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viernes, agosto 12, 2022

Terapia

 Hoy le dije a la terapeuta que habia perdido mi creatividad. Que me habia perdido. Lo que no dije es que sentia mi cabeza seca como una charca en pleno verano, aunque me acercara mil veces, me agobiaba la misma frustración de saber que ya no habia nada para mi, ninguna imagen vibrante, ninguna historia que quisiera salir del pozo y hablarme. Era mas creativa en los periodos de dolor, le comenté.

- Entonces quizá no eres tan creativa como piensas -y luego empezó  una disertación sobre el arte y su presencia ya sea en nuestros momentos oscuros o los luminosos. Intenté  no hacer un mohín de desencanto, ponerme a la defensiva o replicar. Habia ido allí, porque era mi ultima esperanza, no quería discutir con nadie más  sobre nada. Me sentia perdida, abrumada por todas las cosas que no había podido resolver sola, todas esas historias inconclusas arrumadas en un rincón de la habitación como ropa usada y sin doblar. Habían pasado muchos años desde que pensé que necesitaba ayuda, lo habia dejado pasar, por miedo, desidia, falta de tiempo o de dinero. Pero a medida que pasaban los años me compraba en cambio, cada vez cosas mas inútiles y caras que apilaba a mi alrededor y no me llenaban lo suficiente. Intentaba comprar tiempo, con viajes, con personas, con emociones nuevas, nada resultaba. Había un espacio vacío acá adentro que podía servir de escenario para alguna escena de asesinato en Breaking Bad, un desierto lleno de briznas sin nada atractivo cerca, solo soledad y muerte. En ese espacio vacío iba a parar el tiempo que compraba, las cosas que obtenía; pasado el filtro de la experiencia inicial, del fogonazo de dopamina, volvia a despertar allí sin entusiasmo en ese mismo desierto, demasiado luminoso, para siquiera protegerse los ojos o el cuerpo de su hiriente y cegadora luz.  Una horrible agorafobia me inundaba, nada a que aferrarse, nadie a quien abrazarse. Ningún lugar seguro donde ocultarse.


He tenido que repasar ante ella pequeños hechos de mi vida sentimental que no queria volver a narrar, porque no queria volver a llorar por eso, ni a victimizarme por eso. Quería que pasaran y se olvidaran, pero tuve que ponerlos de nuevo sobre la mesa y admitir que me expuse voluntariamente al dolor, como un acto insano que se repite una y otra vez quien sabe desde cuando. No importa la persona, ni el objetivo. A traves de mis parejas he tratado de desnudarme lo mas que he podido el alma, para sentirme plenamente honesta, de esa forma no sentir culpa luego, ver en sus rostros pasado el tiempo alguna desazón que me dijera “no eras como yo imagine”. Pero a veces somos ciegos a nosotros mismos, pensamos que mostramos todo, pero solo mostramos las partes mas emotivas, las que creemos mejores o peores esperando crear una performance armoniosa con la persona en cuestión, de cierta forma les mentimos y nos mentimos al momento de elegir que mostrar. Hay un punto ciego que no vemos. Es cuando se descubre que la grieta comienza y el hermoso paisaje empieza a craquelarse. 

Estoy en el desierto ahora, ni una brizna se mueve, el ambiente es pesado y lento, los colores amarillos y sepias, el aroma de polvo y olvido. Estoy ahí sabiendo que no hay ningun camino transitable cerca, que no me puedo abrazar ni siquiera a una piedra, que no hay una manera de acelerar mi desaparición de esa pesadilla, excepto esperar y esperar hasta que el agotamiento acabe con el organismo de alocadas células cegadas en su proceso de producción de O2-Co2. No me es posible ni siquiera auto eliminarme, solo queda esperar y esperar.


Me doy cuenta que estoy a millas de distancia de lo que creí estar, que no puedo acercarme a nadie aun. Que estaba dañada antes, con miles de barreras, de brechas, de obstáculos, de miedos. Esperando como un reto que alguien salte todo eso para luego verlo a la cara y amablemente rechazarlo porque no estaba lista. Porque no se, no se absolutamente que es lo que quiero. Estoy en ese desierto, creativo, humano, afectivo. A veces es acogedor, porque alli no tengo que mostrar un papel de gente que no soy, tengo tantos disfraces en el closet que hay cierto alivio en no tener que ponerse ninguno para agradarle a nadie, para tratar de tener comunicación afectiva con nadie.


