miércoles, diciembre 27, 2006

Los muchos Yo

Nos hallamos el día que dejé de buscar y me senté en la vereda a admirar el paisaje. Densas nubes acababan de pasar por el cielo gris y la ciudad aun húmeda por la transpiración de miles de árboles.
Digo nos hallamos, no pensando en alguien en especial (o quizás si) Cuando hablo de hallarnos, hablo de esas dos mitades de uno misma que normalmente andan separadas por el mundo, caminando en aceras diferentes y haciendo cosas diametralmente opuestas, aunque en el fondo sean ambas la misma persona.

A veces pienso que todos nosotros, somos el fruto de muchos Yo enraizados en tierras que jamás nos pertenecen, pero de las que nos hacemos una suerte de patriotas. Varios yo, luchando unos contra otros, bajo cielos distintos, que a veces parecen ser uno solo, alumbrando a todos esos Yo desperdigados y huérfanos.

Cuando yo escribo, hallo varios yo que no sabía que tenía. A veces llego a pensar que soy promiscua por escribir en un tono y luego en otro; que le soy infiel a algun yo que en ese momento es el predominante y que a la primera pestañeada es invadido, incluso ultrajado, por el nuevo yo, que desee hablar en ese preciso momento.

A veces siento que mi yo es hombre. Ese yo me agrada, escribe los poemas, que a mi me gustaría me sean escritos y habla con dolor y dulzura de la mujer idealizada que jamás llega, porque siempre se está yendo. Ese yo, que yo juzgo masculino, a veces se vuelve bueno, doliente, melancólico...otras, simplemente es un asesino. Alguien que quisiera matar, para hallar debajo de la carne, el alma prístina de aquella virgen que no puede ser suya.
A veces siento que quiero a ese Yo, aunque sea el mas triste de todos. El que siempre anda sin solución. Supongo que amo a ese yo, por ser el hombre en el harem de mujeres tristes que abundan mi mente. Supongo que amo a ese yo, porque cuando posee mis dedos, habla claro y no le importa decir que ama hasta el delirio, queriendo llegar hasta la muerte por el amor correspondiso, pues simplemente este Yo: Ama.

Los otros yo, son mujeres, varias...muchísimas. Adoptan actitudes extremistas al no poder hallar su equilibrio. Una es demasiado carnal, la otra demasiado espiritual, una de ellas demasiado cerebral...creo que esa no está casi nunca, pues predomina la frívola que se larga de compras para no pensar en nada ni en nadie.

No sé cual me agrada más. Lo que sé es que no puedo controlar a la deslenguada y carnal, que es la primera. A veces ella me da miedo, me doy miedo, pues se que soy Yo explorando los linderos de mi voluntad y mis pasiones. Ese Yo se ha presentado mas veces este año, que lo que apareció en toda mi vida. Ese YO, indómito, aventurero, carnal e incontrolable, me da miedo, pues una vez que se lanza a volar, no le importa si cae, se lastima, muere, o hace daño a otros. Ese yo, no mide consecuencias ni peligros, pero cuando als cosas se ponen feas, se larga y me quedo con el otro Yo, miedoso, tímido, paranoíco, pendiente de las consecuencias de sus actos y del mínimo detalle que causó tanto desmadre; ese YO que no quiere mover un dedo, pues teme dañar a alguien mas que si mismo.
Finalmente, para arreglar la situaciónproblemática aparece el Yo cerebral, mucho mas calculador, carente de toda piedad al resto, un Yo que piensa solo en como solucionar el asunto, de la forma mas rápida e incruenta`posible, sin buscar causas ni culpables, ni hechos aislados, abocándose en la solución solamente e ignorando cualquier llamado de auxilio espiritual. Por supuesto, solucionado el problema, e i gnorados todos los implicados en el asunto, aparecerá el último Yo, que es el culpabilizador, el que juzga, atormenta, hace daño, no deja vivir en paz, pues solo recuerda una y otra vez las circunstancias que llevaron al hecho desastrozo del apasionamiento ilimitado y busca culpar a cualquier otro yo que se parezca en el camino.
Ese Yo, parece salido de la Santa Inquisición y castiga mas que cualuier testigo cercano a los hechos, aun en tiempos de paz y tranquilidad.

Lo que parece un expediente de psiquiatría, NO es tan severo como suena, ni tan gracioso como se lee, pero es algo real y que me sucede varias veces al día, desde que pude identificar las causas de mis cambios anímicos, relacionados con la predominancia de uno u otro Yo. Desde ese entonces me volví conciente de que las personas actuamos de una u otra forma, según la personalidad esté desfragmentada o trabaje en unidad. Supongo que los varios Yo, ya existían desde mucho antes, fruto de un crecimiento solitario y de continua introspección, pero vivíamos todo en armonía y sin pleitos, dado que había predominancia de un Yo que equilibraba al resto.

Este último Yo que era el predominante, fue el que recuperé hace algunas semanas. Un Yo que se escabullía de mi situación actual, pues no tenía valor para mirarse al espejo. Un Yo que ahora parecía fingido y abandonado, pues era el mas inocente, ingenuo, sonriente y bueno de todos. Era el Yo infantil, del que cree en el amor, en als buenas personas, en la esperanza y que espera lo mejor del futuro. Ese yo que perdemos en el camino, pues no nos sirve de nada tener a un Yo "tonto" como copiloto de nuestras acciones mas arriesgadas, si solo servirá de freno y será castigado y convertido en hazmereir de todos si aplica su lógica de Hacer el Bien sin mirar a quien.

El recuperar ese Yo ha costado, trabajo, sudor y lágrimas. Aceptarse fue lo más difícil, luego que te aceptas cmo eres y en lo que te convertiste con el tiempo, el resto del camino es una pendiente para caminar de ligero. Una pendiente en que te puedes recuperar y disfrutar aun de als pequeñas cositas, como si fueran vistas por primera vez, dado que ese Yo, no espera mucho y siempre recibe a manos llenas. Un Yo, que evidentemente cree en todos para poder creer en si mismo y viceversa.

Con ese Yo nos hallamos hace algunas semanas.

Pudo haber sido cualquier lugar el del hallazgo, pero Buenos Aires parecía ser un buen sitio. Neutro y sin fantasmas. Sin testigos, sin nadie cerca. Era como volver a nacer, eso sentí los días que me fui. Volver a nacer, con la misma piel de hacía siglos, pero con la experiencia a cuesta de als cosas pasadas, mucho mas tolerante con situaciones que antes me sacaban de sitio y mucho mas serena con respecto a todo y a todos.

Cuando nos hallamos, Mi Yo y yo, era una tarde media nublada de Diciembre, y aun el clima era bastante húmedo, pero el calor del verano permitía caminar con ropa ligera y sandalias bajas.
Estábamos en una banca del Parque San Martín y las luces caían sobre la ciudad tornando als calles de color rosado, mientras los árboles se confundían en tenues esmeraldas, como los mudos testigos de algun extraño pasado.
Yo me senté y contemplé el reloj inglés a lo lejos, rodeada por los edificios de múltiples ventanas y techos de corte europeo. La pista negra humedecida ante el rocío de la tarde y el horizonte naranja con las grúas abandonadas de Puerto Madero, vigilando la ciudad desde lo lejos.

Era mi primer día allí y yo sentí que tenía toda la vida por delante, no para remendar errores y vivir del pasado, sino para vivir con un futuro real y tangible entre las manos. Un futuro que podía comenzar a pintar desde ya o desde el momento que me diera la gana. Tenía entre mis manos la carta blanca de aquellos que ya terminaron su penitencia y están listos para reintegrarse a la vida, a la gente, al futuro, esta vez como dueños de él y no como simples inquilinos asustados por el riesgo de ser arrojados a la primera falta.

Era Diciembre, era verano, era Buenos Aires, era el mundo girando a mi ritmo, era la vida con una centésima oportunidad para caminar descalza, sonriente, sin culpas, niña, mujer, todo junto. Era YO con toda la nada en los bolsillossintiendo que por primera vez en largos meses, esa nada, era suficiente para caminar de ligero y sin prisas por el mundo. Mi mundo, el que finalmente me pertenecía.

martes, diciembre 26, 2006

La Buena de La película

Mi ex era medio extraño. Jamás se acercaba a ver los montones de ropa que estaban en oferta en las tiendas, no tuteaba a nadie que fuera subalterno, así fuera menor que nosotros y no comía el pescado que nos daban a todos, pues decía no haber comido jamás pescado con espinas.

Yo me quedaba idiota, a veces no decía nada, otras me burlaba de él con mis amigos. Es que tenía actitudes extrañas que rayaban en lo ridículo, como no querer comer nada que fuera hecho en la cafetería del hospital así se estuviera muriendo de hambre, o declinar cualquier invitación navideña a chocolatadas o repartición de biscochos, si es que eran gratis. A veces le molestaba mi efusividad o que me alegrara demasiado por tonterías…Mi ex era un buen tipo, pero tenía tantas actitudes raras, que la gente se preguntaba como podía soportarlo…

Una vez saliendo del cine, luego de darles monedas a unos niños que vendían dulces, yo me quedé hablando con ellos y haciéndoles bromas muy a mi estilo. Él me jaló del brazo y puso su cara de molesto por hacer eso. Yo me enojé por supuesto y dejé de hablarle todo el camino a casa. Él luego me explicó que no podía quedarme hablando con esos niños que vendían dulces afuera del cine, porque sus madres les pegarían si se quedaban sin vender, o podían venir y hacerme el lío a mi, asi que no anduviera con actitudes de payasita, para sentirme feliz, si a las finales les hacía un daño a ellos.

Era una forma bonita de decirme: No seas tan egoísta, con esas actitudes de hacerte La buena de la película, si no beneficio a nadie.

El día 24 de Diciembre, mi familia y yo salimos en el auto a regalar algunas cosas por navidad. Eran algunos juguetes, zapatos y ropa para niños. El problema es que no había muchos niños necesitados por las calles, así que fuimos a uno de los pueblos jóvenes que abundan por aquí, pensando que sería cosa fácil.

Ya en uno de los cerros, divisamos a un niño pequeñito que jugaba con su perro. Llamamos a su madre y al preguntarle si tenía otros hijos y decir que sí, procedimos a entregarle parte de los regalos que habíamos llevado. Desde las otras casas, que quedaban en zonas mas altos, comenzaron a salir niños, madres, perros, gente corriendo…En definitiva tendríamos para unos 6 niños mas , peor no para todos.
La peor parte era que los niñitos mas pequeños solo pedían juguetes y ya solo quedaba ropa y zapatos.

Pero mi hermana insistía en medirles los zapatos a cada uno de los niños tratando de hacer justicia con los juguetes, cuando todo se estaba volviendo un desmadre de críos llorando y mamás diciendo que no importaba, que ya le crecerían los pies a sus niños.
Por fin, mi padre se animó a encender el auto y salir de allí…Todos felices por haber hecho la buena obra navideña, mientras yo me hundía cada vez mas en el asiento trasero, pensando que se alegraban por haber contentando a menos de 10 niños, mientras de todos los cerros, bajaban como cincuenta, gritando por un juguete.

Creo que mas que sentirme alegre, yo me sentía peor. No era la gran cosa irse a casa con esa sensación. Mas parecía un alarde de “Que buenos somos nosotros por dar una limosna a un par de niños pobres”. Una especie de penitencia por la buena navidad que pasaríamos luego.

Mi hermana me llamó injusta por pensar así, si lo habíamos hecho con la mejor de las intenciones. Yo solo creo que la intención no es suficiente para hacer bien las cosas.

Mi familia dice que razono mal, que le veo el lado malo a todas las cosas, no entienden porque tengo que echar a perder los buenos momentos familiares.
Mi ex era medio extraño. Mi familia suele decir lo mismo de mí. Tal vez segúnb ellos yo sea ahora, La Mala de la Película.

Al Día Siguiente

Al día siguiente de la navidad, el sentimiento es casi el mismo, en todas las personas que conozco: ¡Que abusos he cometido! ¡Cómo pude comer tanto! ¡Parece la panza de Santa Claus!
Dos días después de la Noche Buena, las pesadillas fruto de la maratón de comida continúan, además de darse cuenta de que “Todos los regalos malos de este año me los dieron a mí…"

Realmente los padres y amigos, aciertan muy pocas veces en estas fechas. Parece que la mezcla de prisa y poco dinero, trajeran a casa siempre los regalos menos deseados.

Las cosas que uno menos desea, nos son obsequiadas en las envolturas mas vistosas, para lograrnos una sonrisa plástica, de “qué lindo…gracias” aunque no sepamos bien ¿para qué demonios puede servir eso?

Siempre pensé que yo era buena recibiendo y dando regalos, pues generalmente doy tantas indirectas antes de las fechas cruciales, como cumpleaños, aniversarios y navidad, que juzgo que solo alguien muy ciego, sordo y terco (como mis padres) podrían equivocarse a la hora de comprarme algo. Incluso hago listas de regalos por precios y lugares donde se pueden comprar, pero nada…Todo mi trabajo estratégico, cae en saco roto con mis padres.

Pero no solamente ocurre con mi familia.Creo que lo testarudos al momento de regalar, ya es un mal extendido a todas las esferas...

Para mi cumpleaños, recuerdo que lo único que pedí fue un perfume y unas flores… (un ramito de flores, vale solo un peso!) El problema es que los hombres jamás aceptan sugerencias de poco valor económico, pues lo toman como que “ya no será sorpresa” o "Date cuenta que yo sólo regalo cosas espectaculares".

Yo me pongo a pensar que se echaría a perder la sorpresa, si yo dijera el nombre del perfume o eligiera el tipo de flor, pero si solo menciono el género del obsequio deseado...¿Cuál es el problema?

¿¿Acaso no es espectacular regalar lo que la mujer desea aunque solo valga dos pesos??

Ese día por primera ( y supongo que única vez en la vida) me llevaron a comprar ropa como si fuera una escena de Mujer Bonita…lo cual debo decir, por experiencia propia, no es tan divertido…Es decir, cualquiera podría pensar( incluso yo misma) que pedir lo que se te antoje, mientras las vendedoras se vuelven locas por atenderte será una experiencia de ensueño…pero, no equivocarse, cuando te llevan a esas tiendas en que un calzón vale lo mismo que unos pantalones en cualquier almacén normal, la actitud de “winner”, cambia por una de “Dumber” pensando en “¿por qué demonios no fuimos a Falabella, donde podría comprarme 3 prendas por el mismo precio de esta polerita rala de diseñador con nombre andrógino, que ni siquiera podré usar?

Es que hay cosas que no van con una, los delirios de grandeza tienen su límite dependiendo de cada mujer y ese día yo conocí el mío. Las cosas pueden narrarse y verse como en las películas, pero la sensación no es la misma, delante y detrás de la pantalla.

Para ésta navidad, yo estaba podrida pensando en las razones filosóficas que habrían llevado a mis padres a regalarme un reloj…si era la única cosa en la que había insistido no necesitar. Luego miraba la ropa nueva y me daba cuenta que con tanto engorde navideño, necesitaría una dieta rigurosa de agua y verduras feas, para poder estrenarlos sin parecer un tamal.

Mi hermana me comentaba que a ella le habían regalado ropa dos tallas menor ...Por un momento llegamos a pensar que habían confundido los regalos para ella con los míos, pues lo que yo pedí se lo regalaron a mi hermana y viceversa.

Entonces reflexionamos, en que tal vez fuera una estrategia de mis padres, para obligarnos a comer menos y hacer mas ejercicio…aunque luego de mirarnos, nos dimos cuenta que Naaaaaah, mis viejos se habían vuelto a equivocar por su terquedad en comprar cosas que nadie pidió, en las tallas que teníamos hace 5 años.

