He querido hacerme de una plantilla como si de un vestido
se tratase, pero la verdad no tengo una puta idea de cómo volver a hacer eso
que antes me parecía tan fácil; rápidamente caigo en el desanimo, para diseñar,
para buscar, para quedarme mucho tiempo en una sola página. En este momento debería
estar ya caminando con un par de zapatillas cómodas, pero…me he puesto como misión
volver a escribir, aunque al hacerlo saque algunas cosas tristes de mi que
usualmente ya no quiero ver.
La luz de la tarde entra tibia por la ventana, tengo dos
horas para que esta luz inunde mi habitación y me haga sentir que el día amaneció
claro, que el día es tibio, que solo aquí dentro hace frío y que vale la pena
salir a caminar. Pero hoy me quedaré en casa, a leer, a escuchar música y ¿por qué
no? A escribir-me.
Soy de los que blogueaban hace 6 años o mas y ya no queda
nadie que escriba en blogs cosas necias como yo; tal vez se han casado y han hecho con sus
vidas, como yo, relojes que funcionen, llenos de hijos, parejas y casas limpias
con jardines bien cuidados. Yo no tengo hijos, no me hice de una mascota,
porque no quería volver a llorar por nadie si es que se iba y de hecho tampoco
vivo en el departamento que compré.
Vivo planeando viajes, porque mientras viajo me olvido de
quien soy, de la forma que hay que conservar para decir las cosas- soy médico y
sé que siempre hay una forma correcta y eficaz para decir las cosas- para
comportarse ante los demás, o del tiempo en que una debe comer o ir a dormir.
Me gusta viajar porque días antes de los viajes siento tanto miedo, que a veces
he pensado en cancelar planes y meterme a mi cama a dormir otros 6 meses como modo
de vacacionar. Sin embargo, desde que el avión levanta vuelo, yo me vuelvo otra
persona, más segura y mas dueña de mi. Ya desde arriba las ciudades se ven pequeñas
y los miedos inútiles; entonces conozco otras personas igual de seguras y
dispuestas a contarme sus historias- porque nadie se abre de forma más perfecta
que delante de un desconocido y yo, bueno, yo he aprendido a escuchar. De los
viajes regreso con las maletas llenas de experiencias y de gente que conocí en
el camino, gente anónima que no está en facebook ni en ninguna parte del
circulo social. Gente vital, que cruza su camino con el mío de forma
circunstancial y sin miedo a dejarse querer.
¿Por qué viajo sola? No es una decisión mía, mi tiempo no
coincide con el de los demás y a veces me canso de esperar las excusas del
resto para acompañarme. A veces es mejor, pero no siempre. He dicho infinidad
de veces que una mujer, como cualquier otro ser humano, necesita de un compañero
para compartir la vida que no le cuenta a nadie, un testigo de sus errores y sueños;
sería ideal contar con un solo compañero que acompañe desde el inicio hasta el
final del viaje, un verdadero amigo, no un amante, sino algo que dure más…pero
no todas las personas tenemos esa suerte. Yo, lo comprendo a medias, no es fácil
saber que amas a quien no te ama, pero hay que seguir caminando, el mundo no se
detiene por una sola persona...ni por varias. Yo tampoco puedo detenerme a contemplar las
imperfecciones del mundo, solo debo seguir caminando al terminar de escribir…o
mientras lo hago.