No soy creativa no, soy alguien que siente. Eso debi decirle, que en estos últimos tiempos las veces que deje de escribir y de comunicarme es porque no sentía nada, excepto fatiga, fatiga por el esfuerzo de atender a otros , de estar en el trabajo, o de estar de vacaciones,o de estar de rumba, o de ser la hija preocupada, o de ser la prometida de alguien. Siempre estaba fatigada por algo y si no era eso, estaba intentando darme placer, con alguna película, con alguna compra, comiendo hasta el hartazgo, bebiendo hasta el embotamiento. No, no sentia, solo estaba cansada, pasaba de un estado de cansancio a otro, continuamente agotada como un zombi. Por eso no escribía, no habia nada que escribir. ¡¿Qué  imagen nueva se iba a formar en mi cabeza? A veces ya ni soñaba. Fue entonces que deje de tomar la medicación que prevenía las migrañas, quería volver a soñar de nuevo, así fueran pesadillas, porque en esos sueños me sentia real, humana, la vida cobraba los colores reales que la gente no me da en la vida real, que no se admiten en la vida real. 

¿Soy idílica ? Si, me lo dijo alguien esta semana. Como una critica a mi comportamiento engreído de no soportar la realidad mas insignificante y ordinaria de las relaciones. Un pedo bajo la cama, un desliz de palabras soeces. Pero si aun no somos amantes! le digo. ¿Si el y yo aun no somos nada porque me quiere dar la vida de un par de casados? ¡Es que tu buscas la utopia, dice mi amigo ! ¡Los hombres no somos asi! Entonces no quiero un hombre quiero algo mas que eso, respondo. 

domingo, agosto 05, 2018

Parte 3: Un Día sin sexo (en Lima)

Un dia sin sexo
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Esa mañana desperté con la certeza de que no pasaría un día mas sin tener sexo. Era viernes, mi día libre y tenia 24 horas por delante para lograr que mi deseo ocurriera. Lavada la cara con agua fría, meditaba con cara de autómata frente al espejo el paso a paso de como le diría que quería que pasáramos otra noche juntos. Nuestra química había sido ideal, pero habían pasado algunas semanas de aquello  sin casi hablarnos y el orgullo me lo estaba comenzado a tomar con soda ante el escozor de mis últimas urgencias.
El era francés, comprendería de esas necesidades sin tener que dilatar el tema con falsos coqueteos de tira y jala. El recuerdo de esa noche aun lo tenía bastante fresco en mi memoria, había sido un interesante pre  y un largo y cariñoso post que nos mantuvo todo el fin de semana en cama; era imposible que rechazara una oferta tan tentadora. Mi formula sería lanzárselo directo y abocadejarro apenas comenzara el día, así me evitaba los arrepentimientos y la ansiedad que me producía la duda que me rechazara, o que simplemente me dejara en visto. Para estas cosas una llamada telefónica sonaría demasiado íntima y comprometedora, era mejor un sex- mensaje, limpio, claro y directo, pero primero rompería el hielo con una imagen caricaturezca de una pareja  teniendo sexo para dar los buenos días,  luego lanzaría mi fórmula favorita: 

-Quieres venir a casa a jugar hoy?

La respuesta no se hizo esperar mucho. D. estaba escribiendo… D. Se tardaba escribiendo, mal síntoma siempre.

La bofetada comenzaba con un “ Me encantaría “ y terminaba con un “tengo el fin de semana full”
Nadie tiene el fin de semana enteramente ocupado para sexo ardiente y sin complicaciones, me dije.  Quién se puede negar a eso? Quién se puede negar al sexo gratis? Había sido malo el sex conmigo? No, imposible. Era un No definitivo que dolía como pelota de tenis directo al pecho, pero  al menos era mejor que las respuestas vagas de mis compatriotas: “Vamos viendo…” “Yo te aviso…” “Cualquier cosa te llamo…” En que habían terminado las comunicaciones humanas? Sentía la boca seca y el orgullo herido antes de la hora del desayuno. Vaya combinación para un viernes!
Si bien ya tenia alguna experiencia en relaciones, noviazgos, amigos-con-derechos, citas fugaces, aun me costaba acostumbrarme al hecho de que con la modernidad y el uso de internet el sexo se había convertido en una moneda de cambio tan usual que lo menos que querían los hombres (sexys y no tanto) era repetir pareja si podían seguir probando ad infinitum.