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Al día siguiente de navidad, cuando todo lo bebido parece demasiado. Cuando todo lo comido parece un abuso pantagruélico y cuando cada regalo, parece ser el obsequio no solo equivocado sino comprado con segunda e irónica intención, la única satisfacción que queda es haber podido estar en familia y regalar aquello que pensábamos haría feliz a los otros, aunque eso haya sido solo otra ilusión de navidad.

viernes, diciembre 22, 2006

Feliz Navidad

Posted by Picasa Desde que volví, mis padres me encomendaron la misión de armar el nacimiento, haciéndome cargo de la escenografía, luces y demás adornos que acompañan al pesebre. Mi viejo como siempre, haría la casita de palos, que es diferente cada año, unas veces con techo alto, otras con techo de paja, palmeras o lo que pueda darle mas realismo a nuestro pequeño nacimiento.
Año a año, hemos ido cambiando los animalitos de barro, por otros de cerámica o madera, según el sitio visitado. De casitas y muñecos de nieve, de arbolitos y esferas brillantes, de balsas de tótora, de miniaturas de madera; lo único que no ha cambiado son los actores principales de la gran puesta en escena. María y José siguen siendo los que heredamos de las abuelas, aunque ya sus ropas estés desgastadas e igual de raídas que en el misterio original.

De hecho mi familia no es muy católica, pero en Navidad, algun espíritu extraño nos invade a todos y tratamos de dar el máximo realismo a todo lo que signifique nacimiento del Niño Jesús. Recuerdo que los nacimientos hechos por las abuelas eran enormes y ocupaban toda la pared, de tantas graditas y escalones que se se les hacían; luego no sé que pasó, pero el nacimiento se redujo a unos pocos animales despintados y algunos pastores decapitados. Todo el perímetro era llenado entonces por los juguetes de mis hermanos y míos, en la vieja creencia de que el Niño Jesús viene a jugar con los juguetes que le dejan los niños buenos.

Jamás creímos mucho en Santa Claus, yo siempre supe que mis regalos nos los compraban mis padres, por eso Diciembre era el mes en que mi familia me parecía la mas linda de todas. No podía creer que mis padres fueran tan buenos como para dar tantos regalos sin motivo específico, algún milagro tenía que haber de por medio para convertirlos en albaceas de tanto regalo infantil. Mi mamá decía que era el Niño el que enviaba esas cositas…pero yo sabía que el Niño Jesús con sus pequeñas manitas de cerámica, no podría llevar a la peloncita, o a mi rasca playa nuevo hasta el fondo del ropero, donde los ocultaban desde inicios de Diciembre.

Papa Noel me era indiferente, así como la nieve en la decoración navideña. Para mí, el buen Chucho había nacido en el desierto, lleno de calor y palmeras al lado de algún pozo de piedra, en donde años mas tarde pasaría Ben Hur.
Por eso no me cuajaba la idea de que en los nacimientos de mis amigas hubieran pinos altos adornados de nieve y trineos por doquier, cuando todo el mundo sabía que en Jerusalén andaban calatos y cubiertos solo por sábanas de colores. Tampoco me cuajaba la idea de que la Virgen María estuviera bien sentadita esperando a que nazca el niño…Así no nacían los niños.
Se suponía que quien debía estar acostada era ella hasta el 24 por la noche abrumada por los dolores del parto, para recién poner al niño Jesús sobre el pesebre a la media noche.

Mi árbol distaba mucho de ser un árbol de copa perfecto y adornos espectaculares. Cada año, mi papá nos llevaba a buscar algún pino que creciera sin dueño ( En el campo todos los árboles tienen dueño y cortar uno sin autorización asegura un lío que puede durar generaciones) y que tuviera un color verde tan lozano, que diera gusto tener en casa todo Diciembre.
Lo que mas recuerdo de la navidad de aquellos años de infancia, es ese olor a madera y ramas de pino agónico hasta que llegaba Reyes. Por eso, que cuando ya comenzó a sobrar el dinero de nuevo, producto de menos regalos infantiles y mas decoración navideña, lo único que no cambiamos fue la tradición de cortar arbolitos pequeños, que parecían pinos y ponerlos junto al nacimiento, adornados con esferas y campanitas brillantes.

Al casarse mis hermanas, yo quedé como heredera de la decoración y arreglos para el nacimiento. La escenografía de cartón y papel de colores, el cielo chisporroteado de estrellas brillantes con la silueta de los reyes en el horizonte, las colinas con musgo, las fuentes de agua para patos y cisnes. Fui recolectando de nuevo animalitos de cerámica y juguetes olvidados. Esta vez se unían a la fanfarria de tacitas de té del tiempo de la bisabuela, los soldaditos y aviones de los tiempos de mi hermano y los recientes robots y carros a control remoto de mis sobrinos. La familia había cambiado y también nuestro nacimiento.

El año pasado mi hermana volvió, fue la Navidad mas grande y llena de gente y regalos que hemos pasado nunca. Los arreglos brillaban por toda la casa y la ilusión de los niños se hacía sentir en cada rincón. Esa ilusión por Papa Noel, ese gusto por el panetón, que mis sobrinos chilenos desconocían. Esa cocina llena de gente riendo y preparando ensaladas y postres. Para mi, Navidad siempre fue eso. Estar en familia, compartir, hacer cosas juntos todo el mes de Diciembre hasta culminar comiendo la cena navideña preparada por todos; por un día en la vida CREER simplemente que todo estaba bien en el mundo y que solo abunda amor y paz en los corazones de la gente que amamos.

Iba a escribir este post contando sobre la lata que me dieron los ociosos de mis sobrinos este año para armar el pesebre, sobre la nostalgia por no tener a mi hermana en casa, por la bronca que me da que este año mi pesebre no sea perfecto pues se me quemaron las lucesitas…pero ahora que lo pienso, escribí este post, pensando en lo que me hacía feliz el mes de Diciembre y poder contagiar un poquito de ese espíritu a la gente que de vez en cuando pasa por mi casa.
Todo mi cariño para todos ustedes y una Feliz Navidad.

Adiós a Cienfuegos

Hoy me desperté pensando en él otra vez. En Cienfuegos y su ausencia repentina. Tal vez fuera que leer la descripción de las pinturas que hace Kawabata en su libro, me recordara a cada línea a Cienfuegos y la pregunta que siempre se me quedaba en la garganta cuando hablábamos ¿Qué te inspira a pintar?

Era una pregunta tan tonta, que jamás me hubiera atrevido a hacerle; pero ahora que leo esas descripciones, las analogías, la belleza de los paisajes observados, las metáforas en relación a las montañas de Kyoto y la lluvia de primavera; solo puedo preguntarme que será de Cienfuegos y las pinturas que jamás llegué a ver.

Hace unos días, figuraba un comentario anónimo en el blog diciendo que Yo aun me parecía a la palabra NUNCA. De inmediato pensé en Cienfuegos, en que era una señal de que aun estaba vivo, de que aun me leía incluso si no comentaba, pues no podían ser de otro esas palabras…Lamentablemente, me equivoqué y fue cuando me di cuenta que tal vez era cierto y Cienfuegos había terminando desapareciendo como una brisa de mi playa vacía.

A veces pienso que una de las razones mas fuertes de tener el blog aun abierto es él, mas que yo. Es el hecho de pensar que este es el único contacto que aun nos queda.
A veces pienso, que escribo para él, para no perder ese toque mágico de mis primeros textos y mi primera felicidad, sabiendo que alguien por fin entendía las palabras enredadas con las que quería terminar de explicarme y que ese alguien era él.

No iba a escribir sobre Cienfuegos hoy, después de todo me prometí no volver a hacerlo, pero dado que he caído en la cuenta que desapareció real y totalmente de mi vida, me permitiré el lujo de escribir un poco sobre él, aunque no sea mas que para explicarme a mi misma, el hecho que haya desaparecido y terminar por aceptarlo.

Es curioso, que de una u otra forma haya estado presente en mí, aun cuando me iba. En Santiago, la calle donde comí mi última parrilla se llamaba Cienfuegos. En Buenos Aires, la librería donde compré las postales con caricaturas de Cortázar y Gardel se llamaba igual. Veía el nombrecito y sonreía para mis adentros, preguntándome si él sabría cuando eligió ese sobrenombre, que iba a estar en todos los sitios que yo visitaría luego. Pensando en la razón para colocarse ese nick en los comentarios, pensando simplemente en ¿Dónde estaría ahora Cienfuegos?

Es casi Navidad y el clima de verano y desenfado me hace recordar la primera vez que hablamos, peleamos, reímos y yo cometí el error de ilusionarme con el primer ser invisible que me dijo Te Amo. Debe ser por estas fechas y por algo de tonta nostalgia, que lo recordé hoy, oliendo estas líneas a una despedida, mucho mas larga que la que él me diera. Me pregunto si me seguirá viendo bella y flotando sobre columpios alados o si después de un año de leer todo lo que nadie sabía acerca de mí, se terminó dando cuenta que más que el hada que él pintó, no sería ahora solo un dragón escamoso que arroja fuego por la boca, en su intento de decir Te quiero.

Me pregunto, cuál fue la razón para alejarse. Razones intrínsecas o porqué se hartó de verme rodeada de tanta fanfarria, en un espacio inicialmente tan intimista. Si le llegó a resultar molesto el sitio, mucho antes de que yo me diera cuenta de lo mismo, si un día vio que ya no era la chica que inicialmente empezó a escribir para exorcizar sus demonios y ahora era alguien diferente, mutando por rostros y trajes diferentes.

Tal vez fuera que su ausencia solo se debía a causas físicas como la muerte repentina. Eso pensé aquella madrugada en que me desperté pensando en él, como si me hubiera hablado desde los sueños y sentí el enorme vacío de no haber tenido tiempo para despedirme y haberlo perdido para siempre. Esa madrugada lloré desconsolada por él, por mí y por todo lo que estaba perdiendo. Quise creer que era una despedida de ultratumba, un fantasma que rozaba con su fría manga mi rostro hasta hacerlo sangrar de lágrimas transparentes. Pero no, probablemente solo era un desequilibrio de serotonina, que me hacía ver las cosas mas tristes y funestas de lo que realmente eran.

Ahora, es nuevamente Diciembre y lo pienso, sin esperanzas ni sueños. Pienso a Cienfuegos y trato de despedirme sin recuerdos, de la única persona que me dijo que estaría SIEMPRE, con la seguridad de aquellos personajes que saben que cualquier futuro ya es incierto.

El ratón de los Dientes

Jamás pensé que una necro pulpectomía me generaría una sensación de pérdida, pero cuando salí del consultorio de mi dentista, mas que por la anestesia que dejaba mi labio superior insensible y caído ajeno a obedecer mi voluntad, noté que acababa de perder repentinamente la sonrisa de todos estos días festivos.

La anestesia, me hacía sentir con el labio gigante y me visualicé de pronto como una mujer con la máscara del pato Donald caminando hasta la casa. ¿Cómo era posible que justo antes de navidad, me enterara que requería una cirugía de conducto para mi hermoso diente perlado?
( la impresión de tener un diente blanco perlado debe ser algún efecto secundario a la anestesia que me hace imaginar tonteras)

Mientras reposaba en la silla de la odontóloga, mas que pensar en la aguja que me penetraría hasta los sesos y el taladro de aire cuyo sonido había atormentado toda mi niñez; yo sacaba cálculos cuál Arpagón perucho, sobre como redistribuir el dinero que me quedaba para comprar los regalos navideños.

“Gracias doctora, por dejar a mi padre sin regalo”, quería decirle, cuando me dijo el precio de el minúsculo procedimiento; pero ya era tarde. Era eso o pasar fiestas navideñas con dolor dentario y sin poder comer nada de las exquisitas cositas que preparan en casa para estas fechas (claro, que no comer me terminaría beneficiando…pero vamos, si no comes hasta reventar en noche buena, te queda una triste sensación de vacío…pero bien acompañada de ruidos intestinales) La dentista lo sabía muy bien, así que planteada la cosa por el lado del bolsillo versus Navidad dietética, me incliné hacia la primera con el resentimiento de los niños chicos.

“Se ha roto el equilibrio normal del diente”, por eso te duele, me trató de explicar ella, pero yo ya no oía nada. Creo que mi padre había influido en la idea de que hacerse una endodoncia es lo peor que te puede pasar en la vida. Trataba de hacer la analogía con perder un apéndice o una vesícula y no entendía porqué mi padre ponía tanto sentimiento al hablar de “que te maten el nervio”.

Ya de regreso a casa solo podía sentirme acongojada por perder un nervio que ni sabía que existía. Cuando lo mostró extirpado de raíz ante mí, casi se me sale una lágrima; debe ser que me sensibilizan estas fiestas, pero tenía una clara sensación de pérdida, similar a perder un hijo.

Ahora el asunto, es como solucionar lo de la falta de dinero. He de poner manos a la obra y hacer trabajos manuales en casa hasta atiborrar la casa de tantos adornos navideños, que la gente olvide que a la tía se le redujo la billetera por conservar una linda sonrisa. Ojalá y el ratón de los dientes, acepte adelantos y me de crédito por mi maltrecho nervio dentario.

jueves, diciembre 21, 2006


Y tu voz que me ronda, que pone fresca mi piel,
Que susurra deseos
Que trato tontamente de contener.
Y tu voz que canta, aunque no diga nada.

Te acercas a mi entre la gente,
Me tocas con tu aliento de vainilla,
Despiertas en mi,
Amores que creí olvidados,
Me llamas entonces a resucitar,
A ponerme en pie,
E ir detrás de ti.

Veo en medio de la gente
Tu mirada que lo aclara todo,
Que hace cristalina la lluvia que era gris,
Verde la hierba que moría,
Que me hace sentir,
Sin fantasmas en la voz.

Corro hacia ti, me detengo cuando estoy cerca
Pero tu no me ves,
Sigues caminando insensible
Ante mi cuerpo que tirita,
Mis manos que se humedecen,
Mi lengua que se seca.

Tu te muestras insensible y yo muero,
De a poquitos y en silencio,
Como un ser invisible,
Al que te niegas a mirar
En ese, tu juego absurdo.

Desaparezco y soy engullido,
Por esa multitud de gente
Que sigue en movimiento,
Mientras yo me quedo quieto,
Inmóvil, hechizado…

Esperando otro susurro tuyo
Que gire sobre mi cuerpo,
y me haga despertar
y salir de mi corteza de cemento,
para ver como la noche se aclara,
la lluvia es cristalina,
la hierba se vuelve verde,
cuando tu pasas cerca mío,
susurrando directo a mi deseo.

Noche, música, letras

Es Noche, mi página, mi música favorita…esto parece ser la felicidad. Tener la mente despierta, mientras la gente aun duerme, y los oídos dejándose llevar por canciones de verano que acarician los recuerdos y hacen la vida fluir…musical…feliz…serena…Hoy tengo todo lo que quiero, incluso lo que aun no sé si existe.

“… un día cualquiera no sabes que hora es…te acuestas a mi lado sin saber porqué…”


Desde que volví no ceso de hablar de la felicidad y la gente me pregunta si es amor. Si mi felicidad se debe a alguien más, si me enamoré de nuevo. Yo me quedo pensando un buen rato y me doy cuenta que no y eso es lo fascinante, esta vez no se debe a nadie más.
Desde que volví dejé de ser Laura o quien haya sido este tiempo, puse un broche mental a lo que ocurrió durante dos años en mi vida, di vuelta a la página de la autocompasión, de la culpa innecesaria, de los dolores que no cesan, de esa depresión que por días come las entrañas. De la inseguridad en mi misma y en todo lo que me rodea…Por un momento sentí que toda esa historia era tan vieja, que hasta a mi me aburría contármela y creérmela…Llega un momento que te jode aun el tener miedo. El tener bronca. El tener dudas.

Llega un momento en que jode tanto todo, que tomas un avión y te das cuenta que acabas de botar la cáscara dura e inservible y partes sola y frágil sin saber que pasará luego. Llegas a otra ciudad a otra gente y sonríes como si fuera la primera vez, bebes, comes, sientes…como hace dos años no sentías. Cantas, juegas, ríes, como si no hubiera pasado nada…Estrenas la vida, como al vieja persona que eras, ingenua, inocente, con grandes ojos abiertos…

Se que no puedo olvidar todo lo que me ha pasado, son como piedras puestas en el camino que antes no existía. Son como los tramos del puente que debía recorrer de una u otra forma. Para estar aquí, ahora tenía que pasar por todo lo que pasé, cosas que a veces prefiero olvidar, pero que me han ayudado a ser un tanto mas fuerte, un tanto mas tolerante ante la sensación de pérdida…un poco más…¿quién sabe?

“…Aunque tu estés lejos de aquí, sigues creciendo en mi jardín…”

No imagino otra sensación que ésta, a olas, con mi música, escribiendo a pausas, locamente a veces. Siento como si acabara el colegio y pudiera tener toda esa fe en el futuro, que experimentamos cuando niños. Siento como si acabara de transitar la parte mas difícil, cuando en realidad esto ha sido solo el comienzo. Ni el dolor, ni la tristeza, terminan hoy.
Es bueno saberlo, pero también es bueno tener 5 segundos para respirar antes de volver a sumergirse, antes de agitar las piernas, los brazos y avanzar bajo el agua, simulando que esa lucha por sobre vivencia, es una danza de solo músculos y voluntad. Simulando que podremos llegar a salvo a la próxima parada, para esos 5 segundos de aire, que nos hacen tanta falta cuando todo se pone oscuro.

Yo hago eso, lucho con todas mis fuerzas para no ahogarme en esta pequeña lágrima azul, derramada por algún Dios extraño.

“…Pasa y al pasar, muestra a todas la verdad y por no parar pide al tiempo la inmortalidad…”

Queda poco tiempo para todo. Probablemente se podrirá la uva antes de caer a tierra. Morirá mientras su rostro borgoña alumbra desde la profundidad de esta parra.
Me iré de aquí como la uva que muere, antes de llegar a dar un buen vino. Como esa uva que se dulcifica al terminar el verano, hasta arrugarse sobre si misma y volverse otra.
Termina diciembre, mi felicidad es estacional y de cambios lunares, sigue el ritmo de las mareas saladas y de las dulces cosechas.
Mi felicidad es casi completa, ha avanzado por cuartos menguantes y canciones sin nombre, hasta llegar a tu casa la madrugada que aun dormías.
Antes de irme, trataré de dejar de mí lo que mas pueda. Todo lo que pueda, solo entonces podré seguir mi búsqueda de amor y esperanza, pero esta vez allá afuera.

miércoles, diciembre 20, 2006

Mi regalo: No era spam

Ayer, aprovechando que la red aun no se me había congestionado con mensajes navideños, tarjetas, canciones y gente que chatea con familiares y amigos de otras partes del mundo; me tomé el debido tiempo para enviarle los mensajes navideños a la gente que ha logrado mi aprecio en este, mi corto tiempo cibernético.

La tarjeta sería esencialmente la misma para todos, a excepción de la canción que enviaría. Debo confesar que creí sería un trabajo fácil, pero elegir una canción pirata para enviar es una labor rompe-cocos.
¿Cómo elegir una canción que la otra persona ya no tenga en su colección? ¿Cómo elegir una canción que se amolde al estilo del receptor, para que no la dejé enmoheciéndose en su reproductor mp3?

Menudo trabajito…Más fácil me hubiera resultado regalar un poema, o alguna frase bonita. Pero recordé que la mayoría de gente que conozco es muy buena en eso de escribir y expresar lo que siente a través de palabras. Sería como regalar un par de sandalias a un vendedor de zapatos…

No solo eso. A la mayoría de gente que conozco, le entra la depresión y el amor a los desvalidos solo en estas fechas, que es cuando comienzan a odiar al mundo por su burda campaña comercial en pro de comprar regalos como locos en las calles y en los grandes almacenes. Es diciembre el mes en que la gente anda mas deprimida y amargada que de costumbre, reflexionando por cada abrazo o tarjeta recibida, como si tales cosas fueran un insulto.

Yo me confieso fanática del buen espíritu navideño y todo lo que lo acompañe. Escojo Diciembre como el mes de los deseos sinceros y dar abrazos por doquier. Así que enviar una tarjeta llena de mi espíritu positivo, podía sonar a bofetada en gente que pretende conservar su espíritu de bajones navideño hasta el 31 de Diciembre…

Fue entonces que ideé ese mensaje poco grato, acompañado de canciones que son mis favoritas por una que otra razón estrictamente personal. Quería compartir algo…El problema es que cuando comienzas a compartir, pretendes que sea a todos por igual…Incluso a gente de la que ni te acordabas que habías sido amiga…

Todo un beneficio para el corazón poder regalar sin esperar nada a cambio…

Mucha de la gente a la que he enviado Mi regalo, como se titula ese e- mail, tuvo la gracia de contestarme, enviando incluso canciones para la ocasión. Un gesto que confirma, que la gente solo anda dormida y necesita un abrazo que los despierte de vez en cuando…
También hubo gente que me mandó al diablo, como el caso de una mujer que al leer el e- mail, pensó en su mal español que ese texto y canción eran algo así como una declaración de amor y no una simple tarjeta navideña para su esposo…Por supuesto sus “amables deseos” de que me muera de la forma mas dolorosa posible, se extendieron también a mi familia y mi país…

Poder enviar mis buenos deseos para estas fechas, ha sido una buena experiencia. Lo único que lamento es no tener el correo de algunas de las personas que me comentan al blog y de las cuales mantengo el mejor de los recuerdos. Espero, que la semana que queda, pueda hacer por ustedes algo de lo mucho que han hecho por mi estos últimos meses: Sentirme acogida.

martes, diciembre 19, 2006

Nocturno


La noche está callada y yo a solas. Entre las sombras, solo mis dedos se mueven como los ágiles pies de un animal nocturno, que corre tratando de no tropezar por sobre las teclas negras y los puntos luminosos.

La pantalla observa. Y el animal oscuro que son mis manos se oculta de su luz corriendo de nuevo, una letra a la vez, varias letras…una frase. La pantalla blanca se va tiñendo entonces de una nueva y extraña partitura, en donde alguien más leerá música…en donde alguien más solo distinguirá ruido.

Una partitura que millones de almas ignorarán. Una canción sin dueño, solo para el que lee atento y en silencio, a la espera de mi palabra pasando a galope delante de sus ojos y susurrando extraños secretos.

lunes, diciembre 18, 2006

En Viaje

Esa última noche salgo un poco atolondrada y llena de maletas, tratando de sonreír para que no se me note el disgusto por irme de casa con tanta anticipación, sin siquiera una siesta previa después de ese largo viernes.

Ya sobre el taxi, voy viendo como las luces de Lima se reflejan y derraman sobre mis anteojos y las lunas del auto, como ágiles hilos de colores. Adentro yo, con incertidumbre y manos húmedas. Afuera la noche, veloz, oscura, ilimitada.

Sobre la autopista y a toda velocidad, las cúpulas de la catedral iluminadas, podrían ser las de cualquier ciudad bonita. Las luces salen desde el centro del asfalto y parecen observar a Lima desde abajo, resaltando su rostro colonial . En el carril vecino, los autos van veloces, los buses llenos de gente, los camiones descapotados cargan obreros con mantas roídas bajo un viento frío que aun no es de verano. Desde su propia posición, cada quien observa las luces del puente de rayos lilas sobre el Rímac.


Yo voy callada, pensando en el viaje, en todos los viajes cortos y largos de estos últimos años. Las imágenes pasan ante mis ojos, veloces como los autos, agitando recuerdos y sensaciones pasadas. Nuevamente en mi pecho, se mueve el corazón como un ligero péndulo que me hace sentir o niña frágil o mujer segura.

Un leve movimiento nada más, que puede agitar mi mundo hasta hacerlo saltar en pedazos.

