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domingo, octubre 24, 2021

El Despertar

 Tal vez sea que pasada esta situación agobiante de ver partir a tanta gente nos hicimos un poco mas permeables y mas agradecidos. Tal vez solo nos dimos cuenta de lo solos que nos sentíamos, pero tengo la ligera sospecha que en estos últimos meses conocí el tipo de gente entrañable que se queda en tu corazón por el resto de la vida.


Será que los demás humanos me comenzaron a resultar mezquinos? Que me aburrió de pronto tener que poner tanto esfuerzo en gente que no valía la pena? Conservando amistades que no duraran y lazos que se formaron esperando ser rotos? Han pasado meses duros en que he temido por mi espacio en este mundo, en que he dudado de mi propio valor para existir. Si estos eran mis últimos meses sobre la faz de la tierra, entonces que había hecho para intentar ser feliz? Durante los primeros seis meses de este desastre solo estuve en una continua introspección, podía ser que me relacionara con las otras personas, que me mostrara físicamente allí, pero en realidad la vida fluía en mi cabeza pensando en que momento pase a equivocarme tanto? Había vuelto al mismo lugar en donde no me imaginaba terminar mis días, atrapada de cierto modo con gente que había crecido en direcciones opuestas y que quería diferentes cosas a mi. Todo el tiempo había tratado de huir de ese lugar, de crecer hacia afuera como una rama salvaje que rompe los limites del jardín seguro, pero aquí estaba de nuevo atrapada por mis raíces. Quizá era mi destino morir en este encierro, como una broma de la vida ante mis deseos de huida. Una broma que me decía que nunca había tenido el valor. 

Mi pasaje a Asia sin vuelo de retorno se podría en algun lugar de la red. Mis sueños de recorrer el mundo, de dejar atrás todo lo que era. De atreverme con alguien y de atreverme incluso, si ese alguien me dejaba a mitad de los planes. 

Los primeros seis meses de este infierno, estaba enfrascada en mi tormenta personal de sentimientos encontrados. En una enfermedad que no sabia lo que era y que me debilitaba y no me daba tregua,  en la vulnerabilidad de estar en el lugar menos adecuado para sobrevivir a algo como lo que estábamos pasando.

Debía ser fuerte? Ser noble? Cuando nadie fuera de tu sangre te ama, no debía acaso devolver con lealtad ese amor y quedarme junto a ellos. Con miedo. Con frustración, con ternura y con cólera. Físicamente estaba sanando, pero era momento de aceptar que ya no podría irme. Si estaba sana era una señal de que quizá estaba en el lugar correcto. 


Un día de aquellos había tomado la decisión de por fin irme y dejarlo todo, pero el mundo se encargaba de decirme que no había lugar a donde ir. Estábamos varados todos  en este pequeño monton de tierra y había que enfrentarse cada cual a su forma a sus propios demonios.

Entonces comencé a pensar en W. Obsesiva y cruelmente. Sentía que no sanaría hasta que lo dejara ir de mi cabeza. Que toda forma de dolencia física era solo la traducción de alguien a quien no dejaba ir, mi compañero de sueños no lo era mas. Había que despedirse y pensar en 

las formas en podia dejarlo ir sin resentimientos. Mis noches se llenaban de el, de mis sueños sin cumplir,  de imágenes de otras personas que me habían dejado ir antes. Comencé a soltar poco a poco en un proceso difícil en donde no había tiempo para llorar a mis propios muertos. Había que seguir siendo fuerte porque había un problema real allá a afuera no sabíamos cuanto más duraría todo esto y a quien perderíamos físicamente en el camino.

Y entonces volví a trabajar. Fue grato devolver el favor, saber que tantos años de estudio tenían recompensa. Podía ayudar y sin embargo, también fue insuficiente. Esa es una parte de mi vida que me tomara años procesar, como una especie de estrés postraumático. Dia a día era una guerra en donde decidías por la vida de cientas de personas  tratando de ser justa y pensabas si llegado el momento alguien decidiría por la vida de tu propia familia y si lo haria o no con dureza.


Hasta que la velocidad vorágine de esta pesadilla comenzó a menguar y pude pensar nuevamente en mi y en lo que quería no me di cuenta que seguía viva y que debía volver a hacer planes. Como quien saca la cabeza después de una noche de pasar un huracán por tu casa, por fin me atrevía a ver los vidrios rotos, a separar aquello inservible y a valorar  que quedaba realmente por recuperar.


Ya no estaba sola. Éramos cientos los que habíamos despertado con ese sentimiento de orfandad. Qué pasó con nuestra vida pasada? Quien se la llevo y a donde ? Un año entero en blanco. Había gente que se había quedado, que había  aparecido de cualquier lugar y de pronto se volvía indispensable para seguir adelante. Gente que sabia escuchar, que sabia estar a tu lado, que vibraba en los momentos tristes de la forma en que yo lo hacia y no tenia miedo de mostrar esa vulnerabilidad, se había necesitado una pesadilla cómo esta para por fin conocerlos realmente? Darse cuenta que necesitas de los otros mas de lo que quieres admitir?


En medio de la desgracia de este ultimo tiempo, con cientos de perdidas por todas partes mi preocupación principal seguía siendo el amor, si era digna de eso. Si alguna vez lo tendría en reciprocidad, si había que ser menos ambiciosa y conformarse con los momentos en que pudiera aparecer. Habíamos sobrevivido a algo grande y a duras penas. No era el momento perfecto para arriesgarse y ser por fin lo que siempre soñamos? Atreverse a decir la verdad, a hacer maletas e ir detrás de lo que queríamos ? No era peor morir en un lugar en que no esperábamos quedarnos?


Amaba lo soñador que era W. Me hacia sentir que podíamos ir a cualquier lado que deseáramos ir, pero nunca lo hicimos. Le desee felicidad, dicha, todo lo que pudiera hacerlo pleno aunque no fuera conmigo. Como culpar a alguien por soñar y luego detenerse por tener miedo? Acaso no lo habia hecho yo toda mi vida? 


Una nueva era habia empezado y yo y ya no era la joven soñadora de los primeros escritos, me sentía una anciana que salía de entre las piedras  de un mundo destruido y necesitaba manos que la empujaran a caminar, porque ya no confiaba ni en sus propios pies. La gente, toda la gente había cambiado. Tenían sueños nuevos que habían madurado en medio de la noche en que estuvimos ocultos. A los que conocí en ese camino de salida de regreso a la luz les entregue mi honestidad. Tenia miedo de sentir, eso era cierto. Pero había que volver a sentir para ganarse el derecho a estar viva.


sábado, enero 16, 2021

El amor en los tiempos del COVID: 1.Ghosting

 

Él me dice: ¿Te dije que me encantan tus piernas?

Así es como empezamos a flirtear de nuevo, o así es que me doy cuenta que no quiere que seamos solo amigos virtuales de cuarentena. Al parecer ya tiene la vacuna, se siente seguro como para conocer a alguien de nuevo. Varias semanas de coqueteo y charlas después, termina buscándome a la hora del almuerzo y paso varias horas de la tarde con él. Recuerdo que estoy de mal humor, pero con un traje rojo impecable. Me escapo de la guardia que es un mero simbolismo, porque hoy apenas tengo pacientes. Llevo esas dos bolsas de comida delivery en la mano y me molesta caminar en tacones hasta la esquina donde ha estacionado el auto. ¿Quién sabe cómo es su auto? La verdad es que me decepciono al verlo, a su auto digo, cuando me decía: “Es el gris, el gris, estas casi cerca...” Estamos en el hilo telefónico y él tiene la ventaja de haberme visto primero. A mí, con las piernas cubiertas por el traje rojo, para no incitar al sexo, a mí, con la voz malhumorada de quien odia caminar hacia alguien.

Ahí está él, pelo enmarañado y ojos del color de las hojas del te, ocultos bajo una gorra de beisbolista que ha diseñado el mismo, como su máscara que le cubre la barba candado,  o como todas las cosas que ha hecho en su vida de hombre creativo antes de conocerme. Más adelante me doy cuenta que el lo crea casi todo, palabras, historias, jardines verticales, anécdotas divertidas en países lejanos, guiones de película y de teatro... Es una caja de sorpresas, que se luce ante mi brillante y nueva mientras habla con voz sensual y acogedora, bajo la cobertura de chico homie.

Me acerco. Los tacones hacen que me de cuenta que no es muy alto. Y amo a los hombres altos, de los que te puedas colgar al cuello mientras bailas lento, o que te dan el brazo cuando vas con un taco nueve por pisos resbalosos. El parece casi un hombre ordinario, de los que ves en la fila del mercado y luego olvidas, mas no lo es. Nos conocemos poco aun, hablamos días enteros, nos damos cariño e intimidad y luego en algún momento de mi película, desaparece. Si, desaparece.

