miércoles, enero 14, 2009

En Pos Ictal

No debería escribir porque tengo migraña y ya sabes lo mal que me hace la PC prendida a la fotofobia y al hecho que escribir en un blog haga las veces de introspección bamba y me tienda a dejar en un estado pos ictal que apenas si me deja decir más de dos palabras, después de haberlo vomitado todo (mis mierdas en papel, eso quiero decir)

Hoy no tengo muchas mierdas, mi vida va como el clima: Ni fu ni fa. Hartas citas todos los días – afortunadamente con amigos, porque lo de salir con violadores ya lo dejé atrás hace mucho- y un sexo ocasional que mas que dejarme satisfecha, me deja cansada y con bastantes dudas existenciales sobre si acaso los hombres no son más complicados y ambiguos en el querer que nosotras las mujeres.

Del trabajo no me quejo, pues afortunadamente este mes la tengo fácil y disfruto de tardes enteras para mí, en donde mi abandonado ritual de siesta de 3 de la tarde tiene que lidiar con el ruin quehacer de los obreros que construyen el edificio de enfrente. Esa construcción no ha traído nada beneficiosos a mi vida, me ha tapado el sol, me ha llenado de polvo la casa, me ha pervertido con su ruido nefasto de gente que trabaja de sol a sol y encima! Ni hablar de un poco de voyeurismo, porque estos obreros de enfrente son tan tapados del seso, que parece que no distinguieran nunca mi ventana sin cortina, tapada pobremente con portadas de revistas pasadas de moda.

Hace pocos días me preguntaba sobre el amor- otra vez- sobre ese bien esquivo al
que ya me estoy acostumbrado a no tener- por lo menos durante mi vida sexual
activa, porque de hecho cuando sea una sesentona con muchas historias que
compartir y una vagina reseca, apreciaré la compañía de un buen compañero con
quien jugar monopolio por las noches.


Me preguntaba sobre mi misma y que ya estaba cansada de intentarlo, si acaso no era patético contar algo sobre mi ex, no el anterior si no el anterior, no tampoco ese que es el segundo, ni ese con el que me iba a casar, sino ese el de en medio añadiendo una característica física que me haga recordarlo en medio del resto. Patético por el hecho de que siempre remontaba mi vida en relación a mis ex, a los que intento no numerar, porque sería turbador, sino mas bien monstruoso para una nueva persona en mi vida oír que yo ya he estado, vivido y amado acaso con más de 3 personas en esta corta temporada de vida productiva.

Algo que sería totalmente irrelevante si viviera en otro país donde hablar de sexo no diera miedo y en donde las mujeres no tuvieran que rebajarse el número de parejas sexuales para no mostrarse tan perrísimas ante los ojos de sus eventuales parejas. Algo que quedaría dejado de lado en esta ciudad, si la gente supuestamente más laxa en este tema, acaso no es también la gente que menos te toma en serio a la hora de iniciar una relación con vías a “NO será solo sexo, esta vez”.

Pensaba si ya, ok, era hora de detenerse y pasar al retiro hasta encontrar a la persona que llenara mis días y mis noches de algo de seguridad, cariño y charlas amenas (ojo, que estoy obviando el tema sexo porque ese es un motor que me lleva siempre por las decisiones menos acertadas). Pensaba en mis viejos amigos, gente que por la distancia y las circunstancias no había podido más que compartir un par de conversaciones o agradables llamadas telefónicas.

No era esa gente- la que menos se interesaba en mí como un órgano copulador- la
adecuada para entablar una relación más allá de mis treinta?

Obviamente mis leyes lógicas me decepcionaban siempre en el terreno de las relaciones y era obvio que dadas las circunstancias cualquier persona A (sedienta de compañía) mezclada con una persona B (sedienta de sexo…puede que también compañía) en el contexto adecuado (unas vacaciones en un lugar paradisiaco) jueguen a que es amor aquella cosa melosa que los une irremediablemente los casi 5 días (límite estimado por las empresas de turismo) que puedan estar juntos.

Así que pudiera ser que en mis vacaciones de los treinta (mi ansiado/planeado próximo periodo sabático) yo pasara por esa circunstancia y probablemente terminara peor de lo que me siento ahora (Decepcionada de mi criterio para elegir a las personas que deban ser mis parejas).