Yo era de la vieja escuela. Esa que te enseña que si el sexo sale bueno debes repetirlo y repetirlo hasta que deje de serlo. Pero los hombres que había conocido este año no habían leído ese Manual  Carreño de las relaciones íntimas y no estaban dispuestos a repetir cita con la misma pareja con el riesgo de enamoramientos, mujeres obsesivas o compromisos ulteriores. Todos los guapos que conocía parecían vivir con la obsesión de que alguien les robaría su semen como sise tratara del fuego sagrado o que las mujeres con las hicieran empatía reclamarían luego algún tipo de beneficio económico o de relación caprichosa que los forzara a algo en el futuro. Era el 2018 y todos vivíamos muy paranoicos con que nos vivieran y nos pincharan el globo dorado del amor sin compromisos.
Que me quedaba sino salir corriendo por toda la playa a que se me bajara la ansiedad y la vergüenza. Acababa de tomar el riesgo de mostrar mis fichas y las habían rechazado gentilmente. Había otra mujer ya? De seguro que si. Alguna mas joven, quizá ? Alguna que si tuviera cariño a los niños? Recordé que habíamos charlado antes de irnos a la cama, una cita interesante sin duda, pero… Tan malo era que a mi edad no demostrara un instinto materno para compatibilizar en una cita con papás solteros? Tan riesgoso el que yo no quisiera ninguna relación amorosa posterior? Se vería esa actitud tan mala en una mujer? Debía fingir que si me interesaba algo serio para poder tener algo gratamente pasajero? Demasiadas variables que me ponían paranoica y el tipo no daba la tela para tanto. Era momento de racionalizar y hacer un análisis completo de fortalezas y debilidades que pusieran en equilibrio que tanto me gustaba su cuerpo sudado cerca al mío o que tantos días podría resistirme a pensar que sus besos si me transmitían algo mas que solo la pasión de una relación casual. 
Eso de los besos ricos siempre era un riesgo. Una debilidad mía. Los besos y la charla inteligente que me retara, las bromas agudas, su barba suave, su olor…Había comenzado a divagar, las ganas de sexo me estaban confundiendo los sentimientos por este tipo. Era mejor correr hasta que doliera.

El día a partir de ese momento comenzó a transcurrir lento y con ganas de alguna droga legal que me adormeciera un poco. Pensé en el Gurú, mi primera vez fumando hierba. Ese recuerdo también debía desplazarlo de mi mente. Mi carne comenzaba a sentir nostalgia por otras carnes y eso podía cocinar un coctel molotov  de sentimientos con consecuencias imprevisibles.
Tendría que esperar hasta la noche para ir por unos vinos, unas cervezas, lo que quisieran beber mis amigas, convencería a alguna de ellas a salir a por unas copas, algún lugar bailable interesante y besaría al primero que me encontrara ligeramente atractiva. Esta vida ya no estaba para ponerse muchos moños, me dolía el rechazo, pero me dolía mas otro viernes sin sexo. Sin un abrazo que me apretara, sin un cuerpo que me hiciera sentir su peso sobre el mío para acabar con todo esta sensación ingrávida de no saber a donde te diriges hasta el lunes, en que te vuelven a poner las marrocas del trabajo cotidiano. Yo tenia 3 días libres y era momento de ponerlos a explotar para no pensar en nada.

Para la tarde ya estaba bañada y depilada enteramente. Solo quedaba una compra de vuelos vía internet y tenia el vino listo para  festejar nuestro próximo destino a Grecia. Que bonita vida que teníamos ahora, mujeres independientes haciendo itinerarios entre Estambul y Atenas, ningún dueño que se resintiera por estos repentinos viajes, nadie echándote en cara el porqué gastas tu propio dinero  mas en placeres cercanos que en ahorrar para el futuro. Si, definitivamente había sido una buena decisión quedarme soltera, pero cuanto costaba tener una cita! Una maldita cita decente.

La edad madura traía el riesgo de volverse selectiva, ya no solo por físico de los hombres, sino por su léxico, por la seguridad al interactuar y por un montón de variables que hacía que los buenos prospectos escasearan. “Pero si son para llevártelos a la cama no para casarte con ellos” !!! -me repetía mi mejor amigo por el hilo telefónico. Pero vamos! Una conversación  mínimamente interesante, era lo único que pedía, una no le puede seguir la cuerda a un idiota así este en los abismos de la arrechura! Que una también  tiene sus limites caray!  Y si me tocaba un loco? Un paranoico? Un violento? Hasta ahora había tenido buen olfato para detectarlos antes de salir con ellos, pero con esa gentuza nunca se sabe.

Viernes 9 pm, la compra de pasajes había resultado una buena mierda, en lugar de festejar mi mejor amiga y yo bebíamos vino, frustradas por la lentitud de aceptar las tarjetas de crédito. Realmente nos iríamos en globo al otro lado del mundo, solo por que eso era lo que tocaba hacer? Desde que me dedicara por completo a invertir mi dinero en asuntos de placer, no había viaje al que me negara. Quería dar la vuelta al mundo, llenar mi pasaporte otra vez, llenarme de experiencias, olvidar que mi corazón ya no confiaba en nadie. Que no se lo volvería a confiar a nadie para que lo apresara con estúpidas normas de vida convencional. Me quedaba poco tiempo por delante, el reloj pesaba sobre mi como una amenaza constante. Nadie mas que yo comprendería mis razones. Lloramos un poco alrededor de ese vino barato y hacia las 10 de la noche comprendí que era mejor ponerse la pijama porque incluso las amigas te fallan un viernes, si el corazón les  explota por otros pendejos.

Yo no necesitaba llorar a nadie, no había amores recientes por quienes llorar, solo citas casuales, amores sin compromiso, nada demasiado grave. Eso era bueno, no? No llorar por nadie en profundidad. Apagué las luces y por la ventana abierta miré por ultima vez la ciudad. Nadie dijo que seria fácil. Me sentía abatida con la pijama puesta sin citas un viernes en la noche. Mil mensajes en las redes: Eres linda, eres sexy, mil tonterías para levantarte el ego, nada concreto, nada real. El mundo real apestaba. 

10:40 de la noche. Un mensaje al móvil. Hola, aceptarías salir conmigo? Era W.

Bastaron unas fotos de intercambio de fotos en pijamas aburridos para convencernos que no era nuestro tipo de plan para un viernes. Tampoco estábamos para conversaciones electrónicas y la noche era joven aun.

- Te veo en una hora- le dije - antes de volver a entrar a la ducha.

Esa noche conocí a W. un perfecto fuego humano. Rubio como el sol, con besos que asesinaban y un estupendo gusto musical de rock y heavy metal…Era el pago del universo a mis plegarias sexuales? La cita transcurriría casi perfecta para un viernes anormalmente lluvioso en Lima pero contra todo mi deseo esa noche yo tampoco tendría sexo.





viernes, abril 07, 2017

Ese Olvido que Seremos

Lo supo al momento de pagar en caja, ya no necesitaba pagar por aquellas dos lamparas de noche. De ahora en adelante ya solo necesitaría una. De pronto todo el espacio que antes ocupaban ambos se había convertido en uno solo. Ahora solo necesitaría un plato, una taza, habría mas espacio en el clóset. La vista desde su ventana se le antojaba más ancha ahora, vería el perfil de edificios que antes no le importaban. Sonrió ante la metáfora, quizá habría un tramo de vida que no se había permitido ver antes de él.
Salió al estacionamiento con estos pensamientos tristes encima. Su sombra se dibujaba por momentos larga y oscura en medio de todos los automóviles aparcados, coches tibios que aguardaban a sus dueños volver con bolsas de la compra para la semana, esperando al jefe de su clan. Eso significaba para él una familia, pensó con amargura, tener un clan para protegerse, un clan a quien guiar y contar historias, pero ella no había podido dárselo así que ahí estaban de nuevo ella y su bolsa con comida para uno, con una sola lámpara y con una sóla taza. Esa era la vida ahora.

