estuvo en Grecia tres veces, mientras que hay muchos por aquí que a las justas si nos manejamos con el Español de España (… ejem…no vaya a ser que le den otra terminación) e ir de turismo solo al paradero mas cercano.

No te rías que he salido con varios tipos así y aun menores que yo, que me decían de sus viajes y me hablaban en trilingüe, para que al final les entendiera solo la jerga local que decía “ta ke lo máximo que seas matasanos uona” y ahí no mas aterrizaba mi ilusión de salir con alguien culto, porque las apariencias engañan y que alguien te diga que estudió aquí y allá y que conoce a zutano o mengano no te asegura nada. Dirás que yo también peco de eso de mirar solo la cáscara, pero ¿qué quieres? Si para conocer a alguien siempre empiezas por la cáscara…¿O acaso no mostramos todos la cáscara solamente?¿ alguien usa la ropa con las costuras para afuera? No pues, todos mostramos lo mejorcito…o aquello que creemos nos puede ocultar lo suficiente como para que luego el conocimiento del verdadero yo, sea algo sorpresivo y ojala hasta “agradable” para nuestro novísimo interlocutor de turno.

Como te decía, lo que me agrada más de tomar un café es la música y poder escuchar a quien me habla, pero después de 26 años de solo escuchar historias ajenas, se me ocurrió que a lo mejor era el momento adecuado para empezar a hablar y ya ves! Ahora nadie me detiene. Nos pedimos otro?


*Hoy no hubo óleo, pero la música suple un poco la falta de belleza.

La Cita

  Su voz es del color del sol, se ha acercado  con paso seguro  sin prisa a la mesa donde sorbo un te del que apenas detecto que es de frut...