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domingo, abril 25, 2021

Asímetrias. Mi historia con L

 Veo la onda que hace su cabello castaño oscuro junto a su cara, la luz de la ventana se filtra hacia su expresión tan cercana a lo que es el. A veces una duda y otras la dulce resignación a la certeza. Lo miro con detenimiento, la fotografía es reciente y la examino de hito en hito, lleva una camisa gris y la cara a 3/4 junto a una ventana, mirando a la cámara. Me gusta que sus pupilas se mantengan simétricas en el objetivo. Veo su mirada clara, sus ojos del color marrón  que he tratado de descifrar cuando nuestros rostros están cerca. Ese color que es mas oscuro que el te. En algún dialecto deben tener el nombre exacto de ese tono de marrón, así como en algún lugar debe haber una palabra que defina con más precisión el lazo que tenemos. 

Veo su nariz, su boca, sus cejas en perfecta simetría  de donde deberían estar y eso parece suficiente para pensar que es un hombre lindo. Cuantas mujeres dirán: El es un hombre que me llevaría a la cama. Pero yo se un secreto que ellas aun no saben, que es aun mas lindo cuando abre la boca y descubres que la hilera de los dientes tiene un defecto, que me encanta y le da la expresión de niño travieso que muestra cuando es feliz por algo. Amo ese defecto, es mi secreto. Esa sonrisa no esta hoy pero la foto es todo el. Suficiente para que cualquier mujer piense que es atractivo. Se me escapa un elogio y el lo esquiva culpando al peluquero que no ve hace meses desde empezada esta situación. Yo agradezco mentalmente que quizá esta enfermedad haya desaparecido al peluquero para siempre y no vuelva a cortar ese cabello que en estos momentos desearía acariciar. Es la culpa del peluquero que nunca lo haya visto como lo vea hoy, en que esa onda de cabello rodea su cara. Que no lo haya visto antes con estas ganas irresistibles de tocar su melena con ternura, acariciar su barba y tener junto a mi su mirada? 

Que lo hace hoy tan diferente? Que podría amarlo lentamente el resto del dia?


Su barba es mitad gris y me pregunto cuando paso eso? Cuanto tiempo ha pasado desde nuestro primer encuentro? El ya podría ser el padre amado en una familia numerosa. Yo ya podría estar en mi segundo divorcio. Pero quien hubiera vivido entonces los fines de semana de gritos apagados contra la almohada, de sudor y de anhelo? Quien ese escape sin planear a un lugar en Costa Rica? Quien tendría estos recuerdos de primera cita en un restaurante tranquilo, su abrigo rojo al final de la mesa, las luces tenues y su voz cambiando de entonacion para demostrarme las diferencias en el significado correcto de las palabras en chino mandarin según el sonido usado. 


Otra vez las palabras...en que tono de hechizo debió decirme que estaba feliz de verme para que yo le creyera y me fuera con el sin dudarlo?

No fue su tono, quizá esa noche no hubo ningún elogio para mi de su parte. Indescifrable desde el inicio. Si esa noche estaba bella o no, no me lo diría nunca. Me deseaba? Yo, no entendía la insistencia de tres semanas por esa cita. Pero al verlo me arrepentí de haber dudado tanto tiempo para vernos. El trayecto que me separaba de él me pareció tan largo, pero ahí estaba el y su sonrisa, sus manos, su barba. Que tenia el que atrapaba mi curiosidad? Hablamos de experiencias, de libros, de los míos y de los suyos, de viajes, de Asia y de Turquía, yo estaba a solo a unas semanas de irme para allá. Luego hubo un beso, creo. Al volver del baño me pregunto si dormiríamos juntos. Yo acababa de pedir otra bebida y sentí que me atoraba. Por que arruinar una hermosa conversación con el sexo?! Como es posible! Reaccione de mala gana. No sabia si pararme e irme. Estaba mareada entre lo que sentía y lo que quería hacer. No me iría estaba escrito. 


A mitad de las escaleras, con la falda corta y los zapatos taco aguja, me detuve a decirle algo ofendida que ni siquiera me había dicho algo amable,  que si quería dormir conmigo dijera que es lo mas  sensual que había hallado en mi. Contesto sin pestañear que le parecía sexy que hubiera tenido la paciencia de leer a Pamuk hasta el final. 

