domingo, noviembre 02, 2008


Siempre que vuelvo a escucharlo me invade esa sensación de momentos perfectos, no puedo sino cerrar los ojos e imaginarme en una calle de brisa tibia y calzada empedrada. Su música entonces se me confunde con todas esas risas y esas miradas distraídas de la gente que camina sin ver. Yo soy invisible entonces, mi cuerpo flota en su música y deja rastros de si en als paredes de aquella ciudad perdida en mi memoria. Soy invisible, como ahora, en medio de la cama de sábanas color mantequilla y las almohadas de colores.

Hay tanta gente como él, imagino a gente genial componiendo música que solo oiré yo, de la que solo yo sabré el significado, el extraño poema que reunen dos o tres frases sueltas. Esa música que lo une todo como un hilo conductor de tiempo, espacio y persona. La armonía perfecta.

Yo...debería estar dormida...pero no sé a lo mejor es que recordé eso del valsecito de Tacuarembó y entonces la máquina inerte de mis sueños mas caros de pronto click! comenzó a funcionar de nuevo.

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Otoño en Lima

Es lo primero que escribo luego de una larga temporada. No era mi intención hacerlo, pero el café y este cielo nublado son malos consejeros....