Durante un tiempo había estado extrañándolo. Era un ejercicio matutino el imaginar donde dejaría la toalla mojada, de donde cogería los jeans, como buscaría sus zapatos. Luego despertaba, la cama estaba vacía, revuelta, nadie al lado, otra mañana sin él, demasiado pronto para acostumbrase solía decirse. Revisaba el móvil, aun no lo había eliminado, revisaba que hacia, mensajes antiguos, si cambiaba o no la foto, si la había llamado incluso por equivocación durante la madrugada. Una excusa para llamarlo de retorno. Hacía con obstinación todas esas cosas que el psiquiatra le había recomendado no hacer. Lo que intentaba a como de lugar era mantenerlo presente en su vida, que se había vuelto solo una rutina de angustia entre horarios de ida y venida; en algunos momentos pasar el dedo por alguna foto suya que hubiera sacado de los marcos era suficiente para darle un poco de calma. No quería olvidarlo, por qué debería hacerlo, si después de todo no deseaba a otra persona ocupando su lugar?

El olvido sin embargo empezó a darse de a pocos; cuando fantaseaba con él eran cada vez más frecuentes las veces que confundía su nombre con algún otro nombre corto. Al principio pensó que sería por el exceso de sueño por los antidepresivos, así que decidió dejar de tomarlos, era mejor poder mantener la fantasía y un poco de libido y mejor si era por él. A veces solo fantaseaba con su rostro debajo de las sábanas riéndose antes de tocarla, su cabello suave rozándola, a veces, partes de su cuerpo, la mayoría de veces su rostro dormido. Tenía varias fotos de él así, solo durmiendo, desde varios ángulos,  con filtros que iban del sepia al blanco y negro. Ese era su pasatiempo, tomarle fotos mientras se quedaba dormido, quizá si le hubiera dicho que le gustaba menos el sexo de lo que parecía, no le hubiera creído; decirle que prefería esos momentos de absoluto abandono, del sueño, del mismo sueño al que le huía ahora para no terminar olvidando su nombre.


Pasadas algunas semanas más, comenzó a dudar si lo bueno que habían vivido había sido real o había sido inventado. La distancia exalta las virtudes del amado, solía repetirse. Todos los trucos de la lógica y los libros de psicología, resaltaban con el tiempo los ampulosos defectos de su ex novio. Sacaban a la luz sus debilidades y defectos, hacían visibles todos esos días en que no hubo amor ni nada parecido entre ellos. En que el vacío fue rellenado a tientas por una sustancia viscosa mas parecida al miedo de quedarse solos. Su dedo repasó una vez mas la foto donde ambos sonreían a la cámara en una de sus primeras tardes felices. Había conservado esa foto entre las demás no por el rostro de él que ya conocía de memoria apenas cerraba los ojos, sino por esa aura de entrega absoluta que había en sus propios ojos abrazada por él. No volvería a tener esa confianza nunca por ningún hombre, se dijo, quizá eso era lo que mas extrañaba. Se contuvo una lágrima. No, reflexionó después, eso era solo obra del verano y el vino.

sábado, septiembre 04, 2010

Viernes: De café y otras canciones.

Hola
Te acuerdas de mí? Soy la que dibujaba caritas en la servilleta mientras esperaba llegar su café. La que te dijo que te quería entre dientes, en ese sueño que jamás compartimos. Yo fui la del vestido azul, la que se quitó todo y bajo los anteojos empañados te dijo que prefería soñar a seguir viviendo.

Ahora, mientras te digo esto bailo un poco, de aquí para allá moviendo los dedos en pos de rasgar la realidad que nos separa a millas de distancia. Me muevo y parezco feliz, creo que lo soy y la única razón es una nueva canción, que cosas mas pequeñas pueden moverme a ser feliz de nuevo y a querer escribirte y perderme en el océano de teclas blancas y negras, mi piano personal desde donde te canto que quisiera verte esta noche, para una charla de Viernes de Café, para un viaje al pasado.

Te hablo, quisiera hablarte de muchas cosas, pero me mueve la incontinencia de ideas, mis recuerdos de viajes a tientas por el mundo de los sueños, de mis fantasías de niña boba. Sabes? Quisiera tanto hablarte! Extraño oir música y bailar con el alcohol dejando raíces quemantes en las nervaduras de mi espalda que se descontractura mientras me besas el oído. Extraños placeres, no me juzgues por querer perderme nuevamente en tu pupila que crece como un lirio oscuro en el mar color té de tu iris.