Me beso, lo bese, había un ardor entre nosotros. Las pantimedias se mojaron cuando el me abrazo la cintura. No era broma yo lo deseaba desde que lo vi. Antes incluso de todas las palabras.

Y ahora ya habían pasado algunos años  de conversaciones, de deseos ocultos y de deseos explícitos, algún viaje juntos en que nos conoceríamos en mas profundidad aprendiendo a equilibrar el fuego y la ternura en proporciones no catastróficas, incluso casi habíamos tenido un amago del fin del mundo y aquí estábamos, sin desconectarnos. Las parejas y los corazones rotos habían pasado en nuestras vidas y nosotros seguíamos allí. Lejos y cerca, perfectos. Acariciando el fuego sensual que nos unía  con las manos y las palabras, amansandolo, sin que llegue a apagarse ni a encenderse tanto que incendie la pradera hasta perdernos.

Ambos huíamos de la desesperación de los sentimientos que consumen demasiado rápido. Y se nos dio el tiempo para conocernos de a pocos, en escasos momentos que parecieron eternos. 


Yo se qué hay asimetría en el sentimiento, que nada es eterno. Que la ansiedad que siento hoy por tenerlo otra vez entre mis brazos y mis piernas se apagara al entender por fin que no es mutuo ese deseo irresistible de lanzarse al amor y al dolor que este genera siempre. Porque quien quiere amar debe ser consciente que sufrirá y hay cierto valor en querer arrojarse a experimentar ese viaje entre la delicia de tenerlo todo y el dolor de perderlo. Que vanidad la mía, esperar que alguien sienta como yo en el momento en que yo lo siento. Por eso dejo pasar el tiempo, que pase y se lleve esta ansiedad, este deseo, estas ganas. Envejecer y hacerse sabio.


Quizá un día dentro de muchísimos años en la rutina de la madurez, el haga una pausa a su lectura, cruce la estancia para coger una taza de te de la mesa y le atraviese de pronto mas aguda que una lanza, la certeza de que hubo alguien alguna vez en algún tiempo que pudo haber disfrutado esa taza con el y ese té quizá hubiera sido incluso mas dulce que a como es ahora. En ese momento quizá  le sobrecojan un sinfín de imágenes y recuerdos que no formaron juntos, una caminata en el mar, un domingo en la tina, una pelea tonta por el gato, una lagrima, un portazo una reconciliación en el sofá, unas velas, una imagen a contra luz de los dos amándose lento, centímetro a centímetro, recuerdos de otra realidad, toda una vida que nunca existió. Quizá en en ese momento le coja el mismo sentimiento irresistible que tuve yo al ver su foto, esas ganas de coger el teléfono, correr a verlo, recuperar el aliento al estar frente a su mirada. Recordar lo perfecto que es cuando nos besamos. Quiza pase de verdad y le duren 5 segundos esa mezcla de dolor dulzón y anhelo a lo imposible. Tal vez suspirara como yo con ese dolor. Yo hacia el tiempo que vendrá  sin el. Y el hacia el tiempo pasado sin mi. Serán 5 segundos de completa simetría para el sentimiento, en que el tiempo se detendrá y será perfecto para ambos. Lleno de posibilidades, lleno de valor, de intenciones. Luego, volverán los relojes a acomodarse y la asincronía de este sentimiento seguirá su curso. Seguiremos caminando a espaldas uno del otro, lejos, dirigiéndonos a vivir la vida perfecta tal como la hemos diseñado, pensándonos, unos mirando al pasado y otros mirando al futuro. Sin culpas, tranquilos en la ignorancia de lo que pudo haber sido.


viernes, mayo 12, 2017

Intimidad


Veo la Tv recién puesta en la pared de la habitación y siento que de pronto me he convertido en una más de la panda de solteros irremediables y que por propio gusto, he llegado a conocer en mi vida. Sus habitaciones siempre son iguales, camas grandes comodísimas, con pantallas de TV enormes que abarcan media pared, alguna máquina de ejercicios cerca, mesas de noche con libros o no, los infaltables y modernísimos aparatos electrónicos en la cama, para conectarse a todas las redes sociales existentes y por supuesto, ropa colgada y perfectamente planchada, siempre por alguien mas.