En resumen, en lugar de evolucionar a la madurez como mujer, seguir en cambio tropezándome en la misma roca filuda que es mi maldito cerebro: Divino hacedor de decisiones lógicas.

Pensaba en eso, cuando leí un artículo sobre Anquetil, el famoso ciclista francés que había compartido lecho con su esposa, la hija de ella y luego su nuera en una convivencia casi fraternal, en un castillo oculto a los ojos de la prensa (alabados esos tiempos en que los paparazzi no habían sido lanzados al mundo). Una historia que podía sonar atronadoramente morbosa y que sin embargo dejaba ese aliento de que más allá del sexo, aquel hombre les había hecho creer a esas 3 mujeres que lo suyo era amor y en efecto hasta habían logrado convivir felices por algún tiempo.

Pensé que yo y mi arraigado sentido de culpa, un don fatalista heredado por
cientos de años de educación católica-do-mes-ti-ca-in-dios; había vivido mis
últimos 5 años de vida totalmente destruida por la depresión de saberme mala por
practicar no una, sino varias veces ese intento de practicar amor/sexo/compañía,
con personas que a lo mejor parecían adecuadas en ese momento, pero no lo fueron
más.


Pensaba que había sido inútil tanto sufrimiento, que pude haber terminado esquizoide flagelándome día a día de mi supuesta “debilidad” por querer darle un poco de placer al cuerpo. Pensé si acaso, no habían cientos de historias millones de veces más escabrosas que la mía- una chica que un día lo hizo después de los 20 y puso en práctica esa cosa deliciosa llamada hacer el amor con tipos que en su momento dicen que la quisieron.

Historias extrañas, conteniendo otras cientos de historias secundarias, viviendo en cada armario, de cada casa, de cada ciudad que pasara. Porque en realidad todos ocultan sus vidas privadas, dejando una suerte de Narnia habitada por los monstruos del pasado y por sus propios alter egos jugando a ser héroes y heroínas inventadas.

Me di cuenta que yo apenas había puesto mi grano de arena en ese mundo fantástico, que yo apenas había experimentado lo mínimo comprensible.

Que yo, del sufrimiento por amor, apenas si conocía sus orillas mas desiertas.

Yo quería vivir esas historias, conocer mucha gente, experimentar lo que viniera. En realidad quería muchas cosas antes de volver al mismo punto inicial, ese que te dice que el amor no está allá afuera sino dentro de uno mismo y que la felicidad es la de aprender a amarse uno mismo para poder dar amor al resto.Yo quería hacer ese viaje, no quedarme en la culpa, en la sensación de pecado, en lo de la tapada limeña con secretitos de alcoba para que la crean inmaculada.

Yo quería mas y si de pronto a mitad de camino hallaba y me hallaban eso sería
genial, pero no iba a ser el objetivo último del viaje para conocer gente, pues
dadas mis circunstancias y conociendo mi causa de infelicidad, el objetivo
último de mi viaje a otros mundos (personas) sería única y exclusivamente hallarme a mí
misma.



…Mierda, pienso en lo que acabo de decir y suena casi tan patético e irreal como los libros de Coelho, pero desafortunadamente para mí, sin las regalías correspondientes.

2 comentarios:

Edem dijo...

" que la felicidad es la de aprender a amarse uno mismo para poder dar amor al resto"... a veces es lo complicado, Laura. A veces, te encuentras, o crees que te encuentras siendo un monstruo, que no tiene derecho a amarse a si mismo. A veces, te preguntas si realmente puedo amar a otros si lo fastidio siempre conmigo mismo.
Pero bueno... es la eterna lucha entre uno mismo y sus demonios. El truco consiste en no dejar ganarte por ellos, o al menos no rendirte plenamente en esa lucha. Algunos, como yo, no sabemos hacerlo, o no hemos encontrado la forma. Afortunadamente, hay gente como tu, que si lo sabe.

Ya te contare, Laura, en una carta, cosas de mi vida. En fin... debo irme, a batallar con algunos de esos demonios.

Un saludo de Edem.

Marea dijo...

me encantó.

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