"¿Dónde crees que estamos?" Pregunta el taxista. Yo encojo los hombros y murmuro algo. "¿No tienes ni idea en dónde estamos, no?"- y se ríe con una carcajada de dientes podridos. "Es que hemos tomado un atajo", agrega entonces.

Para cuando llego al aeropuerto casi una hora mas tarde, yo respiro aliviada. Durante unos minutos he pensado que el taxista había cambiado de rumbo, me asaltaría, me raptaría, acabaría conmigo…Me impediría hacer ese viaje… A veces creo que veo muchas noticias.

"¿Aló? Comunícame con tu mamá"- le pido a mi sobrino cuando por fin contesta el teléfono. La bocina queda descolgada y durante largos minutos, la voz calmada de la mujer por el altoparlante se confunde con los ruidos metálicos al otro lado de la línea. Seguro no hay nadie en casa.
Recuerdo todas las veces que temía llamar a casa cuando me desaparecía con él de la faz del planeta. La humedad de mi mano sobre el teléfono, la voz vacilante, el mensaje corto de “Estoy bien, no se preocupen”, todos los recuerdos se agolpan en mi garganta.

"Aló, ya viene"- contesta una voz ronca que me saca de los recuerdos. Es la voz de mi padre, que deja la bocina tirada de nuevo evitando saludarme. Esta vez mi corazón estalla en pedazos, ansiedad, incertidumbre, sensaciones que aun permanecen.

Tal vez no debí llamar para avisar que estoy bien, pienso, cuando mi hermana coge el teléfono y me dice que está ocupada en el computador.

"Solo llamaba para avisar que llegué bien", le digo. "Diviértete mucho", vuelve a desear. "Aún no sé si viajaré", sonrío. "¿Qué dices?", reclama ella. "Tengo mucho sueño y el vuelo sale hasta la una", alcanzo a decir, antes que se acabe la llamada.


Entonces me siento con las maletas y empiezo a esperar para hacer el boarding check. Pienso que es triste estar sola en un aeropuerto, al llegar allí la mayoría de gente está esperando a alguien, entra o sale acompañada y con enormes maletas. Solo los turistas y alguno que otro despistado, esperan adormitados en las sillas plásticas a que sea hora del próximo vuelo con las valijas en el piso y botellas de agua mineral.
Yo sigo callada y pensando en todo. La verdad, aun no sé si viajaré.

Una hora mas tarde hago el chequeo y dejo las maletas. “Pase por migraciones a las 12”, me sugiere el muchacho de la aerolínea. Pienso que aun falta mucho para la medianoche y me conecto a Internet buscando perder el tiempo. Encuentro a mi hermana conectada y hablamos un rato más.

“¿Por qué mi papá no quiso hablar conmigo?”- Pregunto.

La verdad, desde que hablé por teléfono tengo un sentimiento de culpa que no puedo explicar. “Ya sabes como es”, me dice ella. “Si lo sé”, pero yo no estoy haciendo nada malo, pienso.

Trato de convencerme de que ya soy adulta. No es justo que me sienta así, es tiempo de asumir mis decisiones sin culpa.

Ya en migraciones, el hombre se admira que yo haga mi pase tan temprano, si vuelo en el segundo turno. “¿Médico, tan chiquita?”.
Le sonrío mientras pienso que tendré que desabrocharme el mi complicado cinturón , antes pasar por el detector de metales.

Entonces recuerdo esa vez que pasé con la chaqueta de botones metálicos y disparó la alarma. Quítese la chaqueta, me pidió la mujer, aquella vez. No puedo. Quítesela, me volvió a decir. De verdad no puedo, dije yo cada vez mas ruborizada y agregué:. No tengo ningún polo debajo… Entonces la mujer sonrió y dejó de insistir.
Esa vez logré pasar. Me pregunto que hubiera ocurrido si yo llevaba una navaja en medio del sostén.

Ahora ya en la sala de embarque casi con 4 horas de anticipación, con la almohada alrededor del cuello y los pies en alto, aprovechaba para leer mi novísimo libro, haciendo tiempo antes de tomarme un buen café. Cerca de mí, los aviones siguen desembarcando gente de todas las nacionalidades, con bolsas coloridas y caras curiosas.

No sé en que momento el sueño me vence después de ese largo día. Solo sé que me despierta una voz que dice, “Esta sala está reservada para pasajeros de Aerolíneas Mexicanas ¿cuál es su destino señorita?”

- Buenos Aires, le digo adormitada, preguntándome cuanto tiempo ha pasado.

Recién entonces me doy cuenta que el viaje es un hecho y que mi verdadero destino no es la ciudad en sí, sino lo que ocurrirá en los días que vienen.







sábado, diciembre 16, 2006

Manual de Autoayuda


Mi corazón está quieto. Va acomodando sereno, frase a frase cada uno de sus sentimientos. Mi corazón bombea, paz, tranquilidad, pequeñas cosas que para mi son el fruto de largas batallas.

Ahora me quiero.
¿Qué es quererse? Puedes preguntar.

Probablemente quererse para una persona, sea verse bella ante un espejo; comprender sus capacidades, aceptar sus limitaciones. Aceptarse, simplemente.

Quererse probablemente sea, elegir entre el bien y el mal lo mejor para uno mismo. Algo que sea único, que no pueda ser compartido con nadie. Mimarnos al saber que lo poseemos.

Pero, para mi quererse solo es esto.
Poder estar en equilibrio. Un pie detrás de otro, permanecer quieta en el aire, conteniendo la respiración y disfrutar del momento de estar sobre una cuerda floja, aun a sabiendas de que puedo caer en cualquier momento, desplomarme en el vacío.
Volver a herirme.
Pero seguir en pie a mitad del camino, con el viento en los oídos susurrando que puedo caer o volar… pero elegir mi destino.

Antes el equilibrio era estar sobre la misma cuerda floja, pero con miedo siempre. No importaba si yo estaba quieta o no, o si la cuerda estaba tensada o no.
No importaba si había una malla de contención lista para atraparme, o una persona cerca para evitar mi caída.

Aun estando en equilibrio, mi estado usual era sentir miedo, impotencia, rabia por enfrentar ese miedo a solas.

Ese equilibrio sin embargo, era falso; pues estaba lleno de miedos, de pavor a caer y morir. Un equilibrio en que evitaba cualquier movimiento espontáneo, por miedo a precipitarme en el vacío.
Era un “equilibrio” en donde vivir significaba, dedicar cada segundo de mi existencia a evitarme sufrimientos o dolores que no podría soportar.
Dolores que me matarían.

Pero el dolor...No puedes evitarlo nunca. Y es que el dolor aun a pequeñas dosis, te hace fuerte.

Ahora sé que el dolor es necesario, como un impulso para seguir caminando. Para ponernos en movimiento, para sacarnos de la quietud de los muertos y poder ayudar a otros, igual de solos y asustados que nosotros.

Si igual de solos, pues no hay soledad mas triste y tangible, que aquella que nos acompaña cuando nos sentimos en peligro.

Es fácil caminar por una cuerda a pocos centímetros del piso, es mucho más difícil a medida que ésta se va elevando y tomamos conciencia de la profundidad del vacío. Es mucho más difícil caminar, cuando se es conciente de adonde se puede volver a caer. La existencia de un abismo que antes desconocíamos.

Es fácil hacerse daño al inicio, atentar contra si mismo, bajo la forma que uno elija. Lo difícil es cuando se entiende a donde realmente nos lleva ese daño. Como nos destruye, cuanto nos aleja del terreno que antes pisábamos seguros y felices.

Caminar en la cuerda floja, es algo que hacemos todo el tiempo. A algunos claro, sentimos que nos las agitan mas frecuentemente que a los otros y vivimos constantemente atormentados.

Unos en cambio, aprenden a hacer piruetas en el aire, a pasar rápido, a hallarle placer al hecho de vivir en riesgo. Esa gente hace que la vida parezca un juego de risas, pero son insensibles al dolor ajeno. Simplemente no pueden sentirlo como suyo, pues el miedo al dolor, les es ajeno.