He llegado a conocer a muchos solteros, como yo, que acondicionan la habitación con cortinas para que se oscurezca incluso a medio día y con luces localizadas para iluminar a distintas graduaciones en medio de la noche más oscura. Espejos cerca nunca sobran y bandejas para la comida. Todo lo que sea posible para no tener que salir de casa. He llegado a conocer gente con el frigobar dentro de la habitación, para no tener que caminar descalzo a medianoche. Personajes llenos de manías y rituales, que una pareja viene a romper temporalmente, por suerte.

 Con mi nueva pantalla me siento una más de esa legión de personas que te repite en medio de alguna conversación honesta, que a la gente "como nosotros" es mejor no quererla atar con matrimonios ni mucha convencionalidad.  Yo me he querido atar y por voluntad propia, me han dejado y he dejado y no hablo de las relaciones de pocos meses de conocidos, sino de esas supuestamente serias, con familia y cura incluidos. Las difíciles de romper, con anillos y maldiciones de por medio.

No es que mi intención haya sido volverme una solterona sin remedio. Tampoco que tenga mala suerte ( o si?) Pero en medio de la vida moderna y de poder conseguir por tu propia mano todo...Por qué debes acoplarte a las manías de otra persona que probablemente solo te quiere a medias? Que te tolera con tantas o más dudas que tu? Que sigue frecuentando las paginas sociales en busca de algo o alguien que le provea algo que tu ya dejaste de proveer? Ambos lindos para la foto, pero una relación eterna?? No way!!

Es una competencia injusta, eso de la experiencia versus la novedad. La novedad siempre gana, incluso mala. No se puede ser interesante toda la vida, hay un millón de mujeres diferentes a ti pululando en pos del hombre que tienes al lado. Deberías buscar una espada y cuidarlo como si fuera un tesoro? Después de estas ultimas décadas de acostumbrarnos a tener todo al alcance de la mano, de cambiar artefactos antes de los cinco años, la ropa tirarla antes de que cambie de color y los zapatos cambiarlos apenas pasaron de moda, pues las parejas no se vuelven la excepción. Si no me cuidas, debería cuidarte más yo?

Hay una línea genial de una de esas películas malas que una ve por error. Ambos protagonistas ya deben promediar los cuarenta años y acaban de tener su primer encuentro sexual, están abrazándose agotados en la típica pose cucharita, ; ella suspira y  una espera que dirá el típico Te amo,  pero no, ella solo dice sin entusiasmo: Estoy cansada de ser graciosa.  Y suena tan sincero!  Que el solo responde Yo también. Luego se quedan dormidos.

Muchas veces después de las primeras citas y de por fin haber llegado al tema sexual, una solo quiere confesar que se cansó de intentar parecer graciosa o interesante- No lo nieguen, nadie va con cara de culo a una primera cita- Que el chiste no dura para siempre y que no me van a parecer trascendentales todas las charlas que se le ocurran al susodicho en cuestión.
A veces si, el hechizo se prolonga y las conversaciones se suceden unas a otras llegando a ser buenas tanto en el pre, el post como durante el mismo sexo (Si, si se puede hablar en medio del sexo si el no muere de ablandamiento) pero en la mayoría de veces esa intimidad de conversaciones buenas solo dura lo suficiente como para tener una charla honesta sobre que no quieres ver en la TV hoy y cuando quieres terminar esa relación que no va a ningún lado. Todas las conversaciones intermedias son dignas de olvidar, si no las relaciones no terminarían. Ni se tendrían parejas nuevas, no?

Las charlas de término siempre serán difíciles, incluso para los solteros empedernidos. Para los de las mil relaciones, peor si eres mujer en un país como este y debes cargar cierto estigma por haber roto varios compromisos. Así la relación lleve varias semanas de solo pasarse el pan con mantequilla y no decir una palabra o el sexo se haya vuelto de regular a malo y las conversaciones en común no tengan un ápice de gracia. El último acto de intimidad entre dos personas siempre llega con el rompimiento, como leí por ahí entonces, Herir a alguien se convierte en  un acto de involuntaria intimidad.


