domingo, agosto 05, 2018

Parte 3: Un Día sin sexo (en Lima)

Un dia sin sexo
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Esa mañana desperté con la certeza de que no pasaría un día mas sin tener sexo. Era viernes, mi día libre y tenia 24 horas por delante para lograr que mi deseo ocurriera. Lavada la cara con agua fría, meditaba con cara de autómata frente al espejo el paso a paso de como le diría que quería que pasáramos otra noche juntos. Nuestra química había sido ideal, pero habían pasado algunas semanas de aquello  sin casi hablarnos y el orgullo me lo estaba comenzado a tomar con soda ante el escozor de mis últimas urgencias.
El era francés, comprendería de esas necesidades sin tener que dilatar el tema con falsos coqueteos de tira y jala. El recuerdo de esa noche aun lo tenía bastante fresco en mi memoria, había sido un interesante pre  y un largo y cariñoso post que nos mantuvo todo el fin de semana en cama; era imposible que rechazara una oferta tan tentadora. Mi formula sería lanzárselo directo y abocadejarro apenas comenzara el día, así me evitaba los arrepentimientos y la ansiedad que me producía la duda que me rechazara, o que simplemente me dejara en visto. Para estas cosas una llamada telefónica sonaría demasiado íntima y comprometedora, era mejor un sex- mensaje, limpio, claro y directo, pero primero rompería el hielo con una imagen caricaturezca de una pareja  teniendo sexo para dar los buenos días,  luego lanzaría mi fórmula favorita: 

-Quieres venir a casa a jugar hoy?

La respuesta no se hizo esperar mucho. D. estaba escribiendo… D. Se tardaba escribiendo, mal síntoma siempre.

La bofetada comenzaba con un “ Me encantaría “ y terminaba con un “tengo el fin de semana full”
Nadie tiene el fin de semana enteramente ocupado para sexo ardiente y sin complicaciones, me dije.  Quién se puede negar a eso? Quién se puede negar al sexo gratis? Había sido malo el sex conmigo? No, imposible. Era un No definitivo que dolía como pelota de tenis directo al pecho, pero  al menos era mejor que las respuestas vagas de mis compatriotas: “Vamos viendo…” “Yo te aviso…” “Cualquier cosa te llamo…” En que habían terminado las comunicaciones humanas? Sentía la boca seca y el orgullo herido antes de la hora del desayuno. Vaya combinación para un viernes!
Si bien ya tenia alguna experiencia en relaciones, noviazgos, amigos-con-derechos, citas fugaces, aun me costaba acostumbrarme al hecho de que con la modernidad y el uso de internet el sexo se había convertido en una moneda de cambio tan usual que lo menos que querían los hombres (sexys y no tanto) era repetir pareja si podían seguir probando ad infinitum.

Yo era de la vieja escuela. Esa que te enseña que si el sexo sale bueno debes repetirlo y repetirlo hasta que deje de serlo. Pero los hombres que había conocido este año no habían leído ese Manual  Carreño de las relaciones íntimas y no estaban dispuestos a repetir cita con la misma pareja con el riesgo de enamoramientos, mujeres obsesivas o compromisos ulteriores. Todos los guapos que conocía parecían vivir con la obsesión de que alguien les robaría su semen como sise tratara del fuego sagrado o que las mujeres con las hicieran empatía reclamarían luego algún tipo de beneficio económico o de relación caprichosa que los forzara a algo en el futuro. Era el 2018 y todos vivíamos muy paranoicos con que nos vivieran y nos pincharan el globo dorado del amor sin compromisos.
Que me quedaba sino salir corriendo por toda la playa a que se me bajara la ansiedad y la vergüenza. Acababa de tomar el riesgo de mostrar mis fichas y las habían rechazado gentilmente. Había otra mujer ya? De seguro que si. Alguna mas joven, quizá ? Alguna que si tuviera cariño a los niños? Recordé que habíamos charlado antes de irnos a la cama, una cita interesante sin duda, pero… Tan malo era que a mi edad no demostrara un instinto materno para compatibilizar en una cita con papás solteros? Tan riesgoso el que yo no quisiera ninguna relación amorosa posterior? Se vería esa actitud tan mala en una mujer? Debía fingir que si me interesaba algo serio para poder tener algo gratamente pasajero? Demasiadas variables que me ponían paranoica y el tipo no daba la tela para tanto. Era momento de racionalizar y hacer un análisis completo de fortalezas y debilidades que pusieran en equilibrio que tanto me gustaba su cuerpo sudado cerca al mío o que tantos días podría resistirme a pensar que sus besos si me transmitían algo mas que solo la pasión de una relación casual. 
Eso de los besos ricos siempre era un riesgo. Una debilidad mía. Los besos y la charla inteligente que me retara, las bromas agudas, su barba suave, su olor…Había comenzado a divagar, las ganas de sexo me estaban confundiendo los sentimientos por este tipo. Era mejor correr hasta que doliera.