Hay otros que pasan con los ojos cerrados, sin darse cuenta por donde caminan ni a donde realmente desean ir, pero cuando a mitad de trayecto abren los ojos, el miedo los hace tropezar con sus propios pies y tienen mas riesgo de caer que aquellos que iban con los ojos abiertos y caminando con precaución.

El propio yo, incapaz de soportar el temor, se convierte entonces, en un obstáculo para finalizar el camino que minutos antes, recorrían complacidos.

Cada quien tiene su propia medida de equilibrio y es imposible estandarizarlo. Cada quien sabe que longitud esperar de la cuerda por donde camina y cuan alto la colocará esta vez. El equilibrio es un reto a cada minuto que no podemos definir.

Yo por ejemplo, llamo equilibrio a este momento por el que estoy pasando.

Cuando reconoces todo aquello que te puede hacer daño y te vuelves conciente de que existen factores que aunque se te acerquen de forma benigna, pueden conducirte irremediablemente hacia el abismo, si les das una oportunidad y de que en la vida hay mas personas dispuestas a empujarte hacia abajo que a tenderte una mano, pero eso no es excusa para vivir con odio.

Pero sobre todo, hallar el equilibrio es comenzar por darse cuenta que aun conociendo todo lo que te hace daño o puede llegar a hacértelo, ese conocimiento es diminuto comparado al desconocimiento que aun posees del mundo y de sus instrumentos para hacerte perder el control sobre ti mismo y tirarte de nuevo para abajo.

¿Quererse?

Probablemente quererse sea, caminar sobre esa cuerda floja que es la vida diaria, sin llorar, ni sentir que necesitas de alguien mas, para poder pasar al otro lado.
Quererse sea aprender a caminar sin desesperarse, o temor a sentir miedo. Darse la oportunidad de sentir un poco de dolor, sin que este nos paralice del todo.

Caminar seguros y sin bajar la cabeza, pues al caer de esa cuerda, sabemos, que aunada a la probabilidad de caer y morir solamente, ahora se agregará la posibilidad de desplegar un par de alas para echar a volar.

Quererse entonces será, amigo mío, ese punto ciego dentro de la lógica humana, en donde la gente deja de pensar solo en lo que es estadísticamente probable y comienza a evaluar lo que antes era teóricamente imposible.

Quererse será, empezar a tener esperanza.





viernes, diciembre 15, 2006

La Primaria

La primaria termina y Diciembre deja sentir su olor a verano y ocio en las calles de la ciudad. Los uniformes grises se acortan y las niñas pasan de las cintas en los cabellos a jockeys negros para los paseos a la playa. Es una edad difícil, pero los niños dejan el colegio confiados en que la secundaria será mejor. Todos los niños saben a que colegio irán cuando salgan de su escuela estatal, excepto Lorena.

Lorena, solo sabe que no quiere ir al colegio de monjas de sus hermanas, su madre y sus tías. Lorena odia a las monjas, a los largos rezos, a tener que arrodillarse sobre las maderas mientras el cura habla. Lorena quiere ir a un colegio de hombres.

La mayor parte de niños irán al colegio privado de moda, que es mixto y parece ser solo una continuación de la primaria, en donde niños y niñas juegan en el mismo patio. Los niños menos privilegiados irán a colegios estatales, divididos según el sexo: Unos a colegios de varones, otras a colegio de señoritas. Lorena a pedido ir al colegio de varones, donde estudió su hermano, porque han abierto un turno para señoritas.

Nadie sabe porque Lorena no quiere ir ni al colegio de monjas, ni al privado. Pero Lortena si lo sabe. Durante su niñez ha escuchado todos los castigos que ponen las monjas, los retiros de dos días para arrepentirse de pecados inexistentes y la severidad de las profesoras, que hacen arrodillar a las niñas frente a la puerta del colegio, si no cumplen sus deberes. A Lorena le horroriza la idea de tener una mujer amargada encima dándole castigos inmerecidos.

Cuando Vany le pregunta a Lorena, porque no irá al colegio privado como el resto de sus amigos, Lorena hace una mueca, diciendo que ese mundo no es para ella. Que se volverá una “creída”. La única verdad es que Lorena teme ir a ese colegio, donde solo habrá niñas coloradas y con plata, iguales a la gorda Dora. Ella no sabe de donde Vany y la gorda Dora tienen todos esos juguetes raros, esas casas de muñecas rosadas, esos vestidos y zapatos de charol. Lorena sospecha que allá afuera hay un mundo que ella desconoce, en donde toda la gente puede tener cosas que ella no sabe que existen.


Para Abril, Lorena ingresa al colegio de varones en el turno para señoritas. Cada vez que los chicos salen de clases, ellas entran. Es la primera vez que Lorena siente vergüenza si la mira un muchacho, que suda copiosamente, si alguien le dirige la mirada. Los chicos son altos y se pasan el balón de fútbol, a la salida de clases, de vez en cuando le cae a alguna chica y entonces se oyen risas y burlas. A Lorena le gusta ese ambiente, cuando tenga 15 ella también hablará con los chicos mayores antes de entrar al colegio y le regalarán tarjetitas con faltas ortográficas como a las demás niñas, mientras masca un clicle de fresa que endulce su boca antes del primer beso.

Lorena siente que el futuro es muy blando y ella solo es una oruga pequeñita en un bosque inmenso, de colores cálidos. Pronto se hará mariposa y volará con el resto. Se hará bonita, tendrá muchos amigos y la vida para ella será un paseo blando y dulce de abril a diciembre, el único tiempo donde ella se siente viva para el mundo.
De Abril a Diciembre, es el periodo para usar el uniforme gris, la blusa blanca y los zapatos negros lustrados, como el resto de millones de escolares en su país.

Lorena se acuesta en Abril, soñando que dejará de ser solo una niña, pues crecerá y se hará grande…muy grande.





jueves, diciembre 14, 2006

Polaroid

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Medio Día

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La Niña Lorena

Lorena es una niña vivaz e inteligente, que va a la escuela primaria pensando que todos son sus amigos.
Lorena no podría ser mas popular, recita en las actuaciones del colegio, es la primera alumna de la clase, lleva a sus amigas a jugar con frecuencia a su casa, donde posee una habitación para ella sola con muñecas antiguas y juguetes hechos a mano.

Lorena debe ser la niña mas feliz del mundo. Y lo es mucho más el día que la nombran presidenta de la clase. Lorena debe solucionar problemas, tranzar con sus compañeros, hacerse responsable de la clase, mientras la profesora se ausenta. Es un trabajo duro para una niña de 9 años, pero ella lo hace feliz, sabe que la maestra confía en ella y que debe hacer lo mejor posible, siempre hacer lo mejor posible.

Lorena tiene una amiga desde que inició el colegio, se llama Vany y es su mejor amiga en todo el mundo porque le habló cuando nadie quería hablarle. La amiga de Lorena tiene una casa mas grande que ella y juguetes y ropa que le envían de Estados Unidos, pero la amiga de Lorena no es pretenciosa, todo lo contrario, es la niña mas sencilla del mundo.

Un día invita a Lorena a pasear en bicicleta, pero salen con dos niños mas, ambos de la clase. La niña se llama Dora y es regordeta y rosada como un trozo de jamón, el niño en cambio es delgado y tan negro como el betún. Dora es de una familia pudiente y cree que siempre debe ser la primera en todo lo que se proponga, pero Lorena siempre va un paso delante de ella. Dora detesta a la pequeña Lorena eso es evidente, solo la soporta porque es amiga de Vany. Todo el mundo quiere ser amiga de Vany, pues Vany lo tiene todo.

Los tres niños salen a pasear en bicicleta y dan vueltas hasta que el sol cae sobre la pequeña villa tiñendo de dorado las ventanas de las casas y haciendo surgir del asfalto charcos de espejismos luminosos, que ellos tratan de alcanzar pedaleando rápidamente por el centro de la pista.
De pronto Dora toma la delantera y se aleja de los otros, Lorena a la cola del resto pedalea su bicicleta antigua de asiento bananahasta que los otros niños
se detienen en un parque.
Entonces Dora baja de su bicicleta con los puños crispados y toma la palabra.
Es en ese momento que comienza a insultar a Lorena sin motivo aparente.
Lorena se queda muda, no sabe que pasa. Los otros dos niños miran al suelo, mientras la gorda Dora, suda y se va poniendo colorada a medida que habla e insulta a Lorena. Dice cosas como que es una niña insoportable, que siempre se cree mas que el resto. Que todos las odian, por ser la preferida de la maestra y por creerse "Doña Perfecta".