viernes, abril 07, 2017

Ese Olvido que Seremos

Lo supo al momento de pagar en caja, ya no necesitaba pagar por aquellas dos lamparas de noche. De ahora en adelante ya solo necesitaría una. De pronto todo el espacio que antes ocupaban ambos se había convertido en uno solo. Ahora solo necesitaría un plato, una taza, habría mas espacio en el clóset. La vista desde su ventana se le antojaba más ancha ahora, vería el perfil de edificios que antes no le importaban. Sonrió ante la metáfora, quizá habría un tramo de vida que no se había permitido ver antes de él.
Salió al estacionamiento con estos pensamientos tristes encima. Su sombra se dibujaba por momentos larga y oscura en medio de todos los automóviles aparcados, coches tibios que aguardaban a sus dueños volver con bolsas de la compra para la semana, esperando al jefe de su clan. Eso significaba para él una familia, pensó con amargura, tener un clan para protegerse, un clan a quien guiar y contar historias, pero ella no había podido dárselo así que ahí estaban de nuevo ella y su bolsa con comida para uno, con una sola lámpara y con una sóla taza. Esa era la vida ahora.

Durante un tiempo había estado extrañándolo. Era un ejercicio matutino el imaginar donde dejaría la toalla mojada, de donde cogería los jeans, como buscaría sus zapatos. Luego despertaba, la cama estaba vacía, revuelta, nadie al lado, otra mañana sin él, demasiado pronto para acostumbrase solía decirse. Revisaba el móvil, aun no lo había eliminado, revisaba que hacia, mensajes antiguos, si cambiaba o no la foto, si la había llamado incluso por equivocación durante la madrugada. Una excusa para llamarlo de retorno. Hacía con obstinación todas esas cosas que el psiquiatra le había recomendado no hacer. Lo que intentaba a como de lugar era mantenerlo presente en su vida, que se había vuelto solo una rutina de angustia entre horarios de ida y venida; en algunos momentos pasar el dedo por alguna foto suya que hubiera sacado de los marcos era suficiente para darle un poco de calma. No quería olvidarlo, por qué debería hacerlo, si después de todo no deseaba a otra persona ocupando su lugar?

El olvido sin embargo empezó a darse de a pocos; cuando fantaseaba con él eran cada vez más frecuentes las veces que confundía su nombre con algún otro nombre corto. Al principio pensó que sería por el exceso de sueño por los antidepresivos, así que decidió dejar de tomarlos, era mejor poder mantener la fantasía y un poco de libido y mejor si era por él. A veces solo fantaseaba con su rostro debajo de las sábanas riéndose antes de tocarla, su cabello suave rozándola, a veces, partes de su cuerpo, la mayoría de veces su rostro dormido. Tenía varias fotos de él así, solo durmiendo, desde varios ángulos,  con filtros que iban del sepia al blanco y negro. Ese era su pasatiempo, tomarle fotos mientras se quedaba dormido, quizá si le hubiera dicho que le gustaba menos el sexo de lo que parecía, no le hubiera creído; decirle que prefería esos momentos de absoluto abandono, del sueño, del mismo sueño al que le huía ahora para no terminar olvidando su nombre.


Pasadas algunas semanas más, comenzó a dudar si lo bueno que habían vivido había sido real o había sido inventado. La distancia exalta las virtudes del amado, solía repetirse. Todos los trucos de la lógica y los libros de psicología, resaltaban con el tiempo los ampulosos defectos de su ex novio. Sacaban a la luz sus debilidades y defectos, hacían visibles todos esos días en que no hubo amor ni nada parecido entre ellos. En que el vacío fue rellenado a tientas por una sustancia viscosa mas parecida al miedo de quedarse solos. Su dedo repasó una vez mas la foto donde ambos sonreían a la cámara en una de sus primeras tardes felices. Había conservado esa foto entre las demás no por el rostro de él que ya conocía de memoria apenas cerraba los ojos, sino por esa aura de entrega absoluta que había en sus propios ojos abrazada por él. No volvería a tener esa confianza nunca por ningún hombre, se dijo, quizá eso era lo que mas extrañaba. Se contuvo una lágrima. No, reflexionó después, eso era solo obra del verano y el vino.

La Cita

  Su voz es del color del sol, se ha acercado  con paso seguro  sin prisa a la mesa donde sorbo un te del que apenas detecto que es de frut...