El día a partir de ese momento comenzó a transcurrir lento y con ganas de alguna droga legal que me adormeciera un poco. Pensé en el Gurú, mi primera vez fumando hierba. Ese recuerdo también debía desplazarlo de mi mente. Mi carne comenzaba a sentir nostalgia por otras carnes y eso podía cocinar un coctel molotov  de sentimientos con consecuencias imprevisibles.
Tendría que esperar hasta la noche para ir por unos vinos, unas cervezas, lo que quisieran beber mis amigas, convencería a alguna de ellas a salir a por unas copas, algún lugar bailable interesante y besaría al primero que me encontrara ligeramente atractiva. Esta vida ya no estaba para ponerse muchos moños, me dolía el rechazo, pero me dolía mas otro viernes sin sexo. Sin un abrazo que me apretara, sin un cuerpo que me hiciera sentir su peso sobre el mío para acabar con todo esta sensación ingrávida de no saber a donde te diriges hasta el lunes, en que te vuelven a poner las marrocas del trabajo cotidiano. Yo tenia 3 días libres y era momento de ponerlos a explotar para no pensar en nada.

Para la tarde ya estaba bañada y depilada enteramente. Solo quedaba una compra de vuelos vía internet y tenia el vino listo para  festejar nuestro próximo destino a Grecia. Que bonita vida que teníamos ahora, mujeres independientes haciendo itinerarios entre Estambul y Atenas, ningún dueño que se resintiera por estos repentinos viajes, nadie echándote en cara el porqué gastas tu propio dinero  mas en placeres cercanos que en ahorrar para el futuro. Si, definitivamente había sido una buena decisión quedarme soltera, pero cuanto costaba tener una cita! Una maldita cita decente.

La edad madura traía el riesgo de volverse selectiva, ya no solo por físico de los hombres, sino por su léxico, por la seguridad al interactuar y por un montón de variables que hacía que los buenos prospectos escasearan. “Pero si son para llevártelos a la cama no para casarte con ellos” !!! -me repetía mi mejor amigo por el hilo telefónico. Pero vamos! Una conversación  mínimamente interesante, era lo único que pedía, una no le puede seguir la cuerda a un idiota así este en los abismos de la arrechura! Que una también  tiene sus limites caray!  Y si me tocaba un loco? Un paranoico? Un violento? Hasta ahora había tenido buen olfato para detectarlos antes de salir con ellos, pero con esa gentuza nunca se sabe.

Viernes 9 pm, la compra de pasajes había resultado una buena mierda, en lugar de festejar mi mejor amiga y yo bebíamos vino, frustradas por la lentitud de aceptar las tarjetas de crédito. Realmente nos iríamos en globo al otro lado del mundo, solo por que eso era lo que tocaba hacer? Desde que me dedicara por completo a invertir mi dinero en asuntos de placer, no había viaje al que me negara. Quería dar la vuelta al mundo, llenar mi pasaporte otra vez, llenarme de experiencias, olvidar que mi corazón ya no confiaba en nadie. Que no se lo volvería a confiar a nadie para que lo apresara con estúpidas normas de vida convencional. Me quedaba poco tiempo por delante, el reloj pesaba sobre mi como una amenaza constante. Nadie mas que yo comprendería mis razones. Lloramos un poco alrededor de ese vino barato y hacia las 10 de la noche comprendí que era mejor ponerse la pijama porque incluso las amigas te fallan un viernes, si el corazón les  explota por otros pendejos.

Yo no necesitaba llorar a nadie, no había amores recientes por quienes llorar, solo citas casuales, amores sin compromiso, nada demasiado grave. Eso era bueno, no? No llorar por nadie en profundidad. Apagué las luces y por la ventana abierta miré por ultima vez la ciudad. Nadie dijo que seria fácil. Me sentía abatida con la pijama puesta sin citas un viernes en la noche. Mil mensajes en las redes: Eres linda, eres sexy, mil tonterías para levantarte el ego, nada concreto, nada real. El mundo real apestaba. 

10:40 de la noche. Un mensaje al móvil. Hola, aceptarías salir conmigo? Era W.

Bastaron unas fotos de intercambio de fotos en pijamas aburridos para convencernos que no era nuestro tipo de plan para un viernes. Tampoco estábamos para conversaciones electrónicas y la noche era joven aun.

- Te veo en una hora- le dije - antes de volver a entrar a la ducha.

Esa noche conocí a W. un perfecto fuego humano. Rubio como el sol, con besos que asesinaban y un estupendo gusto musical de rock y heavy metal…Era el pago del universo a mis plegarias sexuales? La cita transcurriría casi perfecta para un viernes anormalmente lluvioso en Lima pero contra todo mi deseo esa noche yo tampoco tendría sexo.





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