No me juzgues, no me juzgues...a veces hablo como ebria, pero entiende que cuando pasa eso, es que estoy oyendo música, abriendo y cerrando los ojos mientras escribo, poseída por eso que yo llamo Satisfacción. Sé que estoy loca y aunque sufra por no hacerlo notar ...por ocultar estas sensaciones que brotan de mi incontenibles mientras discurro por la vida...Siempre salen a flote y quedo al descubierto, como la mujer que ha perdido la razón y se arroja a la vida, desnuda, amenazando con su sexualidad lo que no puede controlar con su palabra.
No me tengas miedo, vamos, es sólo un discurso vacuo de fin de semana. Estás leyendo mi diario, si no te digo la verdad aquí, tampoco mientras caminemos. Tenía un cuento entre manos, pero siempre los dejo, tal vez necesito de alguien que me inspire a hacer cosas que no me den lucro y que me diga que soñar es más bacán cuando lo terminas escribiendo, así sea sólo para ese placer personal, pequeño, genial...esa satisfacción de haber parido una historia que antes de escribirla tu, nadie la conocía.

Te quisiera mostrar mi canción de hoy...Me ha puesto de tan buen humor, que hoy quisiera dar muchos besos, bailar pegada, bebiendo un poco...Yo que sé...esto no es una invitación, pero debería serlo...Esto no es un blog educativo tampoco, sólo es algo que muestra como soy Yo, la que te escribe, la que te sueña, la que recuerda y añora un paseo por la ciudad de los sueños rotos.

jueves, julio 15, 2010

Charlas de Café: Los Juguetes

Hace mucho que no hablamos. Tal vez porque dejé le café por un tiempo y me acostumbré a los tés frutados. No sé si te gustan, así como no sé si te gustan las películas de ficción o si prefieres el suspenso.

Yo voy poco al cine y cuando voy ya no lloro, porque antes iba sola y me hundía en la butaca a disfrutar hasta la última letra, a enterarme el nombre del soundtrack o ver si hay alguien con nombre raro metido en el equipo de producción. Me pregunto cuando saldrá esa película en la que me agradecen la colaboración. ¿Me la agradecerán? Cuando me preguntaron mi nombre para ver como sería escrito, no sabía si decir el real o el de Laura Hammer, pero el gringo alto aquél a lo mejor se hubiera reido de mi atrevimiento. El Martillo se me quedón en la cartera mientras decía con voz temblorosa mi nombre y un sólo apellido.

No me apena el no llorar en el cine, pero en las últimas semanas lo único que hice fue leer las reseñas sobre Toy Story 3 y sobre las muchas personas alrededor del mundo a las que les había robado alguna lágrima. Yo estaba consternada porque fui a ver a la película a propósito de saber cuál era esa parte donde mi ex había llorado, pero que bah! Yo la mas sensible de todas las mujeres, no derramé una sóla lágrima.

Fue hasta semanas después que al preguntar aquí y allá resultó que la parte dramática del asunto, para el espectador promedio era aquella en la que el niño adulto se despide de sus juguetes, en su último juego en el jardín, pues al parecer ese acontecimeinto tocaba una fibra sensible de la vida de cualquier adulto actual.

Yo no lloré y ahora sé porqué. Tal vez porque yo nunca tuve una despedida real de mis juguetes preferidos y jamás dije adiós a la infancia aunque tal vez si a la inocencia. Un día me fui de casa a estudiar y pensé que siempre podría volver pero no fue cierto, apenas si algunos meses para las vacaciones, o unos fines de semana en que prefería ir a la playa que buscar entre las bolsas mohosas algunresto de las muñecas que tardé en vestir.

Yo me había ido sintiéndome niña y nunca fui conociente de que ya no lo era hasta hoy en que escribo y comprendo que ningun juguete de la niñez aguarda físicamente mi retorno. Yo no me despedí, porque pensé que no me había ido. Regrese como vuelven los fantasmas, sin la conciencia de que ya están muertos para todos. Así que mientras yo me seguí viendo niña, todos los demás ahora veían una joven mujer a la regresaba.

No iré al cine este fin de semana, me quedaré en casa mimándome un poco y disfrutando de las pequeñas licencias que da el volverse adulta, mientras en mi cama sueño, con que no me he ido, con que jamás crezco, con que en mi habitación esperan todos los juguetes que perdí, los pequeños secretos. Mi mundo fantástico al que solo vuelvo mientras duermo.

Nos tomamos otro?

La Cita

  Su voz es del color del sol, se ha acercado  con paso seguro  sin prisa a la mesa donde sorbo un te del que apenas detecto que es de frut...