Me dice:” Te llamare cuando llegue a casa para que sepas que no morí” Yo bromeo diciendo que él es más trágico que yo, pues él me suele decir que yo soy La Trágica. No me hace gracia como me ve el, quisiera que me vea graciosa y feliz como podría verme un hombre cualquiera. Pero el tipo no se ríe de mis bromas, no me pregunta por mi trabajo, no indaga más sobre mis viajes. Habla y habla y habla y durante ese sábado, el ultimo que pasaremos juntos, siento que quisiera parecerle tan interesante como el me lo parece a mí.

A mitad del amor, en esos descansos que hacen permanecer a las personas abrazadas sin mirarse a la cara, me va preguntando cosas vagas que yo respondo adormecida y sin ganas, debido a las 24 horas de turno previo en el hospital. Luego lanza el zarpazo: ¿Qué esperas en una relación? Me suena a chino. ¿Cómo responder a eso? Tendré que responder yo misma, nada de frases ensayadas y manipuladoras sobre que es lo que una mujer DEBE esperar de una relación, sin sonar desesperada. Primera regla: No mostrar vulnerabilidad. Pero fallo.

-Espero que alguien quiera volver a verme con el mismo deseo que yo siento por él.

Me sale de cuajo, como un coagulo que ha estado largamente tapando una herida que no cierra y que necesita ser escarbada, limpiada, drenada para siempre. La herida de un corazón roto, probablemente. La respuesta es rápida y sin pensarla, como quien blande una espada, como quien se quita la ropa con la luz encendida. Como quien dice su edad. Algo que dice en el fondo, este es mi es secreto, si no te gusta lárgate.

Y se ha ido.

No ese mismo instante, horas después, con muchas conversaciones de intermedio. En las que termina diciendo ¿quién te volvió tan pesimista?

¿No sé, las relaciones?  – replico yo. El tiempo, la gente. ¿La ilusión que se desvanece y nunca es? –Le respondo así y él se pone de pie y se va vistiendo a medias solo para mirar que sigo acostada y con la cabeza despeinada, revueltos mis cabellos y mis piernas perdidas entre las sabanas, que son de seda y de un rojo intenso como la sangre, porque mi cama después del sexo es una herida también, o un beso de adiós, rojo intenso, rojo como el vino de consagrar o del que ayuda en el olvido.

¿En qué momento el diálogo se vuelve trágico? Él es director de drama, pero no le gusta el que yo pongo cuando digo las cosas, mientras entierro la cabeza bajo la almohada. ¡Estoy tan cansada! ¡Oh, querido, te dije esa mañana que estaría tan cansada y necia y cínica, que estaría vuelta yo misma en mi peor papel y aun así quisiste venir a verme! Eso quisiera decirle, pero no le digo nada. Excepto,

-Hablaras de ti mismo las 24 horas del día?

Quiero su curiosidad por mi vida y mis pequeñas tragedias, pero intuyo que no le interesa eso. Como a mí no me interesa ser madre, de hijos, de perros ni plantas. Y el habla de eso todo el tiempo. Lo he notado, por eso me asusta. ¿Porque alguien quiere tanto ser padre? ¡Es verdad, sería el mejor padre del mundo! ¡Me recuerda de hecho al mío, tan creativo, tan resuelto, tan lleno de gracia al contar las anécdotas más locas!

No todos los hombres te recuerdan a tu padre, pero el sí, tiene ese don, por eso al desaparecer me hace sentir tan descolocada, que, durante unos días, pienso si escribirle o no.  Preguntarle ¿Te paso algo? ¿Moriste en el camino? Luego pienso, que es mejor dejar ir, dejarlo hacer su ghosteo como le dicen los adolescentes. No estoy para volverme dramática por un tipo que no está interesado en mi historia, en ser testigo de mi historia.

Reciprocidad, me corrige L. cuando se lo cuento. Lo que buscas es reciprocidad. 

Me avergüenzo un poco, porque por un tiempo espere lo mismo de L. y sabía que no podría dármelo. Sin embargo, L. se ha quedado para oír todas mis historias, sobre todas mis relaciones o amago de ellas. Se queda siempre, aunque no esté cerca.

Qué extraña es la vida, pienso ¿cómo se puede llegar a amar en tan poco tiempo que parecen solo dos días?

Pero esta vez en quien pienso es en L. En esos dos días, nuestros dos días…Mas eso pertenece a otra historia.

 

 

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Otoño en Lima

Es lo primero que escribo luego de una larga temporada. No era mi intención hacerlo, pero el café y este cielo nublado son malos consejeros....