Ya casi es primavera y sin embargo el frío y la humedad de Lima hacen temblar las rodillas cuando bajo del taxi con el vestido corto. Hace mucho que vivo aquí, los jardines ordenados, las librerías, los cafés y pastelerías. Todo lo que antes me llamaba la atención hoy me parece algo familiar y cercano, probablemente yo sea también parte de la decoración de este lugar, la chica que se vuelve mujer y que va de los vestidos cortos a las botas altas según la estación, haciendo citas en busca de una mejor conversación que esta vez termine en algo menos superficial.
El restaurante es nuevo, mi maquillaje y vestido también lo son, solo mi rostro ha envejecido, ahora me tiño el cabello para ocultar canas y llevo lentes de lectura guardados en la cartera por si hay que leer con atención el menù. Hoy ya no me cito con personas desconocidas, hermosas personas a las que he admirado por lo que escriben o por su humor negro tan parecido al mío. Pocas veces he salido con personas dulces, me generan desconfianza, aquellos que se muestran demasiado buenos o demasiado perfectos, me gustan las personas que cuentan alguna herida incluso cuando no tienen la intención de hablar sobre eso. Pero hoy ya no salgo tampoco con ellos, ahora hago citas de almuerzos y cafés solo con los que verdaderamente demostraron ser amigos, con los que llevo años hablando de los mismos temas y nunca se desgastan. Los que me han visto cambiar de novio, de vestidos, de opinión y que me han preguntado siempre sobre cual es el ultimo libro que puedo recomendarles o comentarles una película nueva que sea vieja en realidad, intercambio con ellos sobre cual es el ultimo lugar donde han estado, el próximo donde ya sueño estar. Hablamos de películas, de gente que no tenemos en común pero de las que nos llama la atención su vida, su tozuda forma de aferrarse a la vida, a veces reímos y a veces hablamos en serio. Vivo fascinada por la vida de mis amigos, cambian de mujeres, de novias, de vicios, de lugar de vivienda pero en el fondo nunca dejan de ser cercanos. Sus tics, sus manías, sus gustos, muchas veces los amigos son la familia que no ha estado conmigo cuando físicamente la necesitaba. O son las personas que me han respondido las dudas cuando comenzaba a dudar de todos. Mis amigos no se conocen entre si, lo he dicho. Tienen gustos, ropas, tendencias políticas diferentes pero cuando hablamos todo fluye como si yo volviera a tener veinte años y fuera fácil hablar y reír de lo que sea.
Cuando pierdo la esperanza, cuando conozco algún nuevo alguien que me decepciona y me arranca el corazón a mordiscos, paso temporadas sola, escribiendo, meditando, caminando por plazas y parques. Leyendo en silencio hasta que pueda salir de nuevo a flote y entonces de nuevo cuento con los amigos, vamos a almorzar, por un postre, les cuento mis novedades. A nadie le parece admirar lo que le cuento, no doy nombres, pongo un apodo nos reímos de lo triste que es el amor no correspondido, de los idiotas que son los hombres que conozco, de lo maravilloso que es hablar conmigo. Y les creo, porque necesito creerles, me cobijan sus palabras y sus mimos. No salgo en citas con gente que podrían ser mis amigos, porque me dejo deslumbrar por otro tipo de brillos y en esa incandescencia me pierdo y me derrito. A veces planeo viajes fuera del pais en pos de alguien, a veces les cuento que alguien cruza un océano por venir a verme. No dura, nunca dura, porque el enamoramiento es esa ficción que es perfecta mientras creemos en ella y luego vienen las grietas, las realidades, alguien que te dice a la cara en un ataque de soberana pedantería que se equivocó contigo. Que no vale la pena, que hay que seguir como si nada. Y yo sigo como si nada, pero a la próxima vez apuesto de nuevo. El amor nunca se acaba, ni la ficción, ni este escenario gris, húmedo de donde cuelgan madreselvas y a lo lejos vuelan gaviotas en un mar sin nombre. Este escenario no se acaba y al bajar el telón ya soy otro elemento mas de la utilería, la chica que se hizo mujer, la mujer que va en busca de un café y un postre y camina al lado del mar ideando historias para contar a los amigos. Los amigos que duran mas que los amantes, los amigos que se quedan a beber café cuando todos se han ido.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario