lunes, noviembre 30, 2009

Diciembre

Hoy me siento mal. No sé por qué. Espero saberlo al terminar de escribir esto.

Debe ser que inicia Diciembre y algo de melancolía se cuela en mi casa sin remedio.

Los días entonces pasan a una cuenta regresiva que oprime el pecho, asfixia y envilece.

Diciembre...

Se rompe el cielo en aguaceros que retrasan un verano que no llega, mientras camino por una ciudad que no es mía ni yo soy de ella.

Diciembre...vamos, no es nada, pero ultimamente cada Diciembre en mi vida inicia lacrimógeno, terrenal y sin ninguna esperanza. Así que por qué hacer una excepción este año? Si se me retrasan los ciclos anovulatorios y resulta que estoy en un día 14 que me hace sentir mal sin causa.

Mierda el ser mujer y ser gobernada por mareas hormonales que hacen que una semana sea solo para pensar en sexo y la siguiente solo para deprimirse por cosas sin causa. Preferiría ser hombre y que no me dolieran las cosas mas fútiles. Que no me deprima sentir que viene Diciembre y que no haya ningun regalo por llegar, solo una inacabable deuda de la vida con uno mismo. Esa deuda que en Diciembre sólo se hace mas evidente.


Los aviones siguen partiendo sin retorno y yo no llego a despedirme ni a decir lo correcto.

Tal vez me duele Diciembre porque soy de las pocas personas que esperaba este mes todo el año y con ello la llegada de Navidad y el cumpleaños.

No sé cual con mas ansias.

El cumpleaños, que fecha antes tan esperada y ahora tan fatídica!
Antes era para sentirse la persona mas especial del mundo, el centro del universo de mucha gente y de un tiempo a esta parte, solo para pensar en la gente que ya no está contigo.
Aun peor la gente que de verdad no te quiere suficiente.

¿Qué es suficiente?
Nunca es suficiente para mí.
Sigo esperando esos regalos que deberían de llegar.
Esperando quién sabe qué, que no me haga sentir miserable un día y feliz al siguiente.
Esperando que cesen esos cambios de presión que me oprimen el pecho cuando siento mi pequeño avión caer.

Caer...

Viajo en un avioncito de papel
surca tu mundo, frágil, inocente,
movido por la brisa de una palabra,
derrumbado en la humedad de un sólo beso.

Luego cae...

en espirales grandes,
pequeñas,
simplemente cae.

No sé lo que escribo. Tal vez debería hacer una lista de las cosas que no me agradan depositarla en un ánfora y quemarla.
Hacer listas me hace bien. Escribir también. Pero no hoy.
Hoy no sé lo que siento
y la música no ayuda.
Paso del reggae al rock setentero sin decirdirme en que quedarme
y así voy escribiendo sin ritmo,
sin decirdirme a escribir lo que siento,
tal vez porque ya no siento seguro ningun papel en el que escribo
ni siento secreto ningun sentimiento que me colme el pecho.
He pasado a este estado en donde se todo de todos sin ni siquiera verlos.
Maldita tecnología que separa a las personas, mas de lo usual.

Sigo pensando que la culpa la tiene Diciembre y con ello, todo lo que vendrá luego.
Ser algo lista es un problema...casi siempre sé lo que pasará luego.
No hay sorpresas. Sólo debo estar lista para recibir el golpe. Siempre lista.

Escribo sin ritmo, porque no me agrada la música que oigo.
Ni me agrada despedir a mis amigos.
Ni perder a aquellos que pudieron haberlo sido.
Ni hacer planes con gente a la que no considero como amigos.

Tal vez debería soltarme más. Confiar en la gente.
De qué me serviría?

Mi avioncito de papel es ahora un origami
que se destruye bajo lluvias que no cesan de caer.

No me agrada escribir así, pero supongo que en algún momento encontraré la respuesta a todas mis preguntas. Habrá una línea que luego de ser escrita iluminará la oscuridad en la que me detengo a pensar porqué me siento así. Ingenua. Torpe. De pronto tan inocente como estúpida.


Es Diciembre, vamos es sólo eso. Nada podría ser peor que el anterior Diciembre. Tal vez tengo miedo que eso suceda, otro cumpleños al lado de gente que no me quiere, otra navidad llorando por el cariño de gente que no me quiso.

Mierda, Diciembre. Ni siquiera tienes lágrimas para arrancar pues creo que al llegar a los casi 30 las he perdido todas.

Sigo sin respuestas. Tal vez sea el momento de escribirle a Rafa, para que él entienda por mí, las cosas que yo no puedo resolver.

Tal vez sea el momento de dejar todo y seguir sola lo que queda del camino.

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Otoño en Lima

Es lo primero que escribo luego de una larga temporada. No era mi intención hacerlo, pero el café y este cielo nublado son malos consejeros....