A Lorena le llama la atención esa palabra y se queda callada mirando a Vany que juguetea con la punta del pie, mirando al suelo. Dora termina su verborrea casi gritando y pide a los otros niños que también digan lo que piensan, “según el plan”, que no sean cobardes. El niño negro, se dirige entonces a Lorena con voz tímida y le dice que también le cae pesada, especialmente cuando dice en voz alta que “es hora de resolver los problemas” ¿quién te crees Lorena, para resolver el problema de los otros? ¿Acaso lo sabes todo? ¿Crees que eres mejor que nosotros?

Lorena no sabe que decir, ella no quiere que la odien. ¿Por qué la odian si ella no le ha hecho daño a nadie? ¿Si ella solo ha sido como realmente es?
¡Maldita la hora en que aprende las poesías mas rápido que los otros, en que declama los discursos con mas soltura, en que nunca se equivoca en los exámenes! Maldita la hora en que su maestra la prefiere a los otros y confía mas en ella que en los otros.
¿Qué culpa tengo yo si los demás se sienten tontos? – se pregunta Lorena. ¿Qué culpa tengo yo de tener mas habilidades? ¿Qué culpa tengo yo de ser cómo soy?

-Te odiamos Lorena, dice la regordeta, mucho mas calmada. Ya no volveremos a ser tus amigos nunca más, pero queríamos que lo supieras.
-Voy a cambiar- susurra Lorena con miedo, al ver que Vany asiente con la cabeza a cada palabra de la regordeta. Les prometo que ya no aceptaré ningún cargo que me de la maestra, ni aceptaré recitar poesías para las festividades del colegio, tampoco llevar la bandera.

-¡No te creemos!- grita la gorda Dora mientras se aleja pedaleando su bicicleta rosada con moños blancos en el timón.

Lorena se queda sola en el parque con la bicicleta oxidada heredada de sus hermanos tirada sobre la hierba. Se queda pensativa, en la peor tarde de su vida, pensando en una forma de cambiar y de demostrar que puede ser igual que el resto, pasar desapercibida, sin ser la mejor en nada ni figurar demasiado. Mientras mas levantes la cabeza, mas piedras te caerán encima.
Lorena se queda en el parque pensativa y miserable hasta que cae la noche y el frío la hace volver a casa.

A sus 9 años Lorena puede vislumbrar que ella se quedará sola, porque solo aquellos que odian y están resentidos por algo, llegan a formar grupos. Grupos para atacar y hacer daño bajo una responsabilidad colectiva.


Lorena es una niña vivaz e inocente, que va a la escuela pensando que todos pueden ser sus amigos mientras no le haga daño a nadie y sea siempre como realmente es.


Lorena soy yo.


miércoles, diciembre 13, 2006

Caminando

Caminar y caminar, es música en mis oídos, momentos astillando un corazón que ya no va a la hoguera, un corazón que vive, late, siente otra vez. Es música que me lleva de la mano hacia ninguna parte y hacia todas en realidad, es música, solo música para poder respirar.

¿ A dónde iba antes? ¿ quién sabe? Yo no sabía a donde iba, lo único realmente palpable, era que el momento que dejara de caminar me hundiría otra vez. El momento que descansara, que mis pies se agotaran, que mis manos no dieran mas, en ese instante, volvería a caer.

Por eso seguí caminando y si contara las personas que conocí en el camino, te admirarías, de que no me haya quedado a jugar con gigantes, a perseguir a duendes y gnomos, a charlar con las brujas que abundan en mi habitación.
Esta, la que es mi habitación.

Yo seguí caminando y a veces me cansaba de hacerlo, de arrastrar mi alma por los rincones de un universo negro, donde solo raras veces brillaba una luz que se encendía específicamente para mi. El resto del tiempo, oscuridad, duda, incertidumbre.

¿A dónde iba yo? ¿Quién sabe?

Aun ahora parece que nadie lo sabe, pero ya no es oscuridad lo que veo. He pasado de los tonos grises a pasadizos blancos, a veredas luminosas, a una vida donde algo me advierte que pase lo que pase ya no debo temer.

No me mentiré, a vece sme toma por sorpresa el pánico, me sujeta las muñecas, a veces tengo tanto miedo que me quedo paralizada y solo quisiera tener a alguien al lado que me recuerde que debo respirar…respirar…

Tu no sabes lo que es eso. Yo tampoco lo sabía, pero te llena de inseguridad. Son momentos, flashbacks en donde es obvio que no vas a ninguna parte, que no recuerdas por donde viniste, que no sabes si podrás dar un paso más. Son millones de gritos que no suenan, que se agolpan en tus sienes diciéndote que esta vez no lo lograrás, que es inútil seguir caminando. Que todo irá mal, que siempre va mal.

Aun lo siento.

La primera noche en Bs. As. Tuve uno de esos ataques, en los que me encojo sobre mi misma y siento que es la única forma de estar a salvo, pues no puedo confiar en el abrazo de nadie más. Pero solo duró segundos, pude hablar de ello, llorar por ello y quedarme dormida, sin rencores ni mas incertidumbre.

Esa noche me quedé dormida y al día siguiente amaneció tan brillante, que olvidé la bruma de mi anochecer, la lluvia, el miedo, la soledad. Puse un broche a cualquier recuerdo malo y me dediqué a vivir…y sentir.


Caminar y caminar…Yo sigo caminando, eso es música en mis oídos; lluvia de violetas y luces, de colores ajenos…Sigo caminando, es como navegar en una pintura que comienza a clarificar sus colores…Un día el lienzo volverá a ser blanco otra vez…Casi me siento lista para volver a dibujarme en él, con una sonrisa pequeña y unas alas enormes…Con una sonrisa grande, de esas que ya no temo regalar.
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Bossa Nova

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Hoy no siento miedo, solo un gran amor- parece tonto- pero siento tanto amor en mi,
hacia mi misma, hacia el resto…¿es esto estar en equilibrio?...
Durará pocos segundos, tal vez solo un respiro, solo deseaba decirte,
que estoy bien, que no me fui del todo.
Durante estos dos años, una parte de mi jamás se desgastó y es la parte que vengo a celebrar a
compartir contigo.


Mi pequeña almendra, la que nadie pudo alcanzar a romper del todo.

Presiento que cada uno de nosotros lleva una dentro de su capa de dureza, presiento que aun
después de todo el daño auto inflingido, después del daño de los otros, hay una fuerza que
permanece viva para seguir disfrutando de la felicidad y estos pequeños momentos.


Aun hay algo de nosotros que nos permite ver al mundo en todos sus colores y sin una pizca de
miedo…hay algo que nos da la esperanza para seguir intentándolo...una y otra y otra vez...para
sonreir y sentirnos satisfechos por el esfuerzo desplegado, por lo cerca que estuvimos,. por las
personas que conocimos en el camino.



Lo siento, estoy tan tranquila, tan…¿feliz?

que podría llorar ahora mismo, podría gritar, abrazarte decirte que te amo…pero no,
no hay nada que pueda demostrarte esta paz en mi, ni hacerte ver que me hizo mucho bien todo
este tiempo aquí contigo...todo este tiempo diciendolo todo...o casi todo...


Que ahora no soy Laura, ni ningun otro personaje, solo soy yo sin pretensiones y te insto a ser
feliz, aunque la palabra siempre nos quede floja...Me insto a mi misma a ser feliz, aunque a
veces crea que no me lo merezco.

Otoño en Lima

Es lo primero que escribo luego de una larga temporada. No era mi intención hacerlo, pero el café y este cielo nublado son malos consejeros....